sumario

ACORDADA

Reglamentación de los Recursos Extraordinario y de Queja.

Acordada 4/2007 ....................................................................................................................... I

DOCTRINA

Las reglas creadas por la Corte para la interposición del recurso extraordinario
Por María Angélica Gelli ................................................................................................. 7

De la técnica de fundamentación del recurso extraordinario al abandono de la argumentación

Por Osvaldo Alfredo Gozaíni .......................................................................................... 12

Reglamentación del recurso extraordinario. El problema de la justicia y la inconveniencia de las

soluciones
Por Augusto M. Morello ................................................................................................ 15

El recurso de queja en la Acordada 4/2007 de la CSJN

Por Silvia B. Palacio de Caeiro ...................................................................................... 19

La Acordada 4/2007. El principio de inadmisibilidad y sus excepciones

Por Eduardo Fabián Nazareno Perelli y Maximiliano Rafael Calderón ........................ 27

El límite de páginas y la sanción por incumplimiento de los requisitos formales en la Acorda-

da 4/2007 de la Corte Suprema
Por Calogero Pizzolo ................................................................................................................ 33

La Acordada 4/2007 y el control de constitucionalidad

Por Juan Vicente Sola ............................................................................................................... 39

A
BLANCA B
 ReglameNtaciOn de lOS RecursoS
Extraordinario y de Queja
Acordada 4/2007
Acordada
Reglas para la interposición del recurso ex-
traordinario federal
1°. El recurso extraordinario federal deberá in-
terponerse mediante un escrito de extensión no
mayor a cuarenta (40) páginas de veintiséis (26)
renglones, y con letra de tamaño claramente legi-
ble (no menor de 12). Igual restricción será de
aplicación para el escrito de contestación del tras-
lado previsto en el art. 257 del Código Procesal
Civil y Comercial de la Nación.
) ANALISIS Y COMENTARIO:
GELLI, pág. 5 y 6
GOZAINI, pág. 9
PIZZOLO, pág. 30 a 33
SOLA, pág. 35
2°. Contendrá una carátula en hoja aparte en la
cual deberán consignarse exclusivamente los si-
guientes datos:
a) el objeto de la presentación;
b) la enunciación precisa de la carátula del ex-
pediente;
En Buenos Aires, a los dieciseis días del mes de mar-
zo de 2007, reunidos en la Sala de Acuerdos del Tribu-
nal, los señores Ministros que suscriben la presente,
Consideraron:
Que el Tribunal considera conveniente sancionar
un ordenamiento con el objeto de catalogar los diver-
sos requisitos que, con arreglo a reiterados y conoci-
dos precedentes, hacen a la admisiblidad formal de
los escritos mediante los cuales se interponen el re-
curso extraordinario que prevé el art. 14 de la ley 48 y,
ante su denegación, la presentación directa que con-
templa el artículo 285 del Código Procesal Civil y Co-
I
c) el nombre de quien suscribe el escrito; si ac-
túa en representación de terceros, el de sus re-
presentados, y el del letrado patrocinante si lo
hubiera;
d) el domicilio constituido por el presentante
en la Capital Federal;
e) la indicación del carácter en que interviene
en el pleito el presentante o su representado
(como actor, demandado, tercero citado, etc.);
f) la individualización de la decisión contra la
cual se interpone el recurso;
g) la mención del organismo, juez o tribunal
que dictó la decisión recurrida, como así también
de los que hayan intervenido con anterioridad en
el pleito;
h) la fecha de notificación de dicho pronuncia-
miento;
i) la mención clara y concisa de las cuestiones
planteadas como de índole federal, con simple
cita de las normas involucradas en tales cuestio-
nes y de los precedentes de la Corte sobre el tema,
si los hubiere; como así también la sintética indi-
mercial de la Nación.
Que, precisamente, dicha ley del 14 de septiembre
de 1863 es la que reconoció en cabeza de esta Corte
la atribución de dictar los reglamentos necesarios
para la ordenada tramitación de los pleitos, facul-
tad que diversos textos legislativos han mantenido
inalterada para procurar la mejor administración de
justicia (art. 10 de la ley 4055; art. 21 del decreto ley
1285/58; art. 4°, ley 25.488); y que, con particular
referencia a los escritos de que se trata, justifica la
sistematización que se lleva a cabo como un prove-
choso instrumento para permitir a los justiciables el
fiel cumplimiento de los requisitos que, como regla,
II
cación de cuál es la declaración sobre el punto
debatido que el recurrente procura obtener del
Tribunal; no se considerará ninguna cuestión que
no haya sido incluida aquí;
j) la cita de las normas legales que confieren
jurisdicción a la Corte para intervenir en el caso.
)A NALISIS Y COMENTARIO:
GELLI, pág. 6
GOZAINI, pág. 9
PIZZOLO, pág. 31
SOLA, pág. 35 y 36
3°. En las páginas siguientes deberá exponerse,
en capítulos sucesivos y sin incurrir en reiteracio-
nes innecesarias:
a) la demostración de que la decisión apelada
proviene del superior tribunal de la causa y de
que es definitiva o equiparable a tal según la juris-
prudencia de la Corte;
b) el relato claro y preciso de todas las circuns-
tancias relevantes del caso que estén relaciona-
das con las cuestiones que se invocan como de
índole federal, con indicación del momento en el
que se presentaron por primera vez dichas cues-
tiones, de cuándo y cómo el recurrente introdujo
el planteo respectivo y, en su caso, de cómo lo
mantuvo con posterioridad;
c) la demostración de que el pronunciamiento
impugnado le ocasiona al recurrente un grava-
men personal, concreto, actual y no derivado de
su propia actuación;
condicionan el ejercicio de la jurisdicción constitu-
cional que este Tribunal ha considerado como emi-
nente
Por ello, Acordaron:
I. Aprobar el reglamento sobre los escritos de in-
terposición del recurso extraordinario y del recurso
de queja por denegación de aquél, que como anexo
forma parte integrante de este acuerdo.
II. Agregar como inciso 8° del artículo primero de la
acordada n° 1/2004 el siguiente texto: “Los formula-
rios con las carátulas a que se refieren los arts. 2° y 5°
del reglamento sobre los escritos de interposición del
recurso extraordinario y del recurso de queja por de-
negación de aquél”.
d) la refutación de todos y cada uno de los fun-
damentos independientes que den sustento a la
decisión apelada en relación con las cuestiones
federales planteadas;
e) la demostración de que media una relación
directa e inmediata entre las normas federales
invocadas y lo debatido y resuelto en el caso, y de
que la decisión impugnada es contraria al dere-
cho invocado por el apelante con fundamento en
aquéllas.
)A NALISIS Y COMENTARIO:
GELLI, pág. 6
GOZAINI, pág. 9 y 10
PALACIO DE CAEIRO, pág. 16
SOLA, pág. 35 a 37
Reglas para la interposición de la queja
por denegación del recurso extraordinario fe-
deral
4°. El recurso de queja por denegación del re-
curso extraordinario federal deberá interponerse
mediante un escrito de extensión no mayor a diez
(10) páginas de veintiséis (26) renglones, y con
letra de tamaño claramente legible (no menor
de 12).
)A NALISIS Y COMENTARIO:
GELLI, pág. 5 y 6
PALACIO DE CAEIRO, pág. 19
PIZZOLO, pág. 30 a 33
III. Disponer que este reglamento comenzará a
regir para los recursos que se interpusieren a partir
del primer día posterior a la feria judicial de invierno
del corriente año. IV. Ordenar la publicación del pre-
sente en el Boletín Oficial.
Todo lo cual dispusieron y mandaron, ordenando
que se comunicase y registrase en el libro correspon-
diente, por ante mí, que doy fe.
Fdo.: Dr. Lorenzetti, Dra. Highton de Nolasco, Dra.
Argibay, Dr. Petracchi, Dr. Maqueda, Dr. Zaffaroni y
Dr. Fayt (por su voto) – Ministros CSJN Dr. Cristian
Abritta Secretario CSJN
VOTO DEL SEÑOR MINISTRO DOCTOR DON
CARLOS SANTIAGO FAYT:

5°. Contendrá una carátula en hoja aparte en la
cual deberán consignarse exclusivamente los da-
tos previstos en el art. 2°, incisos a, b, c, d y e; y,
además:
f) la mención del organismo, juez o tribunal que
dictó la resolución denegatoria del recurso extraor-
dinario federal, como así también de los que hayan
intervenido con anterioridad en el pleito;
g) la fecha de notificación de dicho pronuncia-
miento;
h) la aclaración de si se ha hecho uso de la
ampliación del plazo prevista en el art. 158 del
Código Procesal Civil y Comercial de la Nación;
i) en su caso, la demostración de que el recu-
rrente está exento de efectuar el depósito previs-
to en el art. 286 del Código Procesal Civil y Co-
mercial de la Nación.
)A NALISIS Y COMENTARIO:
GELLI, pag. 6
PALACIO DE CAEIRO, pag. 19
PIZZOLO, pag. 31
SOLA, pag. 35 y 36
6°. En las páginas siguientes el recurrente debe-
rá refutar, en forma concreta y razonada, todos y
cada uno de los fundamentos independientes que
den sustento a la resolución denegatoria.
El escrito tendrá esa única finalidad y no po-
drán introducirse en él cuestiones que no hayan
sido planteadas en el recurso extraordinario.
)A NALISIS Y COMENTARIO:
GELLI, pág. 6
P ALACIO DE C AEIRO , pág. 16 -19
y 20
Que el ordenamiento aprobado en el presente
acuerdo constituye un fiel catálogo de los diversos
requisitos que conocidos y reiterados precedentes
del Tribunal vienen exigiendo con respecto a los
escritos de interposición del recurso extraordinario,
y de la presentación directa ante la denegación de
aquél, por lo que no hay divergencias acerca de que
la sistematización de los recaudos de que se trata
sólo pone en ejercicio las atribuciones estrictamen-
te reglamentarias con que cuenta esta Corte en los
III
7°. El escrito de interposición de la queja debe-
rá estar acompañado por copias simples, clara-
mente legibles, de:
a) la decisión impugnada mediante el recurso
extraordinario federal;
b) el escrito de interposición de este último re-
curso;
c) el escrito de contestación del traslado pre-
visto en el art. 257 del Código Procesal Civil y Co-
mercial de la Nación;
d) la resolución denegatoria del recurso ex-
traordinario federal.
Con el agregado de las copias a que de refiere
este artículo no podrán suplirse los defectos de
fundamentación en que hubiera incurrido el ape-
lante al interponer el recurso extraordinario.
)A NALISIS Y COMENTARIO:
PALACIO DE CAEIRO, pág. 20
Observaciones generales
8°. El recurrente deberá efectuar una transcrip-
ción -dentro del texto del escrito o como anexo
separado- de todas las normas jurídicas citadas
que no estén publicadas en el Boletín Oficial de la
República Argentina, indicando, además, su pe-
ríodo de vigencia.
)A NALISIS Y COMENTARIO:
PALACIO DE CAEIRO, pág. 20 y 21
PERELLI-CALDERÓN, pág. 25
9°. Las citas de fallos de la Corte deberán ir
acompañadas de la mención del tomo y la página
de su publicación en la colección oficial, salvo
precisos y concordes términos contemplados por los
arts. 18 de la ley 48, 10 de la ley 4055, 21 del decreto
ley 1285/58 y 4° de la ley 25.488.
Que con esta comprensión, este régimen se dife-
rencia de la situaciones examinadas en las acorda-
das nros. 77/90, atinente a una materia tributaria, y
28/2004, que reconoció a un sujeto procesal no con-
templado legalmente para actuar ante este estrado,
(Fallos 313:786 y 327:2997, respectivamente, disi-
IV
que aún no estuvieran publicados, en cuyo caso guen la concesión de recursos extraordinarios
se indicará su fecha y la carátula del expediente por no haber sido satisfechos los recaudos im-
en el que fueron dictados. puestos por esta reglamentación.

)A NALISIS Y COMENTARIO: En caso de incumplimiento del recaudo de cons-

PALACIO DE CAEIRO, pág. 20
PERELLI-CALDERÓN, pág. 25
SOLA, pág. 41
tituir domicilio en la Capital Federal se aplicará lo
dispuesto por el art. 257 del Código Procesal Civil
y Comercial de la Nación.

10. La fundamentación del recurso extraordina-

)A NALISIS Y COMENTARIO:

GELLI, pág. 7
rio no podrá suplirse mediante la simple remisión
a lo expuesto en actuaciones anteriores, ni con una GOZAINI, pág. 9
enunciación genérica y esquemática que no per- PALACIO DE CAEIRO, pág. 21
mita la cabal comprensión del caso que fue some- PERELLI-CALDERÓN, pág. 23 a 26
tido a consideración de los jueces de la causa
PIZZOLO, pág. 30 – 32 a 34

)A NALISIS Y COMENTARIO:

12. El régimen establecido en este reglamento

PALACIO DE CAEIRO, pág. 19 y 20
no se aplicará a los recursos interpuestos in for-
11. En el caso de que el apelante no haya satisfe- ma pauperis.
cho alguno o algunos de los recaudos para la inter-
posición del recurso extraordinario federal y/o de
la queja, o que lo haya hecho de modo deficiente, )A NALISIS Y COMENTARIO:

la Corte desestimará la apelación mediante la sola GELLI, pág. 5

mención de la norma reglamentaria pertinente, PALACIO DE CAEIRO, pág. 21
salvo que, según su sana discreción, el incumpli- PERELLI-CALDERÓN, pág. 27
miento no constituya un obstáculo insalvable para
la admisibilidad de la pretensión recursiva. SOLA, pág. 41

Cuando la Corte desestime esas pretensiones Fdo. : Dr. Lorenzetti, Dra. Highton de Nolasco,
por tal causa, las actuaciones respectivas se re- Dra. Argibay Dr. Petracchi, Dr. Zaffaroni , Dr.
putarán inoficiosas. Del mismo modo deberán Maqueda y Dr. Fayt (por su voto)Dr. Cristian
proceder los jueces o tribunales cuando denie- Abritta Secretario CSJN
 Doctrina

5
6 - BLANCA
 LAS REGLAS CREADAS POR
LA CORTE PARA LA INTERPOSICION
DEL RECURSO EXTRAORDINARIO
POR MARÍA ANGÉLICA GELLI

SUMARIO: I. La Corte Suprema, cabeza del ¨Poder Judicial. —

II. La Acordada 4/2007 y las reglas para la admisibilidad formal
del recurso extraordinario y de la queja. — III. ¿Hacia el res-
guardo del poder institucional de la Corte Suprema?

I. La Corte Suprema, cabeza del Poder Judi- suficientemente claro y obra en razón de la legiti-
cial midad democrática que le otorga el pueblo.

Según el diseño de la Constitución Nacional el La Constitución argentina, en cambio, siguió,

Poder Judicial federal en la República Argentina
es uno de los poderes del Estado, complejo y je-
rárquico.
Conviene recordar la calidad de poder que re-
viste el judicial porque los convencionales consti-
tuyentes de 1853, al crearlo, se separaron de la
tradición francesa de entonces que lo concebía
como un servicio de administración de justicia en
los conflictos que se suscitaban en la sociedad.
Sólo era la “boca que pronuncia las palabras de la
ley, seres inanimados que no pueden mitigar la
fuerza y el rigor de la ley misma” (1), juristas que
aplican el derecho y no necesitan interpretarlo,
porque el legislador que lo sanciona ya ha sido
sobre el punto, el modelo norteamericano y, ade-
más, adoptó para la Corte Suprema el control de
constitucionalidad en última instancia, mediante
el recurso extraordinario federal creado por los
arts. 14, 15, y 16 de la ley 48. Esta ley fue sanciona-
da el mismo año en que se instaló la Corte argen-
tina por primera vez en la República, en 1863 (2).
Pero, además, resulta necesario enfatizar la ca-
lidad de poder que reviste el judicial por disposi-
ción expresa de la Constitución, porque se ha tor-
nado un hábito en la Argentina referirse a ese
poder del Estado constitucional de derecho til-
dándolo de corporación. La calificación —¿o de-
beríamos decir, descalificación, por el tono y con-

Especial para La Ley. Derechos reservados (ley
11.723)
(1) La célebre frase pertenece a MONTESQUIEU,
“Del espíritu de las leyes”, Claridad, Buenos Aires, 1ª
edición, 1971, p. 194. El escritor, de notable influen-
cia en la Asamblea Constituyente de 1789 de Francia,
completa su pensamiento afirmando que “de los tres
poderes de que hemos hecho mención, el de juzgar
es casi nulo” (p. 191). No es de extrañar, pues este
ideario encontraba la soberanía popular en la Asam-
blea, por eso el siglo XIX sería el siglo del Poder Legis-
lativo, del constitucionalismo liberal.
(2) Ley 48 de jurisdicción de los tribunales nacio-
nales. Promulgada el 14-9-1863; publicada R,N. 1863-
1869, p. 49 (Adla, 1852-1880, 364).

7
8 · doctrina
texto en la que se la emplea?— se ha convertido
en rutina de algunas políticas agonales que en
ocasiones se emprenden, por expandir los bor-
des del propio poder (3).
El carácter de poder atribuido a la judicatura
se mantuvo incólume en el país, desde que se
sancionó la Constitución histórica hasta el pre-
sente. Aún con las reformas sustantivas incorpo-
radas tanto en 1949 (4) como en 1994 a la Ley
Suprema. Esta última reforma, a la que se debe la
unificación de la legitimidad constitucional en la
República Argentina (5), produjo dos modifica-
ciones de fuerte impacto sobre la Corte Suprema.
En primer lugar, la creación del Consejo de la
Magistratura, como órgano permanente del Po-
der Judicial de la Nación, sin funciones jurisdic-
cionales en sentido estricto (6), aunque con am-
plias atribuciones en orden a “dictar los regla-
mentos relacionados con la organización judicial
(3) La discordancia conceptual acerca de qué es en
realidad el Poder Judicial argentino regresó al debate
público a propósito de expresiones vertidas por el
Presidente de la Nación a fines de marzo de 2007. El
Jefe del Ejecutivo criticó la demora en que habrían
incurrido algunos integrantes de la Cámara de Casa-
ción Penal en resolver las causas por violación a los
derechos humanos ocurridas durante el último go-
bierno militar (1976-1983). A más de ello, el Presiden-
te dijo, en referencia crítica a esa demora atribuida a
los magistrados: “sé que el Consejo de la Magistratu-
ra va a actuar”. La controversia en torno a si el Presi-
dente había interferido y lastimado la independen-
cia judicial con sus expresiones no se hizo esperar. En
uno de los tantos debates que se sucedieron, en el
caso entre una Diputada de la Nación por el oficialis-
mo y, a su vez, Presidente de la Comisión de Discipli-
na y Acusación del Consejo de la Magistratura, por un
lado, y, por el otro, el Presidente de la Asociación de
Magistrados y Funcionarios de la Justicia Nacional, la
primera insistió en calificar al judicial como una cor-
poración. Sereno ante la rispidez que tomaba el de-
bate, el Dr. RECONDO le respondió que el judicial
era un poder del Estado. Cfr. A dos voces. Programa
conducido por Gustavo SILVESTRE y Marcelo BONE-
LLI en Todo Noticias (TV por cable). Miércoles, 28 de
marzo de 2007.
(4) La llamada Constitución “Justicialista” de
1949 produjo modificaciones importantes en la
competencia de la Corte Suprema. Otorgó al Tribu-
nal la Casación sobre los Códigos de fondo y dispu-
so seguir la interpretación obligatoria que el Tribu-
nal hiciera de la Constitución —por medio del re-
curso extraordinario federal— o de los códigos y
leyes, en virtud de la mentada casación, a todos los
tribunales inferiores nacionales y provinciales,
(art. 95). Esta Constitución rigió hasta 1956 en que
María Angélica Gelli
y todos aquellos que sean necesarios para asegu-
rar la independencia de los jueces y la eficaz pres-
tación del servicio de justicia” (7). Por otro lado, la
declaración de la jerarquía constitucional de de-
terminados tratados de derechos humanos, in-
cluida la aceptación por el Estado argentino de la
jurisdicción internacional, implicó el eventual exa-
men de sentencias de la Corte Suprema en esa
jurisdicción y la generación de responsabilidad
estatal en caso de incumplimiento de lo informa-
do, recomendado o decidido por la Comisión o la
Corte Interamericana de Derechos Humanos.
No obstante esas reformas, el poder judicial si-
guió siendo poder. Un poder complejo, pues está
integrado por diferentes jueces y tribunales en el
orden nacional y local, y jerárquico. Por esta últi-
ma característica, en el orden federal, la Corte es
Suprema, cabeza del Poder Judicial, tribunal ante
el cual se resuelven en última instancias las con-
fue “abrogada” —derogada, en realidad— por un
gobierno de facto.
(5) He analizado el proceso de desconstitucionali-
zación, la posterior unificación de la legitimidad cons-
titucional y los procesos de reforma constitucional en:
GELLI, María Angélica, “Constitución de la Nación
Argentina. Comentada y Concordada”, Tercera edi-
ción ampliada y actualizada. Buenos Aires, 2006,
pág. 369. p. 5 y págs. 346 y sigtes., p. 3. Puede verse un
examen pormenorizado de los procesos de reforma cons-
titucional en la excelente tesis doctoral de FERREYRA,
Raúl Gustavo, “Reforma constitucional y control de
constitucionalidad”, Ediar, Buenos Aires, 2007.
(6) En la metodología sistémica de la Constitución
Nacional, el Consejo de la Magistratura está ubicado
en la Sección Tercera —Del Poder Judicial— Capítulo
Primero —De su naturaleza y Duración— art. 114. La
ley 24.937 (t.o. 1999) (Adla, LIX-C, 2797), reglamen-
taria del Consejo de la Magistratura dispuso en el art.
1° que éste “...es un órgano permanente del Poder
Judicial de la Nación, que ejercerá su competencia
prevista en el art. 114 de la Constitución Nacional”.
La muy controvertida ley 26.080 (B.O. 27-2-2006)
(Adla, LXVI-B, 1355), de reformas al Consejo y al Jura-
do de Enjuiciamiento, mantuvo inmodificado el art.
1° trascripto. Entre otras modificaciones inconve-
nientes —entre las inconstitucionales que contie-
ne— la ley 26.080 suprimió la cláusula que disponía
que el presidente de la Corte Suprema sería el presi-
dente del Consejo de la Magistratura.
(7) Inc. 6 del art. 114 de la C.N.. Además, en el
inc. 3, la norma dispuso que es atribución del Conse-
jo de la Magistratura la de “Administrar los recursos y
ejecutar el presupuesto que la ley asigne a la admi-
nistración de justicia”.

