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UNIVERSIDAD NACIONAL “SANTIAGO

ANTÚNEZ DE MAYOLO”

FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLÍTICAS


ESCUELA PROFESIONAL DE DERECHO

CURSO: MECANISMO DE RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS


INTEGRANTES: - CORCINO VALENZUELA LESLIE
- RODRÍGUEZ SALAZAR DAGEANA
DOCENTE: SOLÓRZANO VIDAL LOLA

Huaraz, mayo 2019


TEORÍA DE CONFLICTOS DE JOHAN GALTUNG

ETEORÍA Y PRÁCTICA DEL CONFLICTO


El punto de partida de Galtung es que el conflicto es obvio en la sociedad, pero no la
violencia —la guerra es una de sus manifestaciones— y por tanto, el conflicto no
necesariamente tiene que finalizar en violencia física y verbal. El fracaso en la
transformación del conflicto es lo que conduce a la violencia. Rechaza la tesis de Hobbes,
quien consideraba que en el estado de naturaleza el hombre era un lobo para el hombre.
Para Galtung la violencia no está en la naturaleza humana. El potencial para la violencia
está en la naturaleza humana pero las circunstancias condicionan la realización de ese
potencial. En este sentido, manifiesta: La violencia no es como el comer o las relaciones
sexuales, que se encuentran por todo el mundo con ligeras variaciones. El pensamiento
nuclear de este científico es cómo abordar el conflicto con ideas, medios y acciones, para
que siempre que surja se pueda canalizar hacia una solución que no origine violencia y eso
sólo es posible por medios pacíficos. Para llegar a ello es preciso adentrarse en el origen y
en la naturaleza del conflicto. El conflicto tiene su propio ciclo de vida, como cualquier
organismo vivo; aparece, crece hasta llegar a su punto de máxima tensión, declina y
desaparece, y a menudo reaparece. Las disputas surgen cuando hay uno o varios objetivos
incompatibles y mutuamente excluyentes entre dos o más actores, ya sean grupos o
Estados. Cuanto más básicos son los intereses en conflicto, mayor es la frustración si estos
no son conseguidos. La frustración puede conducir a la agresión, que puede ir desde una
actitud de odio hasta el empleo de la violencia hacia los actores que obstaculizan la
consecución de ese o esos intereses. La violencia pretende dañar humana y materialmente
y, a veces con asiduidad. Normalmente cuando ésta surge origina una espiral de violencia o
si se quiere una dialéctica entre defensa y revancha. Esta espiral se convierte, en palabras
del autor, en un metaconflicto, o por así decirlo, en una metástasis en términos médicos,
extendiéndose más allá de los objetivos que hay que preservar y destruir originariamente.
De esta forma, un conflicto puede adquirir una vida eterna, creciendo y menguando,
desapareciendo y reapareciendo. Las controversias normalmente suelen ser complejas
porque intervienen muchos actores y hay muchos intereses en juego y porque ambos,
actores e intereses, evolucionan con el paso del tiempo. Es raro encontrar un conflicto
elemental en el que dos partes implicadas persigan un único objetivo. El esfuerzo por cortar
con todo ello, mediante algún proceso de resolución de conflictos, se convierte en una tarea
ardua porque se crea una maraña de intereses sumamente compleja. Por eso, un importante
número de ellos quedan sin resolver, pasando a un segundo planó o son olvidados cuando
otro conflicto reclama más atención. Otras disputas, sin embargo, son persistentes. Ni
disipadas ni olvidadas, las actitudes de encono y el comportamiento destructivo empiezan a
acumularse. Galtung propone, como paso previo para resolverlas, trazar un mapa lo más
exacto a la realidad que incluya las partes implicadas, los objetivos, los enfrentamientos y
los temas de fondo. El autor divide los conflictos para su estudio en tres niveles, micro,
meso y macro nivel. El primero se produce dentro y entre las personas; el segundo surge en
la sociedad dentro de cada Estado o nación; y el tercero comprende los conflictos entre los
Estados y naciones. Los dos últimos son los que merecen la mayor preocupación y análisis
por parte del Galtung.

