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RESUMEN
Palabras clave: planificación del uso de las tierras, ordenamiento territorial, información de
suelos y tierras, escenarios, conflictos de uso de las tierras, escala local, regional, peri-urbana
1 INTRODUCCION
2 DEFINICION:
DE LA PLANIFICACION AL ORDENAMIENTO TERRITORIAL
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de los cultivos en aureolas concéntricas de intensidad de uso decreciente alrededor de la
ciudad-mercado.
Ordenamiento territorial es por la tanto una noción compleja, que integra conceptos más
particulares de planificación regional o espacial. Por el hecho de focalizar en el concepto de
espacio geográfico y en la distribución territorial de las actividades humanas, ordenamiento
territorial difiere de la planificación sectorial, la cual persigue el desarrollo económico y social
por sectores de actividad (Labasse, 1971; Monod et de Castelbajac, 1971; Méot, 1973; Lamotte,
1985; Lajugie et al., 1985; Grenier, 1986; Merlin, 1988). En este contexto, la evaluación de
tierras es sólo una técnica, entre otras, que genera información a ser implementada en la
planificación y el ordenamiento.
3 MARCO METODOLOGICO
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debe incluir un análisis retrospectivo de la evolución socio-económica regional o nacional, para
destacar las restricciones o la limitada flexibilidad que impone el legado del pasado a la
configuración espacial presente y futura.
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3.1.2 La prospectiva
Primero, se requiere una selección de indicadores como, por ejemplo, el volumen de población
regional, la tasa de crecimiento demográfico, el consumo de energía, agua y tierra per cápita, la
productividad agrícola, etc. El control de estos indicadores permite canalizar o cambiar, si fuera
necesario, la tendencia evolutiva de la estructura socio-económica y de la ocupación del
espacio. Cada indicador puede oscilar entre valores mínimos y máximos probables de ocurrir,
cuyo rango determina el margen de inflexión del indicador (MARNR, 1979). La aplicación de
los márgenes de inflexión de los indicadores seleccionados al contexto regional actual genera
una gama de situaciones futuras posibles.
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Figura 2. Mecanismo de elaboración de un plan para el ordenamiento territorial
El inventario y la evaluación de los recursos con fines de usos múltiples generan tres productos
informacionales, generalmente representados en mapas debido a su dimensión espacial: la
ocupación actual del espacio (por ejemplo, el mapa de uso actual de las tierras), la demanda de
recursos por parte de la sociedad, y la oferta de recursos por parte de la naturaleza y de la
sociedad. La confrontación de estos tres elementos revela la existencia de conflictos de uso. Por
ejemplo, en la periferia de una ciudad regional, el uso actual podría ser de pastos para
producción lechera en función de la proximidad del mercado de consumo, la oferta
agroecológica podría ser para cultivos intensivos de acuerdo a las aptitudes de las tierras, pero
la demanda podría ser para usos ingenieriles, sanitarios, y recreacionales para satisfacer las
necesidades de expansión de la ciudad.
Los conflictos de uso pueden ser (1) de tipo funcional entre usos competitivos de las tierras
(por ejemplo, uso agrícola versus uso urbano), (2) de tipo generacional entre usos presentes y
usos futuros de los recursos (agotamiento prematuro versus uso diferido o preservación), y (3)
de intensidad en base a tasas diferenciales de utilización de los recursos (subutilización,
sobreutilización). La identificación de estos conflictos de uso de los recursos, la evaluación de
su gravedad, y la localización de las áreas críticas constituyen una parte esencial del
diagnóstico de situación.
Los conflictos de uso de los recursos pueden solucionarse de diversas maneras. En régimen
político autocrático y de planificación centralizada, los conflictos de uso se resuelven mediante
decisiones imperativas sin consultar a los grupos interesados. En régimen democrático, el
instrumento más común para mitigar conflictos consiste en formular e implementar políticas de
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orientación o de acompañamiento, fijar metas indicadoras, y proporcionar incentivos
financieros o fiscales.
En la mayoría de los países, existe una amplia gama de políticas de ordenamiento territorial
bajo la forma de leyes, reglamentos, marcos normativos, y ordenanzas. Además de leyes de
carácter general reglamentando el uso de los bosques, suelos, aguas, minerales y recursos
turísticos, o de protección ambiental, algunos países se han dotado específicamente de una ley
orgánica de ordenamiento territorial. Frecuentemente, sin embargo, las leyes existentes son
obsoletas o no amparan aspectos particulares del ordenamiento territorial. En tales condiciones,
los estudios previos deben formular las políticas necesarias a la elaboración del esquema de
ordenamiento territorial y a su implementación.
