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Mayo 19 del 2017

Antropología

Resumen # 3

El antropólogo inocente: Capítulos 1,2 y 3


Nigel Barley

Nigel Barley escribe este texto de su experiencia de trabajo de campo, de una manera no
formal y hasta con cierta comicidad. Escribe sobre sus aciertos, sus equívocos y hasta de
esas situaciones un tanto ridículas, violentando en cierta manera la estructura de lo que
la etnografía clásica le exige, o sea, academicista. Esta forma de escritura me lleva a
realizar una analogía con Duchamp al romper con los esquemas impuestos por las
instituciones de poder que regían el arte en su época. La ironía que maneja en sus
escritos dotada de sabiduría teórica y humana y radicalmente antropológica, convierten
a este autor en un ejemplo para la profesión que va en dos sentidos, como dice el texto:
1) envidiable vulgarizador sin pérdida de rigor. 2) hábil penetrador de la opacidad de
otras culturas. Todo llevado con cautela, humor, aplicando recetas para el oficio y con
una pizca de suerte.

Abre su relato explicando las razones por las que debía realizar un trabajo de campo,
tratando de hallar las justificaciones suficientes para llevar o no tal empresa. Relata que
su actividad de docencia le llegó por azares de la vida y por supuestos arbitrarios de la
sociedad: buen estudiante –buen investigador-buen enseñante = deseo de trabajo de
campo. Nada más lejos que la realidad. Creía que el trabajo de campo estaba
sobrevalorado, pero que también podía sacar algún provecho de la experiencia, el asunto
no era solo recabar información inteligentemente sino que hacer finalmente con ellos, se
dio cuenta que su repentino interés por el trabajo de campo, más allá de la contribución
al conocimiento humano y a la colectividad, era una satisfacción egoísta, pero que sus
relatos, que la antropología tilda de “no antropológica” y “fútiles”, serviría para
reequilibrar la balanza y demostrar la cruda realidad en que se basa y transmitir su
experiencia de trabajo de campo a los que aun no la hacen. Así luego de varias
consultas a colegas sobre los lugares idóneos para realizar su empresa y a su análisis
personal, finalmente se decidió por el pueblo primitivo Dowayo, en Camerún.

En sus dos restantes capítulos, hace un recuento de lo que un antropólogo-etnólogo a


base de su experiencia debe considerar cuando decide realizar un trabajo de campo y
que se inicia desde la misma formulación de un buen proyecto de investigación y la
consiguiente obtención de recursos; aprender el idioma; conocer la cultura del lugar
donde va a ir; tener paciencia y tolerancia con la burocracia de los sistemas
gubernamentales; la desconfianza en sistemas estatales y privados; estar dispuesto a
establecer relaciones sociales y personales con todo tipo de personas, que le permita
entablar acercamientos para conocer su entorno y el contexto en que se desarrollan y
tener una mejor interpretación de las acciones y sucesos que se presenten o se conozcan
de ellos y del lugar. Observar las interrelaciones entre las diversas culturas,
nacionalidades, aficiones religiosas, costumbres y tradiciones y principalmente tener
claro por qué y para qué quiere hacer el trabajo de campo en “x” lugar, siguiendo los
principios éticos de interferir lo menos posible en lo que se observa.

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