LAS RAÍCES DE LA VIOLENCIA


Cuando el conflicto no es capaz de solucionarse o al menos de transformarse, es más
proclive a que genere violencia. Antes que la violencia brote, las emociones de las partes
contendientes están constreñidas, pero una vez desatada aquella, comienza un proceso de
destrucción tanto humana como material. Al igual que para llegar a la raíz del conflicto es
necesario trazar un mapa de la formación del mismo, también es preciso elaborar un mapa
de la formación de la violencia, para comprender mejor cómo se ha ido construyendo los
elementos generadores de esta violencia. Este autor señala, de acuerdo con su propia
experiencia, que un error habitual en la práctica de la resolución de conflictos, es incluir
sólo a las partes en un área de violencia limitada, confundiendo los síntomas con las causas,
cuando hay otros actores más alejados o entre bastidores que pueden resultar fundamentales
a la hora de solventar el problema. Otro error habitual es proveer a la historia del conflicto
de un principio y un final, coincidiendo con un intervalo limitado de violencia, desde la
primera erupción violenta hasta el alto el fuego que se confunde con la paz. Ello da lugar a
confundir conflicto con violencia. Normalmente, la violencia, a diferencia del conflicto, es
conducta y puede observarse más fácilmente; el conflicto es más abstracto. En realidad,
violencia= violencia directa+ violencia cultural+ violencia estructural. La violencia, como
señala este profesor noruego, daña y destruye, pero esos efectos se extienden más allá de
los daños visibles como muertes, heridos, refugiados o destrucción material. Existen otros
invisibles al ojo humano como son traumas, odio, deseo de revancha, que pueden ser
incluso más importantes a largo plazo que los primeros. A los efectos visibles de la
violencia/guerra es lo que Galtung denomina violencia directa, ya sea física y/o verbal.
Junto a este tipo visible de violencia existen otros dos niveles de violencia. Aunque no son
perceptibles por medio del sentido de la vista, conducen o incitan al empleo de la violencia
directa y, consecuentemente, tienen que ser tenidos en cuenta a la hora de abordar la
resolución de conflictos, la violencia estructural y la cultural. Violencia cultural son
aquellos aspectos de la cultura, materializados por medio de la religión y la ideología, el
lenguaje y el arte, y las ciencias en sus diferentes manifestaciones, que justifican o
legitiman la violencia directa o la estructural. Este tipo de cultura hace que los otros dos
tipos de violencia parezcan correctos o al menos no equivocados. Por otro lado, Galtung
define la violencia estructural como la violencia indirecta originada por la injusticia y la
desigualdad como consecuencia de la propia estructura social, ya sea dentro de la propia
sociedad o entre el conjunto de las sociedades (alianzas, relaciones entre Estados, etc.). Los
tres tipos de violencia están muy relacionados y cada uno de ellos depende de los otros dos,
pues, como señala el citado autor:
LLa violencia directa es un acontecimiento; la violencia estructural un proceso con altos y
bajos; la violencia cultural es invariable, permaneciendo esencialmente la misma durante
largos períodos, dada la lenta transformación de la cultura básica.

