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ARQUEOHISTORIA. Por una Arqueología Sin Fronteras.

Época Segunda – nº 8 – Septiembre de 2015


-–----------------------------- ISSN: 1137-5221 / Depósito legal: M-9882/1997 –---------------------------

ARQUEOHISTORIA
Por una Arqueología Sin Fronteras

Época Segunda – nº 8 – Septiembre de 2015 -


ISSN: 1137-5221. Revista fundada en 1997

ArqueoHistoria & Sociedad Epigráfica

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ARQUEOHISTORIA. Por una Arqueología Sin Fronteras. Época Segunda – nº 8 – Septiembre de 2015
-–----------------------------- ISSN: 1137-5221 / Depósito legal: M-9882/1997 –---------------------------

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ISBN-13: 978-1517079673 / ISBN-10: 1517079675

Depósito legal: M-9882/1997

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Editorial
ARQUEOHISTORIA
Por una Arqueología Sin Fronteras
Época Segunda
-----------------------------------------------
Número 8
Época Segunda – Septiembre de 2015
-----------------------------------------------
EDITA Han pasado ya 18 años desde que
ArqueoHistoria & Sociedad Epigráfica
----------------------------------------------- 'ArqueoHistoria' fuera fundada como
DIRECTOR
Georgeos Díaz-Montexano continuación de 'Arqueología Sin Fronteras' y
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REDACCIÓN 'Arqueología y Enigmas de la Historia',
Atención a colaboradores y correspondencia:
www.facebook.com/messages/ArqueoHistoria fundadas en 1996 y 1995. Esa Primera Época fue
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Javier Alonso. Arqueología Marina: Carlos que estuvieran dispuestos a arriesgar sus
León, Manu Izaguirre, Cruz Apestegui, José
Antonio Finalé. Arqueología Medieval y nombres en una revista de divulgación
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Adrián Álvarez. Arte Rupestre: Pablo Novoa heterodoxa, no oficial, que se movería más allá de
Álvarez, José San Román. Antropología física,
forense, y paleopatología: Ercilio Vento las fronteras de la ciencia académica consensuada y lo "políticamente
Canosa. Egiptología: Walidh Radham.
Escriptología, Epigrafía y Atlantología correcto" se añadía la falta de financiación externa, tan renuentes como
Histórico-Científica: Georgeos Díaz-
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Mitología: Susana Ávila. Filosofía: César publicidad. Por estas razones (entre otras más difíciles de explicar sin caer en
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Manuel Guarch Delmonte. Epigrafía
Precolombina: Mikael Skupin, Gloria Farley, irremediablemente se detuvieron en el número sexto, justo cuando ya
Alexis Rojas, Reynaldo González Villalonga,
Edilio Stopiñán, José Saavedra, Abel comenzaba a prender en un selecto público culto, cada vez más fiel y
Hernández Muñoz, Orlando García, Adrián
Menéndez, Marcos Rodríguez. Historia mayoritario. En esta Segunda Época, ArqueoHistoria renace con nuevas
Antigua: Miguel Ángel Martínez Artola,
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simpatizantes de teorías conspiranoicas, esotéricas y "extraterrestrológicas". La verdad histórica, sea cual sea, esté
donde esté, y caiga quien caiga, ha sido siempre nuestro lema y principio, y así será, mientras exista ArqueoHistoria.

Georgeos Díaz-Montexano, Director.

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Sumario
¿Las más antiguas pruebas de navegación del Occidente?.......................................................5
El amuleto libio-egipcio del Halcón y la Serpiente de Cuba...................................................31
Una inscripción líbico-bereber en la Cueva del Jagüey, Punta de Maisí, Guantánamo, Cuba
.......................................................................................................................................................36
John Toland (1670-1722)..............................................................................................................41
Las olvidadas pirámides japonesas............................................................................................44
REVIEWS......................................................................................................................................51
¿Inscripciones en las supuestas ruinas submarinas de Yonagani?.........................................51
ESPACIO SOLIDARIO................................................................................................................60
International Dostoevsky Society (IDS).....................................................................................66
AGON. Grupo de Estudios Filosóficos......................................................................................67

Foto de portada: Posibles embarcaciones paleolíiticas de madera y cuero cosido tipo umiak y canoa de la
Cueva La Pasiega, Puente Viesgo, Cantabria (barcos en color rojo), y la Cueva de La Pileta, Málaga (barco en
color negro).

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ARTE RUPESTRE

¿Las más antiguas pruebas de


navegación del Occidente?
Navegación marítima en el Paleolítico Superior occidental
The most ancient proofs of navigation in the West? Maritime
navigation in the western Upper Palaeolithic
Por Georgeos Díaz-Montexano, Accepted Member of The Epigraphic Society

Abstrac:

In this papper, the author presents certain circumstantial proofs observed in iconographic
representations of parietal Rock Art from the Western European Upper Paleolithic which seem to
indicate knowledge of shipbuilding of sewn wood and stitched leather, for populations from northern
Iberia during the Upper Paleolithic. The most important caves with these representations of possible
knowledge of the arts of navigation are: "Cueva El Castillo", "Cueva La Pasiega" and "Cueva de
Altamira", located in the Cantabrian coast, in the north of Spain.

En este artículo, el autor expone ciertas pruebas indiciarias observadas en representaciones iconográficas
del Arte Rupestre parietal del Paleolítico Superior europeo occidental que parecen evidenciar el
conocimiento de la construcción de barcos de madera y cuero cosidos por parte de las poblaciones del
norte de Iberia durante el Paleolítico Superior. Las cuevas más importantes con estas representaciones
de posible conocimiento de las artes de la navegación son: "Cueva El Castillo", "Cueva La Pasiega", y la
"Cueva de Altamira", situadas en la costa cantábrica, en el norte de España.

La pregunta podría sorprender, pero en realidad ya hace algunos años que para
muchos -entre los que me cuento- no hay duda alguna de que la colonización de Australia,
hace unos 50.000 o 45.000 años, 1 se produjo por vía marítima. Y para ello, al menos una
pareja fértil de mujer y hombre habría sido capaz de llegar con vida a tierras australianas,
tras haber navegado por mar abierto en algún tipo de embarcación y por muchas millas.

1 Hudjashov, Georgi et al. 2007. Revealing the prehistoric settlement of Australia by Y chromosome and
mtDNA analysis. PNAS May 22, 2007 vol. 104 no. 21 8726-8730.

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La colonización de Australia, de acuerdo a la ciencia geológica actual


-especialmente, de acuerdo a la paleoceanografía- constituye una prueba irrefutable de las
travesías marítimas que ya durante la etapa final del Paleolítico medio y los inicios del
Paleolítico Superior la especie humana era capaz de llevar a buen término. No obstante, el
caso de Australia no es el único, ni siquiera el primero, pues ya desde el paleolítico inferior
y medio nuestros antepasados fueron capaces de salvar notables distancias a través del
mar. De modo que la navegación, como tal, es uno de los más antiguas conquistas de la
humanidad, a menos que toda la ciencia geológica y paleoceanográfica actual esté
completamente equivocada en cuanto a los antiguos cambios de los niveles del mar y las
fechas en que las plataformas marinas estarían emergidas. Pero, de momento, ni geólogos
ni paleontólogos cuestionan tales hechos, por lo que no queda más remedio que aceptar
que ya desde el paleolítico más remoto los homínidos más «primitivos» fueron capaces de
navegar por mar abierto y colonizar islas y regiones continentales a los que no se podía
acceder de modo alguno por tierra, ni siquiera en el período de máximo descenso del nivel
del mar.
Queda claro que los primeros colonizadores de Australia llegaron navegando, por
lo que, además de saber construir embarcaciones resistentes, debieron tener
conocimientos, aunque sea elementales, sobre orientación marítima, y quizá también sobre
pesca de alta mar. El equipo dirigido por Susan O'Connor, de la Universidad Nacional
Australiana de Canberra, ha encontrado en una caverna de Jerimilai, Timor oriental, unos
9.700 utensilios de piedra y casi 40.000 espinas y vértebras fósiles de hasta 22 familias
diferentes de pescados, muchos de ellos pelágicos (familia a la que pertenecen el Atún,
Boquerón o bocarte, Bacaladilla, Dorado, Lubina, Merluza y Sardina), y todo ello datado
en casi 42.000 años. La pesca de atún, y de otros peces pelágicos, implica que lo hacían
desde embarcaciones en pleno mar abierto, pues los peces pelágicos se pescan en alta mar
y requiere conocimientos experimentados en la construcción y manejo de embarcaciones y
en el dominio de ciertas técnicas marítimas. Al menos unas quince especies pelágicas
fueron explotadas sistemáticamente entre el 40.000 y el 36.000 AC. Entre los utensilios
aparecieron anzuelos, por tanto, la evidencia definitiva más temprana de la fabricación de
los mismos en todo el mundo. Como sostienen los autores del descubrimiento:«La captura
de peces pelágicos como el atún requiere altos niveles de planificación y tecnología marítima
compleja. La evidencia indica que los habitantes (de la cueva)2 pescaban en el mar profundo».3
Hace como mínimo unos 100.000 años la isla de Flores, Indonesia, ya contaba con
presencia humana, por lo que estos homínidos igualmente tuvieron que llegar a la misma
mediante navegación de alta mar, cruzando una distancia de como mínimo unas 12.43
millas, es decir, unos 20 km, pues la isla de Flores se mantuvo aislada durante la última
2 Paréntesis aclaratorio, del autor.
3 «Pelagic Fishing at 42,000 Years Before the Present and the Maritime Skills of Modern Humans», Sue
O’Connor, Rintaro Ono, Chris Clarkson, Science 25 November 2011: Vol. 334 no. 6059 pp. 1117-1121,
DOI: 10.1126/science.1207703.

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edad de hielo debido a un profundo estrecho marítimo con tal anchura. Este hecho ha
llevado a concluir que la especie del Homo floresiensis, o mucho antes su antecesor (Homo
georgicus, Homo habilis, u Homo rudolfensis), debió alcanzar la isla mediante
embarcaciones. Posiblemente balsas de bambú. En cualquier caso, siempre a través de
navegación marítima.
También en la misma región, en la isla de Java, la presencia humana está
documentada desde hace 1,8 millones de años, pero la unión entre la isla y la tierra firme
se produjo con posterioridad a la ocupación humana, por lo que, de nuevo, estos
homínidos, más antiguos aún que los colonizadores constatados de la isla de Flores, ya
conocían la navegación, por muy rudimentaria o elemental que fuera.
Pero como decía, hay más casos de tempranas navegaciones, incluso mucho más
cercanos a Europa occidental, como por ejemplo, Cerdeña y Córcega. Las poblaciones del
pleistoceno medio europeo llegaron a esta isla hace entre 300.000 y 250.000 años.
Probablemente serían miembros de la especie Homo Heidelbergensis. La isla de Córcega
también fue poblada a través de navegación durante los periodos glaciares del Würm I-II.
Las evidencias fueron halladas en la gruta de Coscia. Las dataciones absolutas
(Uranio/Torio) sitúan esta presencia humana en Córcega entre 60.000 y 50.000 años antes
del presente (Víctor M. Guerrero Ayuso 2006).
Lo mismo podemos decir de otras islas del Mediterráneo, como las islas jónicas de
Lefkada, Kefalonia y Zakynthos, que según muestran los modelos espacio-temporales de
reconstrucción de la paleocosta durante el paleolítico medio y superior, solo podían
colonizarse a través de dos rutas marítimas, pero hace unos 100.000 años ya estaban
pobladas, posiblemente por neardenthales, pues en los últimos años se han descubierto
muchas herramientas musterienses que podrían tener unos 100.000 años de antigüedad.
Estos mismos colonizadores llegarían hasta la isla de Creta, donde también han
sido halladas numerosas herramientas (más de 2000 instrumentos líticos repartidos en
cuevas, abrigos y terrazas marinas en una misma zona costera) con una antigüedad de
como mínimo unos 130.000 años. Estas abundantes evidencias, sumadas al hecho de que la
distancia marítima a solventar era de unas 21.6 millas náuticas (40 km), obliga a concluir
que estos seres humanos, con toda probabilidad neardenthales, ya dominaban ciertas
técnicas de navegación, que por muy elementales que hubieran sido ya eran lo
suficientemente eficaces como para permitir una larga navegación de alta mar, pues para
embarcarse en travesías marítimas de larga distancia, es menester dominar las técnicas de
navegación, las corrientes marinas y los vientos.
En cuanto al paleolítico superior occidental, el registro arqueológico muestra
pruebas indiciarias y evidencias indirectas (arpones para pesca de grandes peces, quizá
para caza marina, y notables representaciones de embarcaciones) del uso de navegación
marítima, al menos para la explotación de recursos marinos, que no se limitaban a los que

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se hallan en zonas costeras. En la gruta Baoussé Roussé, próxima a Menton, se registró una
decena de vértebras de atún y lubina, y de fines del Magdaleniense y el Aziliense son las
espinas de un lábrido hallado en un yacimiento de la Punta del Rozel, datado por C14
hacia el 15.000 A.C.,4 evidencias indirectas de que eran capaces de adentrarse hacia aguas
más profundas.

