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tedricos, Tal como se desprende del estudio de la historia y la evolueién del
ceuento desde sus formas primitivas hasta el modesno citentoliterario, puede
apreciarse que en ese transcurso despunta un producto nuevo, en el cual sus
creadores ponen el acento en el efecto logrado por las estrategias literarias y
ro simplemente por el hecho narrado, preocupados por intensificar més la
atmésfera que las acciones, supeditando la historia al discurso, la trama, ala
{iibula, Se busca, en muchos casos, por medio de un estilo ligado a la Ifrica,
-comunicar, 0 mds bien sugerir. una experiencia ambigua y dotar de signifi-
cacién fo fragmentario y aparentemente intrascendente.
El problema que se plantea, entonces, es: ge6mo transmitir oralmente
quello que nacié escrito? Hasta dénde se respeta ose traiciona al autor? ;Se
tiene en cuenta, y en ese caso de qué manera, la “estrategia literaria”, la
tonalidad Iica, las sugerencias de significaciones?
El momento de la narracién es un instante perecedero, que dura lo que el
tiempo de su representacidn, en cambio el texto escrito permanece, pero no
cobra vida y calor sino hasta que alguien To lee o, en este caso, lo narra,
Muchas veces se ha dicho también que ocurre al revés: la letra impresa
mata" al texto oral, tal como ocurrié con la Commedia Dell’ Arte a partir de
Goldoni y otros autores. y mas préximo a nosotros como sucede con los
ccuentos de Luis Landriscina 0 los textos de Ninf Marshall que muchas veces
‘no logran el mismo impacto al ser leidos que al ser escuchados en sus
magnificas interpretaciones, Esto demuestra también la diferencia de ambos
c6digos y lo dificil de realizar el pasaje del uno al otro sin perder la riqueza
del estilo, ei el caso de la literatura, ni Ia vitalidad original, en el caso de los
cuentosorales. De modo que nos hallariamos frente a doseédigos olenguajes
que pueden excluirse 0 complementarse. Esto lleva a reflexionar acerca del
concepto de “propiedad”.
‘Como en las testantes manifestaciones del arte, hay artistas, en este.caso
eseritores, que una vez concluida y entregada su obra a los demés ya no la
consideran propia, “se desprenden” de ella, entienden que no les pertenece.
Otrosepor el contrario, se sienten “despersonalizados” cuando alguien narra
sus historias, Aquello que surgié de su imaginacién, de su pluma, con
inspiracién pero también con esfuerzo y trabajo, lo creen maltratado 0
simplemente no interpretado al ser adoptado por otros. Entre ambos extre-
mos puede haber infinitas variantes,
__ Podri haber narradores que se apropian del texto como si les perteneciera
sii respetar siquiera la intencién de quien lo gest6, y puede haber otros que
Cémo comar enentas 125
puscarén su sepeticién textual apelando fielmente a la memoria. Habréiuqut
tantas opiniones como narradores, y tampoco en esto se podri teorizar desde
‘una verdad tinica, depencerd de la postura y hasta de la ética personal. pero
convendr& estudiar, investigar y trabajar para ir definiendo una estética
personal,
Heag
sostiene:
J gunas opiniones autorizadas sobre este tema, Sara Cone Bryant.
Eno que conciemne a laescasa producci6n literati [se refiere a la que puede se
aptapara lanarracin oral] perfecta de fondo y forma y lo bastante cortapara que
no precise ser abreviade, es mejor asimilarla, conturlacon el libroatla vista. Una
gran parte del encanto ce los cuentos de Rudyard Kipling reside en la original y
pintoresca presentacin de los detalles. La supresién de alguna de ellos privaria
de gracia al cuento (Bryant, 1985, pég. 61).
