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LA INFORMACION EDAFICA EN LA PLANIFICACION DEL USO

DE LAS TIERRAS Y EL ORDENAMIENTO TERRITORIAL


Joseph Alfred ZINCKa, Oscar RODRIGUEZb
a
University of Twente, Faculty of Geo-Information Science and Earth Observation (ITC),
Enschede, The Netherlands, email: zincka@itc.nl
b
Universidad Central de Venezuela (UCV), Facultad de Agronomía, Maracay, Venezuela,
email: osrp1958@gmail.com

RESUMEN

La información de suelos y su interpretación mediante evaluación de tierras son básicas para la


planificación del uso de las tierras y el ordenamiento territorial. Después de definir el concepto
de ordenamiento territorial, se describe un marco metodológico que permite realizar estudios
previos a la toma de decisiones en materia de ordenamiento territorial. Se analizan varios
estudios de caso, en los cuales se implementa información edáfica con fines de usos múltiples a
escala local, regional, y peri-urbana.

Palabras clave: planificación del uso de las tierras, ordenamiento territorial, información de
suelos y tierras, escenarios, conflictos de uso de las tierras, escala local, regional, peri-urbana

1 INTRODUCCION

El término de ordenamiento territorial es de creación relativamente reciente, pero la práctica de


ordenar voluntariamente el uso del espacio terrestre remonta a la antigüedad. Cuando los
Romanos decidieron producir trigo duro en Túnez y vid en las colinas cercanas a Roma,
aplicaron conceptos agroecológicos, junto con imperativos geopolíticos, para optimizar la
distribución de las actividades productivas de acuerdo a las aptitudes naturales del espacio
geográfico. En tiempos más recientes, la TVA (Tennessee Valley Authority), constituida en
1933, es un intento moderno de planificación regional en el marco de una cuenca hidrográfica,
que transgrede los límites administrativos y la autonomía de los estados del Medio-Oeste
norteamericano, para contrarrestrar los efectos sociales y económicos de la depresión de 1929-
1931 y la degradación de tierras causada por la agricultura extensiva mecanizada.

Después de definir las diversas facetas de planificación incorporadas en el concepto de


ordenamiento territorial, se describe un marco metodológico que permite optimizar o
maximizar opciones de uso de los recursos, ya sean éstos humanos o naturales. En seguida, se
desarrollan unos ejemplos de aplicación, que movilizan información edáfica a nivel local y
regional para fines de planificación del uso de las tierras, con apoyo de sistemas de información
geográfica.

2 DEFINICION:
DE LA PLANIFICACION AL ORDENAMIENTO TERRITORIAL

Etimologicamente, ordenamiento territorial significa disponer con orden o en orden los


elementos constitutivos de un territorio. Prácticamente, el concepto significa orientar
voluntariamente la localización de las actividades económicas y culturales, en contraposición a
su distribución espontánea de acuerdo a las leyes del mercado. Es básicamente la antítesis del
modelo clásico elaborado por Von Thünen a fines del siglo IXX, para explicar la distribución

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de los cultivos en aureolas concéntricas de intensidad de uso decreciente alrededor de la
ciudad-mercado.

Ordenamiento territorial (u ordenación del territorio), como traducción de la expresión francesa


de "aménagement du territoire", es un término forjado por Claudius Petit, primer titular del
Ministerio de la Construcción en Francia después de la segunda guerra mundial. Su objetivo
central es el de organizar armónicamente el espacio terrestre en base a tres criterios
complementarios que relacionan las sociedades humanas con su entorno: los recursos naturales,
los usuarios, y el espacio.

Como consecuencia de lo anterior, el ordenamiento territorial integra tres enfoques de


planificación espacial:
(1) La utilización óptima de los recursos de acuerdo a sus potencialidades y distribución
geográfica, con énfasis en el componente recursos. En este sentido, ordenamiento territorial se
asemeja a la planificación ecológica tal como fué expuesta por McHarg (1971).
(2) La utilización racional de los recursos de acuerdo a las necesidades de la sociedad local,
regional o nacional, con énfasis en el componente usuarios. Este aspecto del ordenamiento
territorial corresponde a la planificación del uso de las tierras, promovida por la FAO (1993).
(3) La disminución de los desequilibrios intra- e interregionales, el estímulo de la(s)
vocación(es) específica(s) de cada región, y el fomento de complementariedades espaciales,
con énfasis en el componente espacio. Esta vertiente del ordenamiento territorial se inspira de
los trabajos pioneros de Isard sobre la planificación regional (Isard, 1971) y de Perroux sobre
los polos de crecimiento (Perroux, 1964).

Ordenamiento territorial es por la tanto una noción compleja, que integra conceptos más
particulares de planificación regional o espacial. Por el hecho de focalizar en el concepto de
espacio geográfico y en la distribución territorial de las actividades humanas, ordenamiento
territorial difiere de la planificación sectorial, la cual persigue el desarrollo económico y social
por sectores de actividad (Labasse, 1971; Monod et de Castelbajac, 1971; Méot, 1973; Lamotte,
1985; Lajugie et al., 1985; Grenier, 1986; Merlin, 1988). En este contexto, la evaluación de
tierras es sólo una técnica, entre otras, que genera información a ser implementada en la
planificación y el ordenamiento.

