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“...Camet, a dos pasos de la playa atlántica marplatense...

Descansaba a la orilla de una laguna y sobre las aguas vio alzarse una garza de suaves
colores. La siguió en su vuelo inmaterial hasta que se esfumó en la atmósfera. Retuvo el
secreto durante mucho tiempo; años más tarde la vocación le haría entender que esa
imagen había sido una revelación que no podía desechar. El tiempo corroboraría la
certeza de una facultad artística de excepción....” (Yrurtia, Ricardo. Juan Carlos
Castagnino. Buenos Aires : Ediciones Culturales Argentina, 1962, p. 8)

Juan Carlos Castagnino, nació en 1908. Fue nieto de Antonio Castagnino, de origen ligur,
procedente de Chiavari, pequeño pueblo cercano a Génova. Casado con Rosa Mosto
Podestá, se trasladan juntos a Chascomús, al sur de Buenos Aires, para dedicarse a la
construcción de cascos de estancia (1856). Su hijo mayor, Cecilio, casado con Mariana
Rivas, instala una herrería en el pueblo de Camet, Mar del Plata.
A la muerte de su padre, Cecilio Castagnino, la familia se instaló en Mar del Plata (1915).
Juan Carlos era el anteúltimo de siete hermanos, cinco niñas y dos varones.
A los veinte años ingresó en la Facultad de Arquitectura, de la Universidad de Buenos
Aires. “... El muchacho sereno y tímido, disciplinado y obediente, acataba las directivas
impuestas; trazaba planos, proyectaba casas, pero las terminaba en pintura con un fondo
poético. Un dibujo lineal con derivación netamente plástica, denunciaba la vocación
latente e irrenunciable.” (Yrurtia, Ricardo. Ob.Cit.) Luego ingresó a la Escuela Superior de
Bellas Artes. Es probable también que por ea época ingresara al Partido Comunista.
Para 1933, obtenidos los títulos de profesor, en la Academia Nacional de Bellas Artes y
arquitecto en la Facultad, la vocación ya le había fijado la trayectoria.
Trabajó con Lino Eneas Spilimbergo y David Alfaro Siqueiros, maestros muralistas, y en
1934 llevó un boceto mural al Salón Nacional, “Obreros y Campesinos”, con el que ganó el
Premio Estímulo.
En 1937 conoce a Nina Haeberle, pianista y estudiante de pintura, quien posteriormente
fuera su esposa. (1940) con quien tuvo su único hijo Alvaro, nacido en 1941.
Viaja a París, pudiendo ingresar en la Grande Chaumiére. Estudió dibujo con Gromaire,
escultura con Bleric y asistió a las clases de André Lhote, que aconsejaba copiar a los
grandes maestros con un sentido crítico y asimilativo.
En 1939 conoció a Picasso. La visión de lo real, el trabajo consciente y expresado mediante
la discriminación y autocrítica más severa, fue la gran lección que Castagnino recibió de
Picasso. Dos años fue el tiempo que permaneció en Europa.
Entre 1940 y 1948, se instaló en una casa humilde, espaciosa, con lugar para un taller
grande, donde se enriquecía el arte de los dos, Nina y Juan, unidos en el hogar feliz. Su
inquietud permanente lo llevó a seguir viajando.
“Tierra Adentro” le dio el Tercer Premio en el XXIV Salón Nacional en 1943, y en 1944 el
Segundo Premio con “La Mujer del Páramo”. En el XXXVIII Salón Anual obtiene el
Primer Premio con “El hombre del Río”.
Entre 1949 y 1961, sus amplios conocimientos en pintura muralista hacen que sus murales
queden plasmados en la Sociedad Hebraica Argentina, las Galerías Pacífico, Flores,
Caballito, Del Centro, edificios particulares, Punta del Este, entre otros lugares.
Sus obras también están en Museos de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, la Plata, Bahía
Blanca, etc., en instituciones e innumerables pinacotecas privadas.
Con “Gringa y Criolla” obtuvo el Primer Premio en el Salón de Córdoba en 1954; en el
mismo año fue premio de honor con “Madre Proletaria” en el Salón Anual de Santa Fe; en
1955, con “Peón de Chacra”, Premio Adquisición del Museo de San Rafael, Mendoza en
1956, Gran Premio Ministerio de Educación con Tango en el Salón Nacional; en 1957, en el
XXXIX Salón de Acuarelistas y Grabadores, el Premio Enrique Prins, de la Academia
Nacional de Bellas Artes, con “Chico y Perro”.
En 1958, concurre invitado a la Feria Internacional de Bruselas y gana la Medalla de Honor
con “La curtiembre”, y una Mención Especial en la Bienal de México de 1960. De entre
más de cincuenta exposiciones, se destaca internacionalmente la del Primer Salón
Panamericano de Porto Alegre, Unesco, Latinoamericana de París, Washington, Lima,
Varsovia, Moscú, Leningrado, Pekín, Río de Janeiro, México, La Habana, Nueva York,
Quito, Guayaquil, entre otras.
La última etapa de Castagnino, ocurre entre los años ’60 y ’70. Pinta con acrílico una serie
de paisajes donde la parte céntrica de la ciudad y las playas son el ámbito, y los mochileros
y las parejas (idilios) los habitantes del paisaje. Una alergia le impide pintar al óleo,
material que abandona definitivamente.
Castagnino murió un 21 de abril de 1972, a los 63 años de edad.

