LA CAMPAÑA LIBERTADORA DE 1819 lucharon entre sí, en un proceso que la historia luego iría a llamar
la patria boba.
El 7 de agosto de 2019 se cumplirán 200 años de la batalla de
Boyacá, que selló el proceso ciudadano, cultural y militar de
construcción y conquista de nuestra independencia como república
separada del reino español. Nos preparamos para conmemorar las
hazañas de hombres y mujeres que, en batallas cívicas, políticas y
militares memorables, dedicaron y ofrendaron sus vidas para
construir una patria, una nación, una república que hoy son
nuestras.
El proceso de independencia tuvo antecedentes en los Comuneros,
en la traducción de los Derechos del Hombre que realizó el
precursor Antonio Nariño; en la Expedición Botánica liderada por
Mutis, y en el Memorial de Agravios de Camilo Torres, escrito en el
contexto de la inestabilidad política española. En el grito de
independencia del 20 de julio de 1810, cuando la elite criolla de
santa Fe, ejecutaron el plan de convocar al pueblo para lograr la
emancipación e implantar un nuevo orden político.
A partir de esta fecha comenzó, por una parte, la construcción de
instituciones jurídicas y políticas vertidas en constituciones; y, por
otra, patriotas como Antonio Nariño y Camilo Torres, quienes
A partir de 1816 se implantó nuevamente el Virreinato de la Nueva
Granada y con este, el régimen del terror, durante el cual casi un
millar de neogranadinos fueron ejecutados por el llamado
Pacificador, Pablo Morillo, entre ellos: Camilo Torres, Antonio
Baraya, José María Cabal, Francisco José de Caldas, Custodio García
Rovira, Frutos Joaquín Gutiérrez, José Ramón de Leyva, Liborio
Mejía, Policarpa Salavarrieta y Antonio Villavicencio.
Sólo un puñado de hombres como los coroneles Roergas Serviez ,
Francisco de Paula Santander, y el teniente José María Córdova,
logró escapar al embate victorioso de las huestes hispánicas y
refugiarse en los llanos de Casanare, única provincia libre de
españoles, y en donde se mantuvo encendida la antorcha de la
libertad. Casanare fue desde entonces núcleo fecundo en donde se
conservó incólume el espíritu de lucha y donde se prepararon los
hombres que, como fuerza incontenible, se lanzarían luego hacia la
libertad y consolidar la Independencia. Allí se organizó un ejército
liderado por Santander y Bolívar. Decidieron enfrentar la Tercera
División del ejército realista, ubicada en la Nueva Granada con el
fin de iniciar desde allí la libertad de Venezuela, Ecuador, Perú y
Bolivia. El 23 de mayo de 1819, el ejército de Retaguardia del
general Simón Bolívar se dirige a Tame para encontrarse con el
ejército de Vanguardia del general Francisco de Paula Santander.
El encuentro se realizó el 12 de junio de 1819 para ascender al
páramo de Pisba, camino a la capital Santafé. Hubo
confrontaciones en Paya, Tópaga y Gámeza, hasta descender al
valle del Cerinza y llegar a la hacienda de Bonza, donde fueron
interceptados por las tropas realistas en el Pantano de Vargas,
donde el heroísmo de los lanceros llaneros, nos sigue causando
admiración y orgullo, tal es el heroísmo de estos, que el maestro
Rafael Núñez en su famosa “Oda a Cartagena” y que hoy cantamos
como nuestro himno nacional en su quinta estrofa los describe asi
“Soldados sin coraza, Ganaron la victoria; Su varonil aliento, De
escudo les sirvió” recordando que estos salían de su elemento,
oriundas en su mayoría de las cálidas regiones del Orinoco, para
entrar en el desconocido país de las alturas, del cual muchos de
ellos ni siquiera habían oído hablar y que les aguardaba con las más
nefastas condiciones climáticas, sometidos a los rigores de una
naturaleza bravía que golpeaba duramente los cuerpos,
entumecidos por el frío donde muchos palidecieron, y algunos
perdieron su vida, pero aun asi no dejarían de portar la semilla de
la libertad la cual había germinado y fructificado para siempre, con
la posterior unión de los campesinos de la región cundiboyacense,
quienes se integraron al ejército libertador a raíz del fabuloso paso
de los Andes, y se sabe que en Tunja, a la llegada de Bolívar, que
fue como un galvanizador de las masas campesinas, éstas se
agregaron como milicianos del ejército conducido por el Libertador.