3 MARCO METODOLOGICO

La práctica del ordenamiento territorial requiere la realización de estudios previos a la


implementación del esquema de ordenamiento. Estos estudios incluyen tres componentes
principales elaborados consecutivamente: un diagnóstico de situación, una prospectiva
ofreciendo diversas alternativas de ordenamiento, y un esquema director de ordenamiento
territorial (Figura 1). La ejecución de la proposición de ordenamiento, la cual involucra
decisiones político-administrativas de aplicación, monitoreo y ajustes periódicos, no se
contempla aquí.

3.1 LOS COMPONENTES DE UN PLAN REGIONAL DE ORDENAMIENTO


TERRITORIAL

3.1.1 El diagnóstico de situación

El diagnóstico de situación produce una imagen concreta de la estructura y dinámica de un


espacio territorial, incluyendo la disponibilidad y el uso de los recursos naturales y humanos,
las actividades económicas, la composición de la sociedad, y la distribución de todos estos
elementos en el espacio geográfico. Una situación presente refleja siempre el peso de las
herencias históricas en la organización del espacio. Por lo tanto, el diagnóstico de situación

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debe incluir un análisis retrospectivo de la evolución socio-económica regional o nacional, para
destacar las restricciones o la limitada flexibilidad que impone el legado del pasado a la
configuración espacial presente y futura.

El diagnóstico se inicia con un inventario de la realidad geográfica regional. Esto incluye un


análisis de los recursos naturales disponibles, basado en estudios previos describiendo las
condiciones ecológicas, los suelos, las aguas, los minerales, y otros recursos. También está
incluido un análisis de la disponibilidad de recursos humanos, sociales, económicos,
financieros, e institucionales.

El inventario requiere una fase de evaluación para desembocar en un diagnóstico. Un mapa


(taxonómico) de suelos, por ejemplo, es un documento indispensable pero insuficiente a tal
efecto. La información edáfica debe ser combinada con datos socio-económicos para generar
una evaluación de las aptitudes de las tierras con fines de usos múltiples (agrícolas,
ingenieriles, sanitarios, recreacionales, y de conservación para servicios ambientales). De igual
manera deben ser evaluados los demás recursos en términos de capacidad productiva y
aptitudes de uso. Por lo tanto, la evaluación de recursos, tan cuantitativa como sea posible, es
un componente principal del diagnóstico de situación.

Figura 1. Marco metodológico para estudios previos al ordenamiento territorial

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3.1.2 La prospectiva

La prospectiva intenta crear imágenes de situaciones futuras, tomando en cuenta el grado de


flexibilidad de la estructura socio-económica, la fijación de metas de producción, y el diseño de
la distribución espacial deseada de las actividades humanas. La prospectiva comporta dos
etapas sucesivas.

Primero, se requiere una selección de indicadores como, por ejemplo, el volumen de población
regional, la tasa de crecimiento demográfico, el consumo de energía, agua y tierra per cápita, la
productividad agrícola, etc. El control de estos indicadores permite canalizar o cambiar, si fuera
necesario, la tendencia evolutiva de la estructura socio-económica y de la ocupación del
espacio. Cada indicador puede oscilar entre valores mínimos y máximos probables de ocurrir,
cuyo rango determina el margen de inflexión del indicador (MARNR, 1979). La aplicación de
los márgenes de inflexión de los indicadores seleccionados al contexto regional actual genera
una gama de situaciones futuras posibles.

La segunda etapa en la elaboración de la prospectiva consiste en formular y evaluar las


alternativas potenciales o escenarios. Escenarios son imágenes de situaciones futuras posibles o
probables de acuerdo a una serie de hipótesis y suposiciones. A tal efecto, es necesario
determinar los objetivos del esquema de ordenamiento territorial dentro de un marco de
políticas de ordenamiento. Los escenarios pueden variar desde pesimistas (escenarios
tendenciales) hasta optimistas (escenarios de contraste o voluntaristas). Los mismos deben ser
validados mediante confrontación con las premisas establecidas (Decouflé, 1980; Zinck, 1981,
1982, 1990b).

3.1.3 El esquema de ordenamiento

Aunque legítimos, los intereses y objetivos divergentes y, a veces, literalmente opuestos de


individuos y grupos generan conflictos de uso de las tierras (FAO-UNEP, 2000), que emergen
de la imposibilidad de asignar dos o más usos simultáneos a una misma unidad de tierras. Sólo
un escenario consensual o un compromiso de escenarios complementarios es aplicable en una
región considerada. Por lo tanto, las diversas alternativas generadas deben ser evaluadas en
cuanto a su factibilidad ambiental, social, económica, política, e institucional. Esto requiere
consultas con la comunidad, en toda su diversidad, para analizar las alternativas propuestas,
compatibilizarlas con las necesidades y aspiraciones de los diferentes grupos socio-
profesionales, y obtener un consenso sobre la asignación de usos a los recursos disponibles o,
inversamente, la alocación de recursos a los usos deseados. Los mapas representando las
diferentes alternativas se transforman en planes de discusión para identificar las áreas expuestas
a discrepancias de opinión, negociar transferencias de derechos de desarrollo, y generar un
esquema consensual de ordenamiento territorial.