Rara vez, una determinada política satisface igualmente a todos los grupos sociales interesados.
Por ejemplo, una política promoviendo la preservación de las tierras agrícolas de primera en
una zona peri-urbana será aceptada con reserva o categóricamente rechazada por individuos tan
diversos como políticos, terratenientes, promotores urbanos y planificadores, todos interesados
en facilitar la expansión urbana y beneficiarse de las plus-valías que ésta genera. Para ser
efectivas en su aplicación, las políticas deben ser sometidas a evaluación y ponderación
mediante consulta a la comunidad. Cada política tiene un peso de acuerdo al grado de
satisfacción que la misma provee a los usuarios.
El ordenamiento territorial opera a todos las escalas a las cuales se toman decisiones
concernientes la asignación de usos en el espacio geográfico, desde el nivel local hasta el supra-
nacional. Para facilitar la toma de decisiones a niveles superiores al local, las aptitudes
específicas de los recursos deben ser generalizadas en opciones y vocaciones de uso. Una
opción de uso se determina por generalización de las clases de aptitudes de uso que pertenecen
a una misma categoría. Por ejemplo, todas las tierras aptas para cultivos específicos intensivos
pueden agruparse en una opción de uso para agricultura intensiva. La noción de vocación de
uso es más compleja y resulta de maximizar la capacidad que una opción de uso tiene de
satisfacer una política. Por ejemplo, una tierra apta para uso agrícola intensivo que, en un área
determinada, satisface una política destinada a preservar las tierras agrícolas de primera, tiene
una vocación agrícola.
Debido a que las políticas no tienen el mismo peso para todos los usuarios, las vocaciones que
satisfacen el mayor número de políticas se convierten en alternativas de uso. La agregación de
todas las alternativas de uso, propuestas por un grupo de usuarios, constituye el escenario que
este grupo apoya. Se tendrán así tantos escenarios como haya grupos de usuarios. Cada
escenario representa una posible forma de evolución del uso de las tierras a partir de una
situación determinada y bajo unas reglas ó condiciones establecidas. Los mapas, que
representan los escenarios de los diferentes grupos de presión en competición, pueden
superponerse para detectar la localización y naturaleza de las áreas donde ocurren discrepancias
de opinión. Tales mapas se llaman planes de discusión, porque sirven de base para limar los
desacuerdos de asignación de usos y obtener, por vía de consenso, una proposición única de
usos preferidos.
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3.2.6 Técnicas de optimización-maximización
Para implementar el modelo metodológico antes descrito existen diversas técnicas, cualitativas
y cuantitativas, que permiten optimizar o maximizar las proposiciones de uso de las tierras (u
otros recursos), ya sea a nivel de aptitud, de opción o de vocación, en base al grado de
satisfacción de las políticas que estas proposiciones logran generar.
donde:
i = 1, 2, ..... n: Unidad cartográfica o parcela de planificación.
j = 1, 2, ..... m: Opción de uso factible en una unidad cartográfica.
k = 1, 2, ..... p: Política de preferencia cuya satisfacción se quiere
maximizar.
E (E = 0 ó 1): Política de exclusión que proscribe ciertos usos en
determinadas unidades cartográficas.
R (0 R 1): Calificación del grado de satisfacción de las políticas, o
sea el grado con el cual un determinado uso en una
determinada unidad cartográfica satisface una
determinada política; es una medida de eficiencia técnica,
calificada por expertos.
V: Peso relativo de una política, evaluado por el "voto"
conferido a una determinada política por individuos que
representan grupos profesionales, grupos sociales, o
grupos de usuarios, y que expresan una percepción,
preferencia o voluntad de uso.
S: Satisfacción agregada de las políticas para una opción de
uso determinada en una unidad cartográfica determinada.
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(1) La oferta de recursos (tierras en este caso), representada por la unidad cartográfica y las
opciones de uso factibles en ella.
(2) La demanda de recursos, determinada por profesionales de la planificación, los cuales
evalúan el grado de satisfacción de las políticas desde el punto de vista técnico (factor R), y
por los usuarios que expresan su preferencia para ciertas opciones de uso mediante la
ponderación de las políticas (factor V).
(3) Un mecanismo de control operando a través de políticas de preferencia o exclusión para
la selección de usos.