Embarcaciones paleolíticas
En cuanto a las embarcaciones que usarían los humanos durante el largo período
paleolítico, apenas se han conservado unos pocos restos. Los más antiguos -hasta el
momento- son algunas embarcaciones del tipo piragua monóxila de madera, construidas
mediante la elemental técnica de ahuecar un tronco. Tres ejemplos conocidos son la
embarcación de Pesse, Holanda (Fig. 1), datada por C14 en el 8.760 A.C., y la embarcación
de Dufuna, Nigeria (Fig. 2), datada en el 7.670 A.C., ambas del lado del Atlántico, y casi en
las antípodas, la embarcación de Kuahuqiao, China, datada en el 7.500 A.C en China, lo
que demuestra que la navegación era algo generalizado ya en casi todo el mundo para
finales del Paleolítico y principios del Mesolítico.

Fig. 1 Bote monóxilo de Pesse, Holanda, (8040 y 7510 A.C.). Sin duda una embarcación monoplaza, pues
tan solo mide 298 centímetros de largo por 44 centímetros de ancho. Se construyó a partir del tronco de un
abeto o pino silvestre. En la actualidad se encuentra en el Museo Drents, Assen, Holanda.

Obviamente, de las embarcaciones anteriores, que como mínimo se fabricarían


desde el Paleolítico Medio, aún no se conocen restos físicos, lo cual no es de sorprender,
teniendo en cuenta lo extremadamente difícil que sería que la madera o las cañas, y las
4 Fuente: http://prehistorialdia.blogspot.com.es/2014/04/travesias-maritimas-en-el-paleolitico.html#.VA-
pvzubvip

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pieles o cuero curtido con las que se podrían haber confeccionado, pudieran haber
resistido el paso de tanto tiempo y tantos cambios climáticos. A lo que debe sumarse un
importante argumento ya señalado por el experto en la materia, Victor M. Guerrero Ayuso:
«La subida de 100/120 m. del nivel del mar al final de la glaciación de Würn y el consiguiente
retroceso de la línea de costa (Suckleton et al. 1984), muy acusada en algunas regiones geográficas,
ha supuesto la pérdida de innumerables yacimientos paleolíticos relacionados directamente con el
interland marino (Bonifay y Courtin 1998), que justamente serían los que nos habrían brindado la
mejor y mayor información sobre las actividades pesqueras y las capacidades marineras de estas
comunidades. El nivel tecnológico de las gentes del Epipaleolítico y el Mesolítico no fue superior al
del Magdaleniense final como para que se produzca esta diferencia tan sensible en el registro
arqueológico...».5

Fig. 2 Embarcación monóxila de Dufuna, Nigeria, datada en el 7.670 A.C.

Pero no se necesitan restos físicos de embarcaciones paleolíticas para poder inferir y


asumir con buen grado y certeza que existieron, cuando varios hechos científicos
evidencian su existencia de modo indirecto, como las colonizaciones de islas que -desde
que el genero Homo surgió- siempre estuvieron separadas de tierra continental, además
del caso de Australia. Las considerables distancias de tales pasos marítimos impiden
suponer siquiera que pudieran haber sido colonizadas mediante simple natación, o por
mero accidente, agarrados sobre troncos. En este sentido, tales pruebas indiciarias sobre la
colonización de islas totalmente aisladas y separadas de tierra continental por estrechos o
brazos de mar, son en realidad evidencias indirectas de navegación, y funcionan casi igual
5 Guerrero Ayuso, Victor M. Guerrero, «Comer antes que viajar. Pesca y barcas de base monóxila en la
prehistoria occidental», Mayurqa, 31, pp. 9-56, Universidad de Barcelona. Facultad de Filosofía y Letras,
Palma de Mallorca, 2006, p. 13.

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que el hallazgo mismo de los restos de embarcación, permitiendo la certeza de que los
hombres del Paleolítico, desde los tiempos más remotos, ya usaban una o varias clases de
embarcaciones.
Probablemente, una de las embarcaciones más antiguas de la humanidad, después
de la simple balsa o el tronco ahuecado, haya sido el barco de piel o cuero cosido sobre un
esqueleto de madera y/o hueso. Hoy en día se usan embarcaciones como estas en países
del Atlántico norte, desde el muy conocido monóxilo, kayak (Fig. 3), al gran bote umiak o
uumiaq (Fig. 4) de los esquimales, usados en las regiones árticas desde Siberia hasta
América (Alaska y Canadá) y Groenlandia. Para la fabricación tradicional de un umiak,
igual que para el kayak, se usa madera recogida en las orillas de ríos o del mar, o bien
huesos de ballena, todo ello formando una estructura o esqueleto sobre el cual se
extienden pieles, por lo general de foca barbuda. Las pieles se cosen y las piezas se sujetan
unas con otras usando cornamentas, marfil o madera, a modo de clavos o pasadores. Tales
elementales técnicas estaban al alcance de cualquier población del Paleolítico Superior.

Fig. 3 Grupo de indígenas de Noatak, Alaska, con kayaks. Foto de finales del siglo XIX. DP.

Otros barcos similares de piel o cuero cosido sobre armazón de madera y/o hueso
han sido usados desde muy antaño en los alrededores del Báltico y en la península
Escandinava. Se estima que desde finales del Paleolítico o principios del Mesolítico. En
Irlanda se conoce el curragh o currach (Fig. 5) y el bote ovalado o circular denominado
coracle (Fig. 6), típico de Gales, Reino Unido, pero también usado en el oeste y suroeste de

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Inglaterra, en la misma Irlanda (río Boyne) y en Escocia (río Spey), y que tiene su
equivalente en el «Bull boat», fabricado con piel de búfalo por algunas tribus indígenas de
Norteamérica que vivían a lo largo del río Missouri y Dakota del Norte (Fig. 7), y en otros
similares botes circulares con forma de vasija usados en la India (Fig. 8), Vietnam, Irak y el
Tíbet (donde es llamado Ku-Dru. Fig. 9). Incluso una tablilla babilónica recientemente
descifrada, describe el arca usada en el diluvio exactamente como un gigantesco coracle.6

Fig. 4 Grupo de indígenas botando un umiak en Cabo Príncipe de Gales. Foto: DP.

Fig. 5. Reconstrucción de un curragh del 1 A.D. en el Great Ouse en Bedford. Foto: DP.

6 http://www.agenciasinc.es/Noticias/Una-tablilla-babilonica-presenta-un-prototipo-redondo-del-arca-de-
Noe

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Fig. 6 Dibujo de un típico coracle galés.

Fig. 7 Indígena Mandan navegando en un «Bull boat».

Fig. 8 Coracle de la India (CC BY-SA 3.0).

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Fig. 9 Coracle o Ku-Dru del Tibet (Bundesarchiv Bild 135-BB-082-12, Tibetexpedition, Floß bei Chagsam
CC-BY-SA-3.0-de).

Los coracles suelen tener forma circular u ovalada, muy similar a la mitad de una
cáscara de nuez o a una olla. La estructura o esqueleto, por lo general se compone de un
marco hecho de ramas de sauce entretejidas con la corteza del mismo árbol o de mimbre,
según se registra en un documento medieval. El material que conforma el armazón suele
variar según las costumbres y la materia prima de cada lugar. La capa exterior era
originalmente de piel de animal, generalmente caballo, buey o vaca, revestidos con una
fina capa de alquitrán para que sea totalmente impermeable.
En resumen, como apunta Guerrero Ayuso, refiriéndose a las primitivas
embarcaciones de cuero: «Este tipo de barco de piel o cuero (el kayak y el umiak) para la caza de
cetáceos, tal vez tengan ya sus antecedentes en el tardopaleolítico, como parece deducirse de parte de
un armazón del casco (de un umiak)7 fabricado en cornamenta de caribú (Elmers 1984)».8

¿Barcos de cuero en el arte paleolítico?


Desde que en 1902 el prehistoriador francés Émile Cartailhac9 reconociera la obra
del investigador santanderino, Marcelino Sanz de Sautuola y de la Pedrueca (1831-1888),
7 Paréntesis del autor.
8 Guerrero Ayuso, Victor M. Guerrero, ob. cit., p. 24.

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donde este daba a conocer al mundo el descubrimiento de las pinturas rupestres de la


Cueva de Altamira, realizado en 1879 por su pequeña hija (Fig. 10), María Justina Sanz de
Sautuola y Escalante (1870-1946), la Cueva de Altamira y muchas otras de la misma región
no han cesado de ser investigadas por especialistas de todas las universidades y eruditos
de casi todas las naciones.
El arte parietal de las cuevas de la cornisa Astur-Cantábro-Aquitana ha sido más
que estudiado y revisado con todo tipo de medios y desde casi todos los ángulos, hipótesis
y teorías. Millares de artículos científicos y divulgativos y centenares de libros escritos en
casi todos los idiomas hablan de la Cueva de Altamira, la «Capilla Sixtina del arte
cuaternario», y de las otras cuevas de la misma cornisa Astur-Cantábro-Aquitana, como
las situadas en el Monte El Castillo, y las descubiertas en la Dordoña, Francia, poco
después de Altamira. ¿Con tal ingente cantidad de estudios científicos, habría cabida para
aportar algo nuevo? ¿Se podría hablar de representaciones figurativas que nunca antes
han sido vistas como tal, siendo, de hecho, consideradas como «no figurativas» o
abstractas? La respuesta de un experto en Arte Rupestre del Paleolítico, especialmente de
quien haya estudiado por años las citadas cuevas de España y Francia, sin duda alguna
sería un ¡NO! bien claro y bien alto. El autor es consciente de ello, y no aspira -ni en
sueños- a que la interpretación que va a proponer sobre la presencia de antiguas
embarcaciones de cuero tipo umiak, kayak, curragh o coracle y canoa monóxila de corteza,
en el arte parietal considerado como «no figurativo» o «abstracto» de algunas de las
cuevas cántabras (especialmente en Altamira, El Castillo y La Pasiega), sea considerada ni
siquiera como la más remota e improbable de todas las hipótesis. Máxime cuando del
análisis del panel del llamado «Rincón de los tectiformes» de la Cueva El Castillo, que
presenta varias embarcaciones o «naviformes» navegando en diferentes direcciones, se
desprende algo más relevante: la posibilidad de lo que sería la representación (algo
esquemática) del primer verdadero mapa náutico -y geográfico- con posible
representación de Iberia, el Golfo de Vizcaya, el Estrecho de Gibraltar y parte de
Marruecos, y algo más inquietante aún, la representación de una isla de considerable
tamaño, situada justo frente al estrecho y a lo que sería Iberia. Una isla que por su
ubicación (tan próxima a la península) y tamaño (en proporción, bastante menor que
Iberia), no podría ser de ningún modo Groenlandia,10 aunque su forma la recuerde, y solo

9 Cartailhac, Émile, «La grotte d’Altamira, Espagne. Mea culpa d’un sceptique», L'Anthropologie, tome 13,
1902, p.348-354.
10 Varios investigadores amateurs han defendido la inadmisible hipótesis de que la Atlántida era en
realidad Groenlandia, pero que esta se hallaba entonces (hace unos 11.570 años) mucho más al sur, bien
en el centro del Atlántico, entre Terranova y las Azores (Mario Dantas, 2006/2008, y Antonio Moreno
Checa, 2014) o bien junto a las costas de África (Moreno Checa, 2014), pero que después, atravesando el
Atlántico a relativa gran velocidad (medido en tiempos geológicos), como si fuera un buque a la deriva,
en poco tiempo alcanzaría su actual posición tan septentrional casi en el ártico mismo. Esto es lo que
afirman tanto Dantas como Moreno Checa, especialmente el último, quien llega al colmo de lo
inadmisible al plantear que originalmente se hallaba casi unida a las costas de África antes de cruzar

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podría ser la misma isla situada ante las Columnas de Hércules que los egipcios
describieron a Solón y que este tradujo al griego con el nombre de Atlantis Nêsos (Isla de
la Descendencia de Atlas).
Comencemos por los barcos, y como no podía ser de otro modo, por la célebre
Cueva de Altamira. En el último rincón de la Cueva de Altamira, en la llamada galería
«Cola de Caballo» (Fig. 11) se representaron varios signos que los especialistas
simplemente denominan como «cuadriláteros» o signos «sub-rectangulares» y catalogan
dentro del repertorio de signos «no figurativos» o «abstractos», es decir, signos que no
representan un objeto concreto reconocible y que seguramente serían «símbolos tribales» o
«blasones». Si embargo, creo que son representaciones de embarcaciones de cuero,
similares a los tipos curraghs o coracles de las Islas Británicas y a los umiaks de los
pueblos esquimales (Figs. 29-30).
Fig. 10 Dñº. María Justina Sanz de Sautuola y Escalante, la
descubridora de las pinturas rupestres de Altamira, a la edad
aproximada de 8 años, cuando realizó el descubrimiento, y su
padre, D. Marcelino Sanz de Sautuola y de la Pedrueca, el primero
que las estudió y dio a conocer al mundo. Abajo: Fig. 11 Plano de la
Cueva de Altamira. Al final de la misma se hallan los barcos.

