Prólogo I:
A casi 10 años de la creación de la División Políticas de
Género (DPG) del Ministerio del Interior, según desde
qué perspectiva se mire podemos decir que es mucho o
poco tiempo. Pero no quisiera detenerme ahora en esa
valoración, sino en los pilares en los que se apoya este
espacio para la incorporación de la perspectiva de género
en las políticas de seguridad humana: básicamente
mejorar en evaluación continua la respuesta en los casos
de violencia basada en género, incorporar el enfoque
de género, derechos humanos y diversidad en las
políticas de privación de libertad y aportar al proceso de
dignificación de la fuerza policial.
Si bien esos lineamientos están en proceso de
actualización, tienen la particularidad y la fortaleza de
que fueron pensados para brindar servicios eficaces y de
calidad a la ciudadanía en general, pero reafirmando que
la transformación debe realizarse también fuertemente
a la interna de la institución para coherencia y eficacia en
la respuesta.
Para explicar la necesidad, pertinencia y utilidad de este
enfoque, nos gusta hablar de autoescaneo o autoanálisis
continuo, tanto institucional como personal, como
ejercicio imprescindible para generar los cambios
sociales o culturales deseados. Cada uno de nosotros es
parte del problema y parte de la solución, ya que para
lograr cambios debemos empezar por casa.
En políticas públicas como en la vida privada, es
fundamental aplicar el principio de coherencia ética.
Conocer y reconocer que trabajar en género no nos
exime de que nos cause gracia una broma misógina, de
estar tentados a ejercer control sobre nuestra pareja,
etcétera. Acercarnos a conocer sobre la violencia basada
en género nos permite contar, a partir de entender el
tema, con una herramienta muy valiosa y es la certeza de
que ejercer violencia es una decisión y no una solución.
Las estadísticas anuales son claras, quienes asesinan a
sus parejas o exparejas son casi en su totalidad varones
y en los primeros 10 meses de 2018 el 100 % de quienes
asesinaron a su pareja o expareja son varones. También
los varones víctimas de homicidios son asesinados por
otros varones. Asimismo, a nivel mundial quienes más
consuman suicidios son los varones, y los siniestros de
tránsito con desenlace fatal tienen como principales
protagonistas también a los varones.
Estos datos son muy reveladores y nos pueden ayudar
a entender el porqué de la necesidad de trabajar en el
autocuidado y la construcción de nuevas masculinidades.
Este enfoque de trabajo aporta a la prevención y
protección de las víctimas y ayuda a que los varones
que hemos educado dentro de los parámetros de la
masculinidad hegemónica o tradicional aprendan otras
formas de relacionamiento con los demás y consigo
mismos, libre de violencia.
En el Ministerio del Interior entendemos que no son
posibles políticas exitosas sin el autoconocimiento
personal e institucional. Ese vital ejercicio de mirar hacia
adentro, evaluar y valorar nos ha permitido trazar un
camino hacia el crecimiento de nuestras capacidades,
habilidades y destrezas.
En este camino hemos tenido el honor de contar con
el apoyo de UNFPA inicialmente y del BID posteriormente,
para hacer posible el apoyo de expertos y expertas que
nos han acompañado en este proceso de autocuidado y
construcción de nuevas masculinidades.
Por tercer año consecutivo hemos recibido a la experta
mexicana victimóloga Magíster Geru Aparicio Laviña,
que con su rigurosidad intelectual, su claridad y las
técnicas empleadas ha facilitado la tarea de llegar a
cientos de policías y funcionariado del Ministerio del
Interior de todo el país. Funcionariado que cada año nos
hace llegar la gratitud por haber podido participar de
los talleres realizados y poder volver a sus hogares con
herramientas para mejorar no solo como profesionales,
sino también como personas.
Es importante agradecer y reconocer también a aquellos
y aquellas de otras instituciones y de la sociedad civil
organizada que son parte fundamental para que los
esfuerzos no sean aislados sino coordinados.
Queda muchísimo por hacer, pero con profesionalismo y
convicción seguimos avanzando.
Lic. July Zabaleta Acosta
Directora de la División Políticas de Género
Ministerio del Interior
3
7
La enorme convocatoria de público que tuvo el
conversatorio, en una sala colmada, superando
ampliamente la capacidad del Aula Magna Juan Carlos
Carrasco, augura nuevos tiempos. Nos enfrentamos a un
reto y un objetivo común: conocer la subjetividad del
varón femicida, con la esperanza de encontrar respuestas
a tanto dolor, frustración y miedo. Evidentemente este es
un reto que nos une a quienes nos encontramos en el
conversatorio.
En una semana intensa de trabajo conjunto, contamos
con la oportunidad de que, en el Centro de Formación
de la Cooperación Española en Montevideo, de la
8
Agencia Española de Cooperación Internacional
para el Desarrollo, Geru Aparicio presentara una
exposición magistral titulada «Claves para el trabajo
con violencia basada en género: nuevas masculinidades
y autocuidado», cuestiones claves para avanzar en el
sentido antes expresado.
El lector de este texto podrá encontrar un material que
dará apoyo a las transformaciones personales y a los
enfoques profesionales y técnicos que necesitamos
para consolidar la transformación cultural que nos
proponemos, con el fin de lograr la igualdad de derechos
y la equidad de oportunidades.
Lic. Fernando Rodríguez Añón
Programa Género, Salud Reproductiva y Sexualidades
Instituto de Psicología de la Salud
Facultad de Psicología, UdelaR
Introducción

Las masculinidades refieren a la multiplicidad de formas y acuerdos asumidos, así como en la dificultad para
que tienen los varones de construirse subjetiva y contactar con el propio deseo y procesar las emociones
socialmente, transversalizados por el contexto histórico individuales de manera saludable. Otro aspecto de la
y cultural en el cual se constituyan, signados por las masculinidad hegemónica es el mandato social puesto
relaciones de poder que surjan de los arreglos sociales sobre los varones de tener que dominar, controlar y
imperantes en cada habitus en particular. Cada varón ejercer poder sobre otras personas para construir una
ocupará un espacio de género y vivenciará en su propio masculinidad viril. En este sentido, la construcción de
cuerpo y subjetividad determinados mandatos que la dicha masculinidad vulnerabiliza a las mujeres, NNA, a
cultura le impondrá desde el colectivo social imaginario; quien la encarna y al resto de las personas con las que
cada sujeto en particular podrá ir modificando dicho comparte la convivencia cotidiana, dado que dicha
espacio según su grado de conciencia y la evaluación que dificultad se despliega sobre parejas y exparejas, siendo
lleve a cabo en cuanto a la relación entre los beneficios ellas aquellas con quienes se genera una mayor intimidad
y los perjuicios de moverse hacia una masculinidad emocional y vincular.
diferente de la hegemónica.
El femicidio es el crimen más violento que se puede
De Keijzer (1998) plantea que la construcción de la ejercer sobre una mujer (Diana Russell), implica quitarle
masculinidad en América Latina representa un factor la vida. Es un crimen misógino, por odio hacia las mujeres
de riesgo tanto para las mujeres, los niños, niñas y y todo «lo femenino», por el solo hecho de ser mujer.
adolescentes (NNA) como para los mismos varones.
En este sentido, existe una relación directa: a mayor Los femicidios se generan en el contexto de sociedades
identificación del varón con los rasgos hegemónicos de tolerantes a la violencia de género y específicamente
la masculinidad, mayores serán los riesgos de daño sobre a la violencia hacia las mujeres y las niñas. Lagarde
sí mismo y sobre otras personas. (2015) plantea que la responsabilidad del femicidio
corresponde a los victimarios femicidas, a la sociedad
Entonces, la construcción de la masculinidad en general y al Estado, el cual reproduce ese orden
hegemónica en nuestra cultura patriarcal produce patriarcal. El femicidio es un homicidio que tiene su
cuerpos y subjetividades masculinos vulnerables. origen específico en la organización social de género,
Dicha vulnerabilidad se basa en la disminución de la vale decir, en el patriarcado, para luego encarnar en los
capacidad del sexo-género masculino para hacer frente sujetos masculinos como perpetradores de violencia
a las responsabilidades propias respecto a las decisiones emocional, económica, verbal, física y sexual.

1200 12.0
10.2

1000 10.0

800 8.0
5.8

600 6.0

400 4.0
2.6

2.2

2.0

1.6

200 2.0
1.3

1.3

1.1

1.1

1.1

0.9

0.8

0.7

0.6

0.5

345 264 221 119 110 53 109 23 251 1133 36 18 122 116 144 43
0 0.0
El Salvador Honduras Guatemala República Bolivia Est. Paraguay Ecuador Uruguay Argentina Brasil Costa Rica Panamá Venezuela Perú Colombia* Chile*
(2017) (2016) (2017) Dominicana Plur. de) (2017) (2017) (2017) (2017) (2017) (2017) (2017) (Rep. Bol. (2017) (2017) (2017)
(2017) (2017) de)(2017)
Número absoluto Tasa por 100.000 mujeres

Comparaciones sobre la prevalencia de los feminicidios en

América Latina y el Caribe (cepal, 2017).

