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procesos de patrimonialización
Jorge Kulemeyer*
Resumen: Las actuales tendencias en torno a la consideración de los bienes que pueden ser
considerados objeto de una gestión patrimonial, y las modalidades de cómo lograr plasmar
la implementación del proceso de patrimonialización, no solo se han ampliado de manera
notable sino que, también, han variado notablemente en las últimas décadas. Se han
introducido nuevas concepciones que le han dado vitalidad y posibilidad de amplia
apropiación de los beneficios y desafíos que plantea la denominada era del conocimiento y
la comunicación con la que se identifican los tiempos actuales. En alguna de sus
manifestaciones este crecimiento y diversificación actual del significado y usos del
patrimonio logra posicionarse de manera neurálgica en los debates en torno al ejercicio del
poder en sus más diversas manifestaciones y fundamentos. En estos casos las
intervenciones de los responsables de la gestión patrimonial adquieren un protagonismo
destacado que resulta de las características, contenido y calidad de las presentaciones y
discursos que desarrollen.
Resumo: As atuais tendências em torno da consideração dos bens que podem ser
considerados objeto de uma gestão patrimonial, e as modalidades de como conseguir
plasmar a implementação do processo de patrimonizaçao, não somente foi ampliando de
maneira notável, mas também variaram notavelmente nas últimas décadas. Introduziram-se
novas concepções que deram vitalidade e possibilidade de amplia apropriação dos
benefícios e desafios que apresentam a denominada era do conhecimento e a comunicação
com a qual se identificam os tempos atuais. Em algumas de suas manifestações, este
crescimento e diversificação atual do significado e usos do patrimônio consegue se
posicionar de maneira neurálgica nos debates em torno do exercício do poder em suas mais
diversas manifestações e fundamentos. Neste caso, as intervenções dos responsáveis da
gestão patrimonial adquirem um protagonismo destacado que resulta das características,
conteúdo e qualidade das apresentações e discursos que desenvolvam.
La gestión del patrimonio ha dejado de limitarse al tratamiento de los bienes destacados que
fueron producidos por generaciones pasadas en algún momento de la historia y que, de
alguna manera, han podido conservarse hasta nuestros días. Actualmente se suman las
producciones y situaciones contemporáneas siendo parte central de la gestión patrimonial
la transmisión de conocimientos sobre los hechos asociados al patrimonio en cuestion y sus
respectivos contextos. Los procesos conscientes de patrimonialización son aquellos que
consisten en la búsqueda deliberada para que un bien, o conjuntos de bienes, sean
gestionados de manera tal que puedan ser considerados como patrimonio de la sociedad. Si
efectivamente las actividades de patrimonialización implican un proceso de sacralización
(Prats, 2005) que, de una manera u otra una sociedad selecciona para su activación
patrimonial, ello implica que se propone una diferenciación de los bienes gestionados en
relación al resto (la “puesta en valor” según la expresión habitual en arquitectura). Los
puntos de partida para estos procesos pueden tener características diferentes según las
siguientes situaciones:
* el bien, o conjunto de bienes, ya tenía existencia previa con una entidad que
habitualmente es asociada con la posibilidad de ser objeto de un proceso de
patrimonialización (un sitio arqueológico, un edificio, una actividad cultural, etc) y a
partir de ellos se realiza una puesta en valor con el propósito de su disponibilidad
patrimonial pública;
* obras que desde la concepción de su existencia incluyen la aspiración de que sean objeto
de un reconocimiento como patrimonio por parte de una sociedad (determinadas obras de
arte o construcciones con alto grado de visibilidad como, por ejemplo, la construcción de la
catedral de Oruro). Para estos casos se reúnen factores entre los cuales los más destacados
son: el protagonismo social, político y económico de sus impulsores/patrocinadores
(gobernantes o particulares), el simbolismo del espacio en el que se plantea el
emplazamiento de la obra, la trayectoria de quienes la producen (artistas, arquitectos,
ingenieros); las dimensiones de la obra, las significaciones alegóricas (religiosas,
históricas), los materiales empleados, etc. Suele suceder que se plantea privilegiar
propósitos turísticos como eje de la exposición pública de bienes patrimoniales lo cual,
generalmente, conduce a a generar una banalización en el planteo y desarrollo de las
propuestas y actividades de gestión patrimonial;
En cada uno de los pasos arriba mencionados los modos de gestión pueden ser por demás
diversos ya que conforman un variado universo en el que se incluyen desde aquellas
producciones cuasi artesanales, basadas en el esfuerzo individual o de grupos reducidos,
hasta las inversiones faraónicas de los grandes centros culturales y museos con importante
financiamiento público y/o privado.
