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VIRTUDES
FUNDAMENTALES
Universidad Panamericana
i
ETICA Y POLÍTICA
2
Esta separación no es divorcio. Ha de aplicarse go, no puede dejarse por ello marginado. Por-
aquí el adagio filosófico según el cual distinguir que la misma definición de derechos humanos,
no es separar, pero igualmente unir no es confun- dada sucinta y resueltamente por Legaz Lacam-
dir. En esta distinción que no implica distancia- bra (Complutense, Madrid, 1972) —los derechos
miento, y en esta unión que no entraña intromisio- del hombre o derechos humanos, son los que
nes, se juegan todas las cartas de la sana rela- tiene el hombre por su condición humana y no
ción entre el derecho y la moral. por concesión estatal— resulta muy difícil de sos-
tener si no se admite que en el hombre hay esa
Pues bien. En los llamados derechos humanos
condición natural a la que el Estado debería so-
se da una franca e inevitable confluencia entre
meterse. Por ello, el propio Legaz Lacambra di-
ley y virtud, entre derecho y ética, que debe ser
ce, con no menor resolución, que los derechos
despejada o al menos aclarada en nuestro mo-
humanos son derechos naturales o innatos, con
mento, y en nuestro país, con más necesidad, si
los que el hombre no sólo viene dotado al nacer,
cabe, que en cualquier otra de nuestras coyuntu-
sino que los aporta a la sociedad para su recono-
ras históricas.
cimiento.
3
FUNDAMENTO HUMANISTA DE LOS DERECHOS
HUMANOS
El reconocimiento de tales derechos como de- chos humanos que le conciernen como persona.
pendientes de y originados por una condición Por razones metódicas tendremos en este caso
natural previa — en lo que reside el llamado de- que limitamos a la primera parte de nuestra tesis
recho natural — es, al decir de Recaséns Si- posponiendo para mejor ocasión esta segunda.
ches8, consecuencia de una cultura humanística
y corolario de la idea de la dignidad humana.
Reconocemos la dificultad cultural actual de ad-
Debe reconocerse que, admitida la existencia
mitir una naturaleza humana que fundamente
de un modo de ser natural o específico del hom-
sus derechos como posibilidad de expansión y
bre, que lo distingue de cualquier otro grupo de
sus virtudes como plenitud de ella. El obstáculo
vertebrados, que lo eleva a un rango de digni-
proviene de que el concepto de naturaleza es un
dad y que le exige un comportamiento concorde
concepto indudablemente teísta: como lo dijo
con ella, las vinculaciones entre derechos huma-
Jean Paúl Sartre, no hay naturaleza, porque no
nos y virtudes fundamentales se hacen sencillas
hay un Dios que la conciba.
y consistentes: los derechos humanos posibilitan
el vivir conforme a la naturaleza, y las virtudes No obstante esta dificultad, Joseph Ratzinger po-
plenifican esa vida natural. ne de relieve un fenómeno contemporáneo positi-
vo: un fuerte deseo de grandes valores morales,
No sólo eso. Ya hemos dicho que, según la tradi-
como la libertad, la justicia y la paz, proyectándo-
ción cristiana, no se pueden hacer hombres vir-
se de manera apremiante "en el campo del
tuosos mediante la sola obligación legal de que
quehacer concreto político y social"9. Este de-
se reconozcan y respeten los derechos huma-
seo, añadimos nosotros, resulta insano si el hom-
nos propios y ajenos,
bre carece de valores naturales: si la libertad, la
Pero ahora tenemos que decir algo más impor- justicia y la paz son meras propuestas suyas
tante, que constituye la tesis central del presente que pueden ser cambiadas por un totalitarismo
estudio: sin las virtudes fundamentales el ciuda- o un anarquismo de turno.
