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Cultura de Seguridad en las Organizaciones

Todo grupo humano, o grupo de personas, en este caso que trabajan juntos por un tiempo
prolongado, crean su propia cultura. Esto se refiere a que comparten “maneras de hacer” y
“maneras de pensar” con la finalidad de adaptarse al entorno e integrar a los miembros.

En las organizaciones existe la “cultura organizacional” y como parte de ella encontramos la “cultura
de seguridad” que es el reflejo de como afecta la cultura organizacional en las maneras de hacer y
pensar que inciden en la seguridad.

La seguridad en el trabajo siempre es importante; la disminución de las tasas de lesiones y


enfermedades laborales influye positivamente en la rentabilidad y productividad de las empresas,
además de en la calidad de vida de los trabajadores. Más allá de la importancia de tener el
equipamiento necesario, las condiciones requeridas, actividades y métodos de trabajo seguros, la
propia actitud de los trabajadores es lo que puede hacer el verdadero cambio y por eso se habla de
“Cultura de Seguridad”, definiéndola como “las actitudes y valores de las personas y de la empresa
en los aspectos relativos a la seguridad, tanto en su forma de entenderla como en su
comportamiento diario”.

Existen etapas de cambio o fases de madurez del modelo de Cultura de Seguridad (The Propulo
Group, 2016):

1. Fase de Contraproductividad: los empleados perciben que la empresa tiene una falta de
interés tanto por ellos como por su seguridad, lo que puede llevar a comportamientos
contraproductivos tales como hacer caso omiso de las normas de seguridad, o infringirlas
de forma deliberada.
2. Fase de Cumplimiento público: los procedimientos se cumplen únicamente cuando es
necesario, es decir, si no hay supervisión continuada, esos procedimientos se ignoran o no
se aplican. Se basa en la idea de que las personas solo cumplen las normas para evitar
sanciones, pero no porque realmente entienden el valor de la seguridad.
3. Fase de Cumplimiento privado: cuando las personas empiezan a entender el valor real de la
seguridad y su responsabilidad en liderar y respaldar la cultura de la seguridad. Es aquí
cuando las personas cumplirán las normas y los procedimientos no porque deban hacerlo,
sino porque creen que es lo correcto, tanto para ellos como para su familia.
4. Fase de Tutela: se caracteriza porque todas las personas de la organización demuestran un
nivel de salvaguarda y rendición de cuentas de la seguridad, no solo para sí mismos sino
para todo el grupo con el que trabajan.
5. Fase de Seguridad Ciudadana: se caracteriza por la comprensión global de que la seguridad
es cosa de todos. Es la fase más sostenible de todas las fases del modelo de cultura de
seguridad y se basa en comportamientos orientados a la prevención de accidentes y el
aprendizaje a través de la experiencia compartida.
Para lograr progresar en las primeras fases, lo principal es el liderazgo que debe existir desde lo más
alto de la organización. La dirección debe ser la que lidere y dé ejemplo en cuestión de prevención
y buenas prácticas, y debe ser ella la que se encargue de premiar los buenos comportamientos y
amonestar las negligencias.

La formación, es otra forma de conseguir que las actividades se realicen correctamente y de forma
segura. Los trabajadores deben ser competentes, sentir que tienen responsabilidades y ser
sensibilizados de las consecuencias que tienen sus actividades.

Así mismo, hay que elaborar políticas que inciten a los empleados a realizar sus tareas
correctamente y a no seguir malas prácticas. Se debe fomentar la comunicación y la cooperación
entre la gente, dando a entender que es mejor informar de los fallos cometidos en vez de ocultarlos,
pues un error detectado rápidamente puede ahorrar mucho tiempo y dinero a la compañía, creando
de esta forma la concienciación de los trabajadores.

Por último, hay que controlar las actividades para comprobar que se realizan correctamente. Esto
es importante para tener una visión global de si las personas han entendido bien cómo deben
realizar sus tareas, y ver si hay dificultades o se realizan malas prácticas.

Algunas ideas para llevar a cabo el modelo de Cultura se Seguridad pueden ser:

- Definir explícitamente las funciones en prevención de riesgos laborales en las descripciones de


cada puesto de trabajo y que todos los empleados las conozcan.

- Definir al menos un objetivo para la cadena de mando relacionado con sus funciones en materia
preventiva, involucrando personalmente a cada persona con responsabilidad en seguridad y
salud.

- Implantar un procedimiento de inspecciones de seguridad periódicas y rotativas, en las que


participe la Dirección. Si se realizan otras revisiones en otros ámbitos, incluir aspectos de
seguridad y salud.

- Establecer una sistemática de charlas informales de formación/información periódicas en


temas de seguridad y salud impartidas por distintos miembros de cada departamento. Se
buscarán temas de interés para cada área o departamento y se encargará cada tema a una o
varias personas que impartirán la charla, según sus conocimientos.

- Implantar una sistemática por la que los empleados puedan comunicar por una vía formal
situaciones de riesgo real o potencial o mejoras preventivas, tanto de infraestructuras como
procedimientos o procesos. Lo importante en sí no es que haya sugerencias, la clave es que
haya una respuesta y un seguimiento de forma que los empleados perciban el interés por ellas,
por lo que el proceso se retroalimentará solo.
- En la Coordinación de las Actividades Empresariales, involucrar en el proceso a los responsables
de los contratos, y no solo a los departamentos de prevención de las distintas empresas. De
esta forma, las exigencias de prevención irán unidas a la realización de los trabajos y no serán
dos líneas paralelas.

- Permitir a los empleados la identificación de los riesgos de alguna tarea concreta que realicen
o supervisen en el mismo lugar de trabajo y hagan una propuesta de medidas preventivas. Esto
ayudará y puede servir de base al técnico de prevención para la realización de la evaluación de
riesgos de ese puesto de trabajo teniendo en cuenta así los conocimientos del trabajador o
mando directo, que en muchas ocasiones son la mejor fuente.

Cabe destacar que el cómo trabajaremos con las personas puede hacer la gran diferencia. Las aulas
de capacitación con trabajadores actuando solo como receptores de un mensaje, deberá dar paso
a las nuevas formas que impacten en sus comportamientos. El “aprender haciendo”, el uso de
recursos audiovisuales interactivos, las representaciones para sensibilizar, concientizar y entretener
podrán ser de gran contribución hacia la obtención de la tan necesaria cultura de seguridad.

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