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A mi familia por su
incansable apoyo,
por ser el motor que
impulsa
mi vida
y me motiva a salir
adelante.
ha alcanzado todos los niveles de la vida humana. En el caso del agua, dicha
1.1. Definicion
Se define como cuenca vertiente, cuenca de aporte, cuenca de drenaje o simplemente cuenca
de un rio (permanente o temporario), considerando un punto dado de su curso, al área
limitada por el contorno en el interior del cual el agua precipitada escurre por su superficie, se
concentra y pasa por el punto determinado del cauce.
Surge de esta definición que el concepto de cuenca se halla ligado no sólo al área encerrada y
al cauce principal, sino también a un punto o sección concreta del mismo, a la que se
denomina “sección de control” o “punto de concentración”.
Una cuenca vertiente funciona como un sistema colector encargado de recoger las aguas
precipitadas sobre aquélla y conducirlas hacia la sección de control. Este transporte va
acompañado de pérdidas de agua y retardos en el escurrimiento, que dependen
fundamentalmente de las características físicas de la cuenca.
La dificultad radica en expresar esta influencia en parámetros válidos que sean representativos
de aquel modo de acción. El problema no está aún resuelto, en general, y es probable que tal
solución no exista, al menos de una manera matemática utilizable.
Sin embargo, se puede establecer un cierto número de índices susceptibles de servir, al menos
como punto de partida, en la clasificación de las cuencas y para facilitar, por analogía, los
estudios de la respuesta de las mismas ante la ocurrencia de precipitaciones, sobre todo las de
mayor intensidad.
Trazado
Cada cuenca está separada de las otras que la rodean por una línea divisoria de las aguas,
entendiendo por tal a la línea de contorno de la cuenca, relativa a un punto del cauce principal.
La línea divisoria de las aguas se traza en un plano con curvas de nivel, según las líneas de
máximas alturas que bordean la cuenca y las características locales de las superficies
vertientes.
Si el terreno fuera permeable, aguas ya infiltradas podrían pasar de una a otra vertiente
topográfica, dando lugar a una línea divisoria real desplazada de la anterior, a la que se
denomina divisoria hidrológica y su correspondiente cuenca hidrológica.
Por lo general, y a los efectos prácticos de la determinación de los parámetros que requieren
los proyectos hidráulicos, la eventual diferencia carece de importancia, sobre todo para
cuencas ubicadas en zonas de relieve accidentado, por lo que en la casi totalidad de tales
casos, se considera la cuenca vertiente coincidente con la hidrográfica.
Las reglas prácticas para el trazado de la divisoria topográfica son las siguientes:
b) Cuando la divisoria va aumentando su altitud, corta a las curvas de nivel por su parte
convexa.
e) Como comprobación, la línea divisoria nunca debe cortar a un río, arroyo, talweg o
vaguada, excepto en el punto de concentración relativo a la divisoria trazada.
Históricamente se lo ha definido como el tiempo que tarda una partícula de agua caída en el
punto de la cuenca más alejado (según el recorrido de drenaje) del desagüe, en llegar a éste.
Esto no se corresponde con el fenómeno real, pues puede haber puntos de la cuenca en los
que el agua caída tarde más en llegar a la sección de control, que el más alejado.
Su determinación puede efectuarse:
Por el empleo directo de “fórmulas empíricas” propuestas al efecto por diversos autores.
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En éste caso deberá tenerse muy en cuenta si las mismas son de aplicación para la cuenca bajo
estudio, en función de las características propias de ésta frente a los términos que intervienen
en la configuración de la expresión a aplicar.
Debe tenerse claro que el tiempo de concentración de una cuenca no es constante, depende
de la intensidad de la precipitación, aunque muy ligeramente.
1.4.1. Generalidades
Por otra parte, en muchos casos se hace necesario extrapolar los registros obtenidos para
ciertas cuencas, a otras que ubican en la misma región, y de las que se carece de datos
propios. La confiabilidad de estas transposiciones dependerá fundamentalmente de los
parámetros que se utilicen, seleccionados entre todos los que caracterizan las cuencas que se
comparan.
En términos generales, escalas de 1:25 000; 1:50 000 ó 1:100 000 suelen ser enteramente
aceptables, salvo el caso de cuencas relativamente pequeñas, o de estudios especiales, o por
el contrario, de cuencas muy extensas en que puede llegarse a escalas de 1:500 000.