dano queda imposibilitado para reconocer y res-
La opinión general de nuestro tiempo en el senti-
petar en los demás los derechos humanos que a
do de que las teorías morales sostenidas hoy
ellos les corresponden. Y queda imposibilitado
por la humanidad se encuentran en radical con-
también para defenderse con eficacia de un Es-
traste mutuo resulta, según el propio Ratzinger,
tado que conculque los o algunos de los dere-
de un diagnóstico muy superficial: "la necesaria
8 RECASÉNS SICHES: Tratado General de Filosofía del Derecho, México, 1967, cap. 20.
9 Joseph RATZINGER: “El ocaso del hombre”, en ABC, Madrid: 1988.
10 Joseph RATZINGER: “El ocaso del hombre”, en ABC, Madrid: 1988.
4
armonía de la esencia humana con el mensaje
de la naturaleza es común a todas las grandes
culturas, como también, por consiguiente, son
comunes los imperativos morales fundamenta-
les"10. La naturaleza —la ley natural— es la fuen-
te principal de todos los juicios de valor, según
lo formula vigorosamente C. S. Lewis; la tentativa
de rechazar esa fuente de valores y de sustituirla
con algo nuevo en su lugar, es una contradic-
ción en sí misma".
Tal alternativa del fundamento de los derechos
humanos es denominada humanista por Reca-
séns Siches, porque posee su cimiento en el ser
del hombre, y es lo que después Juan Pablo II
denominó congruencia fundamental entre la ver-
dad sobre la persona humana y el sometimiento
de la democracia a los derechos humanos11.
10 JUAN PABLO II: Centesimus annus, 47; en Evangelium vitae y Veritatis Splendor encontramos la expresión paralela verdad sobre el hombre.
12 Esta dimensión teísta, en orden al fundamento de los derechos humanos, se pone de manifiesto en John LOCKE, presente en la Declaración de Independencia de
los Estados Unidos en 1776: <<...that all men and created equal, that they are endowed by their creator with certain inalienable Roghts. Cfr. J. LOCKE: Second Teatise
of Goverment, 87; § 94
13 RECASÉNS SICHES: Tratado General de..., cap. 20.
5
FUNDAMENTO CONSTITUCIONALISTA DE LOS DERECHOS
HUMANOS
Una alternativa diferente —no contrapuesta — a vil, al punto de que los derechos humanos se
los fundamentos de los derechos humanos en la consideran como una mera función protectora —
naturaleza o ser del hombre, se halla en lo que fuerte, pero sólo protectora— ante la autoridad.
podría denominarse constitucionalismo democrá-
tico. Las constituciones de los países señalan
cuáles son los derechos humanos intangibles. Si En consonancia, el contenido de los derechos
el señalamiento supusiera concesión de esos de- humanos es diverso de las constituciones. No
rechos, nos encontraríamos entonces ante una estamos hablando de la obvia disparidad exis-
alternativa contrapuesta a la humanista, que con- tente en países que pueden considerarse mutua-
cibe la naturaleza del ser humano como funda- mente exóticos, o en aquellos que no subscribie-
mento de los derechos del hombre. ron la Declaración Universal de los Derechos Hu-
manos de la ONU de 1948 (cuyo quincuagésimo
aniversario es el motivo próximo del presente es-
No se crea, sin embargo, que el constitucionalis- tudio), como fue el notable caso —y ya entonces
mo democrático se encuentra exento de dificulta- sospechoso— de la entonces Unión Rusa Sovié-
des culturales menores que la alternativa prece- tica.
dente.
Queremos referimos específicamente a las cons-
tituciones de dos de los países más representati-
vos de la cultura de Occidente: Estados Unidos
En principio, hay dos concepciones diversas y
y Alemania, cuya actitud constitucional ante de-
radicales respecto al papel de la constitución po-
terminados derechos humanos —determinados
lítica de un país, que se refiere a dos vertientes
y básicos— revisten para Martín Rhonheüner un
de la seguridad que todo ciudadano busca en
valor paradigmático y no sólo antitético15.
ella: la seguridad mediante el Estado y la seguri-
dad frente al Estado, que son al mismo tiempo
dos dimensiones respecto de la libertad civil14.
Evidentemente, en ambas constituciones se en-
Este segundo concepto, que puede llamarse pro-
cuentra un amplio denominador común, que ya
toliberal, se encuentra vigente aún en el senti-
advertimos como una constante en todas las
miento de muchos miembros de la sociedad ci-
14 CFR. J. ISENSEE: Das Grundrecht auf Sicherheit (Shirifen der Jaristische Gesellshaft e. V. Berlin, Heft 79), Berlin-New York: Walter de Gruyter 1983.
15 Martín RHONHEIMER: “Diritti fondamentali, legge morale e defesa legale della vita nello Stato Costituzionale democratico”, en Annales Theologici, Roma: 1995, fasc
2, pp. 71 a 334.