9
Durante el 2017, en 23 países de América Latina y el Caribe
al menos 2.795 mujeres fueron víctimas de feminicidio
de acuerdo con datos proporcionados por organismos
públicos de esos países al Observatorio de Igualdad de
Género de América Latina y el Caribe de la CEPAL.
La gravedad de este flagelo, resultado de la construcción
de la subjetividad masculina en la órbita del patriarcado,
ha obligado a 18 países de América Latina a modificar
y construir nuevas leyes que sancionan el feminicidio.
Estos países son: Costa Rica (2007), Guatemala (2008),
Chile y El Salvador (2010), Argentina, México y Nicaragua
(2012), Bolivia, Honduras, Panamá y Perú (2013), Ecuador,
República Dominicana y Venezuela (2014), Brasil y
Colombia (2015), Paraguay (2016) y Uruguay (2017).
En Uruguay, estamos teniendo cifras que han puesto en
alarma a la población respecto al ejercicio de los derechos
humanos (Cumbre de Viena, 1993) de todas las personas,
y específicamente los derechos humanos integrales de
las mujeres y las niñas respecto al derecho a la vida y, por
otra parte, el derecho a una vida libre de violencia.
Los estudios de varones y masculinidades plantean que
el ejercicio de la violencia de género y específicamente
la violencia hacia las mujeres no daña fuertemente solo
a las mujeres y niñas, sino que también genera efectos
nocivos sobre los perpetradores de violencia, dado que
un varón que vive su vida vinculándose en un formato
violento no podrá establecer un equilibrio emocional,
relacional y un saludable proyecto de vida.
Los desafíos que se proponen para el Uruguay en los
planteos de esta clase magistral y este conversatorio
implican:
• Construir programas en salud sexual y salud
reproductiva para varones adolescentes y adultos
en todo el país, con el objetivo de mejorar el
cuidado de su salud, su propia sexualidad, así
como la del resto de la población con la que se
relacionen sexualmente, incluso el ejercicio de una
paternidad responsable.
• Incorporar en la educación formal e informal el
trabajo con varones desde etapas evolutivas
tempranas, con el fin de construir masculinidades
positivas y activas, con una base ética de cuidado,
empatía, responsabilidad y alteridad.
• Comprender la constitución subjetiva de los varones
que ejercen violencia física y poder acercarse al
pronóstico de quienes podrían llevar a cabo un
femicidio, lo que implica la creación de políticas
públicas que permitan la prevención y por tanto la
erradicación de dicho fenómeno.
• Fomentar la ética del cuidado a nivel nacional
mediante políticas públicas que recomienden y
10
promuevan que los varones cuiden su propia salud
y la salud física y mental de todas las personas con
las que se relacionen.
• Poner énfasis en la construcción e incorporación
del enfoque de transversalidad de género en la
política intersectorial estudiando la posibilidad
de generar dispositivos institucionales que
promuevan la incorporación del enfoque de
género y masculinidades en las políticas públicas
en general y en el sistema educativo formal del
Uruguay.
• Generar un programa intersectorial integral
que atienda a la infancia, para contribuir a una
constitución identitaria masculina alternativa
a la hegemónica, en la que los varones no se
constituyan como tales a partir de una base de
misoginia y homofobia.
• Generar políticas públicas que atiendan al trabajo
con varones en todo el país, tanto con dispositivos
individuales como grupales, para la deconstrucción
de la masculinidad hegemónica, la cual conduce a
la violencia física y sexual masculina.
• Repensar los programas estatales respecto a la
atención a varones que ejercen violencia con
el objetivo de distribuirlos por todo el país y
encontrar modelos y metodologías de trabajo
con varones, tanto individuales como grupales,
eficientes para erradicar la violencia masculina, así
como para la detección del riesgo de femicidio.
• Establecer acuerdos interinstitucionales que
permitan fortalecer el análisis del femicidio a
nivel nacional respecto a la necesidad de detectar
períodos del año en que se incrementa el femicidio,
cifra negra de denuncias en violencia doméstica,
conductas masculinas que dan cuenta de riesgo
de femicidio y diseñar estrategias de cuidado hacia
mujeres, niñas y niños.
• Generar convocatorias globales y particulares para
cada sector poblacional masculino diverso en
Uruguay, en la deconstrucción de la masculinidad
patriarcal, para lograr así la construcción de
una masculinidad positiva para la convivencia
democrática y una mejor calidad de vida para la
población en general.
Este documento contiene la desgrabación de una clase
magistral sobre masculinidades con una victimóloga
experta mexicana invitada por UNFPA y BID, la magíster
Geru Aparicio, y un conversatorio con la misma experta
y un especialista en trabajo con varones de Costa Rica,
el magíster Álvaro Campos, invitado por el Centro de
Estudios sobre Masculinidades y Género OSC.
La clase magistral se llevó a cabo en el atrio del Centro
de Formación de la Cooperación Española en la Ciudad
de Montevideo, el viernes 26 de octubre del presente,
con el apoyo de UNPFA y BID, y la organización de la
División Políticas de Género del Ministerio del Interior
de Uruguay. La clase se tituló «Claves para el trabajo con
violencia basada en género: nuevas masculinidades y
autocuidado». En esa instancia, Aparicio dio cuenta de
cómo se construye la masculinidad hegemónica y cuáles
son los modelos alternativos para coconstruir una «nueva
masculinidad» basada en la ética del cuidado hacia otras
personas y el cuidado de sí mismo.
El conversatorio «“La maté porque era mía”.
Aproximaciones a la subjetividad del varón femicida»,
11
que se llevó a cabo en la Facultad de Psicología de la
UdelaR, el día 17 de octubre de 2018, tuvo el objetivo
de problematizar cómo, por qué, de qué manera y en
qué medida algunos varones pueden llegar a matar a
sus parejas o exparejas mujeres. La temática ha sido
estudiada levemente en la región, dado que ha sido
problematizada desde la perspectiva de la mujer como
víctima de femicidio, pero no se ha profundizado lo
suficiente en la subjetividad del varón que lleva a cabo
esa violencia.
La multiplicidad de instituciones y organizaciones que
tomamos la iniciativa de co-construir estas instancias
para compartir experiencias y coconstruir conocimiento
nuevo esperamos que sea provechoso y genere nuevos
aportes para pensarnos como personas en proceso
de cambio, hacia un país libre de violencia y una
masculinidad más consciente e igualitaria.
Lic. Darío Ibarra Casals
Director y coordinador del Área de Capacitación
Centro de Estudios sobre Masculinidades y Género OSC
www.masculinidadesygenero.org.uy
 Clase magistral
«Claves para el trabajo con violencia basada en género:
nuevas masculinidades y autocuidado»1
Apertura
Ana Vicenta Martínez2
Estamos muy contentos de alojar de nuevo actividades
promovidas por la División Políticas de Género del
Ministerio del Interior y por UNFPA. La Cooperación
Española y el Centro de Formación en particular vienen
apoyando desde hace mucho tiempo todo aquello que
pueda luchar contra la violencia basada en género contra
las mujeres y las niñas, particularmente.
Les doy la bienvenida y el agradecimiento a nuestros
socios. Enseguida va a hablar Juan Meré, asesor en VIH-
sida del Fondo de Población de las Naciones Unidas.
Luego le daremos la palabra a July Zabaleta, directora de
la División Políticas de Género del Ministerio del Interior.
Y por último tendremos a la experta Geru Aparicio Aviña,
psicóloga, especialista en victimología, perspectiva de
género, masculinidades y derechos humanos.
1. Participan Geru Aparicio, Ana Vicenta López, Juan Meré, July Zabaleta
y Fernando Rodríguez.
2. Coordinadora de Formación del Centro de Formación de la
Cooperación Española en Montevideo.
13
Juan Meré3
Buenos días. Quisiera comenzar refiriéndome
brevemente en donde estamos parados respecto del
contexto regional, para entonces reconocer la centralidad
de estas actividades de empoderamiento, como será la
conferencia de hoy de Gerú.
Estamos asistiendo a una ola de movimientos
coordinados y apoyados cuestionadores de los avances
reclamados y logrados, en muchos países, en derechos
humanos, en igualdad de género, en diversidad sexual,
todo lo que representa una barrera a la inclusión social,
a la no discriminación y en definitiva al “no dejar a
nadie atrás”, como es el lema y meta de la Agenda 2030
de desarrollo equitativo y sostenible Este contexto
que estamos teniendo en América Latina desde bien
arriba no es producto de un movimiento casual ni una
coincidencia coyuntural, es un dato que debe tenerse
en cuenta porque puede tener impactos también en
nuestro país, en toda la dinámica de implementación
de políticas públicas por la inclusión, por la igualdad de
3. Asesor en vih-sida del Fondo de Población de las Naciones Unidas.
género, por la diversidad que está desplegando el país
desde hace varios años.
En ese sentido, todos ustedes desde sus lugares pueden
ser portavoces y vectores activos para hacer carne los
derechos humanos de todas las personas, cualquiera
sea su condición social, étnica, cultural. Todos ustedes
son actores de terreno, actores institucionales también
y por ello quiero en particular hacer una clara referencia
a la tarea permanente e intensa que lleva adelante la
División de Políticas de Género del Ministerio del Interior
en el marco del de las políticas de seguridad humana. El
equipo del Fondo de Población de las Naciones Unidas
ha tenido el privilegio de acompañar esta política por la
igualdad de género y los derechos de las personas LGBT en
la formación policial para el trato cotidiano con colegas
y con la ciudadanía. Por lo cual estamos asistiendo a un
cambio o un reforzamiento de esas políticas del buen
trato, de respeto, de defensa de los derechos humanos
de todos los ciudadanos y todas las ciudadanas, más
allá de su orientación sexual, su identidad de género
o su condición social. Es en el barrio, en la calle, en la
comisaría o en el espacio público, donde esperamos que
cristalicen fuertemente los resultados de las políticas
que lleva adelante la División liderada por July Zabaleta
con un equipo de técnicos comprometidos y expertos.
Finalmente, quiero reconocer esta manera de trabajar
compartida tanto por UNFPA como por la División, que
es reconocer que en otros lados también hay buenas
prácticas, buenas experiencias y buenos profesionales,
que han implementado acciones por la igualdad de
género y la promoción de masculinidades empáticas,
no violentas, igualitarias en el marco de una respuesta
más eficaz, más contundente al fenómeno dramático
de la violencia de género. Hoy tenemos el privilegio de
contar, por tercera vez en nuestro país, con Gerú Aparicio,
una querida amiga y una querida profesional que cada
vez que viene comparte con amplia generosidad su
experticia y su experiencia. Esta vez recorriendo el país,
desde Montevideo hasta Artigas! Recuerdo la primera vez
que vino y dio una conferencia en la Escuela Nacional de
Policía, donde estaban el Ministro y los Jefes de Policía de
los 19 departamentos, y todos pensamos que pasada la
apertura del acto protocolar se retirarían. Sin embargo, ni
el Ministro ni los Jefes se movieron y todos asistieron a la
totalidad de la conferencia de más de dos horas de Gerú.
Con una modalidad afectuosa y delicada, Gerú comparte
reflexiones y análisis sobre vivencias y situaciones de la
vida de real de nuestros país, nos hace pensar, reflexionar,
cuestionarnos, sobre todo a nosotros los varones, a ver si
logramos una transformación saludable. Es decir, cambiar
radicalmente las masculinidades violentas, patriarcales,
machistas, autoritarias, que están en la raíz de la violencia
de género hacia relaciones igualitarias y no violentas entre
todas las personas.
El Fondo de Población de las Naciones Unidas está
profundamente comprometido con la búsqueda de
14
la igualdad de género, es una dimensión sustantiva de
nuestro mandato, por lo cual es un privilegio compartir
esta actividad, y sobre todo este compromiso de
cambio, con ustedes, con la División de Políticas de
Género, el Centro de Formación de la Cooperación
Española, la casa de los derechos, y la presencia de Gerú.
July Zabaleta4
Es el tercer año consecutivo que podemos contar con la
visita de Geru y trabajar con ella, que año a año se supera
y nos sorprende.
Ayer estábamos en una actividad realizada por Mujer
Ahora, en que teníamos que contar qué habíamos hecho
desde la aprobación de la Ley 19.580, o Ley Integral de
Género, como la conocemos comúnmente. Y a mí me
resultaba incómodo decir que ya veníamos trabajando
desde antes de la ley, porque se podía confundir con
decir «tenemos todo hecho, todo controlado», que no
era la idea del mensaje. Por eso esto de contarles que
es el tercer año que Geru nos acompaña tiene que ver
con que la Ley Integral de Género llega luego de un
trabajo interinstitucional e intersectorial que tiene ya un
tiempo y que de hecho se ha visto reflejado en el plan
de acción nacional. Entonces en el Ministerio de Interior,
si bien la ley no fue una novedad, porque participamos
en el proceso de elaboración del proyecto, luego de
aprobada estamos incluyendo acciones específicas
para su implementación. Porque no nos alcanza con
tener los instrumentos legales, no nos alcanza con tener
determinados recursos para que la ciudadanía pueda
acceder a denunciar, siempre estamos buscando que los
servicios que podamos brindar, además de ser accesibles,
sean de calidad.
Seguramente nos falta muchísimo, pero no podemos
desconocer que en estos últimos años el número de
denuncias, por ejemplo, por violencia doméstica ha
aumentado exponencialmente. Eso tiene que ver con un
trabajo de mejora en la recolección de la información, de
intentar bajar los subregistros, y también tiene que ver
con esa sensibilización y esas capacitaciones que venimos
haciendo desde el 2009 en forma continua, ya sea curricular
o extracurricular, gracias a las cuales hoy la policía identifica
cuando hay una situación de violencia doméstica.
Hagamos el ejercicio de recordar, en 2009-2010 el
tema de conversación todavía era que la gente iba a
denunciar y en la seccional o en la unidad no le tomaban
la denuncia. Hoy puede suceder en algunos lugares,
pero la diferencia es que la ciudadanía tiene un lugar, en
realidad varios lugares, adonde ir y denunciar que eso le
sucedió y eso se repara.
4. Directora de la División Políticas de Género del Ministerio del
Interior.
Era impensable ocho años atrás, recién empezábamos.
En el Ministerio del Interior hubo voluntad política
para que se incluyeran capacitaciones, éramos un
equipo muy chico, pero los recursos para las temáticas
de género surgen solamente después de demostrar la
necesidad con mucho trabajo previo. En ese sentido, la
cooperación ha sido fundamental para nosotros, UNFPA,
la Cooperación Española, este año también hicimos un
montón de actividades con el apoyo del BID. Pero quiero
resaltar ese rol, tanto del Centro de Formación de la
Cooperación Española como de UNFPA, que ha sido para
nosotros siempre como el colchón, como quien nos
mima y nos estimula en el trabajo que hacemos, porque
no es tan fácil encontrar tantos adeptos cuando uno está
abordando un tema nuevo.
Hablar de diversidad sexual en la policía, que la policía
tenga una guía de formación en materia de diversidad
sexual fue para nosotros y nosotras el fin de un proceso,
pero el comienzo de un gran desafío, que es que los
policías lean esta guía.
Entonces no tengo más que agradecimiento, porque a
solas no se puede hacer mucha cosa y en estos temas
tan complejos si no tenemos el acompañamiento, la
discusión y el entendimiento con otras instituciones, con
otros organismos, y el continuo diálogo con la sociedad
civil, no podemos avanzar.
Agradecer, agradecer y agradecer, y sobre todo que puedan
disfrutar la clase de Geru, que es de muchísima calidad.
Otra cosa que me llama la atención es que entre los
primeros participantes en llegar hoy a esta clase
magistral estuvieron los negociadores de la Guardia
Republicana. Imaginen si unos años atrás la Guardia
Republicana iba a pedir formación en género, en
diversidad sexual. Y sin embargo, en nuestro caso,
aunque faltan cosas por mejorar, ya estamos casi
naturalizando ese vínculo estrecho, porque estamos en
continua coordinación.
Fernando Rodríguez Añón, que está ahí y ha sido
también nuestro docente de masculinidades, ha vivido
los procesos con los policías, desde cuando llegan a
trabajar la masculinidad como enojados, diciendo «¿y
esto qué será?» y otras cosas, hasta el cambio que se
produce cuando terminan los talleres sobre nuevas
masculinidades.
Entonces, el trabajo de la División se hace hacia dentro
y hacia fuera, pero cuando se hace hacia dentro siempre
buscamos que venga alguien de fuera, que venga esa
mirada de fuera, un poco más objetiva, para no hacernos
trampa a nosotros mismos.
15
Clase magistral
Geru Aparicio
Antes de comenzar les cuento un poco. Yo soy psicóloga
y hace años me enfoqué mucho tiempo en la tanatología,
en los procesos de pérdida, por enfermedad terminal,
muerte, etcétera. Y me llamaba la atención que la mayoría
de los hombres que consultaban era por procesos de
pérdida de expectativas, o sea, procesos de pérdida
de vínculos, ya sea por una ruptura, un divorcio, y esta
incapacidad de lidiar con las emociones de pérdida, de
dolor, etcétera.
Pasaron años, yo hacía también peritajes para víctimas
de violencia, y después tuve la oportunidad de trabajar
en la Fiscalía en un área de generadores de violencia. Allí
llegaban hombres en tentativa femicida o feminicida —
antes de que se reconociera el tipo penal de feminicidio
en México se le decía homicidio, pero aun así el perfil era el
mismo—, y antes de elaborar el peritaje a veces conversaba
con ellos cuando estaban detenidos y me narraban toda la
dinámica que sentían acerca de qué los había llevado a tal
hecho. También había hombres generadores de violencia
emocional, física, que no habían llegado a tentativa de
feminicidio, sin embargo todos presentaban el mismo
perfil: ninguno reconocía que había ejercido violencia.
Había un perfil de doble fachada, y empezamos a ver
ciertas características; por supuesto, ellas siempre estaban
locas, ellas eran las locas, ellas eran las conflictivas, había
una retórica sistemática en cada uno.
En ese contexto conocí los grupos de masculinidades.
Ahí conocí a Fernando Rodríguez, a Darío Ibarra y
empezamos a platicar sobre qué podíamos hacer cuando
alguien no se identifica como violento. Porque los
procesos de reeducación que mandata la ley funcionan
perfectamente bien cuando hay un ejercicio de voluntad,
pero ¿y cuando no lo hay?
Si alguien ha ido a terapia sabe perfectamente que el
primer punto es salir de la negación y querer asistir de
manera voluntaria, no porque lo manden. Entonces
empezamos a trabajar conjuntamente en cuáles serían
los beneficios. Tenemos que buscar cómo cambiar un
ejercicio de violencia, naturalizado, normalizado, por
algo que les sea atractivo, por un beneficio concreto,
tangible y observable. Porque si el hombre no ve un
ejercicio de beneficio, va a seguir replicando la misma
dinámica por control, por dominio y por un patrón de
cultura ancestral.
En 2015 presentamos un primer acercamiento a un
trabajo conjunto, México y Uruguay, en el Coloquio de
Masculinidades en Santiago de Chile. Y desde el 2015
hemos estado trabajando, cada uno en su ámbito, en
crear una metodología que nos permita trabajar no con
generadores de violencia, sino con las masculinidades,
porque generalmente cuando hablamos de una
perspectiva de género se piensa en las mujeres; lo vemos
en los cursos, están llenos de mujeres. Qué bueno, pero
¿y los hombres? Llegaba a un curso de hostigamiento
y acoso sexual y había tres hombres y el resto eran
mujeres. Entonces, ¿por qué los hombres no se sienten
convocados?
Ahí fue crear la metodología, no de violencia como tal,
porque, independientemente del ejercicio de violencia,
nadie quiere verse como violento o violenta.
Vamos a hablarle a lo que se llama sujeto epistémico, a
quien queremos transformar. Porque como victimóloga sé
que todas las políticas públicas en el sistema de justicia le
exigen a la víctima prueba de su victimización. Y los delitos
de violencia doméstica, violencia familiar o violencia
sexual, por su naturaleza, son delitos ocultos, solamente la
víctima lo sabe, a veces no hay testigos. Pero es el sistema
que le pide a ella, o a los niños en el caso del abuso sexual
infantil, su palabra versus la del presunto.
Entonces siempre les pregunto a policías, fiscalías y
jueces en materia de violencia doméstica: «¿Por qué le
pide a la víctima que muestre, que vaya a terapia, que
se transforme, cuando ella no está cometiendo el delito?
Búsqueme en el Código Penal el delito de codependencia
emocional. Búsqueme en el Código Penal que no acceda
a sus derechos, búsqueme el delito que ella cometió».
No hay delito, la víctima de violencia doméstica no
cometió un delito, pero es la que tiene que probarlo ante
el sistema. Mientras que el imputado, en presunción de
inocente —lo cual está bien—, no se siente con la carga
psíquica de manifestar que está cometiendo un delito,
o sea, no le corre prisa. El sistema es muy perverso al
pedirle a la víctima que llegue a un grado de despojo
psíquico, físico para creerle. Está muy mal planteado el
sistema.
Y así empezamos con este desafío. Retomo las palabras
de Juan: ¿por qué nos estamos enfrentando a una
resistencia para dejar los derechos humanos a un lado, la
igualdad a un lado, la diversidad a un lado? ¿Por qué nos
estamos encontrando con dirigentes que pugnan por
un retroceso? Porque cuando tienes una infección te da
fiebre, se exacerba el síntoma; cuando una enfermedad
o una infección empiezan a quebrar estructura, se
exacerba el síntoma. Entonces algo estamos haciendo
bien, puesto que el contexto se está poniendo más
resistente al ejercicio de la igualdad de derechos. Es una
