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PRUEBA UNIDAD 1: TRADICIÓN Y CAMBIO

Nombre: Fecha: 27 de mayo de 2019

Profesora: Tamara Rilling Leal Exigencia : 50%


Curso: 4º Año Medio _____ Puntaje Ideal : 32 pts.
Puntaje obtenido:

OBJETIVOS DE APRENDIZAJE
AE 01 Analizar e interpretar textos literarios de carácter reflexivo- argumentativo (ensayos, crónicas de opinión, columnas
de opinión, etcétera) de autores chilenos y latinoamericanos de los siglos XIX y XX.
AE 02 Identificar, definir y comparar las configuraciones (estructuras) típicas o ideales de los textos expositivos-
argumentativos, en particular respecto de las secuencias discursivas que incorporan: narrativa, descriptiva, explicativa,
dialógica y argumentativa.
AE 03 Analizar, interpretar y comparar novelas de anticipación social distópica.

1
Lee los textos que se presentan a continuación  y responde las preguntas relacionadas con cada uno de ellos. Encierra
en un círculo la alternativa correcta (1 punto cada una) y  contesta en el espacio asignado las preguntas de desarrollo
(puntaje de acuerdo a complejidad)

TEXTO Nº 1

Los hijos de la Malinche

1. En nuestro lenguaje diario hay un grupo de palabras prohibidas, secretas, sin contenido claro, y a cuya
mágica ambigüedad confiamos la expresión de las más brutales o sutiles de nuestras emociones y
reacciones. Palabras malditas, que solo pronunciamos en voz alta cuando no somos dueños de nosotros
mismos. Confusamente reflejan nuestra intimidad: las explosiones de nuestra vitalidad las iluminan y las
depresiones de nuestro ánimo las oscurecen. Lenguaje sagrado, como el de los niños, la poesía y las
sectas. Cada letra y cada sílaba están animadas de una vida doble, al mismo tiempo luminosa y oscura,
que nos revela y oculta. Palabras que no dicen nada y dicen todo. Los adolescentes, cuando quieren
presumir de hombres, las pronuncian con voz ronca. Las repiten las señoras, ya para significar su libertad
de espíritu, ya para mostrar la verdad de sus sentimientos. Pues estas palabras son definitivas,
categóricas, a pesar de su ambigüedad y de la facilidad con que varía su significado. Son las malas
palabras, único lenguaje vivo en un mundo de vocablos anémicos. La poesía al alcance de todos.

2. Cada país tiene la suya. En la nuestra, en sus breves y desgarradas, agresivas, chispeantes sílabas,
parecidas a la momentánea luz que arroja el cuchillo cuando se le descarga contra un cuerpo opaco y duro,
se condensan todos nuestros apetitos, nuestras iras, nuestros entusiasmos y los anhelos que pelean en
nuestro fondo, inexpresados. Esa palabra es nuestro santo y seña. Por ella y en ella nos reconocemos
entre extraños y a ella acudimos cada vez que aflora a nuestros labios la condición de nuestro ser.
Conocerla, usarla, arrojándola al aire como un juguete vistoso o haciéndola vibrar como un arma afilada, es
una manera de afirmar nuestra mexicanidad.

3. Toda la angustiosa tensión que nos habita se expresa en una frase que nos viene a la boca cuando la
cólera, la alegría o el entusiasmo nos llevan a exaltar nuestra condición de mexicanos: ¡Viva México, hijos
de la Chingada! Verdadero grito de guerra, cargado de una electricidad particular, esta frase es un reto y
una afirmación, un disparo, dirigido contra un enemigo imaginario, y una explosión en el aire. Nuevamente,
con cierta patética y plástica fatalidad, se presenta la imagen del cohete que sube al cielo, se dispersa en
chispas y cae oscuramente. O la del aullido en que terminan nuestras canciones, y que posee la misma
ambigua resonancia: alegría rencorosa, desgarrada afirmación que se abre el pecho y se consume a sí
misma.

