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DIAGNÓSTICO SISTÉMICO DE LA DEMANDA Y DEL CONTEXTO

DE INTERVENCIÓN

Pablo Herrero Romero


Escuela Vasco Navarra de Terapia Familiar

1. El juego familiar y la jugada de la demanda

2. Las trampas de la demanda o “los juegos de poder”

3. Análisis de los elementos de la demanda

4. La derivación. tipos y problemas

4.1. “El problema del enviante cuando el que pide la terapia es un hermano”

4.2. Cuando la petición no esta en la familia

4.2.1. “El problema de la persona remitente”


4.2.2. La contextualización de la demanda en el trabajo de red

4.3. Otros tipos de derivantes

5. Análisis del contexto de intervención

5.1. Clasificación de los contextos de intervención

6. Conclusión

7. Sobre la devolución

1.- EL JUEGO FAMILIAR Y LA JUGADA DE LA DEMANDA

En una concepción sistémica clásica, la familia como sistema vivo en


interacción va evolucionando a lo largo del tiempo adaptándose a las nuevas
necesidades, originadas por los acontecimientos que se producen, tanto en el
interior como en el exterior de la familia.

Los acontecimientos naturales: nacimientos, matrimonios, separaciones,


enfermedades, envejecimiento, van determinando distintas etapas del ciclo vital de
la familia, y siempre producen pequeñas o grandes crisis, que perturban el orden
establecido en la organización familiar precedente . Por ejemplo, en la
adolescencia los hijos van a producir fases de desestabilización naturales,
cuestionando los limites y las normas puestas por los padres, útiles cuando estos
eran pequeños, reivindicaran llegar a casa más tarde, más dinero para sus gastos,
la elección de sus amistades etc. y la familia tolerara más o menos bien éste paso,
encontrando nuevas reglas de convivencia y distintos modos de relacionarse.
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Los distintos miembros del grupo familiar, en el transcurso de la historia y


de su evolución en común van aprendiendo a coexistir desarrollando una
organización relacional compleja. Estas organizaciones de las relaciones entre los
individuos que participan en un sistema y que evolucionan en el tiempo, han sido
descritas metafóricamente como juegos. Crozier (1978) propone recurrir al
concepto de juego porque en él se integran las movidas de los individuos y las
reglas generales del sistema.

Para Mara Selvini (1.985), el concepto de juego puede hacer de red


empalme entre dos razonamientos, el que se refiere a la estrategia del actor y el
sistémico sobre vínculos y límites puestos al actor por los niveles sistémicos
supraindividuales. Desde su punto de vista, ”es verdad que tanto un individuo hace
cierto juego porque tiene ciertas motivaciones, como que tiene ciertas
motivaciones porque participan en un determinado partido que le permite
solamente determinadas movidas”. Según esta autora, en el momento en que una
familia pide ayuda o inicia un tratamiento, coincide con una evolución de su juego
que ha puesto a uno o más de sus “jugadores” en una posición intolerable. “En
este punto nuestro trabajo como terapeutas es el de redefinir rápidamente el juego
en acción, para poder intervenir y detenerlo. De lo contrario entraremos a formar
parte del juego perpetuándolo, constituyendo junto con la familia un sistema
terapéutico disfuncional. ”Así pues, desde esta primera conceptualzación, la
petición de ayuda supone la última movida del juego y en ella se van a expresar
implícitamente tanto las reglas generales de relación del sistema, como las
estrategias de sus “actores” dentro del funcionamiento familiar.

Otra valoración que hacemos en esta fase del trabajo de la demanda es ver
si hay suficiente motivación para el cambio en la relación de fuerzas
homeostáticas y morfogénicas.

Entendemos que una petición de ayuda puede estar determinada tanto por
fuerzas morfogénicas (al servicio del cambio) como morfoestáticas ( al servicio de
la estabilidad para aplacar la crisis y que nada cambie). Cómo estar presentes
ambas a la vez. Por lo general podemos decir que siempre va a haber un cierto
grado de ambivalencia.

La valoración de si hay suficiente motivación y potencial de cambio en la


familia es importante, porque de lo contrario nos podemos hacer cargo de
situaciones donde ellos no estén lo suficiente motivados para cambiar y no
conseguir nada a pesar de todo nuestro esfuerzo. Lo que para la familia no sería
útil porque podrían pensar que sus problemas no tienen solución.

Un ejemplo de petición de terapia familiar originada por fuerzas


homeostáticas sería el de una madre que ha desarrollado un rol protector hacia
los hijos en el deseo de solucionarles todos sus problemas, pero también como
una manera de intentar curar o reparar su propia infancia llena de problemas y
carencias afectivas. En el momento que sus hijos se hacen adolescentes, y

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empiezan a querer independizarse y por ello a dar problemas. La madre podría


solicitar una ayuda familiar en el deseo que nada cambie y seguir controlando a
sus hijos como cuando eran pequeños.

Para poder construir una intervención terapéutica a partir de esta petición,


se necesita un tiempo y un espacio donde trabajar con ésta demanda y en función
también de los deseos de que las cosas les vayan mejor, poderla reconvertir en
algo así como : “Ayúdenos en ésta situación de malestar en que todos lo estamos
pasando mal y no sabemos como salir, a lo mejor no lo estamos haciendo bien y
todos tenemos que cambiar”.

Las familias de mayor rigidez, son las llamadas de “transición psicótica”, en


ellas los conflictos no se airean mantienen una compostura de que todo va bien y
ofrecen dificultad a evolucionar con las crisis. En estas familias predomina el tipo
de petición: “ Ayúdenos a estar bien sin cambiar.”

También valoramos los tipos de solución que hasta ahora han adoptado
para intentar solucionar el problema. Como decía Shazer la solución puede
convertir la situación en un problema mayor.

En relación a este tema Luigi Cancrini comentaba en un seminario de


formación una metáfora: Cuando una persona (o también las familias) está
atrapada en la solución de un problema, es como si esta persona que está en su
casa pasando de una habitación a otra, se enganchara la manga de la chaqueta
con la manilla de la puerta. Si la manilla ha entrado en la manga, cuanto más tire
más se enganchara. Pues bien, muchas veces cuando la familia llega a terapia
pide ayuda para “soltarse de la manilla”. Ellos quieren salir de la situación tirando y
desde éste modelo de pensamiento, nos piden ayuda para que tiremos junto a
ellos, porque solos no pueden.

Es ahí, donde tiene sentido la intervención terapéutica, para ayudarles a


desengancharse, es decir, a retroceder para soltarse. A comprender antes de
ponernos a tirar con ellos, en qué dirección deben de ir los esfuerzos, definiendo
una lectura de la situación distinta a la que ellos proponen.

Por todo ello es necesario destinar un tiempo a la evaluación, para realizar


un diagnóstico sistémico de la demanda y comprender qué fuerzas y necesidades
activadoras de esas fuerzas hay al servicio del cambio y al servicio de la
homeostásis en el juego familiar, que nos permita construir una intervención
terapéutica. De lo contrario, si de primeras aceptamos trabajar con lo que la familia
nos solicita, podemos aceptar movidas decisivas y reglas de funcionamiento
impuestas por la familia que bloquean el cambio.

Para Mauricio Coletti (1995) que subraya ampliamente la importancia del


trabajo sobre la petición. Diferencia la petición de la demanda (en italiano chiesta y
domanda) en dos términos para atribuir significados diferentes: “la petición es lo

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hablado, lo posible de expresar, la cosa que se puede explicar. Mientras que la


demanda es algo que el mismo paciente desconoce.

Otras veces la solicitud explícita no coincide con la demanda real e


implícita, pero tiene la función de globo sonda para ponerse en contacto con un
profesional, sondeando el terreno para comprobar si será posible, mas adelante,
formular demandas más delicadas. El profesional debe estar abierto a esta
posibilidad e incluso señalarla para dar permiso a la familia a hablar de las cosas
que les preocupan dándose el tiempo que necesiten.

Selvini Palazzoli (1985) considera que “el hecho de pedir ayuda a un


profesional representa la ultima movida, en el tiempo, del juego en acción en la
familia. Es un momento peligroso, porque el terapeuta corre el riesgo de
asociarse sin darse cuenta, precisamente a aquellos modelos interactivos que en
la familia mantienen la disfunción, y por tanto los síntomas del paciente designado.

“Por este motivo antes de entrar en la primera sesión con la familia, nos
preocupamos de poseer ya un nivel ordenado de informaciones sobre su propia
manera de funcionar, o sea sobre su juego, con el fin de no caer en los modelos
interactivos disfuncionales”….. “Además, antes de declarar la indicación de terapia
familiar, generalmente al finalizar la segunda sesión realizamos una indagación
sobre las motivaciones que llevan a la terapia familiar, interrogando uno por uno a
los distintos miembros.

Hemos inventado una batería de preguntas: ¿Quién tuvo la idea de


consultarnos? ¿Quién vino con más ganas, quién con menos, quién espera más,
quién espera menos? (también cruzando las preguntas en forma circular). Las
respuestas nos ayudan sea a representarnos las posiciones de los individuos en el
juego, con una cierta aproximación (en general el que se cree “ganador” no
recurre a un experto), sea la actitud de los individuos hacia la terapia.