troversias de constitucionalidad, garante en una
primera etapa de la supremacía constitucional
sobre todo el ordenamiento jurídico y, a su vez y
cada vez con mayor énfasis, guardiana de los de-
rechos y garantías declarados en la Ley de Base y
en los Tratados de Derechos Humanos.
El control de constitucionalidad es una atribu-
ción de la judicatura, en principio establecida para
mantener la supremacía federal sobre el derecho
estadual —como se denomina en Estados Unidos
de Norteamérica— o provincial, como se dispo-
ne en el art. 31 de la Constitución Nacional.
Por otra parte, según se ha sostenido, el recur-
so extraordinario federal “no fue pensado para
hacer justicia”, constituye un “recurso de origen
político estructurado jurídicamente, cuyo desti-
no exclusivo fue y es mantener la distribución de
competencias otorgadas al Estado federal” (8). Sin
embargo, y aún en el caso “Marbury” en el que la
Suprema Corte de los Estados Unidos creó el con-
trol de constitucionalidad, aparece incipiente el
reconocimiento de la garantía de los derechos
personales, en tanto el tribunal definió, en aquel
caso, las cuestiones políticas no justiciables como
aquellas en las que no se agraviaba un derecho y,
por ende, no merecían el resguardo judicial. A
contrario, eran justiciables las cuestiones en que
sí se producía un agravio (9).
Comoquiera que sea, el control de constitucio-
nalidad se ha expandido en el Estado de Derecho,
a impulsos del aseguramiento de los derechos
personales y colectivos como deber del Estado
Constitucional de Derecho. En consecuencia,
también se ha extendido el instrumento procesal
de aquél: el recurso extraordinario federal que
ahora —en marzo de 2007— ha reglamentado
por primera vez en los requisitos formales de su
admisibilidad, la Corte Suprema de Justicia de la
Nación.
(8) Cfr. SPOTA, Alberto Antonio, “Recurso Extraor-
dinario. Estado y evolución actual de la jurispruden-
cia. Arbitrariedad —Certiorari—”, La Ley, Buenos Ai-
res, 2001, ps. 21/22. (Las bastardillas me pertenecen)
(9) “Marbury vs. Madison”. 1 Cranch 137, 2 L. Ed.
60 (1803).
(10) El ministro Fayt, consideró que la reglamenta-
ción dispuesta por la Corte Suprema en la Acordada
4/2007 es propia de las atribuciones del Tribunal y
diferente a las ejercidas por éste en la Acordada 77/
90 (Adla, LI-A, 971) —referida al depósito previo que
doctrina · 9
II. La Acordada 4/2007 y las reglas para la
admisibilidad formal del recurso extraordina-
rio y de la queja
El 16 de marzo de 2007 la Corte Suprema emi-
tió la Acordada 4/2007, firmada por los siete mi-
nistros que integran el Tribunal, uno de ellos por
su propio voto (10).
La Corte consideró conveniente catalogar los
requisitos de admisibilidad formal de la interpo-
sición del recurso extraordinario y del recurso de
queja, que no son otros que los establecidos en
reiterados y conocidos precedentes, tal como se
sostuvo. Por mi parte, agrego que la Corte incor-
poró otras exigencias que atañen a la extensión
de los respectivos escritos, inédita hasta ahora.
Las resoluciones dispuestas en la acordada se
fundamentaron en la delegación legislativa que a
partir de la ley 48 habilitó al Tribunal para “dictar
los reglamentos necesarios para la ordenada tra-
mitación de los pleitos...(y para) procurar la me-
jor administración de justicia” (11), en el caso, de
la jurisdicción constitucional que la Corte consi-
dera eminente, tal como lo expresó el Tribunal.
En suma, la Corte ha emitido una resolución
formalmente legítima, que regirá para los recur-
sos que se interpongan a partir de la finalización
de la feria de invierno de 2007.
El primer requisito de la interposición del re-
curso extraordinario federal —y del traslado es-
tablecido en el art. 257 CPCC de la Nación— se
refiere a la extensión máxima de los escritos: no
más de 40 páginas de 26 renglones, cada una y
con letra no menor al tamaño 12, se supone del
procesador de textos. Para la queja, la extensión
máxima permitida se reduce a 10 páginas de igua-
les características. La capacidad de síntesis de los
abogados se pondrá a prueba, sobre todo en la
requiere el art. 286 del CPCC— y en la Acordada 28/
2004 (Adla, LXIV-D, 4486) que reglamentó la actua-
ción de los Amigos del Tribunal ante la Corte. Por ello,
en ambas acordadas, el magistrado votó en disiden-
cia.
(11) El art. 18 de la ley 48 dispone la atribución de la
Corte Suprema para dictar los reglamentos menta-
dos en la Acordada 4/2007. El ministro FAYT, en su
voto, también citó expresamente este artículo.
La Corte, por su lado, citó los arts. 10 de la ley 4055;
21 del decreto ley 1285/58 y 4° de la ley 25.488 (Adla,
1889-1919, 533; XVIII-A, 587; LXI-E, 5468).
10 · doctrina
queja, en la que deberán evitar la repetición de los
argumentos expuestos en el recurso extraordina-
rio y concentrarse en atacar el auto denegatorio
de éste. La exigencia puede resultar muy útil para
los magistrados y para quienes abogan, obligados
a concentrar y perfilar nítidamente los argumen-
tos, y a delimitar el caso constitucional. Implica
también —se lo haya buscado o no— un mensaje
para las Facultades de Derecho, obligadas a pro-
curar entre los objetivos de la enseñanza el desa-
rrollo de habilidades, en el caso, para sintetizar,
relacionar los agravios con la cuestión constitu-
cional, diferenciar nítidamente las cuestiones de
hecho de las de derecho procesal y federal, en fin
focalizar los argumentos más sólidos y pertinen-
tes.
En muchas ocasiones los abogados nos hemos
quejado de la largura de las sentencias del Tribu-
nal en general y los votos de los ministros en par-
ticular. La Corte nos requiere ahora lo que hemos
pedido. Es un buen comienzo.
Ese recaudo que limita la extensión de los es-
critos de los recursos extraordinarios y los de
queja, puede muy bien ir de la mano con la cele-
bración de audiencias públicas en las cuales las
partes expongan ante el Tribunal, durante un pla-
zo previamente establecido por la Corte Supre-
ma, sus argumentos principales. En la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires se celebran con pro-
vecho ese tipo de audiencias ante el Tribunal Su-
perior de Justicia, en los casos en que se plantean
conflictos de poderes o de demanda la declara-
ción directa de la inconstitucionalidad de leyes,
decretos o normas de carácter general (12). La
Corte Suprema ya ha ordenado audiencias públi-
cas en el caso “Mendoza”, referido a derechos
colectivos de protección ambiental (13). Tanto los
escritos concisos como los argumentos orales
expuestos en audiencias públicas durante un lap-
so limitado y preestablecido, exigen ir al núcleo
de los problemas y ayudan a que la opinión públi-
ca se anoticie acerca de cuestiones trascenden-
tes.
(12) Tales acciones de competencia directa y exclu-
siva ante el Tribunal Superior de Justicia están pre-
vistas, respectivamente, en el art. 113, inc. 1 y 2 de la
Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Ai-
res. Las audiencias públicas fueron establecidas en
los arts. 6 a 10 de la ley 402 de Procedimiento ante el
Tribunal Superior. (B.O CBA, 17-7-2000) (Adla, LX-D,
4599).
María Angélica Gelli
El segundo requisito se refiere a las condicio-
nes que deben reunir las carátulas de los respec-
tivos recursos. De ellas destaco por su importan-
cia y por la precisión que requiere enunciarlas,
respecto de la interposición del recurso extraor-
dinario federal: a) la individualización de la deci-
sión contra la que se apela (14) y, b) la mención
clara y concisa de la cuestión federal, con cita de
las normas legales involucradas y los precedentes
de la Corte aplicables. La disposición establece
que no se considerará ninguna cuestión que no
haya sido incluida en la carátula (15). Salta a la
vista, las habilidades técnicas requeridas para abo-
gar ante el Tribunal y cuánto cuidado se deberá
poner en la identificación de la o las cuestiones
federales. Otra vez, las Universidades tienen un
deber insoslayable para con los estudiantes en el
desarrollo de esas habilidades, aunque la Corte
ha procurado facilitar la tarea diseñando los mo-
delos de las carátulas para la interposición de los
respectivos recursos.
La tercera exigencia de la acordada se refiere a
lo que podríamos llamar la redacción del cuerpo
del escrito. Éste debe contener los que la doctrina
ha denominado requisitos comunes a todo re-
curso, requisitos propios del recurso extraordi-
nario federal, y requisitos formales, aunque en el
orden dispuesto por la Acordada.
En punto a uno de los requisitos formales clási-
cos del planteamiento oportuno de la cuestión
federal en la primera oportunidad que se presen-
te, llama la atención lo establecido en el art. 3°,
inc. b). En la norma se dispone que el escrito de
interposición del recurso extraordinario debe
contener “el relato claro y preciso de todas las
circunstancias relevantes del caso que estén rela-
cionadas con las cuestiones que se invocan como
de índole federal, con indicación del momento en
que se presentaron por primera vez dichas cues-
tiones, de cuándo y cómo el recurrente introdujo
el planteo respectivo, y en su caso, de cómo lo
mantuvo con posterioridad” (16). ¿Significa esta
norma que la Corte Suprema será de ahora en
adelante renuente en declarar inconstitucionali-
(13) “Mendoza, Beatriz S. y otros c. Estado Nacio-
nal y otros”. C.S. 20-6-2006, LA LEY, 2006-D, 88.
(14) Conf. art.2°, inc. f) Acordada 4/2007.
(15) Conf. art. 2°, inc. i) Acordada 4/2007.
(16) Cfr. art. 3°, inc. b) Acordada 4/2007. (Las bas-
tardillas me pertenecen).

dades de oficio? ¿La minuciosidad con que debe-
rán llenarse las exigencias de las carátulas y, sobre
todo, el contenido de los escritos de interposición
de los recursos, implicará la desestimación de la
doctrina que habilitó sendos remedios bajo el ar-
gumento de que no debe estarse a un excesivo
rigorismo formal? (17).
Quizás un atisbo de respuesta a esa cuestión
pueda encontrarse en la misma Acordada 4/2007.
Dice el reglamento, entre las observaciones gene-
rales que “en el caso de que el apelante no haya
satisfecho alguno o algunos de los recaudos para
la interposición del recurso extraordinario fede-
ral y/o la queja, o que lo haya hecho de modo
deficiente, la Corte desestimará la apelación me-
diante la sola mención de la norma reglamentaria
pertinente, salvo que, según su sana discreción, el
incumplimiento no constituya un obstáculo in-
salvable para la admisibilidad de la pretensión re-
currida” (18).
III. ¿Hacia el resguardo del poder institu-
cional de la Corte Suprema?
Como se advierte por la norma transcripta en
el párrafo anterior, la Corte Suprema se ha reser-
(17) Puede leerse este interrogante en GOZAÍNI,
Osvaldo Alfredo, “Acordada 4/2007. Reglamentación
de la técnica del recurso extraordinario”, LA LEY, 29
de marzo de 2007 (Columna de opinión).
doctrina · 11
vado en la Acordada 4/2007 (Adla, Bol. 3/2007, p.
13) otra llave discrecional para abrir o cerrar el
recurso extraordinario federal o, en su caso, la
queja, si aquél es denegado. La herramienta po-
dría emplearse alegando gravedad institucional o
que el tribunal no debe atarse a excesivo rigoris-
mos formales cuando esa gravedad exista, o que
el incumplimiento por parte del apelante no es
sustantivo.
La jurisdicción discrecional de la Corte se ha
ampliado con requisitos de admisibilidad de los
recursos que se unen a los materiales de cuestión
federal suficiente, tal como lo habilitan los arts.
280 y 285 del CPCC de la Nación. Pero ahora estos
recaudos emanan de la propia Corte que parece
decidida a actuar como un verdadero Tribunal
Constitucional por medio de la creación de re-
glas, tal como su par norteamericana lo ha hecho.
Sin duda, a la hora de establecer con claridad y
precisión las cuestiones federales las partes y sus
letrados tendrán una nueva oportunidad para re-
flexionar acerca de la conveniencia de intentar la
vía y los magistrados de enderezar la tarea de la
Corte hacia las cuestiones centrales del Estado
Constitucional de Derecho. ◆
(18) Cfr. entre las observaciones generales, art. 11,
primer párrafo de la Acordada 4/2007. (Las bastardi-
llas me pertenecen).
12 · doctrina
DE LA TECNICA DE
FUNDAMENTACION DEL RECURSO
EXTRAORDINARIO AL ABANDONO
DE LA ARGUMENTACION
POR OSVALDO ALFREDO GOZAÍNI
1. La Acordada 2 del 16 de marzo de 2007 (Adla,
Bol. 3/2007, p. 13) tiene varios registros a tener en
cuenta. No se trata, únicamente, de formalizar
con el acuerdo de ministros el catálogo de requi-
sitos necesarios para interponer el recurso ex-
traordinario federal, sino de advertir los mensa-
jes implícitos que tiene la disposición.
La Corte, a lo largo de numerosa jurispruden-
cia, señaló distintos recaudos que debían inte-
grarse para el acabado cumplimiento de la im-
pugnación constitucional. Fue así que ayudó a
esclarecer con sus fallos la técnica de presenta-
ción y fundamentación de la pieza, sin perjuicio
de exagerar, a veces, el ritualismo cuando la parte
erraba en cuestiones que, eventualmente, no po-
dían considerarse importantes (v.gr.: error en la
confección de la boleta de depósito en la queja;
omisión de indicar fechas precisas; remisiones del
recurrente a partes de otros escritos, etc.).
Tras la reforma impuesta por la ley 23.774 (Adla,
L-B, 1256) y la introducción del certiorari, la cola-
boración docente ofrecida desde los fallos mer-
mó en forma manifiesta, prefiriéndose la denega-
ción lisa y llana con la simple mención de la nor-
ma que facultaba a la jurisdicción a repeler las
cuestiones intrascendentes.
Especial para La Ley. Derechos reservados (ley
11.723)
12
Osvaldo Alfredo Gozaíni
¿Dónde se ubica esta Acordada? ¿Es un llama-
do a la formalización estandarizada del recurso
para dar paso al cúmulo de todos los que lleguen?
¿O será, en cambio, una eliminación solapada de
la doctrina del exceso ritual manifiesto para evi-
tar así que se puedan subsanar los errores forma-
les del recurso, y desechar con más facilidad que
la actual?
2. La Corte menciona, entre otras aseveracio-
nes, que es necesario “sistematizar los escritos”
para lograr que lleguen al Tribunal los recursos
que habiliten el ejercicio eminente de la jurisdic-
ción constitucional.
Confirma así una intención que buena parte de
la doctrina (nos incluimos) acompaña, como es
conseguir que la Corte Suprema sea fiel y último
intérprete de la Norma Fundamental del Estado,
actuando en consecuencia, como un verdadero
Tribunal Constitucional.
El problema será la doctrina de la arbitrarie-
dad, la que siendo considerada como la cuarta
causal no escrita del art. 14 de la ley 48 (Adla,
1852-1880, 364) (cuestiones federales), que le per-
mitió entrar a la Corte a revisar la sinrazón judi-
cial de los jueces de grado, puede regresar con el
restriccionismo al viejo y recurrente problema de
impedir el análisis de las cuestiones de hecho que,
por vía de principio, solo corresponden a las ins-
tancias ordinarias.

En otros términos, la Acordada puede ser útil al
abogado que antes debía ocurrir ante un consul-
tor o letrado especialista en recursos extraordi-
narios para tener alguna certeza en el cumpli-
miento de los requisitos a satisfacer, y ahora los
encuentra estandarizados; pero al mismo tiempo
tiene el riesgo de anular la argumentación consti-
tucional imprescindible para la pertinencia (sen-
tencia favorable) de la impugnación.
3. La planificación en formularios no nos com-
place. Es cierto que se aplican con vocación do-
cente y para sistematizar el catálogo de requisitos
que doctrina y jurisprudencia han desarrollado
desde hace muchísimo tiempo. Pero también es
evidente que la simplificación anula u obstruye la
fundamentación jurídica sobre la cuestión cons-
titucional.
Veamos por qué:
Lo que antes debía ser presentado en capítulos
como requisitos propios del recurso, comunes a
todas las impugnaciones y particulares de la pre-
sentación que se realizaba; ahora queda resumi-
do con la sola enunciación (aunque debe ser pre-
cisa y sin remisiones) en una hoja aparte.
Tradicionalmente, la fundamentación del recurso
extraordinario requirió de una rigurosa planificación
técnica, donde la presentación y el orden formaron
parte de las condiciones de admisibilidad.
Hasta hoy, todos lo puntos controvertidos que
justifican planteos concretos y específicos no se
satisfacen con expresiones superficiales o genéri-
cas. Es imprescindible la suficiencia en la impug-
nación, como igualmente lo requiere el ejercicio
de la defensa de la contraria y el deber de expe-
dirse del tribunal en una sentencia motivada e
intrínsecamente justa.
A partir del primer día hábil posterior a la feria
de invierno, esta pauta necesaria para la admisión
formal se simplifica, y está bien.
Empero, este aplauso que podemos ofrecer al
punto 2° del Anexo “Reglas para la interposición
del recurso extraordinario federal”, no lo exten-
demos al 1° y menos aún al 3°.
4. En efecto, la extensión no mayor a cuarenta
(40) páginas de veintiséis (26) renglones (aproxi-
madamente el recurso deberá tener entre seis y
seis mil quinientas palabras) significa estrechar el
escrito a la fundamentación acorde con las ins-
trucciones del punto 3°.
doctrina · 13
En orden habrá que indicar:
a) Que la decisión recurrida es una sentencia
definitiva que proviene del Superior Tribunal de
la Causa.
b) Inmediatamente se ha de pasar a los antece-
dentes de la causa, debiendo reconocer allí el Tri-
bunal cuál es la cuestión de índole federal que le
permita entender en la causa. Es verdad que la
disposición apunta a señalar la introducción y
mantenimiento de la cuestión federal; así tam-
bién lo es que en parte alguna de la acordada se
refleja el punto referido a los antecedentes de
hecho que originan el caso.
c) La afectación personal que le produce la sen-
tencia; en el entendimiento de señalar dónde esta
el agravio, cómo lo afecta y cuál es la decisión que
pretende (observe el lector que en el apartado i
del punto 2° del anexo, agrega que el interesado
debe mencionar de manera sintética, cuál es la
declaración sobre el punto debatido que el recu-
rrente procura obtener del Tribunal; no se consi-
derará ninguna cuestión que no haya sido inclui-
da aquí).
d) La crítica concreta de cada uno de los funda-
mentos independientes que razonan el argumen-
to que genera el gravamen constitucional, debién-
dose relacionar con la cuestión federal oportuna-
mente planteada.
e) Finalmente, a la Corte se le debe denunciar la
relación directa e inmediata entre las normas fe-
derales invocadas y el caso que se ha resuelto.
La falta de precisión en estos pasajes acarreará
la aplicación inmediata de la denegación por in-
suficiencia formal, bastando para hacerlo, la sola
mención de la norma reglamentaria pertinente,
salvo que, [...] según su sana discreción, el incum-
plimiento no constituya un obstáculo insalvable
para la admisibilidad de la pretensión recursiva
(certiorari positivo).
De la síntesis señalada y de los cuadros anexos
que tendrán que ser presentados, queda en evi-
dencia la firme intención de la Corte de reducir el
marco del recurso extraordinario a las cuestiones
federales simples y complejas del art. 14 de la
ley 48.
Parece insistir con la relación entre las normas
federales introducidas en la causa en la oportuni-
dad correspondiente y la sentencia que las re-
14 · doctrina
suelve en forma contraria al espíritu de la Carta
Constitucional.
La arbitrariedad, como conflicto constitucio-
nal, puede estar jugando su tiempo final y el re-
planteo hacia algunas posibilidades de interven-
ción de Tribunales intermedios, tal como hace
algunos años atrás (muchos) lo planteamos como
alternativa para un Tribunal intermedio de Casa-
ción Civil.
Osvaldo Alfredo Gozaíni
También parece ser el réquiem para la argu-
mentación jurídica. La Corte quiere que se ca-
taloguen los requisitos formales y se estandari-
ce la presentación concreta de la cuestión fede-
ral.
El futuro nos dirá si es para abrir el grifo a la
necesidad de revitalizar el control de constitucio-
nalidad, o para colocarle definitivamente su mor-
taja. ◆
 doctrina · 15

REGLAMENTACION DEL RECURSO

EXTRAORDINARIO. EL PROBLEMA DE
LA JUSTICIA Y LA INCONVENIENCIA
DE LAS SOLUCIONES
POR AUGUSTO M. MORELLO

SUMARIO: I. Reconstrucción de un perfil y de un liderazgo en

el alto Tribunal de la Nación. La Justicia hoy. — II. Breve pre-
sentación de la ordenanza. — III. El trabajo de la Corte es par-
cial.

