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El cubismo

Mtro Emmanuel Román Espinosa Lucas

Concursante para la impartición de la asignatura

Introducción

El estudio del arte contemporáneo resulta una disciplina pertinente ya que, por un
lado, se analizan las principales obras, movimientos y exponentes de las diferentes
formas de expresión artística surgidas entre la parte final del siglo XIX y a lo largo
del XX, además de las condiciones sociales, políticas, económicas y culturales que
permitieron su surgimiento, desarrollo y posterior debacle. Así, contrario a lo que se
piensa, el arte contemporáneo no es consecuencia de la evolución artística durante
el siglo XIX, sino más bien de la ruptura con sus valores decimonónicos y
académicos. Si bien el problema de la representación de la realidad continúa siendo
una constante, se rechazan de manera categórica los valores y propuestas
temáticas provenientes del arte academicista.

Las diversas revoluciones acontecidas en Europa contribuyeron en poner a


la humanidad en el centro de las discusiones estéticas. Los cambios políticos,
ideológicos y económicos, así como el desarrollo de la ciencia y los avances
tecnológicos conllevaron a posicionar al hombre, vinculado a diversos aspectos de
la vida, como el eje del arte, pero también al cuestionamiento de los cánones
clásicos del arte (De Micheli, 2000: 21). La primera vanguardia que asumió esta
discusión durante la primera parte del siglo XX fue el cubismo.

Ante ello, nos proponemos realizar un breve recorrido por esta vanguardia a
fin de conocer sus propuestas teóricas, formales y conceptuales; asimismo a
conocer algunos de sus principales exponentes así como el análisis de algunas de
las pinturas más representativas del cubismo a fin de comprender y valorar a uno
de los movimientos artísticos más importantes del arte contemporáneo.
¿Qué es el cubismo? Definición y antecedentes

Podemos definir al cubismo como un movimiento artístico originado por los pintores
Georges Braque y Pablo Picasso durante los primeros años del XX y que constituye
la primera vanguardia. El cubismo está vinculado a los descubrimientos científicos
en campos como la física y la óptica, por lo que “cuestiona las nociones de tiempo
y espacio al convertirse en un crisol que sintetiza estas influencias variadas en un
producto radical, revolucionariamente nuevo” (Pérez Segura, 2000: 4).

Para el poeta y ensayista francés Guillaume Apollinaire, el cubismo se


diferencia de la pintura del siglo XVIII y XIX porque “no es arte de imitación, sino de
pensamiento que tiende a elevarse hasta la creación” (Apollinaire, 2013: 11). Se
caracteriza por la representación de una realidad concebida o realidad creada en la
que el pintor brinda la apariencia de las tres dimensiones en un modo cubicar,
similar a un vitral (Apollinaire, 2013: 11).

El cubismo está en contra del impresionismo y sus valores. Los pintores


cubistas consideran que los impresionistas son demasiada retina pero poco
cerebro, es decir, un intento constante de la representación de la realidad pero sin
la reflexión que esta actividad conlleva (De Micheli, 2000: 169). Asimismo, sus
planteamientos no coinciden con los valores del positivismo, es decir, el progreso
encaminado a través del método científico, sino que se acercan más a las teorías
empírico-críticas y fenomenológicas, las cuales tuvieron un auge a finales del siglo
XIX y principios del XX. Asimismo, las matemáticas y la geometría fueron retomadas
para la discusión respecto a los aspectos formales que se manejaron dentro del
cubismo mientras que pintores del posimpresionismo como Paul Cézanne y
Georges Pierre Seurat influyeron en su posterior desarrollo. Veamos brevemente a
ambos autores.

Para Seurat, uno de los máximos exponentes del puntillismo, una de las
discusiones más importantes en el arte fue la representación de la realidad. Este
artista consideró que la realidad dentro de la pintura debe ser sustituida por un orden

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completamente abstracto, contenido en la razón. Un ejemplo de ello se encuentra
en Tarde de domingo en la isla de la Grande Jatte (1884-1886), uno de sus cuadros
más reconocidos, cuya composición exhibe un orden contenido en la razón que
rompe con la espontaneidad planteada por el costumbrismo:

La composición (de Tarde de domingo en la isla de la Grande Jatte) es sumamente


compleja y estudiada, lo cual entra en contradicción con el aparente ambiente
costumbrista y espontáneo. Los pesos se encuentran sumamente organizados por
medio de la colocación de las figuras, las luces y sombras y la perspectiva. Así
tenemos una parte inferior dominada por una pesada sombra que se conecta de
forma intensa por la vertical de los dos personajes de la derecha y de una forma
más sutil en el centro e izquierda. Tras ella aparece la gran zona iluminada cuya
figura de transición sería la mujer de rojo con la sombrilla (Caramasa, 2016).