PAZ Y VIOLENCIA
Los conflictos son difíciles de hacerlos desaparecer porque son fruto de la propia
interacción social, ya que se originan cuando aparecen intereses incompatibles entre los
diferentes actores, ya sean nacionales o internacionales. No obstante, los conflictos
potencialmente pueden dar lugar a enfrentamientos, de ahí que deban crearse los
mecanismos y las instituciones precisas para salvar esas incompatibilidades o al menos para
encauzar las energías que impidan su aparición entre las partes involucradas.
LEL CICLO DE VIDA DE UN CONFLICTO
Un conflicto puede ser dividido en tres fases sucesivas: antes, durante y después de la
violencia, separados entre sí por la rotura de las hostilidades y el alto el fuego. Lógicamente
no todo conflicto tiene que desembocar en el enfrentamiento físico. La prevención tiene
como objetivo transformar la existencia de intereses incompatibles entre las partes en otros
positivos para todos los implicado os, buscando formas imaginativas de combinar todos
ellos sin el recurso a la fuerza. Galtung considera que: E/fallo en transformar un conflicto
conduce a la violencia y cada acto de violencia puede ser visto como un monumento al
fracaso por parte del ser humano.

DESPUÉS DEL CONFLICTO


IUna vez que se ha conseguido un alto el fuego entre los contendientes, la tarea de restaurar
la paz es más difícil que antes del inicio de la violencia pues, los efectos visibles y no
visibles dejados por la misma permanecen durante un largo período de tiempo. En esta fase
el énfasis se debe de poner en lo que él denomina las 3R,s: reconstrucción, reconciliación y
resolución. El primero tiene como objetivo curar las heridas abiertas con ocasión del
enfrentamiento entre las partes y reparar los daños materiales. El segundo, la
reconciliación, pretende deshacer el meta-conflicto y finalmente la resolución, que busca
crear las condiciones necesarias para solventar el conflicto original. Estas tres tareas no son
exclusivas de esta fase, sino que se deben aplicar también durante las dos anteriores. No
obstante, resulta más crítico la puesta en marcha de las 3 R,s en el periodo que sigue a un
alto el fuego. Galtung señala que el mundo está mal preparado para llevar a cabo estas
tareas. Sin embargo, son fundamentales, ya que si no se hace nada por atajar el conflicto en
las raíces del mismo, tarde o temprano la violencia volverá a surgir cuando los horrores del
último estallido haya desaparecido de la memoria colectiva y, por tanto, se corre el peligro
que “después de la violencia” se transforme en “antes de la violencia”. Respecto a la
reconstrucción tras la disputa, el autor considera que es un tremendo error limitar la
reconstrucción a la rehabilitación y reconstrucción material, ya que esto significa quedarse
hipnotizado por lo visible a costa de los efectos invisibles. Los daños afectan tanto a la
estructura como a la cultura y, por tanto, en esta dirección hay que actuar. Por eso, señala
otros dos aspectos a considerar además de los mencionados: la reconfiguración de la
estructura de paz y reculturización de la paz. No se puede crear una sociedad estable
después de una guerra o enfrentamiento si no se construyen unos sólidos cimientos. El
primer remedio, pero no el único, es la democracia. Para ello se debe conseguir unas
elecciones democráticas después del alto el fuego pues, las elecciones transforman un
conflicto sobre el poder en una sociedad, muchas veces violento, en un conflicto no
violento sobre el voto mayoritario. “Las elecciones son decisivas; supervisarlas es trabajo
de paz”. En este sentido, las tesis de Galtung coinciden plenamente con las de la comunidad
internacional actualmente. En los últimos conflictos, espe cialmente en los surgidos como
consecuencia de rivalidades étnicas o violación de los derechos de las minorías, las
organizaciones internacionales con competencia para ello han promovido la creación de las
condiciones mínimas necesarias para que se celebraran elecciones democráticas, (caso de la
OSCE en Bosnia); en la confianza que la democracia forma a la población en la
transformación no violenta del conflicto y, antes o después, se extenderá a todos los
ámbitos de esa sociedad. Esta labor, lógicamente, debe estar sustentada con la construcción
de nuevas insti tuiciones y la eliminación de las viejas que no apunten en esta dirección.

