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UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL

DE LOS LLANOS OCCIDENTALES


“EZEQUIEL ZAMORA”
VICERRECTORADO DE PLANIFICACIÓN Y DESARROLLO SOCIAL
PROGRAMA CIENCIAS SOCIALES
SUBPROGRAMA DERECHO

CARGA DE LA PRUEBA Y REQUISITOS DE LA PRUEBA JUDICIAL

AUTORES:

Espinel Johana

Espinel

Espinel

Padilla

Soto

Prof. Lesbia Ferrer

Santa Bárbara de Barinas, Mayo de 2019.


DEDICATORIA

Primeramente queremos rendir nuestro reconocimiento a Dios Padre creador del


universo por su inmensidad y su plenitud por brindar siempre bendiciones y que no
se detiene a buscar recibir nada a cambio.

A nuestras madres, por preocuparse siempre por nosotros,

A la Dra. Lesbia Ferrer, Profesora de la Asignatura, por ser nuestra mentora y por
dar su ayuda incondicional y por brindar su asesoría e inclusive compartir sus
conocimientos, sin su colaboración, esta investigación no hubiera podido presentar
el enfoque que tiene.

A nuestros compañeros de estudios que estuvieron pendientes de nosotros,


consultándome sobre el avance de este trabajo y ofreciendo sus apoyos cuando
fuera necesario. ¡Muchísimas gracias!
INDICE GENERAL

pp
PORTADA i
DEDICATORIA ii
INDICE GENERAL iii
INTRODUCCION 1

CARGA DE LA PRUEBA……………………………………………………… 3

Derecho Probatorio………………………………………………………….. 3
Prueba………………………………………………………………………... 4
El Juez y la Prueba………………………………………………………….. 4
Objeto de la Prueba…………………………………………………………. 5
Consagración de la Prueba en el Ordenamiento Jurídico……………… 7
Carga de la Prueba………………………………………………………….. 11

PRUEBA JUDICIAL……………………………………………………………. 18
Objeto de la Prueba Judicial………………………………………………... 18
Principios Generales de la Prueba Judicial………………………………. 21
Principio de control…………………………………………………………... 22
CONCLUSIONES……………………………………………………………….. 24
REFERENCIAS…………………………………………………………………. 26
INTRODUCCION

El sistema probatorio es la columna vertebral del proceso judicial que arroja


una verdad legal que será apreciada por el Tribunal, en este caso por el Juez.
Esta verdad legal, contraria a la verdad racional de carácter totalmente subjetiva,
es la que entraña la lógica que deberá concordar con los textos legales
preexistentes y así podrá el Juez emitir un fallo o decisión.

En este sentido, todos los seres humanos debemos en algún momento


probar hechos, resultados, efectos, reconstruyendo el pasado, analizando el
presente, a través de lo cual la noción de prueba está presente en todas las
manifestaciones de la vida humana, de ahí que exista una noción ordinaria o
vulgar de la prueba, al lado de una noción técnica y que ésta varíe según la clase
de actividad o ciencia que se aplique.

Un proverbio judicial, y por demás evidente, proclama: “La prueba es la


demostración de la verdad (Probatio est demonstrationis veritas)”. Lo dificultoso,
dada la inmensidad de convicciones humanas, consiste en instaurar cuando está
algo demostrado y a quien le corresponde demostrar, si bien el problema se
reduce en lo procesal, por cuanto la parte triunfa cuando logra que el juzgador
admita como real lo que ella afirma o que desconozca lo que ella niega.

Por eso, el derecho probatorio, considerado como una de las áreas más
importantes del derecho, porque a través de las pruebas, el juez es que soporta su
decisión, cuando la convicción y certeza provienen de pruebas correctamente
valoradas, generando eficacia en la administración de justicia y sentencias que
correspondan a la verdad material.

Con respecto al concepto de prueba judicial, podríamos señalar que es el


conjunto de reglas que regulan la admisión, producción y valoración de los
diversos medios que pueden emplearse para convencer al juez sobre los hechos
que interesan al proceso.
Respecto a la carga probatoria, específicamente sobre la teoría de la carga
dinámica de la prueba, la cual será analizada en la presente investigación, supone
la repartición de las cargas probatorias, entre la administración y los justiciables,
recayendo la carga de la prueba sobre la parte que se encuentre en mejores
condiciones técnicas y económicas de producirla.

Realizaremos un análisis sobre las pruebas en materia de procedimiento


civil, así veremos que esta materia procesal, está debidamente tratadas en el
Código Civil y el Código de Procedimiento Civil vigente, los cuales no se limitan a
una simple enumeración de los aspectos sustantivos y adjetivos, sino que también
dan cabida a preceptos procesales, como procedimientos probatorios que
coadyuvan al nacimiento de pequeñas incidencias que envuelven las
controversias judiciales, con deterioro de las relaciones jurídicas.

La diversidad de normas y de procedimientos no trae confusión alguna,


puesto que en los procesos judiciales se aplicarán normas del código adjetivo, y lo
que no haya sido previsto y resuelto en el, se aplicarán las supletorias del Código
Civil y lo establecido por las actuales jurisprudencias del Tribunal Supremo de
Justicia (TSJ) conforme a las normas generales del derecho.