buena señal, quiere decir que hay que continuar, porque
por supuesto que la detonación en la acción de defensa
de derechos humanos tiene que ver con una barrera de
frustración de una inminencia de orden, se trastoca un
orden social ancestral y eso da miedo.
Es la teoría de la fractalidad. El mismo discurso que
me decía un hombre: «Es que si me pides que yo deje
de generar violencia, que deje salir a mi esposa, que
deje que ella haga lo que quiera, no me va a respetar.
16
Si dejo la violencia, ¿cómo me hago escuchar, cómo
me hago respetar?». Es obvio, quien no conoce otra
condición de vida se resiste a la igualdad. Y vemos que
hay una energía emocional siempre. Esto quiere decir
que también tenemos un proceso de simulación en que
aparentemente nos importan los derechos humanos,
aparentemente es un discurso políticamente correcto,
pero a la hora de hacer un balance profundo vemos
que no. Más bien es discurso, pero la estructura no
cambia nada. Entonces tenemos el tratado internacional
que mandata la CEDAW, sus tres principios básicos: no
discriminación, igualdad sustantiva y responsabilidad
estatal. «La violencia es una ofensa a la dignidad
humana y una manifestación de las relaciones de poder
históricamente desiguales entre mujeres y hombres». Y
empezamos a hablar a partir de un tratado internacional
de esto que llamamos «discriminación biologizada»,
cuando todavía tenemos dirigentes que estructuran
políticas públicas con este sustento. Entonces hay que
estar manifestando cómo trasciende esta violencia y
queda acotada en el imaginario colectivo nada más a las
mujeres, pero el que genera violencia no ve los impactos.
Aquí lo que nos interesa es ver qué está haciendo el
Estado por adoptar leyes y políticas sobre prevención,
pero en la mayoría de los casos de violencia doméstica
nos enfocamos en la atención, se atiende a la víctima.
¿Para qué queremos llegar a la atención, cuando ya está
el impacto de las violencias? Queremos llegar antes,
con la prevención, pero no la prevención dirigida a las
víctimas nada más, la prevención tiene que estar dirigida
también hacia quien genera violencia. ¿Y qué pasa si el
que genera violencia no se siente violento?
Nos vamos a la estructura e identificamos esto. Cuando
se está acostumbrado al privilegio, la igualdad se vive
como es, entonces se crean políticas públicas que
sensibilizan a las mujeres sobre sus derechos, ya hay
una intolerancia social de las mujeres para aguantar la
violencia. Ellas empiezan a actuar desde el enfoque de
derechos humanos, a hacer valer sus derechos, pero
nadie le informó a la población de hombres. Hoy día
no hay políticas públicas enfocadas en los hombres
para transformar también el concepto que tienen sobre
ser hombre. Entonces vienen estos discursos: «Es que
ahora las leyes protegen más a las mujeres». Que lo
diga un ciudadano, una ciudadana puedes entenderlo
porque todavía no hay una cultura de promoción de
los derechos humanos para toda la población, pero que
te lo diga un juez o un policía, que alguien del Estado
replique esto ya empieza a molestar, porque realmente
se lo cree. Yo siempre les pregunto (trabajo con policías
y Fuerzas Armadas en México): «A ver, compañero,
dígame qué ley no protege a los hombres». La realidad
es que todas las leyes protegen a todas las personas
jurídicamente, pero si vamos a lo cultural, todos sabemos
que cuando hablamos de violencia siempre nos van a
decir «yo conozco una mujer que es violenta», «al primo
de un amigo le pega su esposa», todo el mundo tiene
ese discurso. Y digo: «Sí, porque usted está pensando
que una mujer que vive violencia se tiene que aguantar»,
en el imaginario colectivo una mujer que hace defensa
es violenta. Tiene que ver con esto, no se identifica cuáles
son los privilegios. Y por supuesto que a partir de que se
empezó a hablar de perspectiva de género, a capacitar, a
sensibilizar, a profesionalizar, se nos olvidó incluir en las
políticas públicas la deconstrucción de una masculinidad
que todavía plantea, desde su estructura del padre
de familia del derecho romano, ser el responsable y el
dueño de la mujer y de sus hijos. Viene de la estructura
de los códigos, el Estado en sí está basado en esta figura
del derecho romano.
El problema es que si esto es ancestral y ellos no se
sienten convocados para la deconstrucción, no podemos
esperar que venga de la ciudadanía de los hombres la
deconstrucción. Tiene que venir de una política pública
y una metodología especializada, no para la violencia,
no para generadores de violencia, sino antes, en cómo
se comienza a conformar la masculinidad, cómo aprende
a ser hombre.
Simone de Beauvoir decía «si las mujeres nos hacemos,
también los hombres». Y veíamos que todos los hombres
cuando hablábamos de los derechos de las mujeres se sentían
agredidos, agraviados, peor: «víctimas». Y empezamos a
hablar de privilegios, como no se identifica el ejercicio de
violencia, hay que empezar a hablar de los privilegios.
¿Qué privilegios te da ser varón? ¿Qué privilegios te
da tener un cuerpo de varón? ¿Hay distinción con las
mujeres? Estos son ejercicios que hago con policías y con
servidores públicos. No vamos hablar de las víctimas,
las víctimas hacen todo para su supervivencia, todo lo
que hace una mujer víctima de violencia doméstica está
enfocado en la supervivencia. Vamos a quien no se siente
invitado a la perspectiva de género.
Y empezamos a hablar de lo que es la masculinidad
hegemónica, de la subordinación, la que sigue creyendo
en esta discriminación biologizada en la que las
mujeres deben subordinarse. Comenzamos a hablar de
patriarcado, este abuso de poder naturalizado. Y desde
una política pública empezamos a retomar lo que varios
amigos han creado y a identificar que cuando yo pregunto
«¿A quién matan más? ¿Quién muere de manera violenta
en mayor cantidad?, ¿hombres o mujeres? Hombres.
Cuando haces otro análisis dices: matan más de manera
violenta a hombres que a mujeres, ¿pero quién los mata?
Los hombres. ¿Y quién mata a las mujeres de manera
violenta? Hombres. Pero ¿qué hombres?, ¿qué vínculos?
Parejas. O sea los vínculos, porque esto no es una guerra
de hombres contra mujeres, se trata de transformar un
sistema de creencias más complejo, y lo más perverso
es que lo quieren llevar a una guerra de hombres contra
mujeres, porque tú tienes que identificar a quien no
quiere que se transforme la estructura, a quien quiere
llevarlo a ese plano: divide y vencerás.
17
Yo como mujer feminista trabajo con hombres. La
postura es así: lo que queremos transformar es el sistema
de creencias, el enemigo no es una persona, no somos
enemigos, es un sistema de creencias que nos habla de
un ejercicio de abuso de poder, de control y dominio
sobre cuerpos femeninos, niños, niñas y adolescentes.
Entonces empieza el dilema de muchos hombres: «si
no quiero ser un hombre masculino hegemónico, ¿qué
voy a ser?, ¿en qué me voy a convertir?». Y viene el temor
ancestral: ser mujer, la feminización. O sea, «si tú me
estás pidiendo que deje de ser el hombre que aprendí,
entonces me estás pidiendo que sea mujer». No es una
dialéctica así, estamos tratando de que construya otro tipo
de masculinidad, no violenta. Y eso implica un proceso
creativo, es un proceso subjetivo, porque así como hay
muchos feminismos y muchos tipos de mujeres, también
debe de haber una estructura que permita a los hombres
ser disidentes de una masculinidad hegemónica que en
un ejercicio de reflexión los devuelva mejor.
Entonces se empezó a profundizar en la perspectiva
de género enfocada en el estudio de varones y
masculinidades, una estructura metodológica para que
el hombre empiece a ejercer un proceso de reflexión,
se involucre en la construcción de conciencia social,
ese goce de derechos humanos, y que realmente exista
la igualdad sustantiva, porque si no, nos quedamos
en un ejercicio jurídico, una ficción jurídica. Lo que
hemos creado y reflexionado en el Centro de Estudio de
Masculinidades y Género es que se tendría que trabajar
con los varones. Primero por el valor ideológico, cómo se
aprende: misoginia, homofobia, poder y dominio. Poder
cognitivo, cómo procesa la realidad. El nivel de acción,
sus formas de interacción con otras personas. El nivel
emocional, cuál es su mundo interno, cuáles son sus
miedos.
A partir de ese trabajo que desarrollamos en el 2015,
descubrimos ciertos aspectos que serían las claves:
ofrecer alternativas a la masculinidad hegemónica,
fortalecer la autonomía emocional, abandonar la
búsqueda de felicidad a través de una mujer, conseguir
la autosuficiencia logística, procesar las emociones
básicas, miedo, tristeza, alegría, dolor, esperanza. Todos
estos son trabajos que hemos identificado en el trabajo
con varones, son los temas que traen en los procesos
terapéuticos, y también en las capacitaciones con policías,
con fiscalía, todos los varones siempre salen estos temas,
el seguir creyendo en el manejo emocional que tienen,
que depende de la esposa, que los manipula, hasta dicen
que ellas saben manipular. Hay una sensación de que
como no tienen ejercicio de poder sobre sus emociones,
creen que ellas son las manipuladoras por excelencia de
su emoción. Hay que empezar a quebrar estos mitos.
Nuestro maestro Antonio Ramírez nos decía que la
mayoría de los varones ven a las mujeres en esta función
de ser reguladoras emocionales. ¿Qué es esto de ser
reguladoras emocionales? Que le esté interpretando las
emociones, incluso los estados físicos; me llaman mucho
la atención ciertos discursos: «estás enojado», «tienes
hambre», «ya vete a descansar». He visto una dinámica
en que los mandan a bañar, en que la parte práctica y
cotidiana de la vida de un hombre depende de la directriz
de la mujer.
Yo vivo en Coyoacán, en Ciudad de México, donde hay
un montón de departamentos, y mi vecino se divorció,
la ex-esposa se fue y un vecino de abajo quedó viudo.
Entonces procesar el duelo con mis vecinos fue terrible,
porque ves el gran dolor que hay cuando la vida les
dispone la pérdida de una mujer, ya sea por muerte o por
divorcio, y el quiebre, en el que por supuesto hay alcohol,
drogas, música, fiesta, llanto, o sea, no tener una manera
de lidiar con el duelo. Todos los procesos que hacían eran
destructivos para ellos, y a mí me daba mucha angustia
porque sabía lo que estaban sufriendo, los oía llorar, pero
cuando nadie los escuchaba, o subían toda la música
muy fuerte. Claro, años entrenados para que la mujer sea
la reguladora de sus emociones o de su supervivencia
en la cotidianidad. Estoy hablando de adultos de 50 o
60 años, que todavía viven en una estructura cognitiva
de subordinación por proveeduría, en que «yo cumplí
mi papel de ser proveedor, ella de hacerse cargo de la
crianza», y de repente la vida y tal.
Deconstruir el estereotipo de amor romántico. Esto lo
basaba en los discursos ya sea de hombres que iban a
terapia por alguna pérdida, de grupos terapéuticos,
de hombres detenidos por tentativa de feminicidio o
femicidio. Ellos eran buenos hombres que les habían
dado todo a sus mujeres: «Le di todo», «¿Qué es todo?»
«Todo mi amor, todo mi tiempo, todo mi dinero, y la
desgraciada se fue, la maldita se fue, no lo quiso, se fue
con otro hombre que la maltrata, otro hombre malo, y yo
me quedo sin ella», empieza a haber todos estos mitos.
Esto es muy fuerte. Por ejemplo, yo tengo un hijo varón,
tiene 15 años, y el año pasado compró un peluche, lo
veo que estaba bien emocionado haciendo una cartita,
y le digo: «Ah, ¿le vas a regalar esto a alguien?», y dice:
«Obvio, sí, a Alexa». Y ahí pensé: «¿Estará contemplando
el rechazo?, ¿cómo lo procesará? Pero él tendrá que
vivir... ». Y al final le digo: «Después de que le entregues
el peluche, ¿cuál es tu expectativa?», y él contesta: «Ah,
pues, que vayamos al cine, luego a andar en bicicleta»…
Y ya se hizo su historia, ya se sentía correspondido. Ahí
fue cuando le dije: «Oye, pero ¿ya has considerado que
igual no le gustas?». Es muy fuerte que una mamá le
diga eso a su hijo; estaba con mis papás y me dicen «Qué
mala madre, le quitas la autoestima». Pero le digo: «No,
es verdad que es una posibilidad, 50 por ciento de que sí
le gustes y 50 por ciento de que no, entonces está bien
ese intento, pero acuérdate de que no es su obligación
ni aceptar el peluche ni aceptar tu invitación». Se va a
sentir horrible y lloraremos juntos, pero ya está, son las
emociones y hay que vivirlas todas. En efecto pasó, le
entregó el peluche y no fue correspondido, pero ya iba
18
con esa idea, ya sabía que había posibilidad de que no. Y
está bien, esos son los primeros duelos que los hombres
tendrían que empezar a procesar.
Cuando les preguntaba «¿cuál es tu idea de pareja?»,
todavía me siguen contestando lo de la media naranja
y la complementariedad, y yo les decía: «Pero ¿para qué
necesitas? ¿Cuál es el complemento que según tú a ti
te falta?». Mucho del trabajo es llevarlos a identificar
que honestamente son íntegros, son honestos, que
la búsqueda de una pareja es legítima, y no desde el
ambiente del binarismo o de la heterosexualidad, sino
por compañía, por compartir, no para que te atiendan ni
te llenen los huecos emocionales. Es un trabajo profundo
de reconocimiento. Desde cuestiones logísticas, «te
puedes hacer de comer, te puedes lavar, no pasa nada»,
hasta el manejo emocional.
Hace unos meses el próximo gobierno de Ciudad de México
me invitó a participar en una dirección que se llama Vida
Libre de Violencia, en la Secretaría para las Mujeres, y me
preguntaron: «¿Y en tu dirección de prevención qué vas
hacer?», y digo: «Trabajar con los hombres». «¿Y por qué
con los hombres, si somos el mecanismo de adelante?»,
«Porque es la instancia que de acuerdo a la ley tiene la
facultad de hacer políticas públicas para la deconstrucción
de estereotipos, y nada más nos hemos dedicado a
deconstruir el estereotipo en las mujeres, pero no en
los hombres como política pública, y es importante y es
parte del ejercicio en igualdad darles elementos también
a los varones para que comience la deconstrucción». Esto
tiene que ser en todos los ministerios, no nada más en
uno, todos se tienen que deconstruir, porque el enfoque
de derechos humanos es una condición de vida, y si no
rompemos, si no quebramos los sistemas ancestrales
vinculatorios, nos vamos a quedar en la pura simulación,
«creo en los derechos humanos mientras no se trate de mí,
ni de mi familia», o sea que las políticas públicas se hagan
allá a lo lejos.
Debemos hablar también de derechos sexuales y
reproductivos, ejercicio de salud y autocuidado. Por eso
se tiñe la palabra autocuidado, porque cuando vemos
que la mayoría de los hombres mueren violentamente, en
efecto tiene que ver con una cuestión de construcción de
masculinidad. Este ejercicio es muy bueno, cada vez que
vamos a hablar de paternidades y paternaje —y esto viene
de los peritajes que hacemos— preguntamos: «¿Cuántos
padres ejercen la paternidad conscientemente?», pero
no cuando ya está el bebé, y la mayoría de los hombres
no ejercen la paternidad conscientemente, dicen: «Y nos
casamos porque ella estaba embarazada», o «Luego ella
me dijo que estaba embarazada». Ella, siempre ella. «¿Y tú
quieres ser padre?», «No... o sí, no importa», «Pero ¿no o
sí?» «No…», «¿Y luego?, ¿qué hiciste para no ser padre?»,
«Ella me dijo que se estaba cuidando». Ella, ella…
Pero a nosotras en nuestro adoctrinamiento de buena
mujer nos dicen «cuando seas grande algún día vas
a tener un varón, algún día vas a tener hijos». Parte de
nuestro adoctrinamiento de buena mujer es que nuestro
proyecto de vida tiene que ver con la vinculación: «Arregla
tus cosas, levanta tu cuerpo, obedece, mira que algún día
vas a tener tus hijos, algún día vas a tener un marido».
Nuestro proyecto de vida es eso, nuestro proyecto de
vida como mujeres es la supervivencia, lo tenemos así
a nivel inconsciente, estar enfocadas en la vinculación
por cuestiones de supervivencia. No me dijeron que es al
revés: «Recoge tus cosas, haz tu tarea, tienes que hacerlo
porque es conveniente para ti que seas ordenada, que
tengas tus cosas limpias». No tengo por qué vincularla,
tiene que ser ordenada, limpia, porque es una práctica
de autocuidado para ella, no porque vaya a tener esposo
e hijos, ¿eso qué tiene que ver? Es por ella.
Entonces les cuento a los hombres que es un mito eso
de que nosotras nos casamos por amor, este cuento se
lo digo a los jueces: «A nosotras no nos educan para
casarnos por amor». Por eso me da risa cuando dicen que
esa mujer de 25 años estaba casada con Hugh Hefner de
75 —el de Playboy— por amor. ¿A poco va a estar con él
por amor? ¿Quién te dijo que las mujeres nos casamos
por amor? Que no, a nosotras nos dicen «búscate un
buen partido». Ese es el mandato, y cuando tú preguntas
qué es un buen partido, ahí va el número uno: que sea
buen trabajador, porque eso implica que sea proveedor.
Que sea responsable, que no suelte el trabajo, que vaya
al trabajo. Todo el adoctrinamiento que a nosotras
nos hicieron es para casarnos para la supervivencia,
entonces, ¿de dónde sacan el mito de que tenemos que
hacerlo por amor? ¡Pues no! Búscate un hombre con el
que te diviertas, que te dé buenos tratos, estudia, trabaja,
si quieres tienes hijos, si quieres andas con hombres, si
quieres andas con mujeres, ¡si quieres andas con 20!
Les doy alternativas, entonces, perdonen, hombres, a
nosotras no nos educaron para casarnos por amor. Lo
siento.
Y al hombre lo adoctrinaron: «Búscate una buena mujer».
¿Qué es eso de una buena mujer?
Intervención del público
Que limpie, cocine. Yo sé que tengo una buena mujer, no la
quiero, pero sé que va a ser una buena madre.
Geru Aparicio
Eso, búscate una buena mujer. Una buena mujer es
una mujer que te cocine; eso de arroz con leche, ¿se
acuerdan? O sea, una mujer que te dé servicios, que
te cuide, que tenga a tus hijos, alguien que tenga tus
hijos, y si es mucho más chica que tú, mejor, para que la
hagas a tu modo, o sea, para que la sometas, controles.
19
Los eufemismos son lindos. No les dicen «quédate en tu
casa, búscate una mujer trabajadora, responsable, que te
mantenga». ¿Por qué no? ¿Qué pasa cuando a una mujer
le dices: «Oye, ¿tú mantendrías a tu esposo? ¿Dejarías
que te mantuviera él?», «¡Sí!». Ese es el trabajo que
hacemos con las mujeres, va encaminado a no tratarlas
como víctimas, para eso es la victimología.
La victimología es un tránsito de una persona en un
contexto jurídico de justicia en que queda acotada
como víctima del delito, pero es un estado transicional.
Entonces no requiero que las traten como pobrecitas;
a fortalecer autonomía: física, económica y política, en
el trabajo de ellas. Y en el trabajo con ellos, a fortalecer
la autonomía emocional y de logística, el ejercicio del
paternaje consciente, la inteligencia emocional.
Un criterio de escala de generador de violencia. Yo les
decía a mis peritos: «Si él viene y te dice que la esposa está
loca, automáticamente es un ítem de que es un generador
de violencia», porque quiero ver si pregunto: «¿Cómo es
tu esposo? ¿Cómo es tu esposa?», ¿qué me vas a decir?
«Háblame de ella, háblame de él», ¿qué dices? Empiezas
a ver cómo la tienen acomodada o acomodado en el
corazón, pero si empiezan a menospreciar y a despreciar
quién es ella, quién es él, siempre les digo: «¿Y qué hace
usted con esa persona que no lo valora? ¿Por qué me dice
que ella está loca, que para ella nunca nada es suficiente,
que es celosa? ¿Qué hace con una mujer así? ¿Qué hace
con una mujer que le es infiel?». Se me quedaban viendo,
eso es lo que hace la masculinidad hegemónica. «¿Qué me
está preguntando? —me decía—, no le entiendo», porque
es otro código de configuración. Me decían: «Se hacen los
que no entienden», pero no, no entienden de verdad.
Hace años, cuando se empezó a hablar sobre la violencia
basada en género, salió un grupo de hombres a decir:
«Bueno, violencia de género… ¿Y nosotros? También hay
violencia de género para los hombres», digo «Dame tus
argumentos, ¿cuáles son las violencias que reciben como
colectivo hombre?». Y más o menos decían: «Sin hogar,
los que están en condición de indigencia, población
de la calle, la mayoría son hombres», «Pero dime, ¿qué
tiene que ver con la masculinidad hegemónica? No me
pongas aquí a las mujeres porque no es una lucha contra
las mujeres, no es que hay más, entonces como hay
más los fenómenos de ellas no existen. Vamos a hacer
categorías individuales, hay un problema de hombres
en indigencia, ¿qué tiene que ver?». Cuando trabajé
en un área de personas ausentes y extraviadas, iban
y nos dejaban a hombres, en sillas de ruedas, adultos
mayores, los dejaban abandonados, y a la hora de hacer
la investigación identificábamos a la familia. «El hombre
era un violador, nos golpeaba»; cuando llega a una etapa
de vulnerabilidad, viene la revancha de hijos, de hijas,
de un sistema familiar muy maltratado. ¿Esta población
indigente no tiene que ver con la masculinidad
hegemónica? Víctimas de homicidio. Lo que decía Burin,
¿quién las mata?, ¿quién los mata?
La custodia de hijos es parte de los pendientes de una
política del Poder Judicial, todavía en Uruguay como en
México cuando se tienen hijos quedan automáticamente
en guardia custodia de la madre. No se les pregunta si
se van a casar, si se van a casar por sociedad conyugal
o con separación de bienes. Aquí la guardia custodia
se le da siempre a la mujer. ¿Esto no está basado en un
estereotipo?
Intervención del público
Pero hay mujeres que creen que es un derecho suyo.
Culturalmente. Es un estereotipo.
Geru Aparicio
Claro, es un estereotipo. Pero hablamos a nivel de política
de Estado, porque para transformar lo cultural primero
el Estado tiene que poner las condiciones, y mientras el
Poder Judicial no transforme ese aspecto sigue quedando
un sesgo de que las responsables de la crianza son las
mujeres. Es muy complejo, porque en esta estructuración
de generadores de violencia, a veces tenía detenidas por
infanticidio a madrastras. Cuando se localizaba al padre,
si es que lo localizábamos —curiosamente el niño o la