Cézanne, por su parte, fue un pintor más abierto al mundo real a fin de
proponer una pintura más sólida, a favor de una compresión profunda de la realidad
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en la cual las abstracciones comienzan tras el conocimiento vasto de un tema (De
Micheli, 2000: 172-175). Para este pintor los problemas esenciales son la forma y el
color; propuso que la primera deriva directamente de la segunda a fin de presentar
los objetos desde diversos puntos de vista. Con ello se originan diversas
proporciones y relaciones diferentes a las académicas y tradicionales (De Micheli,
2000: 177) que posteriormente fueron retomadas en el cubismo desarrollado por
Braque y Picasso. Un ejemplo de ello es La montaña de Santa Victoria (1904), obra
donde el color define la forma y volumen del paisaje representado y donde además:

El tema de la montaña suministró a Cézanne la oportunidad de hacer visibles las


características de su pintura, y que él mismo expone en una carta escrita a Paul
Bernard en 1904: “tratar la naturaleza mediante el cilindro, la esfera y el cono, en
perspectiva, de tal manera que cada costado de un objeto o un plano se dirija hacia
un punto central. La naturaleza, para nosotros, hombres, se presenta más en
profundidad que en superficie”. Es, sin duda, esta concepción de la imagen la que
más participa del gusto cubista, aunque los cuadros de Cézanne permanezcan
alejados de lo que luego será el movimiento cubista (Durán, 2008).

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El origen

Como pudimos percatarnos, algunos antecedentes del cubismo ocurren con


Cézanne y Seurat; sin embargo, es hasta 1906 que podemos percatarnos de los
inicios de esta vanguardia con la exhibición de Las señoritas de Avignon de Pablo
Picasso, cuadro en el que se representa a cinco trabajadoras sexuales de un burdel
en Barcelona y que destaca debido a:

Las señoritas de Avignon marca una ruptura radical con la composición tradicional
y la perspectiva en la pintura. Representa a cinco mujeres desnudas con figuras
compuestas por planos astillados y rostros inspirados en la escultura ibérica y las
máscaras africanas. El espacio comprimido en el que habitan las figuras parece
proyectarse hacia delante en fragmentos irregulares, como si fueran pedazos de
vidrio. Estas estrategias serían significativas en el desarrollo subsecuente del
cubismo en Picasso a través de composiciones fragmentadas (The Museum of
Modern Art, 2004: 64).1

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Traducido del inglés.

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De acuerdo con el especialista en arte Esteban Iborio (2016), Las señoritas
de Avignon rompe con el realismo al quebrar la profundidad espacial así como la
anatomía humana. Asimismo, existen interpretaciones de esta obra sobre el peligro
de las enfermedades venéreas, lo cual fue un problema de salud grave en París a
principios de siglo, pero también establece un vínculo entre el placer sexual y la
mortalidad representados por las cinco mujeres y el bodegón dentro de este cuadro
(The Museum of Modern Art, 2004: 64).

Un año después en el Salón de Otoño en París, Francia, es exhibida una


retrospectiva sobre la obra de Paul Cézanne, quien había muerto un año antes.
Georges Braque, Pablo Picasso y Fernand Léger acuden a la muestra, la cual
influye en la pintura posterior de estos artistas. Braque, por ejemplo, comienza a
pintar en una dirección análoga a Picasso aunque su estilo es más discreto. Léger,
por su parte, posee un trazo más vigoroso. En ese mismo periodo, Louis Vauxcelles
nombra a este movimiento cubismo (De Micheli, 2000: 179); sin embargo, el
ensayista y poeta francés Guilleaume Apollinaire sugirió que el nombre se debe a
Henri Matisse, quien en 1908 vio un “cuadro con casas cuya apariencia cúbica le
había impresionado bastante” (Apollinaire, 2013: 8). Con el nombre de la vanguardia
también surgieron sus primeras preocupaciones teórico-artísticas: la estructura y la
forma, las cuales fueron una constante a lo largo de su desarrollo. Así, sus
principales exponentes así como otros pintores como Juan Gris, Robert Delaunay y
Le Fauconnier siguen realizando obras. Para 1911, se realiza la primera exposición
cubista en Francia, había llegado la primera vanguardia artística.