6
grandes civilizaciones de la historia; pero el di-
senso se localiza precisamente en lo que hoy es
el ojo del huracán de los derechos humanos: la
defensa de la vida.
16 Leaviathan, cap. XV; en donde se define el derecho a la vida como un derecho natural, aunque de una forma pobre, minimalista y no exenta de ambigüedad. En este
derecho se encuentra el punto fundamental de convergencia entre la ley moral y ley civil (vid. M. RHONHEIMER: “Dirittu fondamentali...”, p. 328).
7
CONSTITUCIÓN GERMANA Y CONSTITUCIÓN
NORTEAMERICANA
8
reducirlo al concepto legal de persona, es un he-
cho antropológico antes que legal.
17 Robert SPAËMANN: Sind alle Menschen Personen?, en J. P. STÜSSEL, Tüchtig oder tot, Friburg/Br.: Herder 1991.
9
VALORES PRE-JURÍDICOS
Pero no hemos hecho esta digresión comparati- niéndose los varones en la típica plaza del pue-
va entre la ley americana y alemana para salir en blo. Me relataron allí mismo que las mujeres soli-
defensa de la vida del aún no nacido, aunque la citaron asistir a las asambleas con igual derecho
defendamos. Por esta razón no hemos querido que los hombres. Se les contestó que no cabrían
subrayar la circunstancia de que en nuestra en la plaza. Demostrando que el cupo era posi-
constitución no aparecen in litteris los derechos ble, no hubo más remedio que aceptar la peti-
humanos ni el derecho a la vida, asunto que se ción. Uno de los varones propuso entonces que
reserva para el artículo 22 del Código Civil del en tal caso la votación fuera secreta, temeroso,
Distrito Federal, en donde leemos que la capaci- tal vez, de que su mujer manifestase abiertamen-
dad jurídica de las personas físicas se adquiere te su disidencia familiar o que quedase mal ante
por el nacimiento y se pierde por la muerte; pero ella si su voto resultara minoritario. Las mujeres
desde el momento en que un individuo es conce- contestaron que la votación tendría que ser públi-
bido, entra bajo la protección de la ley y se le tie- ca, como siempre.
ne por nacido para los efectos declarados en el
Habría, pues, que votar para saber si la votación
presente Código”.
se haría pública o secreta. Pero esta votación pa-
ra votar sobre si esta votación habría de ser pú-
blica o secreta ¿sería una votación secreta o pú-
La digresión se hizo para ilustrar las dificultades
blica?
culturales actuales que surgen cuando busca-
mos el fundamento de los derechos humanos en El hecho puede recordamos más de una discu-
el constitucionalismo democrático en lugar de sión en torno al establecimiento de la Ley Electo-
hacerlo —es la otra alternativa— en la verdad de ral Federal o a la de la formación del Congreso
la persona humana, en la naturaleza del hombre de la Unión después del 6 de julio pasado.
o, como la llama Recaséns Siches, en la alternati-
va humanista.
Si no nos asentamos en un cimiento pre-legal, si
no admitimos esas grandes virtudes de la convi-
Porque aquel fundamento puede llevamos des- vencia humana que la hacen posible, los legalis-
de situaciones trágicas, como las del caso, a si- mos entran en una rueda infinita. Los hombres y
tuaciones cómicas, como la recientemente acae- mujeres nos reunimos en las Landsgemeinde del
cida en Apelzen, uno de los más pequeños can- mundo compartiendo unos presupuestos firmes
tones suizos. En ese cantón, los problemas co- sin los que la reunión resultará parodia: que se
munes se resuelven en el Landsgemeinde, reu- respetarán las reglas del juego, que no haremos
10
trampas, que mi opinión valdrá igual que la del
vecino, que aceptaré los resultados, etcétera. El
acervo jurídico queda en el aire si no contamos
con el capital social de la confianza, con el trust,
resaltado por Francis Fukuyama18.
