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Doña Josefa, nacida en 1668 y registrada como “expósita”, fue reconocida a corta edad
por su padre, quien en su testamento, descubierto por Herrera-Vaillant en el Archivo
Histórico de Protocolos de Madrid, la nombró heredera universal, aunque no identificó
a la madre de la niña, diciendo solamente de ella que se trataba de “una doncella
principal”.
Obra de fácil lectura, pese a ser un tratado de genealogía, se lee con el interés de una
novela detectivesca hasta llegar a desentrañar “el nudo de la Marín”. La descendencia
colateral de Bolívar, totalmente actualizada y al día, es magistral.
María fue hija de un encomendero y tuvo una hija natural con Francisco Marín de
Narváez, Josefa Marín de Narváez, la rica abuela de Bolívar, de la que éste heredó
las minas de Aroa, declaró el genealogista en una entrevista con Efe en Bogotá.
El tatarabuelo no identificó legalmente a la madre de la niña, solo dijo que era "una
doncella principal", pero el autor de "El nudo deshecho" está convencido de que
fue María Martínez de Cerrada, de quien Marín de Narváez se acordó en su
testamento, pues le legó algún dinero a condición de que se metiera monja o se
casase.
La dama decidió esta última opción, a pesar de ser la que menos dinero le
reportaba, señala Herrera-Vaillant, cuya teoría ha recibido el aval del español
Javier Goméz de Olea, entre otros respetados genealogistas.
Tenía solo unas gotas de sangre indígena que se remontan a sus ancestros en el
siglo XVI, agrega el especialista, al que no le sorprende que los detractores de
Bolívar trataran de enlodar su figura con referencias a supuestos orígenes indígenas
o africanos.
Un historiador describió como una "negra tinta" a la tatarabuela misteriosa y al
mismo Bolívar le llamaban "zambo" y le señalaban su pelo ensortijado.
Hoy en día se vive una democratización de esa ciencia en base a la creencia de que
todo el mundo tiene genealogía, no solo los que están más altos en la escala social,
dice.