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Michael Oakeshott **
II
Comúnmente se piensa que esta actitud conservadora está
profundamente arraigada en lo que se llama la "naturaleza
humana". El cambio es cansador, la innovación requiere de
esfuerzo, y los seres humanos (se dice) tienden más al ocio que
a la actividad. Si han encontrado una forma suficientemente
satisfactoria de salir adelante, no están dispuestos a buscarse
problemas. Por naturaleza, son aprensivos con respecto a lo
desconocido y prefieren la seguridad al peligro. Son innovadores
reticentes y aceptan el cambio no porque les guste, sino (tal
como dice La Rochefoucauld, que se acepta la muerte) porque es
inevitable. El cambio produce más tristeza que alegría: el cielo
es el sueño de un mundo tanto inmutable como perfecto. Lógi-
camente, quienes interpretan "la naturaleza humana" de esta
forma están de acuerdo en que esta actitud no es única; sim-
plemente sostienen que es extremadamente fuerte, tal vez la
más fuerte de todas las inclinaciones humanas. Y hasta donde
llega, hay algo que decir a favor de esta creencia: las circuns-
tancias humanas serían seguramente muy diferentes de lo que
son si no existiera un gran ingrediente de conservatismo en
las preferencias humanas. Se dice que los pueblos primitivos
se adhieren a lo que les es familiar y se oponen al cambio; la
mitología antigua está llena de advertencias en cuanto a la in-
novación; nuestro folklore y su proverbial sabiduría acerca de
la conducta de vida abundan en preceptos conservadores; en
fin, cuántas lágrimas derraman los niños para adaptarse de
mala gana al cambio. En efecto, la actitud conservadora tiende
a prevalecer donde se ha logrado una identidad firme y donde
ésta es pobremente contrarrestada. Por otra parte, la actitud
de los adolescentes es con frecuencia y principalmente aven-
turera y experimental: cuando somos jóvenes, no hay nada que
nos parezca más atractivo que correr riesgos: pas de risque, pas
de plaisir *. Y mientras algunos pueblos parecen haber evitado
exitosamente el cambio por largo tiempo, la historia de otros
muestra períodos de intensa e intrépida innovación. En efecto,
*
Falta de riesgo, falta de placer.
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III
IV
En consecuencia, el conservatismo político no es en abso-
luto incomprensible en un pueblo de inclinación aventurera y
emprendedora, en un pueblo que gusta del cambio y que tiende
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