I. Reconstrucción de un perfil y de un lide- Nación y cabeza de uno de los tres poderes en

razgo en el alto Tribunal de la Nación. La Jus-
ticia hoy
A. En el paralizado y desanimante horizonte
del Servicio de la Justicia es la Corte Suprema de
Justicia de la Nación, compuesta ahora por cinco
hombres y mujeres, la que muestra presencia y
un activismo que venimos destacando de manera
regular y en distintos medios (1).
Marcamos que la Corte puede casi todo, dispo-
ne de amplios poderes discrecionales y faculta-
des expresas, implícitas, inherentes y una amplia
zona de reserva para acomodar su interpretación
vanguardista a la dinámica de los tiempos y com-
plejidades de la sociedad del riesgo.
Activismo en el sentido de protagonismo, de
mostrarse como pieza clave del gobierno de la
que se dividen las competencias igualitarias. La
Corte ha dejado atrás aquella figura distante, re-
catada y sin querer ganar espacios ni plazas ex-
puesta constantemente a la crítica —a veces fe-
roz— de justiciables pesimistas, opinión pública y
medios. Pero las cosas se han acelerado y en el
Congreso Internacional de Derecho Procesal de
Tesalónica —Grecia— en mayo de 1997 repre-
sentantes de naciones participantes del Derecho
Continental y del Common law, estuvieron en clara
coincidencia para marcar la significación que en
el mundo jurídico cabe hoy al accionar propio y
determinante de los más altos Tribunales, en par-
ticular las Cortes de Derechos y Garantías Consti-
tucionales. Todos los ojos estuvieron centraliza-
dos en este personaje y sus reflexiones y consec-
tarios se expandieron por occidente y oriente de
manera que las Cortes y los Tribunales Transna-
cionales de Justicia (Estrasburgo, Luxemburgo,

Especial para La Ley. Derechos reservados (ley
11.723)
(1) MORELLO, Augusto Mario, “La Corte Suprema
en el sistema político”, Platense, LexisNexis, 2005; La
Corte Suprema en acción, Segunda edición, con la
colaboración del doctor Germán González Campaña,
Platense, LexisNexis 2007. Idem, “La Corte Suprema.
piloto de tormentas”, en “La emergencia y el caso
Massa”, Director, Atilio Aníbal Alterini, LA LEY, Suple-
mento Especial, Febrero de 2007, p. 91 y sigtes., entre
otros.

15
16 · doctrina
Roma, Corte Interamericana) mediante sus rec-
toras sentencias vieron cómo la influencia de ellas
se proyectaba y los jueces locales, fieles en adhe-
rir a sus criterios orientadores, se constituyeron
en brazos largos de aquéllos forjando una cante-
ra o fuente de alimentación doctrinaria que per-
mitió unificar y darles razonabilidad a los princi-
pios y estándares de mayor relieve.
B. Asistimos a la paradoja de que mientras se
derrumbaba el nivel de la prestación de la justicia
en las instancias horizontales previas y se multi-
plicaban las causas exógenas negativas desde la
falta de recursos humanos y presupuestarios a
los desbarajustes en los órganos provinciales, las
sombras de la corrupción, la sobrecarga, y el tiem-
po muerto del proceso (cuestiones de competen-
cia, agotamiento circular de idas y venidas, abuso
de incidencias y de recursos, pérdida de la gravi-
tación del precedente y del acatamiento a la auto-
ridad de los fallos de los tribunales superiores),
con más el tropel de causas: endógenas, disfun-
cionalidad, ausencia de jurisdicciones discrimi-
nadas, igualación hacia abajo de la justicia exis-
tencial o de proximidad (pequeñas causas, hasta
diez mil pesos) en juzgados dispuestos a atender
causas millonarias, el difícil tránsito de los proce-
sos individuales a los colectivos, el abuso del re-
curso extraordinario y el peso de la doctrina de la
sentencia arbitraria, absurdo o del exceso ritual
manifiesto, un espíritu conservador, renuente a
cambios, reformas y puestas en situación, la polí-
tica del no se podrá, o un gatopardismo que pro-
metía todo —hace cuatro años la ciudad judi-
cial—, para solo animarse a muy limitadas pince-
ladas que al no conjugar con el engranaje colecti-
vo pierde cualquier éxito computable, las cosas
marcaron un divorcio abismal. Una justicia real,
sociológica, y una justicia legal, la de los códigos.
Con el triunfo ostensible de la primera que marcó
sus pasos y observó el factor tiempo según sus
conceptos, rutina y espíritu de cuerpo. Quedaron
arrinconados en diversos cajones reprobados por
la conciencia del foro proyectos e iniciativas abar-
cadoras que buscaban en el debate, diálogo y per-
suasión, un verdadero y genuino Pacto de Estado
que se hiciera cargo en el mediano y largo plazo,
con continuidad, comisiones de seguimiento, y
espíritu imaginativo e impulsor de una puesta al
día que mostrara en todas sus aristas y en el mapa
global de su inmenso territorio, la justicia del siglo
XXI con la pupila atenta a un futuro que busca
continuamente escalones de superación. La utili-
zación razonable para que no existan demoras
indebidas y costos templados que no malogren
los postulados del Movimiento por el Acceso a la
Justicia que con tanto empeño, continuidad y
Augusto M. Morello
modo originario propiciara Mauro Cappelletti
desde Florencia en los años 70 de la centuria an-
terior, y que arribó venciendo resistencias desde
Canadá y Tokio hasta Buenos Aires (ver art. 15 de
la Constitución de la provincia Buenos Aires re-
formada en 1994).
C. El abismo divisorio es total. La ciencia del
proceso, las investigaciones, no cesan de alum-
brar. Las políticas de concreción siguen sin ecos,
adormecidas, y con jugadas desarmonizadas. Un
tiempo se piensa por el derrumbe de cárceles y
de los resultados de nunca llegar de la justicia
criminal sólo en estas causas, olvidándose que a
la Corte arriban de todos los fueros y todos los
órganos, especialmente de las provincias, en un
embudo infernal. Ninguna sinfonía conjuga al
mismo tiempo las nuevas demandas y las nuevas
exigencias. La avalancha de los procesos colecti-
vos ambientales, de clase, los amparos que ame-
trallaron el corralito y la pesificación, el avance
indetenible de las medidas cautelares y autosatis-
factivas, las jugadas por lo previo, la expansión
del manto de la justicia de protección o acompa-
ñamiento (tutela salutífera, menores, incapaces,
personas vulnerables, internaciones hospitalarias,
prótesis, asistencia social, jubilaciones, respues-
tas de prestación inmediata) sitiaron las plazas
fuertes de todos los órganos y su presión no pudo
detenerse. Estamos en veremos y en un sálvese
quien pueda. Nadie piensa y opera buscando la
nueva altura del poder judicial. Desde su inde-
pendencia e imparcialidad hacia el éxito pronto
de sus insustituibles y fundamentales prestacio-
nes comunitarias, custodio de la Constitución
Nacional, de sus valores, principios y sistema de
gobierno.
No faltamos a al verdad y lo venimos diciendo
sin interrupción desde los años 80 al presente.
El Servicio de Justicia es la cenicienta de los
poderes aunque la Corte se vea empujada a que
su voz sea escuchada en todas las cuestiones de
trascendencia institucional o moral o que requie-
ren la prudencia, equilibrio y un orfebre cualifi-
cado que emerja como piloto de tormenta (2).
Ante este cuadro, la nueva Corte busca inten-
samente —a veces con un exhibicionismo excesi-
vo— tomar el timón, recobrar su jerarquía insti-
tucional y querer hacer lo que puede para que las
cosas se sacudan de su modorra y asistamos a un
parto real y promisorio.
En el huracán de “Massa” (LA LEY, Sup. Espe-
cial, diciembre/2006, p. 47) y otros faltos revolu-

cionarios sobreviene la ordenanza n° 4 del 16 de
marzo de 2007, publicada en el Boletín Oficial el
21 de ese mes.
II. Breve presentación de la ordenanza
La multiplicación de recursos extraordinarios
y de queja (prácticamente todo termina o puede
terminar en la sede del Tribunal cimero) ha sido
motivo de reiterados análisis y prospectivas. Des-
de el Congreso de Grecia y en especial del Tribu-
nal homólogo de los EE.UU., (aquí funciona el
certiorari desde 1925) ha sido afanosa la búsque-
da por circunscribir el control y competencia del
alto Tribunal Federal a los casos de máxima signi-
ficación social (jurídica, sociológica, económica,
ética) y un tope oscilante en los 200 (en el 2004 fue
solo de 97 causas) otorga un margen de maniobra
lógico, flexible, humano para que en verdad su
palabra rectora y arbitral llegue docentemente en
pocas ocasiones pero decisivas y determinantes.
De nuestro lado hemos marcado las estadísti-
cas de la Corte Argentina y esos números de la
Corte estadounidense son realmente enanos o
insignificantes ante al arrolladora vastedad de ca-
sos (art. 2, ley 27 —Adla, 1852-1880, 354—). Tam-
bién se viene llamando la atención sobre el abuso
recursivo, la descentralización geográfica, de ese
control que supone desde Strada y Di Mascio (LA
LEY, 1986-B, 476; 1989-B, 417) que el superior tri-
bunal de la causa sea la Corte o Tribunal superior
de cada jurisdicción (art. 14, ley 48 —Adla, 1852-
1880, 364—). Y el descenso de calidad por su ge-
neralización casi seriada de la técnica de los re-
cursos, muchas de las cuales abortan en el primer
juicio de admisibilidad (el referido superior tribu-
nal de la causa) o bien el segundo o definitivo ante
la misma Corte Suprema. Con el auxilio de la doc-
trina de la arbitrariedad lato sensu, del exceso
ritual manifiesto, gravedad institucional de deci-
siones que no tienen el carácter de definitivas,
son parciales o no alcanzan efectos irrevocables
o de posible subsanación ulterior. El bloqueo re-
cursivo de tantas impugnaciones es, por cierto,
negativo.
Además, la Corte con rasgos mucho más inten-
sos y destacados en los últimos meses, ha sabido
levantar blindajes a la propia fortaleza para hacer
(2) Citas de la nota anterior.
(3) MORELLO, Augusto Mario, “Aperturas y conten-
ciones de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
Un doble blindaje”, JA, 2006-III-304.
doctrina · 17
mucho más difícil el intento apelatorio (3). Tanto
en la instancia originaria como en la recursiva por
el remedio excepcional de la sabia ley 48, al igual
que la queja por la denegatoria del mismo se han
complicado y se enfrentan a una posible guilloti-
na ávida de descabezar su vida útil.
Siguiendo el ejemplo del imperio del norte, el
entusiasmo de esa hoja de ruta y de la línea de
sentido de acotar la existencia de las causas en
tratamiento la Corte (arts. 18, ley 48 y 10, 4055
—Adla, 1889-1919, 533—) en ejercicio de sus po-
testades legislativas, dicta un reglamento sobre
los escritos de interposición del recurso extraor-
dinario y el de queja por denegación de aquél.
Busca claridad, precisión, un equilibrio y lógica
interiores del desarrollo de la crítica con que se
razona la modificación de la sentencia definitiva
y también dos carátulas graficantes de los pun-
tos básicos que deben anunciarse para satisfa-
cer mejor el propósito propedéutico así expues-
to.
No nos detendremos en el examen crítico del
documento. Surgen sí, algunas interrogaciones o
reservas frente al temor de que la delegación en
relatores del control último de esta faena tan de-
licada concluya en indeseables excesos rituales
desestimatorios de piezas que aunque superen
las cuarenta páginas, bien escritas y razonadas
como lo querían Carrió y Oyhanarte muestren el
espíritu de la primera espada —el abogado— dis-
puesto a abrir picada como en Siri, Kot (LA LEY,
89-531; 92-632), la revisión del contrato, el corra-
lito, la acción de inconstitucionalidad, la tutela
anticipatoria, etc., etc. No confiamos en ese de-
rrotero que termina en un clisé que porta desáni-
mos a muchas noches de feriados y festivos del
abogado responsable. Todo ello estaría en las an-
típodas del pensamiento de Cappelletti y del pos-
tulado del Acceso a la Justicia. Quedaría herida en
lo nuclear del proceso justo y equitativo constitu-
cional y el deseo inigualable del profesional de
que su queja o protesta sea escuchada por la Cor-
te. El juicio de admisibilidad no es un cadalso ni el
cepo donde han de morir las mejores ilusiones
del justiciable en pro de lo que el Preámbulo anun-
cia y promete.
No es cuestión tampoco de llegar a rajatabla a
las doscientas causas anuales. En un contexto de
complejidad tan alta del Derecho, su movilidad,
la judicialización de la sociedad, la politización de
la judicatura y el desafío de requerimientos nove-
dosos y difíciles. Es cierto que el abogado recu-
rrente deberá hacer lo suyo y mostrar al máximo
el esfuerzo de colaboración para estar a la altura
18 · doctrina
de las nuevas circunstancias. Lo exige, además, la
nueva cultura jurídica.
III. El trabajo de la Corte es parcial
Tememos que la buena iniciativa del alto Tri-
bunal en cadena con los precedentes que veni-
mos analizando se aísle del contexto y apague la
sonoridad que demanda un tratamiento abarca-
tivo completo del Servicio de Justicia. No se trata
sólo de que la Corte funcione bien, con posibili-
dades de humanas de atender un repertorio go-
bernable de causas. Ello sólo fortifica o dota de
blindaje al Tribunal superior pero no se expande
al conjunto integrador —todas las instancias y
fueros, arbitraje y amigables componedores— del
Modelo de la Justicia de Protección, de Proximi-
dad, pequeñas causas criminales, los procesos co-
lectivos, los procesos ambientales, el control de
constitucionalidad, la preservación de los valores
fundantes de la sociedad, la organización empre-
sarial de los tribunales, la cooperación judicial na-
cional y transnacional. Todavía recordamos la
palabra de los doctores, Véscovi, Storme y Taru-
ffo en los Congresos de Grecia y de Austria desta-
cando que solo si la primera instancia funciona
bien, lo demás vendrá pro añadidura. Si por el
contrario el cuello de botella y el overland que-
dan anclados en una primera instancia disfuncio-
nal, carente de empeño y perseverancia, dispues-
ta al fracaso de audiencias, y al círculo infernal del
tiempo muerto del proceso, el aislamiento de esa
(4) MORELLO, Augusto Mario, “Un Pacto de Esta-
do para la Justicia”, Comunicación a al Academia Na-
cional de Derecho y Ciencias Sociales de Buenos Ai-
res, 24 de Mayo de 2001 (Anales, t. 39, p. 149)
Augusto M. Morello
fortificación en Corte quedará huérfano de inte-
gración y razonabilidad.
Tanto la Universidad como la FACA, los institu-
tos y la Academia Nacional de Derecho y Ciencias
Sociales de Buenos Aires, desde años vienen apor-
tando humildemente un conjunto ensamblado de
iniciativas y propuestas que escapan de la rutina,
del ya, lo repetido y lo imposible. El Pacto de Esta-
do para la Justicia (4) alumbra como la movida
más trascendente pensada para el tiempo inme-
diato y su futuro. No continuemos con simples
emparchaduchas ni tratemos bloques o parcelas
que hacen lo suyo para sí, pero olvidan el todo. La
Corte Suprema con votos magníficos de los doc-
tores Orgaz, Petracchi, Fayt, Baqué ha dictado en
tiempos sucesivos sentencias que resaltaron con
particular énfasis esa idea global del servicio a
partir de las justicias provinciales independientes,
transparentes, idóneas, dispuesta a acompañar
los tiempos más difíciles y las exigencias más ar-
duas y embarazosas. Y de ahí en más al conjunto
de los órganos de la justicia nacional (Federal y
metropolitana). Solo así, en pocos años, rescata-
remos el tiempo perdido y volveremos a cobrar
esperanzas por un renacido y espectacular mejo-
ramiento y ascenso en plenitud.
Por ello, muy respetuosamente —insistimos—
acompañando a la iniciativa del alto Tribunal de
la Nación para que a través de su autoridad como
calificado colegislador convoque a todos los sec-
tores implicados a llevar adelante esa idea global
acerca de lo cual existen no pocos antecedentes
útiles. Al mediar consenso y al igual que lo ocurri-
do en noviembre de 1977 con el altruismo y espí-
ritu patriótico de los españoles con los Pactos de
La Moncloa, tomaremos conciencia de que esta-
mos recorriendo la buena ruta. ◆
 doctrina · 19

EL RECURSO DE QUEJA EN LA
ACORDADA 4/2007 DE LA CSJN
POR SILVIA B. PALACIO DE CAEIRO

SUMARIO: I. ¿Por qué es importante la Acordada N° 4?. —

II. Recordando algunos conceptos referidos al recurso de que-
ja. — III. Puntos relevantes de la Acordada N° 4. La fundamen-
tación autónoma. — IV. Conclusión.

I. ¿Por qué es importante la Acordada N° 4? procedencia de las cuestiones sustanciales plan-

Cuando terminaba de escribir los capítulos
principales de la obra Recurso Extraordinario
Federal - Doctrina - Jurisprudencia - Prácti-
ca (1), encontré en forma casual, un pequeño
libro, cuyas reducidas dimensiones referidas a
los aspectos formales del mencionado reme-
dio federal, no iban en desmedro de su interés
y valor.
Me estoy refiriendo a las reflexiones de Genaro
Carrió, expuestas en Cómo fundar un recurso
extraordinario(2), en donde aborda de modo es-
cueto y agudo, los recaudos necesarios que de-
ben tenerse en cuenta para la interposición del
extraordinario federal.
Compartí plenamente la preocupación que los
trazos de Genaro Carrió traducían, en mérito a la
experiencia obtenida por una cotidiana tarea ju-
risdiccional, indiciaria de que las aristas formales
de dicho recurso son de suma importancia, no
sólo para la mera interposición y admisibilidad
formal, sino también para la procedencia o im-
teadas.
Ello me llevó a elaborar un apéndice práctico,
titulado “Cómo interponer y fundar un recurso
extraordinario” (3), en donde se realizaron algu-
nas reflexiones sobre tales tópicos, con la finali-
dad de contribuir a acercar al lector, aspectos
relevantes de la praxis judicial
La observación lograda a través del análisis de un
sinnúmero de escritos en los que se planteaban re-
cursos extraordinarios, relativos a las más variadas
materias jurídicas, me persuadió y aún lo sigue ha-
ciendo, de que resulta fundamental en la instancia
extraordinaria de la CSJN, plantear con claridad y
precisión la cuestión federal examinada o emergen-
te del pronunciamiento del superior tribunal de la
causa, que es la que da génesis o que mantiene los
agravios federales que el recurrente alega.
¿Y por qué “claridad y precisión”?
Pues, porque he podido comprobar que los le-
trados en tren de dotar de completitud al escrito

Especial para La Ley. Derechos reservados (ley (2) Ed. Abeledo-Perrot, Reimpresión, Buenos Aires,
11.723) 1996.

(1) Ed. La Ley, Buenos Aires, 2002. (3) “Recurso Extraordinario Federal...”, op. cit.,
p. 451.