4 ESTUDIOS DE CASO
El enfoque metodológico antes descrito se aplicó en varios estudios de caso, todos localizados en
Venezuela, con variaciones de acuerdo a la complejidad de cada caso. El proyecto de
planificación física desarrollado a escala local es bastante simple y no requiere pasar por todas las
etapas del marco metodológico. En cambio, el estudio de escala regional y el estudio en zona peri-
urbana abordan situaciones de conflictos de uso de las tierras más complejas y necesitan
implementar consideraciones metodológicas más elaboradas. La evaluación de tierras para usos
agrícolas se basa en FAO (1976) y MOP (1971). Para la interpretación de los suelos con fines de
usos no-agrícolas (ingenieriles, sanitarios, y recreacionales) se utilizó USDA (1983).
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con fines de usos agrícolas e ingenieriles de las tierras (Zinck, 1990b; Zinck and Valenzuela,
1990).
Figura 3. Modelo secuencial para la transformación de datos en información de suelo, valle del río
Guarapiche (Zinck, 1990b; Zinck and Valenzuela, 1990)
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4.1.2 Determinación del perímetro de riego
Los requerimientos de los cultivos para agricultura de riego fueron puestos en la base de
modelos del sistema de información geográfica ILWIS (Zinck y Valenzuela, 1990). Las
características y calidades de las tierras, referenciadas a las unidades de mapeo, fueron
almacenadas en la base de datos. Por comparación entre la oferta y la demanda de las calidades
de tierras se obtuvo un mapa de aptitudes de las tierras con fines de riego en dos versiones: una
sin control de las inundaciones y otra asumiendo que los desbordamientos fluviales serán
mitigados mediante la construcción de un embalse aguas arriba de la zona de riego (Figura 4).
De esta última versión se derivaron dos mapas adicionales: el primero muestra la distribución
de las tierras arables (clases 1 a 4 para riego); el segundo realza la concentración espacial de las
tierras agrícolas de primera (clases 1 y 2 para riego) (Figura 5). Aunque el área es mayormente
arable, sólo una pequeña parte es agrícola de primera. En las condiciones actuales, estas tierras
están expuestas a inundaciones por desbordamiento del río, de recurrencia anual hasta
centenaria según la altura de las terrazas, pero las mismas serán protegidas después de la
construcción del embalse.
En seguida, la superficie arable fué comparada con la superficie potencialmente regable con el
embalse, o sea un área de 6500 ha. El balance mostró que había más agua disponible que la
requerida. Sin embargo, toda el área arable no ameritaba ser dotada de agua debido a los altos
costos de bombeo desde el cauce del río, utilizado como canal principal de aducción, a las
terrazas más altas. Por esta razón, se asumió una altura máxima de 20 m para la distribución de
agua, con fines de determinar el perímetro regable. Esta restricción permitió reservar agua para
regar las tierras agrícolas de primera localizadas aguas abajo del área de escenario.
Figura 4. Clases de aptitud de las tierras con fines de riego (clase 1 amarillo, 2 verde, 3 azul, 4 gris, 6
rojo), valle del río Guarapiche (Zinck, 1990b; Zinck and Valenzuela, 1990)
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Figura 5. Tierras agrícolas de primera (clases 1 y 2 con fines de riego, amarillo) correspondientes al área
propuesta para la ubicación del sistema de riego en el valle del río Guarapiche (Zinck, 1990b; Zinck and
Valenzuela, 1990)
Figura 6. Limitaciones de suelo para la construcción de casas sin sótano, valle del río Guarapiche
(verde: limitación ligera; amarillo: moderada; rojo: severa) (Zinck, 1990b; Zinck and Valenzuela, 1990)
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Figura 7. Limitaciones de suelo para campos de absorción de pozos sépticos, valle del río Guarapiche (verde: limitación
ligera; amarillo: moderada; rojo: severa) (Zinck, 1990b; Zinck and Valenzuela, 1990)
Figura 8. Alternativas para la ubicación del centro poblado de los regantes por orden de adecuacidad decreciente (verde,
amarillo, rojo) de acuerdo al factor más limitante (rellenos sanitarios tipo trinchera), valle del río Guarapiche (Zinck,
1990b; Zinck and Valenzuela, 1990)
Las periferias urbanas son áreas muy dinámicas donde el valor de mercado de las tierras depende
de factores como conectividades espaciales, condiciones de vecindad, intereses particulares de los
grupos de presión, y decisiones políticas sobre la alocación de tierras, más que de la calidad y
variabilidad natural de los suelos. Sin embargo, la implementación de información edáfica puede
contribuir substancialmente a mejorar la planificación racional del uso de las tierras en áreas
interurbanas y peri-urbanas.
