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Psicología Clínica

La psicología clínica se puede define como:

“(…) un área aplicada de la psicología general que se ocupa de buscar, instrumentalizar


e implementar los principios que lleven a una comprensión del carácter único de la
persona, paciente, consultante, que se encuentra en dificultades y cuyo objetivo
fundamental es reducir el malestar que esa persona experimenta, ayudándola a funcionar
de una manera más satisfactoria y adecuada tanto para sí misma como para las personas
que constituyen su marco de referencia social” (Pérez Gómez A. pg, 51).

Bohoslavsky indica, respecto a la psicología clínica lo siguiente:

“Se caracteriza por una estrategia de abordaje al objeto de estudio, que es la


conducta de los seres humanos” … “hablar de estrategia, implica subrayar el tipo de
“mirada” y de “operación” sobre las conductas humanas por encima de lo que se mire
o lo que se opere”. (Bohoslavsky, R, 1984).

Se trata de una estrategia en el sentido de acciones encaminadas, tendientes a actuar


sobre una situación, con el fin de modificarla y según una serie de propositos
propósitos, buscando que las personas logren un alivio a su malestar subjetivo. Esto
pasa a partir de la queja inicial, formulada por medio del lenguaje a la pregunta para sí
misma. Además de la conducta o de la conducta verbal, se puede deducir la subjetividad
de los que consultan a un psicólogo clínico, por su actitud sufriente.

El psicólogo Clínico, por tanto, es la persona capacitada en el manejo de información


psicológica, desde donde puede detectar los puntos de urgencia que le permitan
diagnosticar la acción crítica y resolverla, posibilitando el cambio más adecuado y
previniendo las dificultades en la adecuación al cambio logrado.

La clínica psicoanalítica en territorio médico

El cuerpo para la medicina es un aparato que cumple varias funciones y está constituido
por partes que conforman sistemas, los cuales se condicionan recíprocamente y deben
funcionar en un normal equilibrio. Si esto falla se producen las enfermedades, las cuales
son observadas, descritas y clasificadas por los médicos. El cuerpo en la medicina esta
inscrito en el orden de lo real, por lo tanto, no particularizan a las personas ya que para
ellos todos los cuerpos son iguales.
Y el psicoanalisis como actua?? Hay que agregar aquí una descripción al respecto

Reconocer la subjetividad en el paciente, es también tener que reconocer la propia. Para


el “psicoanalista”, así lo indico Freud en los comienzos del psicoanálisis, “el
acercamiento a la propia subjetividad, es una precognición para ocuparse de los
pacientes que piden tratamiento.” (Uzorskis, B, 1995).

Toda internación en un hospital implica una crisis en el desenvolvimiento normal y


habitual de la vida de un paciente que llega al nosocomio, por lo general por una
enfermedad orgánica. Pero este malestar físico tiene repercusiones psíquicas,
manifestadas en un sufrimiento subjetivo. Muchas veces la recaída en el sufrimiento, se
da porque el sujeto no puede apropiarse de los momentos más álgidos de su vida, es ahí
donde la práctica psicoanalítica en territorio médico, ofrece la escucha al sujeto.

La Maternidad

La Maternidad, para el psicoanalisis, se origina en el deseo inconsciente de darle al


padre un hijo. Para Freud, la salida esperada del Edipo femenino se da cuando el deseo
de tener un pene es relevado por el de tener un hijo, o sea la maternidad, pero reconoce
que el advenimiento del anhelado niño muchas veces no soluciona nada.

Debido a esto, el embarazo moviliza fantasías infantiles con relación a las figuras
parentales ya que la mujer actualiza la relación con su propia madre y la posición que
asumía su padre con ella durante la infancia. Estos factores, por tanto, cuestionan la
posición que se debe ocupar frente al hijo que nace, pues como se vio anteriormente, la
misma depende de la vivencia infantil por la que atravesó la mujer.

La maternidad conjuga, entonces, procesos psíquicos que conducen a la constitución


del deseo del hijo con el ideal cultural que identifica la maternidad con feminidad.

