Ciencia Política Filosofía Política Contemporánea.
Relaciones de dominación y patriarcado en el contrato social y la sociedad civil
Una de las formas y herramientas más importantes y más fascinantes que posee la humanidad para reproducir el saber y el conocimiento es mediante las historias; y una de las historias que nos definen como sociedad civil moderna, es la historia del contrato social. De cómo la humanidad llega al punto de reunirse en autonomía y perfecta libertad para acordar, mediante un pacto o un contrato, el fin del estado de naturaleza y la creación no solo del Estado, sino también de la sociedad civil. El problema con esta historia, y como lo describe Pateman (1995), solo se cuenta la mitad de la verdadera historia, solo se cuenta la historia del contrato social pero no la del contrato sexual, que es tan importante como la misma formación de la sociedad civil (Pateman, 1995, p, 10). El contrato sexual también explica porque y cómo se llega a la legitimidad del ejercicio del derecho, pero la comunidad académica e intelectual no se ha preocupado (desde la era de los contractualistas clásicos) en explicar esta otra mitad de la historia; centrándose solamente en explicar y en detallar un contrato y sociedad patriarcal. Si el contrato social pretende dar cuenta de la historia de la libertad de la humanidad y universal, y como se pasa de un estado natural en donde existe el libertinaje o una libertad limitada, a un estado civil y social en donde el hombre puede gozar de una libertad plena, entonces ¿por qué solo se habla de una libertad condicionada o solamente patriarcal? A esto, Pateman (1995) responde que si se pretendía al momento de pactar la sociedad civil, por el contrato social, erradicar toda expresión de dominación y de injusticias, entonces el patriarcado y la nueva vida social se contraponen, pues no puede haber una relación entre libertad y dominación, una liberad que se supone es universal y para todo individuo (Pateman, 1995, p, 11). Es innegable que existe, tal vez no una relación, pero si una manifestación de dominación patriarcal dentro de un marco de libertad individual y civil; libertad de los hombres (hombres entiéndase como concepto biológico; varón) y dominación sobre las mujeres. Esta es pues la otra mitad de la historia del contrato que se pretende, consciente o inconscientemente, invisibilizar: la dominación en la libertad, la dominación y la sujeción de las mujeres a los hombres legitimado y promovido desde el contrato social. La historia del contrato sexual establece una sujeción de propiedad de las mujeres a los hombres (Pateman, 1995, p, 12), es decir, la mujer como propiedad del hombre, el derecho implícito del hombre a poseer a la mujer, como si existiese algún tipo de “ley del derecho sexual masculino”. Esto es importante de analizar y de traerlo a nuestro análisis contemporáneo de la sociedad civil, pues muchas de las relaciones institucionales modernas de nuestra sociedad empiezan o tienen una base contractual; contratos matrimoniales, laborales, etc. Pero no solamente Pateman se refiere a los contratos meramente institucionales o normativos, sino que también a aquellos contratos implícitos o construidos socialmente que de alguna u otra manera condiciona los comportamientos y las relaciones sociales (Pateman, 1995, p, 13) Aunque las relaciones contractuales existan bajo los principios de libertad e igualdad, las mujeres no han nacido libres ni han obtenido, por lo menos, la plena libertad de la que gozan los hombres. La autora atribuye esta brecha entre hombres y mujeres a una diferenciación sexual, al menos en un primer momento, es decir, la mera diferencia de nacer hombre o mujer genera condiciones de desigualdad y por ende de dominación de hombres sobre mujeres; crea a la vez diferencias políticas y sociales, que a su vez generan diferencias entre libertad y sujeción. Se comentaba anteriormente que la libertad es dada por simple naturaleza a todo individuo, y esto en cierta medida es cierto, pero el problema es que “las mujeres son excluidas de la categoría de `individuo`” (Pateman, 1995, p, 16), lo que significa que, primero, existe una clara relación de dominación y de patriarcado implícito y explícito en la sociedad civil y, segundo, que la mujer posee un claro papel de subordinación y sujeción al hombre. ES en este punto donde Pateman (1995) realiza una diferenciación entre lo que se concibe por civil y por natural; lo civil en tanto es diferente a lo natural, contraponiéndose a este, y así en viceversa, por lo tanto no puede existir una parte civil y una natural al mismo tiempo, o se es una sociedad civil o se es una sociedad natural (suponiendo que se pueda aún denominar sociedad en el estado natural). Con la parte civil proviene, a su vez, una división, por un lado está la parte privada y por otra la pública, y así como el estado civil y el natural se contraponen, así mismo lo hace lo público y lo privado (Pateman, 1995, p,22). Lo público representa lo plenamente civil, las libertades plenas del hombre en su ejercicio como ciudadano libre de ejercer un papel público e incluso en la política, y en contraposición la privada, en donde queda todo lo relegado a la vida personal e íntima de los ciudadanos; donde queda relegada la mujer, a lo privado, lo invisible, lo que no tiene importancia publica, lo relegado. Las mujeres no hacen parte del estado de naturaleza pero tampoco hicieron parte de la construcción del contrato civil, por lo que casi que fueron arrastradas y obligadas a entrar a la vida civil; son incorporadas a una esfera de la sociedad civil, que es y a la vez no, parte de esta (Pateman, 1995, p, 22), es decir, la mujer queda relegada a la esfera privada de la sociedad civil, en donde incluso lo público y lo privado reproduce el ejercicio y el marco de dominación entre mujer y hombre. Pateman no quiere decir con esto que el patriarcado solo se ejerza desde la esfera privada, sino todo lo contrario, que así como el contrato social no es solo privado, sino que determina y establece la vida pública y a la vez privada de la sociedad, así mismo lo hace el patriarcado, establece y ejerce dominación y sujeción contra las mujeres en todas las esfera de la vida civil; así como privado y público a la vez. Así pues para concluir podemos establecer que así como lo privado se relega casi que en cualquier discusión política y social (pues lo que está en boca de estas discusiones son principalmente los asuntos públicos), así mismo se relega el papel y las discusiones sobre la mujer, que gracias al patriarcado y el ejercicio de la dominación ha estado sujeta a esta esfera privada sin posibilidad institucional de salir al área pública. Esto en cierta medida daría respuesta a lo que la autora plantea al principio de su texto: ¿Por qué no se cuenta la otra mitad de la historia del contrato social, la del contrato sexual? Bueno, la respuesta podría ser precisamente la explicada anteriormente; la mujer al estar relegada a la esfera privada y está a la vez al estar relegada de las discusiones sociales y políticas, reproduce y fomenta la invisibilidad de las que las mujeres están sometidas desde tiempos del contrato social. Esto pues en últimas propicia la invisibilización de los asuntos de la mujer y queda relegado su papel social.
Referencias Pateman, C. (1995) Capítulo 1, “Hacer un contrato”, en: El contrato sexual. Editorial Anthropos, Universidad autónoma metropolitana – Iztapalapa, México