Para demostrar mi interpretación e hipótesis, bastará con un mero análisis


comparativo entre tales representaciones y algunas fotos o dibujos de las citadas
embarcaciones de cuero usadas en los mares del norte (Figs. 12-23). Como se verá, las
semejanzas parecen ir más allá de lo meramente casual, y en algunos casos coinciden hasta
en detalles concretos, como por ejemplo, los «cuernos» que son como espolones que
sobresalen por las proas (a veces también por las popas), por su parte superior, por tanto,
un tipo de akroterión. También el diseño mismo de las costuras de las pieles o cueros que

flotando hacia el otro lado del océano, saltándose a la misma cordillera dorsal atlántica. Más información
en http://georgeosdiazmontexano.wordpress.com/2014/06/21/georgeos-diaz-groenlandia-era-la-
atlantida-analisis-critico-del-resurgimiento-de-una-antigua-hipotesis/

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cubren el armazón o esqueleto de ramas o maderos entrecruzados con aspecto ajedrezado


o como una rejilla, y que en muchos casos se trasluce por el mismo cuero, tal como sucede
en muchos umiaks, según el ángulo y la intensidad de la luz solar.
Fig. 12 Barco representado en el Dolmen de Antelas, Oliveira de Frades,
Viseu, Portugal. En el dolmen fue pintado en posición vertical, con la
proa hacia abajo, como si estuviera descendiendo por una corriente. Creo
que se trata de una embarcación de cuero similar al curragh o al umiak,
sin descartar algo mixto, del tipo monóxila con madera cosida, y además
cuero. Se aprecia el esqueleto o armazón interior como sucede en muchos
umiaks, cuyas pieles curtidas permiten apreciarlo, especialmente cuando
hay buena luz solar de fondo. No creo sean solo maderos de la cubierta
exterior, tal como se ha creído hasta hoy. No obstante, también se puede haber representado -en algunas
partes- las costuras de la mismas pieles, que en muchos umiaks son bien visibles, como puede verse en el
umiak de la foto de abajo y en la página siguiente, y la cantidad de tales piezas de pieles cosidas, indicarían
que se trata de una embarcación de considerable tamaño, no de un pequeño bote monóxilo.

Fig. 13 Umiak tradicional con las típicas costuras visibles en muchos.

Fig. 14 Umiak tradicional con costuras de las pieles visibles. Parece haber un patrón tradicional en la forma
en que son cosidas, pues muchos presentan casi el mismo diseño, y el mismo se corresponde bastante con el
diseño de los posibles «barcos de madera cosida y/o cuero» del llamado «Rincón de los Tectiformes» de la
Cueva El Castillo, en Cantabria.

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Fig. 15 Umiak con costuras de pieles visibles, en Barrow, Alaska.

Fig. 16 Dibujo de umiak con vela de Groenlandia. (Glossaire nautique, de A. Jal, Paris, 1848).

Fig. 17 Umiak con piel traslúcida que permite ver el esqueleto o armazón de la embarcación.

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Fig. 18 Umiak con costuras visibles y piel traslúcida que permite ver parte del esqueleto de la embarcación. A
la derecha, Fig. 19 Otro umiak con piel traslúcida que permite ver parte del armazón.

Fig. 20 Dibujo de un Umiak tripulado con costuras visibles, 1922. Autor desconocido. DP.

Fig. 21 "Un día de Junio a la entrada de Nuuk", por Jens Erik Carl Rasmussen, 1841. Un kayak siendo
portado en un umiak llevado por mujeres, mientras los hombres están en sus kayaks. Se aprecia parte del
armazón interior y de las mismas mujeres, a través del cuero traslúcido, así como partes de las costuras.

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Fig. 22 Umiak de Groenlandia en el que se trasluce el armazón.

Fig. 23 Un funcionario danés viajando en un umiak propiedad de un clérigo europeo, 1875. Se aprecian las
costuras de las pieles y un destacado cuerno de proa. Foto: E. AE Lutzen. DP.

En la sala «Cola de Caballo» de la Cueva de Altamira se puede apreciar cómo dos


de los «barcos de madera cosida y/o cuero» fueron representados en vista superior (o
inferior), de modo que se aprecian los remo-timón en la popa, y sobresaliendo por ambos
lados (estribor y babor) de la embarcación (que presenta forma ovalada, casi como un
coracle) una hilera de largos remos por cada lado (Figs. 29-30). Estas dos representaciones

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de los mismos «barcos de madera cosida y/o cuero», en vista superior, han sido
clasificadas como «escutiformes» con elementos añadidos, flecos o apéndices, o sea,
figuras que parecen «escudos» con flecos, o algo por el estilo. ¿Escudos en el paleolítico?
Bueno, es posible, pero hasta donde llegan mis conocimientos, nadie ha mostrado jamás ni
una sola evidencia de que los hombres del paleolítico occidental europeo usaran escudos
de ninguna clase.
De todos modos, no hay que dar demasiada importancia a tal clasificación, pues
tanto esta como las demás, no son más que meras denominaciones creadas para
simplemente organizarlos y buscar una unificación a la hora de estudiarlos y catalogarlos.
Así, por ejemplo: claviforme (porque se supone que parece una maza vista de perfil),
aviforme (porque asemeja un ave estilizada con las alas extendidas), o tectiforme (porque
recuerda un techo a dos aguas con un pilar o poste de una posible cabaña). No obstante,
desde un principio se dejó claro (aunque todavía hay investigadores muy despistados con
este asunto) que tales nombres no significan que realmente sean representaciones de
«mazas», «aves» o «techos de cabañas», sino que solo se asemejan un poco, o recuerdan a
tales objetos y animales, pero que bien podrían representar o significar cosas de las que
aún no tenemos ni idea.
Tales artificiales clasificaciones han jugado un papel sugestivo tan grande entre los
estudiosos y especialistas, en general, que magníficas representaciones figurativas como
las notables embarcaciones de las cuevas de Altamira, El Castillo y La Pasiega, casi tan
realistas o naturalistas como las representaciones de animales de las mismas cuevas, han
pasado inadvertidas por completo hasta hoy. Contribuyó seguramente a tal «falta de
observación» que algunas fueron representadas de cabeza o volteadas (unas pocas) y otras
en vertical, como si descendiera (vinieran o llegaran) o ascendieran (marcharan o
regresaran). Aunque en realidad esto no debió nunca ser un impedimento para poder
apreciar lo que realmente eran, pues se conocen representaciones de antiguos barcos en
casi todas las posiciones en el Arte Rupestre de épocas inmediatamente posteriores
(Epipaleolítico y Mesolítico). Por ejemplo, una reveladora escena rupestre de los grabados
del lago Anega (Fig. 24), donde embarcaciones -que muy probablemente serían de piel o
cuero- están participando en la caza de un cetáceo, posiblemente una orca.11 Y sin ir muy
lejos, la embarcación (que también creo es de cuero y madera cosida) del Dolmen de
Antelas, Oliveira de Frades, Viseu (Fig. 12), igualmente pintada en color rojo como la
mayoría de las que identifico en las cuevas cántabras de El Castillo y La Pasiega, también
fue representada en vertical, con la proa hacia abajo, o sea, un barco que está «viniendo» o
«llegando».

11 Guerrero Ayuso, Victor M., ob. Cit. p. 54.

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Fig. 24 Barcos de cuero (probablemente de


reno, cuya cabeza parece apreciarse como
akroterión al menos en dos). En la escena
superior, fueron representados en diversas
posiciones dentro del espacio de la misma
escena, o sea, boca abajo o girado 180º, y
en vertical, ascendiendo o descendiendo
(con proa hacia arriba o hacia abajo), justo
como observamos en las principales
escenas de embarcaciones de las cuevas de
La Pasiega y El Castillo de Puente Viesgo,
Cantabria, España, los cuales
estudiaremos en el nº 9 de
ARQUEOHISTORIA.

Por otra parte, una


característica bien señalada del
Arte Rupestre parietal del
Paleolítico Superior occidental es
-precisamente- que hasta los
mismos animales han sido
representados en casi todas las orientaciones, tanto en posición normal como en vertical
con la cabeza hacia arriba o hacia abajo. Incluso en un caso un cérvido o équido fue
representado en vertical, con la cabeza hacia abajo, justo encima de un barco que también
fue representado del mismo modo, como descendiendo o viniendo de alguna parte. Así
pues, nada extraño sería que también algunas de tales embarcaciones o «naviformes» se
representaran en vertical con la proa hacia abajo o hacia arriba. Aunque después veremos
que tales posiciones responden a un esquema prefijado, de acuerdo a lo idea o mensaje
que se quería representar y trasmitir, tal como me ha sido posible reconocer e interpretar.
Otro punto que pudo haber contribuido a que las representaciones de
embarcaciones de la Cueva de Altamira pasaran inadvertidos para tantos especialistas, es
la carencia de velas (salvo en par de casos, igualmente no advertidos, que trataremos más
adelante), y que los más llamativos «naviformes», considerados meros «tectiformes» o
simples «cuadriláteros», «sub-rectángulos», o «cuadrangulares tabicados», fueron
representados sin remos, aunque algunos sí fueron representados, no solo con remos en el
mismo barco o junto a estos sino también con remo-timón junto a la popa. Ya comenté que
al menos dos barcos en la sala de la «Cola de Caballo» de la Cueva de Altamira fueron
representados con remos, y uno de los grandes presenta un claro remo-timón junto a la
popa (Fig. 29-a). De todos modos, los barcos -vistos desde arriba- con hilera de remos por
ambos lados, fueron interpretados erróneamente (eso pienso) como simples
«escutiformes» con apéndices o flecos decorativos.

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Fig. 29-a Un posible «barco de madera cosida y/o cuero» con decoración central o costuras, y gran «remo-
timón» cerca de la popa. La parte superior del palo del remo, desde la mitad, ha sido reconstruida
digitalmente de acuerdo a los restos borrosos (pero aún visibles) que se aprecian en fotos de alta resolución.
En cualquier caso, la mayor parte del «remo-timón» es perfectamente visible, a pesar de que en la mayoría de
los dibujos o calcos ha sido omitido. Debajo vemos el mismo barco, posiblemente, visto desde arriba con las
hileras de remos por ambos lados. En el panel aparece en posición vertical, con la proa hacia abajo,
«viniendo» o «llegando», junto a otros dos en igual posición, uno de frente (de proa), y otro de perfil, en
horizontal. Sala o galería de la «Cola de Caballo», Cueva de Altamira (Vispieres, Santillana del Mar,
Cantabria, España). Foto: DP.

En otras cuevas cercanas se aprecian igualmente remos junto a embarcaciones del


mismo tipo. Por ejemplo, en la Cueva La Pasiega (Fig. 26), y en la Sala B de la Cueva El
Castillo, donde un gran «barco de cuero» de alta borda, de aspecto casi cuadrangular, del
tipo umiak, o bien redondeado tipo coracle (según la perspectiva que haya tenido el
autor), pero en cualquiera de los casos un «naviforme», se le añadió -en la parte que
correspondería a la popa- uno o dos grandes remos-timón y otros posibles remos entre el
centro y la proa. También en el mismo panel fueron representadas varias embarcaciones,
una en posición horizontal y otras tres en posición vertical, una vista desde arriba, por lo
que se ve su armazón interior, y junto a ellas, un remo corto o la pala de un remo (Fig. 27-
a, 27-b, 27-c).