11
COMUNIDADES DE TRADICIÓN Y DE CARÁCTER
Ésta es una de las causas por las que nos ve- Hemos de poner el acento en la vinculación co-
mos obligados a afirmar que la razón conducto- munitaria emocional y viva, ante los artificiales
ra del comportamiento moral del hombre ha de fines de la organización, recogiendo lo que Jo-
ser una verdadera razón y una razón verdadera, seph Hoffner denominaba órdenes primarios de
y no una simple expresión de sentimientos subje- la familia, la vecindad y el gremio, de los que na-
tivos, que las grandes conquistas morales de la ce una vinculación esencial y ontológica, como
humanidad son verdaderas y racionales, incluso las comunidades de sangre o espíritu, de espa-
más que las adquisiciones experimentales en el cio o aldea, de espíritu o amistad, en los que la
campo de la ciencia y de la técnica. Y "son más sustantividad y personalidad son su supuesto y
verdaderas porque tocan más profundamente lo su meta20.
que es propio del ser y porque son más decisi-
Nos estamos refiriendo a lo que ya Max Weber
vas para el hombre en cuanto hombre"19.
llamó comunidades de carácter personal que
son portadoras de relaciones originarias21, las
cuales se corresponden con lo que Edmund
De ahí que, sin abandonar las ópticas políticas y
Husserl denominó Lebensweh y José Gaos tra-
jurídicas, debamos volver ahora la mirada, sobre
dujo con precisión como "el mundo de la vida co-
todo, a las sociedades en donde se toca más
rriente”.
profundamente al hombre, esto es, al humus en
donde esas virtudes básicas de la convivencia y En estas comunidades tienen lugar las ligaduras
el mutuo entendimiento de los hombres tienen su vitales, que llama Ralf Dahrendor22, adquiridas
natural cultivo. en el trabajo profesional, el voluntariado, las acti-
vidades del tiempo libre, esto es, en las relacio-
nes establecidas propiamente entre personas,
Quiere decirse que hemos de destacar el valor que no se hallan condicionadas por la eficacia
social de la Gemeinschaft, de la comunidad o productiva o la acertada legalización.
unión personal y sentimental, por encima de la
Gesellschaft, o sociedad y organización conveni-
da. Conceptos semejantes encontramos en: Alas-
dair MacIntyre, de Notre Dame University, con
12
sus comunidades de tradición y de carácter en Entre el Estado Leviathan de Hobbes y el indivi-
donde brotan tanto los kraft u oficios como las duo aislado e inerme (el pez chico de Ireneo de
virtudes humanas23; en Chalmeta Olaso con sus Lyon) hay como vemos un amplio campo en el
comunidades de amistad24; en las denominadas que no se da el predominio coactivo de la ley,
por Philipe Merlant organizaciones privadas no sino la coacción—sit venia verbo — que emerge
mercantiles25; sociedades del tercer sector en en la natural convivencia, que es efecto y causa,
Jeremy Riffkin26; y muchos otros27. a la vez, en un círculo enriquecedor, de las virtu-
des cívicas.
23 Alasdair MACINTYRE: After virtue, London: Duckworth 1985 (edición española: Tras la virtud, Barcelona: Crítica 1987.
24 Gabriel CHALMETA OLASO: Ética Especial, Pamplona: EUNSA 1996, p. 98 y ss.
25 Philipe MERLANT: “¿No hay más opción en la economía de mercado?” en USEM, México, julio 1997.
26 Jeremy RIFKIN: El fin del trabajo, México: Paidós 1996.
27 Herman Daly et John COBB: For The Common Good, Boston: Beacon Press 1989.
28 Norbert LECHNER: “La dimensión cultural de la política”, entrevista de Adrían Acosta, en Nexos, México,septiembre 1997, p. 62 ss.
29 Norbert LECHNER: “La dimensión cultural...,” p. 63.
30 Nexos, enero 1997.
31 Norbert LECHNER: “La dimensión cultural...,” p.63
13
COMISIONES DE DERECHOS HUMANOS
No podemos dejar de añadir que las Comisiones camente que la relación personal, realizada con
de Derechos Humanos, tal como se dan en nues- las características — virtudes— naturales que le
tro país, están ubicadas en ese espacio. Aunque son propias (confianza, solidaridad, deseo de
no sean, ni aun in latu sensu, comunidades de entendimiento, buen trato), puede suplir la enma-
amistad, de tradición o de carácter, logran con- rañada —y fría— selva de la legislación.
