You are on page 1of 4

Grimson, A. (2008). Diversidad y cultura.

Reificación
y situacionalidad. Tabula Rasa, (8), 45-67

RESEÑA CRÍTICA
Por: Maryi Rocío Grisales Galvis
Estudiante de 5 Semestre de Antropología – Universidad del Cauca
7 de mayo del 2019, Popayán- Cauca.

La cuestión de la exclusión o segregación a partir de categorías diferenciales construidas


inicialmente como biológicas: la raza; y que posteriormente a partir de adaptaciones o
aplicaciones del concepto de cultura en distintos marcos teóricos, se constituyo la diversidad
cultural como aquello que denominaba no solo la diferenciación, sino que creaba imaginarios
de superioridad; es lo que al autor trata de discutir con la intención de responder la pregunta
de si el problema es el concepto de cultura y lo que se ha constituido a su alrededor, o si el
problema lo representa el locus desde donde se ha construido el concepto de cultura.

Así, se identifican en el texto tres aspectos a partir de los cuales se podría resumir la
discusión, a saber, cuál ha sido y es la definición del termino de cultura y diversidad cultural;
los problemas y paradojas que enfrenta la teorización sobre la Cultura o las culturas; y el
tema de la cultura, identidad y la geopolítica de la diferencia.

Definición

Respecto de la cultura, el autor parte de la primera definición propuesta por Taylor (1871,
Citado por Grimson) que se oponía a la idea de la existencia de gente con cultura y gente sin
cultura; lo que propuso, fue que la cultura era el conjunto de conocimientos, creencias y
hábitos adquiridos por el ser humano como miembro de una sociedad. es decir, toda actividad
humana es expresión o aspecto de la cultura, que, aunque no exista una sola, lo que sí se
consagra como común a todos es que se es un ser cultural.
El posterior aporte de Boas, la idea del relativismo ya no consideraba al diferente como
inferior, sino que era una cultura que era posible conocer y comprender. Sin embargo, el
concepto de cultura había heredado del concepto de raza, su capacidad clasificadora (por
tanto, excluyente): la primera clasificaba desde la biología, la segunda desde la vida social.
Y es después de la segunda gran guerra, que el termino de raza va cayendo en desuso, y el
concepto de cultura va aumentando su uso político – social.

Por otra parte, es necesario mencionar, y que el autor recalca, es que la construcción de la
diversidad se basa, necesariamente, en la diferenciación relacional nosotros – ellos.

Problemas y paradojas

Dentro de los problemas o paradojas en los que se ve envuelto el concepto de cultura, vale la
pena empezar por decir, como lo menciona el autor, que el relativismo y la crítica al racismo
tuvieron un importante potencial democratizador; sin embargo, al caer la cultura, en la misma
lógica de la raza marcando fronteras fijas y remarcando la uniformidad de los grupos sociales,
se podía traducir esto es una legitimación de jerarquías de una cultura sobre otra.

El autor plantea dos tipos de problemas a los que se enfrenta el concepto de cultura: los
teóricos y los ético-políticos

• Los problemas teóricos son: que se clasificarían los grupos humanos en


función de su cultura (como lo hacía la raza); que estos grupos son uniformes
en su interior y solo difieren con su exterior; lo que decantaría en poder definir
fronteras fijas entre culturas.
• Por su parte los problemas ético-políticos refieren a las diferencias,
desigualdades y conflictos que se encuentran también dentro de los grupos
sociales; las fronteras no son fijas, son mas porosas de lo que se cree, la
interconexión creciente es causa y resultado; y con los procesos de migración
los símbolos y significados también se trasladan con la gente, por lo que no se
puede asociar a un territorio determinado.
Cultura, identidad y geopolítica de la diferencia

Es necesario, como lo plantea el autor, hacer la aclaración y diferenciación de la cultura y la


identidad, puesto que a veces se ha entendido como lo mismo; aunque prueba de esa
diferencia han sido los procesos migratorios en los que se han evidenciado transformaciones
lingüísticas, culinarias, de vestimenta, etc. Que no representan el abandono ni
desdibujamiento de identificaciones culturales y políticas, sino un proceso de hibridación
cultural.

El autor plantea la cuestión de la “orientalización” de Oriente, retomando a Said, como la


expresión de la geopolítica de la diferencia y como un proceso llevado a cabo desde
Occidente, en especial Estados Unidos, que desde fines del Siglo XIX con la caída de la
URSS se veía en la necesidad de la creación de un “otro” que hiciera posible la construcción
del “nosotros”.

En esa geopolítica o establecimiento de fronteras culturales, se constituye un nuevo


determinismo, que cumple la misma función que cumplía la raza y plantea problemas
similares a los que esta última planteaba. Así, es como cobran especial relevancia las políticas
multiculturalistas, que, en contraste con las políticas de exclusión, se basan en el
reconocimiento de grupos o colectividades que habías sido discriminadas, segregadas o
despreciadas “como los pueblos originarios, los afro, los inmigrantes excluidos, entre muchos
otros” (Grimson, 2008, p. 60). Sin embargo, la paradoja central en todo el texto es que, si
bien la “cultura” se había contrapuesto a la raza, en un segundo momento pasó a cumplir el
mismo papel que aquella: excluir y fragmentar; algo similar pasa con el multiculturalismo,
si bien reconoce la existencia de esos grupos, plantea la división del mundo en identidades
inmutables y fronteras culturales fijas inamovibles. Ese reconocimiento puede usarse tanto
para subordinar como para reivindicar los derechos de esos grupos sociales, es decir, “el
reconocimiento de diferencias culturales no tiene un valor ético-político esencial, sino que
su sentido depende de la situación social” (Grimson, 2008, p. 61)

En última instancia, al autor plantea la necesidad de avanzar hacia un nuevo concepto de


cultura. Menciona la posición de algunos antropólogos sobre el abandono o el descarte del
concepto de cultura “en la medida en que implica la existencia de fronteras fijas, de
coherencia, estabilidad y estructura, mientras la realidad social se caracteriza por la
variabilidad, inconsistencia, conflicto, cambio y agencia” (Grimson, 2008, p. 62). Y
Establece que definitivamente resulta problemático decir que cada persona “pertenece a una
cultura específica, distinguible de modo claro y tajante de todas las demás”. Pero, por otra
parte dice que es necesario ubicar “el problema no en el concepto, sino en los marcos
conceptuales de la historia de la antropología como un primer paso” (Grimson, 2008, p. 63)
que permita redefinir el concepto, que problematice lo que daban por sentado los conceptos
anteriores y que sirva “no para afirmar sino para problematizar precisamente las cuestiones
de fronteras y mixturas, de variaciones, de cambio y estabilidad en el tiempo” (Grimson,
2008, p. 64).

Para concluir, me parece muy valioso el intento que hace el autor por resignificar el concepto
de cultura, puesto que como podemos evidenciar en el texto en vez de pensar en abandonarlo,
como el mismo menciona están haciendo otros antropólogos; Grimson busca establecer
cuáles son los problemas del actual concepto para tratar de resolver esas falencias y avanzar
hacia la construcción de un nuevo concepto de cultura. Por otra parte, considero que cuando
habla de la diferencia entre cultura e identidad, no profundiza lo suficiente y puesto que la
división geopolítica de la diferencia se basa en ultima instancia en la división identitaria, se
debería abordar más profundamente este complejo pero necesario campo de estudio.

Bibliografía

Grimson, A. (2008). Diversidad y cultura. Reificación y situacionalidad. Tabula Rasa, (8),


45-67.

You might also like