Los autores del presente trabajo han concebido esta investigación en tres
partes principales: las Páginas Preliminares (Portada; Dedicatoria, Índice), el
Cuerpo del Trabajo (Introducción, Contenido, Conclusiones) y las Referencias
Documentales (Lista de Referencias). Como observamos, cada una de ellas
presenta varias secciones, en donde el orden de presentación se hace de manera
inalterada.
CARGA DE LA PRUEBA

El sistema procesal civil venezolano acoge el principio de elasticidad de las


formas procesales, entendido como el punto medio entre la libertad de las formas
y el principio de la legalidad; así lo establece la legislación venezolana cuando
señala que la ley prescribe formalidad determinada, sin sanción de nulidad, para la
realización de un acto procesal, este será valido si habiéndose realizado de otro
modo, ha cumplido con su propósito, primando de esta manera la finalidad del
proceso por sobre la formalidad que lo rige.

Es por eso que, a diferencia de lo que ocurre con ciertas instituciones y


conceptos jurídicos, que atañen sólo a determinada rama del Derecho, la noción
de prueba no solo tiene relación con todos los sectores del Derecho, sino que
trasciende el campo general de éste para extenderse a todas las ciencias que
integran el saber humano e, inclusive, a la vida práctica cotidiana. Se la puede
concebir como la razón o argumento mediante el cual se pretende demostrar y
hacer patente la verdad o falsedad de un hecho.

Derecho Probatorio

Pertenece a la condición del Derecho Procesal, constituido por el conjunto de


principios jurídicos expuestos parcialmente en normas positivas reguladoras de las
pruebas judiciales. Principios que a su tiempo son resultado de concepciones
normativas, políticas, filosóficas, históricas y sociológicas.

El Derecho probatorio es una rama del derecho que regula todo lo referente a
la búsqueda de los medios que conlleven a la verdad de aquellos, hechos que
sean circunstanciales en el procedimiento instrumental legal, pues todo hecho deja
algún rastro. Es por eso que el derecho probatorio va siempre inscrito en un
proceso determinado y desde luego, un sistema probatorio también determinado.

Prueba

La prueba es un dispositivo para establecer una convicción sobre un hecho –


jurídico-civilmente relevante-, sobre cuya existencia o particularidades se duda. En
otras palabras, existe una duda y hay una necesidad de obtener un saber cierto en
la materia.

Carnelutti (1996), considera la prueba no sólo al objeto que sirve para el


conocimiento o el hecho, sino también la certeza o convicción que aquel
proporciona. En sentido amplio, define a la prueba como un equivalente sensible
del hecho que habrá de valorarse.

La prueba en todo proceso judicial tiene una gran importancia, pues sirve para
formar la convicción del Juez sobre la existencia de los hechos alegados por las
partes o su negación, aunque no es imprescindible en el ámbito penal, pues aún a
falta de pruebas, el Juez debe decidir la cuestión planteada, incluso
produciéndolas de oficio, pues es deber del juez en el proceso penal buscar la
verdad.

El Juez y la Prueba

El juez es el administrador de justicia, es decir, es la autoridad pública que


sirve en un Tribunal de justicia, el cual se encuentra investido de la potestad
jurisdiccional. Asimismo se identifica como la persona que resuelve una
controversia en materia civil o en cualquier otra según el caso, tomando en cuenta
las evidencias o pruebas presentadas en un juicio, administrando justicia.

En tanto, como dijimos anteriormente la prueba, en Derecho, es la actividad


necesaria que implica demostrar la verdad de un hecho, su existencia o contenido
según los medios establecidos por la ley. La prueba recae sobre quien alega algo,
ya que el principio establece que quien alega debe probar. El que afirma algo debe
acreditar lo que afirma mediante un hecho positivo, si se trata de un hecho
negativo el que afirma deberá acreditarlo mediante un hecho positivo.

Actualmente, y según las posturas doctrinales, sostienen que la prueba recae


sobre ambas partes, se trate o no de un hecho positivo. Si no, puede recaer sobre
quien esté en mejores condiciones de probar. Aquí se produce una distribución de
la carga de la prueba. En síntesis, la obligación de probar dependerá de la
situación adquirida por las partes en un proceso. Cada una de ellas deberá probar
los hechos sobre los que funda su defensa. En materia Civil, los medios de prueba
legalmente establecidos incluyen generalmente:

 La prueba testimonial.
 Dictamen de peritos
 Confesión de parte.
 Presunciones establecidas por la ley o la jurisprudencia
 Documentos públicos o privados.
 Informes de Peritos.
 Inspección personal del Tribunal

Objeto de la Prueba

El objeto de la prueba, comprende fundamentalmente dos grandes apartados:


La prueba de los hechos y la prueba del derecho. El Código de Procedimiento Civil
venezolano hace expresa mención a los hechos y al derecho al establecer en el
Art. 340 como requisitos de la demanda "la relación de los hechos y los
fundamentos de derecho en que se basa la pretensión" (ord. 5) y en el Art. 389 las
circunstancias en las cuates no hay lugar al lapso probatorio, entre ellas:

1. Cuando el punto sobre el cual versare la demanda, aparezca, así por ésta
como por la contestación, ser de mero derecho.
2. Cuando el demandado haya aceptado expresamente los hechos narrados
en el libelo y haya contradicho solamente el derecho.
3. Cuando las partes, de común acuerdo hayan con venido en ello.

Por tanto, como regla general puede afirmarse que el Objeto de prueba
son, por lo regular, los hechos, a veces las máximas de experiencia y rara vez los
preceptos jurídicos.

En tal sentido, el objeto de la prueba procesal sólo lo pueden constituir los


preceptos jurídicos y los hechos, puesto que el juez tiene siempre la misión de
subsumir supuestos de hechos, es decir, conjunto de hechos, en los preceptos
legales, con objeto de afirmar o negar la procedencia de las consecuencias
jurídicas de dichos supuestos fácticos.