RESOLUCIÓN DE CONFLICTO

Respecto al primer componente de esa política, la resolución de conflictos, este pensador


mantiene la formulación mencionada en este trabajo, una política de paz debe iniciarse con
la resolución de conflictos. Los medios, mecanismos y actitudes se deben configurar para
contribuir a tal fin. No existe ni una receta ni un manual que explique de forma universal el
procedimiento para curarlos, pero ello no debe ser excusa para desfallecer en tal tarea, si
bien es cierto que reconocía que en el caso concreto del conflicto latente entre el Este y el
Oeste era especialmente com plejo debido a la maraña de cuestiones ideológicas y de
intereses, a la competición por el mejor posicionamiento estratégico, a los sistemas
relacionados con la formación y adscripción a las dos alianzas y a los complejos sistemas
militares.
AL
NUEVAS TEORÍAS DEL CONFLICTO SOCIAL
NUEVAS TEORÍAS DEL CONFLICTO SOCIAL

TEORÍAS DEL CONFLICTO SOCIAL

Variantes de la concepción de conflicto social dependen sobre asunciones más generales o


básicas sobre la sociedad o naturaleza humana. Para versiones "moderadas" del conflicto,
este no sólo coexiste sino tiene un papel compartido con la cooperación para
establecer estabilidad o cohesión social (ver, por ejemplo, costumbre) Estas visiones
permiten a percepciones funcionalistas o estructuralistas construir teorías del conflicto que
conciben tanto el conflicto mismo como otras instituciones "negativas" como poseyendo un
rol social en la mantención y evolución de ella y sus instituciones. (en que ese conflicto, si
es propiamente controlado (ver, por ejemplo, negociación), se transforma en fuente de
innovación y evolución cultural)

Visiones más radicales se pueden trazar a la visión original de Hobbes, de acuerdo a quien
la sociedad está en cambio constante y es integrada por elementos contradictorios. Ese
cambio social y esos elementos contradictorios obvian la necesidad de explicar el cambio
social pero necesitan una de la estabilidad o permanencia de las instituciones. Esta se
encuentra en la coacción. Esto a su vez da origen a dos visiones: la clásica o conservadora,
de acuerdo a la cual esa coacción da, o puede dar, origen a abusos de poder, que deben ser
aceptados a fin de garantizar el buen funcionamiento social (posición de Hobbes mismo).
Dentro de esta posición general hay visiones más moderadas que abogan por un estado que
mejore las condiciones o abusos más extremos a fin de evitar revoluciones. (ver Lorenz von
Stein) (cabe notar que una de las diferencias principales entre Hobbes y von Stein -
diferencia de la que von Stein estaba perfectamente consciente- es que entre los periodos
que ellos vivieron sucedió la Revolución francesa8)
La segunda versión de la visión radical es la de Marx. Para él, las contradicciones sociales
de Hobbes existen sobre una base fundamental: la objetividad económica. Este conflicto
central se expresa o tiene repercusiones en la superestructura social, por ejemplo, en
la ideología (ver lucha de clases). De acuerdo a Marx este conflicto no puede ser, tratese
como se trate, aminorado sino que, por el contrario, se agudiza.

Otros seguidores de esta segunda versión de la teoría conflictista radical son C.W. Mills de
acuerdo a quien las contradicciones o coacción genera "elites del poder". Para Ralf
Dahrendorf, el conflicto es un hecho social universal y necesario que se resuelve en
el cambio social. La posición de Dahrendorf se puede trazar a Hobbes. A esta posición se
suman otros pensadores como Lewis A. Coser, Oscar Lewis, Anthony Giddens, Alain
Touraine, entre otros.

Se debe hacer una mención especial de Max Weber para quien esas consideraciones
significan que el Estado (que Weber concibe como teniendo el monopolio de la fuerza) va,
inevitablemente, hacia una estructura racional-legal de la autoridad, utilizando una
estructura burocrática a fin de ganar aceptabilidad. Sin embargo, para él, la política se
deriva inanbigüamente del poder (entendido como la capacidad de tomar decisiones e
imponerlas a otros), política se entiende como cualquier actividad a la que puede dedicarse
el estado para influir sobre la distribución relativa de fuerza. La cuestión central es la
transformación de esa fuerza de violencia desnuda en fuerza legitima, lo que se logra, como
se ha dicho, a través de la construcción de estructuras burocráticas, es decir, reguladas y
sustentadas.