Asi Freud, en sus artículos sobre sexualidad femenina, establecerá su idea de que el
deseo de un hijo viene a suplir en la mujer la falta de pene, cuya salida “normal” del
complejo de Edipo seria por vía de la maternidad y que la niña se acerca al padre no por
razones eróticas, sino para que este le dé un niño (Freud, S, 1931). Sin embargo, la
maternidad sera un tiempo critico

Maternidad en la adolescencia (esto podría ser un subtitulo)


Como se vio anteriormente, la función materna implica transiciones y crisis. La
maternidad en la adolescencia, implica, por ejemplo, un drástico cambio entre el ser
niña y convertirse en adulta. Asi no hay validación de un momento de pasaje o espacios
de transitoriedad, las mujeres que atraviesan esta etapa “surgen” como mujeres, sin que
por ello medie un proceso histórico de construcción, siendo el elemento de la
maternidad el que valida sus posiciones como adultas.

“con el embarazo se introduce una modificación en el cuerpo femenino, pero esta


alteración no es suficiente como para romper con la imagen construida, requiere
renunciar a su yo ideal; se da un retorno a la primera identificación con la madre, en
donde se instala el “doble oscuro materno”, la hija deviene en madre.” (si esto es una
cita falta la referencia- si la cita tiene comillas al interior se anota ‘’ de esta manera)

Mujer vs Madre

Para Freud la existencia de una madre no va depender simplemente de lo biológico, es


decir de la capacidad de reproducción, sino que esta posición estará determinada por el
paso de una mujer por el complejo de Edipo. Si una mujer elabora el complejo de
castración, transformando la envidia de pene en deseo de tener un hijo surgirá la madre.
Este es el paso que permite a la mujer ser madre es la verdadera posición femenina para
Freud. (agregar referencia de donde se extraen estas ideas me parecen que están en los
ensayos sobre sexualidad femenina de Freud)

Por su parte, Lacan plantea la problemática de la madre desde tres dimensiones o


registros:

- Una dimensión imaginaria, en la cual la madre se representa como otro imaginario: la


madre tiene el poder de dar y negar el Don de amor y las significaciones de la vida.

- Una dimensión simbólica, representada por el Deseo de la madre: una función


reducida a un significante, Deseo Materno (DM). En esta dimensión, el Edipo se
estructura como un lenguaje y el significante paterno (NP), se introduce al metaforizar
el Deseo Materno (DM). Este proceso otorga significación al enigma del deseo materno
y mediante la metáfora paterna se normaliza y regula el deseo bajo el significante
Falico.

- Finalmente, se tiene una dimensión real, donde la madre se presenta sometida también
a la castración. (si agregas referencias bibliograficas aca estaría excelente)
Lacan considera madre y mujer como dos posiciones opuestas. La madre se define por
el tener y la mujer por el sacrificio de no tener. Se desarrollara esta ultima en el
apartados siguiente.

Feminidad

Para Freud, la feminidad es el resultado del Edipo femenino y supone la recuperacion


fálica, por vía de la ecuación simbólica niño-falo. Este ultimo, entonces, se presenta
como un objeto que compensa la falta. Es una posición expectante que pasa por la
mediación del hombre. Según el padre del psicoanalisis, la mujer que pasa por este
proceso, es la que acepta la falta fálica e intenta recuperarla vía el niño que recibirá del
hombre. “La mujer, para relacionarse con el hombre necesariamente debe pasar por la
vía de la mascarada, es decir, disfrazarse del objeto del fantasma del hombre”
(referencia bibliográfica).

Lacan, sin embargo, liga este aspecto al complemento de la castración, por lo que se
constituye en una posicion no femenina. Para Lacan, por el contrario, ser mujer es ser
complemento de la castración masculina, y esto no implica la posicion femenina.
Cuando hay complementariedad entre el deseo masculino y el ser femenino se pone en
juego un revestimiento fálico no femenino. El ejemplo especifico de esto es la
mascarada, donde la mujer se posiciona como objeto del fantasma del hombre.

