Un niño de unos 12 años, descalzo y tiritando de frío, miraba a través de un escaparate.
Viéndole una señora se le acercó y le preguntó: ¿Qué estás mirando con tanto interés? A lo que el niño respondió: Le estaba pidiendo a Dios que me diera un par de zapatos?. La señora lo introdujo en la tienda, pidió agua y una toalla, lo lavó y le compró calcetines y zapatos. El niño se los puso radiante de felicidad. Al despedirse de la señora, tomó su mano, y mirándola con lágrimas en los ojos, le preguntó: ¿Es usted la esposa de Dios?