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FACTURA CONFORMADA
Integrantes:
Artiaga Mondragón Sharon
Carrera Medina Esnaider
Gallardo Villavicencio Medalí Madeleyne
Ocas Ocas Sheilla
Santa Cruz Ignacio Ivón
Urbina Aldave Roy
Grupo No 5
2019
AGRADECIMIENTO
Primero a Dios por darnos salud y lo necesario para seguir adelante día a día para lograr nuestros objetivos y
permitiéndonos cada día aprender muchas cosas importantes para nuestra formación profesional, además de
su infinita bondad y amor.
A nuestros padres y hermanos por ser el ejemplo de los cuales aprendemos y nos apoyan en todo momento,
por sus consejos, sus valores, por la motivación para ser personas de bien en la sociedad y a todos aquellos
que nos ayudaron directa o indirectamente a realizar el presente trabajo.
Al abogado Fernando Chávez Rosero, por su motivación, por su apoyo ofrecido en este trabajo, por los diversos
conocimientos que nos transmite en sus clases.
Mil palabras no bastarían para agradecerles su apoyo, su comprensión y sus consejos en los momentos
difíciles.
A todos, esperamos no defraudarlos y contar siempre con su valioso apoyo, sincero e incondicional.
ÍNDICE
I. INTRODUCCIÓN ........................................................................................................................................5
V. BIBLIOGRAFÍA ........................................................................................................................................19
I. INTRODUCCIÓN
A lo largo del tiempo, se ha evidenciado que el hombre a través de la cooperación pueda conseguir de
forma más rápida y eficaz lo que desea, el objeto de su producción. Es así que, respecto a ello en el Perú
existen diferentes figuras jurídicas empresariales las cuales coadyuvan al desarrollo económico de las
personas, así mismo estas figuras van renovándose conforme el tráfico comercial va avanzando. Por
ejemplo, por un lado, surgen las sociedades, como entes del intercambio comercial, en nuestro país que se
encuentran debidamente reguladas por su ley de la materia, la Ley General de Sociedades. Y por otro lado
surge el contrato, el cual está basado en la voluntad, que nace con la idea esencial del intercambio o trueque,
y que se transforma a la nueva concepción del contrato como pacto desnudo o simple acuerdo de voluntades
desprovisto de formas, y de ellos se derivan los contratos asociativos que nacen de las relaciones que
desarrolla una empresa.
Por lo tanto, al ser lo antes mencionado temas importantes y de especial interés, en el presente trabajo
analizaremos dos formas jurídicas empresariales que son las sociedades irregulares y los contratos
asociativos, los que analizaremos desde el enfoque de la Ley General de Sociedades (normatividad),
doctrina y derecho comparado, lo que finalmente nos ayudará a determinar las recomendaciones que
consideramos convenientes.
II. MARCO TEÓRICO
1. SOCIEDADES IRREGULARES
Teniendo en cuenta que la regular constitución de una sociedad se alcanza mediante el cumplimiento
de requisitos de forma y de publicidad, puede suceder que el contrato de sociedad se estipule sin observar
dichos requisitos. Cuando esto ocurre, hablaremos de una sociedad irregular. Por lo tanto, el concepto de
sociedad irregular nace como evidencia y en oposición a la regularidad societaria. Al respecto la Ley
General de Sociedades prescribe en el artículo 423 las causales de irregularidad: “Es irregular la sociedad
que no se ha constituido e inscrito conforme a esta ley o la situación de hecho que resulta de qué dos o
más personas actúan de manera manifiesta en sociedad sin haberla constituido e inscrito”. A partir de ello
Rodríguez Rodríguez (1977) precisa que las sociedades irregulares son: “Sociedades cuyo único defecto,
entre sus elementos contractuales, consiste en el incumplimiento de los requisitos formales exigidos por
la ley. A éstas últimas son a las que se les llaman sociedades irregulares, que son las que, aunque existen,
no han cumplido los requisitos de forma marcados por la ley. Las sociedades en este sentido son
sociedades informales” (págs. 136,137).