Ahora, cuando se trata del objeto de la prueba, éste no puede consistir sino
en la afirmación, o alegación de los en que se fundamenta la pretensión, Como lo
exige para la demanda el Art. 340, Ord. 5 del Código de Procedimiento Civil.

Por tanto, existe pues, normalmente, una caracterización de principio entre


el objeto de la prueba y el objeto de la alegación, así como existe una estrecha
correlación entre la carga de la alegación y la carga de la prueba, conforme al
conocido principio según el cual, para demostrar un hecho en el proceso es
menester haberlo afirmado, sea el actor en la demanda, o bien el demandado en
la contestación.
Consagración de la Prueba en el Ordenamiento Jurídico

En la República Bolivariana de Venezuela, la materia de pruebas se


concretiza básicamente en el artículo 49, ordinal 1º de la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela (CRBV, 1999), a través del derecho de
defensa, en dos principios: el de contradicción y control de la prueba; como la
transgresión de dichos principios causa indefensión a la parte perjudicada, el fallo
que se dicte será casable cuando el proceso adolezca de estos vicios, pues así se
consagra en el artículo 313 del Código de Procedimiento Civil (CPC, 1990).

El derecho a la defensa, de acuerdo a la CRBV, es considerado como la


oportunidad de las partes para cuestionar las peticiones de la contraparte; el
mismo es de derecho público por emanar directamente de un derecho
constitucional. Este derecho se manifiesta a través del derecho a ser oído o a la
audiencia, también denominado audi alteram partem (Escuchar la otra parte), el
derecho de acceso al expediente, el derecho a formular alegatos y presentar
pruebas, derecho a una decisión expresa, motivada y fundada en derecho: el
derecho a recurrir, el derecho de acceso a la justicia.

El derecho de defensa es una facultad fundamental, propia de la naturaleza


de todos los seres humanos sujetos de derecho, facultad que no puede ser
transferida ni cedida; no es un derecho nuevo, no es una obra de los tiempos
modernos, desde los tiempos antiguos se ha venido apreciando aunque de forma
diferente a como es concebido en la actualidad

Sabemos que un proceso ya sea civil o penal sin acto de contestación de la


demanda o sin audiencia del reo, es nulo por falta de oportunidad para contradecir
las afirmaciones de las partes y tal nulidad debe ser declarada de oficio por el
juez, ya que han dejado de cumplirse formalidades esenciales para la validez del
juicio, tal como lo establece el artículo 296 CPC, las cuales son de orden público
(artículo 212 CPC) por corresponder la oportunidad de contradecir, a garantías y
derechos constitucionales.

Otro aspecto relacionado con la consagración en el ordenamiento jurídico


del derecho a la prueba, lo plantea Greif (2006), con relación a los efectos que
sobre la prueba trae la constitucionalización de la garantía del debido proceso, se
debe necesariamente precisar su definición y determinar aquellos derechos que
por intercepción de dicha garantía, se posibilita su libre y pleno ejercicio.

El autor arriba mencionado, vincula la noción del debido proceso con el


concepto de función del proceso y, expresa: “…el proceso satisface el interés
individual comprometido en el litigio y el interés social de asegurar la efectividad
del derecho, mediante la obra incesante de la jurisdicción. …” (p. 269).

Señala además, que dicha garantía se materializa en la conjugación de las


siguientes situaciones:

a) Que el demandado conozca, expresa o de manera tácita, que en su


contra se ha instaurado una pretensión.
b) Que se permita al sujeto pasivo (Demandado) de la relación jurídico
procesal un tiempo razonable para comparecer, preparar su defensa,
exponer sus afirmaciones de hecho y producir la fórmula probática
legal, idónea y pertinente dirigida a demostrar los fundamentos de su
oposición y excepciones.
c) Que el órgano jurisdiccional esté previamente constituido y proporcione
garantías igualmente razonables de su imparcialidad.
d) Que el órgano ante el cual se ventila la controversia sea el debidamente
competente para su conocimiento.

De las situaciones planteadas anteriormente, específicamente la parte final del


literal (b), se percibe el vínculo existente entre la garantía del debido proceso y la
prueba.
Al respecto, el artículo 49 del Texto Constitucional establece:

El debido proceso se aplicará a todas las actuaciones judiciales y


administrativas, en consecuencia:

1º La defensa y la asistencia jurídica son derechos inviolables en todo


estado y grado de la investigación y del proceso. Toda persona tiene
derecho a ser notificada de los cargos por los cuales se le investiga, de
acceder a las pruebas y disponer del tiempo y de los medios adecuado
para ejercer su defensa. Serán nulas las pruebas obtenidas mediante
violación del debido proceso. Toda persona declarada culpable tiene
derecho a recurrir del fallo, con las excepciones establecidas en esta
constitución y la ley. (…omisis)

De lo anterior tenemos que en sentencia N° 2, de fecha 24 de enero de 2001,


de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), se refirió al
derecho a la defensa y al debido proceso, en los siguientes términos:

El derecho a la defensa y el debido proceso constituyen garantías


inherentes a la persona humana y en consecuencia, aplicables a
cualquier clase de procedimientos. El derecho al debido proceso ha sido
entendido como el trámite que permite oír a las partes, de la manera
prevista en la Ley, y que ajustado a derecho otorga a las partes el tiempo
y los medios adecuados para imponer sus defensas. En cuanto al
derecho a la defensa, la Jurisprudencia ha establecido que el mismo debe
entenderse como la oportunidad para el encausado o presunto agraviado
de que se oigan y analicen oportunamente sus alegatos y pruebas. En
consecuencia, existe violación del derecho a la defensa cuando el
interesado no conoce el procedimiento que pueda afectarlo, se le impide
su participación o el ejercicio de sus derechos, o se le prohíbe realizar
actividades probatorias.

