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Miguel Murmis nació en Buenos Aires en el ‘33 cuando Argentina iniciaba el proceso de
industrialización que cambiaría su fisonomía. Se recibió de filósofo en la UBA y en 1958 fue uno
de los organizadores de la Carrera de Sociología dirigida por Gino Germani.
Tradujo a Marx, no renunció tras “La noche de los bastones largos” hasta que lo echaron y
enseñó como migrante forzado por Latinoamérica y Canadá. Se dedicó al estudio del desarrollo
agrario y la estructura social en la Argentina, es investigador jubilado del CONICET con sede en
FLACSO, asesor en la Universidad Nacional de General Sarmiento y Doctor Honoris Causa en la
de Quilmes. Colabora con el diputado y compañero de la CTA, Claudio Lozano y milita una vez al
mes, como dice, “apoyando la lucha de los muchachos del INDEC”.
Docente, investigador, escritor, socialista desde pibe, amable, abierto y compañero compartió
con nuestro Periódico una mañana hablando de lo que sabe.
Miguel Murmis y Juan Carlos Portantiero se pusieron a investigar sobre los orígenes del
peronismo durante la década del 60. Desde una visión marxista, uno militaba en el socialismo y
otro en el comunismo, y con los rigores de la ciencia sociológica quisieron averiguar cómo
habían sido los comienzos de un movimiento político que aún sigue tallando en nuestra realidad
nacional.
La investigación tomó forma de un pequeño libro allá por 1971 que se consiguió en las librerías
hasta que el golpe militar lo mandó sacar o fue sigilosamente enterrado en jardines y patios
precavidos. “Hay una película de Fisherman, un director argentino, donde en una escena se
desentierra una caja con libros y arriba de todos aparece el nuestro. Fue como un homenaje”,
dice Murmis.
Hoy ese clásico de la Sociología fue reeditado y como ayer sigue siendo una fuente de consulta
obligada.
Nuestra intención era llegar a captar la estructura de clases en el momento en que nace el
peronismo yendo más allá de ciertos prejuicios que había. Por ejemplo, existía el prejuicio de
que la burguesía del campo estaba en contra de la industrialización, de la sustitución de
importaciones. Otra verdad no comprobada era que hubo un corte importante en la clase obrera
con la llegada del peronismo. Los viejos trabajadores, inmigrantes europeos, veteranos
sindicalistas que militaban en el socialismo, en el comunismo, en el anarquismo por un lado. Por
otro los nuevos obreros de la industrialización, inmigrantes provinciales, criollos, sin experiencia
sindical ni conciencia de clase.
Así se los descalificaba. Se los consideraba personas con poca experiencia industrial, poca
educación, sin participación sindical. Venidos del campo. Nosotros pudimos demostrar que la
mayor parte de la migración hacia el foco industrial de Buenos Aires no era de las provincias
lejanas sino de el interior de Buenos Aires y de Santa Fe. Trabajadores con experiencia en la
industria y técnica agrícola y muchos de ellos con tradición sindical y aún política. Es decir, no
eran provincianos brutos que se dejaron arrastrar por el discurso de Perón o por el populismo.
Fueron trabajadores con prácticas laborales que se sumaron al proceso de industrialización, se
fusionaron con los viejos cuadros sindicales y tuvieron un enorme protagonismo en las nuevas
organizaciones gremiales que se formaron al calor del gobierno de Perón. Tampoco fueron los
más humildes los que migraron. Generalmente el migrante es alguien que tiene un oficio, junta
algunos pesos y se va en busca de un futuro mejor. Pero no son los más pobres, los más
postergados.
Claro pero eso mismo creaba una discusión por aquellos años. El enfoque más nacionalista, más
populista le atribuía virtud a esa supuesta virginidad política de la masa de trabajadores que se
sumaban al desarrollo industrial y al peronismo sin limitaciones doctrinarias. Eso los hacía
dispuestos a hacer cualquier cosa por la revolución. En detrimento de la vieja tradición sindical
que ya llevaba muchos años en la Argentina. Es decir, acentuaban mucho ese corte en la clase
trabajadora entre nuevos y viejos, optando por las virtudes de los nuevos, los que traían el
futuro. La demostración científica de que esto no era tan así trajo cierto desencanto en esos
sectores. Preferían la otra versión.
