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Cuenta la historia que en una casa vivía, una familia muy feliz que tenía una hija llamada Soledad, Una niña
normal de 11 años que empezó a manifestar cosas muy raras, que nadie entendedla. Un día se fueron de paseo y
tuvieron un accidente automovilístico y murieron el cuerpo de la niña nunca apareció. La casa se puso en venta la
compro el Sr Franco para vivir con su hija Raquel de 11 años. Franco: Mi princesa, te tengo una excelente noticia.
Raquel: Dime papi, cual es esa noticia tan excelente. Franco: Ya tenemos casa nueva. Raquel: con un grito de
Alegría…. Qué bueno papito.. Voy a tener mi cuarto nuevo. Franco: claro que si mi niña linda.. y además tendrá un
cuarto adicional para tus juguetes. Así, que en uno días nos vamos para la casa nueva. Raquel: siiiiii. Franco:
Raquel llegamos, que te parece la casa nueva.. Raquel: papito no quiero entrar me mucho miedo. Franco: Qué
miedo y nada Raquel. Tu quería una casa nueva y aquí la tienes estaba muy emocionada. Raquel: papito no te
enojes si.. Estas bien voy entrar pero no me dejes sola. Franco: ay vamos Raquel no parecen cosa tuya. Raquel: (da
unos pasos y siente que alguien la está mirando fijamente y pega un Grito) aaaaaaaahhhh Franco: Raquel que te
pasa, porque grita así. Raquel: papi alguien me estas mirando. Franco: Raquel son cosas tuyas aquí no hay nadie
más. Vamos a revisar las habitaciones para ver con cual te vas a quedar. Narración: (Comienzan a subir por la
escalera y ojos negros muy profundo se fijan en el caminar de Raquel siguen revisando los cuartos y van cerrando
puerta, hay uno que le dio mucho miedo a Raquel y no quiso entrar..) Franco: vamos Raquel que paso miremos
esta habitación para ver si te gusta. Raquel: No la quiero, no por favor no la quiero, no me dejes aquí. Franco:
Cálmate Raquel que te pasa, no llores de esa manera, hija. Vamos a otra habitación. Narración: se hace de noche,
ya es hora de Dormir.. Pero Raquel no quiere dormir sola tiene mucho miedo. Raquel: Papi puedo dormir contigo
Franco: Pero Raquel, ya tu estas grande además la casa tiene suficiente habitaciones puedes elegir cualquiera.
Raquel: Tengo miedo! Franco: No tiene porque tener miedo nada te va a suceder. Narración: Deciden irse a su
habitación mientras que Raquel duerme, tranquilamente escucha una voz Soledad: Raquel te estoy mirando
Raquel: pega un grito PAPAAAAAAAAA Narración: Franco: sale de prisa a la habitación de Raquel, y la
encuentra asustada temerosa. Raquel: Papi escuche una voz me dijo que me estas mirando. Franco: Raquel eso es
producto de tu imaginación, vuelve a dormir y tranquilízate. Narración: En la mañana Raquel despierta, pero con
mucho temor de levantarse de la cama y decide ir a mirarse en el espejo y queda atrapada
-¡Ay Virgen del Amor Sacramentado que funeral más digno y de postín Catalina, estaban las Calatrava, las Garau, las Carbonell y Cuqui como la
señora que es, en todo momento en su lugar en su papel de viuda….hazme un café, media taza.-
- A mí también me da mucha pena la muerte de Don Cosme señora, ¿lo vio muerto?.
- No quise entrar, prefiero recordarlo como era en vida, aunque estaba muy bien maquillado el Padre Pons me dijo que mejor no entrara, que
estaba bastante mal, que mejor no tener esa imagen -. Se quitó el abrigo lentamente.
-¿Fue con su amiga doña Orlanda?- La vieja criada se movía con lentitud a su alrededor.
- Que preguntona eres ¿aun no me has hecho el café?… no se cual está más vieja de las dos-. Doña Lucianda atusa su pelo mientras encaja su
cuerpo con cuidado en un enorme sillón.
- ¡Ay señora siempre con prisas!… iguales somos de viejas, y poco nos queda ya para tener que hablar de muertos-.La voz de Catalina suena como
un llanto lastimero desde la cocina.
- Yo prefiero que me incineren y echen las cenizas al mar, en la bahía está mi hermano Alfonso y mi padre, yo no quiero que me coman los
gusanos…-murmura la señora mientas Catalina se acerca con una bandeja humeante.-¿Has visto alguna vez una persona muerta?..