3.2 EL MECANISMO DE ELABORACION DEL PLAN

El mecanismo de elaboración del plan de ordenamiento territorial se encuentra representado


gráficamente en la Figura 2. Se trata de un modelo empírico en cascada, donde las salidas de
información producidas por una etapa del proceso (por ejemplo, el diagnóstico) constituyen una
entrada de datos para la etapa siguiente (por ejemplo, la prospectiva). El esquema puede
aplicarse a cualquier recurso natural o humano considerado. En lo que sigue, se toma el recurso
tierras como ejemplo de referencia para analizar las cinco etapas principales del mecanismo de
elaboración de un plan de ordenamiento territorial: (1) identificación de los conflictos de uso de
los recursos en el espacio geográfico, (2) formulación de políticas de ordenamiento territorial,
(3) ponderación de las políticas, (4) generalización de las aptitudes de uso de los recursos, y (5)
elaboración de escenarios y proposición de usos preferidos.

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Figura 2. Mecanismo de elaboración de un plan para el ordenamiento territorial

3.2.1 Identificación de los conflictos de uso de los recursos

El inventario y la evaluación de los recursos con fines de usos múltiples generan tres productos
informacionales, generalmente representados en mapas debido a su dimensión espacial: la
ocupación actual del espacio (por ejemplo, el mapa de uso actual de las tierras), la demanda de
recursos por parte de la sociedad, y la oferta de recursos por parte de la naturaleza y de la
sociedad. La confrontación de estos tres elementos revela la existencia de conflictos de uso. Por
ejemplo, en la periferia de una ciudad regional, el uso actual podría ser de pastos para
producción lechera en función de la proximidad del mercado de consumo, la oferta
agroecológica podría ser para cultivos intensivos de acuerdo a las aptitudes de las tierras, pero
la demanda podría ser para usos ingenieriles, sanitarios, y recreacionales para satisfacer las
necesidades de expansión de la ciudad.

Los conflictos de uso pueden ser (1) de tipo funcional entre usos competitivos de las tierras
(por ejemplo, uso agrícola versus uso urbano), (2) de tipo generacional entre usos presentes y
usos futuros de los recursos (agotamiento prematuro versus uso diferido o preservación), y (3)
de intensidad en base a tasas diferenciales de utilización de los recursos (subutilización,
sobreutilización). La identificación de estos conflictos de uso de los recursos, la evaluación de
su gravedad, y la localización de las áreas críticas constituyen una parte esencial del
diagnóstico de situación.

3.2.2 Formulación de políticas de ordenamiento territorial

Los conflictos de uso de los recursos pueden solucionarse de diversas maneras. En régimen
político autocrático y de planificación centralizada, los conflictos de uso se resuelven mediante
decisiones imperativas sin consultar a los grupos interesados. En régimen democrático, el
instrumento más común para mitigar conflictos consiste en formular e implementar políticas de

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orientación o de acompañamiento, fijar metas indicadoras, y proporcionar incentivos
financieros o fiscales.

En la mayoría de los países, existe una amplia gama de políticas de ordenamiento territorial
bajo la forma de leyes, reglamentos, marcos normativos, y ordenanzas. Además de leyes de
carácter general reglamentando el uso de los bosques, suelos, aguas, minerales y recursos
turísticos, o de protección ambiental, algunos países se han dotado específicamente de una ley
orgánica de ordenamiento territorial. Frecuentemente, sin embargo, las leyes existentes son
obsoletas o no amparan aspectos particulares del ordenamiento territorial. En tales condiciones,
los estudios previos deben formular las políticas necesarias a la elaboración del esquema de
ordenamiento territorial y a su implementación.

3.2.3 Ponderación de las políticas

Rara vez, una determinada política satisface igualmente a todos los grupos sociales interesados.
Por ejemplo, una política promoviendo la preservación de las tierras agrícolas de primera en
una zona peri-urbana será aceptada con reserva o categóricamente rechazada por individuos tan
diversos como políticos, terratenientes, promotores urbanos y planificadores, todos interesados
en facilitar la expansión urbana y beneficiarse de las plus-valías que ésta genera. Para ser
efectivas en su aplicación, las políticas deben ser sometidas a evaluación y ponderación
mediante consulta a la comunidad. Cada política tiene un peso de acuerdo al grado de
satisfacción que la misma provee a los usuarios.

3.2.4 Generalización de las aptitudes de uso: opciones y vocaciones

El ordenamiento territorial opera a todos las escalas a las cuales se toman decisiones
concernientes la asignación de usos en el espacio geográfico, desde el nivel local hasta el supra-
nacional. Para facilitar la toma de decisiones a niveles superiores al local, las aptitudes
específicas de los recursos deben ser generalizadas en opciones y vocaciones de uso. Una
opción de uso se determina por generalización de las clases de aptitudes de uso que pertenecen
a una misma categoría. Por ejemplo, todas las tierras aptas para cultivos específicos intensivos
pueden agruparse en una opción de uso para agricultura intensiva. La noción de vocación de
uso es más compleja y resulta de maximizar la capacidad que una opción de uso tiene de
satisfacer una política. Por ejemplo, una tierra apta para uso agrícola intensivo que, en un área
determinada, satisface una política destinada a preservar las tierras agrícolas de primera, tiene
una vocación agrícola.

3.2.5 Elaboración de escenarios y proposición de usos preferidos

Debido a que las políticas no tienen el mismo peso para todos los usuarios, las vocaciones que
satisfacen el mayor número de políticas se convierten en alternativas de uso. La agregación de
todas las alternativas de uso, propuestas por un grupo de usuarios, constituye el escenario que
este grupo apoya. Se tendrán así tantos escenarios como haya grupos de usuarios. Cada
escenario representa una posible forma de evolución del uso de las tierras a partir de una
situación determinada y bajo unas reglas ó condiciones establecidas. Los mapas, que
representan los escenarios de los diferentes grupos de presión en competición, pueden
superponerse para detectar la localización y naturaleza de las áreas donde ocurren discrepancias
de opinión. Tales mapas se llaman planes de discusión, porque sirven de base para limar los
desacuerdos de asignación de usos y obtener, por vía de consenso, una proposición única de
usos preferidos.