El 7 de agosto de 1819, las tropas realistas cayeron derrotadas, y
Barreiro, capturado por ese joven héroe ético, Pedro Pascasio
Martínez, quien quizás en su vida, jamás había visto una moneda
de oro, no accedió a la corrupción, y se niega a recibir de Barreiro
la bolsa de oro con la cual le pretendía sobornar, en el Puente de
Boyacá, donde la Nueva Granada, hoy Colombia, selló la campaña
que nos legó la libertad.
Doscientos años son una ocasión propicia para conmemorar
nombres, hechos y valores que nos son comunes para reflexionar
sobre los derechos y las responsabilidades contemporáneas, para
que nuestra democracia no sea solo una remembranza sino una
realidad, un proyecto colectivo mejorado con cada acción
ciudadana, que debería conllevar la búsqueda de un mejor futuro
para toda la sociedad.
LA PARTICIPACIÓN SOCIAL EN LA GUERRA DE INDEPENDENCIA
La sociedad colonial establecía un sistema rígido de castas sociales,
en las cuales los españoles estaban en la cabeza, estos eran
aquellos grandes terratenientes, Comerciantes por concesión de la
Corona, gobernantes y administradores quienes ocupaban la
totalidad de puestos del gobierno. Posteriormente, se
encontraban los criollos, quienes eran hijos de españoles con
mestizos o indígenas americanos; o sencillamente españoles
racialmente puros pero nacidos en América quienes aunque eran
grandes terratenientes, y Comerciantes no poseían puestos de
gobierno. luego estaban los mestizos e indígenas que no tenían
relación alguna con los españoles pero eran libres quienes eran los
pequeños comerciantes, artesanos, y sirvientes; y por ultimo
encontramos los esclavos quienes estaban conformados por
negros, zambos (mestizaje de una persona negra con una persona
indígena americana.), indígenas encomendados, y mulatos (unión
interracial entre una persona blanca y una persona negra). En el
proceso de la independencia de independencia de la nueva
granada, se gestaron un sinfín de contradicciones debido a que
cada una de estas clases sociales miraba con recelos, los intereses
de las otras o sus anhelos y pretensiones diferían de los demás.
Desde el siglo XVI los criollos habían acumulado
malestar, sentían
que a pesar de ser una fuerza económica importante eran
discriminados del gobierno y la administración de España. A
pesar
de que los criollos
se sentían preparados para
ejercer los cargos
de gobierno, estos eran otorgados a peninsulares, con
todas las
prebendas y ventajas económicas que eso
suponía. En el siglo
XVIII, 
se sumaron nuevos factores
a este descontento lo que

originó que surjan fuertes
ideas de emancipación, Por lo que se
puede ver, al inicio de la Independencia se asiste a una insurrección
de las minorías cultas y ricas, y es así que desde los primeros
momentos de la declaración de Independencia, se vio el interés
que estos sectores sociales, poseían para hacerse cargo de la
dirección política del naciente alzamiento anticolonial.
Pero los independentistas tuvieron necesidad de contar con el
apoyo de las clases inferiores, incluso con el de las gentes de color
ya que sin estos el sueño de los patriotas, parecía perder toda
esperanza de librarse del dominio de España, cuyos soldados
veteranos no les ahorraban crueldad ni sevicia alguna y que
perseguían como animales salvajes a los caudillos patriotas y a los
campesinos comprometidos en aquella lucha. Pero ocurría que
entre la élite criolla y varios sectores populares no podía existir un
acuerdo esencial, puesto que estos últimos solo veían en las juntas
revolucionarias, que habrían de sustituir a las autoridades
españolas y las situaciones no habría de cambiar, quienes aisladas
de los centros urbanos, en que se movían las clases más ricas de
comerciantes, de artesanos y de intelectuales, las masas rurales no
hallarían resonancia a sus inquietudes y menos aún verían el éxito
de sus aspiraciones ni encontrarían eco a su protesta social.