Esta decisión o fallo ha sido insistentemente ratificado en varias sentencias del


Alto Tribunal de la República, entre estas, la sentencia N° 80, Expediente N° 00-
1435, de fecha 1º de febrero de 2001, en el cual la Sala Constitucional, estableció
los supuestos en que debe reputarse como lesionada la garantía al debido
proceso, a saber:
1. Cuando se prive o coarte a alguna de las partes la facultad procesal para
efectuar un acto de petición que a ella privativamente le corresponda por su
posición en el proceso.
2. Cuando esa facultad resulte afectada de forma tal que sea reducida,
teniendo por resultado la indebida restricción a las partes de participar
efectivamente en plano de igualdad, en cualquier juicio en que se ventilen
cuestiones que les afecte. Bajo esta óptica la violación al debido proceso y a
consecuente indefensión operará, en principio, dentro de un proceso ya
instaurado, y su existencia será imputable al juez que con su conducta impida
a alguna de las partes la utilización efectiva de los medios o recursos que la
ley pone a su alcance para la defensa de sus derechos.

En este orden de ideas, Montero y Flors (2008), disertan que el agravio al


derecho de la defensa se ocasiona cuando se obstaculice o impida a una persona
ejercer cualquiera de los atributos o expresiones que son comunes a dicha
consagratoria fundamental, es decir, que se impida el ocurrir, alegar, demostrar,
conocer y formular oposición en un proceso concreto. Dicho en otras palabras,
cuando el quebrantamiento de la norma afecte la normalidad de la relación jurídica
adjetiva y sitúe a una de las partes en hipo-suficiencia procesal.

Para los autores antes citados, el régimen probatorio se refiere al acceso a las
pruebas, el cual comprende no sólo la posibilidad de promover en juicio los medios
probatorios destinados a producir en el juez el convencimiento sobre las
afirmaciones de hecho alegadas, además, conocer para su respectivo control las
probanzas incorporadas por la contraparte.

La aseveración de estos autores la hacen fundamentada bajo la doctrina


jurisprudencial de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, en la
sentencia N° 2, de fecha 24 de enero de 2001, caso: Inversiones 1994 C.A., en la
cual se asentó:

“… la violación al derecho a la defensa existe cuando los interesados no


conocen el procedimiento que pueda afectarlos, se les impide su
participación en él o el ejercicio de sus derechos, se les prohíbe realizar
actividades probatorias o no se les notifican los actos que los afecten...”
En correspondencia al derecho a probar y de acceso a la prueba como
expresión de la garantía del debido proceso y, concretamente, como forma de
expresión de la defensa, traemos a consideración el comentario de Berizonce
(2006), que señala la existencia significativas de excepciones al derecho a probar
como manifestación del derecho fundamental in comento.

Comparativamente es el caso cuando este derecho cede frente a otros valores


o bienes jurídicos protegidos de igual consagración o estirpe constitucional, por
ejemplo: la dignidad humana, la intimidad y su esfera de privacidad. Sin duda, ese
ceder de un derecho frente a otro pasa por un ejercicio de ponderación de los
contenidos esenciales o bienes jurídicos tutelados por los derechos en conflicto.

Carga de la Prueba

Como sabemos el proceso civil en Tribunales venezolanos para iniciar un


proceso el Juez debe tomar en cuenta una previa demanda de parte, aunque
también puede proceder de oficio cuando la ley lo autorice, o cuando en resguardo
del orden público o de las buenas costumbres, sea necesario dictar alguna
providencia legal aunque no la soliciten las partes.

En consideración a lo explanado anteriormente, y considerando en principio el


Art 1354 del Código Civil venezolano (CCV) y jurisprudencialmente la doctrina,
había admitido que al actor le correspondería demostrar los hechos constitutivos
de su pretensión y al demandado, los que impiden su existencia o validez (hechos
impeditivos) los que la modifican (hechos modificativos) o los que extinguen la
pretensión (hechos extintivos). Este articulado guarda relación a la carga procesal.
Ahora, con las doctrinas jurisprudenciales actuales ha reasumido la cuestión
proclamando: a cada parte le corresponde probar los hechos en los que funde el
supuesto del cual pretenda derivar en su favor la aplicación de una norma jurídica.

De allí que la carga de la prueba es la obligación que tiene toda persona de


probar lo que está alegando, generalmente en un juicio. Ejemplo: “Con este recibo
cumplo con la carga de probar que pagué mi deuda”.

Por eso con el artículo 506 del Código de Procedimiento Civil Venezolano,
se dispone la carga de la prueba, de esta forma se trasladó del Código Civil
venezolano Código de Procedimiento Civil la carga de la prueba de la existencia
de las obligaciones y de su extinción, pero para todo alegato jurídico no solo para
la materia de las obligaciones. Significa entonces una ratificación de la naturaleza
procesal del problema de la carga de la prueba.

Veamos taxativamente lo expresado por Artículo 506° del Código de


Procedimiento Civil. “Las partes tienen la carga de probar sus respectivas
afirmaciones de hecho. Quien pida la ejecución de una obligación debe probarla, y
quien pretenda que ha sido libertado de ella, debe por su parte probar el pago o el
hecho extintivo de la obligación.

Actualmente, “los hechos notorios no son objeto de prueba”. Esta expresión


tiene su asidero Gaceta Oficial Extraordinario (G. O. E) N° 4.209 del 18-09-1990.