Dora Pastoriza de Etchebarne dice:
Sie narradorelige un cuento literati, tendré que eihinar algunas partes, tas
dareltextoalestlodirecto,simplificarellenguaje,agilizarlaacci6n introduc las
‘onomatopeyas sino lastrae,y agregarle las frases de apertura ycierre caracters-
ticas de los cuentos folklricos (Pastoriza de Etchebame. 1986. pig. 46),
Francisco Garzén Céspedes afirma:
Cuando se trata del arte de conta, laliteratura debe atenerse alas reglas de! juego
de Ia oralidad [...] Un narrador oral escénico va a intriorizar cl texto. va a
‘conocer su esqueleto, jlo vaa reinventarcada vez queTocuente:y de gual modo
‘an improvisar sus modos vocales y sus lenguajes no verbules (Garzén
Céspedes, 1995, pags. 49 y 121).
Daniel Mato opina:
[usted] deberd evaluar hasta dénde la historia que consttuye el nudo argumental
delrelato vale pors{misma, aun mésallddel cambio de lenguaje.Sias/ fuera. usted
tiene-un punto de partida que justifiea una labor de buena adaptaci6n. Porque
recuérdelo, ésta resullaré imprescindible, de manera anéloga a lo que sucede
‘cuando una novelaesllevada al cine oal teatro. porejemplo (Mato. 1991. pig.52)
El trabajo y la seriedad que preceden la trayectoria de los investigadores
anteriormente mencionados hacen incuestionables sus puntos de vista.
Coincidimos con ellos pero advirtiendo que sus opiniones no deberfan126 CONTAR CUENTOS
tomarse descuidadamente y apoyarse en ellas para desconocer al escritor y
erigitse en el absoluto creador del cuento. Nosotros consideramos que el
tomartextos iterarios supone un esfuerzo distinto queeel que puede realizarse
con los relatos propios del narrador o los de Ia tradicién oral, por cuanto
implica tener en cuenta ambas vertientes: el respeto y la apropiacién..
Pero veumos esto con mas detalle, Consideramos que si se ha de contar
un texto lterario en un espacio pablico convendrfa conversar con el escritor
‘o.con quien tenga sus derechos, para pedir su autorizacién y su acuerdo con
Jas adapiaciones que fueren necesarias para pasarlo al c6digo oral. (No hay
que olvidar que los dercehox de autor pasan a ser universales después de
pasados setenta ailos de la muerte del autor segin nuestra legislacién.)
‘Cuanto mas trubajado esté un texto, esto es, por decirlo de un modo
simple. cuanto menos importe la angedota y sel modo como esté contada,
is la fibula que la trama, la historia que el discurso, la manera personal y
Ainica de “bordar” con la palabraque define el estilo de un escritor, mayor
cuidado requerird su interpretacién, Hay autores a los que no se los puede
transmitir realmente sino es apelando a sus propios recursos escriturales, tal
como vimos en los ejemplos de Borges y de Saint-Exupéry. Se tratard de
encontrar su modo personaly. su estilo para expresarse, su manera de usar
adjetivos. adverbios y demas funciones gramaticales para crear un clima
particular: no abundar en excesos ni quedarse en pobrezas. Esto exigird
trabajo por parte del narfiidor, pero en ningtin caso deberd notatse que hay
cesfterzo y. por lo tanto, distancia respecto del texto que transmite, sino que
debers ser vertido con la misma frescura. espontaneidad y vigor.con que fue
concebido (y con que el narrador “se lp apropia”). Esto harfa pensar, por
extensidn, en lo que consideramos el aspecto mds “teatral” que puede tener
la narracién oral, en cuanto implica un trabajo de interpretacién o composi-
cin tal Como sé desarrolla en el teatro.