19
20 · doctrina
de interposición, lo atiborran de un fárrago tra-
bajoso y tedioso de fundamentos, algunos de los
cuales resultan pertinentes y otros manifiesta-
mente impertinentes, ya que no sirven de susten-
to válido para reformar la resolución atacada.
En oportunidades, he observado que se agre-
gan largas disquisiciones de índole subjetiva refe-
ridas al superior tribunal cuya sentencia se im-
pugna, o relativas a la tarea de los tribunales infe-
riores que actuaron en el proceso, que nada qui-
tan ni ponen a la cuestión sustantiva discutida.
Otras veces se constata que los escritos consti-
tuyen extensas reiteraciones de los criterios apli-
cados en las sentencias de los tribunales que ac-
tuaron, sin formularse una censura conveniente.
También pueden verificarse, meras repeticio-
nes de argumentos ya ventilados y expuestos a lo
largo de la causa, sin que se advierta una específi-
ca y eficaz exhibición de las quejas que nutren la
existencia de la cuestión federal, cuyo conocimien-
to se desea someter a consideración de la CSJN.
En orden a que el recurso extraordinario fede-
ral, participa de las características que gobiernan
todo el sistema de los recursos, viene a colación
recordar la exigencia prevista en el Código Proce-
sal nacional por el art. 265, seguida en general por
todos los ordenamientos procesales locales, acer-
ca de que la expresión de agravios consiste en de-
sarrollar la crítica concreta y razonada de las par-
tes del fallo que el recurrente estime equivocadas.
Extremo, que en el marco del extraordinario
federal, se centra en el desenvolvimiento de las
críticas ensambladas en la cuestión federal pre-
sente en el pleito, que es la plataforma de aquel,
según las exigencias de los tres incisos del art. 14
de la ley 48 (Adla, 1852-1880, 364), o las que ema-
nan de la doctrina pretoriana que ubica a la arbi-
trariedad, la gravedad institucional y la trascen-
dencia, en la señalada categoría de caso federal.
Es decir, la narración de las quejas relacionadas
con la cuestión federal cuyo amparo se impetra a
través del remedio federal, halla su base en la
Constitución Nacional y su principio de supre-
macía consagrado por el art. 31, y éste es el norte
que debe guiar el desenvolvimiento de las quejas.
En otras palabras y en los términos de la exi-
gencia contenida en el art. 15 de la ley 48, es la
relación directa e inmediata.
(4) Fallos: 322: 3059.
Silvia B. Palacio de Caeiro
Noción que requiere la precisión con exactitud
de la cuestión o caso federal, demostrándose la
vinculación existente entre lo debatido y resuelto
en el caso, los fundamentos de la sentencia, y de
la efectiva lesión que soporta el recurrente, deri-
vada de la contradicción existente entre la deci-
sión y las garantías constitucionales, que susten-
tan el derecho del recurrente.
Sin este nexo o adecuado ensamble que debe
realizarse en la tarea de exponer agravios, es difí-
cil o prácticamente imposible que el quejoso pue-
da lograr el éxito pretendido.
Igualmente, el recurso de queja en la instancia
extraordinaria, también participa de los elemen-
tos comunes que rigen a los recursos directos o
de hecho - denominación con el que se los distin-
gue, empero posee algunas notas tipificantes que
a continuación se abordan.
II. Recordando algunos conceptos referidos
al recurso de queja
Previo a ingresar al examen puntual del conte-
nido de la Acordada N° 4, en lo que se refiere al
recurso de queja, es conveniente rememorar aquí
algunas nociones que lo enmarcan, conforme al
sistema instaurado por los arts. 285 a 287 del
CPCN.
Según el art. 285 CPCN, la queja en la instancia
extraordinaria tiene por objeto cuestionar y re-
mediar la denegatoria dispuesta por el superior
tribunal de la causa, en la sentencia o auto inter-
locutorio dictado al efecto.
Al presentarse directamente ante la Corte Su-
prema en contra de dicha denegatoria, la proce-
dencia de la queja por denegación de la apela-
ción federal, está sujeta a que efectivamente se
haya interpuesto un recurso extraordinario en
contra de la sentencia definitiva o su equipara-
da.
Ello, motiva expresar, que “El recurso de queja
reglado por el art. 285 y sigtes. del Cód. Procesal
Civil y Comercial de la Nación requiere, para su
deducción válida, que se haya interpuesto y de-
negado una apelación —ordinaria o extraordina-
ria— por ante la Corte Suprema.” (4).
Pero la literalidad del indicado art. 285, no ago-
ta todas las posibilidades reconocidas al recurso
de queja, en mérito a que la CSJN, realizando una
interpretación amplia del texto legal, admite tam-
bién que es el medio indicado para lograr que se

revea el pronunciamiento del superior tribunal
de la causa, que dispone la concesión parcial o
incompleta del recurso extraordinario.
Se acepta utilizar el remedio de la queja, en con-
tra de las decisiones que si bien conceden el re-
medio federal, lo hacen en forma deficiente, in-
completa o ambigua, estableciendo de esa forma
un marco cognoscitivo limitado de la instancia
extraordinaria, susceptible de causar perjuicio o
lesión al recurrente.
“Este aspecto del recurso de queja, considera-
do como un instrumento apropiado para cues-
tionar las causales que no fueron tenidas en cuenta
en la sentencia de concesión de la apelación fede-
ral, constituye un matiz no siempre advertido por
la doctrina, pero que en cambio sí ha sido pun-
tualizado en reiteradas oportunidades por la Corte
Suprema, a través de su jurisprudencia.” (5).
En principio, la resolución que concede el re-
curso extraordinario, establece los límites de la
instancia de la Corte respecto a los puntos decla-
rados admisibles, por lo que resulta evidente que
el quejoso sólo puede atacar aquélla, en su rela-
ción con los agravios declarados inadmisibles,
mediante el recurso de queja.
El régimen adjetivo no proporciona otro me-
dio eficaz para oponerse a la concesión parcial
del extraordinario federal, ni oportunidad ulte-
rior para hacerlo. Empero siempre deberá argu-
mentarse en la queja, el perjuicio para el impug-
nante, que de tal proceder se derive.
Viene a colación recordar, precedentes de la
CSJN que así lo entendieron: “Si el recurso ex-
traordinario fue concedido en la medida en que
ocasionaba la interpretación de normas de ca-
rácter federal y denegado en cuanto se fundaba
en la arbitrariedad de la sentencia, la jurisdic-
ción devuelta a la Corte se limita al examen de la
primera cuestión. Que, así limitada la jurisdic-
ción devuelta a esta Corte por el recurso conce-
dido... los demás argumentos no pueden ser to-
mados en consideración porque se refieren a la
tacha de arbitrariedad que ha quedado fuera del
(5) “Recurso Extraordinario Federal - Doctrina -
Jurisprudencia...”, op. cit., p. 419.
(6) Fallos: 307-1:188.
(7) Fallos: 315-1:724.
doctrina · 21
recurso.” (6) (...) “la interesada dedujo recurso
extraordinario con base en la doctrina sobre ar-
bitrariedad, el cual fue concedido por la Cámara
con la advertencia de que no era viable por esa
tacha, sino en cuanto se trataba de la “validez de
actos de autoridad nacional derivados de la in-
terpretación y aplicación de normas federales...
Que en tales condiciones y teniendo en cuenta
que la apelante no dedujo queja, sólo corres-
ponde considerar los agravios que se proponen
en el recurso en la medida en que éste fue con-
cedido por el a quo.” (7).
“Que, en cuanto a la tacha de arbitrariedad ale-
gada por ambos apelantes, su tratamiento no pue-
de ser asumido en esta instancia extraordinaria
dado que, como se dijo, en este aspecto los recur-
sos no fueron concedidos sin que se interpusiera
queja alguna” (8).
“Si el recurso extraordinario fue concedido res-
pecto al “cuestionamiento de normas federales
aplicables analógicamente al caso... y denegado
en cuanto a los agravios fundados en la arbitra-
riedad del fallo, sin que se interpusiera recurso de
queja alguno, ello impide a la Corte pronunciarse
sobre tales extremos” (9). “No cabe examinar el
recurso extraordinario basado en la arbitrarie-
dad de la decisión si, en ese aspecto, la apelación
ha sido rechazada por el a quo sin haberse dedu-
cido queja al respecto” (10). “Si el recurso extraor-
dinario fue concedido en la medida en que se han
atribuido a los hechos que dieron lugar a este
juicio una colisión con el art. 14 nuevo de la Cons-
titución Nacional, y denegado en cuanto a los agra-
vios fundados en la arbitrariedad, sin que se in-
terpusiera recurso de queja alguno, ello impide a
la Corte pronunciarse sobre los extremos que fun-
dan esta última tacha” (11).
“...La cámara, tras rechazar la tacha de arbitra-
riedad, sólo lo concedió en lo concerniente a la
distinta inteligencia de las normas de carácter
federal...”Que al no haberse interpuesto la res-
pectiva queja por la denegación parcial del recur-
so, la jurisdicción de la Corte ha quedado abierta
en la medida en que la ha otorgado el tribunal a
quo (Fallos: 315,1687; 316,1713, entre muchos
(8) Fallos: 302, 110; 305-1,376.
(9) Fallos: 305-2, 1761.
(10) Fallos: 306-2, 1627.
(11) Fallos: 307-1, 518.
22 · doctrina
otros...” (12), pues “El interesado que no deduce
la pertinente queja en contra de la resolución de
concesión parcial, esta admitiendo que la juris-
dicción de la Corte quede abierta en la medida en
que la ha otorgado la alzada.” (13).
Acerca del tratamiento dado por la CSJN a un
recurso de queja en el que se cuestionó una con-
cesión parcial, puede citarse el siguiente: “Que el
recurso extraordinario resulta procedente —in-
cluso en el aspecto en que fue denegado por el a
quo y que motivó el planteo de la pertinente que-
ja— pues se encuentra controvertida la inteligen-
cia de una norma de carácter federal —como lo
es el art. 20, inc. F) de la ley del impuesto a las
ganancias— y la sentencia definitiva del superior
tribunal de la causa ha sido contraria al derecho
que el recurrente sustenta en ella. Además, en el
caso, la ponderación de los agravios referentes a
la valoración de determinados extremos fácticos
de la causa se presenta inescindiblemente unida a
tal cuestión interpretativa, por lo que correspon-
de que la Corte examine los agravios con la am-
plitud que exige la garantía de la defensa en juicio
(Fallos: 312:2407; 313:664; 314:629; 315:411)” (14).
La CSJN al examinar el recurso de queja por
denegatoria de recurso extraordinario puede: a)
suspender su tratamiento si se hallan pendientes
de resolución otros recursos; b) desestimarla “in
limine” si no se han respetados los extremos for-
males, ahora con la sola invocación de la Acorda-
da N° 4 y sus preceptos pertinentes; c) disponer
su rechazo con la mención única del art. 280 del
CPCN (certiorari argentino); d) admitir el recurso
y resolver lo planteado en el recurso extraordina-
rio en los términos del art. 16 de la ley 48.
La CSJN al examinar el recurso de queja contra
una sentencia limitada de concesión del remedio
federal se pronuncia sobre su admisibilidad o no,
y conforme sea la solución resolverá la cuestión.
Otro aspecto importante que debe tenerse en
cuenta, es que la queja no tiene efecto suspensi-
vo, según lo dispone el indicado art. 285, in fine.
(12) Fallos: 322,523.
(13) CSJN, “Gómez, Cívico Patricio y otros c. Minis-
terio de Trabajo y Seguridad Social s/Laboral - hoy
ordinario-, 27/12/96, causa G. 87. XXXIII; ídem: Voto
de la minoría en “Ramos, Gustavo c. UNC., 4/5/00, no
publicados en la colección oficial.
(14) Fallos: 319:1500.
Silvia B. Palacio de Caeiro
Este principio general, encuentra en la jurispru-
dencia de la CSJN, escasas excepciones, cuando
por la importancia o efectos significativos del cum-
plimiento de la sentencia que se atacó a través del
extraordinario, sus consecuencias irrevocables in-
cidan en asuntos que puedan causar gravedad ins-
titucional o trascendencia pública innegable.
El recurso de queja se deduce directamente ante
la CSJN, dentro del plazo de cinco días subsiguiente
a la notificación de la denegatoria o concesión
limitada, correspondiendo la ampliación en ra-
zón de la distancia, según lo establecido por el
art. 158 del CPCN (15).
El plazo es perentorio y no inciden los feriados
locales de las provincias, sólo los nacionales y los
días declarados inhábiles por la Corte.
Debe ser confeccionado en forma individual
por cada una de las partes litigantes, pues no se
admite la adhesión a otros recursos.
En el recurso de queja no hay recusación sin
causa, sólo puede recusarse con causa.
Requiere del depósito previo, según lo exigido
por el art. 286 del CPCN, cuyo monto ha sido
recientemente actualizado por la Acordada N° 2/
2007 (Adla, Bol. 3/2007, p. 13), a la suma de cinco
mil pesos ($5000) (16). Esta cantidad se devuelve
al presentante, cuando el recurso es declarado
admisible. En cambio, si fuere desestimado o se
declarase la caducidad de instancia, se perderá.
Rigen aquí las exenciones previstas por la ley de
Tasas Judiciales, que enuncia las personas y con-
diciones, en las que no se deben abonar dichas
gabelas.
La finalidad del depósito es desalentar la utili-
zación o el requerimiento incorrecto de la juris-
dicción extraordinaria.
Los supuestos de pluralidad de litigantes plan-
tean múltiples hipótesis, como asimismo lo ha-
(15) A tal efecto se ha elaborado una planilla que se
exhibe en la Mesa de Entradas del Alto Tribunal.
(16) En doctrina se ha considerado excesivo el mon-
to fijado, por lo que ha descalificado la exigencia des-
de el punto de vista constitucional por considerárse-
la que implica una privación de justicia al cercenar la
instancia extraordinaria. Véase GHERSI, Carlos, “La
inconstitucionalidad de la Acordada 2/2007”, LA LEY,
05/03/2007, p.1.

cen las cuestiones diferenciadas entre los recur-
sos de las partes y los de sus letrados y patroci-
nantes, articulados de modo independiente.
Por ello, a continuación se parafrasea un crite-
rio de la CSJN, que puede resultar ejemplificativo
de dichos aspectos: “Con esos lineamientos, pue-
de indicarse a grandes rasgos, que en la litis con-
sorcio facultativo o voluntario, cada litisconsorte
o titular de la relación procesal debe efectuar in-
dividualmente su depósito. Así lo ha indicado la
CSJN al expresar “Si el remedio federal persigue la
defensa de intereses propios de cada uno de los
recurrentes sustentados en pretensiones autóno-
mas, corresponde a cada uno de ellos efectuar el
depósito previsto por el art. 286 del Cód. Proce-
sal, sin que excuse esa obligación la circunstancia
de haberse interpuesto la apelación en un escrito
conjunto.” En igual sentido, se considera que “Los
recurrentes deben cumplir en forma individual
con el depósito que exige el art. 286 del Código
Procesal Civil y Comercial de la Nación, si no se
ha configurado un litisconsorcio necesario y en
cada uno de los recursos extraordinarios se per-
sigue la defensa de intereses propios que susten-
tan pretensiones autónomas.” (17).
La fijación del domicilio es un extremo impres-
cindible, conforme lo exige el art. 257 del CPCN.
III. Puntos relevantes de la Acordada N° 4.
La fundamentación autónoma
La ordenación que muestra la Acordada N° 4
(Adla, Bol. 7/2007, p. 26), ha sido elaborada de
conformidad con las exigencias formales que la
CSJN ha ido instrumentando en distintos prece-
dentes a lo largo del tiempo, por lo que es en
líneas generales, constituye un compendio de di-
versos extremos adjetivos, adoptados en base a
las facultades reglamentarias propias con las que
el Tribunal cuenta.
Las exigencias de presentación instrumentadas
en la citada Acordada N° 4, requieren que el re-
curso de queja se presente en diez (10) páginas,
de veintiséis renglones, con letra legible (no me-
nor de 12).
Debe contener una carátula en hoja aparte en
la que se deben consignar los datos contempla-
(17) “Recurso Extraordinario Federal...”, op. cit., p.
429.
(18) “Recurso Extraordinario Federal - Doctrina -
Jurisprudencia...”, op. cit., p. 423.
doctrina · 23
dos en los incs. a, b. c, d y e del art. 2°, correspon-
dientes al recurso extraordinario.
A ello se agrega: a) la mención del organismo,
juez o tribunal que ha dictado la resolución dene-
gatoria del extraordinario, como asimismo de los
que hayan intervenido y dictado resoluciones a lo
largo del tiempo. b) la fecha de notificación de ese
decisorio; c) la demostración, en su caso, de la
exención del depósito exigido por el art. 286 del
CPCN, que actualmente en mérito a la Acordada
N° 2/2007, asciende a pesos cinco mil ($5000).
Con buena técnica, se establece para la funda-
mentación autónoma, la obligación de presentar
en forma concreta y razonada aquellos argumen-
tos necesarios para contradecir la resolución de-
negatoria o que concede en forma parcial el ex-
traordinario federal, con denegación de algunos
de los agravios alegados.
Es decir, deben rebatirse los argumentos del
último tribunal actuante, pues ésta es la finalidad
del recurso directo, lograr la revocación del pro-
nunciamiento que no ha concedido el recurso
extraordinario, o que no lo ha hecho en la forma
planteada por el recurrente.
En otra oportunidad (18), se ha señalado que
“el objeto de la queja debe ser invocado con exac-
titud, según que ella se articule contra una dene-
gatoria del recurso extraordinario o en contra de
la resolución de concesión de la apelación fede-
ral, dispuesta en forma incompleta a juicio del
recurrente, por no haber atendido favorablemente
la totalidad de los agravios.
En el primer supuesto, el interesado tendrá que
atacar la resolución denegatoria, expresando los
fundamentos necesarios para conformar una crí-
tica completa y eficaz de los considerandos.
En la segunda situación, también deberá hacer
lo propio, poniendo en evidencia los errores de
que adolece la sentencia de concesión en relación
con la o las causales que no se tuvieron en consi-
deración, o fueron denegadas expresa o tácita-
mente.”
El recaudo de la fundamentación autónoma en
el régimen del recurso extraordinario federal (19),
(19) Idem, véanse ps. 358 y 424. Allí señalé que la
fundamentación autónoma del recurso extraordina-
rio requería: “1) La afirmación y acreditación de la
existencia de sentencia definitiva o de que se trata de
una resolución equiparada a sentencia definitiva y,
24 · doctrina
se remonta a lejanos precedentes de la CSJN (20),
habiéndose sostenido, que aquella consiste en que
el escrito de interposición del recurso extraordi-
nario traiga un prolijo relato de los hechos de la
causa de relevancia principal, que permita vincu-
larlos con las cuestiones que se plantean como de
naturaleza federal a través de una crítica concre-
ta y razonada de los argumentos en que se basa la
sentencia que se impugna —en el caso— (21).
Dicho régimen de fundamentación autónoma
también se observa en el recurso de queja, donde
sólo cabe que el tribunal se pronuncie únicamen-
te sobre las cuestiones sometidas a su conoci-
miento por esa vía (22).
Requiere por ende, la presencia de una rela-
ción directa e inmediata entre la resolución dene-
gatoria o de concesión limitada y los agravios
federales que resulten emergentes, como conse-
cuencia de no haberse atendido la presencia de la
cuestión federal denunciada en la interposición
del recurso extraordinario.
Se proscribe la posibilidad de reiterar los argu-
mentos que ya se expusieron en el momento de
interposición de aquel, como asimismo, no se
permiten la introducción de cuestiones que no
hayan sido planteadas en dicha oportunidad (23).
La presentación del recurso de queja, no es la
etapa procesal oportuna para deducir los agra-
vios federales sustantivos que pueda suscitar la
contienda, como tampoco un estadio donde se
admitan ampliaciones o modificaciones respecto
al recurso extraordinario ya interpuesto.
De ahí, que es de vital importancia, advertir con
exactitud el objetivo al que la queja se halla desti-
nada, cuya característica principal es atacar a la
que fue pronunciada por el superior tribunal de la
causa, en las condiciones descriptas en los capítulos
respectivos. 2) Un relato sucinto de la causa o rela-
ción de lo acontecido en el juicio, tarea que implica
una reseña detallada y completa pero breve, sobre la
cuestión federal que da basamento a la solicitud de
la instancia extraordinaria, y su presencia en el pleito
ya fuere en la demanda o en un estadio procesal ulte-
rior y la forma en que fue mantenido y reiterado el
caso federal. Cuando el recurso extraordinario dene-
gado se haya fundado en la arbitrariedad de la sen-
tencia o, cuando en la concesión del remedio federal
no se haya considerado esa hipótesis o se la hubiere
desechado, corresponde que el recurrente relate las
pretensiones intentadas en la demanda, las cuestio-
nes de hecho y prueba ocurridas en el juicio y las so-
Silvia B. Palacio de Caeiro
resolución denegatoria de la concesión y no ree-
ditar razones, añadir nuevas argumentaciones, ni
suplir omisiones, errores o defectos de funda-
mentación que se hubiere incurrido en la impug-
nación principal.
Se insiste, en que la fundamentación del recur-
so extraordinario no se supla mediante simples
remisiones a lo expuesto en anteriores actuacio-
nes, ni con una enunciación genérica o esquemá-
tica, que dificulte la comprensión del caso some-
tido a consideración del órgano jurisdiccional.
Este eje que singulariza al recurso directo o de
queja en la jurisdicción extraordinaria, coincide
en líneas generales, con el que particulariza a di-
cho medio impugnativo en todos los demás regí-
menes procesales, nacionales, provinciales o lo-
cales.
Ello es congruente con la exigencia de acom-
pañar en la presentación de la queja, copias sim-
ples legibles, de la decisión principal impugnada
a través del recurso extraordinario federal, del
escrito en que éste se interpuso, del de contesta-
ción del traslado corrido en los términos del art.
257 del CPCN y de la resolución que no lo conce-
dió.
Algunas de las observaciones generales que se
insertan en la Acordada N° 4, constituyen pres-
cripciones, que en líneas generales, ya estaban
contempladas en anteriores resoluciones o pre-
cedentes. Otras son novedosas.
Dentro de las primeras se encuentra la obliga-
toriedad de adjuntar a las citas de los fallos de la
CSJN, la mención del tomo y página de su publi-
cación en la colección oficial, con excepción de
que el caso no estuviere publicado, en cuya situa-
luciones dadas en las sentencias de 1° y 2° instancia,
con indicación de que el criterio adoptado y su resul-
tado injusto le produce una restricción de derechos
grave o, una violación de la garantía de la defensa en
juicio o de cláusulas determinadas de la Carta Mag-
na. 3) Mencionar y acreditar que la cuestión federal
ha sido denegada y por ello, que no ha prevalecido en
el juicio la supremacía asegurada por el art. 31 de la
C.N.”
(20) Fallos: 129: 276; 188:388.
(21) Fallos: 323:1261.
(22) Fallos: 313, 1483.