En Brasil también existía un gobierno popular, el de Getulio Vargas, pero no había una tradición
de organización de los trabajadores ni importantes experiencias sindicales previas. Porque no
había un desarrollo previo de la industria. Fue una experiencia nueva y con nuevos actores sin
experiencia en luchas sociales. En esa experiencia encaja mejor el concepto de populismo que
en el Peronismo.
¿Por qué cree que los investigadores de la historia, de la Sociología no abordan demasiado el
tema de la clase obrera?
Es cierto, hay una especie de disociación del mundo académico y el mundo de los trabajadores.
Pero también tiene que ver con lo que considero una distorsión ideológica. Hasta no hace mucho
se proclamaba que no había más clase trabajadora, se hablaba del fin del trabajo, el fin de la
historia. Eso caló ideológicamente en muchos sectores y no desapareció. A esto se le debe
agregar que hoy las organizaciones sindicales tienen una muy mala imagen con la CGT a la
cabeza. Se tiene la idea que se organizan para robar y no para defender a los trabajadores. En el
ámbito universitario, sin ir más lejos, tanto la izquierda como el oficialismo cuestionan a la
dirigencia sindical. Se habla más de la problemática de los pueblos originarios, que con todo
respeto son solo el 4 % de la población, que de la clase trabajadora en su conjunto que supera el
30 % de los argentinos.
¿Y la CTA?
La experiencia de la CTA creo que contribuye a abrir una puerta al interés de la Universidad por
conocer mejor esa realidad. Porque entendió el corte que las políticas neoliberales le produjeron
a la clase trabajadora argentina. Ya no eran nuevos y viejos trabajadores y sindicalistas. Ahora se
trataba de trabajadores formales, no formales, cuentrapropistas, desocupados, jubilados.
Distintas realidades que no podían tomarse como si fuera una sola. Recuerdo que Germán
Abdala en un discurso dijo algo muy interesante. Señalaba que no había que ver solo al
trabajador tradicional, al obrero de una fábrica, sino que había que abrirse a otras realidades, a
trabajadores que no se habían integrado a la gran estructura económica, a los cuentapropistas, a
los informales, etc. Es decir, el corte en la clase obrera no existía tanto como se suponía en los
orígenes del peronismo sino que fue más un producto de las políticas neoliberales y tiene que
ver con los últimos tiempos en nuestro país. Incluso hoy la universidad se ve más atraída por el
mundo de los trabajadores no formales que por los formales.
¿Haber estudiado los orígenes del peronismo le permitió entender mejor su posterior desarrollo
e incluso su presente?
La explicación final no está porque la cosa se mueve, la historia camina. Pero creo que hay un
elemento muy importante. Cuando nace el peronismo se encuentra con una clase obrera
“disponible”. Es decir, una clase que estaba en formación con trayectoria, con luchas en sus
espaldas, con historia y con reclamos y propuestas que luego toma Perón. Desde el socialismo,
por aquellos años, se vivía una especie de endiosamiento por la clase obrera, los espacios de
formación y cultura, los periódicos. En esos ámbitos se respiraba mística, era una cosa muy
emotiva, muy solidaria. Esa clase obrera ganó protagonismo, se mostró, caminó, consiguió cosas
y eso fue determinante. Después habría que seguir estudiando cómo la dirigencia sindical se
asoció al poder, cómo se comportó durante ese proceso, la poca participación en las decisiones
que tuvo, las características del liderazgo, etc, etc.
¿Y su futuro?
Una vez el “Negro” Portantiero me dijo que podríamos escribir algo así como unos estudios
sobre el final del peronismo. Y yo le respondí que me parecía algo prematuro. El peronismo se
convirtió en un movimiento polimórfico que a veces parece ser el único en condiciones de
gobernar el país. Pero no se puede saber lo que viene. Es un misterio a develar.