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3.2.6 Técnicas de optimización-maximización

Para implementar el modelo metodológico antes descrito existen diversas técnicas, cualitativas
y cuantitativas, que permiten optimizar o maximizar las proposiciones de uso de las tierras (u
otros recursos), ya sea a nivel de aptitud, de opción o de vocación, en base al grado de
satisfacción de las políticas que estas proposiciones logran generar.

Tradicionalmente, se han utilizado procedimientos cualitativos para generalizar las aptitudes de


uso en opciones y éstas en vocaciones, y para seleccionar los usos recomendados. Por ejemplo,
una unidad de tierras podría tener una aptitud de clase 2s para riego. Varias opciones de uso son
posibles en esta unidad, incluyendo cultivos anuales, hortalizas, y frutales. En consecuencia, la
vocación de uso es agrícola, en contraste con unidades que tienen vocación pecuaria, forestal,
urbano-industrial, recreacional, o de conservación.

La modelización matemática, usando álgebra lineal, ofrece soluciones para la optimización de


usos (Van Keulen, 1989; Sharifi, 1992). Otras técnicas cuantitativas son más empíricas y se
basan en simples algoritmos algebraicos. Un enfoque de esta naturaleza se encuentra
implementado en el sistema de planificación LUPLAN (McDonald and Brown, 1984; Ive et al.,
1985), conocido como LUPIS en su versión más reciente (Ive, 1992). En LUPLAN-LUPIS, se
atribuyen pesos diferenciales a los objetivos (políticas) de planificación para seleccionar, entre
todas las opciones de uso en competición para cada unidad de tierras, la opción preferida por
cada grupo de usuarios. La técnica maximiza una opción de uso para cada parcela de
planificación mediante la suma ponderada de todas las políticas satisfechas por dicha opción,
en comparación con las demás.

La fórmula implementada en LUPLAN-LUPIS es similar a la "solución competitiva" de Willis


y Thompson (1980) y presenta la siguiente estructura:

Sij = Eij   Rijk Vk

donde:
i = 1, 2, ..... n:  Unidad cartográfica o parcela de planificación.
j = 1, 2, ..... m:  Opción de uso factible en una unidad cartográfica.
k = 1, 2, ..... p:  Política de preferencia cuya satisfacción se quiere
maximizar.
E (E = 0 ó 1):  Política de exclusión que proscribe ciertos usos en
determinadas unidades cartográficas.
R (0  R  1):  Calificación del grado de satisfacción de las políticas, o
sea el grado con el cual un determinado uso en una
determinada unidad cartográfica satisface una
determinada política; es una medida de eficiencia técnica,
calificada por expertos.
V:  Peso relativo de una política, evaluado por el "voto"
conferido a una determinada política por individuos que
representan grupos profesionales, grupos sociales, o
grupos de usuarios, y que expresan una percepción,
preferencia o voluntad de uso.
S:  Satisfacción agregada de las políticas para una opción de
uso determinada en una unidad cartográfica determinada.

El algoritmo combina funcionalmente los tres elementos principales del ordenamiento


territorial:

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(1) La oferta de recursos (tierras en este caso), representada por la unidad cartográfica y las
opciones de uso factibles en ella.
(2) La demanda de recursos, determinada por profesionales de la planificación, los cuales
evalúan el grado de satisfacción de las políticas desde el punto de vista técnico (factor R), y
por los usuarios que expresan su preferencia para ciertas opciones de uso mediante la
ponderación de las políticas (factor V).
(3) Un mecanismo de control operando a través de políticas de preferencia o exclusión para
la selección de usos.

4 ESTUDIOS DE CASO

El enfoque metodológico antes descrito se aplicó en varios estudios de caso, todos localizados en
Venezuela, con variaciones de acuerdo a la complejidad de cada caso. El proyecto de
planificación física desarrollado a escala local es bastante simple y no requiere pasar por todas las
etapas del marco metodológico. En cambio, el estudio de escala regional y el estudio en zona peri-
urbana abordan situaciones de conflictos de uso de las tierras más complejas y necesitan
implementar consideraciones metodológicas más elaboradas. La evaluación de tierras para usos
agrícolas se basa en FAO (1976) y MOP (1971). Para la interpretación de los suelos con fines de
usos no-agrícolas (ingenieriles, sanitarios, y recreacionales) se utilizó USDA (1983).

4.1 ESCALA LOCAL: EL VALLE DEL RIO GUARAPICHE

El estudio de caso a escala local es un ejemplo de implementación de información edáfica


interpretada con fines de usos agrícolas e ingenieriles. El propósito es simular el proceso de
planificación de un pequeño sistema de riego en sus dos componentes: la delimitación del
perímetro de riego y la ubicación del centro poblado. El área de aplicación es el valle del río
Guarapiche, noreste de Venezuela, en el cual existe una alta concentración de asentamientos
campesinos para reforma agraria. El paisaje dominante en esta región es de altiplanicie del
Cuaternario antiguo con suelos de baja fertilidad natural. Suelos de buena productividad se
encuentran sólo en los valles estrechos y alargados que atraviesan las mesas orientales,
especialmente en el valle del río Guarapiche. Las mejores tierras para agricultura se encuentran
en las terrazas bajas y medias, mientras que los mejores suelos para usos ingenieriles se
localizan en las terrazas altas (Zinck y Urriola, 1973).