ción, se deberá indicar la fecha y carátula del ex-
pediente cuya doctrina se invoca.
Asimismo, la obligatoriedad de efectuar la tras-
cripción de toda norma jurídica que no estuviera
publicada en el Boletín Oficial de la República
Argentina, indicándose su período de vigencia.
Entre los aspectos novedosos, puede indicarse
la facultad que se le confiere a la CSJN, para que
en casos de que no se hubieren satisfecho los ex-
tremos exigidos para la interposición del recurso
de queja, o cuando su deducción hubiese sido
deficiente, pueda desestimárselo, con la sola men-
ción de la norma reglamentaria.
Cuando el rechazo responda a dichas causas,
las actuaciones cumplidas se considerarán inofi-
ciosas.
Empero, se deja librada a la sana discreción del
Tribunal, la posibilidad de entender en el recurso,
cuando el incumplimiento no sea un óbice insal-
vable para la admisibilidad del medio impugnati-
vo.
Estas atribuciones son idénticas para el recurso
extraordinario federal.
La salvedad del régimen adjetivo impuesto, son
los recursos articulados in forma pauperis, por
los privados de libertad, procesados y condena-
dos, quienes no quedan sujetos al cumplimiento
de los requisitos establecidos.
Ese criterio ya había sido aplicado, pudiendo
verificarse que en un recurso de queja in pauperis
se sostuvo: “No deben extremarse los reparos for-
males para que la Corte pueda tomar conocimien-
to de la queja interpuesta por un procesado, pri-
vado de su libertad, un año después de la denega-
ción del recurso extraordinario, teniendo espe-
cialmente en cuenta que tal denegación le fue
notificada al defensor oficial, que dejo vencer el
plazo pero no a él, que continuaba detenido.” Pues,
“Rechazar la queja interpuesta por un procesado
privado de su libertad, por carecer de ciertos re-
quisitos formales, respecto de cuyo cumplimien-
to se ha previsto expresamente el patrocinio le-
(23) Fallos: 304, 444; 303, 1203; 308, 873.
(24) Fallos: 314:1909.
(25) Este es el espíritu de la Acordada, según se
afirma en los considerandos, al justificarse “la siste-
doctrina · 25
trado, constituiría una lesión al derecho constitu-
cional a ser oído de acuerdo con las formas pre-
vistas en la ley.” (24).
Finalmente, la Acordada insiste que para el su-
puesto de omisión de constitución del domicilio
dentro del radio de la Corte Suprema, se aplica el
art. 257 del CPCN.
IV. Conclusión
La reciente Acordada N° 4 del 16 de marzo de
2007, se presenta como un valioso instrumento
ordenatorio, de suma utilidad tanto para los liti-
gantes cuanto para los tribunales.
Por cuanto:
a) Establece una aconsejable sistematización de
los diversos requisitos que atañen a la admisibili-
dad formal de los escritos de interposición del
recurso extraordinario y de la presentación di-
recta o queja, cuando aquel es denegado, según
lo habilita el art. 285 y sigtes. del CPCN (25).
b) Es un instrumento adecuado a los fines de
organizar con mayor puntillosidad, la labor que
toca a los letrados en la confección y presenta-
ción de los recursos extraordinarios y queja, cir-
cunscribiéndoles con precisión el camino formal
a seguir.
c) Es una herramienta eficaz para dotar de
mayor celeridad el trámite y resolución del ex-
traordinario y de la queja por parte del órgano
jurisdiccional.
d) La inédita directriz, dirigida a los tribunales
inferiores, para que al disponer la denegatoria de
la concesión por motivos formales, puedan ha-
cerlo con la sola invocación de los preceptos re-
glamentarios de la Acordada, indudablemente ali-
viará la tarea de los superiores tribunales locales y
federales, a la hora de realizar el análisis de las
condiciones formales exigidas por el extraordi-
nario para decidir acerca de su admisibilidad.
e) Si bien su texto alude solamente al recurso
de queja por denegatoria del extraordinario fede-
matización que se lleva a cabo como un provechoso
instrumento para permitir a los justiciables el fiel
cumplimiento de los requisitos que, como regla, con-
dicionan el ejercicio de la jurisdicción constitucional
que este Tribunal ha considerado como eminente.”
26 · doctrina
ral, en lo pertinente, el sistema formal allí instru-
mentado, también sería plenamente aplicable a
hipótesis de recursos de queja, articulados en
contra de la denegación del recurso ordinario de
apelación previsto en el art. 254 del CPCN y en el
art. 479 del CPPN.
De ahí, es que no comparto respetadas visiones
que se interrogan acerca de si mediante la regla-
mentación practicada por la citada Acordada, la
(26) GOZAÍNI, Osvaldo Alfredo, “Acordada 4/2007.
Reglamentación de la técnica del recurso extraordi-
nario”, LA LEY, 29/03/2007, p. 1.
Silvia B. Palacio de Caeiro
CSJN ha decidido enviar un mensaje restrictivo o
cercenador de la instancia extraordinaria (26).
Por el contrario, estimo que el cumplimiento
de las exigencias impuestas, comprometerá a los
letrados a elaborar el discurso jurídico impugna-
tivo de modo más eficaz, concreto y convincente,
lo que en definitiva redundará en beneficio de su
cliente y por lógica consecuencia, en provecho
profesional propio.
Asimismo contribuirá a facilitar y simplificar la
tarea del superior tribunal de la causa y de la CSJN,
quienes podrán resolver con mayor premura, si-
tuación igualmente benéfica para la administra-
ción de justicia y sus destinatarios. ◆
 doctrina · 27

LA ACORDADA 4/2007
EL PRINCIPIO DE INADMISIBILIDAD
Y SUS EXCEPCIONES
POR EDUARDO FABIÁN NAZARENO PERELLI
Y MAXIMILIANO RAFAEL CALDERÓN

SUMARIO: I. La Acordada N° 4/2007. Su verdadero alcance. —

II. Una posible objeción constitucional. — III. Las excepciones
a la inadmisibilidad. — IV. La prudencia y la equidad en el cen-
tro de la escena.

I. La Acordada N° 4/2007. Su verdadero al-
cance
La Acordada N° 4/2007 (16/03/2007) (Adla, Bol.
7/2007, p. 26) dictada por la Corte Suprema de
Justicia de la Nación viene a establecer paráme-
tros claros y definidos respecto a la forma en que
deben articularse tanto el recurso extraordinario
federal como la presentación directa por dene-
gación de aquél.
Basándose en sus potestades reglamentarias y
en la conveniencia de catalogar los requisitos de
admisibilidad de estas vías impugnativas, el alto
cuerpo detalla en diez artículos los recaudos for-
males que deberán cumplir a los fines de su ad-
misibilidad.
Si bien la Corte postula que la sistematización
de requisitos comporta un “provechoso instru-
mento” a fin de poder cumplir con los recaudos
de admisibilidad, lo real es que avanza bastante
más allá de esta posible función pedagógica (1).
Es que no nos encontramos con un mero com-
pendio indicativo de los requisitos que la praxis
recursiva y la jurisprudencia de la Corte han ido
definiendo para la impugnación extraordinaria y
su medio auxiliar, el recurso de queja. Si así fuera,
nos encontraríamos con un mero elenco de exi-
gencias que serviría como “manual de estilo” para
los litigantes, pero que no alteraría la dinámica de
valoración de admisibilidad de recursos vigente a
la fecha.
La Acordada 4/2007 tiene otras implicancias.
En efecto, el art. 11 señala expresamente que la
falta de satisfacción de alguno o algunos de los
recaudos o que lo haya hecho de modo deficiente
conlleva la desestimación del escrito postulato-

Especial para La Ley. Derechos reservados (ley
11.723)
(1) Es claro que los recaudos impuestos por la Cor-
te comportan un catalogo fiel de los requisitos que,
según conocidos y reiterados precedentes suyos, se
vienen exigiendo con respecto a la interposición del
recurso extraordinario, como ajustadamente lo expo-
ne el Ministro Carlos Fayt, en el voto propio con que
funda la Acordada. Destaca el espíritu docente de la

27
28 · doctrina Eduardo Fabián Nazareno Perelli y Maximiliano Rafael Calderón
rio, bastando la mención de la norma reglamen-
taria pertinente.
Esta correlación “incumplimiento de la Acor-
dada - desestimación del recurso” viene a conso-
lidar un criterio de valoración de admisibilidad
restringido, que no sólo se está delineando a tra-
vés de los fallos de la CSJN (2) sino además de
instrumentos normativos (3).
A su vez, al igual que el denominado writ of
certiorari, admite una declaración de inadmisibi-
lidad no susceptible de un control de logicidad
por falta de fundamentación (4).
En este sentido, la Acordada examinada excede
el marco de una mera recopilación de criterios,
redefiniendo la técnica recursiva y la morfología
del control de admisibilidad formal.
II. Una posible objeción constitucional
Creemos que la télesis de la Acordada va más
allá de la mera información institucional para los
litigantes sobre los criterios de admisibilidad a los
que será sometida su pieza recursiva.
Se pretende, con buen criterio, racionalizar la
dinámica recursiva extraordinaria, enfatizando el
Acordada, GOZAINI, Osvaldo Alfredo, “Acordada 4/
2007. Reglamentación de la técnica del recurso ex-
traordinario”, LA LEY, 29/03/2007, p. 1.
(2) Por caso, en recientes precedentes en que aco-
tó el concepto de causa civil delineado por su juris-
prudencia: causas “Barreto, Alberto Damián y otra c.
Provincia de Buenos Aires y otro s/daños y perjuicios”,
LA LEY, 2006-B, 391; “Contreras, Carlos Walter c. Pro-
vincia de Buenos Aires s/daños y perjuicios”
(C.4500.XLI) del 18 de abril de 2006 y “Zulema Gal-
fetti de Chalbaud e Hijos Sociedad de Hecho c. Santa
Fe, Provincia de s/daños y perjuicios” del 9 de mayo
de 2006.
(3) El más reciente ejemplo es el de la Acordada 2/
2007, que quintuplicó el monto del depósito en el
recurso de queja.
(4) Esta figura, prevista por el art. 280 del Cód. Pro-
cesal Civil y Comercial de la Nación, habilita una de-
negatoria objetiva, liberando a la Corte del deber de
motivar su resolución en tal sentido.
(5) Por esta vía se ajusta la competencia de la
Corte y se acota su conocimiento, lo que ha sido
juzgado criterioso “si la Corte quiere convertirse
en un tribunal de garantías constitucionales y no
carácter extraordinario de la vía (5) y evitando el
desgaste jurisdiccional derivado de la presenta-
ción generalizada de escritos confusos, profusos
y difusos (6).
La recepción periodística del dictado de la Acor-
dada así lo ha entendido, al acentuar su finalidad
limitativa (7).
Nuestra experiencia nos indica que, en gran
medida, los escritos recursivos suelen resultar fa-
rragosos, sea como consecuencia de cierta falta
de claridad expositiva, del abuso de los recursos
informáticos y las citas doctrinarias y jurispru-
denciales, o de un exceso de prudencia que lleva a
los litigantes a intentar abarcar todos los aspectos
posibles en su impugnación, para eludir el riesgo
de que ésta no se juzgue autosuficiente o deje
indemne algún fundamento del inferior. Correla-
tivamente, desde una óptica realista, creemos
posible y plausible modificar acendradas prácti-
cas y comenzar a desarrollar una nueva técnica
que se ajuste a los parámetros y las extensiones
que nuestro alto cuerpo nos exige (8).
Sin embargo, es inevitable preguntarnos qué
sucede en el caso de que un justiciable, al que le
asiste razón fundada para ocurrir por vía extraor-
dinaria ante la Corte, por deficiencia de su letra-
en una cuarta instancia ordinaria” (Conf. GOZAÍ-
NI, op. cit.).
(6) Esto en la medida que la brevedad de los recur-
sos conspirará contra las reiteraciones innecesarias y
exigirá una técnica recursiva y hasta un empleo del
lenguaje más depurado.
(7) Por caso, Diario Judicial señala que la Corte his-
tóricamente “ha tendido a disminuir su competencia
para entender en la menor cantidad de casos posi-
bles” (martes 03 de abril de 2007 http://www.diario
judicial.com/nota.asp?IDNoticia=32171), e Infobae
señala que se establecen mayores requisitos para
“frenar el ingreso de expedientes” (http://
www.infobaeprofesional.com/interior/index.php?
p= nota&idx=42994&cookie).
(8) Señala GOZAINI, op. cit., que “La acordada, en
nuestro parecer, no busca formalizar las formalida-
des ni dar más solemnidades a un recurso que, por sí
mismo, requiere de una técnica puntual. En cambio,
persigue afanosamente convertir a la pieza en un ri-
guroso escrito donde el recurrente señale con preci-
sión cuál es la cuestión federal que le permite habili-
tar la intervención de la Corte. Obsérvese que el mis-
mo formulario interroga sobre la decisión que preten-
de obtener del tribunal”.

do, por haber actuado en una causa compleja
que impone una pieza más extensa o aún por
mera tozudez, se aparta de los requerimientos
formales que establece la Acordada.
La respuesta dogmática es sencilla: su recurso
será declarado inadmisible.
Desde la óptica constitucional, la cuestión es
más vidriosa. No parece sencillo admitir que,
mediante Acordada, la Corte pueda establecer un
conjunto de requisitos formales a cumplirse bajo
pena de admisibilidad.
Es que, si miramos el asunto desde la óptica del
derecho de defensa (art. 18, Constitución Nacio-
nal) y no sólo desde el ángulo visual de la conve-
niencia práctica, nos encontraremos con una res-
tricción que condiciona a cuestiones rituales la
vigencia de garantías sustantivas.
Esto contradice la propia doctrina de la Corte
respecto del exceso ritual manifiesto, a más de la
posible discusión sobre la competencia específi-
ca del alto cuerpo para fijar causales de admisibi-
lidad generales (y no para el caso concreto en que
debe fallar).
Por lo demás, la razonabilidad de la restricción
reconoce grados. Si bien el art. 11 de la Acordada
establece la admisibilidad como sanción común
para el incumplimiento de cualquier recaudo for-
mal, podemos coincidir en que la cita inexacta de
un fallo de la Corte (art. 9), no comportan óbices
a la admisibilidad del recurso de igual rango que,
por caso, el rechazo del recurso por no contener
una relación de causa (art. 3 inc. b), una referen-
cia al agravio causado (art. 3 inc. c) o una refuta-
ción integral del decisorio puesto en crisis (art. 3
inc. d).
Como dificultad añadida señalamos la ausen-
cia de vías impugnativas que permitan reme-
diar una declaración de inadmisibilidad que
entrañe un exceso ritual manifiesto por parte
de la Corte (9).
(9) Si bien es posible pensar en el órgano que po-
dría decidir el punto (Corte Suprema de Justicia, in-
tegrada por conjueces), no es fácil advertir cómo se
podría articular, pues hasta el momento en que el alto
cuerpo declara inadmisible el recurso no existe inte-
rés directo para recurrir, y una vez ocurrido ello, no
subsisten instancias impugnativas. No es de descar-
tar el planteamiento a todo evento de la cuestión ni el
eventual recurso a una acción autónoma de inconsti-
tucionalidad, si admitiéramos dicha figura.
doctrina · 29
El quid de la constitucionalidad de la regla de
admisibilidad quedará reservado al caso de re-
cursos que no se ajustan a las pautas del regla-
mento, pues en los restantes casos el cumpli-
miento espontáneo evitará toda controversia
sobre la validez de la reglamentación. En este
sentido, nos encontraremos con un estatuto nor-
mativo cuya utilidad sobrevivirá a su eventual
invalidez.
Y, en los casos de incumplimiento de la regla-
mentación, su valoración constitucional deberá
apreciarse en concreto, considerando si la Corte
efectivamente declaró de manera automática la
inadmisibilidad de un recurso, incurriendo en un
exceso ritual manifiesto. Si no lo hizo, no nos en-
contraremos con un gravamen constitucional
actual, sino meramente potencial.
En esta lógica, la clave de bóveda de la razona-
bilidad del sistema son las excepciones a la regla
de inadmisibilidad, que puede llevar a la Corte a
ingresar al tratamiento de un recurso confeccio-
nado al margen de la reglamentación.
III. Las excepciones a la inadmisibilidad
Conforme los términos del art. 11 de la Acor-
dada, la regla es que los escritos que no satisfacen
alguna o algunas de sus exigencias o lo hagan de
modo deficiente deben ser desestimados, median-
te una mera indicación de la disposición regla-
mentaria incumplida.
Frente a este principio, imperativo para los
miembros de la Corte (10), se erigen dos excep-
ciones generales (11):
III.1. Inexistencia de obstáculo insalvable para
la admisibilidad
Señala textualmente el art. 11 segunda parte que
deberá desestimarse el recurso “salvo que, según
su sana discreción, el incumplimiento no consti-
tuya un obstáculo insalvable para la admisibilidad
de la pretensión recursiva”.
(10) La norma expresa que la Corte “desestimará”
la impugnación, de manera imperativa, y no que “po-
drá desestimarla”.
(11) Existe además una excepción especial: la falta
de constitución de domicilio, que da lugar al régimen
del art. 257 del Cód. Procesal Civil y Comercial de la
Nación, por indicación del art. 11 in fine.
30 · doctrina Eduardo Fabián Nazareno Perelli y Maximiliano Rafael Calderón
Una primera observación que merece la nor-
ma es que de alguna manera se contradice con el
sentido lógico del resto de la Acordada.
Es que, si la Corte decidió formular una regla-
mentación descriptiva de los presupuestos for-
males de admisibilidad de los recursos, estable-
ciéndolos a priori y en abstracto, no parece razo-
nable pensar que en un caso concreto la ausencia
de estos requisitos generales vaya a ser irrelevan-
te a los fines de esa misma admisibilidad, siempre
valorada con criterios formales.
Los criterios instrumentales no pueden variar
en virtud de la materia del recurso, pues justa-
mente se establecen como prius de su proponibi-
lidad, con relativa independencia de la proceden-
cia intrínseca de la impugnación.
Entonces, o bien (a pesar de que la Acordada
diga lo contrario) no todos los requisitos previs-
tos son necesarios a los fines de la admisibilidad,
o bien, si lo son, la dispensa debe fundarse en
algún criterio que vaya algo más allá de la mera
apreciación ritual.
En rigor, creemos que lo que se debería haber
expresado es que la Corte puede obstar a la des-
estimación del recurso de acuerdo a su sana dis-
creción, dejando abierta la posibilidad de que se
apoye en motivos de cualquier orden.
En este estado, cabe considerar la extensión de
la referencia a la sana discreción del tribunal.
Un tópico que no por reiterado deja de ser útil
es acudir al significado del concepto según el Dic-
cionario de la Real Academia Española. Discre-
ción, en lo que nos interesa, sería esa sensatez
para formar un juicio y tacto para hablar u obrar.
Pero, en el caso que nos ocupa, con una caracte-
rística fundamental: dicha sensatez es ejercida sin
tasa o limitación alguna. Y ello resulta lógico al
entender que un concepto como el que analiza-
mos resiste cualquier intento de encorsetamien-
to, no pudiendo ser reducido a una definición
clara y delimitable.
Con esta extensión y entendido en su mayor
amplitud, la excepción que examinamos garanti-
(12) Insistimos en que algunos recaudos previstos
por la reglamentación no inciden de manera deter-
minante sobre la admisibilidad, aunque del texto del
reglamento se desprenda lo contrario. Pensamos en
la forma de citar los fallos de la Corte del art. 9 y en las
za a la Corte que, ante la necesidad o la oportuni-
dad, pueda dejar de lado cualquier exceso o de-
fecto en la presentación y receptar el remedio
federal por interesarle de una forma particular la
cuestión traída a su conocimiento. Particularmen-
te las situaciones de gravedad institucional, con lo
rico y variado de su definición realizada a lo largo
de los años por parte del Alto Tribunal, podrán
justificar la exención de recaudos por el tribunal,
pudiendo de ese modo continuar enriqueciendo
su contenido doctrinal.
Consideramos apropiado que la propia Corte
ajuste en su doctrina la fuerza restrictiva de la
reglamentación, definiendo cuáles son los requi-
sitos específicamente obstativos de la admisibili-
dad formal (12).
No resulta claro si esta “sana discreción” de la
Corte le impone detallar fundadamente las razo-
nes por las que se trata un recurso formalmente
inadmisible. Creemos que es así, no sólo por la
regla de la exigencia de fundamentación lógica y
legal de las resoluciones judiciales (aún las dicta-
das en virtud de facultades discrecionales), sino
también en garantía de la parte no recurrente,
que podría invocar un interés legitimo en la de-
claración de inadmisibilidad.
Por fin, resta preguntarnos en qué oportuni-
dad y de qué manera se puede ejercer esta sana
discreción del tribunal.
Como justamente la télesis de la Acordada es
obligar a un examen profundo de las cuestiones
arribadas a la Corte para merituar su admisibili-
dad, creemos que el ejercicio de sus facultades
discrecionales puede articularse a partir del exa-
men de la carátula que establece el art. 2 inc. j)
para el recurso extraordinario federal y el art. 6
para la queja. Allí se detallan sucintamente los
términos de la impugnación, pudiendo revelar al
alto cuerpo la existencia de algún fundamento
que justifique la habilitación excepcionalísima de
la vía que deja en pie el art. 11.
Es de destacar que dicho juicio de “discrecio-
nalidad” sólo puede estar en cabeza de la Corte
Suprema. Los tribunales superiores de la causa
deben limitar su accionar al juicio de admisibili-
reglas de presentación, extensión y letra del recurso
(respecto a este aspecto, comparte GOZAÍNI, op. cit.,
que un rechazo importaría un exceso ritual manifies-
to).

