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Un elemento importante para la reconstrucción de los tejidos sociales de las familiares

víctimas, en este caso las madres es la vinculación laboral, esta aunque depende
directamente de las empresas el psicólogo organizacional y social puede promover en la
empresa en la que se emplea o mediante programas como el de la FID (fundación ideas
para la paz). Esto puedo hacerlo mediante diversas estrategias.
Con acciones al interior de la organización que presten especial atención a las mujeres.
Estas acciones llegan a favorecerla construcción y reconstrucción de vínculos, e igual de
importante la superación de estimas y antagonismos que puede generar conflicto entre los
trabajadores. Eso implica incluir a mujeres desvinculadas del conflicto así como afectadas
directamente por la violencia y cuyas experiencias hayan sido invisibilizadas.
Para lograr este objetivo es preciso, primero, adelantar acciones que involucren a todos los
trabajadores- más allá de las víctimas y excombatientes. Esto implica el fortalecimiento de
habilidades para la resolución de problemas a nivel individual y grupal sin polarizar ni
estigmatizar, a través del diálogo respetuoso. Segundo promover actividades de
acompañamiento personalizado y apoyo social para trabajadores afectados por el conflicto
incluidas las mujeres, así como acompañarlo si tiene las competencias en el área
psicosocial. Finalmente Crea espacios de dialogo y reconciliación entre diferentes grupos
de trabajadores afectados por el conflicto armado, así como otras actividades: de memoria
histórica, de reconstrucción simbólica.
Otra forma en la que el psicólogo social u organizacional puede promover la reconstrucción
es mediante acciones en el área de influencia en la empresa y su papel de valor, sensibles
para el papel de la mujer. La empresa contribuye a transformar relaciones y escenarios de
posible conflicto y puede promover la convivencia en su área de influencia y su cadena de
valor, si el psicólogo enfoca a esta en las particularidades y necesidades de mujeres
afectadas directa e indirectamente por el conflicto armado y otras formas de violencia.
Las estrategias que puede tener en cuenta el psicólogo pueden ser: promover de a nivel de
recursos humanos a las mujeres desvinculadas del conflicto organizaciones y redes de
mujeres, así como líderes gestoras de iniciativas de diálogo y reconciliación entre grupos
divididos. Además de la participación de las trabajadoras en las organizaciones, de manera
complementaria incluir acciones de acompañamiento y de seguimiento, así como
mecanismos de no repetición de nuevas conflictividades. Finalmente promover la
participación de las mujeres en espacios y procesos de construcción de paz a nivel local:
mesas de diálogo, grupos de trabajo y comités locales que trabajen en la resolución de
conflictos. También y de forma adicional pero no menos importante es el reconocimiento
del grupo al que pertenece la mujer: víctimas de desplazamiento, mujeres cabeza de familia
y mujeres pertenecientes a comunidades indígenas y afrocolombianas; entender el marco
del individuo disminuye la probabilidad de revictimizar de forma accidental al sujeto +

Y la cosa política se sigue moviendo


Un elemento elemental para la atención y redignificacion de un individuo es que el
individuo se empodere nuevamente de sus espacios y de su condición de sujetos de
derechos. El empoderamiento Batliwala (1997) define el poder como “control sobre los
bienes materiales (físicos, humanos o financieros), los recursos intelectuales 11
(conocimientos, información, ideas) y la ideología (habilidad para generar e
institucionalizar creencias y valores que determinan cómo las personas perciben y
funcionan en un entorno dado)” y el empoderamiento como identificación e interiorización
de dicho control. El empoderamiento es de carácter procesual, es decir que es un proceso de
cambio que no tiene meta final ya que nadie llega nunca a estar empoderado en un sentido
absoluto.
Surge la pregunta de cómo el psicólogo podría fortalecer estos procesos de
empoderamiento, James (1999) habla acerca de lo que el denomina “transferencia del
empoderamiento”, un mecanismo por el cual el empoderamiento puede ser otorgado por las
agencias, mediante la puesta en marcha de proyectos diseñados desde afuera de los
destinatarios en los que, supuestamente, la simple participación de los individuos en
actividades específicas garantizaría como resultado final su empoderamiento.
Ahora bien como el empoderamiento no es un proceso lineal con un final definido, los
logros planteados por la intervención deben entenderse como parte de un proceso en
marcha, en donde desde el acompañamiento todos los individuos analicen y expresen sus
propias necesidades y prioridades, sin que estas puedan ser predefinidas o impuestas por los
planificadores.

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