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Fig. 28 Grabados rupestres


nordatlánticos con representaciones
de embarcaciones de «cuero cosido»
tipo umiak. Los elementos bífidos
que se aprecian como akroterión, en
realidad se corresponderían con las
protuberancias que salen por la proa,
unas veces paralelas, una al lado de
otra (en las representaciones una
encima de otra), y otras veces unidos
en punta, el llamado «cuerno de
proa».

Por otro lado, resulta


que el hecho de que la mayoría
de los «barcos de cuero» o los
«barcos de madera cosida y/o
cuero» de las cuevas cántabras
hayan sido representados sin
remos ni vela, no es un «fallo»
o «punto problemático» en mi
hipótesis interpretativa, pues
bien podría corresponder a la
misma tradición rupestre
nordatlántica de finales del
Paleolítico Superior y
principios del Mesolítico de
representar a la mayoría de los
«barcos de cuero» tipo umiak
o similares (Fig. 28, 29-a, 29-b, 30), exactamente del mismo modo, no solo con las
divisiones (por lo general un par de líneas verticales casi centrales) de las dos grandes
costuras principales visibles, o de parte del armazón, por la translucidez del cuero mismo,
sino que también fueron representados sin remos ni velas, salvo en dos casos donde
parece haberse representado un mástil de poca altura, que quizás más bien fuera una
especie de base donde se introduciría el mástil. Por consiguiente, la forma en que fueron
representados la mayoría de los «barcos de cuero» o «barcos de madera cosida y/o cuero»
de las cuevas del norte de España, sin remos ni vela, no responde a una excepción o rareza,
sino más bien a una tradición o patrón que bien pudo extenderse por algunos milenios
más, y, por tanto, no constituye ningún problema para la aceptación de esta hipótesis
interpretativa.

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Fig. 29-b Uno de los «barcos de madera cosida y/o cuero», semejantes a un umiak de la galería «Cola de
Caballo» de la Cueva de Altamira. Foto original (DP), con «cuernos» en proa y popa. Abajo, la misma foto
retocada digitalmente. Nótese las características dos costuras verticales centrales de los barcos mesolíticos
nordatlánticos tipo umiak (Fig. 28). Se acerca más al modelo 18 de los citados grabados nordatlánticos. Se
aprecia bien la línea que señala la unión del casco monóxilo con la estructura superior o central, tal como
sucede en los barcos de madera cosida y cuero.

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Fig. 30 Dibujo del conjunto naviforme con «barcos de madera cosida y/o cuero» de la galería Cola de Caballo,
Altamira. Ligeramente corregido del original de Émile Cartailhac y Henri Breuil, 1902. De izquierda a
derecha: «barcos de madera cosida y/o cuero» semejante a un umiak orientado con la proa hacia abajo (ver
Fig. 28). Le sigue un posible «barco de cuero» tipo coracle o curragh representado en vertical, pero de frente,
de proa. Está girado 90º a la izquierda en la representación rupestre. Le sigue otro «barco de madera cosida
y/o cuero» similar al umiak, representado en vertical, con la proa hacia debajo, y remo-timón junto a la popa.
Se aprecian las dos costuras verticales centrales y algunos elementos decorativos; práctica común en
determinadas comunidades indígenas nordatlánticas, especialmente en barcos de guerra o de expedición.
Una embarcación representada desde abajo (o desde arriba) con seis remos por ambos lados. Indicativo de una
tripulación de seis a doce cazadores/pescadores. Otro «barco de madera cosida y/o cuero», quizá del tipo
coracle o curragh, al parecer representado casi desde abajo. Y por último, otro «barco de madera cosida y/o
cuero» que podría ser de gran tamaño, lo que se deduce no solo por la comparación con los demás, sino por la
numerosa cantidad de divisiones, indicativo de un mayor esqueleto o armazón y/o del uso de una mayor
cantidad de maderas y pieles cosidas. Se aprecia uno de los dos posibles remo-timón junto a la popa. A su
lado se representó otro barco, pero visto desde abajo, o desde arriba, con siete remos por cada lado, y dos
remo-timón, junto a la popa, a la izquierda del mismo. Nótese que la parte más aguda, o sea, la proa, se halla
a la derecha. Todo es perfectamente coherente con estructuras de tipo «naviforme» y los elementos más
característicos o notables de una embarcación de madera cosida o cuero, propulsada por remos. El último
símbolo a la derecha es un ser antropomorfo, representado en horizontal, quizá como si estuviera nadando.
Probablemente algún tipo de divinidad o espíritu de las aguas. Debajo contiene signos de Escritura Lineal
Paleolítica (ELPA), que como veremos más adelante podrían arrojar luz sobre la naturaleza de este
enigmático ser y la mismas representaciones de los «naviformes» que lo acompañan

Por otra parte, representar una simple embarcación sin remos y sin remo-timón, ni
velas ni otros detalles más complejos, es la manera más coherente, cuando la embarcación
se usa como un símbolo o signo logofonográfico, donde el objetivo es representar no solo
al objeto mismo sino al «concepto» o «idea» que este implica, según el código pactado por
la comunidad, ya sea el significado de tal embarcación el «barco» mismo u otro concepto
como «viaje», «navegación», «expedición», «invasión», «migración», «transporte». De ahí
que la mayoría sean solo representaciones simples de una embarcación o «naviforme» sin
apenas detalles ni artilugios, especialmente cuando estas simples representaciones

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«naviformes» aparecen asociadas a ciertos animales, mayoritariamente caballos y bisontes,


y en menor grado junto a ciervos, situaciones en las que parece estar componiéndose un
mensaje que sería ya «logográfico», de acuerdo a la brevedad de los signos usados y
porque no componen estos, como en las «escrituras semasiográficas», una escena narrativa
clara o fácilmente reconocible. Hechos estos que nos hablan de un claro convencionalismo
previamente pactado, y por tanto, una fase más evolucionada de escritura, que ya no es
meramente semasiográfica sino ideográfica, incluso puede que logofonográfica.

Fig. 26 Gran remo junto a dos «barcos» o botes (al menos uno semejante a umiak, a juzgar por el espolón de
proa) pintados en la Cueva La Pasiega, Puente Viesgo, Cantabria. Ambos representados con la proa hacia
arriba, posiblemente para expresar la idea de una navegación fluvial corriente arriba, adentrándose en el
interland, viniendo desde la desembocadura o río abajo, o bien para expresar la idea de embarcaciones que se
van o alejan, por contraposición a las embarcaciones con proa hacia abajo, que indicarían lo contrario, o sea,
barcos que viene o llegan desde un lugar, tal como se representa en el Dolmen de Antelas, Oliveira de Frades,
Viseu, Portugal, y en el «Rincón de los Tectiformes» de la Cueva El Castillo, Puente Viesgo, Cantabria,
donde los más grandes vienen (y por ello representados en vertical con la proa hacia abajo) de un lugar del
que salen unas corrientes acuáticas, mientras otros que venían delante, después de llegar al punto de destino,
hacen un giro y regresan, ahora con la proa hacia arriba. Los colores y contrastes de esta foto han sido
ligeramente reforzados y retocados digitalmente. Foto: DP.

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En un próximo artículo sobre la posible presencia de Escritura Lineal Paleolítica


(ELPA) en las cuevas con arte rupestre paleolítico de la misma cornisa Astur-Cantábro-
Aquitana, se verá junto a estos «barcos de madera cosida y/o cuero» de la Cueva de
Altamira cómo se representó también una posible divinidad o ser espiritual y junto a la
misma unos signos ELPA que traducidos a través de una proto-lengua muy antigua
(Eurasiática/Nostrática o Boreana), como la que probablemente se hablaría entonces en
estos parajes, podrían referir el nombre del mismo «Ser», y se verá cómo tal nombre
podría aludir a una primitiva entidad relacionada con el mar o las aguas.12

Fig. 26-b Varias de las embarcaciones que aparecen en la «Escena del Desembarco» y en otros paneles
(generalmente junto a caballos o bisontes) de la misma Cueva La Pasiega, Puente Viesgo, Cantabria, España.
Los dibujos han sido actualizados mediante fotografía de calidad.

12 Este artículo ha sido un extracto de un capítulo del libro ¿La Escritura nació en Occidente? Marcelino
Sanz de Sautuola y la cueva de Altamira. Ensayo sobre la Escritura Lineal Paleolítica (ELPA). «El
Descubrimiento de las primeras escrituras lineales fonográficas y los primeros mapas de la historia, en
cuevas y artefactos paleolíticos de España, Portugal y Francia», por Georgeos Díaz-Montexano, 2014,
ISBN-10: 1512089796 / ISBN-13: 978-1512089790.

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Fig. 27-a En Sala B de la Cueva El


Castillo, el panel de «Los barcos con
signos ELPA». Arriba, a la
izquierda, una embarcación, quizá
de cuero, del tipo umiak (el nivel de
conservación no permite apreciar
detalles internos), pero parece haber
tenido un mástil central. Debajo tres
barcos en posición vertical, con proa
hacia abajo, o sea, «viniendo» o
«llegando». El de la derecha, ha sido
representado desde arriba, en vista
superior, y se puede apreciar detalles
del armazón, que recuerda mucho el
de los umiaks o curraghs. Ver fotos
siguientes. Rodean a los
«naviformes» varios signos de
Escritura Lineal Paleolítica (ELPA),
a la derecha, escritos de abajo hacia
arriba, según la norma más
extendida, incluso durante los
tiempos posteriores al Paleolítico, tal
como se atestigua en numerosas
inscripciones ELA.

Fig. 27-b Detalle del «naviforme» de la esquina superior izquierda de la foto anterior (Fig. 27-a). Una vez
más comprobamos como el autor se valió de una grieta natural la cual usó como el plano de superficie (agua)
sobre la que se desliza la embarcación.

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Fig. 27-c Detalle de los tres barcos inferiores y el remo de la fig. 27-a, reforzados digitalmente. El de la
derecha, que sería una representación en vista superior, y por ello se muestra el armazón o esqueleto de
madera, mimbre y huesos, con los cuales se fabricarían, podría ser una vista del mismo barco que está a su
lado, a la izquierda, con casi la misma longitud de eslora, y que por las divisiones o costuras, parece ser del
tipo «madera cosida y cuero» o simplemente un «barco de cuero», como el otro a la izquierda, que sí se
corresponde mejor con el «barco de cuero» del tipo umiak.

Fig. 31. Gran barco del tipo «madera cosida» con


mástil y vela hinchada por el viento en dirección a la
proa. Cueva de la Pileta, Málaga, España.

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Paleolithic Art Site in Cantabrian Spain. INORA: International Newsletter on Rock
Art, No 42, p. 11-17, 2005.
 O’Connor, Sue; Ono, Rintaro; Clarkson Chris, Pelagic Fishing at 42,000 Years Before
the Present and the Maritime Skills of Modern Humans, Science 25 November 2011:
Vol. 334 no. 6059 pp. 1117-1121, DOI:10.1126/science.1207703.

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EPIGRAFÍA

El amuleto libio-egipcio del Halcón y


la Serpiente de Cuba
¿Huellas de Contactos Transatlánticos Precolombinos en Cuba?

The Libyan-Egyptian amulet of the Hawk and the Snake from


Cuba ¿Traces of Transatlantics Precolumbian Contacts in Cuba?
Orestes Girbau, físico meteorólogo de la Academia de Ciencias de Cuba, Matanzas, miembro
fundador de la Sociedad Epigráfica de Cuba (SOEC), y miembro honorífico de la Sociedad
Epigráfica de Galicia (SEG). Dibujo y foto: Cortesía de la SOEC y del Museo Histórico
Provincial de Matanzas, Palacio de Junco.

Abstrac:

El artículo es un somero análisis sobre el reporte de un hallazgo epigráfico de finales de los ochenta del
pasado siglo que se produjo en la mayor de las islas Antillas de un amuleto esculpido en roca basáltica
negra con representación de dos cabezas zoomorfas (una en cada extremidad) que parecen representar un
Halcón y una Serpiente, acompañados de un mensaje escrito en un sistema de escritura desconocida,
cuyos paralelos más cercanos se hallan en los antiguos sistemas líbico-bereberes usados en tiempos
anteriores a Cristóbal Colón y la colonización europea de América.

The article is a brief analysis on the report of an epigraphic find of the late eighties of the last century
occurred in the greater of the Antilles islands of an amulet carved in black basalt rock with zoomorphic
representation of two heads (one on each extremity) that they appear to represent a hawk and a snake,
accompanied by a message written in unknown writing system, whose closest parallels are found in
ancient Libyan-Berber used in times previous to Christopher Columbus and the European colonization
of the Americas systems.