servar la relación intersubjetiva personal, liberar-
Por tal causa, las Comisiones de Derechos Hu-
se del agobio legislativo y de la maraña regla-
manos que procuran el reconocimiento y respeto
mental, para establecer diciéndolo con Dahren-
de éstos en la sociedad, ante los poderes del Es-
dorf, ligaduras vitales de entendimiento entre el
tado, se prostituyen cuando entran en conniven-
ciudadano y la autoridad. Y también, vistas las
cia-con el poder
cosas con cierto fondo, entre ciudadano y ciuda-
dano, porque éste puede acudir a las Comisio- de cuyo abuso deben salvaguardar al ciudada-
nes de Derechos Humanos para exponer su que- no; y el término de prostitución se justifica, por-
ja de que la autoridad, si fuera el caso, no le ha- que, dado que esas comisiones se relacionan
ce justicia ante el agravio de su vecino. con el ciudadano como hombre, como persona,
portadora genuina de sus derechos, no sólo en-
En otro lugar hemos dicho que cuanto más valor
tregan al exceso del poder al ciudadano, que ya
se otorgue a la persona y a las relaciones inter-
es malo, sino a la persona misma, que es peor.
personales se hace proporcionalmente menor la
complejidad de los sistemas32.
32 Carlos LLANO: La persona humana en la empresa de fin de siglo; VIII Reunión Internacional de Empresa y Humanismo, Universidad de Navarra, Marzo 1996.
33 CFR. Cuarto informe anual de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (octubre de 1996 a agosto de 1997), México D.F., 1997, p. 84 y ss.
14
VIRTUDES O SISTEMAS
Estos hechos han suscitado un fenómeno del dalo terminológico cuando oímos hablar por pri-
que nadie, y menos los legisladores de la Na- mera vez de la clientela política).
ción, puede mantenerse ajeno: en el nivel públi-
co las ideologías han dejado su puesto a las cul-
turas, según Samuel Hungtington34 y —en cierta Aparecen así libros completos que subrayan el
medida— según el mismo Norbert Lechner35. Pe- valor del compañerismo38, la sencillez39, la impor-
ro, además, las ideologías están siendo despla- tancia del hombre sobre el sistema y la técni-
zadas por el carácter de los gobernantes, como ca40, la profundidad, el tacto y la sensibilidad hu-
leemos en The Book of Virtues de William Ben- manos41, la austeridad42, la comprensión de las
net36. Este fenómeno fue calificado hace años co- diferencias43, la superación del individualismo44,
mo “un viraje que realmente podemos denomi- la lealtad45, la confianza46, la superación de la pa-
nar copernicano"37. radoja o espíritu de conciliación47, obras a las
que podríamos añadir muchas más.
En el mismo sentido, observamos que los trata-
dos serios sobre las organizaciones privadas
muestran cómo las cualidades del carácter del
trabajador —esto es, sus virtudes— resultan Aunque todos ellos tengan un carácter unilateral-
más centrales que los sistemas, procesos, instru- mente pragmático, no dejan de ser susceptibles
mentos, estrategias a los que hubieran de suje- de aplicarse analógicamente a la organización
tarse. El hecho tiene importancia también desde política. El trabajo asociado —y la política lo
el punto de vista de la organización pública, por- es— ha de tener su inspiración principal no en
que seguimos comprobando el fenómeno nuevo los sistemas técnicos, o en los modelos económi-
de cómo ésta, desde hace más de una década, cos, por eficaces que a corto plazo se presenten
imita las tendencias que adoptan las organizacio- (cuando se presentan), sino en un concepto del
nes privadas (recuérdese, por ejemplo, el escán- hombre demostrativamente verdadero, y en las
15
capacidades, virtudes o fuerzas que logran su
esponjamiento en la actividad social.