Ante tantos cambios a lo largo del tiempo y tanta diversidad de perspectivas que en la
práctica ofrece el concepto de patrimonio, resulta previsible que su definición dependa del
contexto académico, social y político de quien, o quienes, la plantean. De esta manera,
simultáneamente con su creciente y generalizado uso, y sin dejar de tener en cuenta que el
concepto de patrimonio tal como lo entendemos en la actualidad, es un concepto moderno,
propio de las últimas décadas, conviene conocer las acepciones del concepto de patrimonio
por demás diversas que se han ido planteando y que, de manera preliminar y sin pretender
ser excluyente, se pueden agrupar su formulación en los siguientes grandes grupos:
Esta visión puede hoy considerarse como superada no obstante lo cual, en la práctica, con
frecuencia en la actualidad el Estado, en cualquiera de sus niveles jurisdiccionales) suele
plantear la necesidad de contar con efectos normativos y de procedimiento institucional, lo
que conduce a reconocer como patrimonio cultural aquella porción constituida
mayoritariamente por bienes monumentales. De esta manera la apreciación que se hace de
estos bienes suele corresponderse a la concepción de la cultura nacional, regional e, incluso,
global como un conjunto dado y acumulable dichos bienes representativos cuya entidad
como tales ha sido formalizada jurídicamente. En estrecha relación a esta concepción,
Cabrera Pérez (2012) señala que en América Latina el Parimonio cultural ha sido
concebido como la expresión de una cultura oficial “… creada, y mantenida por una elite
que esgrime conceptos ora nacionalistas y liberales, ora europeizantes y universales. Una
elite que muy pocas veces ha sido capaz de reconocer la monstruosidad ideológica que
implica determinar en su reducida esfera, lo que debe ser la herencia cultural de toda una
sociedad…” (Cabrera Pérez, op. cit., 488-489).
3.- Social y comunitaria: Domínguez González (1998) aseguraba que la comunidad
científica, académica y política del llamado Primer Mundo parece tener en claro que, en
líneas generales, el concepto de Patrimonio, como conjunto de bienes o testimonios
(materiales e inmateriales) heredados de la historia y que pertenecen a una colectividad
para su disfrute y transmisión a las generaciones futuras, es decir, tiene asumida su
pertenencia comunitaria y su función social. El patrimonio es una reflexión sobre nuestro
pasado y presente: ahora bien, el sujeto del patrimonio es la gente (la sociedad) y sus
formas de vida significativas (el patrimonio). La Asociación Española de Gestores del
Patrimonio Cultural AEGPC señala que “La gestión del patrimonio se asienta en los
espacios que una sociedad destina a conocerse a sí misma y a otras mediante la
combinación elaborada de un conjunto de estudios, pensamientos, imágenes y objetos” de
lo que se puede desprenderse que es una tarea que, en mayor o menor grado, compete y
afecta al conjunto social.
Colombia realiza un planteo similar a través del artículo 72° de la constitución reformada
en 1991 donde se señala: “El patrimonio cultural de la Nación está bajo la protección del
Estado. El patrimonio arqueológico y otros bienes culturales que conforman la identidad
nacional, pertenecen a la Nación y son inalienables, inembargables e imprescriptibles”.
Este planteo es reforzado de manera pormenorizada a través del artículo 1° de la ley 1185
del año 2008:
Así planteada, la naturaleza del conjunto de los bienes patrimoniales de una nación se
contrapone con toda posibilidad de estandarizar y generalizar pues, precisamente, se
caracteriza por los matices, las diferencias y especificidades culturales y sociales y
tecnológicas de cada uno de los contextos en los que se constituyó cada uno de los bienes
patrimoniales y los de la realidad actual en la que se pretende desarrollar la gestión.
5.- Funcional: según esta propuesta, que es la que sugiere el autor del presente escrito
como aquella que mejor refleja los desafíos del presente, el patrimonio está dado por
aquellos bienes que pueden considerados susceptibles de ser seleccionados con el propósito
de ser sujeto y objeto de una práctica de gestión patrimonial consistente en diversas
modalidades de transmisión de conocimientos sobre los mismos. Esto implica la posibilidad
de reconocer que existe un conjunto de bienes patrimoniales que se encuentran en estado
latente de cara a una eventual actividad de gestión y, otros, que ya haya sido seleccionado
para ser objeto de algún tipo de gestión patrimonial. Ciertamente esta definición refleja e
implica un componente aleatorio y arbitrario a la hora de seleccionar el patrimonio pero,
también, es resultado de las definiciones generadas a través de las enumeraciones de
materiales que incluye el concepto estatal de patrimonio y el de los profesionales
especializados. El tener presente no solo la vastedad actual de significados que se asocian al
concepto sino, también, la suerte que tienen los bienes patrimoniales dada cuenta que su
selección a los fines de una activación patrimonial resulta de procesos históricos y
presentes que tienen componentes aleatorios y arbitrarios y que otro tanto ocurre con las
circunstancias que definen la calidad de la gestión patrimonial y sus grados de repercusión
pública.