Todos los que participamos de una u otra manera en las investigaciones efectuadas por
los integrantes de la Sociedad Epigráfica de Cuba (SOEC), hace más de veinte años,
conocemos de la existencia en nuestro archipiélago cubano de diversas evidencias de
origen foráneo, procedentes de otras regiones de la América continental, así como de
Europa y África, pero que remontan a tiempos muy anteriores a la llegada de Colón y la
colonización europea de América.

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Una de las pruebas más polémicas es un posible "amuleto" ceremonial que, junto a
otras piezas fueron descubiertas en el año 1989 –hay quienes indican que el hallazgo se
efectuó en 1988– por un muchacho en la Cueva El Cocal, a pocos kilómetros de la Ciudad
de Matanzas. El enigmático "amuleto" se encuentran actualmente en el Museo Histórico
Provincial, "Palacio de Junco".

La pieza contiene en una de sus caras inscripciones similares a


escrituras del Viejo Mundo euro-africano, según alegaron Edilio
Stopiñán, Georgeos Díaz, y otros estudiosos de la SOEC, y esto apuntaría
a una procedencia mediterránea que sería anterior a la era cristiana.

En 1992 se efectuó la identificación de las intrigantes evidencias


epigráficas presentes en el citado "amuleto". Pudiéndose precisar
signos de un enigmático sistema de escritura que podría ser de origen
europeo o africano, así como ciertos símbolos mágico-religiosos
presentes en el mundo minoico-cretense, egipcio o libio.

La pieza en cuestión tiene forma de "amuleto" o "cetro mágico


ceremonial" con representaciones de dos cabezas de animales (una en
cada extremo), y por tanto, un "cetro" o "amuleto" bicéfalo. Una de las cabezas parece
representar un falcónido y la otra cabeza parece representar un ofidio. Podría tratarse del
halcón Horus y la serpiente Uraeus. Ambas representaciones zoomorfas se corresponden
con símbolos divinos asociados a la realeza de los antiguos egipcios, desde los tiempos
más remotos. Recordemos, por ejemplo, la legendaria dinastía de los "Seguidores de
Horus" (Shemsu Horus) datada en las fuentes primarias egipcias en más de 11.000 años.

El resultado del análisis preliminar efectuado no dejó lugar a dudas sobre la


naturaleza de los caracteres de escritura de origen euro-africano presentes en el "amuleto
bicéfalo". Algunos de los signos parecían ibéricos, mientras que otros recordaban signos
griegos, fenicio-púnicos y libios.

Tanto el "amuleto bicéfalo" ceremonial como las otras piezas que lo acompañaban
(como una punta de lanza, o espada corta, de hierro), fueron reportados parcialmente a
través del Year Book, ESOP (Publicaciones Ocasionales de la Sociedad Epigráfica);
publicación especializada de The Epigraphic Society, sociedad científica fundada en la
década de los setenta del pasado siglo en Harvard University para el estudio y publicación
de las antiguas inscripciones halladas en América.

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BIBLIOGRAFÍA

 Girbau, Orestes, ¿Contactos con el pasado? Viejos y nuevos enigmas, Revista 1861,
Año 5, no.1, Enero 2004, Comité Espeleológico de Matanzas, pp- 30-32.

 Díaz, G. 'Epigraphy in Cuba', Epigraphic Society Occasional Papers, Volume 21, 1992,
p. 22.

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ARTE RUPESTRE Y EPIGRAFÍA

Una inscripción líbico-bereber


en la Cueva del Jagüey, Punta
de Maisí, Guantánamo, Cuba
A Libyan-Berber inscription from the Cueva del
Jagüey, Punta de Maisí, Guantánamo, Cuba.
Por Georgeos Díaz-Montexano, Sociedad Epigráfica de Cuba (SOEC.), Sociedad Epigráfica de
Galicia (SEG), Member Accepted of The Epigraphic Society International.

Abstrac:

In this article, the author presents a new epigraphic interpretative hypothesis of a petroglyph found in
the Cueva del Jagüey, Punta Maisí, Guantánamo, Cuba, which has been considered by Cuban experts as
a manifestation of pre-columbian aboriginal Rock Art from peoples of the Arawak origin known as
Tainos. The author identifies the petroglyph as a typical Libyan-Berber inscription in vertical writing
and ascendant reading, whose translation is consistent with the grammar and lexicon of tamazighen or
berberian peoples and consistent with a possible message of magical-ceremonial propitiatory type or
causative magic.

En este artículo, el autor expone una nueva hipótesis interpretativa epigráfica de un petroglifo hallado
en la Cueva del Jagüey, Punta Maisí, Guantánamo, Cuba, que ha sido considerado por los expertos
cubanos como una manifestación del Arte Rupestre aborigen precolombino de los pueblos de origen
Arawak conocidos como Tainos. El autor identifica el petroglifo como una típica inscripción líbico-
bereber en escritura vertical y lectura ascedente, cuya traducción es acorde a la gramática y el léxico
común de los pueblos tamazighen o bereberes y coherente con un posible mensaje de tipo mágico-
ceremonial propiciatorio o magia causativa.

En 1962 el Dr. Antonio Núñez Jiménez descubrió los petroglifos de la Cueva del
Jagüey, dentro del complejo cavernario conocido como Caverna La Patana, en Punta Maisí,
Guantánamo, Cuba, el área más oriental de la mayor de las Antillas. Los detalles de este

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descubrimiento fueron dado a conocer en su libro: Cuba: Dibujos Rupestres (1975). Una
obra clásica y de obligada consulta en el Arte Rupestre cubano, y donde se describen todos
los petroglifos conocidos hasta esa fecha en dicha caverna y región.

Según Racso Fernández Ortega, Divaldo A. Gutiérrez Calvache, José B. González


Tendero, y Alexis Morales: “Hasta hoy el conocimiento rupestrológico de la región de Maisí ha
permitido identificar nueve estaciones del arte rupestre, las que se conocen como: Cueva de Los
Bichos, Cueva del Jagüey, Solapa del Moco o de La Fuente, Solapa de la Careta, Solapa de la Rana,
Solapa de El Bagá, Solapa de Pozo Azul, Rivera del Río Maya y Solapa de la Boca de Ovando. [...]
La Cueva del Jagüey no es más que un nivel de cavernamiento superior de la propia Cueva de
Patana, las cuales se unen por medio de un derrumbe que se produjo en el cruce de estas galerías, el
descubrimiento de estas y otras galerías interconectadas con la Cueva de Patana, permitió que en la
literatura especializada posterior al año 1962 esta localidad comenzara a definirse como Caverna de
Patana. La estación está ubicada a 23, 7 m sobre la Cueva de Los
Bichos y, al igual que la anterior forma parte de la Caverna de
Patana. En ella se encuentran dos diseños petroglíficos (uno sobre
estalactita y otro sobre estalagmita consistente en un simple
rostro humano esquemático que parece representar un
individuo con bigote. Véase calco a la derecha en siguiente
página). […] La misma se puede ubicar en las mismas coordenadas
geográficas que la Cueva de Los Bichos solo que a diferente altitud
20o 09’ 550’’ de LN y los 74o 11’ 677’’ de LW (Tabla 1) (Núñez
1975).”1

El catalogado como “Petroglifo nº 2”, grabado sobre una estalactita que casi toca el
suelo de la cueva, y que es considerado por todos los expertos cubanos como una
manifestación de Arte Rupestre precolombino de los aborígenes cubanos de etnia taina,
también clasificados como grupos agro-alfareros, y que constituían las comunidades
indígenas más tardías en el poblamiento reciente de las Antillas. Este petroglifo será el
objeto de este breve apunte epigráfico, puesto que el autor no considera que se trate de un
mero conjunto de símbolos aborígenes tainos sino de una auténtica inscripción líbico-
bereber, que por su estilo epigráfico puede situarse en tiempos anteriores a la llegada de
los conquistadores hispanos, en un marco de tiempo que podría abarcar, como mínimo,
desde el siglo V AC hasta finales de la Antigüedad Tardía y principios de la Edad Media
(Véase tablas de signarios líbico-berebres en la página 34 de este número).

1 Fernández Ortega, Racso, Gutiérrez Calvache, Divaldo A. González Tendero José B., Morales Alexis. El
dibujo rupestre en la punta de Maisí, Guantánamo, Cuba. La norma cultural y la escasez del recurso
hídrico, 2012. En Rupestreweb, http://www.rupestreweb.info/guantanamo.html (Paréntesis del autor de
este artículo).

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De acuerdo a la práctica más


frecuente, cuando las inscripciones líbico-
bereberes se escriben en vertical se suele
hacer de modo ascendente, por tanto, la
lectura es de abajo hacia arriba y en este
caso sería: WY NBRR (WaY NeBiaRRau o
Wi NeBiaRRau), lo que se podría traducir
como: "Para Nebiarrau" o "Nació
Nebiarrau". Siendo NBRR (Nebiarrau) un
nombre que se traduce como: "El profeta
(Neb o Nebi) de la descendencia", o "El Profeta
de los niños o hijos, del parto, del nacimiento,
de la familia, de la raza, o de la posteridad o
generación (aRRau o aRRao)". Nebiarrau es
un nombre que perfectamente podría
ostentar una especie de sacerdote-chamán
líbico-bereber, sin descartar que se trate de
uno de los varios títulos de la divinidad
principal, o puede que de alguna divinidad
tribal de tipo tutelar. Otra posible lectura
sería: WY NBRR (Wy NeBiaRRau), “Aquél
que profetiza la descendencia (los niños, el
parto o nacimiento)”, por lo que podría
Fotomontaje realizado a partir de foto de Divaldo tratarse de una divinidad relacionada con
Gutiérrez, 2014:
la fertilidad de la progenie y descendencia
http://www.granma.cu/ciencia/2014-03-18/aplican-avanzad
a-tecnologia-en-estudios-de-arte-rupestre
humana a la que se estaría invocando con
esta inscripción, donde el rostro
acorazonado podría representar a tal divinidad, o bien ser un mero símbolo del rostro de
un infante. Aunque también se podría interpretar como WY NBRR (WaY NeBiaRuR), o
sea, "Para profetizar un hijo", siendo en este caso una inscripción de magia propiciatoria
destinada a causar la natalidad de un hijo.

No obstante, la típica ausencia de signos separadores de palabras de este sistema


de escritura (tal como sucede en la mayoría de las escrituras afrasiáticas) permitiría otra
posible traducción, segmentándose -en este caso- como WY NBR R, (WaY eNBaR aRi), lo
que se podría traducir como: "Para Enbarari" (literalmente: para-el que viaja de noche-
estrella/astro). Siendo Enbar o Enber un nombre que se traduce literalmente como: "El que
viaja de noche", que con ara o ari 'astro/estrella', conformaría el nombre Embarari o
Emberari que se traduciría como: “El astro que viaja de noche”. Nombre que podría ser
epíteto de una divinidad nocturna, probablemente lunar y/o relacionada con el mundo de

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los muertos. Nótese que el aspecto acorazonado del rostro recuerda el rostro de las
lechuzas y búhos, animales estos que en muchas culturas han sido relacionados con la
luna y con el más allá o mundo de los muertos, como de hecho al parecer ocurrió en las
mismas culturas aborígenes precolombinas del Caribe y las Antillas.

En cuanto a la posibilidad de que gente líbico-bereber procedente del Norte y


Noroeste de África o de las Canarias mismas hayan llegado al Caribe y las Antillas -entre
otros puntos de América- en diversas ocasiones antes de la conquista hispánica, no es del
todo descabellado ni mucho menos imposible. Las corrientes marítimas facilitan que un
barco grande y bien avituallado que se hubiere alejado un poco hacia el Atlántico, después
de haber traspasado las Columnas de Hércules (Estrecho de Gibraltar), yendo en dirección
suroeste (por la ruta de las Canarias) y siendo sorprendido por algún temporal, bien
podría terminar arribando -con marineros aún vivos- en cualquier punto de América
situado entre el nordeste de Brasil, Venezuela, las islas del Caribe y algunas de las Antillas,
especialmente en Cuba, debido a su mayor tamaño. De hecho, esta inscripción no sería la
única. Se conocen casos muy convincentes en otros lugares de América y en la misma isla
mayor de Cuba, casi a medio camino entre Matanzas y la Habana.2

Glosario Líbico-Bereber/Amazigh:
NB (NBi) 'profeta', 'enviado de Dios'.

NB (NeBi) 'profetizar'.

NB (NeBua), 'profecía'.