Podemos resumir de esta manera los parámetros que nos guían en la


aproximación terapéutica inicial:

a) Análisis minucioso del contexto en el cual se debe actuar (imagen,


expectativas conexas, tareas con las que se vincula, etc.);

b) Primer contacto (generalmente telefónico); por medio de éste se recogen


informaciones sobre la naturaleza del problema por el cual se solicita la
intervención; sobre el solicitante y su posición en el sistema familiar; sobre
la persona que lo envía; sobre la composición del sistema familiar. La
finalidad operativa más inmediata es la de decidir a quién se convoca para
la primera sesión de consulta, una movida terapéutica de esencial
importancia. Ya desde la llamada/ficha es necesario formular hipótesis y
evaluar el importante aspecto pronóstico de la subordinación a los
requerimientos del terapeuta, a la convocatoria, a la praxis propuesta.

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La ausencia de tal subordinación supone importantes interrogantes


para indagar en la sesión de consulta:

c) la sesión de consulta. Con los datos ya surgidos, la fase de consulta tiene la


finalidad de verificar hipótesis de dos órdenes: 1. Sobre la solicitud de
terapia (relaciones entre la familia y la persona que la envía, ésta y el
terapeuta, la familia y la terapia); 2. Sobre el juego intrafamiliar (posición del
solicitante, relaciones familias extensas y familia nuclear). Al finalizar la
consulta (una o dos sesiones como máximo), se ofrece/rechaza la terapia
con una intervención adecuada de tipo desorganizativo del juego en acción.

Los feedback con dicha finalidad constituyen datos que orientan al


eventual accionar terapéutico sucesivo.

2.- LAS TRAMPAS DE LA DEMANDA

J.A. Abeijón (1.987) a propósito de la demanda en toxicómanas propone


realizar un interesante análisis de las trampas de la demanda o “los juegos de
poder” con los que se presenta la petición de tratamiento. Entendiendo estos
como manifestaciones del sistema familiar en respuesta a estímulos del exterior y
señales del funcionamiento del sistema como unidad que pretenden su
perpetuación y conservación.

Compartimos con J.A. Abeijón que “ los juegos de poder se presentan al


mismo tiempo como trampas en la creación del sistema terapéutico y como
señales que indican la dirección adecuada para la creación del mismo”.

Los juegos de poder son mensajes relacionales que se presentan en el


momento de la petición y en ese momento habrá que trabajarlos. De lo contrario,
si no son devueltos pueden organizar el sistema terapéutico con reglas
homeostáticas que dificultaran la intervención posterior.
Recogemos a continuación algunos de los modos más frecuentes que utilizan las
familias con toxicomanía reseñados por J.A. Abeijón y que en nuestra opinión
también se presentan en otras familias resistentes.
La urgencia
Para un problema de años de evolución, y cuya solución no es inmediata, la
familia propone soluciones rápidas. Con la misma urgencia que el toxicómano
busca la nueva dosis, la familia y el paciente identificado presentan la petición de
ayuda exigiendo al terapeuta una respuesta inmediata: medicación, ingreso en
comunidad terapéutica, desintoxicación…

Esta circunstancia nos muestra una regla habitual del sistema, un modo de
actuar que impide pararse a pensar en una evaluación sobre las causas que están
determinando el síntoma.

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Si admitimos la norma de la familia perdemos el poder de contextualizar


una evaluación. Si rechazamos de plano esta forma de pedir ayuda posiblemente
no vuelvan.

La dramatización

De la misma forma que la dramatización es una técnica descrita por


Minuchin (1981)para movilizar a las familias a responsabilizarse de los problemas.
También las familias utilizan la dramatización para que los terapeutas nos
activemos a dar las respuestas inmediatas que nos demandan. Para Juan Antonio
Abeijón, “La dramatización genera un efecto multiplicador en el diagnóstico de
gravedad y el terapeuta puede sentirse obligado a construir soluciones
agrandadas que presupongan la incapacidad de la familia reforzando los
sentimientos de incapacidad e impotencia con que muchas familias se presentan a
tratamiento”

En sentido contrario la familia puede presentar una ausencia total de


respuesta emocional con un discurso anímico y sin energía. Incapaces de
entusiasmarse o enfadarse ante cualquier intervención del terapeuta como una
manera de controlar los intentos de cambio.

La delegación

Algunas veces la familia se presenta con este tipo de discurso: “Tenemos


un problema, aquí estamos, ustedes dirán. Nosotros ya lo hemos intentado todo”.
De esta manera ceden al equipo la responsabilidad, el esfuerzo y el protagonismo
necesarios para cualquier proceso de cambio. Si acepta este juego, el terapeuta
se pone a buscar soluciones que la familia puede rechazar pasivamente.
Sin embargo, comprender las causas que le llevan a la familia adoptar esta
posición pasiva y delegante nos puede indicar el camino.

El pseudoacuerdo

El pseudoacuerdo hace referencia a la situación en que una familia expresa


“el acuerdo” de trabajar sobre su síntoma o problema determinado. Pero en el
fondo, entre los distintos miembros de la familia no hay un acuerdo, sino que
tienen una agenda secreta de los objetivos que pretenden conseguir.

Caso práctico nº 1

Proponemos el ejemplo siguiente como una práctica para rol play de


trabajo de la demanda.

Una madre separada hace ocho años, con 3 hijos de 10, 13, 16 años a su
cargo, solicita una TF con sus hijos porque el hijo pequeño presenta graves
problemas de conducta dentro y fuera del hogar. Dentro de este acuerdo de los
cuatro miembros que hacen la petición, sobre el objetivo de la terapia. Cada uno

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preserva su propia formulación sobre los cambios que se tendrían que dar, y
esperan encontrar en el terapeuta un aliado para sus intereses: la madre está
harta de ser la que ha cargado con los hijos, mientras el padre vive una vida
placentera con otra mujer y pretende que el terapeuta haga una atribución del
problema a la ausencia del padre en su rol.

Los dos hijos mayores aliados del padre, pretenden que el terapeuta trate a
la madre neurasténica que no hace mas que pegar gritos y hablar mal del padre.
El hijo pequeño confundido e hiperactivo no puede poner palabras a su
pensamiento interno y la única manera que tiene de expresar su angustia es a
través del mal comportamiento. Pero escuchando sus mensajes hacemos la
lectura de que está muy enfadado con su madre porque desde hace unos meses
pasa mucho tiempo dentro y fuera de casa con un amigo intimo sintiendo
traicionada la relación privilegiada que siempre había tenido con su madre.
Si el terapeuta toma partido o entra en alianza con cualquiera de los propuestas
que se le presentan fácilmente quedará atrapado en el juego familiar , perdiendo el
poder terapéutico que le da la neutralidad.

El miembro ausente

La ausencia de un miembro de la familia a las sesiones de terapia bien en


el inicio o en una fase posterior del proceso terapéutico, ha sido descrita por
distintos terapeutas de familia como movimientos homeostáticos.
M. Selvini Palazzoli, L. Boscolo, G. Cechin, G. Prata (1.974) en el libro de
Paradoja y Contraparadoja, tratan en un capítulo sobre la recuperación de los
miembros que se ausentan en el curso de la terapia como una maniobra familiar
destinada a lograr el mantenimiento del statu quo. En él plantean tácticas para
recuperar el miembro ausente, haciendo al final de la sesión una devolución por
escrito para ser leída en casa en un momento que estén todos reunidos, en la que
describen el juego familiar de forma tal que pueda perturbar dicho statu quo. Este
tipo de intervenciones pueden seguir siendo válidas y efectivas en determinadas
situaciones pero el poder que tenían, y la poderosa convicción con la que las
hacían está muy relacionado con el “halo mágico” que en aquellos años, envolvía
a la TF estratégica del equipo de Milán.

Pero lo que sigue siendo válido es que tanto en las primeras sesiones,
como dentro del curso de la Terapia, cuando un miembro no acude a sesión, es un
hecho que hay que ponerlo en relación con lo que aconteció en el último encuentro
que tuvimos con la familia, incluyendo también las posibles llamadas telefónicas,
con el juego familiar y el proceso terapéutico. Para ello es importante tomarse un
tiempo antes de la sesión para reflexionar antes de tomar la decisión de si hacer o
no la sesión manejando las hipótesis más útiles.
Si al final decidiéramos hacer la sesión debemos estar muy atentos a lo que
sucede en ella para relacionarlo con la maniobra de la ausencia, entendiendo que
es algo que le pertenece a la familia y no solo al miembro ausente como la familia
nos puede hacer creer.

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Si a la primera sesión ya de entrada falta un miembro que hemos


convocado debemos considerarlo como una resistencia de la familia y juego de
poder con el equipo asistencial. Consideramos que la regla básica en un contexto
clínico sería no hacer la sesión, por ello es conveniente, en el encuadre definido
en la convocatoria haber informado que si no vienen todos los convocados no se
podrá realizar la sesión. De cualquier manera hay que dar una explicación, no en
cuanto a justificación nuestra sino desde la comprensión de la maniobra dentro de
un juego.

Giullana Prata (1.985) en su artículo “la maniobra del miembro ausente en


las primeras sesiones de consulta. Como evitar errores irreparables" expone dos
casos clínicos, subrayando la idea que el terapeuta es quien decide quién viene a
las sesiones y mantiene el control y si él no cumple sus propias reglas, obedece a
las reglas de la familia, corriendo el riesgo de perder sus medios terapéuticos.

“Es imperativo para el terapeuta rechazar la familia que viene sin su


miembro que había sido convocado, tiene que rechazarla porque aceptarla
mutilada seria una falta de coherencia entre lo que dice y lo que hace”.

Una manera de explicarse por qué la familia pide una TF para que fracase
es que si la Terapia fracasa supone una desculpabilización para la familia. El
fracaso demuestra que la familia no tiene ninguna responsabilidad y el problema
es sólo del paciente identificado.