dad formal de los recursos extraordinarios. Si no
se cumplen los lineamientos de la Acordada 04/
2007 deben circunscribir su actuar a la sanción
que brinda el art. 11 segundo párrafo, quedando
al recurrente, a los fines de apelar a la “sana dis-
creción”, el recurso de queja.
III.2. Recurso interpuesto in forma pauperis
La otra excepción se establece en el art. 12 de la
Acordada, indicando que no será aplicable el re-
glamento a los recursos interpuestos in forma
pauperis.
El concepto fue desarrollado por la misma Corte
Suprema de Justicia ya en 1868, y registrado en
Fallos 5:459, entendiendo a las presentaciones in
forma pauperis como recursos judiciales bien es-
tablecidos, pese a sus defectos formales, cuando
son interpuestos por personas privadas de su li-
bertad y sin la debida asistencia letrada, enten-
diendo a los mismos como una manifestación de
voluntad de ser asistido adecuadamente para in-
terponer los recursos de ley.
La disposición tiene una lógica indudable: la
Reglamentación no puede dirigirse contra pre-
sentaciones que ya tienen una disculpa anticipa-
da por parte de la Corte por las casi seguras ca-
rencias formales que adolecen.
Tales recursos siempre importaron una disminu-
ción de las exigencias formales y de fundamenta-
ción en el recurso extraordinario federal, de donde
es coherente que se mantenga este status excepcio-
nal en la reglamentación que, según las mismas pa-
labras de la Corte, supone una sistematización de
los lineamientos que sobre el tema vienen ensayan-
do e imponiendo desde hace ya un tiempo.
En otro lugar hicimos referencia a los estánda-
res (13) que el Alto Tribunal ha fijado para la re-
cepción de los recursos extraordinarios in forma
pauperis y de donde surge la sana practica de
imponer a los tribunales la decisión de acoger las
(13) En primer lugar que resulte ostensible la in-
tención evidente del recurrente de querer articular
un remedio procesal extraordinario contra una sen-
tencia criminal recaída en su contra; y en segundo
lugar la presentación debe ser hecha por personas
desvalidas, privadas de su libertad y sin la debida
asistencia letrada.
(14) Fallos 310:1934.
(15) Fallos 315:2987.
doctrina · 31
peticiones informales que presentan las personas
privadas de su libertad ambulatoria, adoleciendo
de la totalidad de los requisitos que hacen a su
viabilidad formal. Aquí miraremos un poco más
al trasfondo axiológico que le da sustento.
Las pautas de interpretación y que hacen a su
aceptabilidad, derivan de dos principios que bien
pueden presidir toda la arquitectura elaborada
por la Corte Suprema respecto a las excepciones
contempladas en la Reglamentación: la justicia y
la equidad. Es el respeto y la vigencia de estos dos
valores lo que permite adaptarse a las exigencias
de la ley para reparar o subsanar los efectos /
defectos que impregnan las presentaciones de este
género, sean producto de la ignorancia del dere-
cho por parte de los condenados, o el descuido u
olvido de los defensores (14).
Es decir, que esta “práctica” (15) que viene ad-
mitiendo la Corte Suprema y que obliga a los tribu-
nales inferiores al limite de que se lleguen a anular
resoluciones judiciales que vulneren dicha prácti-
ca (16), que “disculpa” los defectos técnicos en los
recursos extraordinarios federales interpuestos
directamente por presos legos y sin defensa letra-
da adecuada (17), que “suple” incluso vencimien-
tos de plazos ante la inactividad del defensor (18),
que “encuadra” tuitivamente presentaciones des-
ordenadas e incompletas de personas detenidas
(19) e incluso de personas condenadas no deteni-
das (20) responden a una creación pretoriana de la
Corte Suprema de Justicia de la Nación, no todavía
totalmente sistematizada y coherente, pero que se
encuentra en constante construcción. Construc-
ción que ya permite avizorar con cierta estabilidad
un corpus doctrinal que amerita y justifica su con-
templación como causal de excepción autónoma
en la Reglamentación que comentamos.
IV. La prudencia y la equidad en el centro de
la escena
El derecho consiste en predecir, según pala-
bras de Oliver Wendell Holmes (21).
(16) Fallos 314:1514.
(17) Fallos 314:797.
(18) Fallos 314:1909.
(19) Fallos 314:1163.
(20) Fallos 320:854.
(21) HOLMES, Oliver Wendell, “La Senda del Dere-
cho”, Abeledo Perrot, Buenos Aires, Argentina, 1975,
p. 15 y siguientes.
32 · doctrina Eduardo Fabián Nazareno Perelli y Maximiliano Rafael Calderón
La seguridad jurídica reposa, para los litigantes,
más que en la estabilidad de las normas, en la
posibilidad de contar con precedentes claros y
coherentes que les permitan saber cómo resolve-
rán los tribunales los casos sometidos a su potes-
tad. Y en ese camino, a los fines de que el mismo
sea ancho y recto, no debe dejarse resquicio para
la arbitrariedad. Resulta entonces, indispensable
asegurar el mismo tratamiento a los casos iguales
y el tratamiento pertinente a los que no lo son.
En ese cuadro, los fines de la Reglamentación
son saludables y plausibles, al explicitar los carta-
bones que se tendrán en consideración, al mo-
mento de evaluarse la admisibilidad de una vía
impugnativa, poniendo a disposición de los justi-
ciables un elenco de recaudos claros y precisos.
También saludable es el logro de otro fin, más
prosaico pero no menos relevante desde el ángu-
lo de la praxis: la reducción de funciones cognos-
citivas de un órgano colapsado con el volumen de
trabajo y la racionalización y homogeneización
de las piezas impugnativas.
Y el aspecto que goza de una menor salud, el
de la restricción eventual de derechos individua-
les por vía de acordada y configurando even-
tualmente casos de exceso ritual manifiesto, pue-
de atenuarse apropiadamente mediante los an-
ticuerpos que la propia reglamentación discipli-
na: las excepciones de los arts. 11 segundo pá-
rrafo y 12.
En esta línea, la prudencia y la equidad de nues-
tra Corte se coloca en el centro de la escena, pues
será en última instancia la garantía de una aplica-
ción racional y razonable de la reglamentación,
que maximice sus virtudes ordenatorias y mini-
mice sus riesgos y efectos no deseados. ◆
 doctrina · 33

EL LIMITE DE PAGINAS
Y LA SANCION POR
INCUMPLIMIENTO DE
LOS REQUISITOS FORMALES
EN LA ACORDADA 4/2007
DE LA CORTE SUPREMA
POR CALOGERO PIZZOLO

SUMARIO: I. Nociones preliminares. — II. Límite de páginas

en la presentación del recurso extraordinario federal y del re-
curso de queja por denegación de aquél. — III. Desestimación
del recurso por incumplimiento de los requisitos formales. —
IV. A modo de colofón.

I. Nociones preliminares cional que este Tribunal ha considerado como

Con fecha del 16 de marzo pasado, la Corte
Suprema de Justicia de la Nación (en adelante
CSJN) aprobó la Acordada 4/2007 (Adla, Bol. 7/
2007, p. 26) referida al Reglamento sobre los
Escritos de Interposición del Recurso Extraordi-
nario y del Recurso de Queja por denegación de
aquél. El Tribunal se refiere a “la sistematización
que se lleva a cabo como un provechoso instru-
mento para permitir a los justiciables el fiel cum-
plimiento de los requisitos que, como regla, con-
dicionan el ejercicio de la jurisdicción constitu-
Especial para La Ley. Derechos reservados (ley
11.723)
(1) CSJN, Acordada 4/2007, considerando segun-
do, publicada en el B.O. (primera sección) N° 31.120
de miércoles 21 de marzo de 2007, ps. 7-9.
eminente” (1).
Como vemos, se asume abiertamente la exis-
tencia de una jurisdicción constitucional de ca-
rácter “eminente” en cabeza de la CSJN lo cual
determinaría, por sí misma, la necesidad de que
—como toda jurisdicción— sea reglada. Podrá
discutirse si el máximo Tribunal puede auto-re-
gular el acceso a dicha jurisdicción con el alcance
que lo ha hecho, pero lo que parece fuera de todo
debate es la necesidad de contar con una jurisdic-
ción de este tipo en nuestro país. En especial des-
pués que la última reforma constitucional en 1994
modificó radicalmente el sistema primario de fuen-
tes elevando a la jerarquía constitucional un con-
junto de instrumentos internacionales sobre de-
rechos humanos. Dichos instrumentos, junto a
las normas constitucionales, son ahora normas
básicas de referencia y con este carácter forman
parte de la fórmula primaria de validez conocida
entre nosotros como Bloque de Constitucionali-

33
34 · doctrina
dad Federal (2). Por tanto, requieren de un gran
integrador que permita ir superando las tensio-
nes intra bloque producto de un dispositivo nor-
mativo de condición tan heterogénea.
En lo que es objeto de este trabajo (3) nos cir-
cunscribimos a la exigencia puntual por parte de
la citada Acordada de un número de páginas para
los recursos en cuestión, y a la sanción por in-
cumplimiento de los requisitos formales. El abor-
daje se hará siguiendo el principio de la tutela
judicial efectiva, con jerarquía constitucional en
nuestro sistema (cfr. art. 75 inc. 22, CN) y, por
tanto, interrogándonos sí las exigencias formales
y la sanción que acarrea su incumplimiento lesio-
nan este principio en una de sus manifestaciones
más firmes: el derecho de acceso a la jurisdicción
y el consiguiente derecho a un pronunciamiento
jurisdiccional frente a la pretensión planteada.
No se debe olvidar que la referida tutela consti-
tuye una garantía; procura evitar que los dere-
chos, lejos de estar disponibles para sus titulares,
se transformen en fórmulas nominales declama-
das. El principio de la tutela efectiva, tiene dicho
la Comisión Interamericana de Derechos Huma-
nos (4), “puede traducirse en la garantía de la libre
entrada a los tribunales para la defensa de los
derechos e intereses frente al poder público, aun
cuando la legalidad ordinaria no haya reconocido
un recurso o acción concreto”. También dijo que
“la incertidumbre o falta de claridad en la consa-
gración de los requisitos de admisibilidad de una
acción, puede constituir una violación ese dere-
cho fundamental”. El recurso sencillo y rápido
amparado por el art. 25 de la Convención Ameri-
cana sobre Derechos Humanos (Adla, XLIV-B,
1250) “impide que el acceso a la justicia se con-
vierta en un desagradable juego de confusiones
en detrimento de los particulares”.
II. Límite de páginas en la presentación del
recurso extraordinario federal y del recurso de
queja por denegación de aquél
El punto 1° del Reglamento bajo análisis expre-
sa lo siguiente: “El recurso extraordinario federal
(2) Véase PIZZOLO, Calogero, “La validez jurídica
en el ordenamiento argentino. El Bloque de Consti-
tucionalidad Federal”, LA LEY, 2006-D, 1023.
(3) El autor desea agradecer la colaboración pres-
tada por la ayudante alumna María Paz Herrera en la
investigación desarrollada con motivo del presente.
(4) Comisión IDH, Informe 105/99 de 29 de sep-
tiembre de 1999, párrafos 57, 58 y 61.
Calogero Pizzolo
deberá interponerse mediante un escrito de ex-
tensión no mayor a cuarenta (40) páginas de vein-
tiséis (26) renglones, y con letra de tamaño clara-
mente legible (no menor de 12)”. El punto 4°, por
su parte, dice: “El recurso de queja por denega-
ción del recurso extraordinario federal deberá
interponerse mediante un escrito de extensión
no mayor a diez (10) páginas de veintiséis (26)
renglones, y con letra de tamaño claramente legi-
ble (no menor de 12)”.
Hasta la sanción de las directivas trascriptas, la
extensión material de los recursos en cuestión
estaba sujeta mayormente a la voluntad de su re-
dactor. La libertad narrativa de éste no encontra-
ba mayores obstáculos de índole formal. Parte de
la doctrina criticaba así que en nuestro sistema,
salvo la forma escrita y los requisitos mínimos
que rigen para los restantes escritos judiciales, el
recurso extraordinario quedara “librado a la ima-
ginación y libre creación de cada letrado en lo
atinente a su contenido, disposición de los capí-
tulos y extensión”. Ello, se afirmaba, torna difícil
examinar cada recurso extraordinario “escrito
según la libre creación de cada parte” contribu-
yéndose así a la demora y lentitud en la circula-
ción de los expedientes por las distintas secreta-
rías de la CSJN (5).
La Acordada 4/2007, en línea con este pensa-
miento crítico, ha buscado uniformar en unas
pocas reglas el formato de los recursos en cues-
tión limitando la extensión de su contenido. Es
muy probable que para ello se haya inspirado en
las Rules of the Supreme Court of the United Sta-
tus(6) que establecen la obligación de utilizar el
cuerpo 11 (tipo roman) “o un tipo más grande
con dos puntos o más entre líneas” (7). Asimismo,
las citadas reglas disponen límites al número de
páginas de las distintas peticiones: para el Writ of
Certiorari (regulado en la regla 14) el límite es de
30 páginas (8).
Resaltando las bondades de estas limitacio-
nes se ha dicho: “Estas exigencias no constitu-
yen, en rigor, un formalismo desprovisto de
(5) Cfr. BIANCHI, Alberto B., “¿Ha fracasado el cer-
tiorari?”, LA LEY, 2004-A, 1381.
(6) Adoptadas el 14 de marzo de 2005, efectivas
desde el 2 de mayo de 2005, disponibles en
www.supremecourtus.gov
(7) Rule 33. Document Preparation: Booklet For-
mat; 81/2- by 11-Inch Paper Format, (b).
(8) Idem, (g) (i).

finalidad práctica. Por el contrario, contribu-
yen a la agilidad con que la Corte examina los
casos y a la homogeneidad de tratamiento otor-
gada a cada uno de ellos en relación con el
resto. Véase qué difícil es examinar cada re-
curso extraordinario escrito según la libre crea-
ción de cada parte y cuánto más fácil, en cam-
bio, resulta trabajar con escritos iguales entre
sí, donde la disposición de los capítulos y la
presentación de las cuestiones responden al
mismo formato. Es cierto que esto resta liber-
tad a la capacidad creativa de las partes, pero
contribuye con eficacia a estandarizar el tra-
bajo y con ello agilizarlo” (9).
Siguiendo en el derecho comparado, en Espa-
ña donde funciona una jurisdicción especializa-
da, la Ley Orgánica del Tribunal Constitucio-
nal(10) no dispone límites expresos como los aquí
tratados. Por ejemplo, en relación al amparo
constitucional, se dice que “se iniciará mediante
demanda en la que se expondrán con claridad y
concisión los hechos que la fundamenten, se ci-
tarán los preceptos constitucionales que se esti-
men infringidos y se fijará con precisión el am-
paro que se solicita para preservar o restablecer
el derecho o libertad que se considere vulnera-
do” (art. 49.1). Mientras que en relación a la ini-
ciación de un proceso constitucional, en gene-
ral, se dispone que “deberá hacerse por escrito
fundado en el que se fijará con precisión y clari-
dad lo que se pida” (art. 85.1). Disponiéndose
finalmente que: “Se aplicarán, con carácter su-
pletorio de la presente Ley, los preceptos de la
Ley Orgánica del Poder Judicial y de la Ley de
Enjuiciamiento Civil, en materia de comparecen-
cia en juicio, recusación y abstención, publici-
dad y forma de los actos, comunicaciones y ac-
tos de auxilio jurisdiccional, día y horas hábiles,
cómputo de plazos, deliberación y votación, ca-
ducidad, renuncia y desistimiento, lengua oficial
y policía de estrados” (art. 80).
La vigencia de la tutela judicial efectiva no des-
conoce la procedencia de las formas con el obje-
to de regular el acceso a la jurisdicción. No signi-
fica de hecho que la medida de la libertad de for-
(9) BIANCHI, Alberto B., “¿Ha fracasado el certio-
rari?”, ya citado.
(10) Texto integrado de las Leyes Orgánicas 2/1979,
8/1984, 4/1985, 6/1988, 7/1999 y 1/2000.
(11) Corte IDH, Caso Juan Humberto Sánchez, sen-
tencia de 7 de junio de 2003, Serie C N° 99, párrafo 66.
doctrina · 35
mas nos indique la medida de la tutela judicial
efectiva. Lo que anula dicha tutela son los excesos
rituales, el apego a los formalismos meramente
abstractos, más que el seguimiento de reglas que
ordenen el proceso. En consecuencia, una vez
más, la improcedencia en este caso de reglas de
procedimiento va a estar dada por la ausencia de
razonabilidad en las mismas, y no por su mera
existencia.
El fin expuesto por la CSJN para adoptar el
Reglamento que analizamos es, según puede
apreciarse, agilizar el trámite de los expedien-
tes que circulan por sus despachos, además de
ir circunscribiendo su competencia a casos que
el Tribunal entienda son de manifiesta relevan-
cia institucional. Parece que dicho fin es por
demás legítimo cuando el fin último de un sis-
tema de administración de justicia es proveer
está en un plazo razonable, alejándose de dila-
ciones injustificadas que precisamente generan
la privación de aquélla. El medio elegido es,
como sabemos, ajustar de manera general los
recursos en cuestión a un conjunto de limita-
ciones formales (número de páginas, tipo de
letra, etc.). ¿Está en proporción razonable el
medio con el fin perseguido? Consideramos que
dichas limitaciones no frustran la tutela de la
pretensión esgrimida en la medida que están
pensadas, no para obstaculizar, sino para viabi-
lizar la intervención de la CSJN con el objeto de
revisar procesos donde, por lo general, la pre-
tensión deducida ya ha obtenido consideración
en las instancias inferiores.
En el sentido anterior, nunca está de más re-
cordar la jurisprudencia de la Corte Interame-
ricana de Derechos Humanos (en adelante Cor-
te IDH) en relación a los procedimientos desa-
rrollados ante ella los cuales se distinguen, res-
pecto a las jurisdicciones internas, por su liber-
tad de formas. Dicho Tribunal tiene dicho que,
de acuerdo con el contexto de aplicación de la
Convención Americana sobre Derechos Huma-
nos —con jerarquía constitucional en nuestro
sistema— y el objeto y fin de la misma, “las nor-
mas relativas al procedimiento se deben aplicar
con base en un criterio de razonabilidad, pues
de lo contrario se ocasionaría un desequilibrio
entre las partes y se comprometería la realiza-
ción de la justicia” (11). Para agregar: “la inob-
servancia de ciertas formalidades, respecto a
tal jurisdicción (la interna), no siempre es rele-
vante, pues lo esencial es que se preserven las
condiciones necesarias para que los derechos
procesales de las partes no sean disminuidos o
desequilibrados, y para que se alcancen los fi-
36 · doctrina
nes para los cuales han sido diseñados los dis-
tintos procedimientos” (12).
Dichos fines no son otros que la tutela efectiva
de los derechos reconocidos y así como la liber-
tad de formas facilita dicha tutela, en la medida
que no genera un desequilibrio procesal entre las
partes, la exigencia de requisitos formales no le-
sionan a aquélla en la medida que no se transfor-
men en obstáculos e impedimentos rituales más
de acuerdo con las formas que con la disponibili-
dad de los derechos en sí.
Para la Corte IDH el proceso “es un medio para
realizar la justicia y ésta no puede ser sacrificada
en aras de meras formalidades, sin que por ello se
afecte la seguridad jurídica y el equilibrio proce-
sal entre las partes. Por referirse a violaciones a
derechos humanos y acoger, en consecuencia, el
principio de verdad histórica, el proceso ante este
Tribunal internacional tiene un carácter menos
formalista que el seguido ante las autoridades in-
ternas” (13). Mientras que en otro pronunciamien-
to sostuvo que: “Dentro de ciertos límites de tem-
poralidad y razonabilidad, ciertas omisiones o
retrasos en la observancia de los procedimientos,
pueden ser dispensados, si se conserva un ade-
(12) Corte IDH, Caso Velázquez Rodríguez, Excep-
ciones Preliminares, sentencia de 26 de junio de 1987,
Serie C N° 1, párrafo 33. En el mismo sentido, Caso
Fairén Garbi y Solis Corrales, Excepciones Prelimina-
res, sentencia de 26 de junio de 1987, Serie C N° 2,
párrafo 38; Caso Godínez Cruz, Excepciones Prelimi-
nares, sentencia de 26 de junio de 1987, Serie C N° 3,
párrafo 36; Caso Gangaram Panday, Excepciones Pre-
liminares, sentencia de 4 de diciembre de 1991, Serie
C N° 12, párrafo 18; Caso Castillo Petruzzi y otros,
Excepciones Preliminares, sentencia de 4 de septiem-
bre de 1998, Serie C N° 41, párrafo 77; Caso Castillo
Petruzzi y otros, sentencia de 30 de mayo de 1999,
Serie C N° 52, párrafo 60; Caso Durand y Ugarte, sen-
tencia de 16 de agosto de 2000, Serie C N° 68, párrafo
45; y Caso Cantoral Benavides, sentencia de 18 de
agosto de 2000, Serie C N° 69, párrafo 45.
(13) Corte IDH, Caso Lori Berenson Mejía, senten-
cia de 25 de noviembre de 2004, Serie C N° 119, párra-
fo 82.
(14) Corte IDH, Caso Cayara, Excepciones Prelimi-
nares, sentencia de 3 de febrero de 1993, Serie C N°
14, párrafo 42. En el mismo sentido, Caso Paniagua
Morales y otros, Excepciones Preliminares, sentencia
de 25 de enero de 1996, Serie C N° 23, párrafo 38; Caso
Castillo Páez, Excepciones Preliminares, sentencia de
30 de enero de 1996, Serie C N° 24, párrafo 34; Caso
Loayza Tamayo, Excepciones Preliminares, senten-
cia de 31 de enero de 1996, Serie C N° 25, párrafo 33;
Calogero Pizzolo
cuado equilibrio entre la justicia y la seguridad
jurídica” (14).
El Tribunal Constitucional español (en adelante
TCE), por su lado, ha interpretado que el derecho
a la tutela judicial efectiva (15) “comporta, como
contenido esencial y primario, el de obtener de
los órganos judiciales una resolución razonada y
fundada en Derecho sobre el fondo de las preten-
siones oportunamente deducidas por las partes,
tanto si se resuelve acerca del fondo o propio
contenido de éstas como si se inadmite la acción
en virtud de la aplicación razonada y no arbitraria
de una causa legal debidamente acreditada” (16).
En lo que hace a la revisión de los presupuestos y
requisitos procesales, el citado Tribunal afirma
que dicha revisión es procedente “en los casos en
que la normativa procesal se haya interpretado
de forma rigorista, excesivamente formalista o
desproporcionada en relación con los fines que
preserva y los intereses que se sacrifican” (17).
El TCE distingue, al momento de garantizar el
acceso a la jurisdicción, si se trata de la primera
oportunidad del justiciable, o bien de su interven-
ción en instancias sucesivas. Así se afirmó que “tra-
tándose del acceso a la jurisdicción, y estando por
Caso Paniagua Morales y otros, sentencia de 8 de
marzo de 1998, Serie C N° 37, párrafo 70; Caso Castillo
Petruzzi y otros, Excepciones Preliminares, senten-
cia de 4 de septiembre de 1998, Serie C N° 41, párrafo
78; Caso Loayza Tamayo, Reparaciones, sentencia de
27 de noviembre de 1998, Serie C N° 42, párrafo 39;
Caso Bámaca Velásquez, sentencia de 25 de noviem-
bre de 2000, Serie C N° 70, párrafo 96; Caso del Tribu-
nal Cnstitucional, sentencia de 31 de enero de 2001,
Serie C N° 71, párrafo 45; Caso Baena Ricardo y otros,
sentencia de 2 de febrero de 2001, Serie C N° 72, pá-
rrafo 76; Caso Ivcher Bronstein, sentencia de 6 de fe-
brero de 2001, Serie C N° 74, párrafo 67¸ y Caso Moli-
na Theissen, Reparaciones (art. 63.1 CADH), senten-
cia de 3 de julio de 2004, Serie C N° 108, párrafo 23.
(15) Consagrado en el artículo 24.1 de la constitu-
ción española vigente cuyo texto dice: “Todas las per-
sonas tienen derecho a obtener la tutela efectiva de
los jueces y tribunales en el ejercicio de sus derechos
e intereses legítimos, sin que, en ningún caso, pueda
producirse indefensión”.
(16) TCE, sentencia N° 330 de 20/11/2006, FJ 2. En
el mismo sentido, N° 79 de 4/04/2005, FJ 2; y N° 19 de
30/01/06, FJ 2.
(17) TCE, sentencia N° 330 de 20/11/2006, FJ 2. En
el mismo sentido, N° 285 de 27/11/2005, FJ 4; N° 16 de
29/01/2001, FJ 4; N° 71 de 26/03/2001, FJ 3; N° 58 de
11/03/2002, FJ 2; y N° 127 de 24/04/2006, FJ 2.