Las fotografías aéreas resultan un complemento sumamente útil, y en muchos casos pueden
reemplazar a los planos y reducir la densidad de determinadas investigaciones de campaña.
El régimen de escurrimiento puede ser considerado como parte de las condiciones climáticas,
determinado a su vez por otros elementos de esa naturaleza (regímenes térmico y de
precipitaciones) y por las características de la cuenca.
a) Para cualquier tipo de estudios de escurrimiento, debe contarse con planos que
indiquen los valores promedio (de un largo período de años) de la precipitación anual
y de la acumulación de nieve, cuando corresponda.
En este tipo de estudios carecen de utilidad los valores anuales de precipitación o sus
promedios.
Con el fin de estudiar la afinidad hidrológica entre cuencas, se han introducido diversos
conceptos gráficos e índices que ponen en evidencia sus características más salientes desde
distintos puntos de vista.
Como orden de magnitud de la escala de los planos a utilizar para tales determinaciones,
puede considerarse la siguiente distribución tentativa: escala de planos según superficie de la
cuenca.
En caso de cuencas muy llanas debe prestarse especial atención a la correcta identificación del
contorno de la cuenca, dado que modificaciones en el uso del suelo o en el sistema de
drenajes, pueden tener efectos apreciables sobre los límites y la parte activa de la cuenca. En
regiones de estas características, con divisorias de difícil definición, suele ser de utilidad el
efectuar reconocimientos aéreos durante la formación de las crecidas, en cuyo caso las
fotografías resultantes pueden mostrar claramente la dirección del flujo superficial.
2.2. Forma
Toda cuenca tiene siempre un área y un perímetro perfectamente definidos, pero dos cuencas
de igual área, no necesariamente deben tener igual comportamiento hidrológico, dada la
diversidad de formas que pueden adoptar.
Para clarificar el concepto, basta considerar dos cuencas de áreas iguales, una muy alargada y
la otra con tendencia a una configuración circular. Resulta evidente que el tiempo de
concentración variará notoriamente de un caso a otro, dada la diferente magnitud de la
distancia a recorrer, lo que influirá sobre la escorrentía, y en especial, la configuración del
hidrograma resultante de una precipitación dada.
Se han efectuado numerosos esfuerzos para tratar de descubrir el efecto de la forma, por
medio de un solo valor numérico. La mayoría de las cuencas tienden a tener la forma de una
pera; sin embargo, los condicionantes geomorfológicos conducen a numerosas desviaciones
de esta configuración.
La forma de una cuenca puede ser caracterizada por medio de diversos índices y parámetros,
pasándose a considerar los más usuales.
De las consideraciones anteriores se desprende que la relación entre el área (A) y el perímetro
(P), tiene notoria influencia en la respuesta hidrográfica de una cuenca.
El índice más usualmente admitido para representar esta característica es el
Y reemplazando:
Para una cuenca de planta cuadrada, si el cauce principal tuviese la longitud de una arista,
resultaría A J =1; en cambio, si se desarrollase según la diagonal el coeficiente sería A J =1,41,
con lo que este índice relaciona el recorrido de los cauces colectores del drenaje en el interior
de la cuenca.
Horton sugirió un factor adimensional de forma (R F), como Índice de la Forma de una cuenca,
determinado por la expresión:
Siendo L la longitud de la cuenca, que se define como la distancia entre la salida y el punto más
alejado, cercano a la cabecera del cauce principal, medida en línea recta.
Ancho máximo
El ancho máximo de la cuenca (E), que generalmente pasa próximo al centro de gravedad de la
misma.
Ancho medio
Longitud de la cuenca
El relieve de una cuenca queda perfectamente representado por las curvas de nivel, pero en
ocasiones, su trazado es sumamente complejo, conteniendo demasiados datos para cuantificar
la caracterización altimétrica de la cuenca.
Por ende resulta de interés introducir diversos procedimientos que permitan poner de
manifiesto, en forma más sintetizada y adecuada a los fines que surgen de las necesidades
prácticas de cálculo, la distribución de la cuenca vertiente (en km² y en % de la superficie total)
por intervalos de altura.