4. Con ese grito, que es de rigor gritar cada 15 de septiembre, aniversario de la Independencia, nos
afirmamos y afirmamos a nuestra patria, frente, contra y a pesar de los demás. ¿Y quiénes son los demás?
Los demás son los "hijos de la chingada”:

los extranjeros, los malos mexicanos, nuestros enemigos, nuestros rivales. En todo caso, los "otros". Esto
es, todos aquellos que no son lo que nosotros somos. Y esos otros no se definen sino en cuanto hijos de
una madre tan indeterminada y vaga como ellos mismos.

5. ¿Quién es la Chingada? Ante todo, es la Madre. No una Madre de carne y hueso, sino una figura mítica.
La Chingada es una de las representaciones mexicanas de la Maternidad, como la Llorona o la "sufrida
madre mexicana" que festejamos el diez de mayo. La Chingada es la madre que ha sufrido, metafórica o
realmente, la acción corrosiva e infamante implícita en el verbo que le da nombre. Vale la pena detenerse
en el significado de esta voz.
6. En la Anarquía del lenguaje en la América Española, Darío Rubio examina el origen de esta palabra y
enumera las significaciones que le prestan casi todos los pueblos hispanoamericanos. Es probable su
procedencia azteca: chingaste es xinachtli (semilla de hortaliza) o xinaxtli (aguamiel fermentado). La voz y
sus derivados se usan, en casi toda América y en algunas regiones de España, asociados a las bebidas,
alcohólicas o no: chingaste son los residuos o heces que quedan en el vaso, en Guatemala y El Salvador;
en Oaxaca llaman chingaditos a los restos del café; en todo México se llama chínguere —o,
significativamente, piquete— al alcohol; en Chile, Perú y Ecuador la chingana es la taberna; en España
chingar equivale a beber mucho, a embriagarse; y en Cuba, un chinguirito es un trago de alcohol.

7. Chingar también implica la idea de fracaso. En Chile y Argentina se chinga un petardo, "cuando no
revienta, se frustra o sale fallido". Y las empresas que fracasan, las fiestas que se aguan, las acciones que
no llegan a su término, se chingan. En Colombia, chingarse es llevarse un chasco. En el Plata un vestido
desgarrado en un vestido chingado. En casi todas partes chingarse es salir burlado, fracasar. Chingar,
asimismo, se emplea en algunas partes de Sudamérica como sinónimo de molestar, zaherir, burlar. Es un
verbo agresivo, como puede verse por todas estas significaciones: descolar a los animales, incitar o hurgar
a los gallos, chunguear, chasquear, perjudicar, echar a perder, frustrar. (...)

8. La palabra chingar, con todas estas múltiples significaciones, define gran parte de nuestra vida y califica
nuestras relaciones con el resto de nuestros amigos y compatriotas. Para el mexicano la vida es una
posibilidad de chingar o de ser chingado. Es decir, de humillar, castigar y ofender. O a la inversa. Esta
concepción de la vida social como combate engendra fatalmente la división de la sociedad en fuertes y
débiles.

Paz, O. (1998). En El laberinto de la soledad. México: Fondo de Cultura Económica. (Fragmento).

1. ¿Cuál es el tema del fragmento leído?

A) El origen de la palabra “chingar”.
B) El uso de malas palabras en México.
C) La identidad mexicana expresada en “chingar”.
D) La expresión de lo mexicano en las malas palabras.

2. ¿Qué relación ve Octavio Paz entre la expresión “chingada” y el carácter mexicano?

A) Representa la dualidad del mexicano.
B) Expresa la alegría de sentirse mexicano.
C) Simboliza el carácter violento del mexicano.
D) Describe la actitud del mexicano frente a otros.

3. ¿Qué reprexión valórica se infiere del fragmento?

A) Los mexicanos se definen por: ofender o ser ofendidos.
B) Los mexicanos buscan ofender al resto. 
C) Los mexicanos son hijos de una madre débil.
D) Los mexicanos están marcados por la violencia.