16
VIRTUDES HUMANAS FUNDAMENTALES
Hemos dicho que el reconocimiento y respeto cana— en donde descansan todas las demás
de los derechos humanos básicos resulta imposi- cualidades positivas que pueden darse en noso-
ble sin la vivencia de las virtudes humanas fun- tros.
damentales. Recordemos, sin embargo, que la
Antiguamente, en lugar de pivote, término usado
proposición inversa no tiene la misma validez: la
por nosotros (porque sirve incluso para proteger
coacción legislativa para el reconocimiento y res-
las plataformas marinas en el proceloso oleaje
peto de los derechos humanos no hace al hom-
de la vida), se decía de estas virtudes que eran
bre virtuoso, porque la virtud humana no se ad-
el gozne o eje sobre las que giraban, sostenién-
quiere en un proceso impuesto de afuera para
dose, las demás (esto es, virtudes cardinales,
adentro.
derivado del término cardo, que es la manera
Llamamos virtudes fundamentales no a aquellas de nombrar el gozne en latín).
que nos facilitan el reconocimiento o respeto de
los derechos humanos básicos, aunque los facili-
ten. Precisamente porque sobre las virtudes funda-
mentales descansa el coronamiento del ser del
hombre, el logro de sus realidades cimeras, es
Llamamos, en primer lugar, virtud, a aquella cua- por lo que se da en ellas la confluencia, dijimos,
lidad que desarrolla la potencialidad humana pri- con los derechos humanos, como dos ríos que
migenia y nativa. El concepto de virtud se enma- terminan en la misma desembocadura. En efec-
raña y confunde cuando se prescinde del con- to, las virtudes fundamentales no nos sirven só-
cepto de naturaleza, ya que la virtud o las virtu- lo, como veremos, para cumplir con nuestra cali-
des son las que ocupan en plenitud los espacios dad de, personas, sino también, y sobre todo,
de las posibilidades del ser humano. Plenitud, para que los demás cumplan con la suya. Nun-
por otra parte, que es sucesivamente infinita, ya ca hemos podido aclarar —y nos parece que la
que cabe siempre ser más hombre del que se antropología aristotélica tampoco— si las cuatro
es. virtudes fundamentales clásicas- son numérica-
mente cuatro virtudes diversas (con sus objetos
específicos propios y diferentes) o cuatro dimen-
Y entendemos por virtudes fundamentales aque- siones que dan volumen y peso a toda posible
llas que constituyen el pivote —dicho a la mexi- virtud para que lo sea. Sin dirimir la cuestión di-
48 Es obvio que nos referimos a la justicia, prudencia, fortaleza y templanza clásicas. Por razón que no es posible explicar aquí, no sólo nos vemos precisados a cam-
biar el orden usual de enumeración, sino también los términos tradicionales.
17
gamos que estas cuatro virtudes son: justicia, se en norma universal de conducta) resultaba
acierto, coraje y temperancia48. inmoral, por ser propiciatorio de la mediocridad.
A veces debemos obrar con una heroicidad que
no deberíamos imponer a los otros. Cada uno tie-
a) Justicia ne su propia misión en la vida. Antes que el rey
era Castilla, decían los comuneros; antes que la
Parecería una redundancia la afirmación de que ley es la persona, diremos nosotros.
ser justo es condición antropológica requerida
para el reconocimiento y respeto, en mí y en los No hay duda de que la consagrada definición
demás, de los derechos humanos, ya que eso de la justicia (perpetua voluntad de dar a cada
mismo es ser justo, y en ello consistirá la virtud uno lo suyo), siendo inequívocamente verdade-
de la justicia. Sin embargo, no es del todo así. ra, resulta inacabada, sobre todo en nuestro
tiempo cuando lo suyo tiene un claro matiz de
propiedad material: ¿...quién puede gozar, con
justicia, de lo superfluo [aunque sea suyo] cuan-
Por de pronto, la justicia tiene sin duda ese ca-
do otros mueren [o mal viven] por falta de lo ne-
rácter universal, con respecto a las otras virtu-
cesario?"50
des, que ya conjeturamos en las demás funda-
mentales: como lo dice Comte-Sponville49, pode- La justicia, como virtud plenificadora del hom-
mos admitir un bre, se enuncia mejor en la regla de oro evangéli-
ca: 'todo cuanto queréis que los hombres os ha-
asesino prudente o un tirano sobrio, pero nunca
gan, hacedlo también vosotros a ellos, ésta es la
admitiremos un asesinato justo o una justa tira-
ley'51, que
nía. Y es universal porque no admite excepcio-
nes. Con Dostoievski, sostendremos que la justi- técnicamente Alain quiere expresar así: En todo
cia no nos permite condenar a un inocente, 'tortu- contrato y en toda transacción ponte en lugar
rar a un niño", ni siquiera para salvar a la humani- del otro... y decide si en su lugar aprobarías el
dad. intercambio o el contrato"52.