La prueba en todo proceso judicial tiene una gran importancia, pues sirve
para formar la convicción del Juez sobre la existencia de los hechos alegados por
las partes o su negación, aunque no es imprescindible en el ámbito penal, pues
aún a falta de pruebas, el Juez debe decidir la cuestión planteada, incluso
produciéndolas de oficio, pues es deber del juez en el proceso penal buscar la
verdad.

En el proceso civil la carga de la prueba se establece en el interés de las


partes, para demostrar sus afirmaciones “quien alega un hecho debe
comprobarlo”. Quien tiene la carga de la prueba y no la produce, se perjudica,
incluso perdiendo el litigio.

En materia de obligaciones la carga probatoria de la existencia de la


obligación le incumbe al actor, mientras el demandado debe probar su extinción.

Si se trata de hechos constitutivos de la relación obligacional solo el actor


debe probarlo, por ejemplo, si se alega la existencia de un contrato; limitándose el
demandado a negarlo; pero probada la existencia del vínculo obligacional, el
demandado deberá probar que se extinguió por algún medio legal. Los vicios que
afecten al contrato deben ser probados por quien los alega.

La inversión de la carga de la prueba ocurre en los casos de presunciones


legales “iuris tantum”, o sea en aquellos casos en que la ley presume ciertos
hechos, y quien pretenda negarlas debe probarlo, por ejemplo, en el caso de las
cosas muebles donde la posesión vale título.

Los medios de prueba según nuestra legislación, particularmente el artículo


395 del C.P.C establece el principio de la amplitud de los medios de prueba,
conforme a este artículo es posible clasificar los medios de prueba en dos
grandes grupos:

1. Los previstos expresamente en las leyes

a. En el Código Civil

b. En el Código de Procedimiento Civil.

c. En otras leyes de las República.

2. Cuales quiera otros medios de los que quieran valerse las partes no
prohibidos por la ley.
Esta amplitud de medios probatorios es un derecho únicamente de las
partes y no una facultad de los jueces. Dentro de este grupo se incluyen todos los
medios que puedan conducir al esclarecimiento de la verdad distintos a los
anteriores que resulten admisibles por llenar las siguientes condiciones

1. Que no estén prohibidos por la ley, es decir, que ésta no impida su uso y
que con su promoción no se sustituya o desvirtué uno previsto en la ley; que no
pueda ser contradicho por la otra parte o que escape al control del juez. Se
incluyen en ellos lo ilegítimos, o sea, los producidos violando una garantía
constitucional, como la de protección de la vida privada o la del hogar domestico.

2. Que conduzcan a la demostración de las pretensiones, o sea que sea


científicamente idóneos.

3. Que se promuevan aplicando por analogía, las disposiciones del Código


Civil, o en su defecto, las que señale el juez.

En función de lo descrito anteriormente es necesario tener presente


actualmente el nuevo criterio con respecto a la carga de la prueba que mediante
sentencia N° 292 del 03 de mayo de 2016, la Sala de Casación Civil del Tribunal
Supremo de Justicia modificó el criterio relativo a la carga de la prueba, a través
del control difuso de la Constitución, por lo que en sucesivo se atenderá a la
doctrina de la Colaboración y Solidarismo Probatorio o Teoría de las Cargas
Probatorias Dinámicas.

Según esta doctrina, la carga de la prueba recaerá en quien se encuentre en


mejor condición de aportarla con el objeto de lograr una verdad objetiva, por lo que
si bien ambas partes, a través de los medios probatorios deben llevar al Juez a la
convicción de la verdad de sus alegatos, corresponderá la carga de la prueba a
quien cuente con más elementos materiales a quien tenga la mejor posibilidad de
acreditar la verdad de los hechos (a quien mejor pueda hacerlo). En concreto, se
señaló que:
“Así, en muchas ocasiones la normativa adjetiva y sustantiva civil de la
carga de la prueba u onus probandi, establecida en los artículos 1.354 del
Código Civil y 506 del Código de Procedimiento Civil, constituyen
insuficientes reglas del reparto de la carga en búsqueda de la verdad, al
establecer que:

(…)

La rígida carga de la prueba civil, cuyo más cercano símil correspondería


a un viejo chasis de carro que no puede ser desdoblado, impidiendo el
acceso a la Prueba y a la Verdad del proceso, nuestro actual sistema de
cargas probatorias, con su finalidad residual, lejana a la realidad de las
cosas, se refiere más a la individualidad del interés de probar, principio
éste que atenta, en determinadas situaciones, contra los principios
constitucionales, pues en criterio de Sala de Casación Civil, la plena
posibilidad de descubrir, proponer y producir la prueba, está en la base
constitucional de acceso a la justicia (artículo26); de debido proceso
(artículo 49.1) y del entendimiento del proceso como un instrumento para
la búsqueda de la justicia(artículo 257) y de cualquier exigencia humana
como centro del proceso, por eso: ¡Prueba quien está llamado a hacerlo
siempre que pueda hacerlo!

Cuando la conducta procesal de una parte (que puede ser un indicio y


que debe ajustarse a las normas de lealtad y probidad procesal), se
fundamenta en una reticencia o abstención de probar, pues legalmente no
tiene la carga, pero realmente es el que conoce los elementos técnicos o
científicos para la búsqueda de la verdad, posee un sentido heurístico de
exegética procesal, pero atenta contra los valores constitucionales del
Proceso Civil.