NBR (eNBeR/eNBaR) 'viajar de noche' (viajera/o nocturna/o).

R (aRa/aRi) 'astro, estrella'

RR (aRRau/aRRao3) 'descendencia', 'progenie', 'niña/niño', 'hija/hijo


pequeña/pequeño', 'parto', 'dar a luz', 'nacimiento', 'familia', 'raza', 'posteridad',
'generación', 'vástago', 'cachorro'.

RR (RuR) 'un hijo (hijo pequeño, niño)'.

WY (WaY) 'para'.
2 Véase el nº 7 de ARQUEOHISTORIA, pp. 16-23, 57-59.
3 En la escritura líbico-berber antigua (como en las restantes escrituras de lenguas afrasiáticas) las vocales
no se escribían. Apenas un simple punto o cazoleta servía para indicar unas veces las vocales A, E, I
(auqnue en la mayoría de los casos no se indicaban) y otras una H (muy poco aspirada); mientras que
dos puntos o cazoletas (o dos líneas muy cortas) representaba en la mayoría de los casos la W y en
contadas ocasiones la vocal U.

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WY (Wi) 'nació (él nació)'

WY (Wy/WiYa) 'aquél, el que, esos, quién'.

BIBLIOGRAFÍA
 Fernández Ortega, Racso, Gutiérrez Calvache, Divaldo A. González Tendero José B.,
Morales Alexis. El dibujo rupestre en la punta de Maisí, Guantánamo, Cuba. La norma
cultural y la escasez del recurso hídrico, 2012. En Rupestreweb,
http://www.rupestreweb.info/guantanamo.html.

 Estilo Patana: propuesta para un nuevo estilo ideográfico en el extremo más oriental de
Cuba, por Divaldo Gutiérrez Calvache, Grupo Espeleológico Pedro A. Borras, Cuba, Racso
Fernández Ortega, Grupo Espeleológico Fernando Ortiz, Cuba, José González Tendero,
Sociedad Epeleológica de Cuba. Leer más: http://www.monografias.com/trabajos914/estilo-
patana-propuesta/estilo-patana-propuesta.shtml

 Newman, Francis William, Libyan vocabulary, an essay towards reproducing the ancient
Numidian language out of four modern tongues, London; Hertford [printed], 1882.

 Wölfel, Dominik Josef, Monumenta linguae Canariae: Die kanarischen Sprachdenkmäler.


Eine Studie zur Vor- und Frühgeschichte Weissafrikas, Alois Closs, Akademische Druck-
und Verlagsanstalt, 1965.

 Berber etymology, 2006, by Dr. Alezander Militarev, senior researcher of the Institute of
Oriental and Classical Studies (RSUH); specializing in Semitic, Berber, and general Afro-
Asiatic studies.

 Dictionnaire français-berbère: dialecte écrit et parlé par les Kabaïles de la div. D'Alger,
Ouvrage composé par ordre de M. Le Ministre De La Guerre,, Impr. Royale, 1844.

 Libyca, Volumen 22, Algeria. Service des antiquités, Markaz al-Buḥūth al-Anthrūbūlūjīyah
wa-mā Qabla al-Tārīkh (Algeria), 1974.

 Studi magrebini, Volumen 24, Istituto universitario orientale (Naples, Italy). Centro di studi
magrebini, Istituto Universitario Orientale., 1992.

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FILÓSOFOS OLVIDADOS

John Toland (1670-1722)

Pocos filósofos de la Edad Moderna padecen


un olvido tan justificado como John Toland.1

Por Jordi Morillas, Dr. en filosofía por la


Universidad de Barcelona y presidente de la sección
española de la International Dostoevsky Society.

Nacido el 30 de noviembre de 1670 en el


seno de una familia católica irlandesa, a los 16
años Toland se convirtió al protestantismo. Tras la
obtención del Magister Artium en Edimburgo en
1690, el joven irlandés entró en contacto con la
secta presbiteriana de Inglaterra, gracias a la cual
obtuvo una beca para ir a estudiar a Holanda. Su
estancia en la Universidad de Leiden y de Utrecht
fue fundamental para su formación filológica y
teológica, mientras que el conocimiento en
Rotterdam del círculo de Benjamin Furly, de Jean Le Clerc y, sobre todo, de la obra de
Baruch Spinoza fomentó el paulatino abandono de sus creencias religiosas para
convertirse en un freethinker, término que existe en el acerbo filosófico gracias a él.

De vuelta a Inglaterra, Toland conoció a John Locke, cuya influencia filosófica y


teológica se hará patente en su publicación de 1696 Christianity not mysterious, texto que
revolucionó la intelectualidad de su tiempo, deviniendo obra clave del deísmo. Con este
escrito, Toland pudo experimentar los efectos de la intolerancia religiosa tanto católica en
Irlanda como protestante en Inglaterra.

Esta inesperada reacción violenta condujo a Toland a centrarse en la política,


volviéndose un activo defensor de las posiciones whig. Así se entiende que redactara
toda una serie de panfletos políticos criticando la tiranía y la superstición católica y
1 Este único retrato de John Toland se haya reproducido en U. G. Thorschmid: Versuch einer vollständigen
engländischen Freydenker-Bibliothek, in welcher den Schriften der Englischen Freydenker die
vertreflichsten Schutzschriften für die Christliche Religion, und für die Geistlichen entgegengestellt
werden. Dritter Theil. Kassel 1766.

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reeditara a clásicos del pensamiento revolucionario republicano como John Milton, Lord
Shaftesbury, James Harrington o Algernon Sidney.

Su escrito político principal, Anglia libera (1701), permitió a Toland participar en


la comitiva que le entregó a la princesa Sofía en Hannover el acta del parlamento inglés
que garantizaba la sucesión protestante en Inglaterra a través de la casa de Hannover. De
hecho, hay que señalar que, si en estos momentos hay una monarquía de cariz
protestante en Inglaterra, se debe en no pequeña medida a su papel mediador y
propagandístico.

Las diversas estancias que el filósofo irlandés llevó a cabo en las cortes de
Hannover y de Berlín le permitieron no sólo conocer y discutir en persona con Wilhelm
Gottfried Leibniz, sino también con otros pensadores de la época. Fruto de estas
discusiones son Letters to Serena (1704), donde se combate la superstición en la vida de
los hombres, en la religión y en la ciencia, campo en el que realizó decisivas
contribuciones. Dentro de esta lucha contra la superstición y la intolerancia hay que
enmarcar sus escritos Reasons for naturalizing the Jews (1714), Adeisidaemon, Origines
Judaicae (ambas de 1709) y Nazarenus (1718).

La distinción entre filosofía exotérica y esotérica constituye uno de los pilares


básicos del pensamiento de Toland. De manera teórica, ésta se encuentra expuesta en sus
textos de 1720 Tetradymus y Pantheisticon (Toland es el forjador del término
“panteísta”), mientras que de forma práctica se observa en su labor de recuperación y
difusión clandestina de la obra y del pensamiento de, entre otros, Giordano Bruno y
Cicerón. Esta labor la pudo realizar principalmente gracias a sus investigaciones en las
bibliotecas de Leiden, Oxford o Edimburgo, así como en las privadas de Benjamin Furly,
el príncipe de Saboya y de Anthony Collins.

El hecho de haber viajado por casi toda Europa, le permitió a Toland tener un
conocimiento del hombre más completo que le condujo, junto con sus interminables
polémicas religiosas y sus desengaños políticos, a incrementar sus deseos de una vida de
“lujosa tranquilidad” alejada de las multitudes. Así, en los últimos años de su vida se
dedicó a realizar estudios sobre la antigüedad celta.

En diciembre de 1721, Toland enferma de asma y queda recluido en Putney,


población cercana a Londres, donde fue tratado infructuosamente por diferentes
médicos. Esta incompetencia de la ciencia médica la reflejó en su escrito póstumo Physic
without Physicians.

Toland fallecería pocos meses después, a las cuatro de la madrugada del 11 de


marzo de 1722, a la edad de 52 años. No se sabe a ciencia cierta cuáles fueron sus últimas

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palabras, pero sí que dejó escrito un epitafio en latín, en el cual afirmaba de sí mismo:

Propugnador de la verdad
Defensor de la libertad
De nadie fue partidario ni cliente
Ni las amenazas ni los males le detuvieron
Quien, una vez elegida la meta, la siguió
Subordinando lo útil a lo honesto
Su espíritu se une con el padre etéreo
Del cual surgió en otro tiempo
Su cuerpo volverá a la naturaleza
Retornando a su seno materno
Ciertamente resucitará para la eternidad
Pero un mismo Toland no lo habrá jamás en el futuro
Nacido el 30 de noviembre
El resto buscarlo en sus escritos

A raíz de todo lo hasta aquí expuesto, resulta comprensible que este


“Antichristian” (así le denominó el The Weekly Journal, or Saturday Post en su nota
necrológica del 17 de marzo de 1722) que denunció que los prejuicios, la ignorancia y el
fanatismo no eran exclusivos del vulgo, sino que se encontraban también en gran medida
entre los filósofos, haya sido sistemáticamente silenciado en el mundo académico.
Testimonio de ello es el hecho de que no se dispone todavía ni de una edición crítica de
sus obras ni de un centro de estudios dedicados a su pensamiento.

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CRÍTICA ARQUEOHISTÓRICA

Las olvidadas pirámides japonesas


Fraude, historia y leyenda
The Japanese forgotten pyramids. Fraud, history and legend
Por César Guarde-Paz, Nankai University (Tianjin, China)

Abstrac:

This paper presents the current state of historical studies on Japanese pyramids. It is divided into three
parts: Firstly, we will examine the so-called “Yonaguni monument”, a submerged formation off the
coast of southernmost Japan. Secondly, we will introduce the currently known pyramidal structures in
Japan, dating back to the sixth and eighth centuries. Finally, we will analyze the relationship between
the “Chinese pyramids” and the “Japanese Pyramid Towers” mentioned by Jesuits and European
explorers.

Este artículo tiene como objetivo presentar al lector la situación actual de los estudios arqueológicos e
históricos en torno a las pirámides japonesas. Nuestro estudio se divide en tres partes: en primer lugar,
se examinará el denominado “monumento de Yonaguni”, una pretendida estructura piramidal
sumergida al sur de Japón. A continuación se presentarán las pirámides japonesas descubiertas hasta la
fecha, que datan de los siglos sexto y octavo de nuestra era. Finalmente, se analizará la mención de los
jesuitas de las “pirámides chinas” y su relación con las “torres piramidales japonesas” de los textos de
los exploradores europeos de la época.

La pseudo-arqueología ha ejercido siempre una perniciosa influencia sobre


los avances históricos. No sólo ha arruinado monumentos (Däniken) o
deforestado bosques (Osmanagich), sino que también ha condenado al
ostracismo ciertas hipótesis, objetos o yacimientos que, por la influencia
que tienen en la sociedad estas teorías, han perdido su credibilidad inicial:
la Atlántida, la antigüedad de la Esfinge de Guiza, las pirámides chinas y,
muy especialmente, las olvidadas pirámides japonesas, son un ejemplo de
ello.

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El fraude de Yonaguni
Yonaguni, la más occidental de las islas japonesas y la más cercana a Taiwán, ha
sido siempre una zona turística famosa por sus tiburones martillo. Pero durante unas
inmersiones realizadas en 1987, Aratake Kihachiro descubrió algo más: unas extrañas
formaciones rectangulares de aparente factura humana. En 1992 Kimura Masaaki, de la
Universidad de las Ryukyu, visitó la zona para investigar la supuesta autenticidad de los
restos, afirmando unos años después que se trataba de formaciones artificiales que debían
datarse en el 8.000 a.C.. Desde entonces la zona ha adquirido popularidad por tratarse,
según algunos investigadores de lo oculto, de restos del “legendario” continente Mu.
Actualmente, sin embargo, todos los especialistas coinciden en que se trata de formaciones
naturales o, en todo caso, de formaciones naturales que habrían sido modificadas por seres
humanos, y tan sólo autores como Graham Hancock creen que se trate de auténticas
ruinas sumergidas, restos de una civilización olvidada1.

Fig. 1: Plano del monumento de Yonaguni, según el equipo de inmersión Kaitei iseki que realiza tours guiados. Derecha,
la famosa Calzada del Gigante de Irlanda, que presenta también formaciones regulares naturales.

1 Para Graham Hancock, véase su Underworld: The Mysterious Origins of Civilization, Crown,
Nueva York, 2002.

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Reconstrucción en tres dimensiones y una de las famosas fotografías del monumento, de aparente factura humana
(Fuente: Human-Resonance.org).