La justicia es la virtud que reconoce la dignidad El amor al prójimo como a sí mismo, del decálo-
de todo individuo, como si el individuo fuera go bíblico, tiene su expresión contemporánea en
efectivamente un todo. La justicia, así entendida, uno de nuestros convencimientos intuitivos más
es un prius que invalida al positivismo jurídico; arraigados: la verdad formulada por Kant en un
nada garantiza que la voluntad general sea siem- momento crucial de la historia moderna: que el
pre justa. Incluso José Gaos se atrevió a decir hombre no tiene precio, sino dignidad; que no
en Del Hombre que el primer imperativo kantiano ha de ser tratado como medio, sino también co-
(obra de tal manera que tu acción pueda erigir- mo fin. Dice Rhonheimer que esta verdad es la
49 André COMTE-SPONVILLE: Pequeño tratado de las grandes virtudes, Chile-México: Andrés Bello 1995, p. 68
50 André COMTE-SPONVILLE: Pequeño tratado..., p. 74
51 Mat. VII, 12.
52 ALAIN: Ochenta y un capítulos sobre el espíritu y las pasiones. Bibliotecas de Qleide (“Les passions et la sagesse”) VI, 4, p. 1230 (Subrayado nuestro).
18
herencia de una civilización, originada sin duda dificultad empleando el término griego origina-
en el cristianismo53. rio: compasión es syn-pathós, simpatía. La justi-
cia resulta así el ser simpático con los demás,
Alain lo dice límpidamente a la francesa: poner-
pero no como mera cualidad natural, sino como
se en lugar del otro. La manera mexicana de de-
decisión intelectual de servicio.
cirlo es menos aséptica: ponerse los zapatos del
otro; la sajona, más profunda y más repugnante: La relación humana suprema era para los grie-
ponerme en la piel ajena; y la japonesa, de ma- gos el amor de filía, esto es, la maternidad, pero
nera más justa aunque asquerosa: introducirme no como deseo de ser madre, sino como amor al
en las tripas de mi semejante. hijo: la maternidad es entonces forma suprema
de justicia,
Esta postura es la antípoda de Thomas Hobbes,
quien dice en forma negativa lo que Mateo ex- porque es el acto por el que la madre acoge co-
presa en forma que resulta positiva. Dice mo suyo al otro, que requiere su total dependen-
Hobbes: "haz a los otros lo que los otros te ha- cia, sin pedir nada a cambio. La maternidad es
cen a ti"54, expresión moderna, y aún vigente pa- un derecho de autodeterminación, pero hay ejer-
ra muchos, de la ley del Talión. cicios de este
Se me dirá que la regla de oro de San Mateo es derecho —rechazar al hijo— que son radicalmen-
difícil de vivir. Pero ¿cuándo se ha dicho que la te injustos, ya que la corrupción de las mejores
justicia es fácil o ventajosa? Más aún. ¿Pueden cosas es lo pésimo. Por ello decía Teresa de Cal-
reconocerse y respetarse los derechos humanos cuta que al matar al hijo de sus entrañas mata al
sin esta disposición? ¿Qué derechos humanos mismo tiempo su conciencia.
serían esos? El yo es "injusto en sí", escribe Pas-
cal, porque se hace centro de todo. Pero el hom-
bre es un excéntrico, dice Aquilino Polaino, por- b) Acierto
que su meta —el otro— se encuentra fuera de sí.
El acierto es aquella cualidad intelectual que nos
posibilita para proponernos metas con estas dos
condiciones: que configure los medios apropia-
En términos antropológicos, en términos reales,
dos para lograrlas y que, al lograrlas, supere mi
no sólo jurídicos, no hay justicia sin compasión.
condición humana presente. Es, en sustancia, la
Este juicio, que puede interpretarse en tono edifi-
capacidad del entendimiento práctico para pro-
cante o moralizante, cabría, por ello, ser cambia-
ponerme fines que pueda lograr aun suponiéndo-
do sin
se superiores a mi actual situación. Antes se lla-
maba prudencia, término que hoy ha perdido su
19
sentido primario, hasta convertirse en la cuali- de imparcialidad: el bien no es mejor porque sea
dad del hombre que no alcanza meta alguna. para mí ni el mal es menor porque sea para el
otro. Sin objetividad respecto del bien y del mal
–con meros relativismos- los derechos humanos
Hemos dicho que el acierto parte de mi condi- son una farsa.