4.1.1 El modelo conceptual

Para el desarrollo del escenario, se asumieron las hipótesis siguientes:


(1) Aplicación de medidas de control de las inundaciones fluviales para proteger las fértiles
tierras agrícolas del fondo de valle.
(2) Optimización de la disponibilidad de agua para riego mediante almacenamiento en un
embalse, distribución selectiva del agua en función de las aptitudes de las tierras, y
minimización de los costos de conducción y distribución del agua de riego a las parcelas.
(3) Preservación de las tierras agrícolas de primera mediante políticas que prohíben su uso con
fines ingenieriles.

Se adoptó un enfoque secuencial de transformación de los datos primarios de suelo en


información interpretativa de tierra (Figura 3). Se digitalizó el mapa geopedológico a escala de
1:25.000 y se introdujeron los datos básicos de los pedones y los rangos de variación de las
características en una base computerizada de datos. Mediante combinación de los polígonos del
mapa geopedológico con datos de atributos se generaron tres tipos de productos: (1) un modelo
digital de terreno; (2) varios mapas de atributos edáficos y ambientales (textura y reacción del
horizonte superficial, riesgos de inundación fluvial); y (3) una serie de mapas interpretativos

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con fines de usos agrícolas e ingenieriles de las tierras (Zinck, 1990b; Zinck and Valenzuela,
1990).

Figura 3. Modelo secuencial para la transformación de datos en información de suelo, valle del río
Guarapiche (Zinck, 1990b; Zinck and Valenzuela, 1990)

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4.1.2 Determinación del perímetro de riego

Los requerimientos de los cultivos para agricultura de riego fueron puestos en la base de
modelos del sistema de información geográfica ILWIS (Zinck y Valenzuela, 1990). Las
características y calidades de las tierras, referenciadas a las unidades de mapeo, fueron
almacenadas en la base de datos. Por comparación entre la oferta y la demanda de las calidades
de tierras se obtuvo un mapa de aptitudes de las tierras con fines de riego en dos versiones: una
sin control de las inundaciones y otra asumiendo que los desbordamientos fluviales serán
mitigados mediante la construcción de un embalse aguas arriba de la zona de riego (Figura 4).
De esta última versión se derivaron dos mapas adicionales: el primero muestra la distribución
de las tierras arables (clases 1 a 4 para riego); el segundo realza la concentración espacial de las
tierras agrícolas de primera (clases 1 y 2 para riego) (Figura 5). Aunque el área es mayormente
arable, sólo una pequeña parte es agrícola de primera. En las condiciones actuales, estas tierras
están expuestas a inundaciones por desbordamiento del río, de recurrencia anual hasta
centenaria según la altura de las terrazas, pero las mismas serán protegidas después de la
construcción del embalse.

En seguida, la superficie arable fué comparada con la superficie potencialmente regable con el
embalse, o sea un área de 6500 ha. El balance mostró que había más agua disponible que la
requerida. Sin embargo, toda el área arable no ameritaba ser dotada de agua debido a los altos
costos de bombeo desde el cauce del río, utilizado como canal principal de aducción, a las
terrazas más altas. Por esta razón, se asumió una altura máxima de 20 m para la distribución de
agua, con fines de determinar el perímetro regable. Esta restricción permitió reservar agua para
regar las tierras agrícolas de primera localizadas aguas abajo del área de escenario.

Figura 4. Clases de aptitud de las tierras con fines de riego (clase 1 amarillo, 2 verde, 3 azul, 4 gris, 6
rojo), valle del río Guarapiche (Zinck, 1990b; Zinck and Valenzuela, 1990)

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Figura 5. Tierras agrícolas de primera (clases 1 y 2 con fines de riego, amarillo) correspondientes al área
propuesta para la ubicación del sistema de riego en el valle del río Guarapiche (Zinck, 1990b; Zinck and
Valenzuela, 1990)

4.1.3 Selección del sitio para el centro poblado

Simultáneamente, se requería seleccionar un sitio adecuado para establecer el asentamiento de


los regantes en la cercanía del sistema de riego. A tal efecto, se determinaron las limitaciones
de las unidades edáficas con fines de ingeniería civil y sanitaria, incluyendo usos de los suelos
para casas sencillas sin sótano, calles y carreteras locales, campos de absorción de pozos
sépticos, y rellenos sanitarios de tipo trinchera (Figuras 6 y 7). Por superposición de los mapas
de limitaciones edáficas a fines de usos ingenieriles, se obtuvieron varias alternativas de sitio
para el asentamiento humano (Figura 8). Sitios ideales son los que están afectados por
limitaciones no más severas que ligeras y que respetan la política de preservación de las tierras
agrícolas de primera. Sólo cumplen con estas condiciones áreas relativamente pequeñas,
correspondientes a posiciones de terraza alta (mesa), las cuales gozan además de una buena
situación ambiental en términos de exposición panorámica y circulación de aire fresco. Si se
aceptan condiciones más limitantes y se cancela el imperativo de preservar las tierras agrícolas
de primera, se identifican sitios moderadamente limitados para asentamiento humano en las
terrazas bajas, pero con altos riesgos de contaminación de las aguas freáticas y del río. Todas
las demás tierras tienen limitaciones severas para construir el pueblo del sistema de riego.