De todas formas, queremos dejar en claro, que todos los contextos no son
iguales ni tienen las mismas finalidades y reglas de relación, como veremos en el
apartado de los contextos, y esto que es válido para un contexto terapéutico,
clínico y privado podría no ser válido en un contexto terapéutico, no clínico y
público, como podría ser un servicio de infancia o de toxicomanías dentro del
servicio social.

3.- ANÁLISIS DE LOS ELEMENTOS DE LA DEMANDA

A partir de las condiciones que describe Freud para poder construir una
demanda en sentido analítico, R.Neuburger (1984) propone de manera acertada
una descomposición de la demanda en 3 elementos:

1. El síntoma como testigo de conflicto.


2. El sufrimiento que resulta de ello.
3. La solicitud de ayuda a un profesional, o alegación.

Estos 3 elementos pueden estar repartidos en una misma familia. Por


ejemplo, en una familia el hijo tiene un síntoma de toxicomanía, como testigo de
un conflicto, tanto el conflicto como el síntoma le producirían un sufrimiento
interno, pero al mismo tiempo con la sustancia droga se automedica para rebajar
la angustia. El padre, alcohólico es el que mas sufre por un sentimiento de fracaso
en su rol parental y la madre y una hermana deciden en primer lugar acudir a un

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especialista. Esta familia es candidata a un tratamiento de T.F. Pero para poder


pasar de este primer momento de la petición a la constitución de un sistema
terapéutico es necesario realizar un trabajo sobre la disociación de la demanda
para que los distintos miembros de la familia puedan llegar a un sentimiento,
aunque sea discreto, de que todos tienen algo que ver con esta historia,
facilitándose así la autorización de la familia para hacer una demanda.

Neuburger propone un método para la exploración sistémica de los


elementos de la solicitud en las sesiones preliminares mediante preguntas
circulares, éste tipo de preguntas facilita la elaboración de hipótesis sobre la
distribución de roles y el funcionamiento familiar:

1. para explorar el síntoma : “actualmente en la familia ¿quién plantea mas


problemas?” Evitando la formulación ¿cual es el problema?, que corre el
riesgo de enviarnos a una causa externa sobre la cual nadie tiene
influencia.
2. para explorar el sufrimiento: “¿quién piensa usted, sufre más de la
situación?”.
3. para explorar la solicitud: “¿quién se muestra más preocupado por la
solicitud?”.

Es evidente, que esta exploración no es sistemática ni rígida, y depende de


las condiciones del encuentro.

La solicitud explícita no siempre corresponde a los problemas existentes y


menos aún a los conflictos subyacentes en la familia. Pero tienen la función de
emergente para ponerse en contacto con el Servicio, son mensajes que de
manera implícita definen por parte de la familia el tipo de relación que la familia se
propone tener con el servicio o terapeuta.

Sobre las indicaciones de terapia o intervención

La confluencia o disociación de los elementos de la solicitud, explica


muchos fracasos terapéuticos tanto en terapia familiar como individual o de red.

Los tres elementos de la solicitud (síntoma, sufrimiento, petición) que


propone R. Neuburger (1984) pueden darse disociados en una misma familia y
estará indicada la terapia familiar. Puede darse en un solo miembro de la familia y
entonces hablaremos de una psicoterapia individual. Y en tercer lugar, nos
encontramos con situaciones en las que es un tercero, externo a la familia el que
hace la petición, en este caso la indicación es el trabajo de red en contextos de
colaboración.

Por ejemplo, en el último caso expuesto, la petición de tratamiento en vez


de estar en la madre y la hermana puede estar en una trabajadora social, o en el
abogado del paciente identificado que le propone al juez el tratamiento como
medida alternativa al ingreso en prisión por un delito relacionado con el problema

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de la adicción. Este último tipo de situaciones lo desarrollamos más adelante en el


apartado de la derivación.

Estamos de acuerdo con Neuburger, consideramos que en la fase de


evaluación tenemos que pararnos a pensar al menos en dos lógicas que están
siempre presentes cuando hay síntomas. La que hace referencia al nivel sistémico
que considera la familia como matriz biológica y afectiva donde se origina el
malestar -“el enfermo-sintoma” como algo que pertenece al sistema familiar. Y la
que se refiere al nivel individual en cuanto a “el síntoma del enfermo” como algo
que pertenece al mundo interno del sujeto. La estimación que hagamos sobre
estas dos alineaciones, del síntoma con el sistema o del síntoma con el imaginario
del sujeto, en última instancia sobredeterminan la indicación y conveniencia de
intervenir desde una terapia de familia o desde una terapia individual sistémica u
otra orientación.

En terapia familiar, el aspecto clínico crucial es que síntoma y sistema están


conectados y se definen estando en función uno del otro. Quedando a criterio del
terapeuta definir la índole precisa de esa reciprocidad en el modo que sea mas útil
desde el punto de vista terapéutico.

4.- LA DERIVACIÓN, TIPOS Y PROBLEMAS

El remitente o derivante genérico es aquella persona o servicio que envía al


usuario o familia a terapia familiar para que pueda encontrar una respuesta a su
problema o situación. Estas derivaciones son las mas frecuentes, ejemplos de
ellas; cuando un terapeuta que hace terapia individual valora que el problema por
el que le consultan tendrá mejor solución en terapia familiar. O un terapeuta
familiar que tiene una relación previa con la familia o alguno de sus miembros, y
entorpecería el desarrollo de una nueva relación terapéutica, etc. Este tipo de
derivaciones, en principio no suponen un problema para el desarrollo de la terapia,
y son derivantes de los que fácilmente uno se olvida. Como dice Ricardo Sanz
(1987) “El mejor derivante es el derivante que se olvida”.

Pero en este apartado nos vamos a ocupar de los que no se olvidan


fácilmente y están siempre presentes. Son los que tenemos que tener en cuenta
en nuestro trabajo para que su presencia no sea homeostática, porque por el tipo
de relación que mantienen con la familia, o con nosotros mismos, pueden
contaminar la demanda de tratamiento y su proceso.

El denominador común de estos derivantes es la sobreimplicación en el


caso y que la motivación para el cambio está más en ellos que en la propia familia.
Veamos algunos de ellos.

4.1.- “El problema del enviante: cuando el que pide la terapia es un hermano”

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Con este título, Mara Selvini(1987) también publicó un articulo describiendo


el análisis de un tipo de fracaso frecuente en terapia de familia, en relación a que
el enviante es un hermano de la fratria, en lugar de un progenitor.

Este hermano, que no tiene por qué ser el mayor, ocupa una posición de
prestigio respecto de los demás hermanos-as. Con frecuencia tiene una profesión
de relación de ayuda, como psicólogo, médico o asistente social. Aunque también
pueden darse otras profesiones en donde se ha alcanzado el éxito. En general
tiene una gran implicación afectiva en los problemas de la familia, se siente
competente para resolverlos, tiene una larga historia de intimidad y confidencias
con uno de los padres, y por último esta muy interesado en hacer una terapia de
familia.

Los padres no corresponden a esta motivación pero no se manifiestan en


contra. Por un lado permanecen en una posición pasiva , pero por otro comunican
que vienen para hacer lo que haga falta.

Los demás hermanos/as aceptan la posible terapia, pero no muestran el


interés del hermano prestigioso.

Para Mara Selvini, ante esta situación lo primero que hay que plantearse es
hipotetizar acerca de porqué precisamente en este momento el enviante pide la
terapia familiar. A parir de los casos tratados por ella y su equipo propone dos
tipos de hipótesis:

1.- El hermano más motivado para la terapia mantiene un lugar privilegiado, y no


tiene ningún interés en renunciar, pero al mismo tiempo las exigencias de nuevas
relaciones en el exterior le hacen sentirse atrapado y con la necesidad de liberarse
de lo que le ata a la familia. Pero el precio que tiene que pagar por mantener el
lugar que ocupa, es atender continuas demandas de los padres para que se haga
cargo de los problemas familiares, gastando tiempo y energías en su familia, que
desearía utilizar en demandas externas en sus propios proyectos fuera de la
familia.

La propuesta de intervención se basa en la idea de no dar curso a la


Terapia Familiar solicitada por un hermano prestigioso, sino hacer una devolución
centrada en él, definiéndole como “verdadero paciente” en cuanto que necesita de
los beneficios que indirectamente le reportan los síntomas del paciente identificado
y todavía no está preparado para perderlos.

2.- Una segunda hipótesis aunque también puede ser complementaria con la
primera es cuando el hermano prestigioso en el fondo tienen celos del hermano
patológico, porque aunque él sigue siendo el prestigioso, su prestigio entra en
competencia con el poder del síntoma, y los padres están muy centrados en el
hermano “enfermo”. En este caso el hermano está muy interesado en la TF, desde
la motivación de ser él, el que a través de la TF, saca a sus padres del martirio al
que les somete el hermano patológico, y de esta manera vuelva a ser él el elegido.

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En ambos casos el peligro está en considerar al hermano prestigioso como


un miembro que está en distinto nivel al de la familia, como si fuera un aliado al
terapeuta para el buen desarrollo de la terapia. Cuando en realidad se trata de un
miembro mas del sistema que “quiere desembarazarse del peso de la corona pero
conservando las ventajas”.1

“El estudio de los sistemas ha demostrado realmente cómo las cualidades


de las partes que componen un sistema emergen de las interrelaciones, las
asociaciones y las combinaciones entre las mismas partes. La emergencia es un
producto de la organización y, aunque inseparable del sistema como totalidad,
aparece no solamente a nivel global sino a nivel de cada uno de los componentes.
Quien asume la iniciativa y la responsabilidad de acompañar a la propia familia de
origen a la terapia, realiza una acción totalmente coherente con aquel tipo de
organización (juego) familiar que lo ha colocado desde hace tiempo en el rol del
“mejor”. En consecuencia el peligro que corre el terapeuta está precisamente en
obedecer, es decir, efectuar el tratamiento que le ha sido pedido por el “mejor”,
porque haciendo eso lo acepta también a él como tal, ratificando ese rol con su
propio sello.

