You are on page 1of 4

El Ojo Breve/ Visión y esterilidad

Por

Cuauhtémoc Medina

(16-Ene-2002).-

Hiroshi Sugimoto, Estática, Museo Rufino Tamayo,

Reforma y Gandhi, Chapultepec.

Hasta el 10 de febrero del 2002.

Para su versión de La última cena (2000), Hiroshi Sugimoto


fotografió las figuras de un diorama del Museo de Cera de Tokio,
que a su vez intentaba recrear el famoso y multirreproducido
mural de Leonardo Da Vinci en Milán.

Perpetuamente momificados en los gestos sobreactuados de ese


neoclasicismo tan común en las artes recreativas del Siglo 20, los
personajes de Sugimoto despiden irrealidad.

No es para menos: el políptico en blanco y negro está compuesto


de cinco imágenes independientes, cada una tomada desde un
ángulo frontal a las estatuas, sin ninguna intención de componer
jamás una escena unificada. De ahí que Cristo y sus apóstoles no
sólo tengan esa apariencia ligeramente monstruosa con que los
rostros europeos aparecen en las representaciones japonesas:
padecen, por así decirlo, un rigor mortis visual donde se ha
desvanecido por completo el encadenamiento de gestos y signos
que han hecho tan famosa la pintura de Leonardo. La imagen está
rota como en un mosaico, al mismo tiempo que el fotógrafo ha
hecho cuanto ha podido por disimular la falta de continuidad. El
resultado es que las imágenes no alcanzan jamás a sugerir su
pertenencia a un mundo imaginario. Son la copia inerte de una
representación igualmente despojada de espíritu.

Al contrario del cine de terror o la tradición surrealista que, como


con las imágenes de la muñeca de Hans Bellmer, jugaban a
confundir lo muerto y lo vivo, lo fantasmagórico y lo museístico, la
cosa y el deseo, la fotografía de Hiroshi Sugimoto es notable por
haber creado una serie de tácticas que tienden a brindarnos a la
fotografía como un arte que emana una sensación no sólo de
detención, sino de esterilidad. En los retratos que Sugimoto hace
en los museos de cera de todo el mundo, la Reina Isabel, la
Princesa Diana o Gorbachov se ven como personajes huecos,
fabricados por la sed de imágenes de la modernidad. Estos
retratos son todo lo opuesto del producto que nos hacen consumir
los paparazzi: parecen los animales disecados por un taxidermista
técnicamente irreprochable, pero incapaz de disimular que sus
creaciones son sólo trozos opacos y muertos de piel. Más que
provocar terror o sugerir muerte, parecieran jamás haber estado
vivos en realidad; son simplemente acumulaciones de cera,
ataviadas de trajes e iluminadas cuidadosamente en un escenario,
con un lejano parecido a sus modelos originales. La exposición de
Estática en el Museo Tamayo parte de la idea de que la fotografía
de Sugimoto se ocupa de proponer una detención del tiempo que
nos invita a explorar "la interminable duración de las estatuas".
Pero esa observación del tiempo no es la prolongación de un
instante al que nos acostumbró la cámara lenta del cine o la
fotografía de alta velocidad.

Al contrario, busca por diversos medios generar una fotografía que


no esté en modo alguno relacionada con la noción de un "evento".
Quizá la obra que de modo más claro opera en esta dirección sea
la famosa serie de Sugimoto sobre salas de cine. Prolongando la
exposición por un largo tiempo, Sugimoto ha venido fotografiando
las pantallas de salas cinematográficas y autocinemas a fin de
registrar el paisaje o el escenario enmarcando una pantalla
completamente borrada, convertida tan sólo en un cuadrado
blanco. Ocasionalmente, las fotos guardan el registro del paso del
tiempo, en la forma del rastro de las luces de un avión en el cielo o
el aspecto borroso del follaje.

Sugimoto nos presenta la pantalla como una especie de altar


suprematista, el cuadro blanco derivado de la supresión absoluta
de la abstracción. Uno sabe que en esa superficie sobreexpuesta
están captados paisajes, besos, rupturas amorosas, guerras o
dibujos animados. Pero el obturador abierto ha hecho desaparecer
por completo la función de la pantalla como lugar donde pueden
ocurrir narraciones e imágenes: es tan sólo un objeto bañado por
la luz continua de un proyector.

La afinidad de esta fotografía con el minimalismo no sólo está en


su carácter sistemático, o en concebirse bajo el modelo industrial
de "la serie", sino en expresar el interés contemporáneo por una
estética de rigor e inhumanidad. De igual modo, sus fotografías de
arquitectura, tomas siempre borrosas y centradas en obras
clásicas del canon arquitectónico moderno, nos muestran espacios
que reconocemos sin dificultad, pero despojados de espíritu. Son
edificios en los que no alcanzan a habitar los fantasmas. Daría lo
mismo si fueran maquetas, fotos de otras fotografías, incluso
fabricaciones digitales. La fotografía de Sugimoto es un ejercicio
deliberado de desilusión, en que un arte que supuestamente busca
luchar contra la muerte confiesa su función gélidamente
monumental. Este es un fotógrafo que ha hecho todo cuanto le es
posible por permitir que sea la lente y el mecanismo de la cámara,
y no su ojo, quien construya un repertorio de visiones maquinales
de un mundo igualmente maquinal.

Dobladillo

El título que la curadora Magali Arriola había dado a la exposición


sobre arte nórdico que por años venía preparando para el Museo
Tamayo no pudo ser, en retrospectiva, más irónico: Pero si aquí no
hay caos. Hace unos días, Arriola tuvo que cancelar el evento: no
hay quien se pueda hacer cargo de llevar a término el proyecto.

Obviamente, esto no es Suecia: aquí el caos es el rasgo


generalizado de la gestión cultural de una administración que, por
lo visto, es incapaz de comprender que en materia de cultura hay
el mismo grado de responsabilidad de gobierno y exigencia
pública que en cualquier otra área del estado. A más de dos meses
de la caída del director del museo, ha habido de todo: la
destitución por vía de la puñalada trapera de un director del INBA,
la incapacidad de la autoridad cultural y educativa de dar
respuesta a la exigencia colectiva de explicaciones por el ejercicio
de arbitrariedad que caracteriza al CNCA. Que la incompetencia y
grilla afectan al público y al presupuesto es por demás evidente.
Comentarios: cmedin@yahoo.com

You might also like