La depresión del lago de Valencia ocupa el fondo de una fosa tectónica endorréica, encastrada en
la Cordillera de la Costa a 400-500 msnm, en el centro-norte de Venezuela. La depresión siempre
ha sido un área agrícola de gran importancia para la economía del país debido a la calidad de los
suelos y la disponibilidad de recursos hídricos, que han permitido el desarrollo de sistemas de
cultivos muy productivos. Sin embargo, en la segunda mitad del siglo pasado, se ha
experimentado una acelerada y descontrolada expansión urbana, en particular en la periferia de las
dos ciudades más importantes de la depresión, Valencia y Maracay, ubicadas al oeste y este del
lago, respectivamente. Esto ha causado una serie de problemas de ocupación del espacio, que
reflejan una fuerte competición entre agricultura muy intensiva y creciente consumo de tierras por
usos no-agrícolas, incluyendo la construcción de nuevas urbanizaciones, la creación de zonas
industriales, la extensión de la red de transporte, la demanda de áreas recreacionales y de sitios
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para la disposición de deshechos. Por los años 1980, los usos no-agrícolas cubrían 36.000 ha de
las 166.000 ha de la depresión, con una tasa de expansión de 2000 ha por año. En lo que sigue se
presenta el enfoque metodológico implementado para contribuir, mediante el uso de información
de suelos, a solventar los conflictos de uso de las tierras (Zinck, 1981, 1982, 1990a). Se describe
la situación vigente a fines del siglo pasado cuando se realizó este estudio, no la situación actual.
La depresión está conformada por cinco tipos de paisaje, incluyendo una planicie aluvial
construida por los tributarios del lago de Valencia que ocupa la mayor parte de las áreas planas de
la depresión, una planicie lacustrina emergida por el desecamiento gradual del lago, estrechos
valles aluviales periféricos a la depresión que entallan el paisaje de montaña de la cordillera y se
conectan con la planicie aluvial central, áreas de piedemonte en la intersección de las faldas de
montaña con la depresión, y un paisaje de altiplanicie que ocupa el sector occidental de la
depresión (Figura 9). Cada tipo de paisaje encierra una colección de suelos específicos y ofrece
potenciales de uso particulares.
Figura 9. Paisajes geomorfológicos en la depresión del lago de Valencia (Zinck, 1981, 1982)
Cuadro 1. Balance de las aptitudes de los suelos con fines de usos múltiples (Zinck, 1981,1982)
Para generar imágenes posibles de ocupación futura del espacio en la depresión del lago de
Valencia se consideraron dos escenarios diametralmente opuestos: un escenario de tendencia y un
escenario de contraste. En ambos casos, se necesita una proyección demográfica para estimar la
demanda futura de tierras. Se tomó como referencia una proyección de población elaborada por el
Instituto Nacional de Obras Sanitarias (INOS) y se asumió una densidad general de ocupación del
espacio de 30 habitantes por hectárea, la cual corresponde a la densidad media de las áreas
metropolitanas de Valencia y Maracay (Figura 10).
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Figura 10. Perspectiva de la demanda de áreas para la expansión urbano-industrial en la depresión del lago de
Valencia de acuerdo al escenario tendencial.
Proyección demográfica para el período 1970-2020; disponibilidad de tierras de acuerdo a sus aptitudes para
usos ingenieriles (1: suelos aluviales con buenas propiedades físicas y mecánicas; 2: suelos arcillosos con alto
potencial de contracción-expansión; 3: suelos lacustrinos con baja capacidad de soporte); curva de predicción
de consumo de tierras con tres umbrales temporales (2007-2008, 2014, 2019-2020), en base a una densidad
media de 30 hab/ha; A: usos no-agrícolas estimados por el modelo de la demanda de tierras (esta figura,
1976); B: usos no-agrícolas según observación (áreas urbanas, 1976); C: superficie ocupada por rastrojo
social en terrenos de engorde en áreas peri-urbanas (Zinck, 1981,1982).