ción humana presente para superarla; y parte de
Hay una universalidad de los valores que es irre-
mi actual situación.
futable: habrá quienes piensen que, para ellos,
en alguna circunstancia muy especial, por subje-
tiva, les estaría permitido engañar a alguien; pe-
El acierto implica la objetividad de saberme co- ro no permitirán que nadie les engañe. Este clási-
mo soy, sin lo cual el acierto no tendría lugar. Es- co argumento, podría, por cierto, utilizarse en re-
ta objetividad respecto de mí –mis circunstan- lación con el derecho básico a la vida –la del no
cias y mis capacidades-, es importante para el nacido-: “cada uno de nosotros percibiría como
acierto. intrínsecamente injusto imaginarse el propio
aborto”55.
Josef Pieper nos hace notar que en alemán pru-
dencia y objetividad, sin ser sinónimos, se expre-
san con el mismo vocablo. Esta objetividad impli-
ca mi conocimiento como persona portadora de c) Coraje
derechos humanos de los que no debo claudi-
El coraje es hoy un sustituto aceptable de la for-
car; pero también entraña una objetividad más
taleza, que comporta referencias musculares y
difícil: el reconocimiento de que el otro es igual-
aires atléticos, mientras que el coraje hace refe-
mente persona; igualmente, esto es, como yo lo
rencia al ánimo valiente, al courage francés, que
soy.
al parecer arranca analógica y etimológicamente
del cour, corazón. No importa que lo asocien al
enojo pues enojarse ante un mal y ante lo que
El acierto, es un modo de obrar que tiene en nos impide el logro del bien, es una de las expre-
cuenta las circunstancias: el acertado, el pruden- siones nobles del coraje.
te, es circunspecto, que literalmente significa: el
que mira alrededor. La circunstancia principal
que le acaece al hombre es que vive entre perso-
El coraje –la valentía, la entereza del ánimo- cul-
nas, que las personas son circunstancias para él
mina en el sacrificio de uno mismo, no pocas ve-
imprescindibles, y que la relación entre las perso-
ces por una actitud altruista, y siempre, por lo
nas como tales se expresa en los derechos hu-
menos de desinterés, de desapego, de distancia-
manos.
miento del yo56: y recordemos que, al decir de
De esta manera, el juicio objetivo del acierto es Pascal, “el yo es injusto”.
lo que no hemos llamado en otro lugar principio
55 Martín ROHNHEIMER: “Diritti fondamentali...”, p. 330
56 Cfr. COMTE-SPONVILLE: Pequeño tratado de ... p. 53
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El punto álgido del coraje es, pues, la generosi- partes a su amo”57. ¿Qué dicen los intemperan-
dad. El miedo es egoísta: el amor de sí mismo tes, y los intemperantes proselitistas, ante el artí-
es siempre culpable, decía Kant, aunque no este- culo IV de la Declaración de Derechos Huma-
mos del todo de acuerdo con él. Como quiera nos, que prohíbe “la esclavitud en todas sus for-
que sea, el coraje en cuanto virtud supone siem- mas”?
pre una forma de desinterés, de altruismo o de
generosidad: que son precisamente los condicio-
namientos para la vigencia de los derechos hu-
manos. No es un problema del entendimiento
(saber lo que ha de hacerse) sino de la determi-
nación de hacerlo, al igual que los derechos hu-
manos, de los que no basta conocer su declara-
ción.
d) Temperancia
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EL CULTIVO DE LAS VIRTUDES FUNDAMENTALES
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dad de un solo hombre y creció la descendencia
de su sangre, el género humano empezó a per-
der un poco la rudeza. [...] Venus quitó vigor a
los hombres, y los niños, con sus caricias, no tu-
vieron dificultad en torcer la ferocidad natural de
sus padres. Entonces empezó la amistad a im-
plantar sus lazos entre vecinos deseosos de evi-
tar cualquier violencia mutua: se recomendaron
entre sí, y los niños y las mujeres hicieron enten-
der confusamente con la voz y el gesto que era
justo (aequum) apiadarse de los débiles”58.
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COPYRIGHT
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