Por lo cual “la feminidad es el lugar donde se entrecruza el inconsciente con la cultura”:
así el auténtico enigma no es la feminidad, pues no es más que el significante de una
realidad ineludible e inexplicable como la muerte; si no que el enigma de la feminidad
remite directamente al enigma de la diferencia sexual. “en esta manera el devenir de la
feminidad está en intersección de las exigencias que supone la función sexual de la
mujer y organiza, en cuanto tal, su deseo; es una realidad por la que distingue del
individuo anatómicamente femenino” (Tendlarz, Silvia, 2002). (no se entiende mucho
esta cita, la cuestion es que muestres aca la diferencia entre la feminidad como no
toda fálica)

Histeria

El Psicoanálisis y la teorización del inconsciente, deben en gran parte su nacimiento a la


histeria. Es a partir de Freud, que esta nosografia alcanza un nuevo rumbo en su
concepción, adquiriendo una explicación desde el ámbito psíquico. En cuanto al origen
de la histeria, como estructura que determina el devenir del sujeto, en un primer
momento se pone de relieve que ésta descansa en un incidente sexual reprimido,
ocurrido en la temprana infancia. En la histeria el episodio es vivenciado de forma
pasiva por el sujeto, y cuyo recuerdo no ha podido ser elaborado asociativamente.

El incidente se torna traumático retroactivamente cuando acontece un segundo incidente


que convoca al primero, momento en que hace su aparición el síntoma. De este modo el
síntoma histérico simbolizará un conflicto psíquico, mediante formaciones sustitutivas
que establecen conexiones asociativas entre el síntoma y lo que sustituye.

Para Lacan, el síntoma conversivo es una metáfora donde un significante sustituye a


otro. Tiene una causa y al hablar de causa se habla de lo real, algo excluido,
desconocido para el sujeto. El síntoma conversivo se encarna en el cuerpo y en la
imagen del cuerpo constituido por el lenguaje, dando a entender que el cuerpo no es
solamente una cuestión anatómica: "De ahí las fantasías del cuerpo fragmentado que
aparecen en el discurso histérico, donde las palabras pueden fragmentarse, olvidarse,
dejando un vacío, cortarse, en los síntomas conversivos y en el delirio que representan
una castración imaginaria" (Histeria y Obsesión, 1987)

Los síntomas conversivos van acompañados de la queja, la cual se puede entender como
una modalidad de llamado al Otro. Esta demanda se plantea como un ofrecimiento al
deseo del Otro, un significante que se ofrece para ser revelado por el Otro: "La histérica,
al ofrecer su síntoma al saber del Otro, se ofrece como síntoma". (Histeria y Obsesión,
1987).

Lacan, retorna la teoría freudiana, explicando la estructura histérica, a partir del caso
Dora expuesto por Freud. El psicoanalista francés indica que el caso está expuesto en
base a una serie de inversiones dialécticas, en las que se transmuta para el sujeto la
verdad y su posición misma como sujeto. En un primer desarrollo, Dora se adentra en
una interpelación, manifestando el largo amorío de su padre con la Sra. K, entregada
ella misma sin defensa al galanteo del Sr. K, convirtiéndose en un objeto de
intercambio. La interrogación de Freud a Dora sobre su participación en este hecho,
posibilita una primera inversión dialéctica, la que, al mismo tiempo, posibilita un
segundo desarrollo de verdad, en el que se devela la estructura de intriga que cubría la
máscara sintomática de Dora, pues se hace patente que su participación activa y
vigilante permite prolongar la relación de los amantes.
La atracción fascinada de Dora hacia la Sra., K, deviene en pregunta para Freud: ¿por
qué Dora se siente subyugada por esta otra mujer? Esta pregunta le supone a Lacan una
inversión dialéctica trascendental para pensar a la histeria: "La que nos daría el valor
real del objeto que es la Sra. K...para Dora. Es decir, no un individuo, sino un misterio.
el misterio de su propia femineidad, queremos decir de su femineidad (..) corporal"
(LACAN, 1957).

La pregunta de la histeria supone un abordaje de la feminidad y se plantea así: ¿Qué es


ser mujer? Esta cuestión implica la conflictiva del devenir en objeto de deseo de un
hombre, siendo éste el verdadero motivo de la idolatría de Dora por la Sra. K Se nota en
este punto la falta de identidad, que lleva como remedio a la identificación: Dora
buscaba una identificación que le permitiera constituir su subjetividad como respuesta a
la pregunta de la histeria. Este movimiento es fragmentado cuando se la propone como
objeto gozoso en la escena del lago con el Sr. K.