4. De acuerdo a su tipo, ¿qué diferencia a los siguientes argumentos del texto leído?

Argumento 1: “¿Quién es la Chingada? Ante todo, es la Madre. No una Madre de carne y hueso, sino una figura
mítica. La Chingada es una de las representaciones mexicanas de la Maternidad. La Chingada es la madre que ha
sufrido, metafórica o realmente, la acción corrosiva e infamante implícita en el verbo que le da nombre…”
Argumento 2: “En la Anarquía del lenguaje en la América Española, Darío Rubio examina el origen de esta palabra y
enumera las significaciones que le prestan casi todos los pueblos hispanoamericanos…”

A) El argumento 1 se refiere a chingada como metáfora, el argumento 2 indaga sobre significados del término.
B) El argumento 1 define el concepto, el argumento 2 recurre a una cita académica de Darío Rubio.
C) El argumento 1 relaciona a chingada con la madre, el argumento 2 refuerza el significado de chingada.
D) El argumento 1 se refiere a chingada, el argumento 2 trata las definiciones de la palabra.

5. ¿Cuál de las siguientes alternativas representa un posible contraargumento a lo planteado por Octavio Paz? 

A) El uso de malas palabras distingue a un pueblo de otro.
B) El carácter mexicano está cruzado por la expresión “chingada”
C) La identidad mexicana es más elementos que una sola palabra.
D) Los mexicanos identifican la chingada con la madre dolorosa y ultrajada.

6. ¿Cuál es la opinión que defiende Paz en el fragmento?

A) Los mexicanos son “hijos de la chingada”.
B) La “chingada” representa la identidad del mexicano.
C) Los mexicanos se identifican con las malas palabras.
D) Los mexicanos están marcados por un pasado violento.

7. El siglo XIX fue la época de las independencias de repúblicas americanas. Durante la primera mitad del siglo XX,
estas intentan consolidarse como estados nacionales y la pregunta por qué significa pertenecer a estos estados se
expresa en el arte, la literatura y el cine.

¿Qué relación tiene el contexto histórico descrito con el tema del ensayo de Octavio Paz? Explica brevemente
(3 Puntos)

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8. ¿Por qué el siguiente fragmento presenta una secuencia explicativa?

“Chingar también implica la idea de fracaso. En Chile y Argentina se chinga un petardo, "cuando no revienta, se frustra o
sale fallido". Y las empresas que fracasan, las fiestas que se aguan, las acciones que no llegan a su término, se chingan. En
Colombia, chingarse es llevarse un chasco”.

A) Porque relaciona chingar con la idea de fracaso.
B) Porque entrega la visión del autor sobre chingar.
C) Porque describe que ocurre cuando algo se chinga.
D) Porque entrega información sobre significados de chingar.

9. ¿Qué característica de un texto argumentativo presenta el fragmento?

A) Entrega diversos significados de la palabra “chingar” y la relaciona con los mexicanos.
B) Describe las conductas de los mexicanos que permiten catalogarlos como “hijos de la chingada”.
C) Presenta un punto de vista sobre la identidad de los mexicanos y su relación con la palabra “chingar”.
D) Comenta que las palabras prohibidas expresan lo más íntimo o escondido de los seres humanos.

10. ¿Qué secuencia discursiva está presente en el primer párrafo?

A) Argumentativa.
B) Explicativa.
C) Narrativa.
D) Descriptiva.

11. Textualmente, ¿qué diferencia a los párrafos 4 y 6 del texto leído?

A) El 4 describe que es la chingada y el 6 la define sus significados.


B) El 4 presenta una secuencia argumentativa y el 6 explicativa.
C) El 4 presenta una secuencia narrativa y el 6 descriptiva.
D) El 4 relata lo que ocurre el 15 de septiembre y el 6 expone información.

12. ¿Qué relación establecen los párrafos 1 y 2 con la opinión sostenida en el texto?

A) Los párrafos 1 y 2 explican el uso de malas palabras en diferentes países y en México.
B) Los párrafos 1 y 2 introducen el tema de las malas palabras en general para luego puntualizar en México.
C) Los párrafos 1 y 2 argumentan a favor del uso de malas palabras como expresiones de lo prohibido.
D) Los párrafos 1 y 2 respaldan la relación entre las malas palabras y la expresión de la identidad

13. ¿Qué alternativa sintetiza mejor la idea central del párrafo 3?

A) La frase expresa toda la tensión que habita en el interior de un mexicano.