Doña Lucianda clava su mirada en su sirvienta mientras ésta sirve el contenido de la bandeja.
-No me haga recordar señora, lo sabe usted muy bien, cuando mataron a mi Antonio tuve que verlo después…
-¡Te he dicho media taza!, Catalina no estás en lo que has de estar, vuelve a la cocina y quítame un dedo de café… reclama furiosa con respiración
agitada.- Yo también lo vi-. Prosigue más calmada.- Lo habían fusilado y mejor no lo hubiera visto.
Catalina regresa de la cocina otra vez con la bandeja humeante llorando abiertamente.- Ay mi Antonio un mes que estábamos casados, encinta de
mi hija María cuando me lo mataron…
-Cuéntamelo otra vez Catalina-. La señora da un sorbo al café mientras observa su criada a través de la montura de las gafas. - Siento que una de
las dos se va a quedar sola pronto-. Pronuncia estas palabras con seguridad sin apartar la mirada de la taza.
Un silencio pesado es compartido en la sala, señora y criada se desconectan de su conversación hurgando en sus recuerdos. En la pequeña villa en
la que habían crecido y vivido se conocían desde niñas. Catalina fue acogida en pupilaje y después en servicio sesenta años atrás recién estrenada
viuda y con una criatura en camino. Una fue señora y otra fue criada.
- Bien lo sabe señora, por llevar comida al monte a los guerrilleros, alguien dio la voz. lo cogieron y mataron esa misma noche… Catalina solloza
con la mirada perdida en el suelo.
El poder de la bestia
Don Amatore, sofrólogo circense de reconocido prestigio, concede una recepción en su casa con motivo de su onomástica.
Petrus acude en calidad de invitado acompañado de su fiel escudero Caspio para presentarle sus parabienes, fue discípulo
suyo en su juventud y mantiene cierta deuda moral de la que a veces se siente preso.El anfitrión yace cómodamente
postrado en un diván con actitud despreocupada. Petrus hace las presentaciones
- Don Amatore, le presento a Caspio, ya le he hablado de él.
- Como si estuvieras en tu casa, siéntate...- Responde Don Amatore con voz melodiosa y ademanes teatrales. Sin mirarlo le
ofrece su diestra fláccida con la boca llena de patatilla frita.
- Muchas gracias- Caspio mira al suelo y juega con las puntas de sus zapatos.Su timidez le esta haciendo pasar un rato
amargo y empieza a fluirle ese sudor fino que tanto conoce.
Petrus se pone el abrigo y se dirige hacia la puerta.- Tengo que irme un momento-. Se dirige a ambos con una sonrisa. -
Perdonad este fallo de memoria pero he olvidado algo, algo que nos hace mucha ilusión regalarle Don Amatore.El sofrólogo
deforma su boca en una especie de sonrisa, y estira el cuello mirando hacia el techo como intentara que sus pestañas lo
alcanzasen.
-Espérame aquí Caspio- le dice a su amigo antes de salir.Caspio está sentado con las orejas coloradas observando con
angustia la escena. El ruido de la puerta al cerrarse retumba tan fuerte en su corazón que siente un pequeño mareo.
El tiempo transcurre lentamente sin que don Amatore muestre algún indicio de interés por la presencia del recién
llegado. Al cabo de un rato el temblor en las piernas de Caspio no pasa desapercibido al anfitrión.
- ¿Pero porqué estas tan nervioso..?-. Lo mira por primera vez.- Relájate chico..no te voy a comer.
- Perdóneme señor soy un tonto.
- Seguramente...seguramente-. murmura Don Amatore juntando las cejas
- Intenta respirar profundamente y lentamente....Intenta poner tu mente en blanco-. Le ordena.
Caspio obedece de forma incondicional aferrándose a una posible solución a la tensión insoportable que le provoca la
escena.
- Ahora junta tus manos y entrecruza tus dedos-.
Caspio con los ojos caídos cumple maquinalmente.
- Ahora intenta separarlos.
- No puedo..- responde con un deje de voz y arrugando el entrecejo.
- Relájate, respira, duerme-. Sonríe satisfecho ante la facilidad con que ha inducido el trance al muchacho. Se levanta y se
acerca al sometido que duerme en el sillón- Ahora me vas a contestar a las preguntas que te haga.
- Si señor.