Dos años después, el propio Apollinaire publicó Peintres cubistes, manifiesto


de esta vanguardia en el que define a este movimiento, sus características y
propuestas artísticas:

La moderna escuela de pintura lleva el nombre de cubismo. Le fue dado en el otoño


de 1908 por Henri Matisse […]. Su invenciones, apoyadas por el buen sentido de
Georges Braque, que expuso en 1908 un cuadro cubista en el Salón de los

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Independientes, se hallaron formuladas en los estudios de Jean Merzinger, que
expuso el primer retrato cubista (el mío) en el Salón de los Independientes en 1910,
y que, además, hizo admitir ese mismo año obras cubistas por el jurado del Salón
de Otoño (Apollinaire, 2013: 8).

Propuestas teóricas del cubismo

Como mencionamos anteriormente, el avance científico y tecnológico influyen


directamente en el desarrollo del cubismo. La física, la óptica, las matemáticas, la
trigonometría, la química y el psicoanálisis son disciplinas retomadas en las
discusiones y propuestas formales dentro de esta vanguardia. Sin embargo, sus
exponentes consideran a estas materias en diferente medida: influyen en las
primeras pinturas de Braque y Léger mientras que Picasso las rechaza (De Micheli,
2000: 180).

Así, el cubismo se divide en dos periodos. El primero de ello es el analítico,


el cual comprende de 1908 a 1911. Se caracteriza por la fragmentación de los
objetos a través de su representación desde diversas perspectivas; se construyen
planos sencillos, amplios y volumétricos que forman una imagen dispuesta en
profundidad aunque no se vale de los relieves (De Micheli, 2000: 180). La paleta de
colores empleada es monocromática, en colores grises y ocres. Esto se debe a que
la croma no era una de las prioridades en los desarrollos de la vanguardia, sino más
bien la geometrización y la presentación de los objetos desde diversos puntos de
vista.

El segundo periodo es el del cubismo sintético, el cual comprende a partir de


1911 a 1916. Se caracterizó por la reconstitución libre de la imagen del objeto
disuelta por medio de la perspectiva. Ante ello, el objeto se resume a su fisonomía
esencial sin ninguna sujeción a las reglas de la imitación. Por lo tanto, las partes
que componen al objeto a pintar son vistas desde aquellos factores que los
caracterizan de manera inequívoca (De Micheli, 2000: 180).

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De acuerdo con Apollinaire, existen cuatro tendencias dentro del cubismo: el
científico, el cual realiza composiciones nuevas con elementos tomados de la
realidad del conocimiento y que tienen entre sus exponentes a Picasso, Braque y
Gris. El cubismo físico, donde se pintan composiciones con elementos extraídos en
su mayor parte de la realidad visual; a esta tendencia se adscribe Le Fauconnier. El
cubismo órfico, donde se llevan a cabo obras nuevas con elementos no tomados de
la realidad visual, sino originados por el artista. Fernand Léger se ciñe a esta
corriente. Finalmente, se encuentra el cubismo instintivo, donde los cuadros no se
inspiran en la realidad visual sino en la sugerida por el artista mediante el instinto y
la intuición, aunque ésta última en ocasiones tiende a la tercera vertiente comentada
(Apollinaire, 2013: 11).

Además del color y la forma, otra de las discusiones que ocurrió entre los
pintores cubistas giró en torno a la representación de la realidad. Mientras que para
autores como Picasso el arte abstracto carece de valor debido a no apegarse a los
objetos y cosas que comprenden la realidad, otros pintores tuvieron un punto de
vista diferente. Para Juan Gris, por ejemplo, resultaba más importante la idea que
el objeto en sí. Por lo tanto, sus obras no parten de la realidad sino del concepto, de
la abstracción. Su pintura fue deductiva, partía de lo universal a lo particular, de lo
abstracto hacia lo concreto (De Micheli, 2000: 182). Sin embargo, el
abstraccionismo en el cubismo parte de una racionalidad metafísica donde se evade
un orden intelectual debido a su rechazo por el positivismo y su rigidez al momento
de explicar la realidad.