Aunque Weber no negó que el orden económico determinase el orden social y político, la
concepción weberiana de las clases económicas es más amplia que la marxista, en que la
pertenencia a clases no se determina solamente por la posición en relación al medio de
producción que los individuos posean. Weber introdujo tres dimensiones a lo largo los
cuales se estratifica socialmente a los individuos, incluyendo el estatus y un sistema de
estratificación de acuerdo con el consumo de bienes (ver Estratificación social). Sin
embargo, una vez que un grupo o clase ha obtenido un estatus elevado a través de ciertos
logros, sus miembros tienden a limitar las oportunidades de que otros individuos las
sustituyan, lo que a su vez genera conflictos que pueden incluso desembocar en
revoluciones. Así, esta teoría puede ser vista en ocasiones como una parte de la teoría social
evolucionista o, a veces, como parte de una percepción fuertemente influida por visiones
tales como la de Marx o la de von Stein.

Desde el punto de vista moderno, y a partir de la crítica desde la


visión dialéctica al funcionalismo,

Hacia fines de 1950 y en la década de 1960 el funcionalismo estructural de Parsons es


objeto de diversas críticas, entre ellas ser políticamente conservador, incapaz de tratar el
cambio social, debido a su interés por las estructuras estáticas, e inadecuado para
comprender correctamente el conflicto social. En el esfuerzo de algunos sociólogos por
integrar el interés por la estructura con el interés por el conflicto, se origina la Teoría del
conflicto.9

En las interpretaciones de los diferentes autores, normalmente identificados con una


escuela, la explicación se entiende de diferente manera si se refiere al sistema social en su
conjunto totalizador o a la estructura social, que es el soporte teórico del sistema. Al mismo
tiempo debemos situar el elenco de valores en un lugar designado y preciso, que es el
sistema social. Desde el punto de vista funcional la cuestión se centra en considerar el
conflicto como dinámica social hacia el consenso, una desigualdad estructural que se
resuelve en una nueva integración social.

Sin embargo, no parece ser posible explicar con ese soporte teórico otros aspectos más
extremos del conflicto, tales como la revolución y la guerra. Quizás la primera es
predecesora de la segunda y se originen en una primera fase del conflicto, el cual se falle en
encontrar posiciones de consenso.

En efecto, algunos autores han conceptualizado la guerra como una tentativa de superar
conflictos internos a través de la "externalización" de los mismos.

De acuerdo a Norberto Bobbio y otros, esta última percepción se ha transformado en la


visión generalmente aceptada en el mundo occidental, el conflicto social es solo lo que el
ser humano se cree porque todos esos presidentes solo la causan por no hacer su trabajo
bien hecho.
TEORÍA EL CONFLICTO DE ESBOZO DE SÍNTESIS

EL CONFLICTO EN MARX

Si alguna frase caracteriza e identifica a pensamiento marxista, ésta es, precisamente, “La
historia es la historia de la lucha de clases”. Con ella, en tan sólo unas palabras, se
desmitifica la historia y la sitúa, justamente, en un plano conflictual, en el plano del
enfrentamiento, y la saca de la visión evolucionista e idílica con que se había enfocado el
devenir humano. No obstante, la multicitada afirmación de Marx suscita la reflexión en
torno al supuesto o real motor de la historia y cual es su relación con el conflicto,
dimensión sociológica de nuestro interés.

En Marx el devenir social se asociaba íntimamente al conflicto, el conflicto de clases, y que


por ello estableció los agentes y las condiciones de las relaciones conflictivas. Sin embargo,
subyace en su concepción de lo social el carácter ontológico del conflicto.