niña moría porque lo mataban los hermanos en estos
juegos generalmente de asfixia; allá en México le dicen
bolita, se echan encima, empiezan a jugar y uno se pone
encima de otro—, la mayoría eran familias compuestas
en que él tenía dos o tres hijos y alguien le dijo: «Búscate
una mujer que te libre el ambiente», o sea, no asumió el
papel de crianza, bajo el estereotipo de que las mejores
en cuidar niñas y niños son las mujeres. Entonces buscaba
una mujer para que le hiciera de niñera, y siguiendo ese
estereotipo, muchas mujeres, con tal de estar con un
hombre, decían: «Bueno, a él lo quiero, pero ¿por qué los
hijos no están con su madre?». Ellas mismas lo decían:
«¿Por qué los hijos no están con su madre?, ¿por qué me
tengo que hacer cargo de hijos que no son míos?», «Pero
son de él», «Sí, pero los hijos deben estar con la mamá».
Y así teníamos varias desgracias de niños asesinados o
muertos de varias formas y a la que teníamos detenida
era a la madrastra, porque era la que tenía el cuidado en
ese momento, y a la mamá biológica. ¿Y el papá?
Entonces yo les decía a los policías o al juez: «Aquí están
la madrastra, que era la que estaba como responsable,
como adulta, y la mamá», «¿Por qué la mamá?», «Porque
ella tenía la guardia custodia jurídica», «¿Y el papá?», «No,
el papá no». Ambos tienen patria potestad. Y cuando yo
hablaba con estas mujeres me decían: «Yo no veía a mis
hijos porque no me los dejaba ver», y le digo: «¿Usted
no hizo el cambio de guardia custodia?», «No». Por este
estereotipo. No hizo el cambio jurídico porque decía
«cómo voy a ser mala madre», y era una cuestión de
protección.
20
Después de varias historias así, cuando me divorcio,
por trabajo yo tenía que salir, le digo al papá de mi hijo:
«¿Sabes qué? El niño se va a quedar contigo y vamos a
hacer el cambio de guardia». Y toda mi familia dijo: «¿La
guardia custodia no la vas a tener tú?», «No, porque
si el niño vive con el papá, que el papá asuma toda la
figura, por protección del niño. Porque él puede ser muy
amoroso, pero yo no sé con qué arañas se va a vincular».
Porque yo ya había visto esa dinámica: el niño va a
quedar con el papá, que tiene todo el derecho y todas
las habilidades para ejercer un paternaje adecuado,
entonces que esté alineado jurídicamente.
Pero es muy fuerte para una mujer pedirle que
voluntariamente ceda la guardia custodia. Yo de «mala
madre», no me bajaron mis amigas, mi familia. Los que
estábamos de acuerdo éramos el papá y yo, y era un
buen padre, es un buen padre. Para que vean lo que es
la estructura de seguir dejando a las mujeres como las
responsables.
Entonces, juicios de «alienación parental», síndrome de
alienación parental (SAP) que acompañaban con «es que
ella les habla horrores, les metió odio y no me quieren
ver». En los peritajes siempre digo que el SAP siempre
sale después del divorcio, no he conocido ningún SAP
que venga en la época feliz de ningún matrimonio. De
repente una mujer se vuelve manipuladora y les habla
con odio a los hijos de su padre curiosamente cuando
ella le pide el divorcio o dice que abusó sexualmente de
los niños. ¿Por qué se da en ese momento y no antes?
Porque es una dinámica. Yo les decía a estos varones: «Si
tú tienes una dinámica cercana con tu hijo o con tu hija,
ninguna mujer que quiera destruir el vínculo va a poder,
porque eso tú lo construyes con tus hijos, ¡tú, hombre,
padre!».
Parece que yo le iba a decir a mi hijo «tu papá es un
maldito desgraciado» y mi hijo me iba a decir «ajá». ¿Por
qué? Su papá siempre estuvo presente en las buenas, lo
llevaba al kínder, lo acompañaba. Yo tenía anotado lo de
las vacunas y de repente me iba a trabajar y le decía: «¿No
ibas a ir a trabajar?, ¿no ibas a llevar al niño al pediatra?»,
«Sí, yo». O sea, él ejercía el paternaje cercano, no era yo
que le decía: «Ándale, nos toca ir con el pediatra, te aviso,
¿eh?», al revés, él siempre estaba presente, llenaba todo.
Por supuesto que cuando es el quiebre, el divorcio, si yo
hubiese querido decirle a mi hijo «tu papá es muy malo»,
mi hijo me habría dicho, a los seis años, «ajá, ajá», no lo
iba a creer. El SAP empieza si tú dejas huecos, si nunca
fuiste un padre cercano, si nunca construiste vínculo, y
de repente está el quiebre de cualquier relación, como
parte del proceso de vida, y quieres empezar a crear algo
desde cero, porque fuiste proveedor. Entonces asume tu
responsabilidad en el fenómeno.
Graduados de universidades hombres y mujeres, muy
bien. ¿Cuántas de las mujeres que se titulan ejercen
su profesión? ¿Cuántas de las mujeres con título
realmente trabajan en lo que estudiaron? ¿Cuántas de
las mujeres con título graduadas de universidad están
en posiciones de dirección? En la generación anterior
era «estudia comercio porque te vas a casar, para qué
vas a estudiar». Por eso esta generación estudia, para
no depender de ningún hombre, no por el derecho
a desenvolverse. El mandato es «estudia para que si
un hombre te maltrata…», peor aún. A mí me decían:
«Estudia por si un día tienes que mantener a tus hijos,
porque ya ves que todos los hombres se van». Bueno,
pero ¿cuál es el discurso?, ¿dónde queda la crianza? Ya
hay una inoculación de «tienes que estudiar y tienes que
prepararte, uno, por si te violentan, dos, por si te dejan».
Entonces, claro que ahora hay mujeres más estudiadas,
pero eso no quiere decir que reciban lo equivalente.
Muertes en combate. ¿Quién va a la guerra? ¿Quién
hace las guerras? Hace unos días estaba con la Guardia
Republicana, trabajando el tema de masculinidades —la
mayoría de los policías se permiten todo un proceso de
deconstrucción en pocas horas, en unas cinco horas—,
y yo sudaba, porque están configurados, tienen un
sesgo militarizado —mi papá es militar—, entonces es
muy complejo romperles la masculinidad hegemónica,
porque es su razón de ser. Todo lo que la estructura, toda
la fuerza militar son los masculinos hegemónicos, y no
les puedes decir que eso que han hecho y han sido y
por lo que están ahí ya no es funcional, porque no tiene
prueba de realidad, porque para ellos la masculinidad
hegemónica les ha dado el privilegio de estar en ese
espacio. Entonces se empleó otra metodología, llegar
bajo otra estructura, considerando que tienen hijos,
hijas, para buscar desde su estructura relaciones más
igualitarias.
Muertes en el trabajo. ¿Aquí están considerando a
las mujeres que trabajan en casa y que no reciben
remuneración? ¿Por qué nos falta? Muertes en el trabajo
sí, pero no estamos considerando a todas las mujeres
que trabajan.
Hace tiempo un periodista, un investigador de las
mujeres en escenarios de pesca, decía que la mujer del
pescador generalmente pesca igual que el marido, pero
ella lo ayuda. Ella lo ayuda, el que cobra, el que va y
vende el producto es él, el pescador es él. La esposa del
pescador también pesca, también quita escamas, hace
todo el trabajo que hace él, menos echar la red, por una
cuestión física, porque si ella echa la red se van. Hace
todo y no se le da el estatus de pescadora, sino que es la
que lo ayuda, porque el marido es el pescador.
Abusadores de sus hijos, aquí va el sap por abuso
emocional.En México estoy haciendo un doctorado en un
abordaje epistemológico para niñas, niños y adolescentes
víctimas de abuso y violación sexual, por esto que digo
que nunca se les cree a ellos. Le estuvimos exigiendo al
Instituto de Estadística y Geografía que sacara estadísticas
de abuso sexual, de dinámicas sexuales en la población
21
mexicana, y el 90  % de los abusadores sexuales son
hombres y el 98  % de los violadores son hombres. Hay
mujeres, como en todo fenómeno humano, pero siempre
el hombre es el mayor abusador y el que delinque
sexualmente. En cuestión familiar es el tío, el padrastro, el
padre, el abuelo, el vecino.
Entonces parte de la confusión de las políticas públicas es
otorgarle a la población espacios para la reflexión como
algo nada más cultural, y no realmente como un mandato
de los sistemas de protección de derechos humanos
para ver cómo se construye la hombría, la masculinidad,
como un ejercicio de reflexión para los grupos sociales.
Si no razonamos sobre la política pública, quien ejerce el
privilegio no va a crear nada.
A estos hombres que me decían «siempre me sacan la
guardia custodia», que hay violencia de género «porque
la guardia custodia se la dan a las mujeres y no a los
hombres», les digo: «Tienes razón. ¿Cuándo haces una
marcha y un movimiento?». En la genealogía de los
derechos humanos cada derecho que ejercemos y
gozamos ha sido gracias a un grupo de personas que
se sentían en menoscabo en el ejercicio de igualdad
de sus derechos. Ningún Estado ha dicho «les voy a dar
vacaciones, los veo muy cansados». Nunca ha sido el
Estado el que hace esta genealogía, entonces «¿Cuándo
se van a organizar?», «¡Es que matan más a hombres!»,
«Sí, ¿y qué vas a hacer?, ¿a quién le vas a exigir? ¿Por qué
las feministas no van y se pronuncian por un hombre?»,
«Pero ¿por qué yo?», «¿Y tú qué vas a hacer por tu
género? ¿Por qué quieres que las mujeres lo hagamos
por ti? ¿Qué?, ¿quieres que siga siendo tu reguladora
emocional? ¿Quieres que yo también te gestione tu
lucha de derechos en igualdad? No, porque lo que estás
planteando es legítimo, tienes derecho a la guardia
custodia, tienes derecho a tener un Día del Padre con
festival, familia y demás; tienes derecho a tres meses
de incapacidad por licencia de paternaje. ¿Qué estás
haciendo tú para exigir al Estado esos derechos?
Intervención del público
Una cosa bien típica en nuestro país es: «Y bueno, ¿cuándo
viene el día del hombre?».
Geru Aparicio
Pues cuando se organicen.
Intervención del público
Esa es la crítica para poder justificar, ¿no? Y sí, esa es la
respuesta.
Geru Aparicio
Sobre todo porque no lo quiero llevar a una lucha de sexo-
género, no es una lucha. He encontrado hombres que me
dicen: «Hay desigualdad de violencia de género porque
no nos dan estos tres meses», «Tienes razón, ¿qué vas a
hacer? Yo te apoyo, porque se me hace legítimo lo que
pides, pero ¿qué vas a hacer?», «Nada». Están esperando
que el Estado o las mujeres hagan. No, toda lucha por
la igualdad nos conviene a todos y a todas. Y por si esto
fuera poco, decíamos que las políticas públicas sobre
la deconstrucción de masculinidades entran dentro
de las resoluciones de la ONU, pero la ONU, sobre todo
sobre el año pasado, 2017, y este año 2018, ya hizo un
pronunciamiento directo diciendo que el Estado tiene
que trabajar con hombres y niños. O sea, ya los convocó,
ya los puso directamente, porque si antes se decía «el
Estado tiene que transformar las pautas de estereotipos
que hay en la población», pues eso decían, género igual a
mujeres, ahora ya ponles nombres y apellido, se lo invita
a hablar a él, a usted, varón, a que haga un ejercicio de
deconstrucción, trabájese, cuestiónese, reinvéntese; las
mujeres lo están haciendo y ellas llevan un proceso. Todo
varón tiene también el derecho de empezar a hacer esta
desestructuración.
La ONU «Insta a los Estados a que formulen y practiquen
políticas nacionales que traten de las funciones y
responsabilidades de los hombres y niños, en la
promoción de la igualdad de género». O sea, la igualdad
de género no es nada más. Al policía le digo: «¿Cuántas
mujeres policías hay?». Ya casi son 50 % y 50 % hombres
y mujeres, ¿no?
Intervención del público
Son un 33 %.
Geru Aparicio
En México tienen 47 %, ya van por la igualdad. Las mujeres
están haciendo un trabajo en el ejercicio de derechos en
igualdad. ¿Cuántos hombres conoces que se queden
como un ejercicio de voluntad, libre albedrío, a criar a
sus hijos? Mientras la esposa trabaja, no en doble turno,
porque yo sé que todos lavan, planchan, cocinan. El perfil
del policía está más encaminado a la autosuficiencia, en
el paradigma del policía y del militar hacerse de comer,
lustrarse, lavar su uniforme son cosas que están dentro de
su dinámica de ser logísticamente autosuficientes, para
eso. Entonces les digo: «No que lo hagan, que lo hagas
diario para ti, no lo tuyo. ¿Cuántos conocen que la esposa
se va a trabajar y ellos…?». Uno, cuando mucho, en cada
foro hay uno. Ahí está la igualdad sustantiva, porque
22
se sigue considerando la crianza un desprestigio. Y no
entro en esquemas económicos según los cuales todo
trabajo debe ser remunerado, hablo de la posibilidad de
empezar a ser democráticos desde el sistema familiar. La
resolución 3510 de Naciones Unidas otra vez nos insta
a recabar información de hombres y niños para corregir
las relaciones de poder discriminatorias basadas en la
subordinación de la mujer y los estereotipos de género
nocivos.
Y cuando estuve en el Parlamento para la votación de
la Ley Trans, casi me revolcaba al oír a los compañeros
del partido conservador en sus discursos, decía «ese
discurso estaba bien hace 50 años». Y ahora al hacer el
análisis del discurso según Van Dick, que dice que no
es nada más el contenido del discurso, sino quién dice
lo que dice, bajo qué postura, quién es, qué cuerpo es,
qué edad tiene, la mayoría de los que estaban en contra
de la Ley Trans eran hombres, blancos, heterosexuales.
Porque hay un desafío al statu quo: ¿cómo vamos a
premiar, cómo vamos a darles privilegio a los disidentes
de la masculinidad?». O sea, «no vamos a aprobar esta
ley porque es de privilegios». Qué curioso que vivan la
igualdad como un privilegio, qué curioso que se sientan
agredidos.
Por supuesto que hay una pérdida de poder, porque yo
veía las bancas, más o menos la edad, la estructura, el
fenotipo, me puse a hacer un mapeo, y te das cuenta de
por qué es importante la política como tal, los cuerpos
disidentes de lo hegemónico están haciendo y están
legislando. Se necesita población trans que sea diputada,
se necesita la población diversa en esos espacios, porque
el discurso siempre tiene la estructura hegemónica. Por
eso tenemos dirigentes como Bolsonaro, son espacios
acotados para que llegue ese discurso, precisamente
para que no haya un ejercicio de igualdad para todas las
personas.
Hace años una actriz mexicana que se llama Carmen
Salinas se presentó y todo el mundo estaba muy
ofendido, decían: «¿Cómo es posible que esta actriz esté
como diputada?». Y me entrevistan, buscando la pugna
entre mujeres, «si ella no debería estar ahí», y yo dije: «Sí,
nos da mucho gusto que esté ella, porque es importante
que haya mujeres». Fue hace años. Porque a las mujeres
con estudios en política no nos iban a invitar, pero es
mejor hacer aliadas, entonces nos acercamos a ella y le
decíamos: «Mira, Carmencita, ¿podrías venir a hablarnos
de esto?». Se trata de ir creando estas estructuras.
Estos son algunos de los ejes temáticos —no los
únicos— para trabajar con hombres: políticas públicas,
acción estatal, comunitaria, salud y masculinidades.
En Ciudad de México vamos a empezar a trabajar con
jóvenes, para que sean promotores de otros jóvenes
varones: paternidades y cuidado, división sexual del
trabajo doméstico, masculinidades y derechos sexuales
y reproductivos. Obviamente violencia, pero dejamos la
violencia allá, vamos a enfocarnos en lo que queremos
crear, no hablar de violencia, violencia, violencia, sino
ver qué queremos crear, qué tipo de hombre, qué tipo
de masculinidad queremos realmente construir. Arte,
cuerpo, memoria.
Y para cerrar la construcción de una ética de cuidado
propio y ajeno, viene lo del autocuidado, que es empezar
a crear vínculos en buenos tratos, desafiar este mito de
amor romántico de creer que una persona que no quiere
estar conmigo, no importa qué identidad sexo-genérica
tenga, se quede. Es momento ya de empezar realmente
a dejar de ver a las personas como posesiones, porque
esa es la base de un ejercicio de violencia, y va para toda
persona. Que no exista una buena razón para quedarse
es una buena razón para marcharse. Cuando me lo dicen,
ella o él, no importa quién lo diga, siempre digo: «¿Para
qué quiere estar con alguien que usted siente que no la
valora? Siente que no le da importancia; busque, ponga
distancia, no obligue a alguien a amar».
23
Espacio de preguntas
Fernando Rodríguez
Me gustaría, como docente de la Facultad de Psicología,
aportar y complementar un aspecto que me quedó
superclaro, pero lo quiero reafirmar, que es el SAP que
nombrabas.
En la Facultad de Psicología, ya hace algunos años, en
acuerdo con instituciones de la sociedad civil y la Red
Uruguaya contra la Violencia Doméstica y Sexual, hicimos
actividades en el sentido de que eso denominado
síndrome de alienación parental es algo totalmente falso,
es un ingenio de un hombre que quería defender algunas
de las cosas que Geru estuvo nombrando y a sí mismo
y sus prácticas violentas patriarcales. Por tanto, insisto,
me quedó muy claro en la presentación de Geru que lo
decía desde la ironía y que justo aparece «después de
un divorcio». Pero lamentablemente muchos efectores
de justicia a nivel global lo han tomado con la creencia
de que es un síndrome como cualquier otro del DSM-
4 o algún manual de psiquiatría, por eso creo que es
importantísimo informarnos bien. Acá se ha intentado
legislar al respecto, incluso por gente de «estos partidos
tradicionales» que tú decís. Pero a veces con la mejor
de las intenciones nos puede agarrar desprevenidos.
Entonces la invitación es a que uno investigue, estudie.
Aquella vez en la Facultad de Psicología vino el juez
argentino Rozanski, que es uno de los jueces que
luchan y mucho a favor de los derechos de niños, niñas
y adolescentes, sobre todo en lo que tiene que ver con
víctimas de abusos sexuales y otras actividades que
tienen que ver con su rol. Quería reafirmar eso por si a
alguien lo agarró desprevenido el comentario.
Además, aprovecho para saludar a un equipo maravilloso
de la Facultad de Psicología que realiza una práctica
clínica de abordaje de personas que padecen violencia
basada en género, en coordinación con el Ministerio del
Interior y con otras instituciones.
En definitiva, me parece que de eso se trata, del
compromiso de cada uno de nosotros en los lugares
que nos toca habitar. Y también en nuestras casas, por
supuesto, porque ahí también habitamos y también
reproducimos modelos.
Intervención del público
Vengo de la institución Intendencia de Montevideo,
pertenezco a la Comisión de Equidad de Género y trabajo en
estas temáticas hacia fuera, pero hacia la interna también,
con los trabajadores y las trabajadoras. El trabajo de las
masculinidades, la masculinidad hegemónica, es un tema
pendiente que tenemos; no calculamos el daño a la hora
de los accidentes de trabajo, por ejemplo, al no entender de
estas temáticas.
Sé que los compañeros, el propio Fernando, hemos
hablado con él para tener una intervención allí, pero me
parece que hay una cuestión que falta: el trabajo hacia
las mujeres y la desconfianza hacia estas temáticas. ¿Qué
son las masculinidades? ¿De qué se habla cuando las
compañeras o las mujeres no están tan sensibilizadas
en estas temáticas y ponen en tela de juicio cuáles son
los temas, no ven el beneficio de hablar de estos temas
para todos y todas como mujeres, como personas, como
ciudadanas, como trabajadoras? Ponen la desconfianza
de decir: «¿De qué se va hablar? ¿Por qué se van a juntar
un grupo de varones y van a hablar del tema de las
masculinidades? ¿Qué quiere decir esto?». Incluso los
grupos que no están institucionalizados lo trabajan por
fuera. Hemos visto también que muchos varones tienen
esta dificultad de expresar y de sentir: «¿Qué es lo que
voy a trabajar y cómo lo voy a decir?». Frente al grupo de
amigas, la pareja, las madres, por ejemplo: «¿Qué voy a
trabajar sobre mí mismo, sobre mi propia masculinidad,
sobre esa construcción, con esa educación que tuve
de padres y madres bien admitidos, bien educados?».
Entonces creo que hay también una labor de sensibilizar
con esta temática a muchas mujeres.
La otra cosa que me parece que también hay que trabajar,
que todavía lo seguimos haciendo, es el tema de cómo
educamos a las niñas y el tema de «me tengo que defender»,
sin embargo seguimos reproduciendo un sistema de
indefensión, de lógicas cuando bajan de los ómnibus,
porque es peligroso, «no puede ser que mi hija ande
sola», pero del varón «él se puede defender». Lo seguimos
reproduciendo y las mujeres seguimos en esta indefensión
aprendida.
De manera que me parece que ahí también hay puntos
flojos, y deberíamos cortar y ver cómo seguir para adelante.
Geru Aparicio
Se me hace muy legítimo esto que comentas, porque
cuando se empezó a hablar sobre feminismos, sobre el
aspecto del género de las mujeres, y cuando se planteó
llevarlo a la política pública pasó lo mismo: «Pero ¿por
qué?, ¿para qué?», o sea, ¿con qué necesidad? Para
mí es parte de una nueva construcción y de un nuevo
paradigma. En todas las ciencias se lleva el mismo camino,
ante la creación de un nuevo paradigma tiene que haber
una revolución, tiene que haber un quiebre epistémico y
24
la construcción de nuevas categorías conceptuales para
comprender los fenómenos que nos atañen.
Entiendo esta resistencia, incluso de muchas compañeras
feministas que me dicen: «Oye, vamos a echarle dinero
de nuevo al malo», «Vamos a invertir en algo que ¿en qué
nos beneficia a nosotras?». Ahí digo que lo que estamos
haciendo tiene que ser pensado también a mediano
y largo plazo, no nada más ante nuestros pobres ojos
mortales, tiene que ser un cambio de cultura pensado
para que se manifieste paulatinamente.
Si nos vamos al pasado, en México la mujer empezó a
votar en 1953 , no ha pasado mucho tiempo. Entonces
todo lo que tiene que ver con la evolución de los
derechos humanos implica empezar desde la disidencia
y con la resistencia ante una estructura que te dice «eso
no va a servir».
Tenemos que empezar a trabajar con nuestros cuerpos,
independientemente de si eres hombre, mujer, queer,
independientemente del ejercicio de los derechos
humanos en sí; tiene que ver con una postura política
desde los cuerpos. Y si no incluimos a los hombres o a
los varones en esto, no podemos hablar de un cambio
de nivel estructural de mediano o largo plazo. Lo pienso