ello en juego la obtención de una primera decisión
judicial, los cánones de control de constitucionali-
dad se amplían como consecuencia de la proyec-
ción del principio pro actione, con el objeto de
evitar que determinadas aplicaciones o interpreta-
ciones de los presupuestos procesales eliminen u
obstaculicen injustificadamente el derecho a que
un órgano judicial conozca y resuelva en Derecho
sobre la pretensión a él sometida” (18).
El Reglamento que analizamos no priva al re-
currente del acceso a la jurisdicción ni del subsi-
guiente derecho a obtener un pronunciamiento
sobre la pretensión planteada. En nuestra opi-
nión, reglamenta de forma razonable e igualitaria
el acceso a la CSJN mediante la interposición de
un recurso extraordinario o un recurso de queja
por denegación de aquél. Estos recursos, en nues-
tro medio, habilitan la jurisdicción constitucional
que defiende la CSJN, y si bien las partes que ac-
túan en este proceso procuran la satisfacción de
sus propios intereses, su intervención nuestra
máxima instancia judicial la justifica como vemos
en el interés institucional del asunto. Por ello el
carácter extraordinario del recurso.
Distinto sería el caso si la Acordada 4/2007 que
examinamos consintiera, por ejemplo, un trato
diverso a los recurrentes como variar el límite de
páginas de acuerdo a la zona geográfica de pro-
cedencia del recurso, generando así una discri-
minación injustificada; o bien se establecieran re-
quisitos tales como la obligatoriedad de citar en
los escritos jurisprudencia extranjera en un idio-
ma diverso al de uso oficial, o exigir determinada
nacionalidad al recurrente.
III. Desestimación del recurso por incum-
plimiento de los requisitos formales
La Acordada 4/2007 que observamos establece
en su punto 11: “En el caso de que el apelante no
haya satisfecho alguno o algunos de los recaudos
para la interposición del recurso extraordinario
federal y/o de la queja, o que lo haya hecho de
modo deficiente, la Corte desestimará la apelación
mediante la sola mención de la norma reglamen-
taria pertinente, salvo que, según su sana discre-
ción, el incumplimiento no constituya un obstácu-
lo insalvable para la admisibilidad de la pretensión
(18) TCE, sentencia N° 330 de 20/11/2006, FJ 2. En
el mismo sentido, N° 207 de 26/10/1998, FJ 3; N° 63 de
26/04/1999, FJ 2; N° 72 de 30/09/2002, FJ 3; N° 184 de
2/11/2004, FJ 3; N° 79 de 4/04/2005, FJ 2; y N° 244 de
24/07/ 2006, FJ 2, entre otras.
doctrina · 37
recursiva. Cuando la Corte desestime esas preten-
siones por tal causa, las actuaciones respectivas se
reputarán inoficiosas. Del mismo modo deberán
proceder los jueces o tribunales cuando denieguen
la concesión de recursos extraordinarios por no
haber sido satisfechos los recaudos impuestos por
esta reglamentación. En caso de incumplimiento
del recaudo de constituir domicilio en la Capital
Federal se aplicará lo dispuesto por el art. 257 del
Código Procesal Civil y Comercial de la Nación”.
Como se desprende de la norma trascripta, el
incumplimiento de requisitos formales como los
tratados en el parágrafo precedente trae apareja-
do una sanción que de hecho significa el rechazo
del recurso en cuestión calificándolo de “inofi-
cioso”. Ello implica que la CSJN se reconoce a sí
misma un poder discrecional absoluto el cual le
permite decidir sobre la procedencia o improce-
dencia de las presentaciones. No se exige la míni-
ma fundamentación del rechazo sino que, como
vemos, alcanza con la simple invocación de la
norma que lo habilita. Un poder similar le reco-
noce a la CSJN el artículo 280 (Código Procesal
Civil y Comercial de la Nación), pero el origen de
la norma no se encuentra en el mismo poder que
la norma beneficia, sino en el Legislativo.
La trascendencia que cobra la jurisdicción cons-
titucional, que la CSJN busca ejercer, hubiera jus-
tificado la posibilidad de conceder un plazo razo-
nable para subsanar los vicios de forma que el
recurso en cuestión podría contener. No debe
olvidarse que en dicha jurisdicción, el Tribunal
que opera dota de un sentido a las normas cons-
titucionales, éstas pasan así a tener voz quebran-
do el silencio abstracto en que se encuentran. En
el acceso a la jurisdicción constitucional debiera
entonces haberse contemplado la trascendencia
que dicha jurisdicción tiene, no sólo para la inte-
gración de las normas que forman parte del siste-
ma jurídico, sino también para las partes que ac-
túan dentro de este sistema y que constituyen, en
última instancia, sus beneficiarios.
En el camino anterior, la ya citada Ley Orgánica
del Tribunal Constitucional en España dispone en
relación a la demanda de amparo constitucional
que cuando “concurran uno o varios defectos de
naturaleza subsanable, la Sección procederá en la
forma prevista en el artículo 85.2; de no producir-
se la subsanación dentro del plazo fijado en dicho
precepto, la Sección acordará la inadmisión me-
diante providencia, contra la cual no cabrá recur-
so alguno” (art. 50.5). Mientras que el nombrado
artículo 85.2 dice: “En los supuestos subsanables
a que se refiere el artículo 50 de la presente Ley, el
38 · doctrina
Tribunal deberá notificar al recurrente los moti-
vos de inadmisión que hubiere, con objeto de que,
dentro del plazo de diez días, pueda subsanar los
defectos advertidos”.
Precisamente el TCE ha desarrollado una desta-
cada jurisprudencia con relación a las posibles omi-
siones o defectos formales de los recursos presen-
tados. Los órganos judiciales, afirma, “deben llevar
a cabo una ponderación de los defectos que advier-
tan en los actos procesales de las partes, guardando
la debida proporcionalidad entre el defecto cometi-
do y la sanción que debe acarrear, procurando siem-
pre que sea posible la subsanación del defecto, fa-
voreciendo la conservación de la eficacia de los ac-
tos procesales y del proceso como instrumento para
alcanzar la efectividad de la tutela judicial. En dicha
ponderación debe atenderse a la entidad del defec-
to, a su incidencia en la consecución de la finalidad
perseguida por la norma infringida y a su trascen-
dencia para las garantías procesales de las demás
partes del proceso, así como a la voluntad y grado
del diligencia procesal apreciada en la parte en or-
den al cumplimiento del requisito procesal omitido
o irregularmente observado” (19).
Las mismas Rules of the Supreme Court of the
United States, que vimos inspiraron a la CSJN gran
parte de la Acordada 4/2007 que analizamos, pre-
vén la posibilidad de subsanar los defectos del
recurso en un plazo determinado. En efecto, allí
se afirma que sí el Clerk (funcionario del Tribunal
a cargo, entre cosas, del manejo de los expedien-
tes) determina que una petition referente a un
Writ of Certiorari presentada oportunamente y
de buena fe (good faith) no fue hecha conforme a
las formas prevista en las reglas 33 (límite de pági-
nas, tipo y cuerpo de letra, etc.) y 34, la devolverá
(will return) con una carta indicando las deficien-
cias (deficiency). El plazo para la corrección de la
petition no podrá superar los 60 días a partir de la
fecha que el Clerk envió la carta respectiva (20).
En el acceso a la jurisdicción constitucional cree-
mos que la ponderación de los defectos de forma
de los recursos conduce al reconocimiento de un
plazo razonable para subsanarlos. En instancias
inferiores esta ponderación será sin duda más
flexible, pero cuando interviene la última instan-
cia de revisión no debiera ser nula. En este rumbo
la CSJN supone a priori, al excluir cualquier plazo
de rectificación, que ningún defecto del recurso
(19) TCE, sentencia N° 330 de 20/11/2006, FJ 2. En
el mismo sentido, N° 12 de 28/01/2003, FJ 4; N° 331 de
19/12/1994, entre otras.
Calogero Pizzolo
es subsanable salvo que decidiera, según su “sana
discreción”, que el cumplimiento no constituya
un obstáculo insalvable para la admisibilidad de
la pretensión recursiva. Es de suponer que la mis-
ma CSJN hace un estudio preliminar del recurso
donde decide admitirlo o no a trámite, la decisión
negativa que no implique identificar los errores
formales no parece la más adecuada para el caso.
Cuando la Corte IDH recibe una demanda, con-
forme al artículo 34 de su Reglamento, el Presi-
dente del cuerpo realiza el mismo estudio preli-
minar y si “observare que los requisitos funda-
mentales no han sido cumplidos, solicitará al de-
mandante que subsane los defectos dentro de un
plazo de 20 días”. Se juzga como la solución más
razonable ya que, en el sistema interamericano al
igual que en nuestro derecho, se trata de la última
instancia de revisión, la última oportunidad de,
en un caso, obtener la confirmación de que el
Estado ha violado sus obligaciones internaciona-
les, en el otro, que se ha violado la constitución.
IV. A modo de colofón
Observamos al inicio que, mediante la Acorda-
da 4/2007 la CSJN busca afirmar su jurisdicción
constitucional. Lo dicho implica una intervención
localizada y focalizada en cuestiones de trascen-
dencia institucional que repercutan directamente
sobre la estabilidad de todo el sistema jurídico.
Ahora bien, una jurisdicción constitucional es el
complemento de una dinámica jurisdicción ordi-
naria que sirve de marco para resolver el resto de
las pretensiones de los justiciables. El problema en
nuestro medio fue, y en gran medida parece ser,
que la CSJN interviene para corregir notorias defi-
ciencias y arbitrariedades que las instancias prece-
dentes, según el caso, cometen con sus fallos y
sentencias. La consecuencia es una CSJN colapsa-
da por todo tipo de expedientes que buscan afano-
samente la realización de justicia que se les niega.
No vemos mal que la CSJN actúe como el refe-
rente constitucional, marcando la huella en esa
materia. Se trata de un rol necesario que nuestro
sistema espera. Ello, sin dejar de advertir que de-
ben evitarse las tentaciones que provocan los lo-
gros de sistemas judiciales que, si bien son simila-
res en las formas a nuestro sistema, responden a
una tradición republicana e institucional y que
cuentan con recursos que, lamentablemente, en
esta parte del mundo lejos estamos de ofrecer. ◆
(20) Cfr. Rule 14. Content of a Petition for a Writ of
Certiorari, (5).
 doctrina · 39

LA ACORDADA 4/2007 Y EL
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
POR JUAN VICENTE SOLA

SUMARIO: I. La extensión del escrito. — II. La simplificación

de los requisitos propios. — III. La selección de un caso. —
IV. Los fundamentos normativos del recurso extraordinario. —
V. Cuestiones constitucionales y procedimientos complejos.
— VI. Un acercamiento al writ of certiorari. — VII. El Procedi-
miento del Certiorari. La regla de Cuatro. — VIII. Cita de casos
de la Corte Suprema. — IX. Los derechos constitucionales y los
requisitos formales. El caso Gideon vs. Wainwright en 1963.

La aprobación de la acordada 4/2007 (Adla, Bol. I. La extensión del escrito

7/2007, p. 26) permite imaginar una importante
evolución del recurso extraordinario y su trans-
formación hacia un sistema eficaz de control ju-
dicial de constitucionalidad. Es también un acer-
camiento a sus orígenes norteamericanos, ya que
al simplificar los procedimientos se disminuirá el
número de casos y se facilitará la actividad la Cor-
te Suprema que se concentrará en la creación de
precedentes constitucionales.
El contenido de la Acordada N° 4/07 es equívo-
co en cuanto aparece como un simple instructor
del Recurso Extraordinario; creo, sin embargo,
que es el inicio de una reforma de nuestro proce-
dimiento de apelación constitucional. Su redac-
ción busca una simplificación del procedimiento
para buscar una mayor concentración en las cues-
tiones constitucionales planteadas.

Sin duda la reforma es auspiciosa ya que va-
loriza la solución de la cuestión constitucional
antes que a la insistencia remanida en las for-
mas procesales. La preponderancia que da la
Acordada a la claridad y precisión en el planteo
de la cuestión federal, permitirá determinar con
rapidez si ésta es inconsistente, lo que llevará a
la aplicación rápida del artículo 280 del Código
Procesal. Al mismo tiempo, una mayor certeza
en la definición de la cuestión federal permitirá
que los Fallos futuros tengan una mayor ejem-
plaridad.
El límite de extensión nos recuerda la necesi-
dad de escritos breves y que planteen la cuestión
federal que se propone a la consideración del tri-
bunal. Sin duda en estos casos la brevedad impo-
ne la claridad de ideas.
1°. El recurso extraordinario federal deberá in-
terponerse mediante un escrito de extensión no
mayor a cuarenta (40) páginas de veintiséis (26)
renglones, y con letra de tamaño claramente legi-
ble (no menor de 12). Igual restricción será de
aplicación para el escrito de contestación del tras-
lado previsto.

Especial para La Ley. Derechos reservados (ley En el artículo 2° se requiere la necesidad de de-
11.723) terminar la cuestión federal, sin ella no hay recur-

39
40 · doctrina
so extraordinario. En la Corte Suprema sólo hay
primordialmente cuestiones de derecho y éstas
deben estar claramente determinadas.
2°. Contendrá una carátula en hoja aparte en la
cual deberán consignarse exclusivamente los si-
guientes datos:
i) la mención clara y concisa de las cuestiones
planteadas como de índole federal, con simple
cita de las normas involucradas en tales cuestio-
nes y de los precedentes de la Corte sobre el tema,
si los hubiere; como así también la sintética indi-
cación de cuál es la declaración sobre el punto
debatido que el recurrente procura obtener del
Tribunal; no se considerará ninguna cuestión que
no haya sido incluida aquí;
j) la cita de las normas legales que confieren
jurisdicción a la Corte para intervenir en el caso.
II. La simplificación de los requisitos pro-
pios
Con la cuestión federal deben verificarse los re-
quisitos propios del recurso extraordinario que
deberán ser claramente enumerados y cumplidos
para que la apelación sea considerada. Este artícu-
lo recoge la vieja tradición de la Corte analizada
por Imaz y Rey (1), sin embargo, la simplifica y le
quita gran parte de su complejidad interpretativa.
3°. En las páginas siguientes deberá exponerse,
en capítulos sucesivos y sin incurrir en reiteracio-
nes innecesarias:
a) la demostración de que la decisión apelada
proviene del superior tribunal de la causa y de
que es definitiva o equiparable a tal según la juris-
prudencia de la Corte;
b) el relato claro y preciso de todas las circuns-
tancias relevantes del caso que estén relaciona-
das con las cuestiones que se invocan como de
índole federal, con indicación del momento en el
que se presentaron por primera vez dichas cues-
tiones, de cuándo y cómo el recurrente introdujo
el planteo respectivo y, en su caso, de cómo lo
mantuvo con posterioridad;
c) la demostración de que el pronunciamiento
impugnado le ocasiona al recurrente un grava-
(1) Cf. “El Recurso Extraordinario”, Ed. Nerva, 1962.
Es una obra admirable aunque lamento que se haya
dedicado a las formas puras del proceso y no la im-
portancia de las cuestiones federales a resolver.
Juan Vicente Sola
men personal, concreto, actual y no derivado de
su propia actuación;
d) la refutación de todos y cada uno de los fun-
damentos independientes que den sustento a la
decisión apelada en relación con las cuestiones
federales planteadas;
e) la demostración de que media una relación
directa e inmediata entre las normas federales
invocadas y lo debatido y resuelto en el caso, y de
que la decisión impugnada es contraria al dere-
cho invocado por el apelante con fundamento en
aquéllas.
Creo que la Corte Suprema luego de esa refor-
ma comienza una mayor reflexión sobre sus fun-
ciones como tribunal constitucional. En gran
medida, luego de simplificado el procedimiento
el Tribunal puede analizar qué casos son los que
debe resolver porque plantean cuestiones consti-
tucionales importantes y cuáles no.
III. La selección de un caso
Si imaginamos la labor de la Corte Suprema
tenemos que ver cientos de peticiones que son
circuladas entre los Ministros, secretarios y se-
cretarios letrados. En todos los casos los jueces
actúan individualmente sobre cuales son los ca-
sos que deben ser considerados. Pero es aquí don-
de aparece una distinción entre el sistema argen-
tino y el norteamericano, a pesar de la similitud
de la normativa vigente y es como tratar los casos
que no deben ser considerados. En los Estados
Unidos se aceptó un recurso discrecional, el writ
of certiorari. En la Argentina, frente a miles de
casos que han transformado al recurso extraor-
dinario en una apelación suplementaria se han
iniciado distintos caminos, primero el del art. 280
del Cód. Procesal y la cuestión de las cuestiones
federales insustanciales, y el segundo la simplifi-
cación del procedimiento por la Acordada 4/2007
para hacer más notoria la presencia de una cues-
tión constitucional relevante.
Cientos de recursos son circulados entre los
Jueces, secretarios y relatores, la primera pregunta
es saber cuál de ellos es el que debe ser conside-
rado para revisión, el análisis de hace tanto por
tradición como por necesidad. Cuantos más ca-
sos haya menor posibilidad de que se realice un
acuerdo para considerar los más importantes. Si
no se realiza pronto una selección de casos, la
Corte se transforma en una maquinaria que re-
suelve miles de casos pero con mínimo análisis.
Sin embargo, los precedentes constitucionales