A la luz de los cambios en torno al concepto de patrimonio solo se puede coincidir cuando
se señala que “… equiparar directamente el patrimonio con el pasado es el error que las
concepciones más tradicionales y estáticas del mismo repiten constantemente, un
paradigma desgraciadamente asumido por la mayor parte de instituciones y
tecnoburócratas (González 2016 : 179). Entre otras razones, este tan marcado desfasaje
entre ambas concepciones mucho tiene que ver con el espacio de participación que, en las
distintas situaciones vinculadas a la gestión patrimonial, se les asigna a los especialistas en
gestión del patrimonio provenientes de las ciencias sociales.
Las actividades de gestión del patrimonio demandan conocer y tener en cuenta habilidades
y posibilidades del público destinatario y su diversidad interna, ubicado en su contexto
actual, y no solo las de los colegas profesionales especializados en la materia de que trate
en cada caso la gestión patrimonial (historiador, artista, antropólogo, arquitecto u otro).
Los bienes patrimoniales comenzaban a tener no solo una función bien diferente a para la
cual fueron concebidos y entendidos hasta entonces sino que se había iniciado un proceso
generalizado de cambio de valoración y funcionalidad de los mismos por parte de la
sociedad contemporánea y, en particular, de sectores importantes de su dirigencia. Entre las
tendencias más evidentes en cuanto a las conductas e imágenes que despliega la humanidad
en las últimas décadas figura con mucha evidencia el hecho que “… el patrimonio se ha
impuesto como la categoría dominante, englobante, sino devorante, en todo caso evidente
de la vida cultural y las políticas públicas” (Hartog, 2003).
Muchas veces, cuando la gestión patrimonial está dirigida a situaciones del pasado, surgen
intereses dominantes que hacen que el “… énfasis recae ahora en la importancia de
investigar el desarrollo histórico de la creación de lo propio y de la otredad no indagando
mucho sobre quién se comprometía en ciertas prácticas o quiénes producían ciertas
imágenes” (Miller, 2009 : 174). Estas prácticas conllevan el riesgo de que aparezcan
direccionamientos y parcialidad en la comunicación de los conocimientos que impulsan
situaciones de confrontación sin fundamentos ciertos en los que importa más los efectos
sobre el presente que el conocimiento del pasado propiamente dicho. Resulta inadmisible la
manipulación mediante el énfasis puesto en la oferta de valoraciones positivas o negativas
de determinadas situaciones pretéritas que servirían de antecedente para justificar el
fortalecimiento de determinados sentimientos de pertenencia y diferenciación identitaria. Es
claro que, en términos generales, con este tipo de excesos conviven propuestas altamente
positivas en materia de gestión patrimonial. Esta complejidad en las percepciones,
valoraciones, requerimientos de la gestión y uso de las más variadas manifestaciones del
patrimonio llevan a que, en la práctica, cada grupo social establezca una manera de
vincularse con el patrimonio propio y extraño que es propia y particular.
Bibliografía citada:
Cabrera Pérez, L., 2012. Patrimonio y arqueología en el sur de Brasil y región Este de
Uruguay. Los “Cerritos de Indios”. Editorial Académica Española, 552 páginas, Alemania.
Criado-Boado, F.; Barreiro, D., 2013. El patrimonio era otra cosa. En: Estudios Atacameños
Arqueología y Antropología Surandinas. Nº 45 : 5-13.
Escudero, E., 2016. Cultura histórica y usos del pasado. Memoria, identidades y política en
una experiencia local (Río Cuarto, 1947-1986). Prohistoria Ediciones, Rosario (Argentina),
344 páginas.
Prats, Ll., 2005. Concepto y gestión del patrimonio local. Cuadernos de Antropología
Social, FFyL – UBA, enero/julio no 21 : 17-35. Buenos Aires.
Rodríguez Becerra, S., 2004. Antropología, historia, patrimonio. En: Ars et Sapientia,
Revista de la Asociación de Amigos de la Real Academia de Extremadura de las Artes y las
Letras, año V : 153-167.
UNESCO, s/f. Convención sobre la protección del patrimonio mundial, cultural y natural –
1972. Leído el 12/02/2016 en http://portal.unesco.org/culture/es/ev.php-
URL_ID=35132&URL_DO=DO_TOPIC&URL_SECTION=201.html