Es suficiente que el terapeuta haga eso para convertirse ipso facto en


un jugador del mismo juego que está en marcha en la familia: el juego trágico al
que corresponde la aparición y el mantenimiento de los síntomas del paciente
designado. Estando dentro del juego, es evidente que no se puede cambiarlo… Y
de esta manera el terapeuta se encuentra impotente.

Con frecuencia en las familias vemos miembros con roles polarizados: hijo
fracasado-hijo prestigioso, hijo bueno-hijo malo, madre central-padre periférico. A
este fenómeno E.Morin lo llama “antagonismo sistémico” y le atribuye una función
intrínseca organizativa del sistema como totalidad. La función terapéutica trata de
librar estos antagonismos.

1
L. Cancrini en un análisis que hace sobre este tipo de devoluciones (interpretaciones) en “la
terapia que se hace rechazando la terapia” en “La Psicoterapia Gramática y Sintaxis” Paidós 1991.
Hace una reflexión sobre la utilidad de estas interpretaciones. “… el rechazo de la terapia resultaba
útil en la medida en que estaba justificado por una interpretación que emplea los mensajes del
sistema familiar, enfatizando la debilidad oculta del miembro prestigioso y la utilidad del sacrificio
hecho por el paciente designado para protegerlo “.

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Caso práctico nº 2

Como ejemplo de esta situación, contaremos el caso de una familia


compuesta por la madre y dos hijos. El padre había fallecido hacia unos años. El
hermano mayor era toxicómano, con un diagnóstico de toxicómana de transición,
según la tipología de L. Cancrini2. El hermano menor tenía 27 años, “prestigioso “,
había estudiado psicología, tenía una buena colocación y una novia con la que a
temporadas compartía piso.

El momento de la petición de TF, estaba motivado por un deseo de


establecerse definitivamente con su novia. Pero las continuas demandas de su
madre no le permitían dar este paso sin un gran sentimiento de culpa, al tiempo
que perdería su status dentro de la familia. La curación del hermano le permitiría
autoorganizarse, pero al mismo tiempo tanto la madre como el hermano
toxicómano apelmazados en una relación diádica y compungidos por la pena del
padre fallecido, no estaban dispuestos a perder a un miembro más de la familia y
menos a éste que les solucionaba los problemas. Entendiendo que la curación
significaría la partida del hermano prestigioso, tenían muy pocos motivos para
colaborar en la TF.

Los terapeutas, recogiendo la demanda del hermano “aceptada" por la


familia el inicio de una desintoxicación. La desintoxicación fracasó y la familia
abandono el tratamiento ¿En qué nos equivocamos? ¿Qué teníamos que haber
hecho ? ¿Cómo resolver esta situación?. (ejercicio de rol play)

L. Cancrini en un análisis que hace sobre este tipo de devoluciones


(interpretaciones) en “la terapia que se hace rechazando la terapia” en “La
Psicoterapia Gramática y Sintaxis” Paidós 1991. Hace una reflexión sobre la
utilidad de estas interpretaciones. “… el rechazo de la terapia resultaba útil en la
medida en que estaba justificado por una interpretación que emplea los mensajes
del sistema familiar, enfatizando la debilidad oculta del miembro prestigioso y la
utilidad del sacrificio hecho por el paciente designado para protegerlo “.

Para una exposición de esta tipología de toxicomanías ver: L. Cancrini, La


Psicoterapia Gramática y Sintaxis. Paidós (1991) (p.219).

4.2.- Cuando la petición no está en la familia

4.2.1.- “El problema de la persona remitente”

Mara Selvini y su equipo de T.F., compuesto por L.Boscolo, G.Cechin y


G.Prata en 1980 publicaron el primer artículo completo referido a éste tema “El
problema de la persona remitente” sentando las bases para posteriores artículos,
llamaron la atención sobre el hecho de que con frecuencia muchas terapias de

2
Para una exposición de esta tipología de toxicomanías ver: L. Cancrini, La Psicoterapia
Gramática y Sintaxis. Paidós (1991) (p.219).

13
Diagnóstico Sistémico de la Demanda y del contexto de intervención Pablo Herrero

familia fracasan por no haber contado con el papel homeostático que la persona
remitente tenía en la familia, llegando a ser un miembro más del sistema a tratar.

Plantean que ante una derivación la pregunta habitual que nos hacemos es
¿qué relación tiene con nosotros este derivante para hacernos éste envío? Y sin
embargo las preguntas que debemos hacernos son ¿Cuál es la posición actual de
la persona remitente en el grupo familiar? ¿Ha sido implicado/a hasta el punto de
convertirse en un miembro importante del sistema familiar? Y de ser cierto éste
interrogante entonces habrá que incluirlo en la sesión. Para que no tenga el poder
del “miembro ausente”

El problema de la persona remitente se puede dar en cualquier tipo de


familia, pero se da con más frecuencia en las de transición psicótica, Wynne y
Singer, las definieron con la metáfora del “cerco de goma”. Sus relaciones estarían
amalgamadas y el cerco de goma es algo que rodea a la familia y absorbe a
cualquier cosa o persona que se atreva a acercarse.

Para estos autores del equipo de Milán, el profesional que haya sido
absorbido sin darse cuenta por la familia, generalmente atraviesa tres estadios:

1. Experimenta gratitud y satisfacción por haber sido admitido por la familia


como “su ayudador”.

2. Poco a poco irá notando que sus esfuerzos son baldíos y aparecerán
sentimientos de incomodidad y disgusto con una sensación vaga de haber
sido atrapado.

3. Exasperado buscará una solución y enviará a la familia a terapia familiar.

La familia obediente, para no perder a éste profesional que se ha convertido


en alguien esencial para su homeostásis irá a terapia familiar con el pensamiento
tranquilizador: “estamos dispuestos a hacer lo que haga falta, si todo lo demás ha
fracasado tampoco esto servirá”.

Selvini Palazzoli et al, continúan describiendo los tipos de personas


remitentes y de familias más sospechosas

1. Psiquiatras infantiles, neurólogos, pediatras y médicos de familia que han


estado tratando a un miembro de la familia durante años y han terminado
en una amistad con ella.
2. Psiquiatras y psicólogos jóvenes, denominados terapeutas de apoyo que
han quedado implicados con la familia del paciente, más frecuentemente
con la madre, con la que mantiene contacto telefónico con grandes
conversaciones.
3. más raramente, asistentes sociales que están a cargo de algún psicótico
crónico, o actúan como intermediarias entre el paciente y la familia, y el
paciente y la clínica a la que es posible que sea enviado.

14
Diagnóstico Sistémico de la Demanda y del contexto de intervención Pablo Herrero

¿Cómo se comportan las familias sospechosas?

a) La familia sonriente: educados y sin ninguna muestra de ansiedad ante la


grave situación del P.I., se ponen a nuestra disposición como si fueran un
experto en relaciones públicas, dando información genérica sin que
podamos extraer nada significativo. Este tipo de familias es adaptado al
P.I., quien es mas un problema para el derivante, que para su propia
familia. Son familias expertas en tragarse a cualquiera que se les aproxima.
b) La familia furiosa: este tipo de familia parece estar irritada hasta el punto de
mostrarse hostil y rechazando al terapeuta.
c) La familia protestona: estas familias hablan de las múltiples dificultades por
acudir a las sesiones, día, hora, duración, coste…Así como de lo poco que
mejora el P.I. incluso de su empeoramiento. Tienen prisa por terminar la
terapia y volver al remitente para declarar que este experimento ha
resultado un fracaso.

A través de varios fracasos obtenidos con este tipo de familias derivadas


por personas implicadas en la situación familiar llegando a formar parte de ella, los
autores proponen en primer lugar tener muy en cuenta cualquier información
referida a la relación entre la familia y el derivante, poniéndola en primer plano a
focalizar como paso previo a poder iniciar la terapia.

En este sentido una estrategia es invitar a la persona remitente a una


sesión de consulta con la familia para recoger información referente a la relación
que tienen los distintos miembros de la familia con la persona que los envía y las
razones por las que él ha enviado a esta familia al Centro.

Al final de esta sesión y valorado lo necesario que es para la familia


mantener en el sistema a esta persona no aconsejarán la interrupción de la
relación entre la familia y la persona remitente sino que le incluirán en la
intervención paradójica invitándolo a las demás sesiones como una ayuda para la
terapia dada su preocupación y conocimiento de la familia, para mas adelante
connotarle positivamente el trabajo que ha hecho con la familia preservándoles del
cambio que hubiera supuesto graves peligros para la familia. Otra estrategia
distinta, pero en la misma línea es la de no invitar a la persona remitente a sesión,
pero tras investigar el tipo de relación que tiene el derivante con cada miembro, y
su funcionalidad para permanecer sin cambio, hacer una devolución que le incluya
definiendo el juego en curso y su utilidad para la familia.