(…)

Queremos con ello significar, que en materia del Proceso Civil, bajo la
óptica constitucional, en determinadas situaciones ponderables, el viejo
aforismo de que prueba quien dice (quidicet, qui prueba), se rompe para
dar paso a la Doctrina de la “Colaboración y Solidarismo Probatorio”, que
no es otra cosa entender que si bien ambas partes deben llevar a la
convicción del juzgador la verdad de sus dichos, en mayor grado, ello
corresponde a quien cuenta con más elementos materiales para probar la
veracidad de sus argumentos. (FALCÓN, ENRIQUE. Tratado de la
Prueba. Vol I, Buenos Aires. 2003, pág. 270).
Es necesario que bajo la visión constitucional se solidarice el concepto de
carga de la prueba y se proceda a invertir ésta por desaplicación a través
del control difuso que otorga la Ley Fundamental a todos los Jueces de la
República.

Se debe asumir quien tiene la mejor posibilidad de acreditar la verdad de


los hechos, lo que, a pesar de la existencia de las normas de carga
probatoria, que deben desaplicarse al caso en concreto, obligan a
desplegar la actividad procesal necesaria para probar el hecho en
cuestión, por lo que cobra importancia el principio del equilibrio procesal
de las partes (artículo 15 del Código Adjetivo Procesal) que involucra el
deber de probar a quien mejor puede hacerlo, “favor probationis” o Teoría
delas Cargas Probatorias Dinámicas, que hace recaer la carga de la
prueba en quien se halla en mejor condición de aportarla, a los fines de
obtener la verdad objetiva.

En este sentido, se comprende, que existe una complejísima variedad de


factores que intervienen en determinadas relaciones para desaplicar en cada caso
concreto una norma como la de la carga de la prueba, por ello el constituyente
atribuyó el control difuso (artículo 334 constitucional) en cada uno de los jueces,
para que, ante cada situación conjugue con los elementos de ésta principios
constitucionales y obtenga la solución justa en un Estado Social de Derecho y
Justicia.

Toda reflexión anterior se inscribe en la necesidad de que la carga de la


prueba no puede estar bajo los viejos esquemas del romano canónico, en cabeza
de “quien tenga la carga legalmente determinada”, sino de aquél que se encuentre
en mejores condiciones, siendo ésta de carácter excepcional (no se aplica a todos
los casos a resolver).

De manera que las Cargas Probatorias Dinámicas ó Solidarias también


llamadas de cooperación, sólo provocan, un desplazamiento parcial de la carga
probatoria.

Finalmente, es necesario puntualizar que el criterio hoy asentado no debe ser


aplicado a situaciones que se originaron o que produjeron sus efectos en el
pasado, sino a las situaciones que se planteen tras su establecimiento, con la
finalidad de preservar la seguridad jurídica y evitar una grave alteración del
conjunto de situaciones, derechos y expectativas nacidas del régimen en vigor
para el momento en que se produjeron los hechos. Así se decide” (énfasis añadido
por la Sala).

Con respecto a la actividad probatoria en casos de confesión ficta, la Sala


Constitucional del TSJ, ratificó su criterio mediante sentencia Nº 912 del 12 de
agosto de 2010, con ponencia del Magistrado Marcos Tulio Dugarte Padrón,
donde opere la confesión ficta, la carga de la prueba recaerá en el demandado
contumaz, y su actividad probatoria estará limitada a hacer contraprueba a los
hechos alegados por el demandante.

A juicio de la Sala, recaerá al demandado que no conteste la demanda la


carga de la prueba, «en el sentido de probar que no son verdad los hechos
alegados por la parte actora»; tal y como lo establece el artículo 362 del Código de
Procedimiento Civil.

En cuanto a los límites de esa actividad probatoria, señala la sentencia que la


jurisprudencia venezolana en una forma reiterada, ha venido señalando en
muchísimos fallos, que lo único que puede probar el demandado en ese “algo que
lo favorezca”, es la inexistencia de los hechos alegados por el actor, la inexactitud
de los hechos, pero ha indicado de esta forma, que no puede nunca el contumaz
probar ni excepciones perentorias, ni hechos nuevos que no ha opuesto
expresamente.

Igualmente sostuvo el Máximo Tribunal que existen casos donde no aplica el


artículo 362 del Código de Procedimiento Civil, a pesar de contumacia del
demandado. Estos casos son: (i) los juicios donde está interesado el orden
público; y (ii) los juicios donde el demandado es un órgano o ente público que
goza de los privilegios del fisco, en los cuales “se da por contestada la demanda”
y, en consecuencia, no existe la inversión de la carga de la prueba.
Naturaleza Jurídica de la Carga Procesal

Es una facultad si no se prueba no se logra la convicción en el juez sobre lo


alegado. el resultado que obtendrá será negativo. la carga se va a inclinar
entonces hacia la contraparte.

Importancia de la carga de la prueba

Fundamentalmente la carga de la prueba tiene dos (02) grandes importancias


a saber:

1. No habría posibilidad de que el juez de la causa pudiera resolver el


conflicto.

2. Las partes en el mismo momento que acuden al proceso, sabrán que


hechos tienen interés de probar para que se produzca un determinado efecto
jurídico, perseguido o no.

PRUEBA JUDICIAL

En materia de pruebas judiciales, el sistema procesal contempla un conjunto


de formalidades que deben cumplir las partes y el operador de justicia, para su
aportación al proceso, oposición, admisión y evacuación, incluso para su
valoración, de donde se infiere que en materia de pruebas existen formalidades
que deberán cumplirse para realizar la actividad probatoria que en definitiva es
una garantía ubicada dentro del debido proceso.

Una de las formalidades, es la oportunidad de la proposición de la prueba


judicial, que en materia civil debe realizarse en el lapso previsto para ello, como lo
es el lapso de promoción de pruebas, salvo que la ley en forma excepcional
permita su promoción en otra oportunidad como sucede en materia de
instrumentos fundamentales, sean públicos o privados, posiciones juradas o
confesión provocada, instrumentos públicos no fundamentales y juramento
decisorio.

