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(COORDINADORA)
Problemas de
enseñanza de la
lengua y la literatura
Maite Alvarado
(coordinadora)
Marina Cortés, María del Pilar
Gaspar; Laiza Otañi, Jacobo
Setton, Adriana Silvestri
CAPÍTULO I
LALECTURAYLAESCRITURA
Introducción
Los miembros de una cultura con escritura, y en particular los que he-
mos sido alfabetizados, hemos incorporado la escritura a nuestras vidas hasta
tal punto que nos resulta natural. Del mismo modo, consideramos que la
escritura y la lectura son bienes culturales a los que todos los seres humanos
deberían acceder. Esta convicción ha alentado desde un principio las
campañas de alfabetización que organismos internacionales como la Unesco
llevan a cabo en distintos lugares del mundo. No obstante, lingüistas como
Louis-Jean Calvet han llamado la atención sobre los procesos de
aculturación que se generan en culturas de tradición oral a causa de la im-
portación de sistemas de escritura y de materiales escritos foráneos y han
cuestionado la ideología civilizatoria y etnocentrista que impulsa esas ac-
ciones. Es más, para muchos antropólogos, como Claude Lévi-Strauss, la
escritura, más que una herramienta de desarrollo cultural, ha sido una he-
rramienta de dominación y control de unos hombres sobre otros, ya que,
durante la mayor parte de su historia, la inmensa mayoría de la humanidad
no sabía escribir y los pocos que dominaban esta técnica impusieron su
visión del mundo a los demás. Para sostener su posición, Lévi-Strauss pone
como ejemplo el hecho de que la revolución más importante que se ha dado
en la historia, el pasaje del nomadismo al sedentarismo, se hizo sin el auxilio
de la escritura.
Si queremos correlacionar la aparición de la escritura con otras características de
la civilización, debemos buscar en otra parte. Uno de los fenómenos invariable-
mente presentes es la formación de ciudades e imperios: la integración en un sis-
tema político, es decir, de un considerable número de individuos, y la
distribución de esos individuos en una jerarquía de castas y clases... Parece favo-
recer la explotación y no el esclarecimiento de la humanidad. Esta explotación
hizo posible reunir a los trabajadores por millares y fijarles tareas que los agobia-
ron hasta los límites de su fuerza. Si mi hipótesis es correcta, la función prima-ria
de la escritura, como medio de comunicación, es facilitar la esclavitud de otros
seres humanos. El uso de la escritura con fines desinteresados, y con vistas a
satisfacer el espíritu en el campo de las ciencias y las artes, es un resultado se-
cundario de su invención (y tal vez no sea sino una manera de reforzar, justifi-
carlo disimular su función primaria).'
' Lévi-Strauss, Claude. Tristes Trópicos, Buenos Aires, Eudeba, 1973. "Lección de
escritura".
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Para que la escritura amplíe sus funciones más allá de las administrati-
vas y contables, habrá que esperar varios siglos. En el Fedro (siglo V antes
de Cristo), Platón expresa sus recelos frente a la escritura:
"¡Oh, rey!, le dijo Teut, esta invención hará a los egipcios más
sabios y servi-rá a su memoria; he descubierto un remedio contra la
dificultad de aprender y retener. Ingenioso Teut, respondió el rey, el
genio que inventa las artes no está en el caso de la sabiduría que
aprecia las ventajas y las desventajas que deben re-sultar de su
aplicación. Padre de la escritura y entusiasmado con tu invención, le
atribuyes todo lo contrario de sus efectos verdaderos. Ella no
producirá sino el olvido en las almas de los que la conozcan, haciéndoles
despreciar la memoria; fiados en este auxilio extraño abandonarán a caracteres
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Si bien los griegos habían adoptado la escritura hacía ya varios siglos, toda-vía
no la habían desarrollado como herramienta intelectual; en este sentido, la
cultura griega seguía siendo dominantemente oral. Para las culturas orales, la
conservación de las tradiciones, los conocimientos, la historia, descansa en la
capacidad biológica de memorizar, lo que explicaría, por lo menos en parte, la
desconfianza de Platón frente a este invento, que reem-plaza, en gran medida,
a la memoria. En Oralidady escritura, Walter Ong compara los reparos de
Platón con los que se hacían años atrás a la calcu-ladora de bolsillo o a la
computadora.