Si bien las orientaciones de cómo trabajar en estas situaciones se inscriben


en los trabajos del equipo de paradoja y contraparadoja, actualmente descartados
en la forma de intervenir por el nuevo equipo de Milán. Nos parece sutil y muy
interesante todo el trabajo de definición del tipo de situaciones que se presentan
con derivantes “homeostáticos”. Es importante que contextualicemos en el tiempo
el artículo y la descripción que hacen de los remitentes “sospechosos”. Estábamos
al final de los años 70 con toda la repercusión de la ola antipsiquiátrica, y mas en

15
Diagnóstico Sistémico de la Demanda y del contexto de intervención Pablo Herrero

Italia cuna de la antipsiquiatría, que con facilidad se daban este tipo de relaciones
entre los profesionales y las familias en las que se primaba una relación cercana.

4.2.2.- La contextualización de la demanda en el trabajo de red

Vamos a desarrollar el tipo de casos en que la familia no es portadora de la


petición de terapia, y que como decíamos anteriormente necesitan un trabajo de
red. Nos referimos a familias con frecuencia multiproblemáticas (con síntomas de
violencia, maltrato, abuso, abandono…) donde puede haber varios servicios
implicados y uno de ellos tiene una función de control social que es el derivante y
responsable del caso, por lo que tiene una función jerárquica y de toma de
decisiones dentro del contexto de colaboración de distintos profesionales.

Al terapeuta familiar al tiempo que se le pide la realización de una terapia,


se le solicita para participar en reuniones de coordinación y colaboración con otros
profesionales y/o realizar informes periódicos sobre el diagnóstico y evolución.

En cuanto a la triada de R. Neuburger, es este servicio institucional con


función de control social el que hace la petición y define el problema de la familia.
El sufrimiento y el problema están en la familia incluso por la situación de
desventaja social en la que se encuentran, al ser definidos por una institución
pública como problema.

Por ello el trabajo de la demanda y la evaluación de la posible intervención


terapéutica ha de incluir el análisis del contexto amplio, antes de ver a la familia en
una primera sesión es importante situarse en el contexto: Hablar con el derivante y
otros sistemas intervinientes, analizar la historia de relación de la familia con los
servicios y las definiciones que estos hacen del problema, y hacer hipótesis de la
funcionalidad del contexto y del funcionamiento familiar a partir de la información
que recogemos, para valorar en qué medida la familia va a colaborar con la TF y
con los objetivos que define el servicio, o si estos los pueden negociar o el único
problema que siente la familia es que hay un servicio-institución que se les ha
echado encima definiéndoles problemas y no saben como quitárselos.

En esta primera valoración tenemos que considerar si hay condiciones para


hacer una terapia de familia, o quizás puede ser preferible quedarse en un lugar
de consultor sistémico.

Puesto que se trata de una petición externa al sistema, aunque la familia


acepte la derivación, es importante que el derivante participe al menos en las
primeras sesiones para trabajar con los elementos disociados de la demanda
(síntoma, sufrimiento y petición), para que la familia al menos en un nivel discreto
se implique en la petición, definir el contexto de intervención y trabajar en
transparencia con la familia. Esto también nos permite observar el contexto amplio
donde surge la definición del problema y la relación familia-servicio.

16
Diagnóstico Sistémico de la Demanda y del contexto de intervención Pablo Herrero

En esta primera etapa de evaluación nuestro principal objetivo es hacer una


lectura de al menos tres niveles implicados en la situación:

• el relacional al interior de la familia, muchas veces con situaciones


cronificadas de muchos años de evolución.
• el de la relación de la familia con los servicios de atención.
• el de la posibilidad de construir un contexto de intervención bien definido.
Para poder desarrollar una “estrategia” de intervención donde pueda tener
sentido distintas “tácticas” profesionales. Por ejemplo las del trabajador
social, el terapeuta de familia, el educador familiar, la escuela…. La
orquesta bien afinada a la que se refería O. Masson.

El riesgo grave que con frecuencia aparece en los contextos de trabajo de


red con este tipo de familias, es que las familias tienden a repetir isomorficamente
las disfunciones de relación con los servicios, y estos a entrar a formar parte de
los procesos familiares, sin que muchas veces esté bien definido hasta donde
sustituir funciones que son propias de la familia y desde dónde activar los propios
recursos de la familia.

De cara a poder trabajar bien, es importante que quien deriva pueda hacer
una intervención previa con la familia para trabajar la demanda de ésta.

Para éste trabajo nos parece interesante las ideas que aporta A.Gracia
(1988) en su art. “el informe 50%”. Bajo el signo del consenso: un instrumento de
evaluación de las dificultades de la colaboración institucional”. En él se recogen
siete puntos a tener en cuenta:

1. Descripción de la situación actual.


2. Descripción de las intervenciones realizadas con referencia a la situación
objeto de atención.
3. Descripción de las potencialidades y recursos de la familia.
4. Metas que sugiere el derivante para trabajar con la familia.
5. Intervenciones que sugiere el derivante y que él mismo podría realizar.
6. Qué estrategia a seguir, y en la que podamos colaborar, nos sugiere el
derivante en el caso de que no se cumplieran las metas previstas.
7. Sugerencias del derivante a este servicio, para colaborar con otros
profesionales.

Si bien el modelo de informe de derivación como tal nos parece complejo y


costoso de realizar. Si nos parece muy interesante su filosofía y el hecho de que
esta información la trabaje el operador junto con la familia.

Los objetivos que se persiguen son:

- Plasmar las dificultades y limites con los que se encuentran los


profesionales de los servicios involucrados y la propia familia, para llegar a

17
Diagnóstico Sistémico de la Demanda y del contexto de intervención Pablo Herrero

una coordinación y un consenso básicos tanto acerca de la situación que


los reúne como de las perspectivas de modificarla. No se trata de negar u
obviar los límites, sino de tenerlos en cuenta.
- Introducir los aspectos positivos de la familia (siempre existen) que los
profesionales son capaces de resaltar, lo que permite una aproximación a la
singularidad de la familia.
- Introducir a la familia en el proceso de toma de decisiones acerca de su
futuro.
- Recoger la singularidad de la perspectiva de los profesionales involucrados
como “observadores”.

“Triángulos entre servicios” es otro de los riesgos a prevenir desde el


principio en estos contextos donde interviene varios servicios.

Murray Bowen (1979) desarrolló una teoría interesante por la que en un


sistema emocional las tensiones se distribuyen entre sus miembros mediante
alianzas y rechazos. En los periodos de calma, dos miembros de una familia
pueden tener una alianza tranquila; como sucede en las relaciones simbióticas
donde madre e hijo permanecen placenteramente, mientras el padre ocupa
posiciones periféricas. Pero en situaciones de tensión el proceso emocional puede
implicar a toda la familia. Madre e hijo harán esfuerzos para involucrar al padre en
el conflicto, y si dentro de la familia no se aplaca la tensión, irán a buscar a
personas ajenas: miembros de la familia extensa, amigos, … o, profesionales de
servicios socio-sanitarios y terapeutas de familia. De esta manera la tensión de la
familia queda diluida y contenida en personas ajenas a ella.

Estas ideas son útiles para entender y hacer hipótesis cuando una familia
pide ayuda y también cuando un servicio deriva a otro. Douglas Carl y Gregory J.
Jurkovik (1983) han definido el término <triángulo entre agencias> para referirse a
situaciones triangulares que implican a una familia y a dos sistemas de servicios.
Uno de los cuales puede ser el terapeuta familiar.

Es decir, que cuando entre una familia y el profesional de un servicio surge


un conflicto, como por ejemplo sobre el desacuerdo del objetivo de la intervención,
se generara tensión y habrá una tendencia, bien en el servicio o bien en la familia
de ir a buscar a un tercer profesional para formar un sistema a tres bandas y diluir
la tensión. Como a veces podemos observar si el tercero no se implica lo deseado,
buscaran un cuarto y un quinto si hace falta, llegando a complejos entramados de
redes profesionales donde la familia ya ha diluido totalmente su proceso familiar,
delegando sus funciones en los servicios y siendo ya incapaces de tomar sus
propias decisiones, están atrapados en la paradoja de ser “ayudados” para activar
sus recursos y hacerse cargo de sus problemas (1).

Para prevenir estas situaciones se impone la necesidad de trabajar con el


derivante y los profesionales implicados en el desarrollo de un contexto de
colaboración donde la familia no quede diluida.

18
Diagnóstico Sistémico de la Demanda y del contexto de intervención Pablo Herrero

4.3.- Otros tipos de derivantes

Además de estos tres casos que hemos desarrollado por su complejidad,


nos parece importante recoger brevemente algunos tipos de derivantes que señala
A.Campanini y F.Luppi (1988) (p164):

El remitente “meta”. Son derivantes que ocupan una posición jerárquica


superior con respecto al terapeuta, por lo que pueden imponer al profesional
métodos o proyectos de intervención, controlando e interfiriendo en la tarea. El
terapeuta puede verse en dificultad, entre dos frentes: el ámbito profesional y el
jerárquico. Por ejemplo: el terapeuta de familia en un centro ambulatorio y su jefe,
o el asistente social de un ayuntamiento y su alcalde. La recomendación aunque
clara, no deja de ser difícil: “ser capaz de definir correctamente la posición propia y
la ajena antes de comenzar a trabajar en los contenidos”.

El derivante “participe”. Cuando el derivante es un profesional que trata a un


miembro de la familia, puede ser una terapia individual o un tratamiento con
psicofármacos, e indica a la familia la conveniencia de que hagan una terapia
familiar complementaria a su intervención. Desde nuestro punto de vista y de
acuerdo con Campanini y Luppi, la realización de dos psicoterapias al mismo
tiempo puede ser útil, siempre que sean complementarias y no entren en simetría.
Para ello hay que definir los campos de intervención y las modalidades de
tratamiento, así como cual va ser la coordinación necesaria para que las dos
psicoterapias o intervenciones resulten complementarias.