Salazar Gallegos (2018, p. 248) conceptualiza a las sociedades irregulares como: “aquellas que,
habiéndose constituido formalmente como sociedades personificadas, es decir, que fueron inicialmente
regulares, inscritas en el registro mercantil, incurren posteriormente en causal de disolución, la misma que
no es superada, lo que conlleva como consecuencia a su Irregularidad, siendo esta última un castigo que
impone la ley a las mismas, y que pretende proteger a los terceros que se relacionan con ellas”. Asimismo,
el autor refiere que: “debemos entender que la irregularidad reconoce a la sociedad típica; es decir, si es
irregular, entonces es sociedad, y, por tanto, se encuentra (presuntamente) construida estructuralmente
conforme a uno de los tipos admitidos por ley, de lo contrario aparentemente no existiría. La LGS no se
refiere a la inexistencia, pero sí a la nulidad, pero en este último caso, solo de la sociedad inscrita”.
Asimismo Mercado Neumann (2003), declara que: “uno de los principios configuradores de la sociedad
irregular es la actuación en nombre propio y no en nombre de los socios que la confirman”. Es la actuación
de la sociedad en nombre propio lo que informa a los terceros de su identidad.
Por su parte, Montoya Manfredi (1998) afirma: “Es sociedad irregular la que no se ha constituido e inscrito
conforme a los preceptos legales. Pero, no obstante, este hecho, las relaciones internas se rigen por el
pacto social, o por ley según la clase de sociedad que se trate.”
Por lo tanto, la sociedad irregular es aquella que desarrolla una actividad empresarial pero no cumple
con formalidades exigidas por la ley, como ejemplo el que incumpla con los requisitos establecidos por la
Ley General de Sociedades.
Los artículos 4, 6, y 423 de la LGS, permiten reconocer que existe un concepto de sociedad
diferenciado del concepto de persona jurídica. Según Salazar Gallegos (2018, p. 251), “su naturaleza
jurídica es la de un sujeto de derecho corporativo no personificado (ya que la persona jurídica es un sujeto
de derecho obviamente personificado)”. Así entendida la sociedad, constituye un ente capaz; por ende,
puede negociar, estructurar y formalizar actos jurídicos válidamente, los que se imputaran a ella. Se
identifican sus elementos materiales, mas no el formal concesional (inscripción registral).
1.3. Efectos
1.3.1. Respecto de los administradores, representantes y los que actúen en nombre de la sociedad
irregular: Los administradores (miembros del Directorio o gerentes), representantes y, en general,
quienes se presenten actuando en nombre de la sociedad irregular son personal, solidaria e
ilimitadamente responsables por los contratos y, en general, por los actos jurídicos realizados desde
que se produjo la irregularidad, ello según el artículo 424 de la LGS.
Al respecto, Navarrete Perez (2016) menciona que debe tomarse en cuenta lo siguiente:
1.3.2. Respecto de los socios: La irregularidad de la sociedad no implica que los socios se encuentren
exonerados de cumplir con los aportes y las prestaciones (adicionales) a las que se hubieran
comprometido, ya sea en el pacto social o en acto posterior, tal como lo establece el artículo 425°
de la Ley General de Sociedades. Al respecto, dicho artículo 425° establece que dicha obligación
debe ser cumplida “en todo cuanto sea necesario para cumplir el objeto social o, en caso de
liquidación de la sociedad irregular, para cumplir con las obligaciones contraídas con terceros” y “si
no hubiera estipulación al respecto se considera que todos los socios deben aportar en partes
iguales” . Otra de las consecuencias frente a los socios, se da en los casos en los que la
“irregularidad” existe desde la constitución de la sociedad, es decir, nuevamente, en el caso de las
“sociedades en formación” y, además, en el caso de las “sociedades de hecho”. Por lo tanto, la
responsabilidad civil aplicable no elimina la responsabilidad penal que pudiera existir respecto de los
socios.