Durante siglos sometidos a la explotación de criollos y de
españoles, los sectores populares de mestizos, negros, pardos y
mulatos darían distinta respuesta al grito de Independencia según
sus particulares condiciones sociales y regionales, y de acuerdo con
el desarrollo mismo de los acontecimientos políticos y militares a
partir del año 1810.
Es necesario recordar que ya desde fines del siglo XVIII se
produjeron movimientos de inspiración popular en todo el
continente latinoamericano, entre ellos el de los Comuneros de la
Nueva Granada y de Venezuela (con influencia del primero sobre el
segundo), mucho antes que los de inspiración propiamente de las
elites criollas, pues el peso de la dominación económica, de la
segregación de las castas, de la discriminación de la mujer de los
estratos bajos, etcétera, no caía sobre la clase dominante, por lo
menos en la medida en que era soportado por las clases inferiores.
Todo lo cual hace pensar que las llamadas clases inferiores no sólo
estaban dispuestas a romper con las ataduras que les impedían
caminar, sino que además tenían una experiencia política concreta
(aunque no poseían un fundamento filosófico como el de los
ilustrados) acumulada a lo largo del período colonial y en el sentido
del hallazgo de una independencia política con respecto a los
criollos ilustrados.
Desde el punto de vista de la explicación histórico-sociológica, la
mentalidad indígena, de carácter colectivista, no podía aceptar el
proyecto de inspiración individualista propio de los criollos,
imbuidos ya de una idea vinculada a los conceptos de propiedad y
de utilidad. En cambio, los indígenas debieron sentirse próximos a
las ideas de protección y de paternalismo que había sido una de las
fuentes de inspiración de la política de los monarcas con relación a
las naciones indias, ya desde las lejanas Leyes de 1542 ya que, con
la destrucción de los resguardos se quebrarían las seguridades
sociales garantizadas por la legislación colonial. Por tal motivo las
poblaciones indígenas protagonizaron en Nueva Granada
movimientos de resistencia proclive a la defensa de la monarquía,
los cuales se expresaron en términos concretos de militancia en los
ejércitos realistas o en la formación de grupos o guerrillas
antirrepublicanas, que dieron mucho quehacer a las tropas
independentistas.
En cuanto a la población negra esclavizada hay que decir que
contaba con una tradición cimarrona y de fundación de palenques
que se puede incorporar asimismo a las luchas libertarias sociales
por quebrantar el yugo de los propietarios, tanto españoles como
criollos ricos. Ya que Atraerse a indios y a negros fue un constante
desvelo de realistas y de patriotas, quienes pretendieron atraerse
a los sectores más segregados de la sociedad colonial. Los mandos
españoles recurrieron a la promesa de la libertad para aquellos
esclavos que se incorporaran a las fuerzas realistas. Otro tanto
puede decirse que hicieron los jefes republicanos quienes
ofrecieron así mismo la libertad a contingentes de negros, siempre
y cuando se incorporaran a las filas de los insurgentes. La
repercusión de las proposiciones de este carácter fue la
insurrección de los esclavos en las haciendas, particularmente en
las regiones en las que predominaba esta institución del trabajo
cautivo, lo cual, a su vez, permitía calibrar la reacción de aquellos
propietarios que, si bien se habían adherido ya al movimiento
insurgente, lo hacían tan sólo con vistas a un proyecto de liberación
política con respecto a España y no sobre la base de una
programática social modernizante.
Cabe recordar también que el libertador Simón Bolívar se interesó
y se preocupó por el problema de la abolición de la esclavitud,
considerándolo como una manera de profundizar el proceso
emancipador mediante una medida que, teóricamente al menos,
afectaba en lo fundamental la estructura social y económica de la
vida de Nueva Granada. En su proclama de junio de 1816, Bolívar
propone a la nación la liberación de los esclavos, propuesta que
halla su culminación, en el Congreso de Cúcuta de 1821, con la
libertad de vientres (los hijos de esclavos nacen libres) y las leyes
de manumisión. Pero habían de pasar todavía treinta años de vida
republicana para que se aboliera definitivamente el trabajo forzado
de la población negra en las haciendas y plantaciones de las clases
directoras del proceso emancipador.