sobre los que se fundamenta el derecho vigente
requieren de un debate en la sede del tribunal,
pero los miles de recursos que ingresan anual-
mente impiden que se decida como un cuerpo
colegiado. Esto obliga a las vocalías a que actúen
como si fueran siete pequeños estudios jurídicos
actuando al mismo tiempo.
Un segundo problema de la aceptación de mu-
chos casos es que se permite la existencia de ca-
sos contradictorios, cíclicos e intransitivos. Es
decir que una mayor cantidad de precedentes los
transforma en inestables. La certeza de los fun-
damentos del recurso disminuye el riesgo de la
inestabilidad ya que concentra la argumentación
constitucional en los precedentes anteriores y de
la manera en que pueden ser aplicados a casos
similares o de qué modo pueden ser interpreta-
dos en casos análogos.
Finalmente si el control de constitucionalidad
debe mantener su carácter dialógico exige la ne-
cesidad de un debate entre el tribunal y las partes,
incluyendo quienes participen como amicus cu-
riae. La clara determinación de las cuestiones cons-
titucionales planteadas facilita el debate ya que
evita la confusión que es el enemigo de todo co-
nocimiento. En este sentido la acordada es un
paso útil en el buen camino, pero tampoco se
podrá efectuar el debate constitucional deseado
si se mantiene una multitud de casos por solucio-
nar, muchos de los cuales deben resolverse en
otras instancias.
IV. Los fundamentos normativos del recur-
so extraordinario
Los criterios básicos para la apertura de un re-
curso extraordinario son si el tribunal inferior crea
un conflicto al no cumplir con una norma consti-
tucional establecida, como sería el caso de igno-
rar un precedente determinado, o si el caso en
trámite presenta una cuestión federal importan-
te, es decir que deba ser debatida. Estos dos crite-
rios se plantean como ejemplo en las normas so-
bre certiorari y señalan los principales conflictos
que debe resolver una Corte Suprema.
Una cuestión llega a la Corte cuando existe un
conflicto de interpretación, generalmente entre
distintas cámaras de apelaciones, entre éstas y las
supremas cortes provinciales, o entre suprema
cortes provinciales entre sí. Es el riesgo de inter-
pretación contradictoria por diferentes tribuna-
les la que requiere la interpretación final de la
Corte Suprema, es a estos casos donde la activi-
dad de la Corte debe dar una función prioritaria.
doctrina · 41
En los Estados Unidos existe un debate en la
literatura jurídica sobre los diferentes enfoques
que los Jueces pueden adoptar para resolver un
caso por sus méritos. Se plantean tres alternati-
vas la de la ‘articulación normativa’, la de ‘deter-
minación de estándares’ y una visión ‘incremen-
talista’.
En el enfoque de ‘articulación normativa’ la
Corte establece normas amplias y claras que no
solamente resuelven el resultado de un caso par-
ticular teniendo en cuenta sus circunstancias par-
ticulares, sino que también establecen las bases
para regular muchas otras situaciones en las que
los hechos son algo diferente pero en las que los
principios son operativos. Quienes sostienen esta
visión, consideran que la Corte debe establecer
precedentes amplios que sean abundantemente
conocidos y aplicados. Las principales virtudes
que plantea es que las normas conocidas obligan
a los legisladores y a la administración a actuar
consistentemente y a favorecer la previsibilidad
de sus decisiones. Quienes dudan que puedan
existir siempre precedentes amplios, sostienen
que es preferible utilizar una práctica más estric-
ta de decisiones mínimas.
En el sistema de ‘determinación de estándares’
la Corte aplica una política constitucional a la si-
tuación de hecho teniendo en cuenta todos los
factores relevantes. Esta actividad se complementa
con el ‘acto de equilibrio’ a través del cual la Corte
identifica a los factores relevantes para la deci-
sión en una cuestión particular y luego instruye a
los tribunales inferiores para que apliquen los fun-
damentos de la decisión al caso o casos concre-
tos. La Corte se reserva la discreción para medir
los factores para decidir futuros casos. Las venta-
jas principales de la ‘determinación de estánda-
res’ son que los estándares determinados facili-
tan una aplicación equilibrada por los funciona-
rios encargados de aplicarlos ya que pueden con-
siderar todos los factores relevantes para el caso
individual. Los estándares son lo suficientemente
flexibles para su aplicación en distintas circuns-
tancias.
Con una orientación ‘incrementalista’ la Corte
busca resolver solamente la disputa que se en-
cuentra frente a ella y permite el desarrollo jurídi-
co no a través de amplias determinaciones jurídi-
cas sino caso a caso, a través de un suave incre-
mento de los precedentes. Sin duda un tribunal
utilizará este procedimiento en los casos difíciles
en los que por falta de información adecuada no
pueden adoptarse decisiones amplias. La teoría
de la decisión mínima es la contracara de la ‘arti-
42 · doctrina
culación normativa’ y supone que el tribunal en
situación de información incompleta o asimétri-
ca deberá resolver ‘un caso por vez’ (2). La visión
‘incrementalista’ reduce los costos y riesgos por
error en la decisión judicial y permite una mayor
deliberación por las otras ramas de gobierno o
por otras decisiones judiciales futuras.
V. Cuestiones constitucionales y procedi-
mientos complejos
En los últimos cien años la Corte Suprema de
los Estados Unidos evolucionó de un procedi-
miento estrictamente reglado hasta el de un con-
trol completo sobre su propia agenda. El funda-
mento de este avance fue el reconocimiento que
la función de la Corte era la de considerar y deci-
dir en forma uniforme las cuestiones de impor-
tancia. ‘El poder de decidir casos presupone la
capacidad de determinar qué casos deben ser
decididos’ (3). La capacidad de ‘no decidir’ un
caso es también una de las funciones principales
de la Corte Suprema.
La primera aparición del certiorari fue en la
Ley de 1925, que, sin embargo, mantenía limita-
ciones para la discreción judicial. A pesar de ello
el número de casos decididos por la Corte se re-
dujo a un tercio en 1928. Esa reducción de la car-
ga de la Corte permitió que se originara la prácti-
ca de sentenciar con la finalización del año judi-
cial todos los casos argüidos ante la Corte. Final-
mente en 1988 el Congreso aprobó la legislación
actual y que ha sido fuente de la legislación argen-
tina vigente (4).
La función del certiorari no es simplemente la
de limitar el número de casos en consideración
del Tribunal, sino la de ‘definir los derechos ga-
rantizados por la Constitución, asegurar la uni-
formidad del derecho federal y la de mantener la
distribución constitucional de competencias den-
tro del sistema federal’(5). Es decir, el certiorari es
(2) La expresión ‘un caso por vez’ es de la obra de
Cass Sunstein.
(3) Esto fue expresado por el Justice Arthur Gold-
berg cuando escribía en oposición a la creación de una
Cámara nacional de apelaciones.
(4) Margaret Meriwether Cordray - Richard Cor-
dray, “The Philosophy of Certiorari: Jurisprudential
Considerations in Supreme Court Case Selection”,
Washington University Law Quarterly Summer, 2004.
Juan Vicente Sola
una manera de hacer eficaz al control judicial de
constitucionalidad, que de otra manera sería caó-
tico. No sólo se evitan las decisiones contradicto-
rias o circulares sino también las dilaciones en la
creación de precedentes, lo que permite una ma-
yor certeza en el derecho vigente aplicable a to-
dos los casos similares. Al mismo tiempo, da una
mayor responsabilidad a los jueces de cámara y
de tribunales superiores de provincia que saben
que sus decisiones serán probablemente definiti-
vas.
La importancia de los casos seleccionados y la
trascendencia de las decisiones forman la imagen
que la población tiene de la importancia de la
Corte Suprema. Esta tendencia sólo puede cum-
plirse plenamente si los casos resueltos son pocos
y resueltos con relativa celeridad, es decir, en fe-
cha próxima a los acontecimientos que le dieron
origen.
En las palabras del Juez Harlan ‘la Corte existe
para resolver casos, y el certiorari es un proceso
subsidiario establecido para promover el cumpli-
miento apropiado de ese deber. El certiorari sería
un fracaso si ocupara el tiempo que la Corte debe
utilizar para decidir casos’(6).
Las deliberaciones de la Corte Suprema de
EE.UU. son secretas y no se publican los votos de
negar certiorari que son por otra parte genéricos
y poco habituales.
La conexión entre la función de la Corte al fijar
su agenda y su responsabilidad prominente de de-
cidir casos se refleja en las consecuencias que cada
decisión para conceder o negar el recurso tiene en
la agenda de la Corte. En la precisión del trámite y
en la apertura del recurso está en juego la cantidad
de casos que debe resolver y con ella la capacidad
de decidirlos bien al mismo tiempo que los proce-
sa de manera rápida y efectiva (7). También debe
tenerse en cuenta la extensión de la agenda de la
(5) Palabras del Justice Brennan expresado en opo-
sición a la creación de una Cámara nacional de apela-
ciones en 1973.
(6) HARLAN, John Marshall, “Manning the dikes”,
(1958).
(7) BRENNAN Jr., William J., “Some Thoughts on
the Supreme Court’s Workload”, 64 Judicature 411
(1981) en el que sugiere que la Corte no puede supe-
rar los 150 casos por año; WHITE, Byron R., “Challen-
ges for the U.S. Supreme Court and the Bar: Contem-
porary Reflections”, 51 Antitrust L.J. 275, 277 (1982).

Corte, es decir, qué tipo de cuestiones deben co-
nocerse y cuáles no serán atendidas (8).
La elección de un caso concreto con sus carac-
terísticas de hecho dentro de los varios posibles
que la Corte puede elegir, puede influir en la ex-
tensión y el contenido del fallo. Esto permite al
Tribunal seleccionar un caso que determine un
precedente ejemplar, todos los demás casos si-
milares serán resueltos por los tribunales inferio-
res aplicando el precedente establecido (9).
Por ejemplo la agenda de la Corte puede ser
sopesada a favor de obtener el mayor grado de
uniformidad nacional al aplicar el derecho fede-
ral al enfatizar los casos que presentan conflictos
en los tribunales inferiores. Esta tarea es la de
determinar el derecho vigente y aplicarlo con la
consecuente disminución de costos. Alternativa-
mente la actividad de la Corte puede ser concen-
trada en temas sociales concretos que le permiti-
rán transformarse en una fuerza activa de cam-
bio social. Son las situaciones en las que existe un
bloqueo constitucional que impide una salida del
conflicto que sin una solución judicial se perpe-
tuaría indefinidamente.
Al mismo tiempo los casos que los jueces eligen
pueden afectar la manera en que supervisan y
guían a los tribunales inferiores, ya sea que adop-
ten cambios considerables y completos o que pre-
fieran los caminos paso a paso para producir un
cambio en una costumbre jurídica.
VI. Un acercamiento al writ of certiorari
La simplificación del procedimiento del recur-
so extraordinario nos lleva a una reflexión sobre
el writ of certiorari. En gran medida porque al
abandonarse un procedimiento alambicado nos
acercamos a una reflexión más profunda sobre
las cuestiones constitucionales. No es el procedi-
miento el que indica cuando debe abrirse el re-
curso sino la importancia del conflicto constitu-
cional.
El writ of certiorari es el procedimiento que uti-
liza la Corte Suprema de los Estados Unidos para
(8) La decisión de no decidir es también importan-
te. HARPER, Fowler V. & LEIBOWITZ, Arnold, “What
the Supreme Court Did Not Do During the 1952
Term”, 102 U. Pa. L. Rev. 427, 457 (1954).
doctrina · 43
abrir su instancia de apelación extraordinaria. Está
establecido en el artículo 10 de sus normas de pro-
cedimiento. La estructura del artículo señala que
la apelación extraordinaria ante la Corte Suprema
no es una cuestión de derecho sino de discreción
judicial. Los tres incisos posteriores dan ejemplos
de los casos en que un writ of certiorari podría
otorgarse, pero que no constituyen obligación al-
guna para el Tribunal, pero conforman claramen-
te un ejemplo de la decisión judicial.
Rule 10. Consideraciones que gobiernan la re-
visión del Writ of Certiorari.
La revisión del writ of certiorari no es una cues-
tión de derecho sino de discreción judicial. Una
petición para el writ de certiorari será concedida
solamente por razones que compelan al tribunal.
Las siguientes, a pesar de que no controlen ni
midan la discreción de la Corte, indican el carác-
ter de las razones que la Corte considera:
(a) una corte de apelaciones de los Estados Uni-
dos ha tomado una decisión en conflicto con la
decisión de otra corte de apelaciones de los Esta-
dos Unidos en la misma cuestión importante, ha
decidido una cuestión federal importante de una
manera que entra en conflicto con una decisión
por un tribunal estadual de última instancia, o se
ha separado del camino aceptado y habitual de
procedimiento judicial, o ha aceptado esa sepa-
ración de un tribunal inferior, de manera que se
requiera el ejercicio de las funciones de supervi-
sión de la Corte.
(b) Un tribunal estadual de última instancia ha
decidido una cuestión federal importante de ma-
nera que entra en conflicto con la decisión de
otro tribunal estadual de última instancia, o de
una corte de apelaciones de los Estados Unidos.
(c) Una corte estadual o una corte de apelacio-
nes de los Estados Unidos ha decidido una cues-
tión importante de derecho federal que no ha
sido, pero debería ser, resuelta por esta Corte, o
ha sido decidida una cuestión federal importante
de manera que entra en conflicto con las decisio-
nes relevantes de esta Corte.
(9) PERRY, W. H., “Deciding to Decide: Agenda Set-
ting in the United States Supreme Court” 265 (1991).
Señala la importancia que los jueces encuentren un
vehículo correcto para desarrollar una doctrina en la
dirección esperada, por el contrario si hay hechos
anómalos se puede llegar a un precedente condujo o
indeseable.
44 · doctrina
Una petición de un writ de certiorari se conce-
de rara vez cuando el error sostenido consiste de
errores de hecho o en la mala aplicación de una
norma jurídica claramente determinada.
El artículo siguiente, la Regla 11, establece la
normativa de lo que se denomina en nuestro país
‘per saltum’. Es el caso que el certiorari sea con-
cedido en un caso pendiente de decisión en una
de las Cámaras de apelaciones. Señala simplemente
que será concedido solamente si tiene una ‘im-
portancia pública imperativa para justificar la des-
viación de la práctica de apelación normal y re-
querir una determinación inmediata por la Cor-
te.’
Rule 11. Certiorari de una Cámara de los Esta-
dos Unidos antes de la sentencia.
La petición para un writ of certiorari para revi-
sar un caso pendiente en una corte de apelacio-
nes de los Estados Unidos, antes que la sentencia
sea comunicada en esa corte, será concedida so-
lamente cuando se demuestre que el caso es de
tal importancia imperativa que justifique la des-
viación de la práctica de apelación normal y que
requiera una inmediata determinación de esta
Corte.
En la Argentina se incorporó este procedimiento
en el art. 280 del Cód. Procesal tomado en forma
muy exacta del procedimiento en los EE.UU. Su
redacción es algo más breve aunque sus términos
son similares.
ARTICULO 280.- LLAMAMIENTO DE AUTOS.
RECHAZO DEL RECURSO EXTRAORDINARIO.
MEMORIALES EN EL RECURSO ORDINARIO.
Cuando la Corte Suprema conociere por re-
curso extraordinario, la recepción de la causa
implicará el llamamiento de autos. La Corte, se-
gún su sana discreción, y con la sola invocación
de esta norma, podrá rechazar el recurso extraor-
dinario, por falta de agravio federal suficiente o
cuando las cuestiones planteadas resultaren in-
sustanciales o carentes de trascendencia.
Esto supone establecer una sencilla regla las
cuestiones constitucionales o federales importan-
tes deberán ser consideradas cuanto antes estén
maduras, puede haber necesidad de un debate
(10) REVESZ, Richard L. & KARLAN, Pamela S.,
“Nonmajority Rules and the Supreme Court”, 136 U.
Pa. L. Rev. 1067, 1069-70 (1988).
Juan Vicente Sola
constitucional previo en otras instancias. Las cues-
tiones que no sean importantes, no deben ser
consideradas nunca.
VII. El Procedimiento del Certiorari. La re-
gla de Cuatro
Cada semana cientos de recursos son circula-
dos en los despachos individuales de los Minis-
tros de la Corte en EE.UU. En este momento del
procedimiento los jueces actúan individualmente
en decidir que casos son merecedores de consi-
deración. En algunas circunstancias puede esta-
blecerse un ‘pool’ de relatores de los jueces que
consideran conjuntamente los casos. Este proce-
dimiento es informal y los relatores de algunos
ministros no participan en él.
Pasada esta revisión inicial, que reitero es informal,
la mayoría de los recursos son rechazados por la
Corte sin dar razones. No es rechazado un caso sola-
mente si uno de los ministros propone que se lo
considere en el plenario. Es la regla de uno. Se redacta
una lista de discusión preliminar con estos recursos
propuestos por al menos uno de los jueces.
Estos casos incluidos en la lista de discusión
reciben alguna forma de consideración colectiva
y un voto en la conferencia. Esta discusión es bre-
ve y las decisiones de los jueces son individuales,
es decir, sin debate entre ellos. En sus considera-
ciones se tiene en cuenta si se cumplen los funda-
mentos de la Regla 10 ya mencionada. Aquí apa-
rece la Regla de cuatro que ha sido establecida en
la práctica desde la ley de tribunales de 1925. De
acuerdo con esta costumbre no escrita, la Corte
aceptará un recurso para su plena consideración
si al menos cuatro de los nueve miembros votan
en ese sentido. Todas estas decisiones se mantie-
nen en secreto. Esta regla asegura que aún causas
impopulares o complejas sean escuchadas por la
Corte si son sostenidas por una minoría de jue-
ces, aunque la mayoría opinara lo contrario (10).
Sin duda este sistema permite una gran flexibi-
lidad a cada uno de los ministros, ya que podrán
introducir individualmente los casos que consi-
deren necesarios de consideración conjuntamen-
te con sus colegas. Pero solamente los casos que
obtengan el voto de cuatro obtendrán la apertura
del recurso y el pleno ejercicio del control judicial
de constitucionalidad.
Si bien el tema es maleable, excluye en gran medi-
da las cuestiones de sentencia arbitraria. Para los
casos particularmente graves puede establecerse un
procedimiento abreviado como el ‘per curiam’, en

los que la Corte dicta la sentencia sin consideración
plena y con un solo acuerdo. Es decir, apertura del
recurso y resolución se realizan conjuntamente.
Utilizándose el certiorari, con la aplicación del
art. 280, la Corte Suprema reduciría considera-
blemente su carga procesal y se concentraría en
su función de corte constitucional. El procedi-
miento es sencillo. Ingresado un caso a la Corte,
ya sea por el procedimiento ordinario o por que-
ja, será analizado individualmente por los jueces
o por un ‘pool’ de sus secretarios. Si un ministro
considera que debe ser tratado en acuerdo es ins-
cripto en la agenda. Los demás casos serán re-
chazados por aplicación del artículo 280.
En una breve consideración en el acuerdo, se
abrirán los recursos que obtengan los votos de
cuatro ministros. Los demás serán rechazados en
las mismas circunstancias de los mencionados
anteriormente. Todo ello independientemente de
lo resuelto por el tribunal anterior. Los recursos
abiertos son enviados a la Procuración para su
dictamen (11).
VIII. Cita de casos de la Corte Suprema
Una práctica que reitera la acordada que no es
recomendable es la forma de cita de los fallos de
la misma Corte. 9°. Las citas de fallos de la Corte
deberán ir acompañadas de la mención del tomo
y la página de su publicación en la colección ofi-
cial, salvo que aun no estuvieran publicados, en
cuyo caso se indicará su fecha y la carátula del
expediente en el que fueron dictados.
Un fallo de la Corte Suprema que contiene un
precedente constitucional, es decir, una norma
vinculante para casos futuros, debe ser reconoci-
do claramente. Es decir, por su nombre y no por
la confusa manera de cita por el tomo y página de
su publicación. Un precedente citado por su nom-
bre es claramente identificable y ello aumenta su
ejemplaridad, por el contrario una cita cuasi se-
creta por números sólo lleva a la anomia y a la
confusión. Espero que la aplicación de la Acorda-
da elimine esta práctica que quita ejemplaridad a
los precedentes constitucionales.
(11) LEIMAN, Joan Maisel, “The Rule of Four”, 57
Colum. L. Rev. 976, 981-82 & n.37 (1957). O’BRIEN,
David M., Join-3 Votes, the Rule of Four, the Cert. Pool,
and the Supreme Court’s Shrinking Plenary Docket,
13 J. L. i& Pol. 779, 784-86 (1997).
(12) Cf. BAUM, L., “The Supreme Court”, Third Ed.
Washington, 1989, p. 79.
doctrina · 45
IX. Los derechos constitucionales y los re-
quisitos formales. El caso Gideon vs.
Wainwright en 1963
Si bien la acordada 4/07 excluye de su aplica-
ción los casos in forma pauperis: 12. El régimen
establecido en este reglamento no se aplicará a
los recursos interpuestos in forma pauperis. La
limitación de los requisitos formales existente en
el espíritu de la acordada supone una asociación
con la idea que le dio origen.
En razón de la importancia de la protección ju-
dicial de los derechos constitucionales no deben
exagerarse la importancia de las normas procesa-
les en la defensa de los derechos constitucionales.
El procedimiento debe ser una garantía y no una
limitación de los derechos constitucionales. La con-
centración de jueces, letrados y juristas en temas
procesales habitual en nuestra tradición jurídica
sólo oscurece el necesario debate sobre las cues-
tiones constitucionales cuando estas se plantean
genuinamente en un juicio. Con más razón en el
caso de un procedimiento ante la Corte Suprema.
Un debate constitucional no debe impedirse por
motivos procesales sino por los motivos de fon-
do, es decir, cuando no existe una cuestión fede-
ral o esta es insustancial. Puedo citar en este caso
la simplificación de los procedimientos en los re-
cursos “in forma pauperis” y uno de más dramá-
ticas circunstancias es Gideon vs. Wainwright en
1963. En el caso que dio origen al precedente so-
bre el derecho a asistencia letrada de acusados
indigentes, Clarence Gideon un condenado que
se encontraba cumpliendo su sentencia envió un
recurso redactado de su puño y letra en una hoja
de cuaderno. Este escrito fue aceptado como un
recurso “in forma pauperis” y los secretarios le-
trados del Presidente de la Corte le dieron forma
de escrito judicial. Gideon tuvo la representación
pro bono de Abe Fortas, que luego integraría el
tribunal, que fue designado por la Corte para de-
fender a este recurrente indigente (12).
Considero que un juez puede rechazar la con-
sideración de una cuestión constitucional por sus
motivos, incluso por considerarla carente de tras-
cendencia, pero no por una doctrina procesal. El
certiorari es una buena doctrina en este respecto.
La conveniencia del certiorari es que limita los
formalismos procesales en la presentación de un
caso y concentra el tratamiento de la cuestión en
los meritos de la cuestión constitucional. La con-
centración en el procesalismo limita la valoración
y el respeto de los derechos constitucionales. ◆
BLANCA 46