Así, al introducir un pedazo de realidad en el cuadro, se comparaba entre la


consistencia objetiva del cuadro pintado y la inmediatez del objeto representado,
por lo que la pintura debía demostrar ser tan verdadera como el objeto. Esto tiene
como consecuencia el surgimiento del cuadro-objeto (De Micheli, 2000: 184). Cabe
destacar también que los cubistas fueron de los primeros artistas en emplear el
collage como un una inserción de elementos empapados de humanidad que crean
un nuevo pathos, es decir, un nuevo sistema de significación artística a partir del
uso del fragmento, un acto divisorio que no requiere de su precedente para ser

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comprendido ya que pretende la reconstitución del sistema en el que se inserta o
incluso la formación de uno nuevo (Calabrese, 1987: 88).

Principales exponentes del cubismo

Georges Braque (1882-1963)

Fue un pintor y escultor francés. Estudió en la Escuela de Bellas Artes desde 1897
a 1899. Originalmente se adscribió al fauvismo; sin embargo, tras la retrospectiva
sobre Paul Cézanne en el Salón de Otoño en París, así como la amistad formada
con Pablo Picasso, cambio su estilo hacia el cubismo.

Braque es considerado uno de los fundadores del cubismo; sin embargo, es


también el primero del grupo en liberarse de él, por lo que se le llega a considerar
como un artista “moderado”, un cubista discreto. Rechaza poco a poco a las
matemáticas, la teorización excesiva en la pintura y el cientificismo.

En sus cambios como pintor existe una lógica que une el pasado con el
presente, sus fases previas con las posteriores. Su primera etapa en el cubismo, la
cual coincide con el periodo analítico, se caracteriza por ser vigorosa aunque se
apega a una paleta monocromática. En su segundo periodo entra en una fase más
moderada, taciturna, la que lleva a especialistas en arte a considerar a que pinta en
voz baja (De Micheli, 2000: 185).

Algunos ejemplos de su obra son Vaso sobre mesa (1910), bodegón donde
experimenta con la perspectiva y la fragmentación de los objetos representados. Es
realizado entre tonalidades grises y ocres ya que para Braque el color resulta un
impedimento en la conformación de la forma y la estructura. Una obra más que
coincide con el periodo del cubismo sintético es Hombre con guitarra (1911), en la
cual “empareja una representación realista de un clavo y una cuerda en la esquina
superior derecha con una representación casi indescifrable de un hombre tocando
una guitarra en una multitud de facetas cristalinas” (García, 2015).

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En el periodo sintético, Braque experimenta con las texturas y otros recursos
gráficos a fin de insertar una porción de realidad en sus cuadros. Podemos notar en
algunas de sus obras la inserción de periódicos, de tipografía y elementos como la
madera, en concordancia con la creación de collages. Entre algunas de las obras
que resaltan se encuentran Periódico, botella y cajetilla de cigarros y Violín-melodía,
ambas de 1914.

Con el estallido de la Primera Guerra Mundial, Braque deja de pintar debido a que
es gravemente herido en la cabeza. Al término del conflicto continuó su actividad
aunque experimentó con otras vanguardias como el surrealismo.

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Fernand Léger (1881-1955)

El francés Fernand Léger tuvo sus primeros acercamientos con el arte al estudiar
arquitectura. Entre 1902 y 1903 ingresó a la Escuela Nacional Superior de Artes
Decorativas. En 1905 realiza sus primeras obras las cuales poseen una influencia
impresionista. Dos años después, al entrar en contacto con Braque y Picasso se
adhiere al cubismo.

Léger es un pintor opuesto a Georges Braque: sus trazos son vigorosos,


heroicos, posee un mayor dominio técnico, teórico y especulativo. Se desarrolló de
una manera original, como también lo hizo Picasso. Entre 1912 y 1914, previo a la
Primera Guerra Mundial, Léger llega a la pintura abstracta y con ello al
cuestionamiento de la realidad debido al conflicto bélico que se avecina. Crea sus
obras en un “estado de guerra” en el que continuamente discute con la sociedad,
con el desarrollo industrial, con una modernidad que está conduciendo a Europa a
la barbarie. Es un pintor de la vida moderna, con ello plantea la relación entre la
humanidad y las máquinas: el hombre inventa instrumentos de fuerza y potencia
para su desarrollo. Sin embargo, la humanidad es la que debe dominar a la
maquinaria, no al revés; los constructores, los técnicos, son las personas adecuadas
para efectuar este dominio (De Micheli, 2000: 188).