Si no hay trasvase de información puede ser interpretado como una


descalificación y transformarse en un derivante disfuncional, dando mensajes
contradictorios a la familia, como sucede en el derivante “antagonista”. Por
ejemplo, el psiquiatra que medica a la madre de una familia que a su vez nos
envió a terapia de familia, le dice: dígale usted al terapeuta que en la terapia de
familia no hablen de tal tema o tal otro para que no se ponga nerviosa “. Si no se
redefine correctamente los ámbitos profesionales, se corre el riesgo de que el
usuario se transforme en un campo de batalla en el que los dos profesionales
disputan la primacía.

Un cuarto caso que queremos señalar, es el remitente “culpabilizado”. El


remitente atribuye al usuario enviado la culpa del problema que presenta. Un caso
típico es cuando la escuela envía a una familia a TF haciéndoles responsables de
los problemas que plantea el hijo en el ámbito escolar. En este tipo de casos no
hay que aceptar tal cual, la definición que hace la escuela, sino analizar el
problema en su complejidad relacional, incluyendo también al sistema escolar que
aconseja el tratamiento. En esta situación el chico es el campo de batalla o
bisagra entre los dos sistemas, escuela y familia, y campo de batalla cuando hay
conflicto.3

3
Este tema lo ha desarrollado muy bien E. Dowling y E.Osborne(1985,1994)

19
Diagnóstico Sistémico de la Demanda y del contexto de intervención Pablo Herrero

En resumen, queremos concluir subrayando la importancia de ante una


derivación tener en cuenta los aspectos relacionales del derivante con nosotros y
sobre todo del derivante con la familia.

5.- ANÁLISIS DEL CONTEXTO DE INTERVENCIÓN

En primer lugar vamos a diferenciar el concepto de contexto del de


encuadre que con frecuencia se les confunde. Desde nuestro punto de vista, el
encuadre hace referencia a todas las indicaciones, y aspectos de técnica que tiene
en cuenta el terapeuta para preservar la relación terapéutica donde se puede dar
el proceso terapéutico. Como por ejemplo: frecuencia de sesiones, duración,
honorarios, coterapia, utilización de espejo unidireccional y vídeo, etc.

Por contexto entendemos el marco en el cual el terapeuta recibe y trata a la


familia. Este marco o contexto determina condiciones que tienen importantes
consecuencias para la familia, para el terapeuta y para la relación terapéutica que
ellos van a definir.

Evidentemente la definición del contexto, va a depender en gran medida de


las marcas del contexto y supracontexto en que se desarrolla nuestra actividad: el
rótulo que se coloca en la puerta de nuestro despacho, “Centro de Terapia
Familiar”, “Servicio Social”, “Clínica Psiquiátrica”. etc. determina el tipo de
peticiones que se presentan. Pero también como dice Campanini (1.988) (pp.169)
“el tipo de solicitud tiende a determinar el tipo de contexto sobre cuya base se
inicia la relación”.

Para definir lo que entendemos por “contexto”, vamos a partir del trabajo de
Mara Selvini (1970), “Contexto y Metacontexto en la Terapia Familiar” de donde
podemos extraer las siguientes ideas:

- “Toda comunicación toma su significado en el contexto en el que tiene lugar”.


- “Toda comunicación define el contexto en el que tiene lugar.”
- Un contexto se constituye dentro de una situación precisa a partir de una
definición explícita o implícita de:

- un propósito o finalidad.
- una cierta distribución de roles con determinadas expectativas de
comportamiento.
- unas reglas de relación entre los miembros del contexto con sus roles.

- Entendemos por “deslizamiento de contexto” cuando algún miembro del


contexto descentra el tema llevando la conversación a otro propósito distinto,
produciéndose confusión de significados y perturbación de la atención.
- Permanecer en la confusión de los contextos equivale a permanecer en la
confusión de los significados
- Metacomunicar y hablar acerca del contexto en que nos encontramos, Mara
Selvini lo llama Metacontexto.

20
Diagnóstico Sistémico de la Demanda y del contexto de intervención Pablo Herrero

Mateo Selvini (1990) Contempla los deslizamientos en el contexto terapéutico,


ligados a la articulación de tres juegos como mínimo:

- él de la familia.
- él que los terapeutas tienen intención de jugar con la familia.
- él que la familia y/o cada uno de sus miembros quieren jugar con los
terapeutas.

5.1.- Clasificación de los contextos de intervención

Carlos Lamas (1.997) define contexto profesional de cambio como, “el


marco que se establece entre cliente y profesional y permite dar significado a una
serie de intercambios comunicacionales orientados a introducir el cambio en el
cliente. Entendiendo como cambio la narración, significativa en la vida del cliente,
que establecen un antes y un después de ese encuentro con el profesional” y
propone la división de los contextos profesionales de cambio en seis categorías:
asistencial, de consulta, terapéutico, de evaluación, de control e informativo. En el
cuadro 1 exponemos las características que los diferencian.

Estos contextos a su vez están enmarcados en metacontextos en el sentido


de un contexto amplio o supracontexto. (esta definición es distinta a la de Selvini)
Ver cuadro 2.

C. Lamas también especifica que estos contextos no tienen por qué ser
rígidos, y puede haber una cierta movilidad para pasar de uno a otro. Por ejemplo:
un profesional que trabaja en un metacontexto asistencial como es un Asistente
Social de un Servicio Social de Base contratada por un ayuntamiento,
fundamentalmente desarrollará su trabajo en contextos asistenciales pero con
frecuencia los objetivos de su trabajo le llevaran a desplazarse a contextos
informativos de consulta o de control y más rara vez de evaluación o terapia.

Peticiones del contexto asistencial pueden ser: una beca para un comedor
escolar, una ayuda domiciliaria para un anciano o la solicitud de una vivienda
municipal. El Trabajador social hará una valoración de las necesidades de la
familia y en función de los recursos municipales y de unos baremos dará una
respuesta afirmativa o negativa. Diríamos que esta actividad laboral se enmarca
en una lectura estereotipada y rígida del contexto asistencial y evaluativo definido
por objetivos de justicia social, evaluación de necesidades y gestión de recursos.
Y unas reglas de relación enmarcadas en los baremos municipales de
prestaciones sociales.

Pero también, manteniendo el contexto asistencial pero “aprovechando sus


posibilidades o modificando su interpretación estereotipada de las reglas” y
manteniendo el objetivo de que los Servicios públicos de ayuda social sirven para
reparar o paliar este tipo de situaciones se pueden aprovechar estos primeros
contactos para establecer relaciones que progresivamente apunten a otros

21
Diagnóstico Sistémico de la Demanda y del contexto de intervención Pablo Herrero

objetivos más ambiciosos y ayuden a construir situaciones sociales más justas. S.


Cirillo (1990), C.Lamas (1997).

De esta manera, con los recursos que nos da el modelo sistémico,


desmitificando la terapia como lugar de cambio y desarrollando el potencial de
cambio del contexto asistencial, a partir del primer contacto y apoyándose en la
petición de ayuda, se puede ampliar el foco para conectar las informaciones y
realizar una comprensión sistémica antes de actuar. J.Alegret, I. Landáburu, P.
Herrero (1995)

Conceptualmente, nosotros diferenciaríamos entre terapia y clínica. Si


consideramos la terapia como un acto para desarrollar las potencialidades del
sistema y favorecer el cambio. En los metacontextos de Servicios Sociales
también se dan los contextos terapéuticos aunque estos no sean clínicos.

Como dice Cancrini (1.995) “todos los actos deben ser terapéuticos, y si no
lo son, son peligrosos porque establecen equilibrios fuertes para la patología”. La
idea básica es desarrollar una estrategia de intervención, una lectura sistémica. Y
la misma estrategia puede tener distintas tácticas según contextos.

El error es pensar que el único camino para el cambio esta en la terapia


porque entonces ¿qué hace el Trabajador Social con todas las demandas que
llaman a su puerta y nunca irían a una terapia?

Caso práctico nº 3

Recogemos algunos datos de la ficha telefónica y de la primera sesión:

El padre Hilario tiene 40 años, la madre Nerea 38 años, los dos tienen un
hijo que se llama Julen y tiene 4 años.

La ficha telefónica la hace Hilario. Empieza diciendo que no me conoce


personalmente, que el es abogado y en un par de ocasiones me derivo parejas
que estaban en procesos conflictivos de separación. “Ahora llamo porque me toca
a mi estar en esta situación”.

Llevan 6 años casados y 7 estuvieron de novios. El además de trabajar


como abogado en un gabinete privado tiene dos empresas, una inmobiliaria y otra
de limpiezas, por lo que siempre esta muy ocupado. Nerea, hasta que nació Julen
trabajaba en una casa discográfica, lo dejo porque tenía que estar mucho tiempo
fuera de casa.

Julen, hasta los dos años que tuvo una operación, tenía problemas
respiratorios por lo que dormía mal y la madre pasaba las noches pendiente del
hijo. El marido para que ella estuviera a gusto le dijo en varias ocasiones que
cogiera una chica para ayudarle en las tareas de la casa pero ella no quería.
“¿Qué dirá la gente si encima de que no trabajo, tengo una interina?”.