“...Más allá de la maestría del dibujo, más allá de la armonía de cromática, las telas de
Castagnino, más que pintura de análisis, son expresiones vivientes. Castagnino ama al
ser humano y lo comprende. Para vivir en la poesía de su infancia, renace en cada tela el
galopar de caballos con los músculos tensos; la bravura de los cascos retumbando en la
tierra. Con ese empuje arrebatador, con esa tierra metida en el alma, Castagnino no
podía ser sino lo que es. Un pintor nuestro, argentino. Un descubridor de la idiosincracia
de su pueblo.” (Yrurtia, Ricardo. Ob. Cit. P. 18)
Qué refleja la obra de Castagnino.....

Castagnino, ha sido considerado un artista “social”, ya que durante toda su trayectoria se


ocupó de representar al ser humano en relación con el trabajo y los oficios del campo. Las
alegrías, tristezas, las tribulaciones del hombre en contacto con la tierra.
También fue un agudo observador y protagonista comprometido con su tiempo. Supo dar
testimonio en sus obras de la guerra de Viet-nam, Biafra, el martirio y muerte de líderes
políticos, las luchas por los derechos civiles en una Latinoamérica de permanentes
dictaduras. Sin embargo, nunca fue un artista panfletario... con su obra logró transmitir un
mensaje universal.
Se ha dicho que Castagnino, expuso en sus ”lienzos regionales” su tono de queja y su grito
de protesta” como denominador común de su producción general y de su actitud estética
fundamental.
Era un hombre sinceramente preocupado por la problemática de su tiempo. Pero sus
preocupaciones no eran extendidas sólo como elementos de denuncia sino como pretextos
para elaborar su discurso plástico.
Es ahí cuando su mirada abarca el paisaje nacional, la llanura, la costa del río, las secas
tierras del norte, el hombre frente a la naturaleza y el duro sobrevivir en algunas regiones.

Castagnino vivió su primera infancia muy cerca del mar. Campo y océano fueron la
perfecta confluencia de un paisaje habitado por hombres y mujeres que desarrollan sus
oficios campesinos. Y allí, en ese paisaje de pampa y trigales, de cielos y océano Atlántico,
los animales que habitan la llanura.... especialmente los caballos. Si el hombre es su paisaje,
la pintura de Castagnino en toda su trayectoria, se nutrió de esas primeras visiones.
Años más tarde, los paisajes del norte y del río litoral, los del barrio y los de la pampa
abierta e infinita, las imágenes de la pelea y las del amor, los rostros de la miseria y de la
viril fraternidad, los caballos como símbolo de fuerza y libertad, los hombres quietos y
ensimismados, las alegrías, las tristezas que se entrecruzan formando el inevitable manto de
la vida.
El viaje a China que el artista realizó en 1952, enriqueció su vocabulario plástico,
permitiéndole adquirir nuevas formas de abordaje conceptual y técnico del dibujo. Observar
durante mucho tiempo el modelo y luego, en una actitud de movimiento gestuales, con
economía de medios, realizar la obra definitiva.
En 1962, la parición del Martín Fierro lo consagró como un pintor popular. También ilustró
temas sobre el tango, en un trabajo conjunto con el escritor Ernesto Sábato.
En 1960 se observaron cambios en sus propuestas pictóricas, técnica y temática que se
volcaron al paisaje urbano marplatense en el estallido de color y movimiento de los turistas
en el verano. La serie de las playas, los mochileros, los nocturnos, los idilios, los bañistas
en la arena y en las rocas, etc. También se produjo una vuelta al paisaje de Camet.
El cubismo, el futurismo, el fauvismo, fueron utilizados y adaptados por Castagnino para
desarrollar sus temas.