como cuando veo a mi hijo de 15 años, pienso en las
próximas generaciones. Es una trampa pensar «es que
ahora no es tan violento». Antes me decían: «Yo nada más
le quebré la nariz, mi papá le quebraba todos los huesos
a mi mamá y mi mamá estaba 15 días internada; yo no
soy así». Si caemos en la idea de que ya se ha hecho todo,
no vamos a construir nuevas formas. Por eso entiendo la
desconfianza, pero ahí vamos, a por todo eso.
Intervención del público
Quiero saber qué opinas respecto a «yo como mujer estoy
casada, quiero tener hijos», pero el papá, que sabe que es el
padre, no lo quiere tener. ¿Dónde queda ese poder que tiene
como paternidad? O al revés, de repente estoy embarazada
y no lo quiero tener, y él sí lo quiere tener. ¿Cómo se podría
trabajar eso, para que ese padre tenga voz y voto, que hoy
en día no tiene?
Geru Aparicio
En México, Ciudad de México es el único lugar donde
está admitida la interrupción voluntaria del embarazo, en
los otros estados no, es como en Argentina, solo en caso
de violación. Y yo, que estoy a favor de la postura de la
interrupción voluntaria del embarazo, y como feminista,
digo: «Lo lamento mucho, pero hablar de aborto y
de nuestro ejercicio gestante es una prerrogativa del
cuerpo de la mujer», punto. Eso siempre a los hombres
les pega: «¡Pero yo qué aporté!». Sí, pero vámonos a la
sentencia de la Corte Interamericana donde habla sobre
la Convención Americana sobre los Derechos Humanos,
que dice: «Se protegerá el derecho a la vida desde su
concepción», así en lo general. Por eso Costa Rica con
respecto a esta sentencia elabora toda una rama de
por qué es la mujer es la que decide sobre su cuerpo,
porque la función gestante para que prospere la vida
tiene que ver con la implantación del óvulo fecundado.
La mayoría piensa en la fecundación, pero una cosa es
la fecundación —ahí es cuando te dicen «yo participé
como hombre»— y otra son la gestación y la concepción,
que vienen cuando se implanta el embrión en el útero, y
se necesita el cuerpo de una mujer que quiera también.
Ferrajoli, que también es abogado, habla de esta postura
sobre el ejercicio de la maternidad, que para el ser
humano es un ejercicio de voluntad que les corresponde
intrínsecamente a las mujeres, independientemente de
la decisión del hombre, por una cuestión física. Dice:
«¿Dónde está el producto? ¿Dónde está el futuro ser?».
Entonces empezamos a hablar en una dinámica de
ejercicio de control del cuerpo del otro, y curiosamente es
de lo que se quejan, de que una mujer está disponiendo
de la vida de un ser, y entran los desafíos. Es una postura
ética, filosófica, pero siempre nos remitimos al aspecto
de quién tiene la función gestante, la mujer. Legítimo.
Un hombre que quiere tener un hijo dice: «¿Cómo haces
para que tu pareja no quiera abortar?». Buenos tratos
y presencia presente. Si a todos los educaron en este
maternaje obligatorio, un adoctrinamiento para tener
hijos, es muy complejo que la mujer diga «no voy a tener
un hijo sin una pareja que realmente sienta sólida». A
los hombres que dicen «Ella abortó y yo no quería»
25
les digo: «¿Tú estabas presente en ese vínculo? ¿Eras
cercano?». Y terminan en la conclusión de que no eran
realmente tan cercanos, comprenden por qué la mujer
tomó la decisión, porque no los veía suficientemente
plantados como para construir un proyecto de pareja
o de paternaje. O sea, cuando llegan diciendo «Ella
no quiso, abortó», y digo: «¿Y tú dónde estabas,
obsesionado para que ella no te sintiera, no te vibrara,
para que te dijera “te quiero como padre de mi hijo”?».
Es un aspecto a trabajar, no solo desde las políticas, sino
desde un aspecto terapéutico. Por eso la revisión de las
masculinidades en el paternaje.
Fernando Rodríguez
Si yo desprecio la voluntad de la madre, la futura madre
de mis hijos, ¿para qué pensar en tenerlos?, ¿cuál es el
sentido entonces? Quizá el sentido en ese caso sea,
como dice Marcela Lagarde, mexicana también, que
los hombres nos queremos apropiar —nos apropiamos
dice ella— del producto (y del trabajo) del cuerpo de
las mujeres, incluyendo a los hijos como parte de esta
apropiación patriarcal. Porque por algún motivo «obvio»
en la mayoría de los casos nuestro apellido va primero, el
nuestro, el de los varones, y muchas veces se descarta el
segundo, no se enuncia siquiera el de la madre. Entonces,
desde ahí, desde la identidad, la edificación de lo propio
como propiedad y a su vez «para que sirva para heredar
mis propiedades». Es complejísimo esto, pero por ahí van
patriarcado y propiedad.
 Conversatorio
«La maté porque era mía».
Aproximaciones a la subjetividad del varón femicida5
Apertura
Fernando Rodríguez
En primera instancia, agradecemos a todas las personas
que nos acompañan en este espacio de reflexión. Lo
que vamos a compartir en el día de hoy está vinculado
con una temática que nos conmueve, que nos duele y
nos convoca a trabajar para poner fin a los asesinatos
de mujeres. Intentaremos compartir lo que sentimos,
pensamos y conocemos al respecto, junto a la compañera
y el compañero invitados extranjeros.
Hace pocos momentos, en esta sala, terminó el V Encuentro
Universitario «Género, salud y derechos sexuales
reproductivos. Conocimientos, prácticas y política». En ese
espacio se dio continuidad a una estrategia académica
para el fortalecimiento del diálogo entre academia,
5. El conversatorio tuvo lugar el 17 de octubre de 2018, en el Aula
Magna Juan Carlos Carrasco de la Facultad de Psicología, Universidad
de la República.
27
sociedad y Estado, en una agenda de creciente interés y
debate social, político y científico, que mucho nos dejó
a modo de reflexión y análisis, y que organizó el equipo
del Programa Género, Salud Reproductiva y Sexualidades,
del Instituto de Psicología de la Salud, del cual tengo el
orgullo de pertenecer en esta Facultad de Psicología de
la Universidad de la República. Seguramente, algunos de
ustedes participaron en esas actividades en el marco del
V Encuentro, y este conversatorio que lo precede es una
actividad que se suma y da continuidad a estas temáticas
y jornadas intensas.
Vamos a tener la oportunidad de llevar adelante el
conversatorio que titulamos «“La maté porque era mía”.
Aproximaciones a la subjetividad del varón femicida».
Contamos con la participación de dos personas expertas
invitadas. Una amiga y un amigo, como lo son Geru
Aparicio y Álvaro Campos, a quienes agradecemos
mucho por estar, por cedernos su tiempo, su energía y
acompañarnos para poder pensar, reflexionar y también
sentir juntos respecto a esta temática, para continuar
procesando formas de encarar posibles soluciones a tan
tristes situaciones como son los asesinatos de mujeres a
manos de parejas o exparejas.
Esta iniciativa cuenta con el acompañamiento de múltiples
instituciones y grupos de trabajo que paso a detallar, con
el agradecimiento explícito y correspondiente a todas las
personas que involucran esas organizaciones.
Organizó este evento el Centro de Estudios sobre
Masculinidades y Género OSC, que promueve, a partir
del activismo, la capacitación, atención, generación
de conocimiento y reflexión respecto a la temática
masculinidades. A nivel académico y desde nuestra
Universidad de la República, contamos con el
Departamento de Trabajo Social de la Facultad
de Ciencias Sociales y el Programa Género, Salud
Reproductiva y Sexualidades del Instituto de Psicología
de la Salud de la Facultad de Psicología. Cabe destacar
que en la organización se contó además con el grupo
denominado Coloquio Familia, integrado por la Facultad
de Ciencias Sociales, desde su Departamento de Trabajo
Social, que junto con Aldeas Infantiles, así como con
Vida y Educación (dos instituciones que trabajan
fundamentalmente con niños, niñas y adolescentes)
viene trabajando arduamente en generar y apoyar
instancias en las que se intercambian conocimientos
vinculados.
Auspician este conversatorio el Instituto Costarricense de
Masculinidad, Pareja y Sexualidad (Instituto WEM), del cual
Álvaro es fundador y presidente, además de docente de
la Escuela de Psicología de la Universidad de Costa Rica,
que también apoya la actividad; la Red MenEngage; la
Red Uruguaya contra la Violencia Doméstica y Sexual;
la Campaña de Paternidad Men Care América Latina; la
Campaña del Lazo Blanco; el Ministerio del Interior de
Uruguay desde su División Políticas de Género, quienes
amablemente nos facilitaron la participación de Geru
en este momento, ya que ella está brindando una
capacitación en ese marco. La actividad cuenta además
con el apoyo del BID y del UNFPA, quienes apoyaron la
participación de las personas invitadas a Uruguay en
estos días.
Geru Aparicio Aviña es psicóloga clínica por la Universidad
Autónoma de México, maestra en Victimología,
académica e investigadora nacional para la Emisión de
la Alerta de Violencia Género por Violencia Feminicida
y Agravio Comparado para el Estado Mexicano por
el Instituto Nacional de Ciencias Penales (INACIPE).
Es feminista y defensora de los derechos humanos,
doctorante en Derechos Humanos con el protocolo de
investigación «Abuso y violación sexual, un abordaje
victimológico para la reparación del daño».
28
Es autora de textos vinculados con peritaje victimológico
individualizado y/o colectivo y con el diagnóstico y
valoración de impactos de hechos victimizantes, con
enfoque especializado y diferenciado.
Cuenta con sólidos conocimientos en tanatología,
intervención en crisis, valoración de riesgos para víctimas
de violencia extrema, psicología criminal, alteraciones
neuropsicobiológicas en sobrevivientes de incidentes
críticos, eventos traumáticos y aspectos relacionados
con el género. Experta en diversas intervenciones
victimológicas, derechos humanos, género y uso legítimo
de la fuerza; con formación para erradicar la violencia
intrafamiliar masculina; formación en psicogenealogía,
justicia restaurativa y medidas conciliadoras, psicoterapia
corporal integrativa del psicotrauma; habilidades de alta
dirección y liderazgo situacional.
Es docente en cátedras de Reparación Integral del
Daño, Proyecto de Vida y Restauración del Tejido Social,
para la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas;
consideraciones sobre el Manual para la investigación
y documentación eficaces de la tortura y otros tratos o
penas crueles, inhumanas o degradantes (Protocolo de
Estambul) en el Programa Fortalecimiento del Estado de
Derecho en México de la Cooperación Alemana GIZ; en
el think tank Violencias, Víctimas y Sociedades Pacíficas,
Justas e Inclusivas (Objetivos del Desarrollo Sostenible,
Agenda 2020-2030 ONU-PNUD); Instituto Latinoamericano
de las Naciones Unidas para la Prevención del Delito
y Tratamiento del Delincuente (ILANUD), Buenos Aires,
Argentina; académica invitada por tercera ocasión por el
BID y el UNFPA para el Ministerio del Interior de Uruguay,
para la impartición de talleres sobre burn out, trauma
vicario, masculinidades. Actualmente forma parte del
equipo de transición para el próximo gobierno de
Ciudad de México como titular de la Dirección General
para una Vida Libre de Violencia de la Secretaría para la
Autonomía de las Mujeres.
Por su parte, Álvaro Campos es sociólogo y psicólogo
clínico por la Universidad de Costa Rica, tiene un máster
y es especialista en psicología clínica por la misma
universidad y también tiene estudios en la Maestría
en Sexualidad Humana del Centro de Estudios de
Atención en Salud de Guadalajara, México; actualmente
está cursando el Doctorado en Ciencias Sociales en
la Universidad Nacional de Costa Rica; cuenta con
entrenamiento de EMDR y estudios en terapia regresiva, y
es docente de la Universidad de Costa Rica desde hace
33 años. Es fundador del Instituto WEM, fundado en 1999,
encargado del área metodológica y teórica del Instituto,
creador del método de drenaje grupal e individual WEM y
de la metodología de la educación popular; trabajó en
la cocreación de la política pública en masculinidades
en su país, Costa Rica. Ha escrito varios textos acerca
de masculinidades, cuenta con participación activa
en coloquios internacionales de estudio de varones
y masculinidades, por ejemplo, en Guadalajara y en
Montevideo (2011), en Santiago de Chile (2015), en
Recife (2017), y actualmente se encuentra organizando
el coloquio de masculinidades en su país que tendrá
lugar en agosto de 2019. Participó en el Simposio Global
MenEngage en Río de Janeiro en 2009 y en nueva Delhi
en 2014, es punto focal de MenEngage en Costa Rica y es
punto focal Men Care de paternidad en Costa Rica.
Darío Ibarra Casals va a oficiar como coordinador de
las preguntas en el conversatorio, y quien les habla,
Fernando Rodríguez Añón, será el maestro de ceremonia.
La actividad constará de dos bloques, en los que
expondrán los invitados y luego habrá, en cada uno,
un espacio de intercambio con el auditorio mediante
preguntas, reflexiones o dudas sobre lo expuesto. La
finalidad es que esto realmente sea un conversatorio
en el que todos los saberes puedan manifestarse e
intercambiar para el crecimiento colectivo.
Primer bloque
Darío Ibarra
Para contextualizar la temática en nuestra realidad
local y contemporánea, podemos decir que en Uruguay
consideramos la violencia basada en género como un
problema de salud pública. En este sentido, el Estado se
hace cargo del trabajo con mujeres víctimas de violencia
basada en género y trabaja también con varones que
ejercen violencia, desde el Ministerio de Desarrollo Social
(MIDES), el Ministerio del Interior y algunas intendencias,
específicamente las intendencias de Montevideo y de
Maldonado, y existen también intervenciones específicas
de organizaciones de la sociedad civil.
Ahora plantearé algunos datos referentes al tema en
los últimos años. La cantidad de mujeres asesinadas a
manos de hombres (femicidios), según las políticas de
género y el Observatorio de Violencia y Criminalidad del
Ministerio del Interior, fueron 26 en el 2015; 23 en el 2016;
27 en el 2017, y 21 en lo que va de 2018. Y las denuncias
de violencia doméstica en todo el país, según los últimos
datos que tenemos sistematizados, de enero a octubre
de 2017 ascienden a 31.854, lo que equivaldría a 104
denuncias diarias, o a una denuncia cada 14 minutos. Es
29
importante mencionar también la «cifra negra», o sea, las
situaciones de violencia doméstica que no llegan a ser
denunciadas. Internacionalmente se calcula que la «cifra
negra» transita entre el 90  % y el 93  %; por lo tanto, si
las denuncias que se llevan a cabo en todo el Uruguay
son 31.854, las denuncias que no se hacen ascenderían a
318.540. Por cierto, una cifra alarmante para nuestro país,
porque somos 3.470.000 habitantes, aproximadamente.
En este momento, estamos en alerta roja.
Preguntas a los invitados
Darío Ibarra
Geru: ¿qué es la victimología y qué es la tanatología, en la
órbita de la temática que nos convoca hoy, los femicidios?
Geru Aparicio
La victimología es una ciencia penal relativamente nueva,
comienza en 1971, aproximadamente. Es una ciencia
transdisciplinar, está conformada por criminología,
aspectos jurídicos, antropología, psicología, economía;
de allí su riqueza para interpretar varios fenómenos.
Simplistamente pueden escuchar que la victimología
es la ciencia que estudia a las víctimas, pero, de acuerdo
con el precepto de dignidad humana, las personas no se
estudian, lo que analizamos son aquellos contextos que
nos da el intervíctima. El intervíctima es el camino que
lleva a una persona a ser víctima de un delito, de un abuso
de poder o de una violación de derechos humanos.
Otro elemento de distinción de la victimología es que es
una ciencia disidente y transgresora dentro de las ciencias
penales. Esto nos hace un poco complejos porque somos
molestos para el gobierno, porque constantemente
nuestro trabajo está en señalarle al Estado lo que está
haciendo mal. En México somos 30 victimólogos. Así que
hay un gran campo, por lo mismo, porque se necesita
un perfil de transgresión y de disidencia dentro de un
ámbito público.
Se llama victimología también porque vemos todos los
fenómenos a través de la vivencia de la víctima. Porque
como la mayoría de las leyes o los protocolos son hechos
y creados por personas que no son víctimas, tenemos
una brecha entre la realidad y las buenas intenciones.
Es muy importante acotar todos los fenómenos a lo
que pasa una víctima de violencia de género, de abuso
sexual, de secuestro, según el tipo de victimización;
entonces, en el contexto del feminicida, yo me encargo
de dar todos estos discursos acerca de las víctimas de
violencia de género, de todo el patrón de pensamiento
y demás, y sobre todo de hacer un enfoque de que las
víctimas no cometen delitos. Nadie quiere ser víctima
de un delito, tú no sales y esperas que te roben: «Ojalá
lleguen y me arrebaten el iPhone», pero hay toda una
serie de distorsiones acerca de que la víctima de un
delito pudo haberlo evitado; ¿pudo? Eso es pensamiento
mágico, porque nadie quiere ser víctima.
En tanatología vemos los procesos de pérdida. El año
que estudié tanatología lo encaminé a las pérdidas por
enfermedad terminal, procesos de pérdida, divorcio
y demás, pero ahora con relación al feminicidio me ha
ayudado para ver la pérdida de expectativas de los
hombres que tienen tentativa feminicida o que han
cometido feminicidio. A grosso modo, están perdiendo
una serie de privilegios ante un esquema de protección
y garantía de derechos humanos de las mujeres. Al no
haber políticas públicas integrales, muchas veces estos
hombres se sienten en despojo, por eso tenemos que
hacer una serie de intervenciones tanatológicas para
evitarlo.
Darío Ibarra
Álvaro: a partir de tu trabajo en Costa Rica específicamente,
desde la sociedad civil y también desde tus investigaciones
en la Universidad de Costa Rica, ¿qué implica el trabajo
en masculinidades? Y como sos el creador del modelo
wem para trabajar con varones y masculinidades, ¿cómo
considerás que aporta a la prevención de femicidios en la
región y en tu país?
Álvaro Campos
Empiezo con la resolución 3510 de Naciones Unidas,
de 2017, ratificada por el alto comisionado en junio del
2018, que dice que «para poder erradicar la violencia
contra las mujeres hay que trabajar con los hombres»,
no como un acto optativo. Hay que trabajar con los
hombres desde el Estado, los Estados deben crear
programas preventivos de trabajo con los hombres
como una forma de erradicar a largo plazo la violencia
hacia las mujeres. Voy a detallar un poco más en qué
consiste esta resolución, que celebramos con mucha
alegría en Costa Rica, porque estamos convencidos de
que no podemos ver la violencia separada de la forma
como los hombres construimos nuestra masculinidad;
entendiendo por masculinidad qué significa ser hombre
y cómo nos comportamos los hombres.
Bien sabemos que el deseo de poder, de dominio y
de control sobre los cuerpos viene a ser la base de la
construcción de la masculinidad hegemónica tradicional
patriarcal. Por lo tanto en Costa Rica trabajamos con
hombres desde hace 20 años, aproximadamente,
realizando investigación no solo acerca de situaciones
diversas de las masculinidades, sino fundamentalmente
sobre cómo modificar las prácticas masculinas. Cuando
30
digo prácticas masculinas, me refiero al menos a dos
aspectos: los imaginarios colectivos en torno a las
masculinidades, y las subjetividades masculinas que
están tanto en hombres como en mujeres y otros géneros.
Cuando hablamos de transformar los imaginarios
colectivos nos referimos a todo lo que tiene que ver
con prácticas institucionales que producen varones; los
hombres somos producidos y reproducidos socialmente.
Producir un hombre significa llenarlo de ideas, llenarlo de
mandatos sociales y creer que esas ideas son normales
y naturales; cuando se le dice a un hombre: «Usted
como hombre lo normal es que ejerza poder y no tenga
absolutamente nada de femenino», creemos que es lo
natural, que así son las cosas. Los imaginarios sociales
tienen precisamente esa característica: mostrar como si
fueran naturales productos históricos que fueron creados
en determinado momento, pero nos los presentan como
normales, como lo válido, como lo único posible. Entonces
el trabajo en masculinidades implica transformar esos
imaginarios sociales. Esto pasa por las instituciones, por
la familia, por el aparato religioso, el aparato educativo,
los medios de comunicación, etcétera. Estamos hablando
entonces de un cambio cultural a largo plazo, que hace
que los Estados tengan que preguntarnos cuál es el tipo
de hombre que queremos para nuestros países en los
próximos veinte años, por decir algo.
Uruguay, al igual que Costa Rica —dicho sea de paso, son
sociedades muy parecidas en muchas cosas, hermanas—,
tendrá que preguntarse cuál es el tipo de hombre que
quiere en veinte años, y a partir de ahí establecer toda
una política de acción. Si queremos que sea un hombre
más tierno, pues tendremos que modificar el currículo
desde el kindergarden, hacer una serie de cambios a nivel
social. Qué queremos de los hombres a futuro implica
trabajar con los niños, con los adolescentes, pero también
implica transformar las subjetividades; y recordemos que
con subjetividades nos referimos a formas de pensar y
formas de sentir, formas de relacionarnos, hasta formas
de amar, hasta qué es lo que me erotiza. Todo esto son
subjetividades construidas, aprendidas. Tenemos que
trabajar en eso.
Tenemos que modificar el tipo de sujeto que sostiene la
dominación, la violencia y el femicidio. En este sentido,
el trabajo es para prevenir todas las formas de violencia
contra las mujeres y cuidarlas del femicidio, que viene a
ser la visión de la mujer como un desecho. El patriarcado
sostiene la idea de la mujer cosa, objeto, pero en el
femicidio se viene a expresar en su máxima organización
ese «cuerpo desechable» de la mujer.
Para esto necesitamos trabajar con hombres. No digo que
la relación entre masculinidad y femicidio sea directa,
pero si trabajamos con hombres por la construcción de
relaciones entre los géneros basadas en los derechos