Realizando un análisis sobre derecho comparado, la regulación de las sociedades irregulares es más
severa que el régimen de nuestras sociedades irregulares.
1.5.1. México
En México, las sociedades irregulares tienen dos variantes: las ilícitas y las de hecho. El marco legal
se encuentra en los artículos 2 y 3 de la Ley General de Sociedades Mercantiles. Las sociedades de hecho
son aquellas que existen por manifestación de la voluntad de sus componentes, que careciendo de alguno
de los requisitos legales para su constitución no se han exteriorizado frente a terceros. Por lo tanto, no tienen
personalidad jurídica. Es decir, son las sociedades irregulares que no han establecido relaciones jurídicas
con terceros. Las sociedades ilícitas son aquellas que tienen un objeto, finalidad o realizan actividades
consideradas por la ley como ilícitas. Según la legislación mexicana, las sociedades ilícitas deben disolverse
y liquidarse inmediatamente (Cruz Jiménez, 2007).La irregularidad de las sociedades mercantiles deriva del
incumplimiento del mandato legal que exige que la constitución de las mismas se haga constar en escritura
pública o del hecho de que, aun constando en esa forma, la escritura no haya sido debidamente inscrita en
el Registro de Comercio. Los efectos de la sociedad irregular son: los representantes de las sociedades
mercantiles responden de manera solidaria e ilimitada aunque de modo subsidiario frente a terceros.
1.5.2. Colombia
La sociedad irregular no existe actualmente en la legislación colombiana, toda vez que el Decreto 2155
de 1992, suprimió el permiso de funcionamiento que requerían las sociedades comerciales para actuar,
conforme lo establecido en el artículo 500 del Código de Comercio y en consecuencia, dicha calificativo
desapareció.
1.5.3. Italia
En el derecho italiano, el artículo 2331 del código civil, además de hacer depender la adquisición de la
personalidad jurídica de la inscripción en el registro, impone responsabilidad limitada solidaria frente a
terceros a quienes han obrado a nombre de ella y se decreta la nulidad de la emisión y venta de las acciones
que se hubieran hecho antes de la inscripción.
1.5.4. Francia
En el derecho francés, si bien la personalidad moral también depende de la inmatriculación de la
sociedad en el registro (artículo 5, le 1966), la sociedad existe sin personalidad desde antes, pero también
en este derecho y en acatamiento de una directiva del consejo de la comunidad económica europea artículo
7, de la directiva 68.15, se impone responsabilidad solidaria e ilimitada, salvo pacto en contrario a quienes
ejecuten actos a nombre de la sociedad en formación (artículo 5. Párrafo 2)
1.5.5. España
En el derecho español, en relación a la S:A, la ley del 17 de julio de 1951, en su artículo 6, también
hace depender la personalidad de la inscripción en el registro, el artículo 7, impone solidaridad a los
gestores, pero no responsabilidad limitada, frente a las personas con las que hubieren contratado a nombre
de la sociedad, y el articulo 14 prohíbe la transmisión de acción antes de la inscripción de la sociedad en el
registro mercantil., iguales normas existen, artículos 5 y 6 en relación con a S de RL (ley del 17 de julio de
1953).
1.5.6. Brazil
La nueva ley brasileña de sociedades anónimas (15 de diciembre de 1976), exige la publicidad y el
registro del acto constitutivo (artículos 94 y 96), o de los estatutos, en el registro de comercio (artículos 95,
fracción I), para que las sociedad pueda funcionar y que se impone responsabilidad solidaria a los
administradores “por los perjuicios causados por la demora en el cumplimiento de las formalidades
complementarias a la constitución” (artículo 99), pero en cambio, se libera a la sociedad, respecto a los
actos ejecutados en tal situación, salvo que la asamblea general disponga lo contrario (artículo 99 de párrafo
único).
2. CONTRATOS ASOCIATIVOS
Elias Laroza ( 2006) indica que los contratos asociativos son: “son aquellos en que la colaboración
empresarial se expresa con una característica especial: la existencia de una finalidad común, que es
primordial para todos los contratantes” .