B) La expresión “hijos de la chingada” brota cuando la alegría o la cólera afloran.
C) La expresión se asocia a la imagen de un cohete que cae abruptamente.
D) La expresión “hijos de la chingada” concentra toda la ambivalencia del mexicano.

14. ¿Qué alternativa sintetiza un argumento utilizado por Paz para sostener su opinión?

A) Chingar es una palabra común en casi todos los pueblos hispanoamericanos.
B) Chingada representa a la madre mítica de los mexicanos despojada, vejada.
C) Chingar es la palabra prohibida preferida del pueblo mexicano.
D) La palabra “chingaste” se ocupa en casi toda América asociada a bebidas alcohólicas.

15. ¿Por qué se destaca la asociación de “chingar” con la idea de fracaso?

A) Porque se afirma que los mexicanos son fracasados.
B) Porque es un rasgo del mexicano que la palabra representa.
C) Porque se trata de un uso que los mexicanos dan a chingar.
D) Porque el fracaso es parte del tema tratado en el fragmento.

TEXTO Nº 2

1984

Era un luminoso día de abril y los relojes daban las trece. Con el mentón hundido en el pecho tratando de
esquivar el viento, Winston Smith se deslizó rápidamente por entre las puertas de vidrio de los edificios de
la Victoria, aunque no pudo evitar que una ráfaga polvorienta se colara con él.

La entrada olía a repollo cocido y a trapos viejos. Al fondo, un cartel en colores pegado a la pared,
demasiado grande para un interior, mostraba un enorme rostro de más de un metro de ancho: el rostro de
un hombre de unos 45 años, con un gran mostacho y facciones duramente atractivas. Winston fue hacia las
escaleras.

Era inútil esperar el ascensor. Aun en los mejores tiempos funcionaba rara vez y, ahora, había corte de luz
durante el día como parte de las restricciones previas a la Semana del Odio. El departamento estaba en el
séptimo piso. Sus 39 años y una úlcera de várices en el tobillo derecho lo hicieron subir lentamente,
descansando varias veces en el camino. En cada piso, frente a la puerta del ascensor, el enorme rostro
miraba desde la pared. Era uno de esos cuadros diseñados de tal manera que los ojos te siguen
dondequiera que estés.

EL GRAN HERMANO TE VIGILA, decía.

Dentro del departamento, una voz melosa leía cifras que algo tenían que ver con la producción de lingotes
de hierro. La voz salía de una placa rectangular de metal similar a un espejo opaco, incorporado en la
pared lateral. Winston se acercó a la ventana: la pequeñez de su figura, frágil y delgada, era más notoria
por el overol azul, uniforme del Partido. Su pelo era muy claro, la cara rojiza, la piel áspera por culpa del
jabón barato, las hojas de afeitar gastadas y el frío del invierno que terminaba.

Afuera, incluso a través de los ventanales, el mundo se veía frío. Abajo, en la calle, pequeñas ráfagas de
viento levantaban torbellinos de polvo y espirales de pedazos de papel y, aunque el sol brillaba en el cielo
rigurosamente azul, todo parecía ausente de color, salvo los carteles pegados en todas partes. El rostro del
mostacho negro miraba desde todas las esquinas importantes. Había uno en la casa del frente. EL GRAN
HERMANO TE VIGILA, decían las letras, mientras los ojos oscuros miraban fijamente los de Winston. Otro
cartel a nivel de la calle, roto en una punta, flameaba con el viento, cubriendo y descubriendo la palabra
INGSOC. A lo lejos, un helicóptero rozó los tejados, quedó suspendido por un instante, y se alejó en un
vuelo curvo. Era la patrulla policial, husmeando a través de las ventanas. Poco importaba, sin embargo: la
Policía del Pensamiento era lo único realmente importante.