La extranjerización de la tierra
Su objeto de estudio abarca también el trabajo y el mundo agrario. ¿Qué le parece el proyecto
de ley del gobierno sobre la extranjerización de la tierra?
No, no toca las tierras de los magnates como los Benetton, Douglas Tomkins, Joe Lewis, Ted
Turner que adquirieron miles de hectáreas ricas en valores ecológicos y ambientales. Tampoco
toca el tema de la concentración, los latifundios, la función que debe cumplir la tierra, su uso
social. Habla de que un 20 % de la tierra de nuestro país está en manos de extranjeros y eso es
muy difícil de comprobar porque no hay controles ni registros. Es un proyecto de ley confuso,
contradictorio, que aún no fue presentado en ninguna Comisión y se supone que no hay interés
en tratarlo por ahora. Forma parte de una falta de política agropecuaria en serio. Me hace
acordar al tema de la soja. Se la cuestiona, se la trata de yuyo pero todas las disposiciones
estatales llevan a que crezca la cosecha de soja en desmedro de otros cultivos.
JORGE M. REVERTE
LUDOLFO PARAMIO
13 MAR 2007
Juan Carlos Portantiero (Buenos Aires, 1934), sociólogo argentino de referencia que estuvo muy
implicado en la política de su país, falleció el pasado 9 de marzo. Tenía 72 años.
Juan Carlos Portantiero fue una referencia central de la sociología argentina con la publicación
en 1971, en colaboración con Miguel Murmis, de Estudios sobre los orígenes del peronismo.
El libro reunía dos ensayos, realizados en el Instituto Di Tella, en los que se intentaba situar en su
contexto histórico, con datos sociológicos, un fenómeno que en la interpretación de Gino
Germani corría el riesgo de ser visto como una anomalía histórica.
La vida de Portantiero no se entiende sin su activo interés por la política como clave del futuro
de una sociedad y a menudo origen de sus problemas.
Fue uno de los fundadores, junto con José (Pancho) Aricó, de la revista Pasado y Presente, que
en su primera fase (1963-1965) representaba una lectura gramsciana de la realidad argentina,
tras la temprana introducción en el país de la obra de Gramsci por Héctor Pablo Agosti, pero
también una ruptura respecto a la ortodoxia de Cuadernos de Cultura, en la que Portantiero y
Aricó habían comenzado a escribir.
En México dirigió la revista Controversia, y fue profesor en la FLACSO, en unos años en los que la
ola de autoritarismo y la hospitalidad del gobierno mexicano hicieron coincidir allí a buena parte
del pensamiento de izquierda y democrático de América Latina.
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Información personal
Educación
Educado en
Información profesional
Empleador
Juan Carlos Portantiero (Buenos Aires, 1934 - 9 de marzo de 2007), sociólogo argentino
especializado en la obra de Antonio Gramsci.
Biografía
Licenciado en Sociología en la Universidad de Buenos Aires, se inclinó por los estudios sobre el
materialismo histórico.
Junto a José María Aricó, Portantiero fue parte en los años setenta de la Revista Pasado y
Presente, la cual introduciría en la Argentina una visión crítica del marxismo, no solamente sobre
los viejos partidos comunistas sino también sobre los nuevos grupos revolucionarios que
emergían en el país a partir del Cordobazo de 1969. Este trabajo de elucidación téorico-
ideológica que llevaron adelante con Pasado y Presente, se apoyó principalmente en el legado
del marxista italiano Antonio Gramsci.
Tuvo que exiliarse en México por las presiones y amenazas recibidas durante la última Dictadura
Militar (1976-1983), donde fundó la revista Controversia.
Fue decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA entre 1990 y 1998 y titular de
"Sociología Sistemática", de la carrera de Sociología. Fue uno de los mayores referentes teóricos
y políticos en los círculos universitarios y trabajó como asesor del expresidente radical Raúl
Alfonsín durante su gobierno (1983-1989), como parte de un equipo de consulta denominado
Grupo Esmeralda. Recibió el Premio Konex de Platino en ciencias políticas en 2006.
Obras
Estudios sobre los orígenes del peronismo (1971) junto a Miguel Murmis