En el "Seminario V: La formación del inconsciente", Lacan analiza el caso Dora para


remarcar que el deseo histérico es "el deseo de un deseo": ella deseaba el deseo del Sr.
K o el deseo del padre por la Sra. K. Se puede afirmar así, que la histérica necesita del
Otro para sostener su propio deseo, punto fundamental en esta estructura. La histérica se
identifica, entonces no por tener idénticos motivos, o por simple imitación, sino más
bien como parte de una comunidad estructural, donde se comparte la falta, aquello que
nadie tiene, y que todas quisieran tener. Develando que lo que está en juego es una
situación de deseo.

Lo que sostiene el síntoma histérico, es este síntoma que representa algo que está en
medio: "Podríamos decir que lo que esta incrustado en el cuerpo a través del síntoma es
el objeto disparador del deseo (..) representa el falo" (LACAN, 1977).

En el "Seminario IV: La relación de objeto" Lacan refiere la dificultad del


franqueamiento del Edipo en la histeria en relación a la impotencia del padre. En esta
obra se formula la siguiente pregunta: "¿en qué puede consistir la función del padre en
relación con la falta de objeto que hace entrar a la niña en el Edipo? [...1 ¿Cuál puede
ser la función del padre como donador?" (LACAN, 1956).

En este seminario se discurre también en la función del padre: el padre debería dar
simbólicamente el objeto faltante, pero la carencia fálica lo imposibilita y lo que viene
al lugar de dicha falta es el amor. Lo que se pide y vale como signo de amor es
proporcional al estado de impotencia paterna. La histérica toma a su cargo la división
subjetiva para salvar al padre. Esto último constituye una paradoja que la estanca en la
impotencia puesto que al haber descubierto su castración, sin embargo es a la vez
solidaria con él, sosteniéndolo como descante.

En el "Seminario XVII: El reverso del psicoanálisis", Lacan dice, que el padre


desempeña el papel del amo en el discurso de la histérica, pero en el lugar del Otro.

"el sujeto histérico es aquel que tiene el mérito de mantener en la institución discursiva
la pregunta por lo que constituye la relación sexual" (LACAN, 1969) Por este motivo, le
interesa la relación del amo con el goce, a los fines de que produzca saber sobre el goce
sexual. Es así que en el discurso de la histeria el sujeto se dirige hacia este saber: "Lo
que la histérica quiere, en el límite, que se sepa, es que el lenguaje no alcanza a dar la
amplitud de lo que ella, como mujer, puede desplegar con respecto al goce". Por otra
parle lo que le importa, es que se sepa el valor que ella tiene como objeto (a) en el
contexto de discurso. (LACAN, 1969)

El Sujeto

La teorizacion del sujeto en la obra de Lacan es fundamental. Según este pensador:

"El Otro es el lugar donde se sitúa la cadena del significante que rige todo lo que del
sujeto podría hacerse presente; es en el campo de ese ser viviente donde el sujeto tiene
que aparecer. Y he dicho que es por el lado de ese ser viviente, llamado a la
subjetividad, donde se manifiesta esencialmente la pulsión" (Referencia bibliográfica)

El sujeto depende del significante, el cual se encuentra primero en el campo del Otro. Al
encontrar ese significante, se hace él mismo significante; es decir, se identifica. En la
operación de alineación el sujeto encuentra su insignia. Según Lacan:

"La desaparición y aparición del sujeto en el lenguaje se describe como una operación
de la alineación que condena al sujeto que solo aparecer en esa división; es decir, que
aparece como sentido producido por el significante del lugar del Otro".

Entonces, se puede afirmar que el sujeto es efecto del lenguaje; "el sujeto es un sujeto
sólo en virtud de esa sujeción al campo del Otro"; por lo tanto, lo que debe hacer como
hombre o como mujer, el ser humano lo tiene que aprender por entero del Otro.
Según Lacan: "el sujeto no se refiere a ninguna entidad biológica ni sociológica, sino
que el sujeto aparece en el campo del lenguaje”; es decir, en el registro simbólico, el
momento en que aparece el sujeto en la cadena significante corresponde al momento de
la diferenciación entre consciente e inconsciente.

La constitución del sujeto

En un recién nacido, lo primero que se puede percibir es que este es un ser insuficiente,
en el sentido de que este no puede valerse por sí mismo; depende de “alguien para poder
vivir”. Es un ser signado por la necesidad, el llanto, para que alguien colme dicha
necesidad. La naturaleza simbólica de los gritos del infante, llevan a Lacan a articular lo
que es la demanda, es decir que la demanda cumple doble función, además de expresar
una necesidad se convierte en una demanda de amor.

“Entonces, como la función simbólica del objeto como prueba de amor, deja en
la sombra su función real de satisfacer una necesidad, también la dimensión
simbólica de la demanda (como demanda de amor) eclipsa su función real como
articulación de la necesidad”. (Dylan, E, 1996)

El Otro

Es la madre quien ocupa la posición del “Gran Otro” para el niño en primera instancia,
es quien representa al tesoro significante, que introducirá al niño al mundo simbólico.

Lacan afirma que la palabra no se origina en el Yo ni en el sujeto, sino en el otro, la


palabra y el lenguaje están más allá del propio control consciente, que viene del otro
lugar, es decir desde afuera de la conciencia: “El inconsciente es el discurso del Otro,”
(Carvajal, E, 1986); el niño incluso antes de su nacimiento ocupa un lugar en lo
simbólico, por la historia que le precede, lo dicho ya por Otros sobre él, de esta manera
el sujeto tendrá que encontrar un lugar, hacer suya su historia para ubicarse en ella.

La historia del discurso familiar, va marcando la historia del sujeto y su identidad, ya


que el sujeto es efecto de la palabra familiar, el sujeto es efecto del lenguaje.

El síntoma

En la conferencia: “Los caminos de la formación del síntoma” Freud indica:

“que los síntomas crean un sustituto para la satisfacción frustrada. Donde el síntoma
será lo que repite de algún modo aquella modalidad de satisfacción de su temprana
infancia, desfigurada por la censura que nace del conflicto, que provoca una sensación
de sufrimiento y mezclada con elementos que provienen de la ocasión que llevo a
contraer la enfermedad” (Freud, 1898).

Para Lacan el síntoma tiene relacion con el registro de lo real. Es asi que se puede
afirmar que: “el síntoma es lo que no funciona en lo real “sin embargo no es la única
vertiente de concepción sobre el síntoma. Hay otra que formula, al síntoma como lo que
no funciona en el discurso del amo, es decir, frente a los mandatos, órdenes y leyes
existentes para ordenar los vínculos sociales en cualquier instancia y que establecen
normas de funcionamiento, se origina el síntoma. Si todo marcha bien según estas
reglas, no hay síntoma, pero cuando algo no funciona, se ubica como sintomático.

Freud y Lacan, refieren que el síntoma tiene una estructura de mensaje pues algo en él
se articula, posee una significación que proviene desde el lugar del código, es decir que
viene desde el lugar del Otro; es como una transacción entre una representación
inconsciente y la represión, es así que de una manera disfrazada logra, pasar la
representación inconsciente.(la referencia es de Indart)

Pubertad y Adolescencia

El adolescente se presenta como un sujeto muy singular, pues tiene una conflictiva muy
particular. En esta etapa deviene una crisis del sujeto con el entorno familiar, social, y
con el cuerpo. En ocasiones las palabras no alcanzan a decir todos los cambios que le
suceden al sujeto, siendo este el punto fundamental de la conflictiva:

“Este despertar a la nueva sexualidad, cursa siempre con sorpresa y angustia, por el
encuentro con un real para el que el sujeto no tiene explicación. Entendemos por lo
real, aquello que no puede ser descrito por las palabras”, (De la torre, 2008).

El impacto biológico tendrá lugar en el cuerpo del sujeto y en su psiquismo. Por otro
lado, en esta etapa el sujeto se concentra en la búsqueda de un objeto sexual frente a lo
cual indudablemente emergerá la angustia, puesto que se enfrenta a otro, pues ya no se
queda en su soledad auto erótica infantil:

“con el advenimiento de la pubertad se introducen los cambios que llevan la vida


sexual infantil a su conformación normal definitiva. La pulsión sexual era hasta
entonces predominante auto erótica; ahora halla al objeto sexual”, (Freud, 1973).
El varón y la mujer se enfrentan al real de su cuerpo y sus funciones e implica asumir
nuevos roles, abandonando la posición infantil que lo hacía dependiente de sus padres.
De este modo la pubertad, dará lugar a la adolescencia.

Dicha transición reestructura en el sujeto sus formas de ver y abordar el entorno


próximo y lejano, haciendo surgir discursos que empezaran a cuestionar y poner en
duda el saber del Otro. Su búsqueda de nuevas coordenadas se traduce en acciones que
en muchos casos afecta no solo al adolescente sino, a la familia misma:

Por otro lado, la adolescencia es concebida como una transición, un pasaje donde se
produce una reestructuración de las coordenadas de la vida de un sujeto en su relación
con el discurso de los padres y la familia, con sus pares, con el otro sexo, con el saber,
con su cuerpo y en su posición subjetiva en general”. (Tirado, 2015).

El adolescente busca construir una nueva posición e imagen de sí mismo y de su


entorno, para ello se vale de distintas estrategias, ya sea constructivas o destructivas;
pacificantes o mortificantes, entre ellas la conformación de un grupo de pares o la
apropiación de modas que muchas veces son entendidas como signos de rebeldía,
produciendo malestar y rechazo en los adultos.

Sistematizando las problemáticas, en el adolescente y su entorno, ella implica el


cuestionamiento al saber y la autoridad del Otro, siendo en ocasiones un enfrentamiento
violento que produce preguntas en torno al deseo: “(…) entonces, la adolescencia no
implica una problemática relacionada con la educación, sino que se trata de un
desajuste del sujeto con la autoridad, el deseo y el saber”. (Tirado, 2015)

Clínica con niños

Una de las precursoras en esta técnica, fue Melanie Klein, quien establece que es
posible e indispensable conducir el análisis de niños, por la vía de profundizar la
situación edípica. Por tanto, trabaja con los imagos y fantasías más primarias como
causantes de la angustia en el niño;

“Sí emprendemos el análisis de niños con la mente abierta, podemos descubrir caminos
y medios para explorar las profundidades más recónditas y por los resultados de estos
procedimientos podemos darnos cuenta de cual es la verdadera naturaleza del niño, y
vemos que no es necesario imponer restricciones algunas al análisis tanto en l que
respecta a la profundidad como en l que respecta al método con el que trabajemos”
(Simposio sobre el análisis infantil, 1927, Klein Melanie)

Rosine y Robert Lefort, por su parte, mencionan que “es en la clínica donde se prueba
que el psicoanálisis tiene efectos sobre lo real a partir de lo simbólico”, (Lefort, R. pág.
46) Según estos psicoanalistas mediante la interpretación bajo transferencia se puede
conseguir una modificación subjetiva en los niños.

El psicoanálisis implica, entonces al sujeto y su posición frente al otro. Por lo cual


afirma que no hay ninguna diferencia entre el análisis con niños y el de los adultos, ya
que el sujeto desde el inicio está estructurado de la misma manera más allá del manejo
del lenguaje. Desde que el sujeto es introducido en la cadena significante por medio del
discurso del Otro, el niño va a poder comunicarse y desde ahí formará su estructura. El
primer paso para abordaje con niños implica situarlo como un sujeto, es decir en los
efectos del lenguaje. Para el abordaje con niños un primer paso será establecer un
vínculo con este, para que mediante esta se puedan realizar intervenciones y lograr un
cambio subjetivo.

El juego

En “Más allá del principio de placer”, Freud sostiene que el juego le sirve al niño para
repetir las experiencias que lo impresionaron, logrando así una forma de la “necesaria”
descarga energética, que le permita regresar al estado de equilibrio psíquico
(homeostasis).

El juego es entonces entendido como uno de los mecanismos respectivos destinados a la


reducción de estímulos. Se lo puede entender como expresión inconsciente y
significativa de actos y deseos prohibidos, o de necesidades tales como las de
protección, seguridad. El juego se convirtió en un medio expresivo de los conflictos
intrapsíquica.

En "Más allá del principio de placer" Freud incluye al juego en las serien de las
formaciones inconscientes. El juego le permite al niño expresar sus experiencias más
profundas y subjetivas; nos va a aportar datos sobre sus relaciones. su visión sobre el
mundo adulto, nos va a dar cuenta acerca de su forma de expresarse. su creatividad y el
desenvolvimiento frente a distintas situaciones del mundo real manifestadas por medio
de lo lúdico. El juego se presenta como una sustitución y al igual que la palabra,
funciona acotando o transformando le relación del sujeto con lo real.

Aunque Freud no realiza específicamente una teoría sobre el juego, descubre aquello
que lo determina y de lo que es efecto. Por esto en el juego se despliegan: fantasías.
compulsión a la repetición. identificaciones, poder mágico de palabras y actos,
posibilidad de sustitución. omnipotencia y sublimación, todos componentes que dan
cuenta del funcionamiento psíquico del niño.

El jugar infantil elabora lo que insiste, el armado de una historia, por medio de un
dibujo o una dramatización le permite al niño repetir una escena que puede referir al
conflicto o trauma infantil. Siguiendo lectura de algunos textos de Freud y de Lacan, y
la interpretación que de ellos nos aporta Miller en su enseñanza, se va a partir de la
siguiente formulación: el juego es un aparato de goce. Esto quiere decir que pensar el
juego como aparato, permite acentuar el valor de instrumento y de artefacto. ya que
podemos definir el término aparato como el conjunto de instrumentos útiles para
ejecutar un trabajo. De esta manera está de entrada conectado a una finalidad de goce.
donde lo que propone es pensar esencialmente al lenguaje como un aparato del goce a
través del cual se aborda la realidad.

Por lo tanto, podríamos decir que el lenguaje y el juego, se encuentran conectados de la


siguiente manera: por un lado, un costado que está del lado del semblante, es decir del
lado de lo simbólico. que tiende a aprehender lo real, a captar lo real. Por el otro. ambos
tienen un costado que podemos situar del lado del uso, sirven para producir goce, o tal
como lo trabaja Freud, para producir una ganancia del placer de otra índole.

Surge una nueva pregunta: ¿Para qué sirve el juego? Para responder a esta pregunta es
menester recordar que la tarea del aparato psíquico es ligar le energía a las
representaciones, es decir, anudar significante y pulsión. Entonces se distinguen dos
modalidades por las cuales se realiza esta ligadura: la primera. aquella que aparece bajo
le forma de irrupción traumática. La irrupción traumática o irrupción pulsional es la
emergencia de enormes cantidades de energías que el aparato no consigue ligar vía las
representaciones. La segunda la representa bajo la forma del juego infantil. para resaltar
otro modo de tratamiento de lo pulsional, en el que se logra anudar la pulsión a la
representación.

Neurosis infantil
No olvidemos que Freud deduce la existencia de la Neurosis infantil a partir de su
trabajo con los analizantes adultos y es en un segundo tiempo que va a confirmar su
existencia en los niños, como lo prueba el texto de Freud sobre el pequeño Hans
(Análisis de la fobia de un niño de 5 años, 1909) Por tanto podemos tomar a la Neurosis
infantil como un concepto bisagra entre la clínica infantil y la de adultos, o dicho de otra
manera: no se alcanza el estatuto de sujeto adulto hasta que no se ha atravesado la
Neurosis infantil, independientemente de la edad que el sujeto tenga.

La Neurosis infantil es el tiempo que el sujeto necesita para elaborar el encuentro con la
castración, con la falta fundamental, irreparable. Pues la subjetivación de la castración
es una condición necesaria para el logro de una construcción psíquica acabada. Es por
tanto un proceso que tiene un comienzo y un final, como veremos. El comienzo vendrá
marcado por el encuentro del sujeto infantil con la falta en el Otro, y el final se alcanza
cuando se consigue una salida adecuada para esa castración ya subjetivada, una salida
que no es otra que la represión de la castración. ¿por qué la represión es la salida
adecuada? porque es la que permite construir una estructura neurótica normal, sobre la
que asentar un funcionamiento de sujeto adulto normal. Insistimos en la noción de la
salida por la represión. Por otra parte, a lo largo de la Neurosis infantil se juega la
culminación de la sexualidad infantil, diferenciándose lo que es sexualidad de sexuación
(la diferenciación entre hombre y mujer), y estableciéndose la elección de posición
sexual de cada uno.

La perspectiva freudiana nos enseña a abordar este encuentro con la castración de forma
articulada con el complejo de Edipo, pues Freud aísla en su investigación clínica sobre
la neurosis del adulto un doble complejo entrelazado: el complejo de Edipo y el
complejo de castración. El sujeto infantil se encontraría confrontado de forma necesaria
a este doble complejo entre los 3 y los 6 años aproximadamente. Este encuentro tiene
siempre un carácter traumático, doloroso, por lo que transcurre a modo de una grave
crisis existencial y cursa con síntomas más o menos agudos, en particular miedos,
terrores nocturnos, fobias transitorias, manías obsesivas transitorias y angustia, que en
la mayoría de los casos acaban cediendo espontáneamente. El niño tendrá que
desarrollar un arduo trabajo psíquico de elaboración y construcción para encontrar la
salida adecuada a ese doble encuentro.

Freud va precisando mejor su noción de Neurosis infantil, “el niño no puede cumplir su
evolución hacia la civilización sin pasar por una fase más o menos acentuada de
neurosis…La mayoría de estas neurosis desaparecen espontáneamente cuando el niño
crece” (Freud, 1927).

Lacan reformula la Neurosis infantil freudiana a partir de sus propias categorías, pero
concede el mismo lugar principal a la Neurosis infantil dentro de la teoría y clínica
psicoanalíticas. Lacan en el Seminario I cuando está debatiendo acerca de la Neurosis
infantil del Hombre de los lobos en el cap. 15 titulado El núcleo de la represión acerca
de la Neurosis infantil del Hombre de los lobos, en la que recordemos se trata de
elaborar el trauma infantil provocado por la visión temprana del coito a tergo entre los
padres. “¿Qué ocurre (en este sujeto) entre los 3 años y 6 meses y los 4 años? Ocurre
que el sujeto aprende a integrar los acontecimientos de su vida en una ley, en un campo
de significaciones simbólicas. Es por ello que esta neurosis infantil es exactamente lo
mismo que un psicoanálisis.” (Seminario 1, Paidós, pg. 282-283)

Lo que Lacan sitúa en el centro de la Neurosis infantil es el C. de Castración, es decir el


encuentro del humano con la falta fundamental, encuentro que como ya hemos visto
está representado en Freud por la emergencia de la noción de falo y la dialéctica fálica:
tener o no tener el falo. Por tanto, para Lacan el C. de Edipo no es universal, es una
versión particular en función de una cultura determinada de la falta universal. Si para
Freud el encuentro con la falta se produce a nivel de la visión de la ausencia de pene en
un humano (perspectiva imaginaria de la falta) Lacan sitúa primeramente el encuentro
con la falta a nivel del encuentro con el agujero en la cadena significante (perspectiva
simbólica de la falta.

De lo dicho hasta aquí podemos deducir que la Neurosis infantil es un periodo neurótico
ordinario, necesario, que todo sujeto debe atravesar para poder devenir un adulto bien
construido. Por lo tanto, lo habitual es que dicha Neurosis infantil tenga un comienzo y
un final. El final se produce cuando el niño logra construir un fantasma que incluya la
castración, lo que acostumbra a darse entre los 5 y los 7 años. Una versión de este
fantasma es la “novela familiar” del sujeto, a saber: una construcción post edípica con la
que se pone fin a la Neurosis infantil. Esta construcción en la que el niño pone en duda
su filiación le permite abandonar la idea de los padres ideales y conformarse con los
padres de la realidad. Finalizada la Neurosis infantil el niño entra en la etapa de latencia
caracterizada por un enfriamiento de la sexualidad y un desarrollo de los intereses
intelectuales y sexuales, a la espera que con el despertar de la adolescencia el sujeto esté
en condiciones de disponer de todos los recursos del adulto para afrontar con plena
responsabilidad y capacidad de acto la posición sexual elegida y los retos individuales y
sociales propios del humano adulto. En la Neurosis infantil se trata de pasar de ser el
objeto del deseo o goce del Otro maternal a ser sujeto de un deseo propio, un deseo
responsable y anudado a la ley.

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