Entre sus principales obras destaca Desnudos en el bosque (1909-1910),


cuadro en el que mostró “una reducción de las figuras y de los objetos a una extraña
combinación de tubos grisáceos y verdosos” (Cimaomo, 2016). Esto provoca la
creación de una atmósfera deshumanizada, donde las máquinas actúan con frenesí:

En él (Desnudos en el bosque) las figuras y los objetos se fraccionan en pequeñas


unidades de forma cónica, dando como resultado una tela abigarrada con mucho
relieve […]. La paleta es neutra y en la tela puede intuirse cierta idea de movimiento.
Léger no pretende representar una figura desde distintos ángulos, sino enfatizar sus
caracteres volumétricos (Rovira Llobera, 1986: 99).

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Un último ejemplo de su obra es La femme en bleu (1912), la cual se
estructura mediante “figuras planas en forma de fragmento de disco que delimitan y
unifican el dibujo, alternando con formas redondeadas: coexisten elementos
figurativos con figuras geométricas carentes de significado” (Revira Llobera, 1986:
100).

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Pablo Picasso (1881-1973)

Pablo Ruiz Picasso no es sólo la figura más conocida del cubismo, sino también,
probablemente, uno de los máximos exponentes del arte contemporáneo. Nacido
en Málaga, fue hijo del también pintor José Ruiz y Blasco. En 1895 comenzó a
estudiar en la Academia de San Fernando en Madrid, la cual dejó al poco tiempo.
Sus primeras aventuras artísticas ocurrieron en Barcelona y París, en la cual,
posteriormente, realizó algunas de sus obras más destacables. Fue, hasta su
muerte, miembro de los partidos comunista español y francés.

Como mencionamos anteriormente, Picasso rechaza al positivismo así como


a algunas de las disciplinas que influyeron en el cubismo. Ante ello, posee una
conciencia del mundo objetivo, la cual es el centro por el que circula su obra (De
Micheli, 2000: 189). A Picasso no le interesaba el espíritu de las cosas, sino más
bien la validez objetiva de las cosas. Por lo tanto, para el pintor malagueño no existe
el arte abstracto, sino que debe ceñirse a la realidad, la cual es uno de los
principales motivos dentro de su obra.

El segundo motivo es el hombre ante su destino. Sus épocas azul y rosa (las
cuales abarcan entre 1901 y 1906) están empapadas de humanitarismo, de un
fervor hacia los humildes, los marginados y los desheredados entre atmósferas
crepusculares. Esto se debe, en parte, a su admiración por pintores como Paul
Cezanne y Vincent van Gogh, pero también por su ideología política (De Micheli,
2000: 190). Las señoritas de Avignon es una de sus obras posteriores que rescata
esta temática al representar a las trabajadoras sexuales de un burdel en Barcelona.

Entre 1912 y 1924 la obra de Picasso mezcla diversos estilos, entre ellos la
pintura neoclásica, la pompeyana y además su cultura visual se nutre de la escultura
romana tardía. Asimismo, es la etapa donde realiza collages empleando diversos
materiales para acercar sus imágenes con la realidad visual. En este periodo
podemos encontrar Mujer con mandolina (1910-1912), donde aparece una joven
sentada que mira al espectador mientras toca este instrumento musical y que
destaca porque:

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Representa los objetos y las figuras al mismo tiempo de frente y de perfil. Pretende
así crear una sensación de continuo movimiento de todas las cosas. Pero no es este
su único sistema. Los emplea a todos. Picasso entra a partir de ahora en una fase
de su pintura mucho más grave y cuyas repercusiones serán capitales en la historia
del arte moderno (Polonsky, 2014).

También debemos mencionar Naturaleza muerta con silla de rejilla (1912).


Se trata de un bodegón en los que el autor malagueño pintó una copa de cristal,
una boquilla de pipa, un periódico y una rodaja de limón. Sin embargo, en su parte
inferior observamos una rejilla de silla, lo cual combina las representaciones de
objetos reales con objetos de la propia realidad visual, lo cual se complementa con
las letras “JOU”, las cuales son una abreviatura de Journal (periódico).

