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El positivismo
Generar las bases para ideologías nacionales, regionales o locales comenzó a ser desarrollado
por intelectuales en el siglo XIX que iniciaron la idea de una historia más académica y
científica, acercándose así a las ciencias puras o positivas. El propósito de dicha
aproximación era ayudar a los intereses y valores de los nuevos órdenes y clases sociales que
se habían posicionado después del periodo revolucionario, haciendo que la ideología y las
implicaciones políticas fueran las del sector dominante (Corcuera de Mancera 2013).
Así, se desarrollo el método positivista, el cual, según sus mayores expositores en el espacio
universitario Victor Langlois y Charles Seignobos, lo primordial dentro de las
investigaciones históricas es el uso de documentos. Este se divide en cuatro aspectos
esenciales:
Sin embargo, el cambio que generó no transformó ciertas bases que el positivismo dejó
asentado sobre la academia. La investigación a través de sigue predominando y fue el legado
que el positivismo depositó a la historia profesional. El uso de documentos permitió la
generación de trabajos académicos y profesionales que, del ámbito universitario, fue
considerado, y sigue siendo, la única forma de realizar un trabajo histórico.
Annales tomaría así mismo otro elemento esencial del positivismo, tanto alemán como
francés, que se reproduciría a futuro en todos los trabajos históricos, la crítica a los
documentos. Como bien lo especificó Marc Bloch, los investigadores son incapaces de
conocer el pasado por lo que simplemente se percatan de los vestigios de su conocimiento
indirecto. No obstante, En ningún momento el historiador debe aceptarlos ciegamente ya que
no todos son verídicos. Es por ello, que el científico social está obligado a tener una duda
examinadora sobre los documentos, la cual lo podrá conducir a distinguir que es lo verdadero
de lo falso (M. L. B. Bloch 2015). La critica histórica, externa o interna, es uno de los
principales elementos de los métodos desarrollados por el positivismo, el cual puede
encontrarse en cualquier otro método desarrollado posteriormente sin importar el tema o
campo de estudio.
Esta se realiza al contrastar dos o más fenómenos que solo pueden ser comparados en relación
con un tercero. El sujeto que hace la labor de comparación precisa conceptos claros y
definidos que designan. La selección de unidades se haya fuertemente ligada a los
interrogantes centrales del trabajo.
Así mismo, Charles Tilly propone cuatro dimensiones a través de las cuales se deben
comparar estructuras y procesos, Histórico-mundial, Sistémico-mundial, Macrohistórico y
microhistórico; siendo las de tipo macrohistórico las más importantes para Tilly (Tilly 1991).
La diferencia, entre este método comparativo del positivismo y las propuestas posteriores no
solo radica en la búsqueda de análisis interdisciplinarios, sino en la transformación del objeto
de estudio. Mientras la metodología del positivismo se centra en la historia política la historia
comparada tiene un enfoque indirecto, que busca la comparación por medio de la elaboración
de explicaciones alternativas. Observa enunciados de épocas concretas que especifican las
causas y recogen la diversidad entre un suceso y otro dentro de un ámbito espacio temporal.
Todo esto visto desde una estructura o un proceso (Tilly 1991).
De la misma forma podemos encontrar una diferencia fuerte entre el método de la historia
económica y el positivismo. A parte de abordar un ámbito interdisciplinario vemos como su
objeto de estudio y las fuentes varia con respecto al que mantenían los historiadores del siglo
XIX y principios del XX.
Los análisis que propone Witold Kuhla son de tipo macroeconómico para el estudio de la
vida económica humana a través de la renta nacional. Ya que la historia económica estudia
la sociedad, no se debe preocupar por la renta individual, sino por la comunidad en general,
analizando el sistema social de reparto. Esto mostrará el nivel de vida de la sociedad y de las
diferentes clases sociales. Dichos cambios son la muestra del progreso o la regresión de la
economía.