Detrás de Winston, la voz de la telepantalla aún murmuraba datos sobre el hierro y la consecución del
noveno Plan Trienal. La telepantalla recibía y transmitía simultáneamente: cualquier sonido que Winston
emitiera por encima de un leve susurro, era captado por ella. Más aún, mientras permaneciera dentro del
radio visual de la placa metálica, podía ser visto además de oído. No había forma alguna de saber si te
estaban observando. La frecuencia o el plan con que la Policía del Pensamiento intervenía cada línea
privada constituía una incógnita. Hasta se podía conjeturar que todos eran observados a la vez. En todo
caso estaba claro que podía interferir tu privacidad cuando quisiera. Tenías que vivir —y en esto el hábito
se convertía en instinto— suponiendo que cualquier sonido tuyo sería escuchado por alguien, y que, salvo
en la oscuridad, todos tus movimientos serían escrutados. Winston se mantuvo de espaldas a la
telepantalla. Era más seguro; pero —él lo sabía bien— hasta una espalda podía ser reveladora. A un
kilómetro de distancia el Ministerio de la Verdad, donde trabajaba Winston, se levantaba vasto y blanco
sobre el sucio paisaje. Esto, pensó con una vaga sensación de disgusto, esto es Londres, capital de la
Aerofranja Uno, la tercera provincia más poblada de Oceanía. Intentó rescatar de su memoria recuerdos
infantiles que le dijeran si Londres fue siempre así. ¿Siempre hubo estos paisajes de casas del siglo XIX
pudriéndose, de murallas sujetas con tablas, de ventanas tapadas con cartón, de techos parchados con
planchas de zinc y de viejas paredes de jardín doblegadas? ¿Y esos lugares bombardeados, con restos de
yeso revoloteando en el aire y maleza desparramada, entre los escombros? ¿Y los lugares donde las
bombas abrieron claros y surgieron sórdidas colonias de chozas de madera que parecían gallineros? Pero
era inútil, no podía recordar: nada le quedaba de su infancia, excepto una serie de cuadros iluminados y
vacíos, sin causas ni orígenes precisos, ininteligibles.

Orwell, G. (2005). 1984. Santiago: Ediciones Cerro Manquehue. Traducción de Samuel Silva. (Fragmento).

16. ¿Qué rasgo distópico presenta el fragmento leído?

A) Un futuro con un sistema político opresor.


B) Un futuro ambientado en Londres destruido.
C) Un futuro donde la tecnología está en todos lados.
D) Un futuro con personajes aislados e incomunicados.

17. ¿Qué rasgos caracterizan al personaje de Winston Smith?

A) Hombre que presenta nostalgia por su niñez.
B) Hombre cansado por su trabajo en el ministerio.
C) Hombre de mediana edad, flaco y de baja estatura.
D) Hombre acostumbrado al sistema de vigilancia.

18. ¿Qué opción sintetiza el tema presentado en el fragmento?
A)
B)
C)
D)

19. ¿Cuál es la finalidad de las telepantallas en las habitaciones?
A)
B)
C)
D)
20. ¿Qué relación tiene el aprendizaje de Winston sobre las espaldas y la distopía presentada?
A)
B)
C)
D)

21. ¿Cómo indicen en la trama los rasgos distópicos presentados en el texto?
A)
B)
C)
D)

22. ¿Cómo se describe el ambiente en el fragmento?
A)
B)
C)
D)

23. Escribe un breve comentario sobre la crítica política que presenta el fragmento de 1984. Para esto puedes utilizar la
información presentada en el siguiente párrafo. (3 puntos)

George Orwell es el seudónimo de Eric Blair (1903-1950), escritor y periodista británico involucrado en la lucha contra los
poderes políticos totalitarios durante y después de la Segunda Guerra Mundial. Este interés se refleja en sus obras, donde
denuncia y critica el control y la restricción de libertades que sufren los individuos.

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TEXTO Nº 3

¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?

En un ruinoso edificio, vacío y gigantesco, que en su día había alojado a miles, un solitario aparato de
televisión pregonaba sus mercancías en un salón deshabitado.