Figura 6. Limitaciones de suelo para la construcción de casas sin sótano, valle del río Guarapiche
(verde: limitación ligera; amarillo: moderada; rojo: severa) (Zinck, 1990b; Zinck and Valenzuela, 1990)

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Figura 7. Limitaciones de suelo para campos de absorción de pozos sépticos, valle del río Guarapiche (verde: limitación
ligera; amarillo: moderada; rojo: severa) (Zinck, 1990b; Zinck and Valenzuela, 1990)

Figura 8. Alternativas para la ubicación del centro poblado de los regantes por orden de adecuacidad decreciente (verde,
amarillo, rojo) de acuerdo al factor más limitante (rellenos sanitarios tipo trinchera), valle del río Guarapiche (Zinck,
1990b; Zinck and Valenzuela, 1990)

4.2 ESCALA REGIONAL: LA DEPRESION DEL LAGO DE VALENCIA

Las periferias urbanas son áreas muy dinámicas donde el valor de mercado de las tierras depende
de factores como conectividades espaciales, condiciones de vecindad, intereses particulares de los
grupos de presión, y decisiones políticas sobre la alocación de tierras, más que de la calidad y
variabilidad natural de los suelos. Sin embargo, la implementación de información edáfica puede
contribuir substancialmente a mejorar la planificación racional del uso de las tierras en áreas
interurbanas y peri-urbanas.

4.2.1 Diagnóstico de situación

La depresión del lago de Valencia ocupa el fondo de una fosa tectónica endorréica, encastrada en
la Cordillera de la Costa a 400-500 msnm, en el centro-norte de Venezuela. La depresión siempre
ha sido un área agrícola de gran importancia para la economía del país debido a la calidad de los
suelos y la disponibilidad de recursos hídricos, que han permitido el desarrollo de sistemas de
cultivos muy productivos. Sin embargo, en la segunda mitad del siglo pasado, se ha
experimentado una acelerada y descontrolada expansión urbana, en particular en la periferia de las
dos ciudades más importantes de la depresión, Valencia y Maracay, ubicadas al oeste y este del
lago, respectivamente. Esto ha causado una serie de problemas de ocupación del espacio, que
reflejan una fuerte competición entre agricultura muy intensiva y creciente consumo de tierras por
usos no-agrícolas, incluyendo la construcción de nuevas urbanizaciones, la creación de zonas
industriales, la extensión de la red de transporte, la demanda de áreas recreacionales y de sitios
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para la disposición de deshechos. Por los años 1980, los usos no-agrícolas cubrían 36.000 ha de
las 166.000 ha de la depresión, con una tasa de expansión de 2000 ha por año. En lo que sigue se
presenta el enfoque metodológico implementado para contribuir, mediante el uso de información
de suelos, a solventar los conflictos de uso de las tierras (Zinck, 1981, 1982, 1990a). Se describe
la situación vigente a fines del siglo pasado cuando se realizó este estudio, no la situación actual.

La depresión está conformada por cinco tipos de paisaje, incluyendo una planicie aluvial
construida por los tributarios del lago de Valencia que ocupa la mayor parte de las áreas planas de
la depresión, una planicie lacustrina emergida por el desecamiento gradual del lago, estrechos
valles aluviales periféricos a la depresión que entallan el paisaje de montaña de la cordillera y se
conectan con la planicie aluvial central, áreas de piedemonte en la intersección de las faldas de
montaña con la depresión, y un paisaje de altiplanicie que ocupa el sector occidental de la
depresión (Figura 9). Cada tipo de paisaje encierra una colección de suelos específicos y ofrece
potenciales de uso particulares.

Cinturón montañoso abrupto Planicie aluvial central

Altiplanicie aluvial antigua Planicie lacustrina

Piedemonte coluvio-aluvial Cuerpos de agua (lago y embalses)

Valles aluviales periféricos Areas urbanas e industriales

Figura 9. Paisajes geomorfológicos en la depresión del lago de Valencia (Zinck, 1981, 1982)

A partir de un levantamiento geopedológico a escala de 1:25.000 se generaron mapas


interpretativos de evaluación de las tierras con fines de agricultura de riego y una serie de usos no-
agrícolas, incluyendo casas y edificios comerciales, calles y carreteras locales, rellenos sanitarios,
áreas de absorción de pozos sépticos, excavaciones superficiales, fuentes de materiales de
construcción, y áreas de deportes. Los mapas interpretativos muestran que los mejores suelos a la
vez para usos agrícolas y usos ingenieriles se concentran en la planicie aluvial central y en los
valles periféricos. Estas son por lo tanto las áreas donde los conflictos de uso entre agricultura y
expansión urbana son los más agudos. Los suelos lacustrinos tienen baja densidad aparente y baja
capacidad de soporte, y son por lo tanto más aptos para usos agrícolas que para usos ingenieriles.
En cambio, los suelos de piedemonte son poco profundos y pedregosos, y se prestan más para
usos ingenieriles que para usos agrícolas. Finalmente, los suelos de altiplanicie tienen baja
fertilidad natural pero buenas propiedades físicas, lo que los hace más aptos para usos ingenieriles
que para usos agrícolas. Este análisis comparativo de aptitudes de uso permite elaborar un balance
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de usos potenciales (Cuadro 1), que sirve de base para establecer escenarios de ordenamiento
territorial.