Todo ello fue, en general, la expresión de fuerzas sociales maduras
para una experiencia político-social que el carácter del régimen
español no permitía liberar completamente, pero que a su vez
tampoco los grupos dirigentes neogranadinos permitían cristalizar
en un movimiento que representase los intereses generales de la
sociedad de Nueva Granada. De ahí, pues, que se haría
indispensable, para que el movimiento de independencia
cristalizase como una unidad orgánica que absorbiera
provisionalmente los antagonismos de regiones, grupos, castas,
élites, etc., la violencia del Estado español una vez restaurado el
absolutismo en la península e instaurado el régimen de terror de
los militares españoles.
Se delimitan al fin las posiciones se ha señalado hasta aquí el difícil
proceso de integración de los sectores sociales llamados inferiores
a la empresa emancipadora, como también se han indicado las
motivaciones más generales de la participación de los estamentos
de la clase alta, cabe señalar asimismo que la participación de las
masas de la nación fue profundizándose en el transcurso de la lucha
y en el proceso de ahondamiento de su conciencia americana. Y
también en la medida en que la guerra asumía características de
extremada violencia y de represión por parte de los militares
españoles sobre toda la población neo-granadina
indiscriminadamente. A pesar de los antagonismos entre la élite
terrateniente o de los sectores mercantiles y los sectores inferiores,
combatir a España llegó a interesar a todos. A fin de cuentas, la
política del terror desatada por los españoles afectó igualmente a
unos y a otros.
Se puede hablar entonces de la formación de un ejército popular,
constituido por sectores campesinos que han aceptado ya el
mando de los dirigentes de la élite criolla. Así, entre 1816 y 1819,
fase caracterizada por el terror blanco de los ejércitos españoles,
se asiste al desencadenamiento de la resistencia popular,
excluyendo probablemente a las tribus indias.
Es el período en que surgen guerrillas populares que combaten el
terrorismo español aunque asimismo aparecen de la élite
económica y algunos otros grupos de gentes de origen humilde que
sin participar en la lucha contra España, proporcionaban
suministros vitales para el sostenimiento de las tropas insurgentes.
Cabe anotar, por último, que un factor de gran importancia en la
catalización revolucionaria de las masas campesinas fue la
intervención de una especie de clero proletarizado, que vivía
igualmente las duras condiciones del campesino y que adoptó una
actitud favorable a la emancipación.
PAPEL DEL LLANERO EN LA INDEPENDENCIA COLOMBIANA
En algo más de un siglo (1659 - 1767) los misioneros jesuitas
desarrollaron la tarea más perdurable en el Llano: construyeron las
bases de la economía, fundaron conglomerados que han resistido
el paso del tiempo y como testimonio irrebatible de su filosofía,
dejaron germinada la idea del libre albedrío: raíz y fundamento de
la libertad. Esta idea hallaría forma concreta en la guerra de
Independencia.
A la salida de los jesuitas, quedaron establecidos en el Llano, San
Juan de los Llanos (1555), San Martín (1585), Santiago de las
Atalayas (1588), Tame (1626), La Salina (1628), Pore (1644),
Nunchía (1655), Chire (1657), San Salvador (1661), Manare (1671),
Arauquita (1675), Trinidad (1724), Macuco (1732), pueblos
institucionalizados por jesuitas o encomenderos que, en una
inmensa mayoría, estaban localizados en el piedemonte de
Casanare. Tiempo después fueron fundadas Arauca (1780),
Villavicencio (1842) y Yopal (1920), las tres ciudades más
importantes de los Llanos al finalizar el siglo XX.
A comienzos del siglo XIX, el Llano fue el escenario principal de la
cruenta lucha que condujo al rompimiento de los vínculos con
España. Más tarde, en los años cincuenta del presente siglo, el
Llano constituyó pilar decisivo de la reacción ciudadana en defensa
de principios ideológicos menoscabados. Noble y altruista por
buscar la autonomía, la guerra de secesión que se hizo en el Llano
contra España formó parte de un proceso de alcances hemisféricos
y dio reputación de patriota e idealista al llanero; la de los años
cincuenta, de corte partidista, lo redujo a la condición de
bandolero.