Las áreas parciales entre curvas de nivel se obtienen por iguales procedimientos a los
indicados en 2.1 para la medición del área total de la cuenca. A los fines de determinar la
equidistancia a considerar entre curvas de nivel (N), para medir las áreas parciales, se
determina el siguiente valor convencional:
Si N está comprendido entre 100 y 200 se consideran las áreas parciales encerradas entre
curvas de nivel con equidistancia igual a 100 metros, si N está comprendido entre 200 y 300, se
consideran las curvas de nivel con una equidistancia de 200 metros y así sucesivamente.
Se puede considerar esta curva como una especie de perfil de la cuenca, y su pendiente media,
expresada en m/km², resulta un parámetro sintético de comparación del relieve de diversas
cuencas.
Donde:
Según Strahler, la importancia de esta relación reside en que es un indicador del estado de
equilibrio dinámico de la cuenca. Así, cuando RH =1, se trata de una cuenca en equilibrio
morfológico.
La Figura 2 muestra tres curvas hipsométricas correspondientes a otras tantas cuencas que
tienen potenciales evolutivos distintos. La curva superior (curva A) refleja una cuenca con un
gran potencial erosivo; la curva intermedia (curva B) es característica de una cuenca en
equilibrio; y la curva inferior (curva C) es típica de una cuenca sedimentaria.
Quedarían, así, representadas distintas fases de la vida de los ríos: curva A: fase de juventud;
curva B: fase de madurez; y curva C: fase de vejez.
Puede ser trazado para reemplazar a la curva hipsométrica, e indica, en un diagrama de forma
escalonada, las superficies (en km² y en %) comprendidas en intervalos constantes de altura.
Para calcular el lado mayor (Lr) y el lado menor (lr) del rectángulo equivalente, se parte del
área y del perímetro de la cuenca. Dado que:
Es usual expresar los valores de Lr y lr en función del área A y del Índice de Compacidad.
Reemplazando resulta:
IC ≥ 1.128
Altitud media
Donde:
a i son las áreas parciales comprendidas entre las curvas de nivel del plano topográfico
h i son las alturas medias entre las dos curvas de nivel consecutivas que encierran el área a i
En ocasiones puede resultar importante incluir entre los parámetros destinados a definir la
caracterización integral de una cuenca, los referentes a su orientación, que puede tener
incidencia en relación a:
El gradiente de pendiente de una cuenca tiene importancia dado que, indirectamente, a través
de la velocidad del escurrimiento, influye en el tiempo de concentración. Por ello, puede
resultar de interés, en lugar de representar todo el relieve mediante una curva o un
rectángulo, definirlo por un valor determinado o un índice que sintetice la pendiente de la
cuenca.
Criterio de ALVORD
Analiza la pendiente existente entre curvas de nivel, trabajando con la faja definida por las
líneas medias que pasan entre las curvas de nivel, Para una de ellas la pendiente es (Fig. 5):
Fig. 5 Esquema de análisis y ejemplo para el cálculo de la pendiente en una faja según Alvord.
Así la pendiente media de la cuenca será el promedio pesado de la pendiente de cada faja en
relación con su área:
Y finalmente:
Siendo:
Criterio de HORTON
Una vez construida la malla, en un esquema similar al que se muestra en la Fig. 6, se miden las
longitudes de las líneas de la malla dentro de la cuenca y se cuentan las intersecciones y
tangencias de cada línea con las curvas de nivel.
Siendo:
Sx pendiente en el sentido x
Sy pendiente en el sentido y
Nx número total de intersecciones y tangencias de líneas de la malla con curvas de nivel, en el
sentido x
Ny número total de intersecciones y tangencias de líneas de la malla con curvas de nivel, en el
sentido y
D equidistancia entre curvas de nivel
Lx longitud total de líneas de la malla en sentido x, dentro de la cuenca
Ly longitud total de líneas de la malla en sentido y, dentro de la cuenca
Siendo:
Promedio aritmético:
Promedio geométrico:
Criterio de NASH
Actuando en forma similar al criterio de Horton, se traza una cuadrícula en el sentido del cauce
principal (Fig. 7), que debe cumplir la condición de tener aproximadamente 100 intersecciones
ubicadas dentro de la cuenca. En cada una de ellas se mide la distancia mínima (d) entre curvas
de nivel, la cual se define como el segmento de recta de menor longitud posible que pasando
por el punto de intersección, corta a las curvas de nivel más cercanas en forma
aproximadamente perpendicular. La pendiente en ese punto es:
Siendo:
Siendo:
Cuando una intersección ocurre en un punto entre dos curvas de nivel del mismo valor, la
pendiente se considera nula y esos son los puntos que no se toman en cuenta para el cálculo
de la pendiente media.