Robert M. Schoch, geólogo de la Universidad de Boston y defensor de una mayor


antigüedad de la Esfinge de Guiza, visitó el así denominado “monumento de Yonaguni”
en varias ocasiones, entre 1997 y 2000, concluyendo que se trataba sin duda de una
formación natural y que el efecto de regularidad que se aprecia en las fotografías no se da
cuando se examinan de cerca2. Pero lo cierto es que no hace falta ser geólogo para expresar
dudas sobre el hallazgo: una reconstrucción completa del “monumento” (Fig. 1)
demuestra que carece de todo tipo de funcionalidad y accesibilidad, con terrazas y
escaleras desproporcionadas o conduciendo a ninguna parte.
Más recientemente se ha especulado con el descubrimiento de una supuesta
escritura en Yonaguni que, como suele ocurrir cuando no se tiene ningún tipo de
escrúpulos a la hora de falsificar la información, se ha convertido rápidamente en no una,
sino hasta tres tablillas “paleo-sánscritas”. Para no desviar la atención del lector,
dedicamos a las mismas un breve artículo en este mismo número.

Las verdaderas pirámides japonesas


Si bien existen complejos funerarios del periodo Kofun (250-538) en forma de
montículos elevados (Fig. 2)3, las primeras pirámides propiamente dichas no aparecen en
Japón hasta el siglo sexto. La más antigua de ellas, descubierta en agosto de 2014 en el
yacimiento arqueológico de Miyako-zuka, Asuka (prefectura de Nara), estaba formada por
siete u ocho terrazas y se especula que pertenecía a Soga no Iname (c. 506-570), un
poderoso líder del clan Soga durante el periodo Asuka (538-710). Soga no Iname tenía dos

2 Robert M. Schoch, Los viajes de los constructores de pirámides, Oberon, Madrid, 2002, págs.. 56-58.
3 Neil Asher Silberman, The Oxford Companion to Archaeology. SecondEdition, Oxford University
Press, Oxford, 2012, vol. 1, pág. 193.

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esposas del reino coreano de Goguryeo, que construyó la famosa pirámide de Jilin –hoy en
territorio chino–, y es muy posible que esto influyese en la transición de montículo a
pirámide, así como en la penetración del budismo en Japón (Fig.3).
A partir del siglo octavo comienzan a extenderse, precisamente por la influencia de
la religión budista, diversas formas de estupas de construcción piramidal y sin espacio
interno, es decir, de roca sólida. En la actualidad las más conocidas son las estupas de
Doto, Zuto y Kumayama.

Fig. 2: Izquierda: Vista aérea del montículo funerario o kofun del s. V de Inariyama, de 120 metros de alto, en la
prefectura de Saitama. Derecha: Vista aére del montículo de Nintoku del s. IV en Sakai (Osaka) de 486 metros de
longitud. Abajo: Comparación del montículo con el tamaño de la Gran Pirámide de Guiza y reconstrucción de los
diferentes montículos que rodeaban al de Nintoku en la antigüedad (Fuente: Museo de la Ciudad de Sakai).

La estupa de Doto, en Sakai (Osaka), fue construida bajo las órdenes de un monje
llamado Gyoki que vivió entre el año 688 y el 749. Se trata de una construcción
cuadrangular con 13 terrazas de 8.6 metros de altura y 53.1 metros de lado, la más grande
de Japón, y que en su momento estuvo bellamente decorada con 50.000 azulejos. Por su
parte, la estupa de Zuto, del siglo octavo y en mejor estado de conservación, está
compuesta de siete terrazas de 10 metros de alto y unos 30 metros de lado, originalmente
decorada con 22 paneles ornamentales. Finalmente, la estupa de Kumayama, en la
prefectura de Okayama, está compuesta únicamente de cuatro terrazas y mide poco más

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de cuatro metros de altura. Estas estupas piramidales son semejantes a construcciones


halladas a lo largo de todos los países de influencia budista, desde Kayikistán hasta China.

Fig. 3: Restos excavados de la pirámide de Miyako-zuka en Asuka (Nara) y reconstrucción moderna (Fuente: The
Yomiuri Shimbun; The Asahi Shimbun).

Arriba: Estupa piramidal de Doto (Sakai, Osaka), recientemente restaurada y estupa piramidal de Zuto (Nara). Debajo:
Estupa piramidal de Kumayama y estupas de Kayikistán.

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La leyenda jesuita de las pirámides japonesas


La referencia más antigua a pirámides en tierras japonesas la encontramos en la
famosa obra de Antoine Banier, Histoire générale des cérémonies, moeurs, et coutumes
religieuses de tous les peuples du monde, publicada en París en 1741, en la que se nos habla de
unas “Tourspyramidales des Chinois & des Japonois” (vol. 5, pág. 385). Si bien está claro
que su fuente para las “torres piramidales” es la obra del jesuita Athanasius Kircher, China
monumentis (1667), las “torres piramidales” japonesas no aparecen ni en esta obra ni
tampoco en el volumen sexto de Banier, en donde promete tratarlas. Se habla, en su
defecto, de estupas y pagodas, pero no de pirámides verdaderas. Dado que ni Banier ni los
jesuitas pudieron conocer estas construcciones piramidales, que sólo ahora ha rescatado la
arqueología, ¿a qué se refería Banier al hablar de “torres piramidales” en Japón?
La respuesta se puede hallar, muy probablemente, en el capítulo que Kircher dedica
a las pirámides chinas y, en concreto, a la Pirámide “Novizonia” de Fujian (China), cuyo
dibujo reproduce en su obra. Si comparamos esta “torre piramidal” o “pirámide” con otros
dibujos y diseños de los siglos siguientes, realizados por viajeros europeos que tuvieron la
ocasión de contemplar muestras de arquitectura china, veremos que estas “pirámides” a
las que se refiere Kircher nada tenían que ver con las legendarias pirámides chinas
construidas por los emperadores sino, al contrario, parece ser que se trataba de lo que
habitualmente denominamos pagodas, es decir, torres de varios pisos propias de la cultura
budista. De hecho, se conserva todavía hoy en los Jardines Chanteloup, en Amboise
(Francia) una pagoda edificada en 1775 a imitación de las chinas que presenta asombrosas
semejanzas con la imagen reproducida en la obra de Kircher.
Existen en Japón
numerosas
construcciones de este
tipo, como por ejemplo
las que se encuentran
en el parque
arqueológico de
Rokutan-ji, en la
prefectura japonesa de
Kochi, construidas
según el estilo budista
Pagodas en la historiografía occidental temprana: Izquierda: Pirámide “Novizonia”, del reino coreano de
Fujian (China), en Athanasius Kircher, China monumentis (Ámsterdam, 1667, Silla y datada en el siglo
págs. 134-135). Derecha: La pagoda de porcelana de Nanjing (China), en
séptimo de nuestra era.
Christopher Kelly, A New and Complete System of Universal Geography (Londres,
1819, págs. 38-39). Nótense en ambas los ornamentos colgantes de las terrazas. Es bien posible que
Banier se refieriese, no a
pirámides verdaderas,

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sino a este tipo de construcciones. En tal caso, las famosas “pirámides chinas” de Kircher
serían igualmente meras pagodas y nada tendrían que ver con las antiguas construcciones
de los emperadores.

Jardines Chanteloup, Francia (1775) y “pirámide” del templo de Rokutan-ji, Kochi (Japón).

BIBLIOGRAFÍA CITADA
 Hancock, Graham, Underworld: The Mysterious Origins of Civilization, Crown, Nueva
York, 2002.

 Schoch, Robert M., Los viajes de los constructores de pirámides, Oberon, Madrid, 2002,
págs.. 56-58.

 Silberman, Neil Asher, The Oxford Companion to Archaeology. SecondEdition, Oxford


University Press, Oxford, 2012, vol. 1, pág. 193.

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REVIEWS

¿Inscripciones en las supuestas


ruinas submarinas de Yonagani?
Inscriptions in the alleged underwater ruins of Yonagani?
Por César Guarde-Paz, Nankai University (Tianjin, China)

Abstrac:

This paper firstly examines recent claims of a possible script found in the so-called “Yonaguni
Monument,” usually dated between 8.000 and 1,000 B.C. Secondly, we ry to offer an interpretation of
the “Rosetta stones of Okinawa,” various fragments of tablets unearthed in Okinawa in 1952 with
traces of a possible script and diagrams.

El presente artículo examina los indicios de una supuesta escritura hallada bajo las aguas de Yonaguni,
en lo que se conoce como el “monumento de Yonaguni”, datado por algunos expertos entre el 8.000 y el
1.000 a.C. Además, se ofrece una posible interpretación de las denominadas “piedras de Roseta de
Okinawa”, varios fragmentos de tablillas con restos de escritura y diagramas descubiertas en Okinawa
en 1952.

Masaaki Kimura, profesor emérito de la Universidad de Ryukyu y máximo


defensor de que el denominado monumento de Yonaguni es una obra de
factura humana que debe ser datada entre el 8.000 y el 1.000 a.C., afirmó
haber descubierto en 1998 restos de una posible escritura en el monumento
de Yonaguni1, en concreto, dibujos de animales y hombres que guardarían
cierta semejanza con la escritura Kaida, un breve sistema gliptográfico de
origen desconocido utilizado en las islas Yaeyama y en Yonaguni durante
los siglos XVII-XVIII en transacciones económicas.

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Es necesario precisar que la escritura Kaida tenía una funcionalidad concreta y era
incapaz de utilizarse para transmitir información compleja o escribir frases completas 1,
para lo cual ya existía una lengua propia de estas islas, relacionada con el japonés, que
nada tiene que ver con estos glifos2. De hecho, los glifos, que no llegan al centenar, se
corresponden con objetos de intercambio tales como animales o grano, y debían
combinarse con otros sistemas, por ejemplo los símbolos dahan para los nombres de las
familias o los numerales chinos suzhou (soshuu en japonés), ya que no poseían un sistema
propio.

Fig. 1: Arriba, izquierda: Roca hallada a los pies


de la “pirámide sumergida” de Yonaguni, a 23
metros de profundidad, en diciembre de 1998, por
el equipo de Masaaki Kimura (Kimura, 2001,
pág. 65). Derecha: Supuesto relieve de una vaca o
un cerdo (Kimura, 2001, pág. 67).

1 Mark Rosa, “Kaida Writing in the Yaeyama Islands”, tesis de licenciatura, Departamento de
Lingüística de la Universidad de Tokio, 2006.
2 Sobre estas lenguas véase Thomas Pellard, Ôgami: Éléments de description d’un parler du sud des
Ryûkyû, tesis doctoral, EHESS, París, 2009.

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Izquierda: Supuestos glifos en el monumento de Yonaguni, fotografiados por Takeshi Fukazawa en agosto del 2013
(Fuente: Takeshi Fukazawa). Derecha: Glifos de la escritura Kaida de Yonaguni.

Recientemente, sin embargo, han aparecido en medios de dudosa fiabilidad


fotografías de unas supuestas tablillas halladas en las profundidades de Yonaguni con lo
que algunos han denominado “escritura paleo-sánscrita”, atribuida a su vez a la cultura
Jomon (5.000-300 a.C.), famosa por sus curiosas estatuillas que Erich von Däniken
popularizara en sus libros como “astronautas” civilizadores3. Estas tres tablillas, con su
interpretación “paleo-sánscrita”, pueden verse en la figura 2.

Fig. 2: Las tres tablillas Jomon de Yonaguni, según la interpretación de Alexander Putney (Human-Resonance.org,
2005).
Sin entrar a valorar lo que estos autores entienden por “paleo-sánscrito” –
eufemismo para referirse a las tablillas de Glozel– y las teorías conspiranoicas que se han
hecho circular, acusando incluso al epigrafista Barry Fell de ser un agente encubierto 4, lo
3 Véase la página web Human Resonance, http://www.human-resonance.org/yonaguni.html
(accedido el 25 de julio de 2015).
4 Véase Alexander Putney (ed.), “The Schildmann Decipherment”, 2003, pág. 3, en

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primero que hay que señalar es que la única referencia a escrituras halladas bajo las aguas
de Yonaguni es la realizada por Masaaki Kimura en su artículo de 2001 y que, como puede
verse en las fotografías que acompañan al texto, son de atribución más que dudosa.
Cuanto menos, incluso aceptando que se trate de marcas de factura humana, su estructura
es demasiado simple como para relacionarlas con ningún sistema de escritura concreto.
Así, el glifo Kaida correspondiente a las marcas halladas en la piedra de la “pirámide de
Yonaguni”, similar a nuestro signo de adición “+”, tiene un valor preposicional y significa
simplemente “para” o “a”5. El mismo signo es el numeral “diez” en chino y japonés
moderno. La hipótesis más probable es que se trate de algún utensilio destinado a la caza
o el cultivo de cereales, como puede observarse en la figura 3.