El llanero mestizo colombiano, gobernado bajo un régimen que
todavía no había concentrado la gran propiedad, adhirió a la causa
republicana y envió desde San José de Pore hombres y recursos a
los federalistas instalados en Tunja porque la dirigencia, pese al
peligro, se habla abierto en dos bandos suicidas: los federalistas y
los centralistas.
Barinas, un hervidero de prorrealistas, podía desencadenar un
ataque sobre la Nueva Granada aprovechando la pugnacidad
existente entre los dos bandos: así que los llaneros se constituyeron
en guardianes de la frontera y en 1813, comandadas las tropas por
el poreño Francisco Olmedilla y el párroco de lame, Fray Ignacio
Mariño, repelieron en las costas del Cuiloto la arremetida que
dirigía el sanguinario José Yáñez. Las partidas llaneras porque no se
trataba de un ejército regular eran dirigidas por Ramón Nonato
Pérez, un lancero temible nacido en La Trinidad, Juan Nepomuceno
Moreno, pequeño propietario, Juan Galea, Juan José Molina,
Miguel Guerrero, Manuel Ortega y Francisco Rodríguez, entre
otros. Mariño llegaría a ser capellán del Ejército Libertador y
Moreno el máximo caudillo de la región al concluir la
confrontación.
En los Llanos venezolanos sobresalía por su valor un llanero: José
Antonio Páez. José Antonio Páez acudía con regularidad a los
Llanos colombianos en busca de refuerzos y caballos mientras
ganaba la confianza de los llaneros prorealistas señalando además
su «mortal odio a los patriotas» y cómo los llaneros le escucharon
y constituyeron un ejército de miles de hombres, pardos, mestizos
e indios, que le siguieron con la promesa de obtener las tierras y
propiedades de los blanco. Frente a la indisciplina y el caudillismo
que imperaban entre los llaneros, el congreso de Tunja envió por
comandante al general Joaquín Ricaurte que organizó un cuerpo
estable de mil hombres a caballo y ciento cincuenta fusileros.
En la minúscula villa de Arauca, con escasos treinta y seis años de
vida, se reunieron el 16 de julio de 1816 los jefes patriotas para
nombrar un gobierno provisional en representación de la
República. El cargo de presidente recayó en Fernando Serrano, y el
de comandante de la tropa en Francisco de Paula Santander,
decisiones equivocadas porque los lanceros sólo concedían méritos
al valor personal. Santander marchó entonces a Angosturas para
ponerse bajo las órdenes de Simón Bolívar, al ser depuesto por
Páez quien nombró a Moreno como gobernador y a Pérez como
comandante en jefe de Casanare, respectivamente. Ramón
Nonato Pérez liberó a La Salina, San Martín y la estratégica
fundación de Upía: el virrey Juan Sámano ordenó a Juan Tolrá una
invasión masiva al Llano que apenas sí llegó al pueblo de Medina.
Ante el giro que iban tomando los acontecimientos, Bolívar
despachó a Santander con el grado de brigadier general por la ruta
del río Meta para que se hiciera cargo de la situación. Los llaneros
acataron su jefatura y sin pérdida de tiempo, Santander se entregó
a la organización del nuevo cuerpo bélico tras proclamar que la
soberanía de la República residía en Casanare y en Pore, su capital.
En actividad frenética, los llaneros se alistaban en las filas
voluntariamente y hasta el padre Ignacio Mariño se hizo presente
en el campamento de La Laguna con partidas de indios Betoy,
Macaguán y Girara. Santander hizo acuñar una moneda con los
vasos confiscados a las iglesias y ordenó reunir ganados y caballos
de toda la compresión llanera. Ante estos movimientos, el general
José María Barreiro decidió atacar y en abril de 1819 se hizo
presente en el Llano con sus tropas más insignes. Bolívar salió de
Mantecal con rumbo a Casanare el 27 de mayo "para ejecutar una
operación que medito sobre la Nueva Granada". El día 4 de junio
cruzó el río Arauca, recibió hombres, caballos y vacadas en la
pequeña población de su nombre; el 12 de junio se hizo presente
en el otrora enclave jesuita de Betoyes y, dos días más tarde, se
reunió con Santander en Tame.
