Professional Documents
Culture Documents
Anorexia y Bulimia
Taxonomía
Por otra parte, la anorexia nerviosa constituye hoy en día una entidad reconocida en sí
misma. Según el DSM IV, Anorexia nerviosa [307.1] se caracteriza por: el rechazo a
mantener un peso corporal mínimo normal, en un miedo intenso a ganar peso y en una
alteración significativa de la percepción de la forma o tamaño del cuerpo. Además, las
mujeres afectas de este trastorno, aunque hayan pasado la menarquia, sufren amenorrea.
(El término anorexia es equívoco, porque es rara la pérdida de apetito.)
Anorexia
Adelgazamiento
Amenorrea
Alteraciones del esquema corporal
La persona con este trastorno mantiene un peso corporal por debajo del nivel normal
mínimo para su edad y su talla (Criterio 2). Si la anorexia nerviosa se inicia en la niñez
o en las primeras etapas de la adolescencia, en lugar de pérdida puede haber falta de
aumento de peso (p. ej., mientras que el sujeto crece en altura). El Criterio 1
proporciona una guía para determinar cuándo el individuo alcanza el valor umbral para
ser considerado de peso inferior. Esto significa que el peso de la persona es inferior al
85 % del peso considerado normal para su edad y su talla
Las personas con este trastorno tienen un miedo intenso a ganar peso o a convertirse en
obesas. Este miedo generalmente no desaparece aunque el individuo pierda peso y, de
hecho, va aumentando aunque el peso vaya disminuyendo. Existe una alteración de la
percepción del peso y de la silueta corporales (Criterio 4). Algunas
personas se encuentran «obesas», mientras que otras se dan cuenta de que están
delgadas, pero continúan estando preocupadas porque algunas partes de su cuerpo
(especialmente el abdomen, las nalgas y los muslos) les parecen demasiado gordas.
Pueden emplear una amplia variedad de técnicas para estimar el tamaño y el peso de su
cuerpo, como son el pesarse constantemente en la balanza, la medida de las diferentes
partes del cuerpo de manera obsesiva o el mirarse repetidamente al espejo para observar
las zonas consideradas «obesas». El nivel de autoestima de las personas que sufren este
trastorno depende en gran medida de la forma y el peso del cuerpo. Consideran
un logro perder peso y un signo de extraordinaria autodisciplina; en cambio, ven el
aumento de peso como un fracaso inaceptable de su autocontrol. Algunas personas son
conscientes de su delgadez, pero niegan que ésta pueda tener implicaciones clínicas
graves.
a) Tipo restrictivo. Este subtipo describe cuadros clínicos en los que la pérdida de peso
se consigue haciendo dieta, ayunando o realizando ejercicio intenso. Durante los
episodios de anorexia nerviosa, estos individuos no recurren a atracones ni a purgas.
b) Tipo compulsivo/purgativo. Este subtipo se utiliza cuando el individuo recurre
regularmente a atracones o purgas (o ambos). La mayoría de los individuos que pasan
por los episodios de atracones también recurren a purgas, provocándose el vómito o
utilizando diuréticos, laxanteso enemas de una manera excesiva. Existen algunos casos
incluidos en este subtipo que no presentan atracones, pero que suelen recurrir a purgas,
incluso después de ingerir pequeñas cantidades de comida.
Recordemos que para diagnosticar AN, debe descartarse esquizofrenia u otro trastorno
psiquiátrico primario. Lo mismo respecto de la bulimia. Podemos definir,
esquemáticamente la bulimia como el trastorno de las 4C
Compulsiones
Comilonas
Control excesivo del peso corporal
Catarsis autoinducidas.
Incluso, para el bebé humano la relación al primer objeto (la leche materna) requiere de
la mediación de un grito o berrido que Otro debe interpretar como llamado. En la noción
de “comida” aparecen implicadas otras dimensiones que el simple alimento: la cultura y
los vínculos, la organización del tiempo, las rutinas, rituales, festejos y agradecimientos
(o quejas). La comida es lugar y momento de reunión familiar o amistosa, símbolo de
compartir, de relación, de duelo, de rito, de ceremonia.
Los trastornos de la alimentación son ejemplos enigmáticos de la alteración de una
función instintiva por el atravesamiento del deseo. Esto nos lleva a cuestionarnos
seriamente que la anorexia mental o la bulimia puedan ser abordadas exclusivamente
por la vía de la biología. Entre los trastornos hormonales y metabólicos hallados en
forma concomitante a estas patologías, es muy difícil determinar cuáles podrían ser
efectivamente marcadores de desregulaciones neuroquímicas primarias y desglosarlos
de aquellos que aparecen como consecuencia de la desnutrición o la sobreingesta. La
interrupción de la menstruación en la anorexia, de hecho, muchas veces precede en
varios meses a la anorexia propiamente dicha, y es consecuencia de factores aun
desconocidos.