Fig. 3: Detalle de la inscripción en la roca de la “pirámide de Yonaguni” y varias herramientas de la cultura Yayoi (300
a.C. – 300 d.C.) para el cultivo de arroz halladas en Karako-Kagi (Tawaramoto, Nara). Tanto la pieza hallada por
Kimura como estas herramientas tienen dos pequeñas incisiones circulares (Fuente: Instituto Arqueológico de
Kashihara, Nara).

En segundo lugar no existen indicios, ni en cerámicas ni en estatuas, de que los


Jomon tuviesen una escritura propia hasta la introducción del chino clásico, aunque hay
indicios de contactos con China, como demuestra un hacha con el carácter proto-chino
sheng (“vida”)6 hallada en Nakagawadai (Yamagata) que, si nos atenemos al significado de
la época (3.000 a.C.), significaría “vida del animal destinado al sacrificio”7. Por tanto,
cualquier indicio de escritura Jomon debería analizarse a través de este tipo de hallazgos,
con la proto-escritura china de la Dinastía Shang.
Finalmente queda tratar el origen de estas tres tablillas, sobre las cuales el autor no

http://www.human-resonance.org/Schildmann_Decipherment.pdf.
5 Atsuko Izuyama, “Yonaguni”, en Nicolas Tranter (ed.), The Languages of Japan and Korea,
Routledge, Nueva York, 2012, pág. 457.
6 Reproducida en Nelly Naumann, Japanese Prehistory: The Material and Spiritual Culture of the
Jōmon Period, Harrassowitz, Wiesbaden, 2000, pág. 52.
7 Sobre este significado de sheng véase Axel Schuessler, ABD Etymological Dictionary of Old
Chinese, University of Hawai’I Press, Honolulu, 2007, pág. 459.

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da información alguna: una estrategia habitual propia del mercantilismo pseudo-


científico, pues a mayor información menor posibilidad de manipulación. Hasta donde he
podido saber, estas tablillas se popularizaron en la década de los noventa a través de un
documental francés titulado “Les pierres de Rosette d’Okinawa” (“Las piedras de Roseta
de Okinawa”), en el que se especulaba que Japón fuesen los restos del fantástico
continente de Lemuria o Mu.
Lo cierto es que estas tablillas, junto a muchas otras, se conservan actualmente en la
sección de arqueología del Museo de la Prefectura de Okinawa y, como puede deducirse
por su estado de conservación, ninguna de ellas se halló bajo el agua… ni tampoco en
Yonaguni, sino en Chatan, Okinawa, en 1952. No han sido estudiadas y no se conoce, por
tanto, a qué periodo histórico deben adscribirse. A continuación mostramos algunas de
estas tablillas junto a sus datos exactos de archivo, incluido número de identificación,
medidas y lugar de su descubrimiento:

Nº. 2498, Kadena, Okinawa. Nº. 3915, 40x25.5x4 cm, Chatan, Okinawa.

Nº. 3916, 33.5x25.5x4, Chatan, Okinawa.

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Esta última tablilla es tal vez la más significativa. Parece ser que debe ir pareja junto
con otra de las famosas “piedras Rosetta”, compartiendo varios motivos pictóricos,
aparentemente con cierta regularidad:

Ninguno de los símbolos, aparentemente escritura, de estas dos piedras puede ser
interpretado a través de los glifos Kaida, a excepción del ya mencionado elemento
preposicional 'para'/'a', que se escribía como nuestro signo de adición. Sin embargo, todo
ellos encajan perfectamente dentro del sistema numeral sino-japonés:

1. go, “cinco”, aparece claramente a la


derecha de la estructura “piramidal” en
ambas tablillas, aparentemente encima y
debajo de kyuu, “nueve”, que se encontraría
dentro de un recuadro.
2. kyuu, “nueve”, aparece en solitario,
dentro de un cuadrado y, en ambas tablillas,
dentro de un círculo, dándole la apariencia
del numeral romano “XV”.
3. nijuuni, “veintidós”, compuesto de
los numerales “dos”, “diez” y “dos” (ni juu
ni), aparece en ambas tablillas al lado de
(en japonés este carácter significaría
“prisionero”, shuu, pero es posible que no se trate de un ideograma, o que sea un

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ideograma dentro de un cuadrado, como en el caso de kyuu arriba a la izquierda.


4. nijuu, “veinte”, formado por la combinación de dos números
“diez”, aparece en ambas tablillas, justo a la izquierda del ideograma
“dos” de nijuuni. Por ello, tanto si leemos estos números vertical como
horizontalmente el número escrito sería siempre “veintidós”:
Curiosamente a ambos lados de nijuu tenemos también dos numerales
kyuu, “nueve”. El tema se repite en ambas tablillas.
5. tadashi: el carácter tadashi significa “correcto” o “completo”. Se utiliza habitualmente
en chino y japonés para contar en grupos de cinco, representando cada trazo una unidad.
Este sistema tiene la ventaja de poder ir añadiendo trazos sin necesidad de reescribir los
numerales, y es similar a nuestro sistema de ir escribiendo trazos verticales y, al llegar al
número diez, tacharlos con una línea horizontal. Aparentemente hay un grupo de estos
caracteres debajo del numeral kyuu que se encuentra dentro de un círculo:
6.

La calidad de la imagen, sin embargo, sólo nos permite especular, aunque


contextualmente, si aceptamos las restantes identificaciones, bien podríamos estar en lo
cierto. En algunas ocasiones aparece el numeral go, “cinco”, en una forma invertida, que
coincide igualmente con el carácter japonés tadashi.
Finalmente, podemos comprobar cómo estas tablillas contienen una serie de trazos
verticales que aparecen siempre cruzados por una línea horizontal más larga:

En este primer detalle de la primera tablilla pueden contabilizarse, curiosamente,

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veintidós trazos horizontales y un trazo final que cierra la línea, cruzados a su vez por una
línea horizontal, es decir, un total de 24 líneas. Por su parte, en los tres grupos de trazos
breves que aparecen en el interior de una “pirámide” se cuentan siete trazos en cada uno,
es decir, veintiún trazos breves en total, atravesados cada uno de ellos por una línea, lo
que nuevamente da como resultado 24 líneas. El mismo patrón se repite en la segunda
tablilla comparada. La conclusión más probable es que, si no se trata de una falsificación,
sea un objeto utilizado para registrar algún tipo de cálculo o medición, bien arquitectónica,
astronómica, bien agrícola o económica, con una antigüedad de no más de 2.000 años (por
el uso de numerales sino-japoneses).
Por último, me gustaría apuntar a una posible identificación de los motivos de estas
estelas. En un fragmento de cerámica hallado en 1992 en Karako-Kagi, en Tarawamoto
(prefectura de Nara), actualmente en el museo de la zona, puede observarse un edificio
que muestra cierto parecido con algunas de las representaciones halladas en Okinawa (Fig.
4). Es muy probable que estas estelas nunca sean completamente descifradas,
especialmente si se carece de un contexto arqueológico adecuado, pero lo que sí sabemos
es que ninguna de ellas tiene relación alguna con las ruinas sumergidas de Yonaguni,
Lemuria o Mu.

Fig. 4: Comparación entre una de las “piedras Rosetta” de Okinawa y un fragmento de cerámica hallado en la
prefectura de Nara.

BIBLIOGRAFÍA

 Rosa, Mark, “Kaida Writing in the Yaeyama Islands”, tesis de licenciatura,


Departamento de Lingüística de la Universidad de Tokio, 2006.
 Pellard, Thomas, Ôgami: Éléments de description d’un parler du sud des
Ryûkyû, tesis doctoral, EHESS, París, 2009.
 Putney , Alexander (ed.), “The Schildmann Decipherment”, 2003.
http://www.human-resonance.org/Schildmann_Decipherment.pdf.

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 Izuyama, Atsuko, “Yonaguni”, en Nicolas Tranter (ed.), The Languages of Japan


and Korea, Routledge, Nueva York, 2012.
 Naumann, Nelly, Japanese Prehistory: The Material and Spiritual Culture of the
Jōmon Period, Harrassowitz, Wiesbaden, 2000.
 Schuessler, Axel, ABD Etymological Dictionary of Old Chinese, University of
Hawai’I Press, Honolulu, 2007.

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La Atlántida en un mapa rupestre tartésico y en papiros egipcios


de hace cuatro mil años, por Georgeos Díaz-Montexano.
Concursando en el Segundo Concurso Literario de Amazon, 2015.
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International Dostoevsky Society (IDS)

La International Dostoevsky Society (IDS) es una asociación internacional que reúne


en su seno a estudiosos dedicados a la vida y a la obra de Fiódor Mijáilovich Dostoievski.
Con secciones nacionales en Europa, Asia, Australia y todo el continente americano, desde
el 2004 la IDS cuenta también con una sección española, fundada y presidida por Jordi
Morillas.

Esta sección española dispone de una página web (www.ids.agonfilosofia.es) en la


que se pueden encontrar una extensa biografía y bibliografía sobre Dostoievski, así como
toda una serie de estudios, reseñas y actividades relacionadas con el genial escritor ruso.

Entre las distintas actividades organizadas por la Sección Española de la IDS,


conviene resaltar el primer congreso dedicado a Dostoievski que organizó en el año 2006
en Barcelona y en el que participaron, junto con estudiosos españoles, especialistas rusos,
polacos, franceses, holandeses, belgas y mexicanos. El programa completo se puede
encontrar en la mencionada página web.

Como la finalidad principal de esta Sección Española de la IDS es promocionar los


estudios dostoievskianos a nivel nacional, se invita a todos los interesados en Dostoievski
a participar activamente, ya sea comunicando las actividades que realizan, ya sea
enviando colaboraciones científicas para su posterior publicación en la página web.

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AGON. Grupo de Estudios Filosóficos

La génesis de Agon. Grupo de Estudios Filosóficos (www.agonfilosofia.es) se sitúa en


el año 1997 en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Barcelona, donde Antonio
Morillas comenzó a impartir una serie de seminarios sobre Nietzsche en el marco de una
asociación llamada Alea. Tras varios años de intenso trabajo y siendo el seminario de
mayor éxito de Alea, la sección de Nietzsche cobró entidad propia y se independizó
pasando a denominarse Agon. Grupo de Estudios Nietzscheanos en el año 2000.

La dinámica de los seminarios y las peculiaridades de sus integrantes provocaron


que el grupo no sólo se ocupase de Nietzsche, sino también de otros muchos filósofos que
resultaban de suma importancia a la hora de entender la filosofía del pensador alemán.
Por otro lado, la incorporación activa de Jordi Morillas hizo que la asociación saliese más
allá del ámbito de la Facultad de Filosofía, invitando a diversos profesores de
universidades catalanas para que diesen conferencias y seminarios. Esta titánica tarea
organizativa y este afán por el conocimiento tuvo su punto culminante en la organización
de las Jornadas sobre Religión y Filosofía en la Historia del Pensamiento (febrero-mayo 2002), un
evento interdiscipliar e interuniversitario donde intervinieron profesores no sólo de
distintas universidades catalanas, sino también de Madrid y de Zaragoza.

Tras el éxito de estas Jornadas, se hicieron varios seminarios sobre Religión y


cultura cristiana, invitando a ellos a distintos profesores de la Facultad de Teología de
Barcelona. Esta actitud claramente interdisciplinar provocó que ya en 2003 el grupo pasara
a llamarse Agon. Grupo de Estudios Filosóficos. Una muestra de este interés por el saber en
general fue la incorporación de César Guarde, gracias al cual la filosofía oriental entró a
formar parte fundamental de la asociación. A este brillante investigador se le debe no sólo
la organización de las Jornadas de Filosofía China en los años 2007 y 2008, sino también la
creación de la web de la asociación.

En la actualidad, Agon. Grupo de Estudios Filosóficos, trabaja exclusivamente a nivel


de internet, interesándose también por cuestiones de actualidad política, sin renunciar por
ello al ámbito de la investigación, a la seriedad académica y especialmente al espíritu
crítico que dio lugar a su nacimiento.

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ARQUEOHISTORIA. Por una Arqueología Sin Fronteras. Época Segunda – nº 8 – Septiembre de 2015
-–----------------------------- ISSN: 1137-5221 / Depósito legal: M-9882/1997 –---------------------------

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