humanos, en la paz, en la condición de la vida y la
preservación de la vida, probablemente los hombres
nos opongamos a la violencia y a la violencia contra las
mujeres y el femicidio. En ese sentido, si queremos apostar
por la prevención hay que trabajar con las víctimas, por
supuesto, con todos los recursos posibles, pero hay que
trabajar también con los hombres, en labores no solo de
encarcelamiento y de represión, que hay que hacerlas,
sino también en labores de prevención, que desde mi
perspectiva es la apuesta principal.
Darío Ibarra
Geru: ¿cuál es la diferencia entre femicidio y feminicidio?
¿Qué relación tienen estas conceptualizaciones en las
políticas públicas, en tu experiencia profesional?
Geru Aparicio
La distinción entre femicidio y feminicidio la formuló
Marcela Lagarde.Tomó el término femicidio de unas autoras
americanas que hablaban de que todo aniquilamiento, la
muerte violenta de las mujeres a manos de los hombres,
es femicidio. Sin embargo Lagarde comenta que estas
autoras, por su contexto, no tomaban en cuenta el
Estado, la cultura, la sociedad ni otros factores, sino que
nada más iban acotando el delito, o sea, el homicidio por
razón de género. Sin embargo ella como antropóloga y
tras haber estado a cargo de parte de las investigaciones
de las muertas de Juárez en 1992, cuando empezó todo
este fenómeno en México, se percataba de que el Estado
sistemáticamente invisibilizaba el fenómeno, de que
había una resistencia a hablar de la violencia de género
y del feminicidio, que había autoridades que negaban
absolutamente la circunstancia de género, y también
una cultura permisiva, una tolerancia social, dado lo cual
las mujeres podían ser objeto incluso al grado de ser
desechables. El imaginario colectivo cultural social está
basado en la desigualdad, la subordinación y la opresión
de los cuerpos femeninos. En este esquema se acota el
término feminicidio, porque tiene que ver también con
una postura cultural, social, económica, política en todo
nivel, o sea que se estructura, y las vidas de las mujeres
no cuentan. Esa sería la distinción.
Darío Ibarra
Álvaro: ¿cuáles son los indicadores que un hombre
comienza a desplegar que conducen a suponer que va a
cometer femicidio? ¿Y cuáles serían para vos las estrategias
en políticas públicas que se pueden implementar para
prevenir el femicidio?
Álvaro Campos
Es muy difícil predecir si un hombre va o no a cometer
un femicidio. Lo que podemos hacer es una valoración
del riesgo, porque en la comisión específica del
31
femicidio intervienen múltiples factores, que tienen
que conjugarse en un momento específico y en
circunstancias específicas. Por lo tanto, lo que podemos
hacer es relevar factores predictivos que tienen una
probabilidad de riesgo, y saber qué es lo que tenemos
que ver en violencia, los niveles de riesgo: alto riesgo de
violencia o riesgo mediano o bajo. En Costa Rica usamos
algunos indicadores que lamentablemente se han
construido a partir de las víctimas asesinadas. Cuando
se hacen los estudios posteriores se analiza: ¿qué fue
lo que pasó?, ¿cuáles son los elementos comunes?
Hemos encontrado factores comunes en esas mujeres
que fueron asesinadas. No todos tienen que estar, pero
los que voy a leer correlacionan con otras escalas y con
otros test de los cuales también vamos a hablar. A veces
los test sirven como un factor predictivo en cuestión de
violencia.
Factores: presencia de agresiones físicas graves que
hayan ocasionado lesiones en el pasado —esto no lo creo
totalmente, tengo mi distancia, pero voy a comentar lo
que es oficial—; amenazas con arma de fuego; intentos
de ahorcar a la víctima en el pasado; forzar a la víctima
a tener determinadas prácticas sexuales en contra de
su voluntad; amenazar con matarla sin mostrar el arma;
celos intensos, violentos, acompañados de conductas
de excesivo control hacia la pareja; ocurrencia de alguna
forma de incidentes violentos hacia su pareja en el último
mes. Por otro lado, un hombre que en todo ese proceso
no muestre un sentimiento de culpa o una sensación de
inquietud, de malestar, «me siento mal por esto…», sino
que justifique lo que está haciendo, «porque estoy en mi
pleno derecho, porque ella ya se está escapando de mi
zona de control y como yo soy el propietario de ella —
aquí viene la cosificación del débil— tengo el derecho
de exigir», ese acto de posesión sobre esa «propiedad».
Aquí podemos tomar de la teoría marxista el concepto
de fetichismo a la mercancía que Marx nos regala, la
mujer es convertida en una mercancía, en un objeto
inanimado, por eso es una fetichización de los cuerpos
femeninos y de las relaciones amorosas, porque significa
que yo tengo derecho a reclamar lo mío. Es decir, si usted
compró algo y lo estafaron, vaya y reclame al vendedor
porque ese producto no está sirviendo como debería
servir. Así: «Yo voy a reclamar porque mi producto se me
está saliendo del canasto, es decir, pierdo el control». Si a
eso le agregamos consumo de alcohol y otras drogas por
parte del agresor, algunas mujeres ponen medidas de
protección, medidas cautelares que él no respeta, y si a
eso le agregamos que ese hombre esté ligado a otro tipo
de situación de crimen organizado, tenemos todos los
indicadores. Sin embargo, la presencia de cualquiera de
los primeros ocho factores que mencioné indica un alto
riesgo de muerte para las mujeres. Pero una sola de esas
situaciones ya tipifica riesgo severo. Alarmante, ¿verdad?
Esa es la parte que observo de estadística, con solo uno
de estos factores. Si hay amenaza con cuchillo de que va
a matar, ¿para qué busco otros factores? Con que se dé
solo uno alcanza, pero si se dan los ocho, por estudios
que he venido escuchando desde una perspectiva
criminológica tradicional, está por ir a matar, veamos los
hechos que han estado antes. Es importante ampliar a
otros indicadores, ver la historia de ese hombre agresor,
ya no solo lo que hace con ella, sino su historia: ¿Tiene
antecedentes penales? ¿Le han dispuesto una protección
antes? ¿Ha existido violencia en presencia de los hijos o
hijas? ¿Han visto de antes conductas violentas con otras
personas? ¿Ha tenido conductas de maltratar animales?
Sin embargo, quiero decir algo a favor de esto y algo
en contra de esto. A favor en el sentido de que está
comprobado que muchos de esos indicadores se
presentan, pero también hay hombres que nunca
mostraron ninguna de estas conductas, «es un ciudadano
ejemplar», y la mató. Probablemente pase que los signos
mencionados son muy visibles, muy externos, y hay
otros más sutiles que no vemos. Por eso digo que hay
escalas a las que podemos pasar para medir la valoración
del riesgo cuando las mujeres interponen protección,
pero en Costa Rica en la mayoría de los femicidios —la
misma cantidad que en Uruguay— las mujeres no habían
puesto medidas de protección, les cuesta más poner
medidas de protección, entonces podríamos decir que
es un grupo heterogéneo. Muchos se pueden predecir
con esto, pero hay otros que se salen de la posibilidad de
predicción.
Darío Ibarra
Geru: ¿por qué creés que el femicidio se lleva a cabo en la
órbita de la pareja o la expareja, y no tanto en otro tipo de
vinculaciones, por ejemplo en el trabajo, en la vía pública…
Aunque sabemos que también acontece en esos espacios,
se lleva a cabo más en el marco de las relaciones de pareja.
Geru Aparicio
Es parte de la discriminación biologizada que sufren
las mujeres, porque según el género hay todo un
imaginario colectivo que discrimina, y la primera
discriminación tangible es la identificación ámbito
privado: mujeres, ámbito público: hombres. Entonces,
en el contexto de lo privado un hombre se siente con
derecho, según este esquema cuerpo-territorio, como
empezó en los albores del capitalismo el derecho a
la propiedad privada; dentro de la propiedad privada
entra también la pareja. Obviamente no solo la pareja,
sino también los hijos, pero se castiga a la mujer que
es disidente y transgresora y por eso él se siente con
derecho a matarla. Es extremadamente impactante
cuando escuchas los discursos y te dan una serie de
justificaciones como que la tenía que matar porque se
le estaba saliendo de ese control y dominio, porque es
32
más fácil. Por ejemplo, cuando yo estaba en una sala
con 20 feminicidas y me preguntaban: «¿No va a entrar
con guardia?», yo decía: «No, porque yo soy autoridad y
a mí no me vas a matar». Porque dentro de esa dinámica
sé perfectamente que mataron a la esposa, a la novia,
a la que pensaban que era de su propiedad, pero yo
soy una mujer del ámbito público en ese momento,
entonces automáticamente se quiebra ese paradigma
para el femicida. Por eso es un perfil de doble fachada:
cooperadores, muy lindos, muy seductores, no se la
crees, luego los peritos me decían: «Óigame, créame,
se me hace que no, algo pasó, un estado de emoción
violenta, un brote psicótico». Pero sucede que el estado
de emoción violenta no le da con el jefe ni con el taxista,
le da con la esposa o con la exnovia.
Darío Ibarra
Álvaro: existen escalas y test que miden el nivel de riesgo
en varones que llevarán a cabo un femicidio, como recién
estabas comentando. ¿Puedes contarnos un poco más?
Álvaro Campos
Hay varias escalas que podemos utilizar como
instrumento de apoyo. Voy a mencionar tres. El test
NOVACO, que se aplica a la persona, al hombre en este caso,
que está en riesgo de cometer violencia más fuerte, que
ya sabemos que ha tenido problemas con la violencia.
Es un test de 120 ítems ante los cuales el hombre se
posiciona. Una pregunta es «¿Qué tan de acuerdo está
con ciertas formas de pensar?». Y en la parte B2 «¿Qué
tan de acuerdo está con determinadas conductas?».
Por ejemplo (da algunas): «Cuando algo me enoja, lo
saco de mi mente y pienso en otra cosa» o «Algunas
personas dirían que soy un cabeza caliente» o «Cuando
me enojo permanezco de esa forma por horas». Otro
ejemplo de la escala B: «¿Qué tan molesto se siente
por ser criticado frente a otros por algo que usted no
hizo?» o «Usted está viendo TV, viene alguien y cambia
el canal». Son situaciones cotidianas, los 120 ítems nos
dan una tendencia. Yo soy de formación psicoanalítica
y humanista, no sustituyo la entrevista, veo las escalas
como un elemento auxiliar, que es importante.
Está también la escala SARA, que es la escala de evaluación
de riesgo de Canadá. Para elaborarla se entrevista a los
hombres, a sus familiares, se recoge información de
diferentes fuentes, y cuando se tiene la información se
llena la escala. La escala contiene dimensiones, un área
es de historial delictivo del hombre en su círculo social,
que incluye los problemas de la relación de pareja, la
historia de violencia en la pareja, el delito y la agresión
actual y otras consideraciones. Nos da resultados en
términos de valorar esos niveles de riesgo y correlacionar
con un NOVACO.
Y la otra es el HCR-20, guía para valoración de riesgo
y conductas violentas, que para mi gusto es la más
completa, porque se realiza con muchas fuentes de
información, no solo lo que un hombre dice, sino lo
que otras personas dicen, se va llenando. Esta escala
tiene aspectos de historia de la persona, desde la
violencia previa, el primer incidente y cómo ha venido
relacionándose antes con otras cosas, su historia
individual, su biografía. Es un elemento de la escala
clínica en presencia o no de psicopatología.
Y está la escala de afrontamiento del riesgo, para
darnos cuenta de cómo afronta la persona situaciones
de riesgo. Igualmente nos da un resultado interesante,
porque dice, por ejemplo, a nivel del trabajo posterior,
que el riesgo puede ser bajo, y sugiere que no haya una
intervención especializada, o que el riesgo puede ser
moderado, y sugiere un plan de manejo medio de riesgo,
o que el riesgo puede ser elevado. Cuando el riesgo es
elevado sugiere supervisión, priorización de recursos de
tratamiento, etcétera.
Tenemos escalas, sin embargo, hay que tener cierto
cuidado, porque muchas personas podrían salir muy
bien de una escala y sin embargo cometer actos violentos
o delitos muy fuertes: matar. Además tenemos que
olvidarnos de los sistemas de clasificación, la conducta
humana es más que un sistema de clasificación. No
psicopatologicemos el femicidio, estamos de acuerdo
en que hay que estar loco para matar a alguien,
sí, lo podemos ver desde cierto nivel, pero no lo
psicopatologicemos, porque entonces estaríamos
diciendo que aquel que podría haber matado a alguien es
solo un enfermo mental que podría estar diagnosticado
por el DSMV, y bien sabemos que no es así, cualquiera
puede cometer un pasaje al acto. En vías de entender las
vías del femicidio, no estoy diciendo que todo femicidio
sea un pasaje al acto, pero recordemos que en el pasaje
al acto aparentemente todo está bien y yo me salgo de
la escena y actúo violentamente un conflicto que no
puedo nombrar, que no puedo simbolizar, me salgo de
la esfera del lenguaje y lo actúo, y esos pasajes al acto
muchas veces son también femicidas. ¿Y qué pasa con
una persona que hizo pasaje al acto? Que cinco minutos
antes era un conejito pacífico y ahora se convirtió. Con
esto no estoy diciendo «¡Qué terrible, puede pasar aquí
mismo en cualquier momento!». No; no necesariamente.
Si usted investiga va a encontrar factores, pero no
son estas las escalas, los de las escalas son factores
criminológicos que tienen que ver con la subjetividad
y la estructuración de la personalidad. De pronto si es
demasiado rígido, cree que tienen que hacer lo que él
dice y no sabe manejar impulsos, ¡caramba! Aunque en
la escala le salga un bajo perfil, para mi gusto está en alto
riesgo.
33
Espacio de preguntas
Intervención del público
Yo trabajo desde hace muchos años con mujeres en
situación de violencia doméstica, y una cosa que siempre
veo, que siempre me llamó la atención, es que los hombres
no matan durante la convivencia, no matan a golpes.
En realidad la violencia física es la menos frecuente
en situaciones de violencia doméstica, lo que destruye
realmente es la imposición, el desprecio, la falta de
respeto y la exigencia desmesurada. Pero no las matan
cuando están en convivencia, las matan después, la mata
cuando la mujer lo deja, porque para ese hombre es la
máxima humillación. ¿Humillación frente a quién?, me
pregunto. Frente a los otros hombres. Es un hombre (el
que fue «abandonado» por su mujer) que queda destruido,
desposeído, anulado, desmasculinizado, diría yo, frente a
los otros hombres. Se cree que, en la comparación con otros
hombres y la idea de la masculinidad, cuando se afecta esa
vivencia de masculinidad triunfante, eso los desespera y los
lleva eventualmente a matar a la mujer.
Intervención del público
Trabajo recepcionando denuncias de violencia doméstica,
tengo una curiosidad y tal vez podrían ayudarme. Algo que
verifico en estas consultas es que las mujeres en situación de
medidas cautelares —no estoy hablando de dispositivos,
sino de medidas cautelares de alejamiento, de prohibición
y de comunicación— me dicen: «Tengo miedo, porque no
sé nada de él», y ahí la sensación es «tiene las medidas, no
ha incumplido, no se ha comunicado…». Sin embargo ese
«tengo miedo, tengo la sensación de que algo va a pasar»…
Con esto quería preguntarles si pueden o han verificado en
su trabajo que esa puede ser una condición, como factor
expeditivo, que el femicida esté planeando un golpe que a
veces es mortal.
Intervención del público
Mi pregunta es algo referido a lo que mencionaba ella. ¿El
femicidio es algo que se planea con antelación?, ¿o es algo
que surge en el momento?
Intervención del público
Yo quisiera saber por qué en casos como el de Quebracho6 el
femicida se intenta suicidar o se termina suicidando.
6. Un caso reciente en ese momento y conocido que tuvo lugar en la
localidad de Quebracho.
Intervención del público
Quería saber cómo son las políticas, cómo es el sistema de
respuesta a la violencia de género en sus países (Costa Rica
y México), y qué influencia tienen todo este pensamiento y
el trabajo con la masculinidad en el sistema de respuesta,
en el tratamiento y en el proceso de trabajo con los varones,
más allá del sistema penal.
Álvaro Campos
Muy interesantes las preguntas. El fenómeno es complejo,
es multifactorial, y además es un grupo heterogéneo el
de los hombres que cometen femicidio.
Algunos comentarios. No todos lo planifican, hay algunos
que sí pueden planificar el femicidio a lo largo de mucho
tiempo y encontrar el momento oportuno para hacerlo,
pero no todos lo hacen así. Hay una afrenta muy grande
al ego; o sea, no estoy negando que exista un dolor
inmenso, es verdad. Ella ya no quiere nada conmigo, o
sea, ella acabó la relación. Algunos hombres lo viven
como un desecho personal, como una devaluación.
¿Cómo alguien se atreve a desecharme?, o ¿cómo «ella»
se atreve a desecharme? Si todos y todas tenemos una
relación afectiva cercana y la persona no nos quiere, claro
que nos va a doler, pero esto no es un asunto de reacción
al dolor. Eso se vive como una afrenta, que de alguna
manera se puede interpretar como «me quitó la vida»,
esto es catastrófico, esto es el apocalipsis, esto es el fin
del mundo, por lo tanto, se acabó el mundo para todos.
Por eso, la mato a ella, me mato yo, mato a los hijos, mato
a la suegra y mato al que sea. Aquí se acabó la historia, se
cierra el telón. Algunos lo viven así. No es solamente «no
me puedo concebir sin ella». Es que hay una depositación
narcisista en ella. Y si ella ahora no quiere estar conmigo,
ya no tiene sentido la vida, se acaba todo. Pero no me
voy yo, me los llevo a todos. Es un acto de venganza, de
ajuste de cuentas, porque me los llevo a todos.
Lamentablemente eso sucede, muchas veces esa es una
reacción impulsiva. En otros casos el acto es planeado,
efectivamente. Hace muchos años se dio en Costa Rica
una situación similar en la cual ella decide terminar la
relación porque era una relación violenta. El hombre la
busca en un puerto que hay en el sur de Costa Rica, que
se llama Golfito, y la busca con un arpón que sirve para
cazar. La buscó y le disparó, le atravesó el ojo, la mató.
Esto estaba planeado, había comprado ese arpón, no fue
impulsivo. Y también tenemos casos de hombres que sin
haberlo planificado, de manera totalmente impulsiva,
cometen el acto.
Entonces tendríamos una tipología de tres: el que lo
planifica, el impulsivo que lo hace en el momento mismo
y aquel que al menos tiene un tiempo para caer en el
pensamiento primario catastrófico —«el prisionero del
odio», como dice Beck— y hace todos los arreglos para
acabar con el planeta, o sea, acabarla a ella y se va él.
34
Me parece que podríamos ubicar en esos tres aspectos
a nivel de política pública o prevención. Qué importante
es que yo sepa desde niño que las personas no son mías,
que el universo, la sociedad, el cosmos, como usted
quiera, me las prestan por unos años, para disfrutarnos
mutuamente. Ojalá sea para toda la vida. Si las cuido
podrían ser para toda la vida, pero las personas no son
mías. Eso es fundamental, que esté preparado para
la pérdida, para enfrentar el duelo. La vida es duelo, la
vida es pérdida, estamos continuamente creciendo y
muriendo, naciendo y muriendo, todos los días desde
nuestras células. Qué importante es educar para enfrentar
la pérdida de manera respetuosa y que ayude a crecer.
Esos dos elementos son claves. Pero esto no se enseña;
no sé aquí, pero allá, en mi país, no se enseña en ninguna
parte. A nadie le dicen cómo enfrentar un duelo en una
materia de la escuela, no se ve en ninguna parte. Ni se
da en los cursos prematrimoniales. Entonces, ¿dónde
le enseñan a usted que las personas no son suyas? ¿Y
dónde le enseñan a manejar los duelos? Y que sepan,
porque muchos de estos femicidas habían descuidado
a la pareja hacía muchísimos años. Porque si fuera que
vivía para darle atención y cuidados, pero ya había un
descuido objetivo de muchos años, vengo a reclamar
sobre una persona a la cual descuidé por muchos años.
Hay distorsiones en lo que es el amor, distorsiones en lo
que es el cuido, en lo que es el abandono en una relación.
Y en eso tenemos que trabajar preventivamente con los
hombres desde que son niños y seguir en la adolescencia.
Algo muy importante que hemos encontrado es que
usted le puede enseñar a un hombre estas cosas en teoría,
pero espere a que se enamore, ahí la danza empieza de
nuevo. Puede saberse la materia completa, pero espere
a que se enamore. Porque cuando nos enamoramos —
nos lo dice Melanie Klein— desarrollamos una serie de
ambivalencias con el objeto amado. El objeto es mío y el
objeto me persigue, si el objeto amado me mira siento
que toqué las estrellas, y si el objeto me abandona es
persecutorio, es malo y lo destruyo, y todas esas cosas
que nos pasan y que les han pasado a todos ustedes
cuando han estado enamorados alguna vez. Todavía
no enseñan cómo trabajar con eso. Junte por lo menos
esas tres: los procesos de la vida amorosa, no enfrentar
pérdidas y la idea distorsionada de que las personas son
mías, y ya tiene, no digo un futuro de infelicidad, pero
sí una persona que no va a saber manejar las relaciones
afectivas.
Geru Aparicio
Sobre lo que comentaban de esa intuición, ver los
fenómenos del lado de la víctima ayuda mucho, porque
tenemos múltiples comprensiones a diversos niveles,
nada más cognitivo. En la valoración del riesgo que
compartió Álvaro, explicaba que todo se hizo después de
que mataran a la mujer, en el intervíctima. ¿Por qué no
se escuchó antes a la mujer, que no tenía los elementos
cognitivos, concretos, tangibles y observables, para decir
«estoy de presa»? Porque todo el mundo minimiza. Es
muy fuerte. Imagina que tu novio, tu esposo, tu papá
te hagan ese apropio. ¿Quién va a pensar que te puede
matar? Entonces, ¿por qué entran en riesgo, por qué
entran en la búsqueda? Porque ellas saben, porque ya
tienen incorporado en la memoria corporal el aviso
de que están en riesgo, por eso están nerviosas. En los
protocolos de orden de protección la primera pregunta
es: «¿Usted se siente en riesgo?», «Sí». No dijo por qué.
No me importa, porque ella es la experta en mantenerse