El artículo 438 de la Ley General de Sociedades estipula que “se considera contrato asociativo aquel
que crea y regula relaciones de participación e integración en negocios o empresas determinadas, en interés
común de los intervinientes”. Para comprender tal definición habrá que partir por el concepto de
concentración empresarial, la cual supone un fenómeno de raíz económica y con consecuencias jurídicas,
mediante el cual dos o más empresas integran sus recursos (económicos, humanos, etc.), a efectos de
conseguir un beneficio común, diferente al interés empresarial (el cual puede subsistir). Al respecto
Pachecho Flores (2019) afirma: “que los contratos asociativos integran la red de alternativas que ofrece la
concentración empresarial”. En tal orden de ideas pueden conceptualizarse como una manifestación de la
concentración empresarial, en la cual no se pierde la personalidad jurídica y en la que se establecen
relaciones de coordinación.
La Ley General de Sociedades se encuentra estructurada en cinco libros, titulándose el último de ellos
“Contratos asociativos”, comprendiendo los artículos 439 al 446, en los que se regulan el consorcio y la
asociación en participación, constituyendo el primero de ellos una innovación legislativa puesto que el
anterior texto societario374 sólo recogía la asociación en participación dentro de las normas
complementarias.
Según se desprende de la propia Ley General de Sociedades, no supone que las partes contratantes
sean necesariamente sociedades, sino que se hacen extensivos a otras personas jurídicas no societarias
(como una asociación o una empresa individual de responsabilidad limitada) e, incluso, a personas
naturales. Por lo mismo, no debieran encontrarse regulados en la mencionada Ley General de Sociedades,
ya que ésta se restringe a los temas obviamente societarios.
Al estar ante un contrato, su naturaleza jurídica es eminentemente contractual; de ahí que, como
estipula el artículo 438 de la LGS “no está sujeto a inscripción en el Registro de Sociedades”. Asimismo, tal
artículo prescribe que, “el contrato asociativo no genera una persona jurídica”.
Asimismo, Echaiz Moreno (2015) afirma que, “se aprecia también en la práctica comercial la existencia
de personas jurídicas que han surgido de contratos asociativos, tal es el caso de la compañía peruana
COSAPI que se inició como el Consorcio SADEPIVASA (habiendo tomado las sílabas iniciales para armar
su denominación social)389 o la constitución de personas jurídicas que, en su denominación social, incluyen
confusamente el término consorcio, como sucede con Consorcio Minero Horizonte, Consorcio DH Mont y
Consorcio Persa en los negocios minero, urbanístico y de alfombras, respectivamente. Empero, ni lo primero
ni lo segundo implica que el contrato asociativo sea per se una persona jurídica, diferenciándose así de la
sociedad que, siendo un contrato (que se manifiesta en el pacto social), conlleva al surgimiento de una
persona jurídica”. Por lo cual, los contratos asociativos no tienen personería jurídica.
2.3. Características
Ferrero Diez Canseco (2017) considera como caracteristicas principales del los contratos asociativos
a las siguientes:
a) Es un contrato cuyo objetivo principal es crear y regular relaciones de participación, integración o
negocios.
b) El contrato no genera una persona jurídica.
c) Debe constar por escrito.
d) No está sujeto a inscripción en registros públicos.
e) Las partes están obligadas a efectuar las contribuciones en dinero, bienes o servicios establecidas
en el contrato.
f) En caso no se hubiera establecido el monto de las contribuciones, las partes estarán obligadas a
efectuar las que sean necesarias para la realización del negocio o empresa y en proporción a su
participación en las utilidades.
b) El consorcio:
Villanueva Gutierrez (2014) describe con respecto a este tipo de contrato, que: “El consorcio como
modalidad contractual ha surgido en la doctrina italiana a propósito del fenómeno económico de la coalición
de empresas, que versa sobre las limitaciones contractuales de la libertad de concurrencia. Esto es, la
tendencia de las empresas de coordinar sus recíprocas relaciones de competencia en el mercado, en los
ámbitos de sus propias acciones y con la finalidad de afrontar conjuntamente el mercado. En este fenómeno
económico de la coalición de empresas, se describe a los carteles, grupos industriales y los consorcios”.