Especialmente.... la Tierra y el cielo...

“Al mirar la tierra ha de verla con mirada de labrador, de campesino. Y como el campesino,
verá el campo arado, o la luz dorada de la cosecha madura y, mientras sus ojos sonríen,
interiormente, instintivamente, pensará también, en imagen evocativa, en todo lo que hubo
de trabajar, esperar y sufrir para tender la mano y cosechar el fruto. La verá y la cantará
como un hombre de campo, penetrado en ella. Como la vio y la cantó Carlos Carlino, poeta
del litoral:
Esta tierra que siembro es mi patria y la quiero.
Nudo de mi existencia: canto, sudor y lágrima.
Para quererla, tanto como la quiero, tengo
Una razón profunda: me costó enamorarla.
Además, no se olvidará del cielo; porque para él, el cielo fue una realidad como la tierra.
Entre la tierra y el cielo, se halla el milagro de la esperanza. Las nubes son un símbolo...
desgarradas, quietas, o semi ausentes. Nunca estarán cerca sino junto a ese cielo tan alto,
oscuro, desdibujadas, diluídas, en grises tonos de tormenta, como rígidos fragmentos de
humo.

Y por supuesto.... el mar y los caballos...

“No importa que una cerca detenga a los caballos y la orilla de arena frene al mar. Junto a la
playa, los caballos y el mar se hermanan jubilosos y libre bajo el latido de viento que hace
gemir los árboles lejanos. En el mensaje de su aliento vital está el más puro, el más
hermoso canto a la vida sin rejas.” (Castany, Ernesto. Revista Literaria. En : Yrurtia,
Ricardo. Ob.Cit. p. 43-44)

Fue un artista que trabajó diversas disciplinas : dibujo, grabado, monocopia, muralismo,
etc., destacándose por una excelencia y dominio técnico a nivel de maestría.
En pintura desarrolló la técnica al óleo, durante varias décadas (con una paleta de colores
terrosos, bajos, que luego se eleva en vibración e intensidad). Paralelamente y en un
abordaje integral trabaja en pintura al pastel, a la acuarela y la monocopia.
Conjuntamente con otros artistas como Berni, Spilimbergo, Urruchúa y Colmeiro,
incursionó en la pintura mural realizando numerosos murales a nivel grupal e individual.
Fue también uno de los grandes maestros del dibujo; la técnica de la carbonilla, el pastel,
las tintas y las llamadas técnicas mixtas son utilizadas por Castagnino para expresarse con
la línea, soporte de todo dibujo.
“Su trazo no es el de un simple buscador de efectos, es el trazo de alguien que sabe lo que
quiere expresar y sabe cómo expresarlo. Por eso sus líneas son seguras, sobrias y firmes...
Acaso lo que más llama la atención, lo que más conmueve e impresiona en los dibujos de
Castagnino, es la interior vehemencia que parece envolverlos, la vivacidad que encierran, lo
que les confiere una vitalidad y un dinamismo estupendos, verdaderamente asombrosos.”
“...En todos los dibujos hay una evidente intención de llegar al hombre por el camino de la
realidad. No se resuelve jamás en lo onírico o fantaseoso. En su obra Castagnino parece
estar diciendo que siente orgullo de ser hombre y de amar las cosas que rodean al hombre.”
(Baldeon, Alfredo. Suplemento Dominical Guayaquil-Ecuador, 11 de diciembre de 1960.
En: Yrurtia, Ricardo, Ob.Cit. p. 38-40)

Bibliografía empleada:
1. Artículos del Diario La Capital, Mar del Plata. Marzo de 1998.
2. Castagnino.La otra mirada. Buenos Aires: Centro Cultural Recoleta, s.f.
3. Irurtia, Ricardo. Juan Carlos Castagnino. Buenos Aires: Ediciones Culturales
Argentinas, 1962.

Museo Municipal de Arte “Juan Carlos Castagnino” – Colón 1189


– Mar del Plata
Tel: (0223) 486-1636
Verano de 2005

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