viva. No me interesa que me diga «porque llegó y
azotó la puerta y luego me amenazó y luego agarró la
pistola», porque cuando una persona está en shock la
mente es teflón. No lo tiene detectado en el momento,
sin embargo tiene la experiencia en el cuerpo. No te
lo puede transmitir, pero tú le ves la cara, por eso le
hacemos caso. No necesito que me diga «él fue, amenazó
y tomó la pistola». Le hago caso, ella tiene la sabiduría,
ella sabe cómo mantenerse viva. A eso nos dedicamos:
a creerles a las mujeres más allá de que los demás no
veamos. Porque como la violencia es a puerta cerrada,
nada más lo vive ella, todo el mundo dice «no, está loca»,
«si es todo un panecito». En lo íntimo solamente ella
tiene esa información. Es desquiciante, te dice que está
en riesgo y todo el mundo comenta «exagera». Entonces
¿para qué caer en el feminicidio? Siempre le hacemos
caso a esta intuición, porque ella tiene la información de
que está en riesgo. No aquí, clara, cognitivamente, pero a
todo nivel ya la tiene.
Igual hemos tenido feminicidas que planifican, pero los
más, los que me estremecen más, son aquellos que no
se esperan. O sea que empieza la narración: «Estábamos
discutiendo, como todas las parejas lo hacen, como usted
de seguro lo hace, como usted lo hace con su pareja. Era
una discusión normal y entonces las cosas se salieron de
control». Así, se salieron de control generalmente, y ella
le dice: «Basta, hasta aquí, ya, suficiente». Si tiene un poco
de conciencia y sabe que ha descuidado, podrá venir una
resistencia, pero la mayoría dicen «yo le di todo» «le di
todo mi amor, le di todo mi tiempo, le di todo mi cariño,
¿por qué se fue?». Hay una brecha de desconocimiento,
que es esta afrenta de «¿cómo se atreve a dejarme
después que le di todo?». La herida abandónica muchas
veces es desde el ego, del «¿cómo se atreve, después de
todo lo que le invertí!», como cuenta bancaria. Entonces
«cómo se atreve a dejarme», y por eso la castigo, porque
era un objeto de mi pertenencia en el que había invertido
psíquica, económicamente, materialmente y ella «no está
para mi servicio». Hay de todo. Está también el que tiene
la pistola, va y la busca. Pero en mi experiencia la mayoría
son los espontáneos. Y el mayor riesgo es cuando una
mujer se separa, cuando una mujer dice «hasta aquí».
En cuanto a las políticas públicas, desafortunadamente
en México apenas estamos incorporando la metodología
para los estudios en masculinidades. La tradición es
penal y eso es un gran problema, ¿cómo un aspecto
cultural se acota a un ámbito penal nada más? Por eso
35
no tenemos tantos resultados, porque tú dices: «Grupo
para hombres generadores de violencia»… ¿Quién
se autodescribe como generador de violencia? ¿O de
«tentativa feminicida»? Yo les preguntaba: «¿Quién es
generador de violencia?», y todos se volteaban a ver.
¡Ninguno! No podemos seguir trabajando desde lo
punitivo, tenemos que empezar por la prevención y
en los buenos aspectos, porque es muy doloroso, un
hombre que genera violencia sufre mucho, porque
no entiende qué está pasando, porque hace su mejor
esfuerzo y la mujer no se queda.
Matan a los hijos por lo mismo. Por un lado, porque al
ya no tener a la reguladora ecológica, a la que me va
interpretando mis emociones, entro en un caos. Por otra
parte, por lo que dijo la compañera: por esta afrenta al ego
con los pares, «la burla que me van a hacer los amigos, yo
no puedo». Muchos hombres en tentativa dicen: «Si me
hubiera puesto los cuernos y nadie se hubiera enterado
no habría problema, yo la habría perdonado, pero se
enteraron mi papá, mi mamá, mis amigos, mis hermanos
y todo el mundo me hacía burla, entonces eso yo no lo
podía permitir». Dicen «yo estaba dispuesto, pero lo que
no tolero es la burla de los pares», por eso «aniquilo a
todos, porque yo no soy el hazmerreír de nadie y prefiero
que me vean como el loco que como el cornudo».
Segundo bloque
Darío Ibarra
Álvaro: si pensamos en un hombre que comete femicidio,
respecto a su estructuración psíquica podríamos hablar de
tres categorías: trastornos de la personalidad (borderline
y antisocial), psicosis (por ejemplo, alguien que tuvo una
PDA (psicosis delirante aguda) y estructura neurótica. ¿Cuál
sería la diferencia entre esos tres hombres femicidas?
Álvaro Campos
Si me sitúo en el psicoanálisis, en la psicopatología
psicoanalítica, hablamos de tres grandes estructuras:
la estructura neurótica, la estructura psicótica y en la
tercera estructura no hay acuerdo, si me voy hacia Lacan,
la estructura perversa, si me fijo en la de Kernberg, la
estructura fronteriza narcisista. Efectivamente, hombres
de cualquiera de las tres estructuras pueden cometer
femicidio. Puede existir la idea de que solo los de la tercera
estructura pueden hacerlo, porque es donde ubicamos
más o menos a la psicopatía. (No me gusta usar trastorno
antisocial porque es el DSM, es de clínica psiquiátrica y yo
soy psicólogo, no soy de clínica psiquiátrica, así que no,
pues no considera factores sociales y subjetivos.)
La psicopatía la ubicamos en esa tercera estructura.
Cualquiera diría que son psicópatas todos, pero no,
pueden pertenecer a cualquier estructura clínica,
desde la estructura neurótica. Hablamos de estructura
neurótica cuando más o menos hay alguna capacidad
de simbolización, de contacto con la realidad, de tener
alguna mediación entre los impulsos, las demandas
sociales, etcétera. Pero en la misma estructura neurótica,
en el caso de los hombres, estarían nuestra estructura
clínica subjetiva y nuestra estructura de personalidad
—o como la queramos llamar—, pero también está la
constitución subjetiva como hombre, lo que yo aprendí
como hombre, y eso no es estructura clínica. Entonces
puedo ser un histérico encantador, seductor, pero si
tengo una estructuración como hombre en el nivel
de mi subjetividad y tengo las estructuras cognitivas
patriarcales intactas (que tengo que ser supermacho,
homofóbico, demostrarle al planeta que soy muy
hombre y demostrar que tengo el poder y el control
y demostrar que ella es fiel, que ella no me es infiel),
¿qué pesa más: esa estructura clínica o esos mandatos
de género? ¿Cómo se entrecruzan los mandatos de
género con la estructura clínica? Tema fascinante para
psicopatología.
Entonces, desde ahí yo podría referirme a las estructuras.
Ya sabemos que el hombre que además tiene un
trastorno fronterizo de la personalidad —no es capaz
desde las relaciones mentales de integrar la parte
frustrante y la parte gratificante del objeto amado,
porque cuando el objeto amado me frustra lo quiere
destruir— muy probablemente va a estar en más riesgo
de cometer un acto violento con la fuerza cuando
experimente frustración, y si no lo hemos educado para
otra masculinidad, pues ¡por supuesto!
Sin embargo, con el paso de los años me he venido
cuestionando: ¿qué es más fuerte: la estructuración
subjetiva, intrapsíquica, o lo que la sociedad me ha
enseñado en cuanto a lo que significa ser hombre?
Que también se torna subjetivo, también hay una
subjetivación ahí o se entremezcla. Ahí es donde digo
que no es solo la acción de la psicopatología, es también
el mandato social que me construye como un varón
que no soporta ser despreciado, y no importa aquí
la estructura clínica, ya sabemos que por ejemplo el
hombre está en una situación de riesgo cuando ella se va
o termina la relación, y mucho más si ella se hace de otra
persona. Nosotros realizamos una investigación sobre
en qué momento el hombre se da cuenta de que ella
ya terminó la relación. Porque nos hemos encontrado
con hombres que pueden estar 20 años divorciados y
siguen pensando que mientras la mujer no se haga de
nadie él todavía tiene «una bandera puesta en esa casa»,
entonces acepta y se da cuenta de que la relación ya
terminó cuando ella tiene otra pareja.
36
En una investigación que realizó un compañero del
Instituto WEM en Costa Rica, en una tesis de Licenciatura
en Psicología, encontró elementos que hemos seguido
corroborando: parecería que el hombre inicia la angustia
del duelo cuando constata que ella tiene una relación
formal con otra persona, hasta ese momento no le llegó
la noticia «ya la relación se terminó». Aunque pasen 30
años, 40 años, lo que sea, en ese momento empieza no
a elaborar, empieza la angustia de que de verdad, «a lo
mejor», esto se terminó. No estoy generalizando, puede
haber gente que funcione diferente, pero ahí podría haber
riesgo, porque podría decir «¿cómo que fui sustituido?».
Los hombres no soportamos que nos sustituyan, estamos
de acuerdo en que es doloroso que nos sustituyan, pero
esto no tiene que ver con dolor, tiene que ver con poder.
Yo siempre digo que me encanta la literatura griega, y
ya sabemos que Helena de Troya es un mito, pero ¿qué
hizo Menelao cuando se dio cuenta de que Paris se llevó
a Helena, o que Helena se fue detrás de Paris? Hizo,
según la literatura griega, la guerra más sangrienta que
la humanidad hubiera visto hasta ese momento: o sea,
¡violencia! En los relatos griegos algunos dicen que se la
lleva, pero algunos dicen que iba a matar a Helena. No la
mata porque ¿con qué cara iba a llegar a Grecia sin Helena?
Si supuestamente ganó la guerra contra Troya, el trofeo
es Helena. ¿Cómo la va a llevar muerta? Ganaría Paris si
él matara a Helena. Se la tiene que llevar viva a Grecia
para mostrarla. Ahí tenemos toda la estructuración de
femicidio en la mitología que de alguna manera expresa
cómo se construyen las estructuras masculinas, las
subjetivaciones masculinas. Entonces yo hago psicología
clínica y me fascina enseñar psicopatología, pero cuando
me meto en estas cosas más pongo en duda el peso que
tiene la estructuración psíquica y más me inclino por
creer que la sociedad escribe nuestra estructura.
Geru Aparicio
Estoy de acuerdo, aunque por ejemplo en los peritajes
clínicos el enfoque clínico que tenemos en psicología
cuando hacemos alguna valoración en el ámbito forense
es darle el aspecto clínico. Entonces yo le decía: «No
me lo pongas nada más con el trastorno borderline
o la depresión o todo el aspecto clínico, métele lo
antropológico, lo social, porque este un hijo sano del
patriarcado». Porque más allá de la depresión, todo lleva
a que la matan con cualquier justificación, pero tiene
que ver con que ella era simbolizada de su pertenencia
y ella hizo algo o dejó de hacer algo que a él le dio la
noticia de que no tenía ese control y dominio sobre
ese cuerpo. Por eso no nos enfocamos en patologizar,
porque es una trampa, y también es una trampa porque
entonces el fenómeno queda acotado ahí como unos
cuantos locos y nadie se siente identificado. Dices «eso
no me va a pasar a mí», porque es allá, allá fuera, a la
población diría Foucault, a los anormales, cuando es un
fenómeno estructural, entonces tampoco vamos a hacer
diagnóstico para ver si tiene perfil.
Me chocan las perfilaciones, porque son poner de
antemano el sesgo. Yo veía, por ejemplo, la cuestión
económica: todos los feminicidios o la mayoría de los
feminicidios en México se dan en población joven, en
mujeres jóvenes, mujeres de cierto sector. Entonces tiene
que ver un aspecto socioeconómico, porque, ¿cuáles
son los cuerpos abyectos?, ¿cuáles son los cuerpos que
también pueden tener un sesgo feminicida? Porque no a
cualquier mujer la matan, no a cualquier mujer la matan
en México, por eso yo decía que hay perfiles sociópatas,
psicópatas, empresarios, políticos. De repente te
enteras de que a la esposa le dio un infarto o un cáncer
fulminante o se suicidó y nadie investiga ahí, entonces
va atravesado también con una dinámica de ejercicio de
poder y de corrupción, porque nos damos cuenta de los
feminicidios de a pie, pero no puede ser que en cierto
segmento no existan, es un fenómeno humano que
transversaliza. Da para distintas interpretaciones más allá
de lo clínico.
Darío Ibarra
Álvaro: te voy a seguir preguntando sobre psicopatología
porque es bien interesante tu planteo y para que quede
claro esto que estás diciendo, que es muy importante y
también lo está planteando Geru. ¿Cómo podés relacionar
la constitución del superyó como instancia psíquica del
varón feminicida con la subjetivación de los varones en
tanto encarnando una masculinidad hegemónica?
Álvaro Campos
De alguna manera todos en la construcción de nuestra
subjetividad como hombres estamos expuestos no
solo a cosas que aprendemos, sino a constructos que
interiorizamos, y al interiorizarlos ya los hacemos
emociones, los hacemos vida, los hacemos sustancias,
los hacemos hasta bioquímica. Es todo una interacción
y todos estamos expuestos, pero no todos los
hombres ejercen violencia directa ni son potenciales
feminicidas, aunque hayamos estado expuestos a
un mismo patrón. Creo que son varios los factores,
no excluyo el peso de los factores personales de la
biografía, en términos de qué tanta capacidad —aquí
ya voy a hablar en terminología psicopatológica o de
psicoanálisis— de integración objetal tengo, desde
Melanie Klein, o qué tanta capacidad de integración del
sí mismo tengo, desde Kember. O sea, la posibilidad de
integrar el objeto interno y la capacidad de integrarme
yo, el self, de modo que prevalezca el objeto bueno por
sobre el objeto malo, o las experiencias gratificantes
del self por sobre las experiencias frustrantes, me va
a proteger contra la adversidad, dice Klein, y me va a
posibilitar la reparación ¿Qué significa eso? Un papá
que me ame, un hombre que me ame y que de alguna
manera yo vea que resolvió conflictos dando amor me
va a constituir un superyó así y va a hacer que en esa
integración de pronto el objeto bueno prevalezca por
sobre el objeto malo.
37
A veces creemos, como decías vos, que nos cayó el
psiquismo del cielo, pero no, el psiquismo se construye
día a día en la relación con los demás, es totalmente
una interacción sociopolítica, si se quiere. Entonces
creo que mi historia personal tiene que ver con esos
dos elementos fundamentales, tiene que ver qué tan
expuesto estuve a este modelo hegemónico. Todos
estamos expuestos a este modelo hegemónico, pero
algunos más que otros, a algunos les llega el patriarcado
en versión bruta, de Menelao directamente, hecha en
Troya, no en versión corregida, y viven un patriarcado así,
primitivo totalmente, como de proceso de hominización,
y a otros les puede llegar un patriarcado en el que han
tenido la posibilidad de cuestionar, de adquirir otros
valores no patriarcales. Hay que ver eso también, qué
grado de exposición y qué experiencias de reflexividad
sobre esa masculinidad he tenido a lo largo de mi vida.
¿He tenido oportunidad de decodificar esa masculinidad
terrible que me enseñaron o nunca la pude decodificar?
¿Qué tanto dependo del objeto amado? Eso es clave,
muchos de estos hombres, aunque no la quieren,
dependen de ella. Dígame, ¿cómo que yo no quiero a
alguien y dependo de ella? Pero dependen de ella, hay
una dependencia absoluta del objeto amado aunque ni
siquiera la cuiden.
Aquí la literatura nos aporta más que la psicología,
Shakespeare nos aporta más. Vamos a Otelo: no es solo
un femicidio, es una masacre. Mata a Desdémona, se
mata él, mata al otro, mata a todo el mundo. En Otelo
está muy claro por qué lo hace, Shakespeare lo menciona
y en las películas —las dos versiones que conozco— se
ve muy claro cómo Otelo no es nada sin ella, deposita
absolutamente todo su sentido de vida en ella, de tal
modo que imaginarse sin ella es la muerte. Entonces
qué nivel de dependencia tengo del objeto amado es
otra variable que habría que poner sobre el tapete. Pero
también en Otelo pesó más la imagen de los otros: ¿qué
van a pensar los otros? El jefe del barco manda más,
Desdémona le puso los cuernos y Otelo no hizo nada; es
más, se los puso con su mejor amigo, entonces ¿qué le
queda? El honor. De pronto me he encontrado con que
a veces pesa más el honor —entendiendo por honor
que los demás no pongan en duda mi masculinidad, mi
virilidad y un montón de cosas— que lo que yo pienso, lo
que yo quiero o lo que yo amo.
Por eso me parece que sería interesantísimo hacer
investigación, pero no investigación de un cuestionario,
sino una investigación en que podamos sacar a la luz
estos factores y ponerlos en juego, cómo están estas
dimensiones para entender el funcionamiento de la
subjetividad de un varón femicida. Y ojalá encontremos
diferencias con un varón no femicida, por lo menos en
el grado de la integración objetal, por lo menos en el
desarrollo de la conciencia moral, la capacidad para
sentir inquietud, como dice Winnicott, la capacidad para
sentirme mal por los actos inadecuados que hago cuando
daño al objeto. Sería interesantísimo ver eso. No conozco
investigaciones que tomen en cuenta todos esos factores
y sobre todo la estructuración del psiquismo, porque
cuando hablan del psiquismo se quedan en papá, mamá,
yo y el Edipo, pero el psiquismo no se termina de estructurar
nunca, se sigue estructurando a lo largo de la vida, en mis
relaciones humanas, con mis referentes personales se
sigue resignificando. No he visto investigación desde esa
perspectiva. Un reto para investigar.
Geru Aparicio
Ahí también sería interesante ver cómo se vuelven a
replicar las relaciones objetales. No tenemos información
porque el tema todavía no llama tanto la atención,
algunos hombres están abordando los aspectos de
masculinidad, pero todavía no se asumen como tales
como una política pública.
Álvaro Campos
Sobre la política pública, este año se han dado 20
femicidios en Costa Rica y el Estado emitió un decreto de
emergencia de alerta de femicidio. En ese decreto hay un
plan que cubre a 22 instituciones públicas y a gobiernos
locales, cada uno tiene que hacer un plan de prevención
de femicidio y de atención en los 81 cantones en que está
distribuida Costa Rica. Ese plan se impulsó, ya se echó a
andar, y hemos encontrado que, como decía Geru, en el
asunto de este femicidio en Costa Rica el hombre que
imputa femicidio es cada vez más joven, hay de todas las
edades, pero los jóvenes ya están ejerciendo femicidio y
las víctimas son cada vez más jóvenes. Menciono nada
más un caso muy sonado, un policía de tránsito de 50
y pico, casi 60 años, que se hace de una novia de 15
años. Sucede que ella se va a convivir con él, y a los 18,
19 años decide que ya no quiere estar con él, y la mató,
simplemente la mató. Tenía el permiso de los padres
de ella para estar con ella, porque esto se dio antes de
la Ley de Uniones Impropias que el país aprobó, por la
cual ahora eso es penalizado. Tener relaciones sexuales
con una persona de 15 años, irse a vivir con ella, todo
es penalizado, pero en ese momento no estaba esa ley
y el hombre la mata, yo diría que con el aval y bendición
de los padres de ella, porque ya sabían que él la
controlaba. Ahora, 60 versus 15, o 55 contra 15, qué idea
más distorsionada. No estoy cayendo en estereotipos,
en prejuicios o en moralismos, pero si yo tengo 50 y
algo y tengo alguien de 15, mi visión es que tengo que
protegerlo, tengo que tener un rol paterno, no de pareja
y no sexual-genital.
Sin embargo, creo en la esperanza, y la esperanza me
indica que es posible cambiar eso y que es posible
construir sujetos masculinos distintos, para las nuevas
relaciones y para los que ya no son tan nuevos. Podríamos
construir modelos distintos porque la subjetividad sigue
cambiando y se sigue produciendo a lo largo de la vida,
si trabajamos con los hombres podemos crear sujetos
distintos que, lejos de destruir la vida, la protejan.
38
Darío Ibarra
Geru: en esta misma línea, en cuanto a la constitución
del superyó y como producto de su funcionamiento más
común, en cuanto a sentir o no culpa, ¿qué has observado
en tu experiencia, en investigaciones que llevas a cabo
en Ciudad de México? ¿Cómo podés explicar esto de si el
hombre, el varón femicida, siente o no siente culpa, antes,
durante y después del femicidio? Hago esta pregunta
porque en el imaginario social circula esto de que los
hombres femicidas no sienten culpa, «ninguno siente culpa
en ningún momento».
Geru Aparicio
Sí, sienten culpa y muchas veces el discurso es «pero
ella me obligó», o sea, hay una parte de culpa, de
dolor. Pero no saben elaborar el proceso de asumir la
responsabilidad, entonces todavía proyectan que esta
desgracia o este mal momento se dio porque ella no
entendía, ella no lo comprendía, porque ella no supo ver
sus buenas intenciones, prefirió irse con un mal hombre
que la maltrata, o sea, otro, otro, otro sí genera violencia
y él no. Entonces encontramos que hay dos tipos, dos
posibilidades. Unos sí sienten culpa, sí sienten dolor,
pero el procesamiento de la culpa y el dolor todavía se
proyecta, son las demás las que tuvieron que hacer.
Otro aspecto, cuando había un proceso de insight
veíamos que era sumamente doloroso y era terrible,
porque sabíamos que si ese proceso se hubiera dado en
otro contexto, probablemente no habría terminado en
crisis. Pero había una resistencia a sentir dolor y es normal,
nadie quiere ir en la vida sintiendo dolor, pero es parte de
la experiencia humana el gestionar todas las emociones
disruptivas. Al estar en un alfabetismo emocional había
una resistencia a sentir el dolor, y generalmente venía
cuando ya los teníamos ahí, el dolor de la pérdida. Otros
honestamente no sentían culpa, pero no esa culpa
sociópata de «no me importa», sino «qué lástima, pero
lo tenía que hacer». Lo tenía que hacer porque ella
se lo buscó y porque yo no soy su tonto. Otra vez esta
tendencia a seguir el mandato de castigar y de someter a
una mujer a un orden social, porque ella es mala madre,
deja a los niños, no tiene la comida, se va con las amigas,
entonces él se asumía como el dispositivo de control
social. Por eso no hay culpa, porque él está haciendo
lo que tiene que hacer por el bien de esta mujer, por el
bien de la familia, por el bien de la sociedad y para que
esta mujer no se desbalague, no se vaya, o para que no
caiga en las garras de otro. O sea, es que ella no sabe,
no piensa, es muy ingenua. Siempre minimizando, son
todas maneras complejas de ejercer el control.