Su metodología implica analizar la economía desde diferentes estructuras para conocer como
funciona la renta nacional. Así, su análisis se basa en la observación de la población y su
estructura, la repartición de la disponibilidad de la fuerza productiva, la influencia de la
economía de mercado, el reparto nacional y su lucha por el cambio del sistema. Este análisis
macro encuentra una relación fuerte con el método comparativo, ya que las rentas nacionales
pueden compararse entre estados para poder encontrar las diferencias estructurales dentro de
la economía de cada nación (Kula 1977).
Esta idea genera discursos basados en una pluralidad de procedimientos científicos que se
hallan ligados a operaciones y definidos por funcionamientos que no se pueden entender de
manera independientes de la práctica de donde proceden. Su interpretación son la respuesta
que cada autor realiza a preguntas análogas en el presente que se organizan en función de
problemáticas impuestas (Certeau 2010).
Mientras los positivistas veían erradicar toda ideología del trabajo histórico, De Certeau
admite que no se puede eliminar del trabajo historiográfico. La voluntad de definir
ideológicamente la historia es propia de una élite social, que trata de precisar la diferencia
entre práctica e ideas, ciencia y técnicas o ideología y práctica. Para De Certeau la ideología
no es la forma como surge la mirada del historiador, ya que a través de esta cambia la idea
de lo real. Desde que se busca el sentido histórico de una ideología o de un acontecimiento,
se encuentra no solamente métodos, ideas o formas de comprender, sino la sociedad a la que
se refiere la definición de lo que tiene sentido.
Al igual que el positivismo, De Certeau no elimina el uso de las fuentes dentro de la historia.
Por el contrario, el primer trabajo del historiador consiste en reunir y convertir en
documentos, sea recopilando o transcribiendo los objetos de su lugar y condición. Esta idea
de creación de las fuentes varia con el resto de las propuestas que ven a la fuente como algo
ya existente, mientras en De Certeau es un proceso de construcción.
El establecimiento de las fuentes tiene unas condiciones. No existen documentos que no sean
ya conocidos y que no tenga que cambiar el funcionamiento de los archivos ya establecidos.
Se trata de transformar la fuente en algo útil para la investigación. Finalmente se realiza el
análisis el cual trata de reconstruir el objeto partiendo de simulacros o argumentos.
Por último, de todos los métodos que se alejan más del positivismo y de cualquier otro
revisado dentro del texto es el de Michel Foucault. Aunque su trabajo se ha desarrollado
alrededor de la historia de las ideas Foucault trata de demostrar que su análisis no es solo un
pedazo de esto, sino algo más completo. Su propuesta se basa en la reestructuración de la
historia a través de la destrucción de la estructura vigente, cuyo fin es des enmarcar la ciencia
del cajón en que se ha mantenido y generar una estructura nueva guiada a través del método
arqueológico.
Foucault rechaza sin embargo el análisis de discursos científicos en sucesión sin referirlos a
alguna cosa como una actividad constituyente, sin reconocer la continuidad que los une y
se pueda a su vez desenlazar de del devenir de la razón, desenlazándose de la subjetividad de
la historia del pensamiento. La complejidad de este postulado hecho por Foucault es debido
a que la estructura a la cual se atañe es a la del lenguaje del saber, el método a través del cual
el ser humano comprende las cosas y es capaz de analizar los discursos u otras formas de
comunicación.
Conclusión
Si bien a existido desde el siglo XIX un cambio en la forma de hacer la investigación histórica
los cimientos que los historiadores positivistas han dejado dentro de la academia han
perdurado y se han mantenido en los diferentes métodos. La necesidad de las fuentes y la
crítica de estas han sido uno de los mayores aportes que han ido evolucionando en los
métodos. Así, vemos en De Certeau que la fuente ya no es algo dado, sino que se crea, sin
embargo, esta sigue manteniendo una crítica que, junto a la investigación, dependen de un
ámbito muy académico.
Bloch, Marc Léopold Benjamin. 2015. Apología para la historia o el oficio de historiador. Editado
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Departamento de Historia.
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http://www.digitaliapublishing.com/a/43284/.
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https://doi.org/10.1111/1468-2303.00246.