Una perspectiva más optimista la ofrece el escenario de contraste basado en acciones voluntaristas
de organización racional del espacio de acuerdo a las vocaciones de uso de las tierras. Se trata de
restringir los usos ingenieriles en tierras agrícolas de primera para limitar costos sociales a largo
plazo, mediante un firme esquema prescriptivo, y canalizar la expansión urbana hacia suelos con
aptitudes ingenieriles para disminuir la competición con las actividades agrícolas en suelos
altamente productivos. Este escenario preserva las tierras agrícolas de la planicie central y de los
valles periféricos. La expansión urbana, en cambio, se encuentra favorecida en los paisajes de
piedemonte y altiplanicie, en la periferia de la depresión, los cuales tienen suelos marginales para
agricultura pero apropiados para usos ingenieriles. Las áreas disponibles en estos dos paisajes
permiten alojar cuatro millones de habitantes, al igual que el escenario tendencial, pero sin
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sacrificar tierras agrícolas de primera. Este escenario de ordenamiento voluntarista tendrá que
enfrentar la oposición de variados grupos de presión con intereses divergentes. Una perspectiva
realista se situaría más probablemente entre el escenario de tendencia y el escenario de contraste.
Se han simulado soluciones a los conflictos de uso mediante aplicación de la técnica de los
escenarios (Rodríguez y Zinck, 1998). Tres grupos de usuarios compiten para la apropiación del
espacio: los agricultores, los promotores de desarrollo urbano o desarrollistas, y los
conservacionistas. Tres escenarios de asignación de usos reflejan las opiniones y los intereses
de cada grupo, previamente recogidos mediante cuestionarios y entrevistas dirigidos a los
usuarios directos y a las entidades planificadoras del sector público (Figura 11). Por
superposición cartográfica de los escenarios, se identifican las áreas donde hay discrepancias de
opinión entre los grupos de actores en cuanto a las tres opciones de uso seleccionadas:
horticultura, desarrollo urbano, y conservación. Los mapas resultantes señalan la localización,
naturaleza y magnitud de los conflictos de alocación de usos. La combinación de los tres mapas
de discrepancias de opinión permite generar un mapa síntesis, llamado plan de discusión, el
cual muestra la distribución espacial de las áreas donde hay acuerdo o desacuerdo entre los
escenarios (Figura 12). El plan de discusión sirve de base para analizar y resolver los conflictos
de uso potencial en un ciclo de reuniones entre representantes del sector público y del sector
privado. A tal efecto, se utilizan reglas que promueven el consenso entre contrincantes,
incluyendo reglas de compromiso, compensación, y transferencia de derechos de uso o
desarrollo, para alcanzar una propuesta unificada de ordenamiento territorial (Figura 13). Por lo
general, un plan consensuado cumple mejor los criterios de sostenibilidad que los planes más
parcializados de los grupos de presión (Rodríguez, 2010).
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Figura 11. Escenarios de uso de las tierras obtenidos por simulación para tres categorías de usuarios:
agricultores, desarrollistas, y conservacionistas, en la periferia occidental de Caracas (Rodríguez, 1995)
Figura 12. Plan de discusión para solventar los desacuerdos entre los escenarios de uso de las tierras
obtenidos por simulación para las tres categorías de usuarios en la periferia occidental de Caracas
(Rodríguez, 1995)
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Figura 13. Propuesta unificada de ordenamiento territorial en la periferia occidental de Caracas.
Simulación de alocación de tierras en base a reglas consensuales (Rodríguez, 1995)
5 CONCLUSION
La planificación del uso de las tierras y el ordenamiento territorial son actividades complejas,
que requieren una gran variedad de datos. La información edáfica puede contribuir
eficientemente al desarrollo de estas actividades, especialmente si se usa con fines múltiples, ya
que muchas actividades humanas necesitan el recurso suelo como medio de producción o
asiento físico en el paisaje. En efecto, los suelos pueden utilizarse (1) con fines agronómicos
para la producción de alimentos y materias primas industriales, (2) con fines ingenieriles en la
planificación urbana, industrial y de las vías de transporte, (3) con fines sanitarios para la
disposión o el reciclaje de residuos sólidos y líquidos, (4) con fines recreacionales para mejorar
la calidad del marco de vida, y (5) con fines de conservación y aprovechamiento para servicios
ambientales. Por lo general, los mejores suelos son simultáneamente aptos para más de uno de
estos propósitos de uso. Esto genera inevitablemente conflictos entre usos competitivos, cuya
mitigación conduce frecuentemente a sacrificar usos agrícolas futuros a favor de usos
ingenieriles inmediatos, más lucrativos. La disponibilidad de información edáfica no permite
per se evitar esta práctica indeseable. Se requiere todavía una eficiente transmisión de la
información a los usuarios, los cuales deben estar dispuestos en implementarla.
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