Professional Documents
Culture Documents
DELMIRA AGUSTINI
Como oriflama victorioso luego Luego soñélo triste, como un gran sol poniente
Yergue triunfal la pompa florecida, Que dobla ante la noche la cabeza de fuego;
Y se puebla de alondra. –Un día anida Después rió, y en su boca tan tierna como un ruego,
Entre sus frondas, misterioso y ciego, Soñaba sus cristales el alma de la fuente.
Un pájaro que canta como un dios Y hoy sueño que es vibrante, y suave, y riente, y triste,
Y arrastra la miseria en su plumaje-. Que todas las tinieblas y todo el iris viste;
Con las alondras viene a su follaje Que, frágil como un ídolo y eterno como un Dios,
De alimañas sin fin la acometida, Sobre la vida toda su majestad levanta:
Y él vence y sigue de la Estrella en pos… Y el beso cae ardiendo a perfumar su planta
Hoy es sombra del árbol de la Vida! En una flor de fuego deshojada por dos…
A veces nos asalta un aguijón de abeja; Todo aquí lo alumbraron tus ojos de diamante;
Una raptos feroces a gestos imperiales Bebieron en mi copa tus labios de frescura,
Y sorprenda en su risa el dolor de una queja, Y descansó en mi almohada tu cabeza fragante;
En sus manos asombren caricias y puñales! Me encantó tu descaro y adoré tu locura.
Y que vibre, y desmaye, y llore, y ruja, y cante, Y hoy río si tú ríes, y canto si tú cantas;
Y sea águila, tigre, paloma en un instante, Y si tú duermes, duermo como un perro a tus plantas!
Que el Universo quepa en sus ansias divinas; Hoy llevo hasta en mi sombra tu olor de primavera;
Tenga una voz que hiele, que suspenda, que inflame, Y tiemblo si tu mano toca la cerradura
Y una frente que erguida su corona reclame Y bendigo la noche sollozante y oscura
De rosas, de diamantes, de estrellas o de espinas! Que floreció en mi vida tu boca tempranera!
Æ Æ
1
Y exprimí más, traidora, dulcemente Cuando velada por un tul de luna
Tu corazón herido mortalmente, Bebe calma y azur en la laguna
Por la cruel daga rara y exquisita Yo soy el cisne que soñando vuela;
De un mal sin nombre, hasta sangrarlo en llanto!
Y las mil bocas de mi sed maldita Y si en luto magnífico la vistes,
Tendí a esa fuente abierta en tu quebranto. Para vagar por los senderos tristes,
…………………………………………. Soy la luz o la sombra de una estela...
¿Por qué fui tu vampiro de amargura?
¿Soy flor o estirpe de una especie oscura
que come llagas y que bebe el llanto?
2
El rosario de Eros (1924)
“Cuentas falsas”
O rosario fecundo,
Collar vivo que encierra
La garganta del mundo.
Cadena de la tierra
Constelación caída.
3
GABRIELA MISTRAL
“Todas íbamos a ser reinas”, Tala (1938) En las viñas de Montegrande
con su puro seno candeal,
Todas íbamos a ser reinas mece los hijos de otras reinas
de cuatro reinos sobre el mar; y los suyos nunca-jamás.
Rosalía con Efigenia
y Lucila con Soledad. Efigenia cruzó extranjero
en las rutas, y sin hablar,
En el valle de Elqui, ceñido le siguió, sin saberle nombre,
de cien montañas o de más, porque el hombre parece el mar.
que como ofrendas o tributos
arden en rojo y azafrán. Y Lucila, que hablaba al río,
a montaña y cañaveral,
Lo decíamos embriagadas, en las lunas de la locura
y lo tuvimos por verdad, recibió reino de verdad.
que seríamos todas reinas
y llegaríamos al mar. En las nubes contó diez hijos
y en los salares su reinar,
Con las trenzas de los siete años en los ríos ha visto esposos
y batas claras de percal, y su manto en la tempestad.
persiguiendo tordos huidos
en la sombra del higueral. Pero en el Valle de Elqui, donde
son cien montañas o son más,
De los cuatro reinos, decíamos, cantan las otras que vinieron
indudables como el Korán, y las que vienen cantarán.
que por grandes y por cabales
alcanzarían hasta el mar. “En la tierra seremos reinas,
y de verídico reinar,
Cuatro esposos desposarían, y siendo grandes nuestros reinos,
por el tiempo de desposar, llegaremos todos al mar”.
y eran reyes y cantadores
como David, rey de Judá. “Desvelada”, Desolación (1924)
Y de ser grandes nuestros reinos Como soy reina y fui mendiga, ahora
ellos tendrían, sin faltar, vivo en el puro temblor de que me dejes,
mares verdes, mares de algas, y te pregunto, pálida, a cada hora:
y el ave loca del faisán. “¿Estás conmigo aún? ¡Ay! No te alejes!”