No obstante, el verdadero efecto de la pintura se puede encontrar al analizar


las partes que la componen. Naturaleza muerta con silla de rejilla se trata de un
collage en el que la base de la rejilla es caucho y su marco un trozo de cuerda, lo
cual brinda un efecto dinámico y expresivo que otras vanguardias retomarán. En
palabras estudioso del tema Alfredo García:

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El óleo ocupa la zona superior pero la zona inferior, la de la rejilla… es un hule.
Braque y Picasso ya habían incorporado papeles, periódicos y cartones pegados en
otras obras cubistas, pero por primera vez se introduce el material plástico
estampado. Para integrar este material en el cuadro el pintor ha camuflado los
bordes y ha manchado con trazos de pintura la superficie lisa del hule. El resultado
es que hasta que no estamos encima no descubrimos la existencia del propio collage
(García, 2014).

En 1934 Picasso regresa a España, donde deja a un lado la pintura por la


realización de dibujos y litografías sobre corridas de toros y peleas de gallos, en las
cuales exhibe una relación antagónica entre la elegancia de las especies y la
brutalidad de enfrentarse entre sí o ante el hombre. Tres años después realiza su
obra más reconocida: Guernica. Se trata de un mural pintado entre el primero de
mayo y el 4 de junio de ese año. Está pintado entre tonos blancos y negros junto
con algunos vivos en azul. El pintor malagueño fue contratado por el gobierno
republicano español para realizar una pintura que sería expuesta en el pabellón de
ese país dentro de la Exposición Internacional de París. El espacio sería utilizado
para realizar propaganda sobre la república debido a que un año antes había
comenzado la Guerra Civil Española.

A pesar de que Picasso ya había comenzado a trabajar en los aguafuertes


Sueño y mentira de Franco (Sautto Flores, 2013: 15), estaba pasando por una crisis
creativa la cual terminó cuando se enteró, por medio de los periódicos L’Humanité
y Ce Soir, que una flota de aviones alemanes, partidarios de Francisco Franco,
bombardeó la ciudad villa vasca de Guernica (Esteban Lea, 2016).

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La composición de Guernica recuerda a los trípticos ya que se compone de
tres sectores (Caramasa, 2013). En el área central podemos ver a una yegua herida
que expresa un gesto de dolor y sofocación. Arriba de ella se encuentra un sol en
cuyo interior aparece una bombilla; debajo del equino podemos observar el busto y
brazo de un soldado que blande al mismo tiempo una espada rota y una flor que
cuyo capullo está brotando. A la izquierda de la yegua se localiza una paloma herida
por un cuchillo. En el sector de la izquierda está un toro de cuerpo completo que
mira directamente al espectador además de una mujer que llora al sostener en sus
brazos a su hijo muerto tras el bombardeo de la ciudad. En la lateral derecha
tenemos a una mujer herida la cual arrastra una de sus piernas al tiempo que mira
con dirección al cielo con una mirada ausente. Arriba de ella, se encuentra otra
mujer cuyo rostro, brazo y torso sale de la ventana de un edificio; sostiene un
quinqué, el cual dirige hacia el sol. Finalmente, a su lado se encuentra un edificio
en llamas del que sobresale una mujer que grita al mismo tiempo que alza los brazos
en señal de auxilio.

Tras su presentación en la Exposición Internacional de París la pintura fue


exhibida en Londres con objeto de recabar fondos para las víctimas del bombardeo
en Guernica (Torres y Valles, 2007). En la década de los 40, tras la instauración del
régimen franquista, Guernica fue trasladada al Museo de Arte Moderno en Nueva
York a petición del propio Picasso, quien estableció que la obra sólo regresaría a

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España tras instaurarse un gobierno republicano. Así, en 1981 y tras la instauración
de una monarquía parlamentaria, este mural fue alojado en El Casón del Buen
Retiro y desde 1993 la obra reside en el Museo Reina Sofía en Madrid, aunque una
réplica se conserva en la sede de la Organización de las Naciones Unidas en nueva
York (Torres y Valles, 2007).

Así, Guernica es una obra que, sin aludir a ninguna escena en concreto,
representa “un testimonio del horror que supuso la Guerra Civil Española, así como
una premonición de la Segunda Guerra Mundial” (Esteban Lea, 2016). Picasso
realizó una condena contra toda potencia que destruya la integridad humana,
además de que este mural es “un eje de la historia moderna del arte, así como tuvo
un peso cultural determinante en la formación de la conciencia de intelectuales de
todos los países” (De Micheli, 2000: 192). Asimismo, con Guernica se concluye el
periodo de los movimientos vanguardistas, entre éstos el primero de ellos: el
cubismo.

Fuentes de consulta

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