El artículo 445º de la Ley General de Sociedades define al consorcio como el contrato asociativo en
virtud del cual dos o más personas se asocian para participar en forma activa y directa en un determinado
negocio o empresa, con el propósito de obtener un beneficio económico, pero manteniendo cada una su
propia autonomía, correspondiéndole a cada miembro realizar las actividades propias del consorcio que se
le encargue y aquellas a las que se ha comprometido.
Así también, en este tipo de contrato, los bienes que los miembros del consorcio afecten al
cumplimiento de la actividad a la que se han comprometido siguen siendo de propiedad exclusiva de éstos,
es decir que, a diferencia de lo establecido en el contrato de asociación en participación, no se presume
que la propiedad de los bienes aportados corresponda al asociante (Elias Laroza, 2006).
En consecuencia, de las definiciones antes mencionadas, loscaracteres esenciales del contrato de
consorcio son los siguientes:
(i) Es un contrato asociativo, nominado y típico
(ii) Regula relaciones de participación o integración en uno o más negocios o empresas que
emprenden, en conjunto, los consorciados, en interés común de todos ellos.
(iii) No está sujeto a otra formalidad que la de constar por escrito.
(iv) No origina la creación de otra persona jurídica.
(v) Todos los consorciados participan de manera activa y directa en las actividades materia
del consorcio, manteniendo su autonomía.
Por otro lado, el Texto Único Ordenado de la Ley de Contrataciones y Adquisiciones del Estado,
aprobado mediante Decreto Supremo Nº 012-2001-PCM, define al consorcio como, “el contrato asociativo
por el cual dos (2) o más personas se asocian. Las mismas que deben responder de manera solidaria por
todas las consecuencias derivadas de su participación individual o en conjunto dentro del consorcio en los
procesos de selección y en la participación del contrato derivado de éste”.
c) Joint Venture:
Nuestra Legislación no lo regula, sin embargo, es pertinente señalar que este tipo de contratos son los
llamados contratos atípicos, pues como señala Miranda Canales (1999), “son los que carecen de ubicación
en el ordenamiento jurídico sustantivo, debido a que las relaciones económicas del hombre, intensas y
variadas, crean situaciones jurídicas no previstas por el legislador”.
Es así que mientras el animus lucratis suele ser el leit motiv de la asociación de participación , en el
joint venture pueden comprenderse otros objetivos, tales como por ejemplo la investigación tecnológica o
cualquier otro objetivo distinto o adicional al económico (Ferrero Diez Canseco, 2017).
Ferrero Diez Canseco (2017) citando a Caballero Sierra (1999) define al joint venture como: “una
asociación de dos o más personas para realizar una empresa aislada que implica un determinado riesgo
(venture) para lo cual perciben unidas un beneficio, pero sin crear sociedad o corporación alguna y para ello
se combinan propiedades, efectos, trabajo y conocimiento, cada miembro actúa como dueño y como agente
de los demás miembros y por ende la promesa de una equivale a la promesa de todos. Lo ejecutado por un
miembro, se entiende ejecutado por todos, y se presume autorizado para realizar las actividades propias
del joint venture”.
Todas las definiciones antes mencionadas tienden a evidenciar elementos tales como la voluntad
contractual de las partes, la doble o múltiple propiedad del negocio constituido, la cooperación ante un
proyecto específico, la comunión de intereses frente a un proceso dado o combinación económica. Sin
embargo, según Ferrero Diez Canseco (2017), “no podemos referirnos al joint venture basados únicamente
en la caracterización de una buena voluntad asociativa de las partes ni por la sustancial comunidad de
intereses”, también será necesaria la integración de los recursos ofrecidos por las partes, la intervención
activa de los contratantes en la gestión estratégica y operatividad del negocio, y la complementariedad de
las actividades de joint venture respecto del campo de acción usual de las partes. Cuando nos referidos a
la ausencia de affectio societatis, nos referimos a que no existe el ánimo de formar una sociedad, sólo se
busca la realización de una operación determinada. En este orden de ideas el contrato asociativo es un
contrato de riesgo compartido, es un instrumento contractual que responde a la necesidad de movilizar
capitales en busca de alta rentabilidad y correlativa reducción de riesgo, en el que las partes se juntan con
un criterio de coparticipación que asume las más diferentes formas y matices. Las partes aportan para lograr
el objeto del contrato activos tangibles o intangibles que deberán ser explotados únicamente en miras al fin
específico propuesto.