Al juntarse los dos cuerpos de tropa se contabilizaron casi cuatro
mil hombres, en su inmensa mayoría llaneros de Colombia y
Venezuela, quienes transmontaron las alturas de Pisba y, en hechos
suficientemente conocidos, dieron la batalla del Pantano de Vargas
que, antes que la de Boyacá, rotuló la emancipación de la Nueva
Granada y de cuatro países suramericanos más.
Durante ocho largos años participó el Llano y el llanero en la guerra
de Independencia y esa larga duración sólo se explica si se revisan
sus sistemas de producción que eran la ganadería extensiva y la
agricultura de consumo. Los españoles sabían que las planicies
orientales eran ricas en un medio de transporte único como lo es el
caballo, y en una fuente proteínica de gran valor representada en
la carne vacuna. De allí que intentaran por los medios a su alcance
dominar la región para nulificar la resistencia y completar la
pacificación. Con alta demanda en los mercados, el ganado y sus
subproductos se permutaban por armas, municiones y material de
intendencia, sin tomar en cuenta que era el alimento principal del
bando patriota y materia prima para confeccionar los más disímiles
aparejos. Tantas bondades terminaron por arruinar el hato llanero.
En carta enviada en 1821 a Santander, el gobernador de Casanare,
Juan José Molina, decía que antes de la guerra "se graduaban" unas
trescientas cincuenta mil cabezas de ganado en su jurisdicción y
que, para 1821, esta población se había reducido a cincuenta mil
cabezas.'" Tan drástica merma obedeció a las sacas realizadas por
ambos bandos y por los abigeos que infestaban la zona; al
abandono que convirtió en montaraces los rebaños, siguieron las
plagas y pestes que sobre ellos se abatieron.

Pero más que económica, la impagable cuota del llanero fue la

ofrenda de su vida y su organización social a la causa de la
emancipación. Según Camilo Domínguez, en 1812 el Llano tenía
48.862 habitantes que diez años más tarde se redujeron a 17.451,
como lo apunta Gómez en su libro. Tal retroceso demográfico
significó la paralización de las actividades económicas porque los
sobrevivientes no eran los más aptos para el trabajo sino los niños,
los ancianos, las viudas y los lisiados. Desaparecieron poblados
enteros y otros, como Pore y Chire, entraron en barrena; gran parte
de la propiedad rural cambió de dueños porque los militares
vacantes hicieron valer sus grados y medallas; y una suerte de
agonía dejó a la zaga a la región con relación a las demás del país.
Las partes más afectadas de los Llanos fueron Arauca y Casanare
por ser el epicentro de las luchas: el Meta salió mejor librado por
no estar en la encrucijada y ser poco poblado.

Constituido el gobierno republicano y posesionado Santander, era

de esperarse un trato preferente para el Llano que había comprado
"a tan caro precio la libertad'. Sin embargo, Santander se limitó a
abrir una clase de retórica en Pore y a nombrar dos curas
desafectos en San Martín, mientras construía colegios como el de
Boyacá y caminos como el de Marmato.

6) Despues de observar la imagen, describe

Actividades ¿Qué personajes se encuentran alli?

Para realizar en grupo máximo tres, estas se deben entregar al 7) ¿cual mensaje transmite?
profesor director de grado, quien lo entregara al docente de
sociales, para su posterior evaluación y retro-alimentacion.
8) ¿ estas de acuerdo con este?
Después de realizar las anteriores lecturas, resuelve:

1) ¿Cuál fue el interés que cada uno de los estamentos

sociales, tenia durante el proceso de emancipación de
Colombia?
2) ¿Cuáles fueron las causas que conllevaron a que estas
clases sociales, convergieran en una causa común?
3) ¿Crees que en la actualidad persisten estas clases sociales
y los intereses de cada una de estas? Justifique sus
respuesta
4) ¿Estas de acuerdo con la afirmación, “Constituido el
gobierno republicano y posesionado Santander, era de
esperarse un trato preferente para el Llano que había
comprado "a tan caro precio la libertad'”?
5) ¿Dirias que aun esta situación persiste, en nuestra
región?, justifica tu respuesta.