Professional Documents
Culture Documents
1. Qué es la puntuación
La puntuación constituye uno de los recursos fundamentales para distribuir y orga-
nizar la estructura y el contenido del texto escrito. Sin embargo, es uno de los aspectos
de la composición del texto quizás más difíciles de enseñar y más complejos de dominar.
Probablemente, uno de los principales problemas para enseñar y para aprender a pun-
tuar es el hecho de que, excepto algunas normas básicas, no resulta posible establecer
reglas de cumplimiento obligado para todos los casos, como ocurre con la escritura de
las letras y de las palabras. Normas gramaticales u ortográficas discriminan fácilmente
en la mayor parte de los casos qué es correcto o incorrecto en la expresión escrita. No
sucede lo mismo con la puntuación de un texto escrito, puesto que el escritor modela la
puntuación de su texto en función de sus propios intereses: ordena su discurso, resalta
sus constituyentes más relevantes y las conexiones de dependencia que establece entre
diferentes partes de su texto, correlaciona lo más biunívocamente posible su aspiración
de que el escrito —qué quiero expresar— sea rectamente comprendido por su lector.
En este sentido, y para un “puntuador” competente, todos los enunciados siguientes
serían posibilidades “correctas”,
1
El texto que se propone en estas páginas está mayoritariamente basado en unos casos, recogido literal-
mente en otros, de Carolina Figueras, «La puntuación», en Manual práctico de escritura académica, Es-
trella Montolío (coord.), Barcelona: Editorial Ariel, 3 vols., vol. III, págs. 77-152, y en muy menor medida
de Leopoldo Gómez Torrego, Gramática didáctica del español, Madrid: Ediciones SM, 1998, págs. 496-
507. También me he servido en ocasiones de los “lemas” de la Real Academia Española para diferentes
conceptos (‘punto’, ‘raya’, etc.), accesibles a través de Internet. para Para facilitar la lectura, no se citan
como debieran los pasajes literales (extensísimos) recogidos de estos autores, ni se ofrecen las marcas
tipográficas pertinentes para aclararle al lector cuáles son las supresiones o añadidos que incluyo en este
texto. Pero quede constancia explícita de las fuentes en las que bebo…
pero su “utilidad” y “exactitud”, mayor o menor, procederían de la competencia del es-
critor para elegir entre las cuatro opciones aquélla que mejor traslada a la escritura lo
que quería expresar, con los matices con que quería expresarlo.
Quien puntúa bien su texto “elige” hábilmente los signos puntuación que entiende
mejor corresponderán al éxito de la comunicación escrita: que se comprenda del mejor
modo posible por el lector lo que él o ella quiere expresar por escrito. Por el contrario,
quien presenta dificultades en la puntuación de su texto, se ve expuesto a que su texto
sea comprendido de forma distinta a la pretensión inicial que tenía cuando redactaba
su escrito. Para el “puntuador” competente, la puntuación es una herramienta utilísima
para afianzar la comprensión del texto por parte de su lector; para el inexperto o incom-
petente, puede convertirse en un mal amigo que provoca la incomprensión o, peor aun,
el malentendido en la comprensión del lector. Se cuenta que el zar de Rusia Pedro el
Grande tenía unos impresos preparados en los que el enunciado, sin signos de puntua-
ción, explicitaba simplemente «matar no tener piedad». Bastaba con colocar la coma en
un lugar o en otro («matar, no tener piedad», o «matar no, tener piedad») para que
variara sustancialmente la suerte de un reo. En un ejemplo menos truculento, lo que
transmiten los siguientes textos varía en correspondencia con la puntuación con que
queramos “guiar” la comprensión del lector:
2
Un ejemplo claro de que los signos de puntuación no equivalen a las pausas de la lengua oral es la prohi-
bición normativa de colocar una coma entre el sujeto y el predicado. En la lengua oral, sin embargo, es
frecuente llevar a cabo una pausa, sobre todo si el sujeto es largo. En este caso, y por muy habitual que
sea en la oralidad espaciar en el tiempo el sujeto del predicado en un enunciado y contexto semejante a
éstos: /Juan no está/ (imaginen que estamos en la feria, mis amigos preguntan si he visto a Juan,
observo el lugar un momento [pronuncio “Juan”] y, después de ojear la caseta, afirmo “no está”), NUNCA
deberíamos escribir Juan, no está.
clave que queremos enfatizar en nuestro discurso porque la estimamos nuclear, esen-
cial, en el tema que exponemos. No busquen entre los signos de puntuación normativos
de la expresión escrita la marca “rotulado amarillo”, pero júzguenla como un caso evi-
dente de subordinación de la puntuación “personal” de un texto escrito secundario cuya
función final es la de servir primariamente a la expresión oral.
están contentos de recibir a los visitantes y el camino hacia el pueblo está bordeado por cien-
tos de lazos amarillos lo primero que ves cuando entras en el pueblo es una enorme bandera la
estelada que mide alrededor de tres por dos metros ondeando valientemente con el viento del
verano la enseña se ha de renovar de tanto en tanto porque los fuertes vientos hacen de ella pe-
dazos al borde de la carretera hay un pequeño letrero que te informa de que estás entrando en un
municipio de la república catalana a partir de ese momento la misma afirmación nunca cesa dentro
del pueblo una pared completa está pintada con el enunciado som república cada farola de la calle
está adornada con una estelada y cualquier otro poste disponible tiene atada una cinta plástica
amarilla en nombre de los presos políticos frente al edificio del ayuntamiento hay una placa con
un largo texto que explica una historia totalmente ficticia un falseamiento total de los hechos
reales sobre la resistencia del pueblo en el año 1714 ante el avance del ejército opresor del rey
borbón Felipe V
Si este artículo hubiera formado parte del guion escrito de un documental sobre la
situación política en Cataluña, la “voz en off” que ensamblara audio e imagen en el au-
diovisual habría tenido dificultades para la lectura en voz alta “con sentido” y, por ende,
para la comprensión del espectador. En efecto, en este hipotético caso, sin signos de
puntuación, el texto no ofrece pautas fiables para su verbalización. ¡No hay problema!,
porque, si la comprensión habitual de un artículo periodístico se realiza mediante la lec-
tura silenciosa, no mediante la lectura en voz alta, y los signos de puntuación trasladan
a la escritura rasgos de la oralidad, ¿en qué nos afectaría la falta de puntuación? Kamen
“quería decir” lo que fácilmente se comprende con este texto que he puntuado yo “co-
rrectamente” sin dificultades; qué necesidad teníamos, él y yo, de los signos de puntua-
ción, que sólo sirven para la lectura en voz alta, que «sirven para representar las pausas
y la entonación propias del discurso oral»…
Están contentos de recibir a los visitantes y el camino hacia el pueblo está bordeado por cien-
tos de lazos amarillos. Lo primero que ves cuando entras en el pueblo es una enorme bandera. La
estelada, que mide alrededor de tres por dos metros, ondeando valientemente con el viento del
verano la enseña. Se ha de renovar de tanto en tanto porque los fuertes vientos hacen de ella
pedazos al borde de la carrete-ra. Hay un pequeño letrero que te informa de que estás entrando
en un municipio de la República Cata-lana a partir de ese momento. La misma afirmación nunca
cesa dentro del pueblo. Una pared completa está pintada. Con el enunciado “Som República” cada
farola de la calle está adornada con una estelada, y cualquier otro poste disponible tiene atada una
cinta plástica amarilla. En nombre de los presos políticos, frente al edificio del ayuntamiento, hay
una placa con un largo texto que explica una historia (total-mente ficticia, un falseamiento total de
los hechos reales) sobre la resistencia del pueblo en el año 1714 ante el avance del ejército, opresor
del rey borbón Felipe V.
¿No hay problema? Comparen el artículo original de Kamen con la puntuación “co-
rrecta” que presentaba con este otro texto que, al principio sin puntuación, he puntuado
“correctamente” para comprender en lectura silenciosa lo que “quería decir” Kamen:
Artículo original correctamente puntuado Artículo puntuado correctamente por mí
Están contentos de recibir a los visitantes y el ca- Están contentos de recibir a los visitantes y el
mino hacia el pueblo está bordeado por cientos de la- camino hacia el pueblo está bordeado por cientos de
zos amarillos. Lo primero que ves cuando entras en el lazos amarillos. Lo primero que ves cuando entras en
pueblo es una enorme bandera, la estelada, que mide el pueblo es una enorme bandera. La estelada, que
alrededor de tres por dos metros, ondeando valiente- mide alrededor de tres por dos metros, ondeando va-
mente con el viento del verano. La enseña se ha de lientemente con el viento del verano la enseña. Se ha
renovar de tanto en tanto, porque los fuertes vientos de renovar de tanto en tanto porque los fuertes vien-
hacen de ella pedazos. Al borde de la carretera hay un tos hacen de ella pedazos al borde de la carretera.
pequeño letrero que te informa de que estás en- Hay un pequeño letrero que te informa de que estás
trando en un «municipio de la República Catalana». A entrando en un municipio de la República Catalana a
partir de ese momento, la misma afirmación nunca partir de ese momento. La misma afirmación nunca
cesa. Dentro del pueblo, una pared completa está pin- cesa dentro del pueblo. Una pared completa está pin-
tada con el enunciado «Som República». Cada farola tada. Con el enunciado “Som República” cada farola
de la calle está adornada con una estelada, y cual- de la calle está adornada con una estelada, y cual-
quier otro poste disponible tiene atada una cinta plás- quier otro poste disponible tiene atada una cinta
tica amarilla en nombre de los «presos políticos». plástica amarilla. En nombre de los presos políticos,
Frente al edificio del Ayuntamiento hay una placa con frente al edificio del ayuntamiento, hay una placa con
un largo texto que explica una historia (totalmente un largo texto que explica una historia (totalmente
ficticia, un falseamiento total de los hechos reales) so- ficticia, un falseamiento total de los hechos reales)
bre la resistencia del pueblo en el año 1714 ante el sobre la resistencia del pueblo en el año 1714 ante el
avance del ejército opresor del Rey Borbón Felipe V. avance del ejército, opresor del rey borbón Felipe V.
*Rotulo en amarillo los cambios introducidos en la puntuación del texto original de Henry Kamen
Los dos, original y versión personal, correctamente puntuados. Los dos, también
“comprensibles”. El de Kamen original, buen “puntuador”, adecuado a una comprensión
correcta por parte del lector de lo que él quería decir pues comprende en lectura silen-
ciosa el contenido de su texto porque está bien puntuado. El mío, “buen puntuador”,
inadecuado a una comprensión correcta de lo que quería decir el autor. La diferencia
está, lógicamente, en que el texto original de Kamen con su correcta puntuación “con-
duce” firmemente la comprensión del lector; el texto sin puntuación que ha servido de
base para mi propuesta (correcta) de puntuación encamina la comprensión lectora por
unos derroteros no previstos inicialmente por Henry Kamen. Por señalar un solo caso
bien significativo, en el texto de Kamen es el ejército del rey borbón Felipe V quien
oprime al pueblo catalán según el ideario independentista; en mi texto, es un ejército
indefinido quien oprime al pueblo catalán, unido al oprimido rey Felipe V.
3. En su formación universitaria, la mayor parte de los textos que se les van a solici-
tar pertenecen al género discursivo de los “textos académicos”: un examen final de asig-
natura es un texto académico, como lo es su Trabajo Fin de Grado, una reseña de un
libro, un resumen de un texto teórico que tienen que presentarle por escrito a sus pro-
fesores, etc.3 En el texto académico, la puntuación no guarda relación con patrones pro-
sódicos. Tal y como han señalado diversos autores, el código oral y el código escrito se
rigen por principios muy diferentes de organización y articulación del discurso; y cum-
plen, además, funciones comunicativas distintas. La escritura no es una simple repro-
ducción de la lengua oral. Y la puntuación, por extensión, no es el conjunto de signos
que representan, en el texto escrito, los rasgos de entonación de la oralidad, sino un
sistema exclusivo de la escritura, con usos y funciones derivados de las reglas gramati-
cales (de ortografía, léxico, morfología, sintaxis), pragmáticas (de registro, género y ade-
cuación del texto a los conocimientos e intereses de la audiencia) y textuales (de cohe-
rencia y de cohesión) que operan en el discurso escrito y que son ajenas a las que regulan
el discurso oral. En la mayor parte de los casos, la puntuación se emplea en función de
criterios de orden sintáctico y de organización del discurso escrito, y no está dictada por
la prosodia.
Existe, por tanto, una jerarquía de unidades textuales: la unidad mínima es el sin-
tagma, limitado por la coma; la unidad máxima, el texto, que se abre con la mayúscula
y se cierra con el punto final. Entre estas dos unidades aparecen unidades textuales in-
termedias, que van encajando unas dentro de otras.
3
En nuestra asignatura de Didáctica de la Lengua, “propiamente académico” es el texto argumentativo
que escribirán como tercera tarea de Seminario. La narración escrita (seminario 2) y los guiones escritos
de su exposición audiovisual (seminario 4) no son textos académicos (lo que ni mucho menos significa que
no deban estar correctamente puntuados, pero sí que presentan unos rasgos de oralidad mucho más
patentes que en un texto académico típico).
Enunciado A + enunciado B
Párrafo 1 + enunciado C + enunciado D
+ enunciado E
Enunciado I + enunciado J
+ enunciado K + enunciado L
Párrafo 3 + enunciado M
+ enunciado N
Párrafo 4 Enunciado Ñ
Enunciado O + Enunciado P
Párrafo 5
Párrafo 8 Enunciado Z
4
No obstante lo dicho, recuerden que los signos de cierre de la exclamación y la interrogación, cuando
coinciden con el cierre de un enunciado —y por tanto requerirían del pertinente signo del punto (final,
aparte o seguido)— no “duplican” la marca: «¿Qué hora es?» presenta un signo de segundo régimen (los
signos de interrogación) y un signo de primer régimen (el punto), ya “incluido” en la marca de cierre del
signo de interrogación. Es incorrecto «¿Qué hora es?.», como lo es «¡Cuánto te esfuerzas!.».
articula la cadena con los párrafos, las unidades delimitadas entre puntos y seguido vincu-
lan enunciados diferentes (eje horizontal) para integrarlos en párrafos, y por tanto también
contribuyen en la cadena vertical (el contenido global del texto).
Delimita segmentos dentro de un enunciado. Alguno de sus usos más habituales serían
los siguientes:
separar los componentes de una enumeración, ya sean estos elementos palabras, gru-
pos de palabras u oraciones5;
COMA
para delimitar el vocativo (el “tú”, usted”, “vosotros”, “vosotras” o “ustedes” a los que
nos dirigimos en estilo directo, con nombre propio o mediante otras fórmulas 6.
para separar los componentes de un inciso (aposiciones, oraciones de relativo o de
otros tipos…) que se insertan en el enunciado que los incluye7.
Delimita segmentos dentro de un enunciado. Los dos puntos preceden un segmento que
explica, aclara, resume, abrevia, amplía, es consecuencia o causa de algo presentado en el
DOS
segmento precedente8:
PUNTOS
aparecen para introducir estilos directos;
introducen enumeraciones, o las cierran;
Las funciones del punto y coma son difíciles de separar de las funciones del punto y se-
guido: son dos signos de puntuación de valor muy parecido, con diferencias de matiz en lo
que el escritor o escritora desea transmitir. En el siguiente caso, «Está lloviendo a mares.
No podremos ir de excursión», el escritor presenta dos enunciados simples, formados por
dos oraciones simples, /Está lloviendo a mares/ + /No podremos ir de excursión/, y las en-
laza mediante el signo de puntuación del punto y seguido. Es el lector quien “deduce” de
PUNTO Y
los dos enunciados “simples” (formados por sendas oraciones) la vinculación de sentido
COMA
que los une: el mal tiempo impide la excursión. Imaginen ahora que el escritor, o escritora,
propone en su escrito lo siguiente: «Está lloviendo a mares; no podremos ir de excursión»,
un enunciado “complejo” integrado por dos oraciones (/Está lloviendo a mares/ + /No po-
dremos ir de excursión/) donde se ofrece conjuntamente (y no en dos enunciados simples)
la constatación (llueve) y la consecuencia (no vamos de excursión), envueltas ambas en el
signo de puntuación del punto y coma. Como se indicó, cuestión de matiz: la conexión
5
Cuando el último componente se une al interior mediante las conjunciones y, o, ni, no se pone coma
entre ellos: «A Juan no le gustan ni los dulces, ni la carne, ni el pescado ni las verduras: sólo come legum-
bres y frutas».
6
«¿Cómo, alma de cántaro, pretendes abrir la lata con un sacacorchos?», «Te digo, Pruden, que te estás
equivocando».
7
«Juan, el primo de Helena, no vendrá», «Esta angustia, esta sensación que me oprime el pecho, me
impide respirar normalmente», «Despidió a Luisa, a quien nunca más volvió a contratar».
