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María Emilia Cornejo (izquierda) junto a su hermana Ana María, a mediados de los años 60.
(Archivo familiar)
Si tiene problemas para definir lo que significa ser una escritora de culto, piense en María
Emilia Cornejo. Escribió muchos de sus principales poemas entre su adolescencia y su
primera juventud, desbarató los prejuicios y pacaterías de su época, su obra circuló apenas
entre unos pocos afortunados para luego pasar a ser casi inhallable, y finalmente murió con
la misma desdicha con la que vivió: suicidándose mediante un combo de fármacos que le
destrozaron el organismo cuando recién había cumplido 23 años.
Para este trabajo, el editor realizó más de 15 entrevistas y una ardua documentación que lo
llevó a toparse con datos sueltos pero relevantes, y hallazgos muy puntuales. Todo el
conjunto le permitió ir reconstruyendo la compleja vida y obra de la autora, que aquí se
presenta con un equilibrado balance entre su intimidad y su creación. Porque leer a Cornejo
significa también introducirse a una ineludible dimensión de su privacidad.
Ilustración de María Emilia Cornejo realizada por la artista Sheila Alvarado.
“Hubo personas que me llegaron a preguntar por qué quería meterme en la cama de María
Emilia y Coco –relata Casusol–. Allí me di cuenta de que ir por el tema meramente
personal no era el camino, que estaba fracasando”. Aun así, Casusol relata en un breve
pasaje de su ensayo las dificultades que tuvo para hallar a un personaje esquivo como Coco
Márquez, que al parecer inspiró varios de los versos de la escritora, incluido su famoso
poema “Soy la muchacha mala de la historia” (ver recuadro). “Él fue una persona muy
importante en la vida de María Emilia y una de las razones del colapso que ella sufrió. Yo
quería que se pronunciara porque era el gran misterio de la historia. Pero era un fantasma.
Con Rodrigo Núñez Carvallo, que lo conocía, hicimos un plan para visitarlo en el cuarto
donde vivía en Barranco.Nos hizo pasar, pero no se sentía cómodo en absoluto. Me pareció
que no había superado la muerte de María Emilia e incluso me dio la impresión de que era
una persona un poco oscura”.
En ese encuentro, Coco Márquez no respondió ninguna pregunta. Al año siguiente, Casusol
se enteró de que el hombre se había suicidado dentro de su habitación.
Carné de filiación al colegio Santa María, en Magdalena, donde estudió la poeta.
PIONERA FEMINISTA
Este libro, en cierta forma, también intenta zanjar una polémica que surgió en torno a la
obra de María Emilia hace aproximadamente una década. La comenzó el poeta José Rosas
Ribeyro, cuando dijo que los tres poemas de Cornejo que aparecieron en la revista “Eros”
en 1973, un año después de su muerte, fueron en realidad una reconstrucción hecha por él y
Elqui Burgos de unos “apuntes desordenados, dislocados” que había dejado María Emilia.
Tras esa controversia, como es de suponerse, su obra no salió bien parada, en opinión de
algunos sectores de la escena literaria peruana. A ello se sumaba la falta de manuscritos de
la poeta, que pudieran mostrar su trabajo original.
Esta edición de la obra de Cornejo, sin embargo, cuenta con un material inédito: un
cuaderno de la autora que durante 40 años estuvo en poder de su amiga Charo Arroyo, y
que recién a inicios de este año, casi sobre la hora, fue cedido para su publicación. “Antes
de tener acceso a ese cuaderno, yo entendía que la polémica en torno a la obra de María
Emilia se diera –afirma Casusol–. Pero viendo los poemas que acá figuran, me di cuenta de
que Rosas Ribeyro exageraba. La supuesta ‘reconstrucción’ que él hizo de los tres poemas
es simplemente lo que cualquier editor habría hecho con el texto de una persona que quiere
publicar. No encuentro una mayor intervención más que la de quitar versos para que el
poema sea más conciso o poner un remate que correspondía a otro poema”.
La puesta en duda sobre el valor literario de María Emilia Cornejo sería entonces, según
Casusol, el intento de minimización a una mujer por parte de unos poetas hombres. “Eso
muestra el sectarismo que había en los años 70, y que hay todavía, en nuestra literatura –
agrega el editor–. En esa época los clubes literarios se conducían como partidos políticos,
eran clubes de Tobi. Y María Emilia era una poeta alejada de todo eso, por eso se la
ningunea. Estoy seguro de que fue un acto de machismo, y que ella a la vez cumplía los
requisitos para ser una protofeminista”.
soy
la muchacha mala de la historia,
la que fornicó con tres hombres
y le sacó cuernos a su marido.
soy la mujer
que lo engañó cotidianamente
por un miserable plato de lentejas,
la que le quitó lentamente su ropaje de bondad
hasta convertirlo en una piedra
negra y estéril,
soy la mujer que lo castró
con infinitos gestos de ternura
y gemidos falsos en la cama.
soy
la muchacha mala de la historia