Espacio de preguntas
Intervención del público
Quería pedirles alguna información sobre la relación de
los hombres femicidas con sus hijos. Si tienen algún tipo
de experiencia o investigación en torno a revinculación,
por ejemplo, si se produce, si hay algún marco legal o de
políticas públicas de protección en sus países en torno a
niños, niñas y adolescentes que tienen relación con estos
hombres.
Intervención del público
Tirando un poco por la parte que habéis hablado antes
del abordaje de las masculinidades y demás, simplemente
querría saber si en caso de que algún agresor haya formado
parte de la violencia hacia su pareja, ¿se puso en contacto?
¿Tenéis referencias? Es decir, ¿fue consciente del papel que
ocupó, de que ejerció violencia? Y en ese momento, si llegó
a ser un feminicidio, ¿decidió comunicarlo y tomar medidas
para que no se repitiera? Y ¿qué dispositivos podrían
emerger de estas situaciones? Es decir, de que el hombre
sea consciente de esa situación, que no sepa modificar
su actitud o demás y tenga una serie de dispositivos para
poder operarse.
Intervención del público
Quería preguntarle a Álvaro que profundice el tema
de la política pública y cómo desarrolla en Costa Rica
el dispositivo WEM. Porque en tus contestaciones en un
momento dijiste que el varón es por un momento un conejito
y en unos segundos se vuelve un monstruo. Entonces, del
mismo modo que acá se ha instalado como política pública
la atención en emergencia en caso de riesgo de suicidio,
¿cómo se podría implementar esa atención en crisis a
varones antes de cometer un feminicidio?
Intervención del público
Mi pregunta viene de la práctica, tiene que ver con la
posibilidad de trabajar con hombres que han ejercido
violencia, porque cuando desde la sede se hace una
invitación, les decís que vayan a los programas de hombres
que ejercen violencia y te contestan: «¿Y yo por qué voy a ir
si yo no soy un hombre violento? Si voy usted va a decir que
estoy diciendo que soy violento». Entonces le explico que
justamente porque no entiende eso de la violencia tiene
39
que ir, pero en realidad no hay ninguna coacción legal,
si no va no hay sanción. Entonces me gustaría saber qué
aporta, cuánto hay que insistir, porque va a tener que venir
una respuesta legal para que vayan, para que entiendan
cómo es esta cuestión de la violencia de la que ellos «no
son parte», está pasando en los diarios, pero a ellos «no les
pasa».
Intervención del público
Soy militante sindical y estoy acá como representante de la
Comisión de Género de mi sindicato. Mi pregunta va por el
mismo lado que vienen preguntando las demás integrantes
que han estado preguntando sobre políticas públicas.
Yo tengo 55 años, y cuando era chica había una figura
que eximía al hombre de pena cuando mataba a su mujer,
que era la «legítima defensa del honor». Esto era bastante
frecuente, incluso en Brasil se llama la «legítima defensa de
la honra».
A lo largo de toda mi vida, las mujeres hemos ido avanzando
en cuanto a derechos y en cuanto al derecho a vivir sin
violencia. ¿Por qué todavía seguimos hablando de construir
nuevas masculinidades cuando nos están matando ahora,
cuando nos vienen matando a lo largo de todos estos años?
Las mujeres hemos ido evolucionando, hemos ido ganando
espacios, hemos ido ganando en derechos, pero todavía no
hemos logrado conservar y mantener por encima de todo
el derecho a la vida. Es un reclamo social cada vez más
fuerte, cada vez se hacen más multitudinarias aquellas
convocatorias en las que se defiende el derecho a la vida
de la mujer bajo distintas consignas, pero las respuestas
en políticas públicas siempre parecen derivadas hacia el
futuro, hacia los nuevos hombres. Yo no voy a convivir con
esos hombres, yo convivo con los que tengo hoy.
Sabemos, por ejemplo, que acá en Uruguay una medida
como la colocación de la tobillera fue por lo menos un
continente, ninguno de los hombres a los que les fue
colocada terminó en femicidio, el Ministerio del Interior lo
informa así. Sabemos que situaciones de extrema violencia
también se viven en parejas homosexuales, no las podemos
ver, no son resultado de una relación heterosexual, no
terminan en un femicidio, están invisibilizadas pero
existen. Entonces, la pregunta es lo mismo que se venía
preguntando, políticas sociales: ¿cómo?, ¿cuándo?, ¿ahora?
¿Qué ideas? ¿Cómo seguimos? Las organizaciones sociales
trabajamos muchísimo en la prevención de la violencia,
pero no logramos visualizar cómo trabajar con el hombre,
sinceramente.
Intervención del público
Soy un simple estudiante de secundaria, pero en este último
tiempo he estado pensando que si lo que realmente se
quiere es hacer un cambio radical para que todas estas
cosas que están pasando dejen de suceder, se podría
cambiar la manera en que se le muestra a la sociedad,
porque claramente estamos hablando de un cambio a
futuro que puede llevar años, y lo que quiere la gente, ya
sean víctimas o simples personas que ven esto y quieren
cambiarlo, es un cambio inmediato.
Capaz que se podría, más allá de las personas que cometen
los delitos, más allá de poner eso en los diarios —porque
al final la gente lo va a pasar por alto, obviarlo—, mostrar
los casos y la situación crítica en los hogares. Capaz que
así se puede lograr una concientización mayor de la gente.
Porque cuando uno comete ese tipo de delito lo que está en
juego no es ese superyó, sino más bien el yo; o una mujer
que es víctima de violencia lo que hace, por medio de
mecanismos inconscientes, es naturalizar eso, lo normaliza,
para poder encontrar en sí misma la paz interior para llegar
a la homeostasis de su persona.
Entonces en mi humilde opinión considero que lo mejor
sería ir con todo hasta la situaciones del hogar, no remarcar
tanto lo que ya ha sucedido, porque al final los casos de
violencia que llegan al homicidio son la menor parte y,
como dijeron ustedes, las denuncias que se efectúan son
una parte ínfima de las que realmente se tendrían que
hacer. Entonces considero que se tendría que normalizar
que todo esto pase, que se puede evitar.
Fernando Rodríguez
Hay una política pública poco visibilizada que llevamos
adelante (en parte) acá en Facultad de Psicología que
tiene que ver con la educación pública, gratuita, en estas
temáticas. Desde hace años se brindan cursos que tienen
que ver con derechos humanos, género, masculinidades,
prácticas clínicas con personas víctimas de violencia
basada en género, etcétera, acá, en su Universidad
de la República, formando futuros profesionales que
intervengan de manera efectiva en estas problemáticas
sociales, también desde el autocuestionamiento del
lugar ocupado en las prácticas cotidianas como sujetos
con un género que atraviesa nuestras prácticas, nuestras
formas de percibir e interpretar el mundo, nuestras
formas de ejecutar acciones, etcétera.
Geru Aparicio
Con respecto a los hijos o hijas de feminicidas y víctimas
de feminicidio, en México estamos pidiendo que se les
retiren la guardia custodia y la patria potestad. Porque
transgeneracionalmente hay una afectación de vivir con
la carga psíquica de la víctima y el victimario. Entonces,
¿cuál es el temor, de no hacer esto? Es que niños y niñas
integren esas dos figuras normalizadamente porque
vienen de ahí y punto, y se tomen la vida con lo bueno y
con lo malo, en un nivel inconsciente tú no distingues si
papá mató a mamá. O sea, se toma el aspecto.
Hemos encontrado hechos en que la familia de él —él
privado de libertad— lleva a los niños a las visitas a ver al
papá. Entonces ¿cómo incorporan un hijo, una hija que
40
el papá despojó de la vida a la mamá? Por un mecanismo
de defensa muy normal que se llama normalización, lo
ven natural, «en mi sistema familiar es normal y natural».
Sabemos que hay un alto riesgo de repetición de
patrones transgeneracionales. Entonces intentamos que
no tengan la patria potestad.
En cuanto a políticas públicas, es el mismo aspecto que
tenemos en México con la emisión de la alerta de violencia
de género como política pública. ¿Por qué no funciona y
siguen matando mujeres? Ahorita van nueve diarias. Y
son a tal nivel la omisión y la indolencia estructural que
en 2016 y 2017 de 20.000 denuncias de violencia familiar
solamente hubo cinco sentencias, y en lo que llevamos
del 2018 solamente hay cinco sentencias. Entonces yo les
decía a las autoridades: las víctimas cumplimos el pacto
social, las víctimas venimos y denunciamos… ¿Qué hace
la autoridad, la policía? ¿Qué hace Fiscalía y que hace el
Poder Judicial? ¿Cuál es la respuesta? La impunidad.
Entonces, ¿cómo vamos a esperarnos a que en un futuro
los hombres incorporen las masculinidades? Nosotros
cambiamos el giro de la Secretaría para la Autonomía
de las Mujeres y tenemos un eje transversal: autonomía
física, económica y política. Se necesita tener mujeres
para empezar a crear políticas públicas para otras, porque
mientras todo esté del lado de los hombres, ¡no tienen la
urgencia de vida! Porque nos matan a nosotras, entonces,
si ustedes no tienen urgencia para incorporar —lo digo
en México— estos patrones, nosotras sí, porque a diario
nos matan alguna. Entonces, ¿qué es lo que estamos
incorporando? Asumir nuestra vida desde una política
pública y empezar a incorporar la autonomía emocional,
física, económica y política, porque el feminicidio es
también un crimen político.
Álvaro Campos
Totalmente de acuerdo con la compañera sindicalista. El
trabajo con los hombres tiene que ser con los hombres,
¡ya! Debe incluir un trabajo con los hombres de todas
las edades, por supuesto que hay que preguntarse qué
tipo de varón queremos a futuro para empezar con las
nuevas generaciones, pero ¿qué hacemos con los que ya
están? ¿Qué hacemos con los que no son tan pequeños,
con los adultos? Creo que hay que establecer procesos
reeducativos con todos los hombres. Esto pasa por
impulsar el trabajo con hombres. No estoy diciendo que
la política de Costa Rica sea la mejor, digamos que se
están ejecutando acciones.
El trabajo con hombres desde el Estado, en Costa
Rica, incluye tres ejes: control machista y violencia,
que incluye prevención de femicidio, pero también
de todas las formas de violencia; promoción de una
paternidad afectiva involucrada con enfoque de
derechos, y la vivencia de una sexualidad respetuosa
de derechos, placentera y formada. E incluye tres
áreas de prioridad: población adolescente y joven, y
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