Todo excritor tiene un imaginario interlocutor al que se dirige, sea o no
consciente de ello, Es por eso que quien elige cuentos para contar, de acuerdo
con sus caracteristicas personales-0,por razones quie no puede explicarse,
encuentra que es mas facil “ponerse en la piel” de determinados autores,
hablar desde su lugar. algo asf como “ubicarse det otro lado del libro”: ambos
narradores coinciden, Con ellos se da una sintonfa muy especial, una quimi-
cca particular e inmediata, no habri, por tanto. necesidad de un trabajo
interpretativo superior. el texto fluirs con naturalidad y frescura. Por eso se
have preciso buscar. leer y orientarse con un criterio personal. Pero cuando
Came contar cuentas
2
se estd alejado del estilo del escritor. si se lo quiere respetar habri que hacer
tun trabajo de “composicién”. para acercarse a él y expresarlo con su mismo
espfrtu, aun sin recurtir puntualmente a la memoria,
Ello requiere una elaboracién especial. porque asf'como el que cuenta
cuentos tradicionales 0 sus propios cuentos puede sentrse “el propietario”
del cuento, el que narra textos de autoiideberfa sentirse.del mismo modo. y
para lograrlo con él Fespeto'y Ia idoneidad que son necesatios. se requiere
tiempo, préctica, un perfodo de crecimiento y madurez. para que “el fruio
caiga” y todo fluya con niaturalidad y armonfa. Por eso no: conviene
apresurarse, Pero téngase en cuenta que aun haciendo la version mids fie! al
original, al cambiar el contexto de enunciaci6n. se produce una trasposicién
intertextual por las posibilidades expresivas de Ja voz y del gesto. 0 seu que
siempre estaré presente a impronta propia del narrador y eso es lo que
enriquece y caracteriza a la narracidn oral.
Es necesario también considerar el lugar y las circunstancias donde se
habré ¢e.narrar; no es 10 mismo hacerlo en un espacio pablico. donde
eventuzlmente se cobrauna entrada. queen larueda familiar oenel aula. pero
en ningiin caso estas nociones elementales deberfan ser descuidadas. como
elcitarla fuente original oaclarar sise tata de una versién propia. El docente
puede iener en cuenta estas ideas y si bien no tiene por qué solicitar permiso
al eseritor para dar a conocer un texto. serd bueno que antes de hacerlo
considere si es més ventajoso transmitirlo oralmente o leerio. para dar a
conocer st estilo 0 su estrategia literara,
Otro aspecto que merece ser considerado es el profundo valor que tiene
la narreci6n de cuentos como método de acercamiento a los libros y a Ia
lectura, En ese sentido, merecen su reconociinento Tos escritores. en tanto
el narrador es su transmisor intérprete, un pivote> un eslabén en la cadena,
para que la comunicacién se mantenga. para que la palabra persists.
A propésito de este tema citaremos.a una escritora cuyos textos suelen ser
asiduamente tomados por los narradores orales. Graciela Montes. En su
personel estilo, opind en una mesa redonda que se desarrollé en la Feria del
Libro de Buenos Aires. en el Primer Encuentro Nacional de Narracién Ora
Hay un narrador que con los dedos delicadaminte va desprendiendo la historia
del primer tejidoy lalleva palpitando. temblorosa, fecordadora odaviade la forma
que habfa tenido, a su vor y su palabra. O el que. munide de tijera y pegote128 ‘CONTAR CUENTOS
espantosamente suficiente, confecciona su maqueta, sin demasiada consideraciGn,
porque, al fin de cuentas, sedice, uncuentoes sloeso, un cuento, cualquier cuento,
i primero es embloroso, inseguro, cada vez cuenta por veztnica y primera,
‘iene dudas y sobre odo tiene oreja, un gran oreja para escuchar al otro exto, para
dejar que see entretea, Fl segundo es arrasedor, y sordo ademés;porlo general su
rei6rica es siempre la misma. Enel fondo cuenta siempre el mismo cuento.
El primero, mi favorito, sehadejado inundar porel primertexto, Lohaclegido
apasionadamente, como él elige el traductor ~cuando puede~ el texto que va a
ttaicionar al;prestarle un nuevo cuerpo. .
EI segundo s6lo se preocupa por matizar su repertrio. Dl texto inicial slo
retiene la histori, lo demas es resaca de una borrachera en la que él nunca jamés
ha participado. E! Quijote es lahistoria de un chiflado. Madame Bovary ade una
‘mujer que engsiiaa su marido. Dotadode un espantoso sentido comin, eI narrador
tijera no entiende nada (Montes, 1996, pég. 17).