22
Diagnóstico Sistémico de la Demanda y del contexto de intervención Pablo Herrero

Los problemas de pareja serios empezaron hace año y medio. El tuvo una
relación extramatrimonial con una compañera de trabajo con la que sigue
trabajando. Ella se enteró. Para Hilario eso ya está olvidado pero ella está dolida y
dice que no siente nada por el y quiere separarse. Desde entonces tienen grandes
discusiones y se dicen barbaridades, hablan de separarse y de hecho tienen
firmado un convenio regulador de la separación hace seis meses, aunque de
momento siguen juntos.

Hilario piensa que se puede salvar la pareja. “Nos queremos pero hay
desencanto, si nos separamos te quiero tener cerca”. Se queja de que ella se ha
centrado demasiado en el niño y está deprimida, con la autoestima baja, por lo
que necesita una ayuda psicológica. Al final los dos han acordado en acudir para
hacer una consulta porque al niño le afectan las continuas discusiones.

En la primera sesión, Nerea plantea “que ha venido porque Hilario le ha


insistido, quizás hablando y escuchándonos se podría solucionar, pero él plantea
una solución que a ella no le interesa, dice que se ha visto muy sola, ha
renunciado a todo y él a nada, no le ha ayudado ni con la casa ni con el niño.
Hilario como buen abogado defiende su causa, “tenía mucho trabajo de
responsabilidad y mucho stress, el problema se habría resuelto si hubieras cogido
una chica…, cuántas veces te he dicho que teníamos que hablar con un psicólogo
o con algún familiar que opinara desde fuera.

Al final, las peticiones se concretan:

Hilario quiere la valoración de una tercera persona, no ayuda psicológica,


que valore el conflicto y diga qué se puede hacer.

Nerea quiere ver si yo puedo dar una clave, lo ha intentado todo, pero
siente que su marido la minusvalora considerándola como una niña.

Los dos dicen que si es posible llevarse bien, les gustaría seguir juntos.

Comentarios:

• De entrada él trata de definirse en una posición de alianza conmigo


diciéndome que me deriva casos. (cosa que yo no recuerdo)

• Ninguno de los dos quiere seguir con la relación de pareja actual. Dicen
que quieren separarse, tienen un convenio de separación firmado hace seis
meses, pero siguen viviendo juntos.

• Nos encontramos con una pareja que en principio no vienen a hacer una
terapia sino una consulta, y que ya desde la llamada telefónica aparece

23
Diagnóstico Sistémico de la Demanda y del contexto de intervención Pablo Herrero

confusión y desacuerdo en la petición. ¿qué piden: valoración terapia,


mediación, consejo, un aliado…?

• A ella parece que le gustaría la posibilidad de hablar claro delante de la


“neutralidad” de un terapeuta y ver que si se puede sacar alguna clave de
allí, pero está poco convencida. Por otro lado no quiere hacer la terapia
individual que le propone el marido.

Con este tipo de peticiones tenemos que hacer un trabajo de clarificación del
problema y de la demanda; intentar comprender el juego relacional que hay detrás
de esta situación y que genera esta petición: los dos vienen con lógicas lineales, él
piensa que si ella no se hubiera encerrado en casa y hubiera seguido sus
consejos: una asistenta que le ayudara con las tareas de casa y el niño y una
ayuda psicológica individual , todo iría bien, pero no se da cuenta, ni le interesa
darse cuenta que él tiene mucha responsabilidad en que ella esté deprimida y
aislada, decepcionada y quejosa. Ella, por su parte piensa que él ha sido egoísta,
no se ha responsabilizado como padre ni esposo, ella ha cedido todo y él en nada.
Pero también ella es la que ha cedido sin poner oposición para luego quejarse
continuamente de él.

Nos da la impresión que ella podría acabar con una depresión severa y él le
diría “ no te preocupes cariño, te llevaré al mejor hospital psiquiátrico”.

Con esta idea se propone hacer un trabajo para conocer el modelo de


relación de pareja que han creado y llegar a una visión conjunta del problema
desde una perspectiva circular. Para que un mayor conocimiento del tipo de
relación que tienen les permita ir aclarando lo que quieren hacer.

De este modo, se intenta no entrar en el juego de alianzas y redefinir el


contexto de intervención de manera trasparente, de consejo a terapia, para
clarificar el problema.

Caso práctico nº 4

Hace pocos días me presento a consulta una Asistente Social de una


Residencia de Ancianos el caso de Ernestina, una anciana de 81 años, viuda. Su
marido había fallecido hace 7 años de una complicación cardiovascular tras una
operación arriesgada. Los últimos años de su vida la pareja había vivido en un
entente cordial. El marido había sido un buen hombre enamorado de su mujer.
Pero ella en realidad a quien había querido y por quien había vivido era por sus
dos hijos a quienes en teoría no había pedido nada a cambio y en esa actitud les
había educado, trasmitiéndoles la idea que ellos tenían que vivir su vida con sus
familias, las dos casadas y con hijos. Andrea la mayor vivía en Logroño e Irene en
San Sebastián, en la misma ciudad que su madre.

Ernestina a los dos años del fallecimiento de su marido fue entrando


progresivamente en un estado de tristeza.

24
Diagnóstico Sistémico de la Demanda y del contexto de intervención Pablo Herrero

Muy posiblemente a causa de su educación e historia en su familia de


origen, nunca había sabido pedir para ella, siempre se había dedicado a lo que
ella entendía por sus responsabilidades. Pero ahora, a causa de una caída en las
escaleras del portal de la casa, necesitaba de atenciones. Unos vecinos, con su
consentimiento, decidieron ponerse en contacto con Irene para que se hiciera
cargo de su madre. Pero Ernestina por su cuenta solicito el ingreso en una
residencia de ancianos.

En nuestra reunión de consulta construimos la hipótesis que Ernestina en


realidad estaba haciendo esta petición de ingreso como “última movida de un
juego” para que a Irene le diera pena su madre y la llevara consigo a su casa.
Pero si la familia aceptaba el ingreso, ella se hundiría mas en la depresión.

Con esta idea, la asistente social a pesar de que a Ernestina le


correspondía una plaza en la residencia por su baremo, la convoco a una reunión
de valoración de ingreso acompañada de sus hijas. ( contexto amplio donde se
produce la petición).

En esta reunión Ernestina expresaba con fuerza su petición de ingreso


como un derecho legítimo de manera convincente. Pero la asistente social de
una forma muy hábil comprensiva y sensible, pudo ir poniendo palabras a lo no
dicho por Ernestina, de como se notaba lo mucho que había querido a sus hijas y
los impedimentos que ella misma ponía para que sus hijas también le pudieran
expresar su afecto. A Ernestina se le iluminaban los ojos de emoción.

Aquella reunión de ingreso (de trabajo de la demanda) sirvió para que al


menos temporalmente Ernestina fuera a vivir a casa de su hija Irene.

Este caso como tantos otros nos hace reflexionar sobre la importancia de
poder comprender antes de actuar, de hacer una lectura sistémica de la petición
en los distintos contextos de intervención, sean clínicos o no.

En el caso de Ernestina con esta simple intervención preventiva se ha


evitado el ingreso en una residencia que en este caso podría haber favorecido el
desarrollo de un estado melancólico sin retorno.

CONCLUSIÓN

El diagnóstico sistémico de la demanda y del contexto de intervención


supone una evaluación acerca de lo que pasa en la familia y de su
recuperabilidad, en relación a un determinado profesional en un contexto concreto.

En función de las siguientes variables se construyen distintos tipos de


sistemas de intervención.

- Desde el punto de vista de análisis de la familia:

25
Diagnóstico Sistémico de la Demanda y del contexto de intervención Pablo Herrero

1. ¿Quién pide?. ¿Cual es el miembro de la familia que pide la terapia?, O son


todos los miembros de la familia. O es un profesional el que pide para una
familia. O es una institución con función de control social. O…Y Por qué,
cuales son sus motivaciones o intereses.
2. ¿Para qué pide?, ¿cual es el problema o preocupación que tienen? , O de
los problemas que tienen cual es el que más les preocupa, desde cuando?
Por qué este problema les preocupa más que otros? ¿cuál es la historia del
problema?
3. ¿Qué pide?. Desde nuestra valoración la petición se adecua al problema?

En este punto también el abanico de posibilidades es amplio, y más si


consideramos una concepción amplia de las intervenciones sistémicas, tanto
en contextos clínicos como no clínicos: una terapia de familia, una mediación,
una plaza para una residencia de ancianos….

4. ¿Por qué ahora? Desde cuando es el problema?, ¿qué es lo que ha puesto


al sistema en desequilibrio?, ¿hay motivación suficiente para el cambio?,
¿cuáles son los distintos intentos de solución y cómo funcionaron?
5. ¿quién sufre?, ¿quién esta más preocupado o lo esta pasando peor?,
¿quién menos?

- Desde un punto de vista más amplio, incluyendo el sistema terapéutico o


de intervención

6. ¿Donde pide? Una consulta privada, un departamento de psiquiatría dentro


de un hospital general, el servicio social de base de un ayuntamiento.
7. ¿Quién escucha? Asistente social, médico, ATS, psicólogo, profesional con
determinado rol, formación y peculiaridades personales.

Estas variables en interacción determinan un sistema único e irrepetible donde


se va a producir una lectura con un significado específico, que como dice la
segunda cibernética, esta lectura va a estar en función de quién mira y desde
donde mira.

El que la familia pida una cosa u otra y sea un miembro u otro el que hace la
petición por estar mas motivado o tener mas poder, no son cuestiones del azar.
Existe una estrecha interdependencia entre cual es la petición, quién la formula y
la organización del sistema y la concepción que tiene la familia del problema y de
su solución. El análisis minucioso de la demanda y de la relación que establecen
con el profesional permite definir un contexto de intervención terapéutico y sentar
las bases de un proceso de cambio.

