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A finales del siglo XIX aparecen en España las primeras manifestaciones estéticas de
carácter renovador que se oponen a las tendencias literarias en boga. El modelo realista
que había triunfado durante la segunda mitad del siglo está ya agotado, y la poesía
triunfalista hinchada de Campoamor y Núñez de Arce ya no responde a las exigencias del
momento. Ante ese panorama se abren paso dos corrientes estéticas: Modernismo y
Generación del 98.
La critica se ha preguntado si realmente existe una diferencia clara entre estos dos
movimientos que se desarrollaron a principios de siglo. Por una parte, un primer grupo de
críticos, entre los que destaca Pedro Salinas, consideran que el Modernismo y 98 son dos
movimientos totalmente diferenciados. Otros, como Juan Ramón Jiménez, estiman que los
límites entre un movimiento y otro son difusos.
MODERNISMO:
CONTEXTO HISTÓRICO-LITERARIO:
A principio de siglo, E.L. Chávarri, veía en el Modernismo una reacción “contra el espíritu
utilitario de la época”, contra un “industrialismo” que lesionaba al hombre. Ello nos invita a
situar al Modernismo en su momento, en la citada crisis. En efecto, en sus raíces hay
un profundo desacuerdo con la civilización burguesa.
CARACTERÍSTICAS:
Modernismo exótico: sitúa la acción en espacios irreales. Incorpora: hadas, ninfas, centauros,
caballeros, héroes, mitos y tradiciones.
Del simbolismo francés adoptan: la idea de sugestión y los efectos musicales, pues según los
simbolistas, la poesía debe abrirse a los sentidos y crear un mundo dominado por la sugestión de las
imágenes.
La belleza debe conseguirse a través de las imágenes visuales, el color, la música y los efectos
sonoros.
Entre los metros preferidos destacan el alejandrino y el octosílabo.
NÓMINA MODERNISTA:
La poesía de Rubén Darío suele simplificarse asociándola tan sólo con mundos exóticos,
fantásticos e irreales. Pero hay también una vena dolorida. Aunque se suele identificar a
Darío sólo con una poesía de evasión y de algo verbal, no le es ajena la vertiente
pesimista.
Aunque en Rubén Darío predomine el verso, hay en sus obras algunas prosas poéticas.
Las obras más importantes del autor son: “Azul”, “Los Raros”, “Cantos de Vida y
Esperanza”, “Prosas Profanas” y “El Canto Errante”.
José Martí: padre del Modernismo. Representa el espíritu romántico y revolucionario del
ideal modernista.
Modernismo en España:
Salvador Rueda: precursor del Modernismo por sus imágenes coloristas y sugerentes y
por sus innovaciones métricas. Obras: “Poesías Completas” y “Artículos”.
Eduardo Marquina: canta al amor, al dolor, a los grandes gestos históricos, al la vida
tranquila, a la naturaleza, etc. También poemas de temas religiosos. Obras: “Vendimias”,
“Canciones del Momento” y“Juglarías”.
LA GENERACIÓN DEL 98
CONTEXTO HISTÓRICO-LITERARIO:
La época que abarca desde 1874 hasta 1931 es conocida como la Restauración. Se
distinguen tres etapas:
Azorín, Maeztu y Baroja, movidos por sus ideas revolucionarias publicaron en 1910
el “Manifiesto de los Tres”, en el que denuncian la realidad del país, la desorientación de la
juventud, la falta de valores, etc. No encuentran la acogida que esperaban con la
publicación y el fracaso les conduce hacia el idealismo y su interés se centra en la
renovación espiritual del país.
CARACTERÍSTICAS:
Europeísmo y gusto por lo castizo: intenta hacer frente a los problemas nacionales.
Idealización del paisaje: se sublima el paisaje castellano y se convierte en el símbolo del alma
española.
Preocupación por los problemas de España: el género “ensayo” se convierte en la principal fuente
de divulgación ideológica.
La Generación del 98 es considerada una generación literaria porque cumple los requisitos
que según Julius Petersen deben existir:
Sin embargo, es lícito hablar de un “grupo del 98” dentro de aquella generación; grupo
homogéneo, sobre todo en su juventud.
Es inexcusable atender a la evolución de los autores, desde sus coincidencias juveniles hasta su
progresiva divergencia.
Pio Baroja: quizá uno de los aspectos más interesantes de su aportación literaria reside
en su teoría sobre la novela. Ésta es la idea que Baroja tiene sobre la novela: una pieza
literaria en la que cabe absolutamente todo. No ha de extrañar, pues, encontrar en sus
textos reflexiones filosóficas, confesiones políticas, humorismo, aventuras y duras críticas
sociales.
Baroja también escribió las siguientes trilogías: “La lucha por la vida”, “Tierra vasca” y “La
raza”.
La angustia vital que destilan los personajes barojianos no es más que la angustia e
impotencia social del propio autor. Baroja vierte en los personajes sus propias
preocupaciones filosóficas, religiosas y políticas. En sus reflexiones sobre la construcción
de la novela, Baroja no sólo defiende la tesis de que los personajes son un
desdoblamiento del propio autor, sino que éste tiene derecho a intervenir vivamente en la
novela.
Los personajes femeninos de sus novelas no son nunca atractivos.
Azorín: también se une a la corriente de innovación narrativa del 98. Partidario de las
tramas argumentales mínimas, considera que la novela se debe limitar a describir el
ambiente y las sensaciones e impresiones de los personajes protagonistas. Además, la
verosimilitud se ha de conseguir por medio de fragmentos que transmitan al lector las
sensaciones experimentadas por el personaje en un momento determinado y no por la
acumulación de detalles dispuestos cronológicamente.
Segunda etapa: abandona los elementos autobiográficos, si bien continúa reflejando sus
propias inquietudes en los personajes. Obras: “Doña Inés” y “Don Juan”.
Tercera etapa: marcada por el vanguardismo y por el drama personal. Obras: “Félix de
Azorín Vargas”, “Superrealismo” y “Pueblo”.
Cuarta etapa: vuelta a la narrativa tras un periodo marcado por la contienda civil.
Obras: “El escritor”, María Fontán” y “La isla sin aurora”.
Esta técnica, junto con el monólogo interior, la aplica en “Niebla”, “La tía Tula”, “Abel
Sánchez” y en “San Manuel Bueno, mártir”.
Los personajes unamunianos son el “alter ego” del autor. En ellos vierte sus inquietudes,
angustias y problemas personales hasta el punto de ahogarlos en su propia existencia.