Esa ruina sin dueño había sido bien cuidada y mantenida antes de la Guerra Mundial Terminal. Allí estaban
antes los suburbios de San Francisco, a muy poco tiempo por el monorriel rápido. Toda la península
parloteaba como un árbol lleno de pájaros, de vida, de quejas y opiniones; pero los cuidadosos propietarios
habían muerto ya o emigrado a un mundo colonia. Especialmente lo primero. Había sido una guerra
costosa a pesar de las valientes predicciones del Pentágono y de su presumida criada científica, la Rand
Corporation, que en efecto había tenido su sede cerca de ese lugar. Como los propietarios de los edificios,
la corporación se había marchado, evidentemente para siempre. Nadie extrañaba su ausencia.
Además, nadie recordaba hoy por qué había estallado la guerra, ni quién —si alguien— había ganado. El
polvo que había contaminado la mayor parte de la superficie del planeta no se había originado en ningún
país particular, y nadie lo había previsto, ni siquiera el enemigo durante la guerra. Primero habían muerto —
era extraño— los búhos. Eso había parecido entonces casi divertido: esas aves gruesas, plumosas,
blancas, caídas en los parques y las calles... Como no aparecían antes del crepúsculo, y así había ocurrido
cuando vivían, los búhos pasaron inadvertidos.

Del mismo modo se manifestaron las plagas medievales. Muchas ratas muertas. Sin embargo, esa plaga
había descendido desde lo alto. Y después de los búhos, por supuesto, todas las demás aves; pero para
ese momento el misterio ya había sido comprendido. Antes de la guerra había un pequeño programa de
colonización; ahora que el sol había dejado de brillar sobre la Tierra, la colonización entraba en una nueva
fase. Y en relación con ella, un arma de guerra se modificó: el Luchador Sintético por la Libertad. El robot
humanoide —o, expresado con propiedad, el androide orgánico—, capaz de funcionar en un mundo
extraño, se convirtió en la máquina esencial del programa de colonización. Según las leyes de la ONU todo
emigrante debía recibir un androide civil a su elección; y en 1990 la variedad de androides civiles excedía
todo lo imaginable, como había ocurrido con los coches americanos en la década de 1960.

Ese había sido el incentivo básico de la emigración. El androide era la zanahoria, y la lluvia radiactiva el
látigo. La ONU hizo que emigrar fuera fácil, y difícil —cuando no imposible— quedarse. Permanecer en la
Tierra significaba la posibilidad de ser clasificado en cualquier momento como biológicamente inaceptable,
una amenaza contra la herencia prístina de la estirpe humana. Una vez calificado especial, un ciudadano
quedaba, aunque aceptara la esterilización, al margen de la historia. Cesaba de pertenecer a la humanidad.
Y sin embargo, aquí y allá había personas que se negaban a emigrar: eso constituía una irracionalidad
sorprendente incluso para los propios interesados. Lógicamente, todos los normales tenían que haber
emigrado ya. Quizás, a pesar de su deformación, la Tierra seguía siendo familiar e interesante. O quizá
quienes permanecían imaginaban que la nube de polvo terminaría por caer. De todos modos, miles de
personas se habían quedado, agrupadas en su mayoría en zonas urbanas donde podían verse físicamente,
y animarse mutuamente con su presencia. Estos parecían relativamente cuerdos; pero además —una
dudosa adición— había en los suburbios, virtualmente abandonados, seres ocasionales y peculiares.

Uno de ellos era John Isidore, que se afeitaba en el cuarto de baño mientras la televisión se quejaba en el
living. Simplemente había vagabundeado hasta ahí en los días que siguieron a la guerra. En esa
infortunada época nadie sabía, realmente, qué estaba haciendo. La gente desquiciada por la guerra,
errante, se establecía primero en una región y luego en otra. En ese momento la lluvia de polvo era
esporádica y variable; algunos estados se habían visto casi libres de ella, y otros habían quedado
saturados. La población desplazada se movía con el polvo. La península, al sur de San Francisco, había
estado inicialmente limpia de polvo; y mucha gente se había instalado allí. Cuando el polvo llegó, algunos
murieron y otros se marcharon. J. R. Isidore se quedó.

Dick, P. (1997). ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? Madrid: Edhasa. (Fragmento).

24. ¿Cuál es el tema del fragmento?
A)
B)
C)
D)

25. ¿Qué característica distópica presenta el fragmento?
A)
B)
C)
D)

26. ¿Cómo afectan la conducta de los personajes en los rasgos distópicos de la novela?
A)
B)
C)
D)

27. ¿Qué rol cumplen los androides en el fragmento?
A)
B)
C)
D)

28. ¿Qué crítica a la sociedad se infiere de la distopía propuesta en el fragmento leído?
A)
B)
C)
D)

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