26
Diagnóstico Sistémico de la Demanda y del contexto de intervención Pablo Herrero

Caso práctico nº 5

La familia K está compuesta por cuatro miembros. Los padres Javier y Puri
trabajan en la misma empresa como administrativos. Hicieron sus estudios donde
se conocieron y se casaron tras siete años de noviazgo. Andrés es el hijo mayor
de 12 años, lo tuvieron a los dos años de casados. Fue el primer nieto en las dos
familias de origen y la ilusión de todos.

Todo iba bien hasta que nació Alicia, la segunda y última hija de 5 años.
Como necesitaban una casa mas grande se cambiaron a otro barrio de la ciudad
donde los pisos eran mas económicos, lo que supuso el alejamiento de los apoyos
de las familias de origen. Andrés fue el que mas sufrió estos cambios, perdió el
trono, dejó de ser el centro de atención tanto de sus cuatro abuelos como de su
madre que ahora tenía que dedicarse a la pequeña Alicia. La madre redujo su
jornada laboral y el padre tuvo que hacer horas extras para no perder el nivel
adquisitivo. Además ahora tenían mas gastos con el nuevo piso. A Andrés se le
hacía duro irse al colegio y dejar en casa a su madre con Alicia.

Empezaron fuertes celos y malos comportamientos en la escuela de donde


cada día llegaban mas quejas. Con el paso del tiempo, las quejas aumentaron: en
el comedor escolar tiraba la comida por el suelo, en la clase llevaba la contraria a
los profesores y tenía un considerable retraso en la tarea. En el autobús escolar
montaba follones. Al tercer año, la madre tuvo una depresión, no podía con la
situación y se desvaloraba como madre. El padre que se sentía impotente empezó
a beber de forma continuada. La tensión fue creciendo y las discusiones ya eran a
diario.

En un punto de máxima tensión el sistema familiar pide ayuda y se abre al


exterior. ¿Cual va a ser la puerta que abre la familia ?

¿Quién va a pedir ayuda? .¿Para que problema?

• La madre puede pedir una ayuda para su depresión en un centro de salud.


• La madre puede pedir ayuda para el padre en un centro de alcohólicos.
• El padre puede acudir al médico por su alcoholismo.
• Los padres pueden enviar a Andrés a terapia individual.
• La escuela a través del equipo psicopedagógico puede derivar a la familia a
tratamiento por los problemas escolares de Andrés….

¿Qué es lo que van a pedir?:

• Psicoterapia individual ¿para quién? O familiar, terapia de pareja, clases


particulares, grupo de alcohólicos anónimos…

¿Donde lo piden?

27
Diagnóstico Sistémico de la Demanda y del contexto de intervención Pablo Herrero

• Servicio social, profesora particular, centro de salud mental, centro privado de


psicoterapia, homeópata, alcohólicos anónimos…. Con qué recursos
institucionales.

¿Quién escucha?

• Trabajadora social, psiquiatra, ats, psicólogo, terapeuta familiar. Con qué


formación, con qué sensibilidad...

En el caso que nos ocupa, la escuela derivó a salud mental, la psiquiatra que
los atendió puso a la madre en tratamiento farmacológico y al mismo tiempo derivó
a psiquiatría infantil. La psicóloga infantil derivó a un centro privado de terapia
familiar con el fin de tratar a la familia en su conjunto. A los cuatro meses de
terapia familiar se han podido ir conectando los síntomas con el funcionamiento
familiar, la tensión se ha reducido substancialmente, los distintos problemas se
van tratando en su interacción, los síntomas van remitiendo y la familia se está
pudiendo hacer cargo de su propio proceso.

Este ha sido un recorrido, pero ¿cuántos otros recorridos se podían haber


dado?

SOBRE LA DEVOLUCIÓN:

“La conexión del síntoma con el sistema produce un choque de


epistemologías”

Para Maturana (1985), en un sistema vivo hay una estructura autopoyética


que se autorreproduce. por lo que el conjunto de reglas y normas de la
organización del sistema se conservan también en la demanda de tratamiento.

En este sentido la intervención terapéutica se inicia ya desde el primer


contacto que se produce con la familia, porque ahí esta la estructura familiar.

Diagnosticar la demanda significa hacer hipótesis que nos permitan hacer


una conexión entre:

• la demanda
• la forma en la que se enuncia
• la concepción del problema que tiene la familia
• y la organización y funcionamiento del sistema.

Esta conexión supone un choque de epistemologías entre la familia y el


terapeuta.

Normalmente la familia acude a terapia con una idea del problema desde
una lógica lineal, en la que el síntoma está desconectado del sistema (el P.I. es
alcohólico porque no controla la bebida) y se encuentra con un sistema con una

28
Diagnóstico Sistémico de la Demanda y del contexto de intervención Pablo Herrero

lógica circular. Cuando el terapeuta conecta el síntoma al sistema, y muestra


cómo no puede cambiar uno sin cambiar el otro, enfrenta a la familia con su propio
dilema.4

P.Papp (1983) partiendo de la concepción cibernética de los sistemas,


considera la familia como un sistema autorregulador y el síntoma como un
mecanismo de regulación, por lo que al eliminar el síntoma, el sistema quedará
temporalmente desrregulado. En términos sistémicos el cambio es un dilema,
impone un precio y plantea el interrogante de cuáles serán las repercusiones para
el resto del sistema.5

Evidentemente, esta es una razón importante para que la familia se muestre


resistente, porque ¿cómo funcionará la familia sin ese problema? ¿qué precio
deberá pagar por su eliminación? ¿quién habrá de pagarlo? ¿le merece la pena?.
Si a una familia que se resiste de primeras le respondemos circularmente
definiendo la funcionalidad del síntoma y empujándola al cambio, el choque y la
perturbación es tan fuerte que la familia muy posiblemente abandone en las
primeras sesiones.

Por el contrario si el terapeuta acepta la demanda y la definición que la


familia hace del problema se acomoda a la lógica lineal de la familia haciendo más
de lo mismo. El equilibrio en el sistema se restaura y todo seguirá igual,
bloqueando toda posibilidad de cambio el terapeuta queda absorbido.

Entre éste encuentro homeostático y el desencuentro porque la familia no


estaba preparada para escuchar una narrativa tan distante y perturbadora, se abre
un espacio para la terapia. Nuestro objetivo será contextualizar un espacio y un
tiempo con una metodología para comprender de manera circular antes de actuar
y elaborar una estrategia que permita una perturbación que la familia pueda
escuchar y favorezcan paulatinamente el cambio.

“No navegar contra corriente, es más fácil guiar el barco buscando ángulos
con el viento” C.M.Anderson y S.Stewart (1983).

Este es el reto de la T.F., que partiendo de dos posiciones epistemológicas


distintas, podamos reencuadrar y redefinir la petición sobre el problema para llegar
a un sistema terapéutico con un acuerdo sobre los objetivos de la intervención,
capaz de co-evolucionar y favorecer el cambio. La familia desde su concepción del
problema, puede escuchar pautas del terapeuta que estén en zonas próximas a su

4
Este choque de epistemologías también se da en otras psicoterapias. Por ejemplo en
psicoanálisis, el paciente se dirige al psicoanalista con la queja de su malestar y la imposibilidad
desde su narrativa, construida desde la lógica del consciente, de sentirse bien, Y se va encontrar
con el psicoanalista que hace una lectura de las partes inconscientes de su vida infantil que se
están reproduciendo en la situación actual. Narrativa alternativa.
5
P.Papp (1983) (p.20) Definición cibernética de sistema: Sistema autocorrectivo y homeostático
que se activa por el error y se regula asimismo a través de circuitos negativos y positivos de
realimentación a efectos de mantener el equilibrio.

29
Diagnóstico Sistémico de la Demanda y del contexto de intervención Pablo Herrero

narrativa. Estas son las pautas que crean nuevos significados favorecedores del
cambio y como dice Shazer (1987). “El reeducare no es un acto sino un proceso
que modifica la percepción que la familia tiene de su propia situación y da lugar a
nuevos comportamientos.”

Por nuestra parte, cada vez más, hacemos devoluciones ligeras que
permiten enganchar a la familia y poco a poco en sucesivos reencuadres ir
construyendo un proceso dentro del sistema terapéutico que co-evolucione en el
tiempo generando cambios.

En función del diagnóstico, con familias de tipo neurótico, cuando el


síntoma, fundamentalmente es una respuesta a una crisis, en una familia en la
que anteriormente las cosas marchaban bien se pueden utilizar devoluciones
directas en las que se relaciona el síntoma con el sistema de manera circular. Una
terapia estructural puede funcionar bien.

Pero en familias de transición psicótica, cuando hay una situación más


grave y cronificada, en la que el síntoma esta siendo usado como un arma secreta
en una guerra encubierta y está enquistado en un ciclo de interacción repetitivo,
las interacciones directas o devoluciones del juego en marcha muy probablemente
serán frustradas o la familia abandonará el tratamiento. Porque entre sus
miembros hay proyectos secretos o transacciones ocultas que bloquean el
cambio, Actitudes defensivas de negación, culpa o ira, y alto grado de ansiedad
impiden que la familia pueda “escuchar” al terapeuta.

En estos casos se ha utilizado el enfoque indirecto o paradójico. Si bien en


la década de los 70 estas técnicas se utilizaban de entrada en las primeras
sesiones, actualmente considero que si se utilizan es conveniente que sea
después de un proceso de terapia donde se ha consolidado la confianza y una
alianza terapéutica para lo que puede servir un trabajo de tipo estructural previo

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