Professional Documents
Culture Documents
Manguito antideslizante.
Marca inscrita en la caña.
Ladislao Biro
Su lapicera
Así eran las biromes fabricadas por los hermanos Biro y Meyne.
Cuando Ladislao tuvo la idea del bolígrafo, ya había inventado un modelo de
pluma fuente, una máquina para lavar ropa, un sistema de cambios automático en
los automóviles y un vehículo electromagnético.
Como periodista, estaba molesto por los trastornos que le ocasionaba su pluma
fuente (que era para diestros y él era zurdo)[cita requerida] cuando se le atascaba
en medio de un reportaje. Entonces, junto con su hermano George, quien era
químico, logró una tinta muy útil para la escritura a mano, pero que no podía
utilizarse con la pluma pues se trababa al escribir. Ladislao obtuvo la idea de cómo
resolver este inconveniente observando a unos niños jugar en la calle con bolitas
que al atravesar un charco salían trazando una línea de agua en el piso seco: ahí
se dio cuenta de que en vez de utilizar una pluma metálica en la punta, debía
utilizar una bolita. La dificultad de trasladar ese mecanismo a un instrumento de
escritura residía en la imposibilidad para desarrollar esferas de un tamaño tan
pequeño. Biro patentó un prototipo en Hungría y Francia, en 1938, pero no llegó a
comercializarlo.1
Por entonces, Agustín Pedro Justo, quien meses antes había dejado de ser
Presidente de la Nación Argentina, lo invitó a radicarse en su país cuando de
casualidad lo conoció en momentos en que Biro estaba en Yugoslavia, haciendo
notas para un periódico húngaro. Agustín Justo lo vio escribiendo con un prototipo
del bolígrafo y maravillado por esa forma de escribir se puso a conversar con él.
Biro le habló de la dificultad para conseguir una visa y Justo, que no le había dicho
quién era, le dio una tarjeta con su nombre.2