Bello (2007) explica que otra de las formalidades exigidas en materia


probatoria es en cuanto a los requisitos que deben cumplirse para la promoción de
la prueba, cuando el legislador expresa los requisitos que deben concurrir para la
promoción de pruebas, como sucede en la manifestación de reciprocidad en
materia de posiciones juradas; el señalamiento expreso y específico de los hechos
que se quiere que el Tribunal deje constancia en materia de inspección judicial o
sobre las cuestiones que recaerán la actividad de los expertos en materia de
experticia; el apostillamiento o identificación del objeto de la prueba para poder
determinar la pertinencia, relevancia y conducencia del medio propuesto, entre
otros, elementos éstos que igualmente sirven o son requisitos formales que debe
revisar el operador de justicia para la admisión de la prueba.

En cuanto a su evacuación, el legislador igualmente regula formalidades en


cada medio probatorio, como sucede por ejemplo, en la prueba de posiciones
juradas: número y forma de las preguntas, tiempo de espera en caso de
incomparecencia del absolvente, o en el caso de la experticia donde el dictamen
pericial debe cumplir con determinados requisitos, entre otros casos.

La apreciación de la prueba también está regulada por formalidades


procesales, tales como la correcta aplicación del sistema de valoración de la
prueba; la aplicación de la norma sustantiva o adjetiva para la apreciación de la
misma; la explicación o motivación en cuanto al mérito de las pruebas que debe
realizar el juzgador. De tal manera que cuando se vulneran las formalidades
procesales, bien se trate de pruebas tasadas o no, el CPC permite la delación de
normas jurídicas expresas que regulen el establecimiento de las pruebas, normas
de promoción y evacuación, y la valoración de las mismas, normas de apreciación
del mérito, así como la vulneración de las formas procesales en materia de
pruebas libres.

Para que la prueba pueda ser aprehendida para el proceso en forma válida, se
requiere el cumplimiento de formalidades de tiempo, modo y lugar, además de su
inmaculación o lo que es lo mismo, que esté exenta de vicios como dolo, error o
violencia.

Podemos definir a la prueba judicial como una serie de argumentos que se


utilizan para demostrar los hechos y para demostrar al juez la certeza, y la verdad.
Cuando se va a un proceso y se tiene un hecho y se tiene que probar ese hecho,
la idea sustancial o fundamental de este hecho es lo que se quiere probar que es
demostrarle al juez una certeza, demostrarle al juez una verdad, por eso es que
hay una sola verdad y es la verdad procesal.

La prueba judicial constituye un resultado, consistente en la conclusión a la


cual arriba el juzgador sobre el factum probandum a partir de los antecedentes
allegados al proceso. Corresponde a la parte final del trabajo probatorio, en la cual
el magistrado resuelve cuáles afirmaciones de hecho pueden darse por
verificadas.

Esta prueba se produce a partir de una serie de actuaciones ejecutadas en el


proceso (prueba como actividad); se apoya en los elementos que se aportan a la
causa (prueba como medio); y se dirige a la obtención de una conclusión sobre los
hechos por parte del juzgador (prueba como resultado).

De ahí que en forma general, la prueba procesal pueda ser descrita como una
actividad racional tendiente a aprehender y reconstruir los hechos efectivamente
acaecidos, en la que se reúnen los predichos aspectos junto a una serie de
factores de diversa índole: epistemológicos, lógicos, argumentativos, psicológicos
y sociológicos, entre otros.
Objeto de la Prueba Judicial

Echandía, D. (1995) señala que el objeto de prueba judicial, en general, puede


ser todo aquello que puede ser susceptible de demostración histórica, como algo
que existió, existe o puede llegar a existir y no simplemente lógica, como sería la
demostración de un silogismo o de un principio filosófico; es decir, que objeto de
prueba judicial son los hechos presentes, pasados o futuros y lo que puede
asimilarse a éstos: costumbre y la ley extranjera.

Por objeto de prueba debe entenderse lo que se puede probar en general,


aquello sobre que puede recaer la prueba; es una noción puramente objetiva y
abstracta, no limitada a los problemas concretos de cada proceso, ni a los
intereses o pretensiones de las diversas partes, de idéntica aplicación en
actividades procesales y extraprocesales, sean o no jurídicas, es decir, que, como
la noción misma de la prueba, se extiende a todos los campos de la actividad
científica e intelectual.

En sentido genérico el objeto de prueba es todo aquello que se pueda probar,


en general sobre lo que puede recaer la prueba. Para algunos autores, el objeto
de la prueba son los hechos, para otros las afirmaciones de las partes sobre los
hechos. Carnelutti (1996) procuró conciliar ambas posiciones, destacando un
objeto mediato (los hechos) y un objeto inmediato (las afirmaciones). Como se
advierte, no es pacífica la idea de cuál es el objeto de la prueba en el proceso.

Se aprecia que la noción objetiva y abstracta del objeto de prueba puede ser
tomada como un concepto general. Su formulación genérica permite tener como
cierta la existencia de tal o cual suceso cuando coinciden los presupuestos que
requiere su expresión en derecho. En consecuencia, como apunta Palacio (1975),
pueden ser objeto de prueba tanto los hechos del mundo exterior, provengan de la
naturaleza o de la acción humana, o de los estados de la vida interior del hombre,
como es la intención, conocimiento, voluntad. Esto no excluye que puedan
probarse las normas.

En el campo jurídico, más en el proceso, se concreta la generalidad, porque la


prueba se ocupa de hechos de relevancia jurídica y actos jurídicos que las partes
afirman o niegan y que han de ser verificados por ellas para fomentar la convicción
del juez acerca de la razón que esgrime cada una de ellas en el conflicto.

