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El término hace referencia a cómo determinada aplicación reiterada en sujetos u objetos origina
resultados similares. Referido a un instrumento o técnica de análisis, da cuenta de su consistencia,
seguridad, precisión. La confiabilidad de un instrumento permite obtener mediciones con el menor
error posible. Dicho término posee alta significación o alcance, nos advierte sobre el sentido de
estabilidad de la información recabada, insinúa consistencia, precisión, condiciones necesarias aunque
no suficientes que luego serán complementadas.
Referir a la validez de un instrumento es hacer referencia al grado en que el mismo mide la variable
que pretende medir. Requiere en oportunidades de diversos procedimientos para determinarla y está
muy ligada al concepto que se maneja.
El término paradigma utilizado por Kuhn (1971) refiere a un conjunto de suposiciones ontológicas y
epistemológicas estructuradas, que poseen prácticas metodológicas propias.
Quienes se alinean en la perspectiva positivista la sustentan como único abordaje científico ‒por el rigor y la
organización que la ha caracterizado pero a la vez este aspecto fue el argumento que desde la perspectiva
interpretativa se señaló como el enmascaramiento de
su propia debilidad, entre otras expresiones.
De la citada dicotomía61, en definitiva, interesa subrayar el hecho de que el abordaje metodológico de ambas
perspectivas posee peculiaridades que las diferencian así como particularidades compartidas.
Ambas parten de supuestos conceptuales y formas de acercamiento al conocimiento, procedimientos, técnicas
de recolección de información, procesamiento e interpretación de los datos obtenidos, que supone tratamientos
específicos. El debate no ha quedado solo en relación con ventajas y desventajas entre los métodos y sus
técnicas asociadas. Se ha planteado con referencia también a un cierto enfrentamiento entre los paradigmas
que los fundamentan y sobre esto cabe destacar que para cada caso se requieren niveles de análisis: filosófico-
epistemológico, metodológico y técnico, que den cuenta de
modo coherente de la metodología respectiva.
En síntesis: paradigma positivista ‒cuantitativo‒ vs. paradigma interpretativo ‒cualitativo‒ requiere quizá, de
modo previo, una distinción semántica de dichos términos. Al referir a lo cuantitativo, el lector común asume
que se hace referencia a aspectos particulares, propios solo de los objetos, sujetos o cosas a estudiar porque
integran un colectivo. A los objetos o cosas se las califica, por ejemplo, por su magnitud, cantidad y a los
sujetos se les asocia con espacios determinados. Se trata de analizar estos aspectos con típicos caracteres
homogéneos. Diferente es la concepción en lo cualitativo y no se hace complejo aceptar que se referencian
cualidades de objetos, sujetos o cosas, pero en un sentido integral, comprehensivo y abarcativo de colectivos
muy determinados. Por el contrario, desde esta perspectiva interesa la heterogeneidad, sin que se pierda las
cualidades propias que los identifican como objetos, sujetos o cosas y que son a la vez peculiaridades de estos.
De hecho, el hablar de antinomia se objetiva en un debate académico que no solo tuvo como centro de
discusión las ventajas y desventajas relativas a los métodos y a las técnicas que asociadamente ofrecían, sino
que se ubicó de modo formal en el desencuentro entre posturas paradigmáticas. Del modo en que se planteaba
quedaba explícita la imposibilidad de conciliación y de hecho eran presentados como argumentos de peso las
concepciones de cada paradigma involucrado. Como argumento para disuadir la idea del uso combinado se
interpretaba que los paradigmas eran excluyentes y antagónicos, por tanto también lo eran
sus técnicas.
Según Bericat (1998: 19) (…) se entiende por método la lógica de investigación que legitima y
estructura un conjunto de decisiones y actividades planificadas con objeto de establecer enunciados
verdaderos sobre la realidad social (…) en la determinación del método (…) han de influir las
posiciones metateóricas (…) así también lo teórico y lo empírico manteniendo la coherencia
necesaria.
El planteo dicotómico tradicional, que fundaba su posición en que solo eran válidos ‒en el sentido
otorgado a la expresión validez‒ los datos y procedimientos cuantitativos, fue quedando relegado con
la aparición de los estudios de Campbell y Fiske (1959).