Con ese procedimiento, la pendiente media de la cuenca es la media aritmética de todas las
intersecciones detectadas, descontando de dicho cómputo aquellas intersecciones con
pendiente nula. Los datos deben procesarse según la siguiente Tabla:
Curva hipsométrica
Las distintas denominaciones de los terrenos, según la magnitud de sus pendientes medias,
usualmente adoptadas, son las siguientes:
Índice de pendiente
El primer problema que se plantea para ello, es distinguir el río o cauce principal, de sus
afluentes, lo que si bien no suele ofrecer inconvenientes en el tramo inferior, en que la
diferencia es por lo general clara por sus dimensiones y la proximidad de la sección de control;
es a veces difícil en el curso medio y sobre todo en el superior, en que las características
propias de todos los cauces (tanto principal como afluentes), tienden a asemejarse.
Desde ya, no resulta aplicable en hidrología el criterio de definir la importancia relativa de los
cursos de agua de acuerdo a su toponimia o relevancia regional, en que reciben nombre los
ríos generalmente si se hallan cerca de accidentes característicos (manantiales o vertientes,
asentamientos humanos, etc.) o en zonas de más fácil acceso, y no por su integración
ordenada y clasificada dentro de la red de drenaje de la cuenca.
En la gran mayoría de los casos la pendiente de un río disminuye gradualmente desde sus
fuentes hasta su desembocadura.
Para los cálculos prácticos de la hidrología se requiere un valor único por medio del cual pueda
caracterizarse la pendiente de un cauce, ya sea considerado en toda su longitud o en un tramo
del mismo.
Por lo general, tal valor es necesario para ser utilizado como uno de los parámetros que
intervienen en los cálculos de crecidas. La pendiente influye sobre la velocidad del
escurrimiento y con ello sobre la configuración del hidrograma.
Dado que esta pendiente varía a lo largo del cauce, es necesario definir una pendiente media;
para ello existen varios métodos, de los cuales se mencionan tres:
Por otra parte, la velocidad media de recorrido en todo el cauce dividido en m tramos es:
Y la longitud L:
Para efectuar una descripción cuantitativa de las redes de drenaje, deben introducirse los
conceptos del orden de los cauces y los de las relaciones existentes entre los cauces de distinto
orden.
A los fines de definir su importancia práctica, en diversos países se clasifica a las vías
navegables como cauces de 1er orden, a los ríos importantes como de 2do orden y a los de menor
significación les corresponde el 3er orden.
Este concepto de clasificación no presenta ninguna utilidad en hidrología, dado que no brinda
la oportunidad de comprender las leyes de formación de los cauces, ni de establecer relaciones
entre los diversos órdenes y las demás características de la cuenca.
Para alcanzar estos objetivos, Horton (1945) introdujo el estudio cuantitativo de las redes de
drenaje. Este científico desarrolló un sistema de ordenamiento de los cauces, en función de su
ubicación relativa dentro de la cuenca y derivó algunas leyes relacionando el número y la
longitud de los cauces de distinto orden.
El criterio de ordenamiento de los cauces propuesto por Horton y levemente modificado por
Strahler (1964), es el siguiente (Figura 23):
Los cauces reconocibles más pequeños se designan como de orden 1; normalmente los
mismos fluyen sólo en épocas de lluvias
Cuando dos cauces de orden.1 se unen, resulta un cauce de orden 2 hacia aguas abajo; en
general, de la unión de dos cauces de orden u, resulta uno de orden u+1
Se han podido comprobar así determinadas leyes geomorfológicas para la cantidad de cauces,
para sus longitudes, para las áreas de las subcuencas que los alimentan y para las pendientes.
El significado práctico del concepto de los órdenes de los cauces se fundamenta en la hipótesis
de que, en términos generales medios, en cuencas con redes de drenaje suficientemente
desarrolladas, el número de orden es directamente proporcional: