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Revista de Lenguas Modernas, N.

° 27, 2017 / 51-62 / ISSN: 1659-1933

Expresión del conflicto en la obra de Jorge


Luis Borges

Verónica Murillo Chinchilla


Escuela de Lenguas Modernas
Universidad de Costa Rica

Resumen
Este artículo aborda dos poemas, tres ensayos y dos cuentos de Jorge
Luis Borges, cuya temática común gira en torno a la noción de conflicto,
entendido según la perspectiva de análisis de la crítica Beatriz Sarlo y
sus manifestaciones en la narrativa borgeseana. Desde una visión pro-
blemática de la propia existencia, hasta el cuestionamiento del significa-
do de la creación literaria o el valor del arte de contar para el hombre:
el conflicto en Borges reviste múltiples aspectos, muchos de los cuales
permanecen vigentes.

Palabras claves: Jorge Luis Borges, Beatriz Sarlo, conflicto, cuestiona-


miento, literatura latinoamericana

Abstract
This article analyzes two poems, three essays, and two stories by Jorge
Luis Borges based on his notion of conflict, according to Beatriz Sarlo’s
theory, and its expression in Borges’ narrative. From a problematic view
of own existence to the questioning of literary creation meaning, or the
art of narration for the Man, conflict in Borges has different aspects, and
many of them are still valid.

Key words: Jorge Luis Borges, Beatriz Sarlo, conflict, questioning, Latin
American literature

Recepción: 06-02-17 Aceptación: 14-03-17


52 Revista de Lenguas Modernas, N.° 27, 2017 / 51-62 / ISSN: 1659-1933

Résumé
Cet article étudie 2 poèmes, 3 essais et 2 contes de Jorge Luis Borges, ayant en commun
la thématique du conflit, selon la conception de la critique Beatriz Sarlo, pour mettre en
évidence ses diverses manifestations. Commençant par une vision problématique de la
propre existence, jusqu’à la mise en question de la signification de la création littéraire,
ou encore la valeur de l’art de raconter pour l’Homme : le conflit se présente chez Borges
sous de multiples formes, dont plusieurs restent encore en vigueur.

Mots clés: Jorge Luis Borges, Beatriz Sarlo, conflit, mise en question, littérature d’Amé-
rique Latine

J
orge Luis Borges se ha conso- esta perspectiva los diferentes aspec-
lidado como uno de los escri- tos que podrían revestir esa visión del
tores latinoamericanos más tránsito por los bordes, la mezcla, la
constantes en el gusto de los lectores de nostalgia y el conflicto que transitan
las más diversas latitudes. Su poesía y la narrativa borgeana.
su cuentística siguen atrayendo espí- Ahora bien, para que pueda identi-
ritus sedientos de lecturas desafiantes ficarse la noción de conflicto, es necesa-
por sus construcciones estéticas o por rio el concepto de diferencia: crea con-
sus planteamientos metafísicos. Los flicto todo aquello que no se inserte en
estudios sobre la narrativa borgeseana lo preestablecido, en lo esperable, en lo
incluyen análisis sobre su erudición, que el grupo social hegemónico define
sus concepciones estéticas y sus plan- como norma.
teamientos como autor. El conflicto y su En el caso de Borges y de la valo-
manifestación y vivencia es uno de los ración de su literatura como una lite-
aspectos que ha llamado notablemente ratura de conflicto, conviene entonces
la atención de la crítica literaria. tratar de definir cuáles son las dife-
Para citar un ejemplo concreto, rencias no negociables que el autor ex-
quien conoce la narrativa de Jorge Luis presa en relación con los cánones so-
Borges a través de la visión de la crí- bre aspectos como: el acto de escribir,
tica Beatriz Sarlo acabará convencido el rol del autor y del lector, la literatu-
de que el rasgo distintivo del narrador ra, el papel del escritor, la ficción y la
argentino está marcado por el roce, el verosimilitud —incluso la realidad—,
desencuentro, el conflicto nacido del la vida, la ceguera y la muerte.
hecho de transitar por bordes que se Ya nos había señalado Beatriz
tocan y frecuentemente se repelen. Sarlo que la obra de Borges no está
La periodista argentina afirma en dotada de tersura y no puede insta-
su obra: Borges, un escritor en las ori- larse en ninguna parte completamen-
llas, que tal condición se explica por te, porque los rasgos típicamente ar-
la esperable “tensión de la mezcla y gentinistas o latinoamericanos se van
la nostalgia por una literatura euro- mezclando con lecturas heterogéneas
pea que un latinoamericano nunca en sus orígenes y en sus géneros, y re-
vive del todo como naturaleza original ciben además la influencia de un hom-
(1995:13-14). Comentaremos desde bre que se va asumiendo y perdiendo
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al mismo tiempo a causa del agrava- Quien escribe se hace llamar “yo” y
miento de la ceguera. se caracteriza por sus actos de volun-
Para la presente reflexión, nos he- tad: “Yo camino por Buenos Aires y me
mos permitido escoger una serie de demoro, acaso ya mecánicamente, para
textos que estimamos representativos mirar el arco de un zaguán y la puerta
de tres ejes narrativos en los que la cancel”(1997: 61). “Hace años traté de
escritura de Jorge Luis Borges puede librarme de él […]” (1997: 61). Borges
considerarse una literatura de conflic- (el alter ego de “yo”) se diferencia en
to: la existencia, la creación literaria y tanto está definido por los avatares ex-
los límites de la ficción. ternos: “[…] a Borges es a quien le ocu-
rren las cosas” (1997: 61).
Las líneas siguientes procuran re-
El arduo oficio de vivir forzar el efecto de la diferenciación, dar
a entender que el “yo” es más verdadero
Al leer la obra borgeseana, sorpren- cuanto más auténtico y condenado, sin
de encontrarse en el curso de la evolu- embargo, al olvido por la imposición de
ción del autor con textos autorreferen- Borges, quien con “su perversa costum-
ciales, de valor casi confidencial acerca bre de ampliar y magnificar” (1997: 62)
de las inquietudes existenciales que le se ha adueñado de “los juegos con el
aquejan. Su percepción de sí mismo no tiempo y con lo infinito” (1997: 62).
escapa ni mucho menos a su interés La última línea tiene un efecto deci-
creador: en pequeños ensayos como en sivo en el juego de confusión, pero tam-
“Borges y yo”, pero muy notablemente bién resulta aplastante desde el punto
en la poesía, este tema nos regala ex- de vista de expresión del conflicto exis-
tractos llenos de una belleza que mue- tencial: “No sé cuál de los dos escribe
ve a la compasión. esta página” (1997: 61). La discordia
En su texto de 1960, “Borges y yo”, entre las dos imágenes de sí mismo
el autor propone un juego de desdobla- se vuelve insostenible y transmite un
miento muy interesante para tratar de sentimiento de angustia irresoluble
ilustrar la forma en que su lado crea- ante la imposibilidad de desdibujarse
dor y conocido lo escinde de su yo ínti- entre dos percepciones encontradas de
mo y reflexivo. Parece un ejercicio lin- sí mismo.
güístico y semántico entretenido, una Por su parte, en el “Poema de los
presumible queja de alguien a quien la dones”, escrito entre 1958 y 1959, la
celebridad no le permite llevar la vida disconformidad borgeana se centra
anónima que le gustaría. en otro aspecto del arduo oficio de vi-
Sin embargo, una mirada más acucio- vir: la suprema ironía que marca la
sa puede identificar en los rasgos de in- vida del autor, la enfermedad degene-
conformidad y reproche, la pugna de asu- rativa que acabará en ceguera y que
mir una vida entendiendo que no nos es pareciera el castigo más despiadado
dado controlarla en su totalidad, el azar para el lector insaciable, el escritor
existe y confronta el libre albedrío: hay en prolífico, el intelectual y director de
la vida de cada uno sucesos que escapan la Biblioteca Nacional.
a nuestro control y capacidad decisoria, y La primera estrofa plantea la
Borges lo patentiza en este texto. confrontación en toda su crudeza:
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“Que nadie rebaje a lágrima o reproche vivió la misma amarga ironía: enton-
/ esta declaración de la maestría / de ces cómo saber “¿Cuál de los dos escri-
Dios, que con magnífica ironía / me dio be este poema de un yo plural y de una
a la vez los libros y la noche” (1998: 11). sola sombra?” (1998: 12).
Ante una contradicción de tal dimen- De esta manera, Borges consigue
sión, ¿cómo no plantearse alternativas transmitir al lector una perspectiva
extremas como las lágrimas o el repro- discordante, y sobre todo polémica, de
che? ¿La conmiseración o la rabia? todo lo que canónicamente se asocia
No se necesitan profundas reflexio- con una biblioteca, desde la memoria
nes para comprender que la vida del de los tiempos: no es el templo sagrado
autor debió estar marcada por las osci- que resguarda y atesora el saber, no es
laciones entre estos dos polos. La ima- el recinto de paz y conocimiento, de re-
gen trágica nos llega al imaginar unos cibimiento caluroso, de silencio místico
ojos sin luz que son habitantes, dueños por la comunión entre la búsqueda y la
y flâneurs de una ciudad de libros por la respuesta, sino al contrario el “mundo
que deambulan sin rumbo, consumidos que se deforma y que se apaga / en una
de hambre y sed que, no por ser metafó- pálida ceniza vaga / que se parece al
ricas, son menos urgentes y dolorosas. sueño y al olvido” (1998: 12).
Borges nos dibuja una imagen des- Desde el poema se cuestiona, se
garradora de conflicto entre su condi- desmorona la idea de permanencia
ción de ciego y su devoción por las pa- y trascendencia representada por la
labras (leídas o escritas, sin distingo). biblioteca que ampara la cultura y la
En una situación privilegiada, en que ciencia; más bien, se provee al lector
dispone del tiempo y del espacio a su una imagen de laberinto inútil de len-
antojo, le es arrebatada la condición tas galerías, deforme y opaco, asimila-
sine qua non para acceder al lugar que ble al sueño y al olvido, que tan lejanos
él había imaginado como el Paraíso. se encuentran del conocimiento.
Las enumeraciones de los versos Otro poema de Borges que nos
subsiguientes tienen un valor casi de presenta una confrontación diferente,
letanía, como si un flagelante enume- pero no menos desgarradora, es “El re-
rara en cada latigazo las razones que mordimiento”, uno de sus textos más
acrecientan su agonía: “Enciclopedias, difundido por la universalidad de su
atlas, el Oriente y el Occidente, siglos, temática. Plantear la propia infelicidad
dinastías, símbolos, cosmos y cosmogo- como un acto de dejadez, de irresponsa-
nías […]” (1998: 12); la vastedad que se bilidad, es cuando menos controvertido.
ofrece a su mano y que, sin embargo, le Si a ese aspecto se agrega el sentimien-
está vedada. to evocado en el título, el resultado es
No obstante, el conflicto del mal- abrumador. Pocos sentimientos son tan
hadado bibliotecario no es único en su avasalladores como el remordimiento,
género, nos lo recuerda Borges, por- porque revela la conciencia de lo irre-
que paradójicamente, ya su antecesor cuperable, la fugacidad del instante
Groussac había sufrido idéntica condi- perdido opuesta a la prolongación de la
ción. De esta manera, el espíritu ator- inmutabilidad de lo ido.
mentado del poeta trasluce otra veta Adicionalmente, el autor se sirve
del desasosiego: si ya otro antes que él de la perspectiva de la moral cristiana
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para acrecentar el horror del conflicto: En el ocaso de su vida, el poeta mira


él ha cometido “el peor de los pecados atrás y confiesa que dedicó su vida
que un hombre puede cometer” (1998: “[…] a las simétricas porfías del arte,
95). Los versos develan la monstruosi- que entreteje naderías” (1998: 95).
dad de la voz lírica, que no puede sepa- Y nos abruma con el remordimiento
rarse del autor en este caso. nacido de la confesión de haber dejado
La sentencia a continuación es escapar el cometido esencial de ir tras
aplastante por su carácter univer- la felicidad, por lo cual no le cabe otro
sal: “No he sido feliz” (1998: 75). Pero calificativo que el de cobarde.
¿quién no ha atravesado también por Contemplado desde los postulados
este valle de lágrimas diciéndose en existencialistas, el conflicto que reviste
repetidas ocasiones que comete el el poema es el de quien al contemplar
pecado de no ser feliz? su vida y encontrarla desgraciada, no
En este sentido, es posible afirmar puede culpar a otro que a sí mismo. Este
que Borges retoma a los existencialistas. aspecto también nos recuerda lo que ya
Este poema de 1976 nos recuerda cierta- había señalado Beatriz Sarlo en el senti-
mente que estamos condenados a la li- do de que Borges representa la nostalgia
bertad y que no podemos responsabilizar por una literatura europea y además la
a nadie más que a nosotros mismos por tensión de la mezcla entre varias cultu-
nuestros yerros y nuestros aciertos. ras que pueden tocarse o repelerse.
La conciencia de las cosas buenas
que puede aportar el entorno, no hará
sino agravar el peso de las malas de- El hacedor y las palabras
cisiones o actitudes, porque si “Mis
padres me engendraron para el jue- Otro de los aspectos que hacen de
go / arriesgado y hermoso de la vida / Borges un autor excepcional es su face-
para la tierra, el agua, el aire, el fuego” ta reflexiva a través de su obra ensayís-
(1998:95); entonces, ¿cómo explicar el tica, pues abre un prisma muy particu-
fracaso, el fraude, la falta al manda- lar para mirar el resto de su narrativa,
to? En un mundo en el que todo estaba y con frecuencia abre más signos de in-
dado para la dicha, es sacrílego no ha- terrogación que de exclamación.
ber cumplido con el deber. Por ejemplo, en “El arte de contar
Se establece también otro conflicto historias”, el escritor argentino re-
en relación con la voz narrativa y las flexiona acerca de la separación que
figuras paternales, se nos recuerda el ha establecido el devenir de la histo-
imperativo que marca a quien procrea: ria entre el poeta lírico que privilegia
engendrar para el bien; la intención de la belleza y la musicalidad y el poeta
los padres al traer hijos al mundo está narrador de historias que contenían
siempre absolutamente alejada de la las voces de la humanidad. A continua-
idea de hacerlos desgraciados. Borges ción, hace un recorrido a lo largo de to-
plantea entonces la discordia de im- das las nociones que para él reviste la
posible resolución: fue puesto en este épica y la grandeza del género.
mundo con las mejores intenciones y, “[…] lo importante para la épica es
sin embargo, lo atormenta saberse al- el héroe: un hombre que es un mode-
guien desdichado. lo para todos los hombres” (2001: 67).
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Así establece el valor que tienen en el en Europa desde el siglo XIX (siglo de
imaginario colectivo La Ilíada, la Odi- afianzamiento del género novelesco en
sea, los Evangelios y Las mil y una no- Francia, España e Inglaterra), sino
ches. La conclusión para Borges es que porque resulta completamente contra-
los hombres en realidad no necesitan dictoria cuando se examina el estilo
muchas historias, sino unas pocas que narrativo borgeseano.
puedan ser contadas muchas veces y Porque si bien es cierto Borges
que les permitan ser capaces de creer nunca se inclinó por el género noveles-
sinceramente en la felicidad y en la vic- co, basta dar una lectura a sus cuentos
toria sin renunciar a la imprescindible para percibir la forma en que él se atri-
dignidad de la derrota. buye el carácter demiurgo de jugar con
Borges retoma la idea, recurrente tiempos, voces y lugares; los experi-
cuando se habla de literatura, de que mentos narrativos que señala con dedo
todo ha sido escrito, que la literatura acusador se encuentran a raudales en
se reduce en realidad a unas pocas his- sus relatos.
torias que han sido contadas muchas Ahora bien, lo interesante es que el
veces y de maneras muy diferentes. autor decide dar un final optimista a
Esta posición es siempre susceptible su reflexión cuando afirma que guarda
de generar confrontaciones, así como la esperanza de que la épica primige-
la escogencia borgeseana de esos textos nia vuelva a ocupar un lugar destaca-
primigenios. No menos polémica resul- do en las preferencias de los hombres,
ta su afirmación posterior en este en- porque se volverá a instaurar el amor
sayo, en el sentido de que la novela ha por el relato: “No creo que los hombres
devenido una degeneración de la épica, se cansen nunca de oír y contar histo-
pues —a través de la multiplicidad de rias. Y si junto al placer de oír histo-
tramas— ha acabado por convertirse rias conservamos el placer adicional
en algo trivial. de la dignidad del verso, entonces algo
Sin embargo, es hacia la segunda grande habrá sucedido” (2001: 73). De
parte y final de este ensayo que pueden esta manera, el poeta se empoderará
señalarse las afirmaciones más contro- de nuevo, recuperará el canto junto al
vertidas de Borges en relación con la arte de contar que lo habita.
decadencia de la novela: “Pienso que De manera complementaria, la re-
la novela está fracasando. Pienso que flexión “Credo de poeta” se constituye
todos esos experimentos con la nove- como un texto ineludible para com-
la, tan atrevidos e interesantes —por prender la significación que el acto de
ejemplo, la idea de los cambios de tiem- crear tiene según la perspectiva borge-
po, la idea de que la historia sea con- seana. En primera instancia, el autor
tada por distintos personajes—, todos recuerda que el germen de cualquier
se dirigen al momento en que sentire- escritura pasa por la lectura; él mismo
mos que la novela ya no nos acompaña” calificándose primero como lector que
(2001: 73). como autor: “[…] me he atrevido a es-
La afirmación es problemática cribir; pero creo que lo que he leído es
en más de un sentido: no solo porque mucho más importante que lo que he
toca puntos sensibles de una narrati- escrito” (2001: 119). Borges termina el
va consolidada y muy especialmente párrafo con una afirmación sin duda
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discutible: “Pues uno lee lo que quiere, por la oscura iniciación en la maestría
pero no escribe lo que quisiera, sino lo del lenguaje.
que puede” (2001:119). Beatriz Sarlo añade al respecto que:
En las líneas que siguen, el autor
dirige su atención hacia su relación Borges construye su arte ficcional sobre
personal con las palabras y su progre- una doble base. Por un lado, el mandato
siva toma de conciencia del poder, la de construir tramas perfectas, como las
belleza y el peligro que ellas encierran. que admira en Kipling y Stevenson, a
Mediante la afirmación: “el hecho cen- quienes, hasta el fin, consideró modelos
tral de mi vida ha sido la existencia de de una ascética disciplina narrativa que
las palabras y la posibilidad de entre- supera o se desentiende de la naturale-
tejer y transformar esas palabras en za caótica, desordenada, incognoscible
poesía” (2001: 122), el autor nos plan- del mundo y de su fallida imitación en
tea su relación no solamente con el acto la literatura realista. Por otro lado, la
creador de la escritura, sino también libertad (severa y llena de reglas) de la
con el acto creador que conlleva la lec- literatura fantástica, displicente con
tura; sucede que Borges expresa así los ‘deberes y obligaciones’ del análisis
el concepto de hacedor en términos de psicológico y de la mimesis realista.
arte poética. (1995:50)
En los párrafos posteriores, el lec-
tor encuentra un repaso arbitrario de Esta idea permite entender las afir-
lecturas que han marcado la experien- maciones de Borges en el sentido de
cia de lectura/escritura borgeseana, el que para él el encanto de escribir nace
catálogo de referencias está acompa- de la fe en la historia por contar, más
ñado de toda suerte de comentarios allá de si lo que se va a narrar es ve-
susceptibles de generar discusiones rídico, histórico; lo que cuenta es la fi-
y desacuerdos entre quienes recorran delidad a la imaginación. De la misma
sus líneas. Sin embargo, confirman manera que la gente cree en sus ideas
las afirmaciones de Beatriz Sarlo en o en sus sueños, el escritor debe creer
el sentido de que la narrativa del ar- en su historia.
gentino está plagada de una erudición Además, Borges subraya el hecho de
heteróclita que “se desplaza por el filo que para él “no hay placer en contar una
de varias culturas, que se tocan (o se historia como sucedió realmente” (2001:
repelen) en sus bordes” (1995: 13-14). 139). Porque si el autor no agrega nada,
Borges insiste en que sus textos aunque sea nimio, de su propia cantera,
más acabados son el resultado de un sus textos no serán diferentes a los de
ejercicio constante de prueba y error, un periodista o un historiador.
nutriéndose de sus lecturas y tratan- Así, estamos frente a un escritor
do de imitar a sus modelos o de tomar que afirma convencido la importancia
su lugar como si fuera escritor de otras de la imaginación y la fe en ella, pero
épocas y de otras culturas. En apoyo que, al mismo tiempo, como expresan
a sus ideas cita a autores como Whit- sus críticos, oscila entre la preferen-
man, Stevenson, Carlyle, Sir Walter cia por el desarrollo de tramas sóli-
Scott y hasta Flaubert, a quienes con- das y acabadas, y el gusto por las na-
sidera sus luces en el vasto deambular rraciones displicentes con la imitación
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de la realidad que caracterizan la lite- Las fronteras de la creación


ratura fantástica.
Enseguida, en un movimiento de La narrativa borgeseana de ficción
ideas que refuerza el aspecto polémico está fundamentalmente definida por
de sus afirmaciones anteriores, Bor- una cuentística caleidoscópica que pri-
ges escribe: “Si tuviera que aconsejar vilegia la erudición, lo fantástico y lo
a algún escritor (y no creo que nadie lo infinito. Según Beatriz Sarlo: “Borges
necesite, pues cada uno debe aprender prefirió siempre el cuento a la novela,
por sí mismo), yo le diría simplemente porque en ella los detalles necesarios
lo siguiente: lo invitaría a manosear lo a la construcción de la verosimilitud
menos posible su propia obra. No creo predominan sobre la trama, que está
que tocar y retocar haga ningún bien” casi inevitablemente perseguida por el
(2001: 139). Suprema contradicción de fantasma de la representación y la re-
un autor cuyo sello distintivo es el de ferencialidad” (1995: 45).
haber vuelto muchas veces sobre sus Desde este punto de vista, su litera-
propios textos, para re-trabajarlos se- tura será de conflicto en tanto confron-
gún el método señalado apenas unos tará el canónico realismo como poética
párrafos antes, el de prueba y error. narrativa tan predominante en la li-
En este texto, Jorge Luis Borges teratura después de la segunda mitad
hace afirmaciones tan diferentes en- del siglo XIX.
tre sí como decir que al escribir no Los cuentos de Borges representan
piensa en el lector ni en él mismo, su predilección por los relatos de aven-
pues ambos son personajes imagina- turas (a la manera de Stevenson o Ki-
rios e inmediatamente después afir- pling), el amor por las tramas perfecta-
mar que las palabras son símbolos mente construidas en donde no queden
para recuerdos compartidos (lo cual hilos sueltos (como en “La muerte y
requiere, desde luego, que piense la brújula”) y la negación a suscribir
en el lector). Afirma, además, que lo cualquier verosimilitud realista. Bor-
suyo no se trata de un credo sino de ges elige prescindir de una psicología
una serie de precauciones y dudas, profunda o mencionar impulsos incons-
cuando en realidad ha hecho una ex- cientes para no fijarse imperativos mo-
posición detallada de su decálogo, sin rales a través de su creación.
parar en su validez o arbitrariedad. En la narrativa borgeseana la li-
En fin de cuentas, lo destacable teratura sólo promete lo que está en
no es que Borges exprese puntos de capacidad de ofrecer: placer de lectu-
vista tan disímiles a lo largo de un ra, felicidad de estilo, fruición por la
texto, sino el hecho de que al analizar aventura, lo más alejado posible de
el conjunto puede afirmarse que el la interferencia mimética y apática
autor es consistentemente anticanó- que representa cualquier mención al
nico; es consecuente en su cuestiona- mundo que consideramos real. Vista
miento permanente de lo que se cree desde esta perspectiva, toda la narra-
establecido y se sirve de su obra como tiva de ficción en Borges se contrapo-
el mejor de los medios para exponer ne al canon, por enfrentarse al mun-
sus interrogantes. do considerado narrable.
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Beatriz Sarlo señala que para Borges: El narrador se esfuerza infructuo-


samente por encontrar una lógica en la
La trama perfecta permite pensar numeración que exhiben las páginas;
más que las ideas que se proponen luego trata de registrar las ilustracio-
como ‘contenido’ de la literatura. nes que aparecen en sus folios; trata de
Borges busca un orden en la consis- llevar un registro de sus comprobacio-
tencia de una narración que sea in- nes en una libreta, pero sólo consigue
dependiente del reflejo real: la lite- la certeza de que lo que vio una vez,
ratura fantástica construye mundos jamás vuelve a encontrarlo.
hipotéticos basados en la potencia Así, poco a poco, su relación con el
de la imaginación libre de los límites libro se convierte en una obsesión: “No
impuestos por las estéticas repre- mostré a nadie mi tesoro. A la dicha de
sentativas o miméticas. (1995: 50) poseerlo se agregó el temor de que lo
robaran, y después el recelo de que no
En el caso de “El libro de arena”, fuera verdaderamente infinito” (1999:
a los postulados de Borges acerca de 136). La desconfianza, el aislamiento
la importancia del contenido sobre la y el insomnio se adueñan de la vida
imitación del mundo, se adiciona el del protagonista.
hecho de que el relato se centra sobre Finalmente, atormentado ante la
un mundo ficcional marcado por la con- imposibilidad de resolver la discordia,
frontación. Nos lo anuncia el narrador el protagonista opta por deshacerse
desde las primera líneas: “Afirmar que del inquietante libro en un rincón anó-
es verídico es ahora una convención de nimo de la Biblioteca Nacional, donde
todo relato fantástico; el mío, sin em- trabajaba, asegurándose de no prestar
bargo, es verídico” (1999: 130). atención a ningún detalle que pudie-
Sigue una historia alucinante, na- ra indicarle dónde encontrar el objeto,
rrada en primera persona, sobre un li- para no permitirse la tentación de vol-
bro infinito que un desconocido preten- ver a buscarlo.
de venderle al protagonista: “Me dijo Aquí no puede dejar de advertir-
que su libro se llamaba el libro de Are- se el guiño que hace Borges al lector,
na, porque ni el libro ni la arena tienen porque si bien le está entregando un
ni principio ni fin” (1999: 133). texto de ficción, que el mismo narra-
El narrador lleva a cabo una serie de dor califica de cuento fantástico, el
experiencias para comprobar la veraci- hecho de señalar que el protagonista
dad de tal afirmación, pero la constata- trabajaba en la Biblioteca Nacional
ción de lo señalado por el vendedor, forzo- está exento de gratuidad, más bien le
samente genera un conflicto en relación confiere un halo de misterio al con-
con lo que se percibe como real y normal; trato de lectura: ¿serán el autor y el
entonces, las acciones de verificación de narrador la misma persona? ¿Estri-
la infinitud del objeto tienen también bará en ese detalle el énfasis con que
como fin tratar de resolver la confronta- la voz narrativa insiste en que su re-
ción entre las categorías del mundo cono- lato fantástico sí es verídico?
cido (por racionalizado) y el ámbito que La conclusión, como corresponde a
escapa a las leyes de la razón (porque no los mejores relatos fantásticos, deja la
se sabe qué leyes lo gobiernan). duda flotando en el aire.
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En el caso del relato: “Utopía de de hoy: ¿qué es lo que define un texto


un hombre que está cansado”, la lite- como importante o superfluo? Borges
ratura de conflicto borgeseana reviste se limita a lanzar el guante.
características diferentes, pero igual- En este relato se dibuja ante los
mente válidas. En primera instancia, ojos del narrador un mundo imposible
si existe un término que puede provo- (pero que se supone que es el mundo
car desencuentros, es la utopía. del futuro), la especie ha evolucionado,
De nuevo, un narrador protago- el individuo alcanza la madurez a los
nista relata el encuentro de un ser cien años; entonces, ya está listo para
intemporal en un mundo fuera de los vivir en soledad, sin temor a los males
referentes usuales de tiempo y de es- y a la muerte, puede decidir dedicar su
pacio en donde: “No hay cronología ni vida a las artes, la filosofía o las ma-
historia. No hay tampoco estadísticas” temáticas, igualmente decide cuando
(1999: 99). Las referencias al tiempo quiere suicidarse, puesto que dueño de
refuerzan la imprecisión: el protago- su vida, lo es también de su muerte.
nista habla de los hombres del pro- Por otra parte, los individuos pro-
venir, pero el hombre del cuento le crean únicamente a un hijo, puesto
muestra un libro de 1518 y le dice que que se ha llegado a la conclusión que
él vive cuatro siglos, a lo que el prota- no conviene fomentar el género huma-
gonista reacciona contándole detalles no, sino más bien conviene discutir
de su ayer, además de mencionar su acerca de las ventajas de un suicidio
nombre (Eudoro Acevedo), y su fecha gradual o colectivo.
de nacimiento (1897). Los protagonistas discuten también
El narrador/protagonista se lanza acerca de los viajes espaciales y los go-
en una diatriba sobre la importancia biernos, el huésped señala que hace
de lo que se imprime, el desgaste de los ya tiempo renunciaron a los primeros
políticos y la ingenuidad de la gente. y que “Nunca pudimos evadirnos de
El otro, por el contrario, afirma que en un aquí de un ahora” (1999: 103). En
el mundo que él habita: “La imprenta, cuanto a los gobiernos hace rato que
ahora abolida, ha sido uno de los peo- desaparecieron, aunque “[…] llamaban
res males del hombre, ya que tendió a elecciones, declaraban guerras, im-
a multiplicar hasta el vértigo textos ponían tarifas, confiscaban fortunas,
innecesarios” (1999: 100). Además, se- ordenaban arrestos y pretendían im-
ñala que ya no existe la pobreza ni la poner la censura […]”, la gente dejó de
riqueza, que cada cual ejerce un oficio hacerles caso, obligando a los políticos
y que ya no existen las herencias ni a buscar oficios honestos.
las posesiones. A pesar de que se trata de un tex-
Es evidente que la aseveración to ficcional, no cabe duda de que los
acerca de la inutilidad de la imprenta postulados de ese mundo utópico son
no puede sentar bien al entorno real del aptos para generar polémica, porque
autor, aunque la haya expresado en un plantean una realidad despojada de los
texto ficcional. Es este tipo de expresio- grandes fantasmas y males de la socie-
nes borgeseanas las que le granjearon dad actual: el dolor, la soledad, el mie-
antipatías en su entorno y las que si- do a la muerte, los absurdos de la clase
guen alimentando debates hasta el día política, por señalar los más evidentes;
MURILLO. Expresión del conflicto... 61

