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Víctor Hugo Valencia Carmona – cod 03360971

Universidad Nacional de Colombia


Cine y Televisión
Ética y Cultura

Jesús Martín Barbero


Los desafíos de la sociedad de la
información en nuestras culturas

Jesús Martín Barbero considera que para entender el concepto de sociedad de la info rmación o
sociedad del conocimiento, es necesario tener en cuenta el piso histórico sobre el que está
cimentado. En ese sentido es importante tener en cuenta que este modelo de sociedad fue
precedido por el modelo de sociedad industrial, éste último forjado en Inglaterra en paralelo con
los racionalismos franceses que dieron sustento intelectual al modernismo. La sociedad industrial
era integral-integradora, su máxima era el pleno empleo, dicha aspiración realmente escondía el
artilugio del robo al trabajador, a todos los trabajadores. A pesar de ello, la sociedad industrial
buscaba incluir en sí misma a todos sus miembros, estaba también muy regulada por el estado y
abierta a la negociación, en ese sentido se la percibe conflictiva pero también conciliadora. En
paralelo a las formas de producción, los racionalismos avanzaban en la separación de lo que antes
estaba junto, esto con el fin de poder clasificarlo y eventualmente controlarlo.

Sobre esta sociedad integral-integradora, estatalmente regulada y conflictiva-conciliadora, es que


se va construyendo la sociedad de la información, hay un punto de inflexión en el que el
trabajador deja de ser útil para la obtención de utilidades a través de la estafa al pago de su labor,
resulta más rentable el cierre de las fábricas que mantener la relación de entrega de salarios a los
empleados, se comienza a migrar a un nuevo modelo de producción, la nueva rentabilidad está en
la venta de bienes y servicios de consumo que deben renovarse con cierta regularidad, los bienes
inmateriales adquieren mayor valor que las materias primas, el conocimiento es el nuevo carbón,
el nuevo, petróleo, el nuevo oro.

Teniendo en cuenta que el componente social, en este nuevo modelo de sociedad, se convierte en
un accesorio no indispensable, comienza a producirse una separación entre las aspiraciones de l os
dueños del poder y de los medios de producción y entre los ciudadanos en términos generales. Los
nuevos bienes se crean en función, no de las necesidades reales de la gente, sino en función de
obtener el máximo beneficio económico de la venta de ese bien o servicio. Las ciencias no escapan
a esta nueva forma de relación, sus nuevas materias de investigación están orientadas, de forma
velada, hacia el desarrollo de procesos, materiales y en especial conocimientos que impliquen
generación de riqueza económica, no hacia la solución de problemas o necesidades que
pertenezcan al mundo real y a las personas reales que lo habitan.
En esta sociedad el papel del estado es casi nulo, tras venir de un modelo regulador se pasa a la
liberalización, se asume que el mercado se “autoregula”, la utilidad o la pérdida son los factores
evaluadores de la situación de las cosas. Se renuncia también a la integración de todos los
miembros de la sociedad, mientras se mantengan las utilidades estará bien se gregar a un sector de
ella, no importa que un segmento fracase, lo que importa es que las cuentas no den en rojo. Lo
que importa es el éxito, así no sea para todos.

Esta nueva sociedad de la información, que realmente lo que esconde es una sociedad de
mercado, se caracteriza entonces por la hiperespecialización de los saberes, se valora a aquel que
sabe todo acerca de un tema muy específico aunque no sepa nada acerca de todos los demás
temas que están alrededor. Es una sociedad desregularizada, con un estado que solo se encarga
de cobrar un muy módico estipendio por el uso y explotación de los recursos y de las personas,
poco interesado en vigilar el beneficio colectivo que estas actividades podrían aportar, no hay
regulación, el capital manda. Es “Dual”, en el sentido de que no está avocada a conseguir la
integración de todos sus miembros, esta avocada al incremento del capital.

La amenaza a nuestras culturas está en que para este modelo de sociedad no todos los
conocimientos son válidos, excluye aquellos que no son explotables y restringe mediante patentes
aquellos que ve comercializables. Los saberes asociados a lo perdurable son los más desechados
pues no coinciden con la vocación de obsolescencia sobre la que está cimentado el mercado y sin
el cual colapsaría.

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