Cuadro 1. Balance de las aptitudes de los suelos con fines de usos múltiples (Zinck, 1981,1982)

Aptitudes de los suelos Ha %

Suelos igualmente aptos para usos agrícolas y usos ingenieriles en la


47.000 28
planicie aluvial central y los valles periféricos
Suelos más aptos para usos ingenieriles que para usos agrícolas en la
34.000 21
altiplanicie occidental (18.000 ha) y en el piedemonte (16.000 ha)
Suelos más aptos para usos agrícolas que para usos ingenieriles: suelos
31.000 19
aluviales arcillosos (16.000 ha) y suelos lacustrinos (15.000 ha)
Suelos no aptos para usos agrícolas y usos ingenieriles: áreas
18.000 11
pantanosas, orillas del lago, cerros aislados

Areas urbanas (situación en 1976) 36.000 21

Extensión total de las tierras en la depresión 166.000 100

Lago, embalses y otros cuerpos de agua 34.000 –

4.2.2 Escenarios de ordenamiento espacial

Para generar imágenes posibles de ocupación futura del espacio en la depresión del lago de
Valencia se consideraron dos escenarios diametralmente opuestos: un escenario de tendencia y un
escenario de contraste. En ambos casos, se necesita una proyección demográfica para estimar la
demanda futura de tierras. Se tomó como referencia una proyección de población elaborada por el
Instituto Nacional de Obras Sanitarias (INOS) y se asumió una densidad general de ocupación del
espacio de 30 habitantes por hectárea, la cual corresponde a la densidad media de las áreas
metropolitanas de Valencia y Maracay (Figura 10).

En la perspectiva pesimista de un escenario tendencial, se asume que la expansión urbana es


inevitable y va a ser explosiva. En esta óptica, toda la depresión se considera urbanizable y no se
implementa ningún reglamento para proteger las tierras de alta productividad agrícola. Este
escenario simplemente prolonga la tendencia actual de desarrollo en el futuro, asumiendo que no
hay intento de organizar en forma coherente el espacio geográfico. Los suelos de origen aluvial
con buenas propiedades físicas y mecánicas son urbanizados primero. Les siguen los suelos más
limitados desde el punto de vista ingenieril, cuyo acondicionamiento con fines de construcción
requiere la implementación de técnicas especiales de alto costo: primero los suelos arcillosos con
alto potencial de contracción-expansión, después los suelos lacustrinos con baja capacidad de
soporte. Esta evolución espontánea de uso de las tierras, controlada mayormente por las leyes del
mercado y su influencia en el valor venal de las tierras, resulta en una conurbación desordenada de
unos cuatro millones de habitantes. La fragmentación del espacio por el crecimiento urbano no-
planificado deja pocas áreas de suficiente extensión para resguardar actividades agrícolas de cierta
importancia. Los espacios interurbanos se cubren de rastrojo social, el cual refleja el impacto de
la especulación inmobiliaria en terrenos de engorde esperando de ser urbanizados.

14
Figura 10. Perspectiva de la demanda de áreas para la expansión urbano-industrial en la depresión del lago de
Valencia de acuerdo al escenario tendencial.
Proyección demográfica para el período 1970-2020; disponibilidad de tierras de acuerdo a sus aptitudes para
usos ingenieriles (1: suelos aluviales con buenas propiedades físicas y mecánicas; 2: suelos arcillosos con alto
potencial de contracción-expansión; 3: suelos lacustrinos con baja capacidad de soporte); curva de predicción
de consumo de tierras con tres umbrales temporales (2007-2008, 2014, 2019-2020), en base a una densidad
media de 30 hab/ha; A: usos no-agrícolas estimados por el modelo de la demanda de tierras (esta figura,
1976); B: usos no-agrícolas según observación (áreas urbanas, 1976); C: superficie ocupada por rastrojo
social en terrenos de engorde en áreas peri-urbanas (Zinck, 1981,1982).

Una perspectiva más optimista la ofrece el escenario de contraste basado en acciones voluntaristas
de organización racional del espacio de acuerdo a las vocaciones de uso de las tierras. Se trata de
restringir los usos ingenieriles en tierras agrícolas de primera para limitar costos sociales a largo
plazo, mediante un firme esquema prescriptivo, y canalizar la expansión urbana hacia suelos con
aptitudes ingenieriles para disminuir la competición con las actividades agrícolas en suelos
altamente productivos. Este escenario preserva las tierras agrícolas de la planicie central y de los
valles periféricos. La expansión urbana, en cambio, se encuentra favorecida en los paisajes de
piedemonte y altiplanicie, en la periferia de la depresión, los cuales tienen suelos marginales para
agricultura pero apropiados para usos ingenieriles. Las áreas disponibles en estos dos paisajes
permiten alojar cuatro millones de habitantes, al igual que el escenario tendencial, pero sin
15
sacrificar tierras agrícolas de primera. Este escenario de ordenamiento voluntarista tendrá que
enfrentar la oposición de variados grupos de presión con intereses divergentes. Una perspectiva
realista se situaría más probablemente entre el escenario de tendencia y el escenario de contraste.