además, el texto se acompaña de una una supuesta objetividad, el narrador


frase pesimista y lapidaria: la imposi- no expresa en ningún momento extra-
bilidad de evadir el presente se adscri- ñeza ante el desenlace de los hechos
be indudablemente en los postulados que indican el suicidio del huésped, y
existencialistas de Sartre y Camus; menos aún ante la idea que plantea el
es la forma borgeseana de expresar el crematorio como obra de un “filántro-
mito de Sísifo y las puertas cerradas de po” de nombre Adolfo Hitler. Es claro
los filósofos existencialistas. que la sola mención de ese nombre en
El relato concluye cuando el hués- un texto fantástico despierta suspica-
ped recibe la visita de otros sujetos que cias, pero ¿acompañarlo del sustantivo
le ayudan a desocupar la casa en don- filántropo? Es una escogencia que ex-
de había sucedido el encuentro y acom- cede los límites de la provocación y, sin
pañan a los protagonistas hasta una embargo, es exquisitamente represen-
edificación que alguno de ellos iden- tativa del estilo de Borges.
tifica como el crematorio, en donde se Todo lo anterior nos permite con-
encuentra una cámara letal, supuesta- cluir nuestra reflexión señalando que es
mente inventada por un filántropo lla- posible identificar en múltiples lugares
mado Adolfo Hitler. El huésped se in- de la narrativa borgeseana la literatu-
terna en el recinto y el narrador vuelve ra de conflicto que señala Beatriz Sar-
a su “mundo real y conocido”, pero con- lo. Se trata de una mezcla heterogénea
serva la posesión de un trozo de tela que incluye aspectos como el contenido,
pintado con colores que existirán hasta la forma, las alusiones culturales, las
dentro de unos millares de años. convenciones estilísticas y los espacios
Una mirada atenta nos indica que narratológicos, por señalar solamente
la conclusión del cuento no puede ser aquellos que son más evidentes.
más conflictiva, dada la cantidad de Lo cierto es que Borges, a pesar de
elementos que resultan contrastantes los preceptos dominantes para su época,
con las creencias sociales, con las ideas siempre se distinguió por su fidelidad a
preconcebidas sobre las que descansa sí mismo y a su obra iconoclasta, hacien-
la cultura y los cánones establecidos de do valer como su credo la creación de una
lo literariamente correcto. literatura que solo responde a sus pro-
En primer lugar, comprendemos pias leyes internas y como declara Bea-
que, aunque el huésped vive en una triz Sarlo: “teniendo como enemigo a la
utopía (lo cual exige que hayamos tran- novela realista como si esta fuera no sólo
sigido con el contrato de lectura para una forma del género, sino una ideología
aceptar la existencia de algo que por cuya expansión sobre el resto de la lite-
definición es imposible), se encuentra ratura había que controlar” (1995: 45).
cansado de esta y el narrador traba co-
nocimiento con él justo en el momen-
to en que avanzará a un punto de no Bibliografia
retorno, pues al dirigirse al crematorio
puede colegirse que se suicidará. Borges, Jorge Luis. El hacedor. Ma-
Aunado a lo anterior, debe mencio- drid: Alianza Editorial, 1997.
narse la forma en que Borges decide Borges, Jorge Luis. Obra poética, 2.
plantear los hechos ficcionales desde Madrid: Alianza Editorial, 1998.
62 Revista de Lenguas Modernas, N.° 27, 2017 / 51-62 / ISSN: 1659-1933

Borges, Jorge Luis. Obra poética, 3. Sarlo, Beatriz. Borges, un escri-


Madrid: Alianza Editorial, 1998. tor en las orillas. Buenos Aires:
Borges, Jorge Luis. El libro de arena. Ariel, 1995.
Madrid: Alianza Editorial, 1999.
Borges, Jorge Luis. Arte poética. Barce-
lona: Editorial Crítica, 2001.

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