8
«Según su acento de intensidad, las palabras plenas en español se dividen en estas categorías: agudas,
llanas, esdrújulas y sobresdrújulas», «Hipotecas, préstamos, compras diarias: no doy abasto», «Mis limi-
taciones son obvias: no tengo veinte años, peso ochenta kilos, he tenido una lesión de menisco. No, no
participo en la prueba atlética».
semántica entre las oraciones separadas por el punto y coma dentro del mismo enunciado
es más fuerte que el vínculo que propone el punto y seguido cuando lo empleamos para
unir dos enunciados simples integrados por sendas oraciones. Los segmentos separados
por punto y coma transmiten informaciones que se presentan muy vinculadas entre sí.
Si los signos de primer régimen delimitan las unidades informativas básicas del
texto, los signos de segundo régimen no delimitan unidades textuales básicas: raya o
guion largo, paréntesis, corchetes, puntos suspensivos, signos de interrogación y de ex-
clamación, comillas (altas o bajas, simples o dobles…) quedan incluidos en unidades de-
limitadas por las marcas de primer régimen. Entre los signos de puntuación de segundo
régimen, podemos distinguir dos subtipos básicos: las rayas, los paréntesis y las comillas
(altas, “……”, o bajas, «…….») delimitan un discurso secundario dentro de uno primario.
Con las comillas, insertamos en el discurso principal el discurso secundario de una cita
literal. Recuerden que esa cita literal (otra “voz” dentro del discurso primario) puede
proceder de un texto escrito o de un discurso oral: tan “cita directa” es una voz que
habla como una persona que escribe: en el primer caso, por ejemplo: «Siempre me dices
lo mismo: “Espera”»; en el segundo caso, «Leí la nota de siempre en la nevera: “Es-
pera”». Y tampoco descuiden que esa “cita literal” puede ser de la misma persona que
habla o escribe: «Siempre te contesto, cuando me pides que te espere, lo mismo: “¿Y
para qué?”», o «¿No leíste la nota que te dejé en la nevera, bien clarito estaba: “Es-
pera”». Además, marcamos con los mismos signos de puntuación los casos en que algo
se menciona literalmente pero ni es dicho ni escrito, porque alguien lo piensa, porque
nosotros lo pensamos: «Cuando me pides que te espere, imagino que estarás pensando:
“Así cenamos juntos”»; «Cuando me pides que te espere, siempre me digo lo mismo:
“Quiere que cenemos juntos”». Finalmente, tengan en cuenta que son estos mismos
signos de puntuación, a los que se añaden otros requisitos que comentaremos en nues-
tras clases de seminario dedicadas a la argumentación en los textos académicos, los que
distinguen claramente en la lectura qué “escribimos” nosotros y qué han escrito otros u
otras a los que citamos literalmente: si manejamos bien y honestamente estos signos,
“citamos” y no plagiamos; si por desconocimiento o con mala intención no los usamos,
estamos plagiando, hacemos pasar por nuestra “voz” la voz de otro.
Con las rayas o guiones largos y con los paréntesis marcamos dentro de un enun-
ciado incisos que estimamos relevantes para la correcta comprensión de lo que estamos
escribiendo9. Ambos signos de puntuación de segundo régimen no se alejan en esta fun-
ción de las comas, pero introducen un matiz diferente según sea la voluntad del usuario
de estas marcas. Por ejemplo, la diferencia entre estos tres enunciados: «Juan, a quien
nunca más volveré a ver, dejó un recuerdo imborrable en mí», «Juan —a quien nunca
más volveré a ver— dejó un recuerdo imborrable en mí», «Juan (a quien nunca más
volveré a ver) dejó un recuerdo imborrable en mí » es simple cuestión de matiz: el es-
critor o la escritora aíslan más el inciso dentro del enunciado principal («Juan […] dejó
un recuerdo imborrable en mí») cuando emplea paréntesis que cuando utiliza las rayas,
y menos cuando recurre a las comas que cuando acude a las rayas. Así, aíslan más pa-
réntesis que rayas, rayas que comas. Con paréntesis, el recuerdo parece más indepen-
diente del hecho de que no volvamos a ver a Juan que cuando recurrimos a las comas
para marcar ese inciso.
9
La raya o el guion largo se emplea también, como hemos comentado en la tarea de seminario 2, para
“marcar” la inserción de estilos directos en los relatos. En este caso, estamos ante una función de la raya
idéntica a la que hemos descrito en el párrafo anterior para las comillas altas o bajas.