En la práctica estos contratos se perfeccionan con el consentimiento de las partes en basa a la buena
fe contractual, y podrán elevarse a escritura pública e inscribirse en los Registros Públicos, cuando las partes
hayan acordado constituir una sociedad especial para este fin. La ventaja que se reconoce a estos contratos
es de ser utilizado para una cantidad ilimitada de proyectos e inversiones, en las distintas áreas de la
minería, hidrocarburos, pesquería, navegación, industrias y empresas comerciales en general.
2.5.1. Colombia
La Ley 80 de 1993 expide el Estatuto General de Contratación de la Administración Pública. En el
Artículo 7 regula sobre los contratos asociativos únicamente a los Consorcios y Uniones Temporales. En
dicha ley, en la figura del consorcio, la presentación de la propuesta es conjunta, ello determina que los
alcances de las obligaciones y de la consiguiente responsabilidad también lo será. Sin embargo, debemos
llamar la atención sobre la figura de la unión temporal, figura en la cual se distingue perfectamente la
responsabilidad solidaria por una situación de incumplimiento, del ejercicio del ius puniendi administrativo
el cual se delimita perfectamente entre los diversos sujetos que participan en la unión temporal. Lo más
aproximado que tenemos en relación a la figura del consorcio como está regulado en el sistema jurídico
peruano, es en tanto se distingue una solidaridad que puede afectar el ámbito de la responsabilidad civil por
incumplimiento, de la diferenciación en el ejercicio del poder sancionador administrativo, el cual comporta
el reconocimiento de los límites derivados de la actuación de cada uno de los consorciados.
2.5.2. España:
Se regula lo referente a los contratos asociativos en la Ley 30/2007, de 30 de octubre, de Contratos
del sector público. Capítulo II. Capacidad y solvencia del empresario para constituir uniones empresariales.
Dicha normativa confirma al igual que la legislación peruana el establecimiento de la regla de la solidaridad
en las uniones de empresarios. Dicha solidaridad abarca a todo cuanto rodea a la celebración y ejecución
de la licitación.
2.5.3. Argentina:
Se regula sobre los contratos asociativos en la Ley 26005 Ley de sociedades comerciales en el art. 4,
9, 10 y 377. Se da la diferenciación entre los Consorcios de Cooperación y las uniones transitorias de
empresas. Mientras que en el primer caso prima la regla de la presunción de la solidaridad en materia de la
responsabilidad por incumplimiento, para el caso de las uniones transitorias de empresas sucede
exactamente lo contrario: cada empresa responde individualmente por el desarrollo y ejecución de las
obligaciones contraídas frente a terceros.
III. CONCLUSIONES
La irregularidad de las sociedades mercantiles deriva del incumplimiento del mandato legal que exige que
la constitución de las mismas se haga constar en escritura pública o del hecho de que, aun constando en
esa forma, la escritura no haya sido debidamente inscrita en el Registro Respectivo, es decir que
finalmente cumpla con todos los requisitos formales.
La Ley General de Sociedades, al prescribir sobre las sociedades irregulares de una u otra manera protege
a las personas que contratan o mantienen relaciones con las sociedades irregulares, a fin de que no se
vean perjudicados por los actos realizados por dichas sociedades, teniendo bien marcadas las
responsabilidades a las que están sujetas dichas sociedades.