4
“País de la ausencia”, Tala (1938) “La otra”, Lagar (1954)
5
ALFONSINA STORNI
6
“Domingos”, Languidez (1920) “Olvido”, Ocre (1925)
En los domingos, cuando están las calles Lidia Rosa: hoy es martes y hace frío. En tu casa,
Del centro quietas, De piedra gris, tú duermes tu sueño en un costado
Alguna vez camino, y las oscuras, De la ciudad. ¿Aún guardas tu pecho enamorado
Cerradas puertas Ya que de amor moriste? Te diré lo que pasa:
De los negocios, son como sepulcros
Sobre veredas. El hombre que adorabas, de grises ojos crueles,
En la tarde de otoño fuma su cigarrillo,
Si yo golpeara en un domingo d’esos Detrás de los cristales mira el cielo amarillo
Las frías puertas, Y la calle en que vuelan desteñidos papeles.
De agrisado metal, sonido hueco
Me respondiera… Toma un libro, se acerca a la apagada estufa,
Se prolongara luego por las calles En el toma corriente al sentarse la enchufa
Grises y rectas. Y sólo se oye un ruido de papel desgarrado.
¿Qué hacen en los estantes, acostadas, Las cinco. Tú caías a esa hora en su pecho,
Las negras piezas Y acaso te recuerda... Pero su blando lecho
De géneros? Estantes, como nichos, Ya tiene el hueco tibio de otro cuerpo rosado.
Guardan las muertas
Cosas, de los negocios adormidos “Encuentro”, Ocre (1925)
Bajo sus puertas.
Lo encontré en una esquina de la calle Florida
Una que otra persona por las calles Más pálido que nunca, distraído como antes.
Solas, se encuentra: Dos largos años hubo poseído mi vida…
Un hombre, una mujer, manchan el aire Lo miré sin sorpresa, jugando con mis guantes.
Con su presencia,
Y sus pasos se sienten uno a uno Y una pregunta mía, estúpida, ligera
En la vereda. De un reproche tranquilo llenó sus transparentes
Ojos, ya que le dije de liviana manera:
Detrás de las paredes las personas - ¿Por qué tienes ahora amarillos los dientes?
¿Mueren o sueñan?
Camino por las calles: se levantan Me abandonó. De prisa le vi cruzar la calle
Mudas barreras Y con su manga oscura rozar el blanco talle
A mis costados: dos paredes largas De alguna vagabunda que andaba por la vía.
Y paralelas.
Perseguí por un rato su sombrero que huía…
Vueltas y vueltas doy por esas calles; Después fue, y ya lejana, una mancha de herrumbre
Por donde quiera, Y lo engulló de nuevo la espesa muchedumbre.
Me siguen las paredes silenciosas,
Y detrás d’ellas
En vano saber quiero si los hombres
Mueren o sueñan.
7
“El tranvía” (1927, poema no publicado en libro) “Siglo mío”, Ocre (1925)
Sobre dos vías de luna Siglo mío: concentra tu alma en una criatura.
se mueve Ya la veo: haz de nervios, casi sin envoltura.
el feo animal Y en la mano, cargada de elegantes anillo,
de hierro y madera. Un frasco inmundo lleva de ungüentos amarillos.
Su cara cuadrada y hosca
se agranda al acercarse. Viene hacia mí, me toma la mano descarnada,
Sus fríos ojos Pues mi gran risa aguda, ocre y desesperada,
de colores, Dice bien y se entiende con sus frases audaces,
y la cifra en su frente Insole ntes y frías, y sus modos procaces.
nos recuerdan un barrio
donde hemos vivido. Yo la invito: -Del brazo vamos por esas calles,
Monótona y antipática, Jovencitas precoces, de delicados talles,
su voz metálica No vírgenes, y hombres fatigados veremos
nos invita a aceptar
el destino. Sigamos tras la ola que el tanto descoyunta,
Por entre rascacielos la astuta luna apunta,
“Y la cabeza comenzó a arder”, Mundo de siete ¡Ea! Al compás gangoso de una jazz-band, ¡bailemos!
pozos (1934)
8
Te miro”. Desde mi asiento, inexpresiva, espío
Y yo no contestaba. sin mirar casi, su perfil de cobre.
Una cabeza ¿Me siente acaso? ¿Sabe que está sobre
dormía bajo su tenso cuello este deseo mío
mis manos. de deslizar la mano suavemente
Blanca por el hombro potente?
como tú,
luna.
9
“Imagen”, Motivos… Mundo... (1934) “Hombres en la ciudad”, Motivos… Mundo... (1934)
10
“Danzón porteño”, Mascarilla y trébol (1938) “Sol de América”, Mascarilla…(1934)
echando alientos, por las chimeneas Crecido está de luces por su llama
de pethos devorados, machacaban mi cuarto oscuro y golpeando afuera
contorsionados su obsedido llanto en su cristal de fuego el Nuevo Mundo.
11