Los estudios sobre prevalencia realizados entre chicas adolescentes y jóvenes adultas
han revelado un porcentaje del 0,5-1 % para los cuadros clínicos que cumplen todos los
criterios diagnósticos de anorexia nerviosa, mientras que la prevalencia de la bulimia
nerviosa entre las adolescentes y jóvenes adultas es aproximadamente del 1-3 %.
Esto nos puede llevar a preguntarnos por el papel de la moda y el ideal de delgadez de
la silueta en la “epidemia” actual de trastornos de la alimentación1. Si bien muchas
opiniones reconocidas se prestan a considerar estos factores como responsables del
incremento de la incidencia de patologías como la anorexia y la bulimia, la casuistica
nos indica que aunque el inicio de las restricciones alimenticias puede coincidir con la
aspiración consciente de perder algunos kilos o una hiperactividad deportiva, esto
1
A nivel sociológico, asistimos a una acentuación de incomparables magnitudes del modelo de delgadez
en la cual confluyen, impulsados por el discurso mediático, la medicalización de la cultura y la liberación
sexual de la mujer. En el siglo V, el tipo de mujer ideal se sostenía en la corpulencia como símbolo de
vientre fértil, mientras que el siglo XVII acentúa los pechos y las nalgas como símbolo maternal. A partir
del siglo XX se valoriza la renuncia a los roles tradicionales. La delgadez de la mujer actual simbolizaría
entonces el atletismo de una sexualidad liberada de las obligaciones de la reproducción, en una suerte de
independencia andrógina.
constituiría solamente una puerta de entrada, en algunos casos, a la anorexia o la
bulimia. Basta escuchar a las anoréxicas: nada confirma en ellas, una vez que la
anorexia está instalada, que deseen “estar a la moda”; de hecho, ellas existieron mucho
antes de que la delgadez estuviese de moda. Quienes anhelan ajustarse al ideal de la
delgadez en nuestra sociedad no son las anoréxicas, y la mayoría de las mujeres admira
a las anoréxicas por llevar a cabo con tanta disciplina lo que ellas aspiran: una
subordinación de las necesidades fisiológicas de proporciones ascéticas.
Agreguemos que así como el éxtasis de las religiosas va acompañado de una inmensa
atención al cuerpo doliente del Otro, el ascetismo de la anoréxica muchas veces va a la
par con una gran preocupación por las comidas… de su familia. Esta observación no
debe ir en desmedro de la constatación del fracaso del modelo familiar pretendidamente
explicativo de la bulimia y la anorexia. Los estudios más precisos concluyen en la
marcada heterogeneidad de las familias de las bulímicas y las anoréxicas, lo que debería
dar por tierra con la imagen estereotipada que se da habitualmente de estas familias.
Esto debería también desalentar los enfoques pseudo-holísticos del tipo “neuro-
endocrino-bio-psico-social”. Como si por sumatoria o combinatoria de las partes
pudiera abarcarse o comprenderse el “todo” que constituiría un real que solo se enmarca
por lo que se escamotea.
Los atracones, en cambio, piden por un plus por parte del Otro, son intentos de atrapar
lo que se teme perder, cuando el sujeto parece estar vacío. “Cuando más como menos
hablo, es como si comer no me permitiera pensar”: es dejando correr la palabra y no
alimentando al sujeto con un saber (médico o psicológico) como puede atravesarse la
pantalla que el sujeto pone delante de sí.
A partir de los años `70 se ha impulsado el electroshock como “el método más activo,
seguro, y más capaz de reducir la angustia de comer, debido a su acción central
precisamente sobre la regulación tímica y la conciencia mórbida de las anoréxicas”. La
neurocirugía tampoco se quedó atrás: la lobotomía frontal fue considerada como
“último recurso y esperanza”, a pesar de haber incrementado levemente la tasa de
suicidios.
La anoréxica, por su parte está segura de la incapacidad para comprenderla, así como de
su propia incapacidad para decir. Queda para quien trabaje con ella la dura tarea de
destrabar el deseo de un sujeto encerrado en un malentendido dramático y obsceno, sin
proponerle nada normativo ni objetivable.
Sebastián Waingarten
Fuentes.