Las sociedades irregulares de origen no son personas jurídicas, pero sí son sujetos de derecho especiales.
Por su parte, las sociedades con irregularidad sobrevenida no pierden su personalidad jurídica por haber
incurrido en irregularidad, pues al igual que las sociedades regulares, la mantienen hasta que se inscriba
su extinción.
El Joint Venture es un acuerdo entre personas naturales o jurídicas para participar en un negocio
específico basado en una comunidad de intereses con el fin de obtener una utilidad común, sin que se
forme una persona jurídica distinta. En el consorcio cada uno de los participantes interviene en forma
directa y es responsable frente a terceros, de forma individual o solidaria según sea el caso de cada
contrato. Asimismo, en forma diametralmente opuesta a la asociación en participación tiene la
administración, el control, la gestión y representación del negocio común.
Hemos establecido pues claramente las formas de contratos asociativos que se encuentran establecidas
en la legislación peruana. Será cuestión de todos aquellos grupos empresariales que deseen iniciar
operaciones en conjunto bajo la forma de consorcio o grupos empresariales encontrar la mejor manera de
asociación de acuerdo a sus necesidades y según el panorama que el proyecto o plan de negocio en
nuestro país le presente.
El contrato de consorcio se caracteriza esencialmente por la autonomía funcional y la responsabilidad
limitada de los consorciados. Dichos rasgos se flexibilizan en el marco de la contratación pública.
En la asociación en participación hay un asociante y un asociado en donde el asociante actúa tanto en
nombre propio como en nombre de los asociados quienes se hallan ocultos en cuanto a la gestión de la
empresa o negocio y no resultan responsables frente a terceros. De esta manera, el asociante es el único
que da la cara frente a terceros, en cambio los asociados no establecen relaciones jurídicas con terceros,
sólo las establecen con el asociante. De modo contrario, en el joint venture todos los contratantes o
venturers tienen responsabilidad.
IV. RECOMENDACIONES
Es preciso que la LGS regule expresamente alguna sanción adicional para aquellas sociedades que
no cumplen con la forma prescrita en la Ley. Ya que su situación irregular hace que las contrataciones
que haya con estas no sean seguras para el tráfico jurídico.
Debería regularse la figura del joint venture para servir como guía la negociación y elaboración del
contrato lo que finalmente implica y termina siendo una fuente de solución de conflictos frente a los
problemas que se generen entre las partes. Así pues, la regulación debe contemplar: responsabilidad
frente a terceros; la responsabilidad entre las partes; a través de la obligatoria inscripción en los
registros públicos. En el Perú esta obligación se da solamente para el caso de la inscripción de estos
contratos para efectos mineros, en el Registro Público de Minería. La importancia de la publicidad
estaría dada por la generación, una vez inscritos los contratos, de una oponibilidad frente a terceros y
por lo tanto la protección del derecho inscrito basado en dicha publicidad; en un sistema en el cual no
se exija la inscripción del contrato de joint venture, los terceros no podrían saber a ciencia cierta si el
supuesto contrato existe o no, así como hasta donde alcanza la responsabilidad patrimonial de los
contratantes o cual es el patrimonio que ha sido afectado o la facultad del representante o finalmente
quienes son realmente sus integrantes. En la medida en que dicho contrato asociativo no sea
publicitado, ello no podrá conocerse aun cuando nada impide su exhibición a solicitud de parte, sobre
todo si se va a contratar con un joint venture.
V. BIBLIOGRAFÍA
Elias Laroza, E. (2006). Derecho Societario Peruano; La Ley General de Sociedades del Perú. Trujillo:
Editorial Normas Legales.
Ferrero Diez Canseco, A. (2017). Apuntes sobre Contratos Asociativos y la Ley General de
Sociedades. Ius Et Veritas.
Mercado Neumann, G. (2003). Sociedades Irregulares. Tratado de Derecho Mercantil. Lima: Gaceta
Jurídica.
Villanueva Gutierrez, W. (2014). Tratado del IGV. Regímenes General y Especiales. Instituto Pacifico.