4.3. COMPATIBILIZACION DE ESCENARIOS: LA PERIFERIA DE CARACAS

Un paso muy importante en el procedimiento es la compatibilización de los escenarios en base


a los planes de discusión, para obtener un esquema único de usos preferidos. Se empieza
identificando las áreas donde hay discrepancias de opinión entre los usuarios, por superposición
de los mapas representando los diferentes escenarios. La obtención de acuerdos para la
asignación de usos puede ser un proceso muy largo, implicando muchas reuniones de los
grupos de usuarios involucrados para negociar compensaciones de uso.

4.3.1 Conflictos de uso de las tierras

Para ilustrar el concepto de compatibilización de escenarios, se presenta un ejemplo


desarrollado en la periferia occidental de Caracas, la ciudad capital de Venezuela. Esta área ha
sido objeto de un estudio analizando los conflictos y las estrategias de planificación de los usos
de las tierras en zona peri-urbana (Rodríguez, 1995). El paisaje es de montaña tropical,
entallada por profundos valles, donde los cambios altitudinales desde cotas cercanas al nivel del
mar hasta elevaciones superiores a los 2000 msnm generan una amplia diversidad de
condiciones ecológicas, igualmente atractivas para la agricultura como para el desarrollo
urbano. Como consecuencia de lo anterior, una agricultura intensiva de mercado, especializada
en la producción de hortalizas, frutas y flores, se ha desarrollado en un ambiente de vertientes
abruptas. Las cumbres están cubiertas por densa vegetación de selva nublada, dotada de una
alta biodiversidad y desempeñando una función vital de captación de agua para uso agrícola y
urbano. Extensas áreas están legalmente protegidas come parques nacionales y zona protectora
del área metropolitana de Caracas. Las áreas agrícolas y las áreas bajo régimen de
administración especial están amenazadas por la creación de nuevas urbanizaciones y sitios
turísticos.

4.3.2. Perspectiva de solución

Se han simulado soluciones a los conflictos de uso mediante aplicación de la técnica de los
escenarios (Rodríguez y Zinck, 1998). Tres grupos de usuarios compiten para la apropiación del
espacio: los agricultores, los promotores de desarrollo urbano o desarrollistas, y los
conservacionistas. Tres escenarios de asignación de usos reflejan las opiniones y los intereses
de cada grupo, previamente recogidos mediante cuestionarios y entrevistas dirigidos a los
usuarios directos y a las entidades planificadoras del sector público (Figura 11). Por
superposición cartográfica de los escenarios, se identifican las áreas donde hay discrepancias de
opinión entre los grupos de actores en cuanto a las tres opciones de uso seleccionadas:
horticultura, desarrollo urbano, y conservación. Los mapas resultantes señalan la localización,
naturaleza y magnitud de los conflictos de alocación de usos. La combinación de los tres mapas
de discrepancias de opinión permite generar un mapa síntesis, llamado plan de discusión, el
cual muestra la distribución espacial de las áreas donde hay acuerdo o desacuerdo entre los
escenarios (Figura 12). El plan de discusión sirve de base para analizar y resolver los conflictos
de uso potencial en un ciclo de reuniones entre representantes del sector público y del sector
privado. A tal efecto, se utilizan reglas que promueven el consenso entre contrincantes,
incluyendo reglas de compromiso, compensación, y transferencia de derechos de uso o
desarrollo, para alcanzar una propuesta unificada de ordenamiento territorial (Figura 13). Por lo
general, un plan consensuado cumple mejor los criterios de sostenibilidad que los planes más
parcializados de los grupos de presión (Rodríguez, 2010).

16
Figura 11. Escenarios de uso de las tierras obtenidos por simulación para tres categorías de usuarios:
agricultores, desarrollistas, y conservacionistas, en la periferia occidental de Caracas (Rodríguez, 1995)

Figura 12. Plan de discusión para solventar los desacuerdos entre los escenarios de uso de las tierras
obtenidos por simulación para las tres categorías de usuarios en la periferia occidental de Caracas
(Rodríguez, 1995)

17
Figura 13. Propuesta unificada de ordenamiento territorial en la periferia occidental de Caracas.
Simulación de alocación de tierras en base a reglas consensuales (Rodríguez, 1995)

5 CONCLUSION

La planificación del uso de las tierras y el ordenamiento territorial son actividades complejas,
que requieren una gran variedad de datos. La información edáfica puede contribuir
eficientemente al desarrollo de estas actividades, especialmente si se usa con fines múltiples, ya
que muchas actividades humanas necesitan el recurso suelo como medio de producción o
asiento físico en el paisaje. En efecto, los suelos pueden utilizarse (1) con fines agronómicos
para la producción de alimentos y materias primas industriales, (2) con fines ingenieriles en la
planificación urbana, industrial y de las vías de transporte, (3) con fines sanitarios para la
disposión o el reciclaje de residuos sólidos y líquidos, (4) con fines recreacionales para mejorar
la calidad del marco de vida, y (5) con fines de conservación y aprovechamiento para servicios
ambientales. Por lo general, los mejores suelos son simultáneamente aptos para más de uno de
estos propósitos de uso. Esto genera inevitablemente conflictos entre usos competitivos, cuya
mitigación conduce frecuentemente a sacrificar usos agrícolas futuros a favor de usos
ingenieriles inmediatos, más lucrativos. La disponibilidad de información edáfica no permite
per se evitar esta práctica indeseable. Se requiere todavía una eficiente transmisión de la
información a los usuarios, los cuales deben estar dispuestos en implementarla.

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