Adaptacién de cuentos literarios
Seincluyen aquflatranscripci6nyyel andlisis de algunos cuentos literarios
afin de mostrar las dificultades y posibles vias de solucién que implica la
adaptacién de cuentos a los fines de contarlos,
+ Reduecién de secuer
Recordando aquello de que hay tiempos distintos para la lectura y parala
escucha, nos encontramos con cuentos que, si bien pueden responder
adecuadamente al tiempo interior del lector, al ser narrados corren el riesgo
de no lograr mantener la atencién en su totalidad. En ese caso conviene
recordar lo visto sobre el andlisis de la estructura y ceftirse a la misma para
considerar fundamentalmente la informacién que sea adecudda para el
desarrollo del contflito.
‘Veamos un ejemplo:! ,
| Blegf este evento porque esti contado al estilo de las fébulas, porque presenta
personajes bien definidas y sobre todo porque su primera lectura me produjo el deteo de
nararo, Cuando le sliité a ator, uno de nuestros ms insignes esrtores, su autorizacign
para conario, no s6lo me a concedié generosamente sino que me sugriéhacere algunas
modifcaciones en euanto as extensidn, pra lograrun tempo més adecuado aa oralidad
‘Como puede observarse era buen conocedar de los tees que nos preocupan aos narradores
corals. En una comunicacién personal me comenté: "Si un evento escrito no puede ser
contado... algo pasa, esta idea autoriza a continua nuestas reflexiones acerca de las
dificultades y posibilidades que implican los trastados de lenguajes.
(Cémo contar cuentos
LAs ABEJAS DE BRONCE
Marco Denevi
Desde el principio del tiempo el Zorro vvié de la venta de la
rmlel, Era, aparte de una tradicién de familia, una vocacién
heredttarla, Nadie ten(ala hablidad del Zorro para trater alas
‘Avelae (cuardolas Abelas eran unoe arimallzce muy iritables)
y hacerlae rendir al maximo, Esto por un lado,
Por atro lado el Zorro eabla entenderse con el Oeo, gran
coneumidor de mie! y, por lo mismo, eu mejor cliente, No
resultaba fécillevarse bien con el Oso, uneuleto.un pocobrutal,
tun poco salvaje, cuya rudeza de maneras no todo el mundo
estaba diepuesto a tolerarle
Incluso.el Zorro, a pesar de sularga prActica, tuvo que suftir
alguna desgraciada experiencia en ese sentido. Una vez, por
ejemplo, a causa de no of qué cuesti6n trivial, el Oso destruyé
de un zarpazo la balanza para pesar la miel. El Zorro no 6¢
inmutd ni perdié ou sonrisa (Lo enterrardn con la sonrisa
puesta, decia de él su tfo poltico, el Tigre). Perole hizo notar al
O50 que, conforme ala ley, estaba obligado a Indemnizar aquel
perjulci.
—Naturalmente —se rié el O8o—. Te indemnizaré. Eepera
que corro a indemnizarte. No me alcanzan las piernae para
‘traerte la Indemnizacion,
Y 8¢ refa como lo que era, como una bestia,
—8{—aljo el Zorro con eu voz tranquila—, oe aconsejo
que 8e dé prisa, porque las Abejas ee Impacientan, Filese,
sefior.
Haciendo un ademan teatral, un ademén estudiado, eefialé
Ige colmenas. El Oso se fjé ¢ instanténeamente de|6 de refr.
Porque vio que millares de Abejae hablan abandorado us
panales y con el rostro rojo de célera, el ceftofruncido ya boca
criepada, lo miraban de hito en hito y parectan dispuestas a
atacarlo.
No aguardan sino mi eefal —agregé el Zorro, dulcemen-
‘te—. Usted sabe, detestan las groserias,