En efecto, cuando afirma que la sociedad se divide en clases, las clases son una realidad
conflictual y relacional, sin la cual no es posible concebir siquiera la existencia de la
sociedad misma. La sociedad existe, por tanto, en, por y para el conflicto, el conflicto de
clases.

Por tanto, si la lucha de clases es el motor de la historia, siguiendo la afirmación, luego


entonces los agentes de esa lucha son las clases sociales, agrupaciones definidas por
relaciones diferenciales de propiedad, donde es posible encontrar dos opciones: propietario
y no propietario. De ello se sigue que todo diferencial en las relaciones de propiedad
genera, necesariamente, un conflicto entre los grupos que ostentan o carecen tal diferencial.
Por ello explotados y explotadores es el binomio inseparable de la teoría marxista.

Así, las clases sociales son determinadas por su condición en torno a la variable propiedad
y, finalmente, son los sujetos del proceso social. Por ello la tendencia del marxismo a
concebir el esquema de clases a partir de un modelo dicotómico en permanente conflicto, al
que finalmente se incorporan las otras clases sociales (que por cierto nunca ignora). Aunado
a esto, el conflicto entre la burguesía y el proletariado desembocaría, una vez desarrolladas
plenamente las fuerzas productivas en contradicción (o conflicto) con las relaciones
sociales de producción, en un estallido revolucionario, mismo que llevaría a la dictadura del
proletariado o socialismo.

Tal afirmación parte de la presunción de que la estructura (fenómeno económico) determina


la superestructura (fenómeno jurídico político), mismas que entran en contradicción
insoluble. Es en ese tenor que la producción, cada vez más social, entra en contradicción
con la apropiación, cada vez más privada.

Paralelamente Marx observó, con tino, un crecimiento inusitado del proletariado, lo que le
hizo suponer que esta era la clase social llamada a ser la mayoritaria conforme se
desarrollara la producción, misma que en su esquema no pareciese tener más límite que la
imaginación.

Aunado a ello, observó y proyectó un proceso de pauperización creciente que desembocaría


necesariamente en la formación de una conciencia de clase, que a su vez generaría el
conflicto último.

EL CONFLICTO EN DAHRENDORF Y BELL

La observación que hace Dahrendorf (Dahrendorf, 1979), ampliamente confirmada por


Daniel Bell (Bell, 1976), es que la variable propiedad no determina necesariamente las
relaciones de conflicto social planteadas por Marx.

Mas aun, de acuerdo a los datos presentados por Bell, la propiedad es ya una mera ficción
jurídica que en realidad se convierte en renta, ya que la sola propiedad no garantiza ni
dirección ni dominación en el proceso productivo, y tampoco se extiende a la política.
Ejemplo de ello es que buena parte de los ciudadanos norteamericanos son propietarios de
acciones de empresas, sin que ello los convierta en clase dominante en la economía o en la
política; caso semejante en México, donde un gran número de ciudadanos son accionistas
de Teléfonos de México, a pesar de lo cual son incluso víctimas de dicha empresa.

Este proceso es apreciable, por una parte, en la medida que el desarrollo del capitalismo
moderno supone una concentración inimaginable de recursos humanos y materiales, nunca
antes vista, en aras de un principio de racionalidad económica en el sentido weberiano: la
productividad. Dicha racionalidad supone eliminar las relaciones tradicionales de la esfera
industrial, tales como el parentesco o el compadrazgo, en aras de la competencia y la
ganancia. Aunado a ello, esta racionalidad obliga a la utilización privilegiada de la ciencia y
la tecnología en la producción o, para decirlo en términos marxistas, a la utilización
creciente del capital constante en detrimento del capital variable. Por otro lado, la
producción intensiva urgió en “diversificar” el grupo propietario, quien ya por sí mismo no
podía dirigir, el proceso, ni concentrar la totalidad de la riqueza.

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