En todo caso, el destinatario de la prueba, el juez, tendrá que llegar a cierta


convicción con el objeto de dictar sentencia. Esto permite elaborar una pregunta
referida a qué es lo que debe probarse. Debe entenderse que en el proceso se
demuestran hechos no para satisfacer exigencias de conocimiento en estado puro,
sino para resolver controversias jurídicas acerca de la existencia de derechos:
esto es, no se pretende determinar el hecho en sí mismo, sino en la medida en
que éste es el presupuesto para la aplicación de normas en el caso concreto.

Principios Generales de la Prueba Judicial

Los principios generales de la prueba judicial, tienen como inicio o columna


vertebral el principio de control y contradicción porque el principio de control y
contradicción está presente en todo el lapso probatorio, desde el primer día de
promoción hasta el último día de evacuación. Esto porque cuando se habla de
control y de contradicción significa que ambas partes pueden controlar y
contradecir la prueba del contrario.

El principio de contradicción y de control en cada uno de los medio de pruebas


se aplican de la siguiente manera:
Principio de control

En el caso de la prueba de posiciones juradas (Art 406, CPC), se establece


una manifestación obligatoria por parte del promovente de la prueba, la cual es la
reciprocidad.

Este principio busca que la parte contraria controle su prueba y como la


controla, en el caso de las posiciones juradas en particular interrumpiendo el
interrogatorio.
CONCLUSIONES

Inmediatamente de los análisis doctrinarios, jurisprudenciales y de la revisión


sobre las normas consagradas en los Códigos y Leyes Especiales, debemos
reconocer la especial atención que ha tenido el legislador en materia probatoria,
sin embargo no debemos obviar la participación de las partes dentro del derecho
procesal, quienes tienen la carga de probar sus afirmaciones y desvirtuar los
alegatos de su contra parte, donde el juez juega un rol importante, teniendo que
observar las situaciones particulares de cada caso, y las razones por las cuales la
parte que se encontraba en mejores condiciones de probar no lo hizo, a los fines
de arribar a la verdad jurídica objetiva.

Así mismo, debemos considerar que la presencia de las partes en el Tribunal y


en el lugar de los hechos, mediante apoderados, garantiza el principio de control
de la prueba, por lo que el derecho a la defensa tiene la posibilidad de ejercerse
cabalmente, se trata de una forma de implementar la libertad de medios.

Se espera que sea el juez, de acuerdo al principio de inmediación, el que


presencie la recepción del medio de prueba, lo cual no sólo garantiza la
autenticidad de la misma, sino el mantenimiento de la igualdad procesal y del
ejercicio del derecho a la defensa de las partes.

Como el tema bajo exploración, se trata de probanzas valorables por la sana


crítica, lo que excluirá de la apreciación lo confuso, oscuro o defectuoso en
cualquier forma.

Hemos observado que la naturaleza de las pruebas en nuestra legislación es


constitucional, estableciendo, la Carta Magna, el derecho a la defensa en el
artículo 49, lo contrario, sería concebir un sistema sin pruebas, lo cual resultaría
imposible, ya que daría pie a la anarquía y a la inseguridad jurídica, ya que la
prueba respalda el derecho dando carácter al proceso y respalda el derecho
subjetivo de las partes.
Finalmente, a nuestro criterio, los temas antes analizados, especialmente lo
referente a la carga de la carga dinámica de la prueba así como la prueba judicial,
resultarían de gran utilidad y beneficio a la aplicación del derecho procesal
venezolano, por cuanto la actualización de normas, procedimientos y técnicas
probatorias, contribuyen a la obtención de sentencias ajustadas a derecho en la
medida en que se produzca la convicción del juez, y a evitar el retardo judicial.
REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA

Bello, H. (2007). Tratado de derecho probatorio. Volumen I. Caracas: Paredes.

Berizonce, R. (2006). El abogado y el juez. El eterno contrapunteo entre los


protagonistas del proceso. Estudios Iberoamericanos de Derecho Procesal.
Libro Homenaje a José Gabriel Sarmiento Núñez. Bogotá: Legis Editores

Carnelutti, F. (1996). Derecho procesal civil y penal. Argentina: Ediciones Jurídicas


Europa América.

Código Procesal Civil. Gaceta Oficial N° 4.209 Extraordinaria de fecha 18 de


septiembre de 1985.

Código Civil. Gaceta Nº 2.990 Extraordinaria del 26 de Julio de 1982

Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. (2000). Gaceta de la


República Bolivariana de Venezuela, 5.453 (Extraordinario), Marzo 24 de 2000.

Echandía, H. (1995). Teoría general de la prueba judicial. (4a ed.). Medellín: Dike

Gaceta Oficial Extraordinario (G. O. E) N° 4.209 del 18-09-1990.

Montero, J., Flors, J. (2008). Amparo constitucional y proceso civil. Valencia: Tirant
lo Blanch.

Palacio, L. (1975). Derecho procesal civil. Buenos Aires: Abeledo Perrot.

Tribunal Supremo de Justicia. Sala de Casación Civil. Sentencia N° 292 del 03 de


mayo de 2016.

Tribunal Supremo de Justicia. Sala Constitucional. Sentencia Nº 912 del 12 de


agosto de 2010.
Tribunal Supremo de Justicia. Sala Constitucional. Sentencia N° 2, de fecha 24 de
enero de 2001.
Tribunal Supremo de Justicia. Sala Constitucional. Sentencia N° 80, Expediente N°
00-1435, de fecha 1º de febrero de 2001.

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