latos del pasado, este recurso permitiría la diferenciación entre mito e historia;
cuando se aplica a argumentos permitiría la diferenciación entre la retórica y la
lógica; cuando se aplica a la natuialeza permitiría la diferenciación entre ciencia
y magia. La escritura, según estos autores, conserva los enunciados y, por tanto,
los abre a la indagación crítica. De este modo, pueden explicarse los espectacu-
lares cambios que ocurrieron en la Grecia clásica después de la invención de la
escritura alfabética alrededot del 750 a.C. (Olson, 1998).
1
Véase Chartier, Roger, "Lecturas y lectores 'populares' desde el Renacimiento hasta la época
clásica.
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Distinguía entre tres categorías de personas y de lecturas. Los nobles y los hidal-gos podían
no solo leer, sino mandar leer en voz alta las Escrituras en inglés pa-ra sí y para todos los que
vivían bajo su techo. Bastaba con la presencia de un miembro de la nobleza para autorizar el
libre acceso a las Escrituras. Y en el otro extremo de la escala social, estaba totalmente
prohibida la lectura de la Biblia en inglés a "mujeres, artesanos, aprendices y oficiales al
servicio de personas de un rango igual o inferior al de los pequeños propietarios, los
agricultores o los peones". Quienes se situaban entre ambas categorías -de hecho, los
burgueses—, así como las mujeres nobles, "podían leer para sí y para nadie más todo texto de
la Biblia y del Nuevo Testamento". O sea que esa categoría intermedia tenía la su-ficiente
competencia como para no descarriarse, pero carecía de autoridad para imponerse a sus
allegados. (Jean-Francois Gilmont, "Reformas protestantes y lectuta", en Cavallo-Chartier,
1998: 342).
Las modificaciones que sufrió el soporte material del texto esctito a lo largo de la
Edad Media en los monasterios estuvieron acompañadas a su vez por una notable
simplificación de la caligrafía. La costumbre de introducir notas o comentarios en los
márgenes de los códices modificó la forma de las letras, creándose así una escritura
que "permitía escribir con soltura y rapidez tanto sobre pergamino como sobre papel"
(Cavallo-Chartier, 1998: 203). A su vez, al dejar de dictar sus textos a otros, los
autores establecieron una relación diferente con sus manuscritos: en soledad,
pudieron volver sobre el escrito, corregirlo, eliminar redundancias, hacer añadidos. Al
desaparecer la mediación de la voz, el autor entabla una relación más ínti-ma con el
texto, lo que favorece el proceso de composición. De esta mane-ra, escribir pierde su
significado de copiar para asimilarse a componer.
Escribir en gótica cursiva informal sobre folios y cuadernillos reunidos sin normas rígidas
hacía el aero físico de escribir menos laborioso y más compatible con la actividad intelectual.
En las miniaturas del siglo XIV, los autores que escribían textos adoptando la nueva cursiva
eran representados en posiciones más relaja-das. El soporte, ya fuese pergamino o papel (que
se adaptaba mejor a la escritura), se sujetaba habitualmente con la mano, a la manera
moderna. El autor representado en las miniaturas, solo en su estudio o a veces en un
escenario pastoral idílico, empleando la gótica cursiva, se libraba al mismo tiempo de la fati-
ga de escribir y de la dependencia de los copistas. La nueva simplicidad de la escritura dio al
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Me parece que cuando el sistema escolar juega el rol que juega en nuestras sociedades, es
decir cuando es la vía principal o exclusiva de acceso a la lectura y la lectura se hace
accesible a casi todo el mundo, se produce un efecto inesperado. Lo que me asombra en
los testimonios de autodidactas que hemos entrevistado es que dan testimonio de una
suerte de necesidad de leer que en cierta medida la escuela destruye para crear otra. Hay un
efecto de erradicación de la necesidad de leer como necesidad de informarse, la que toma
al libro como deposita-rio de secretos, de secretos mágicos, climáticos (como el almanaque
para prever el tiempo), biológicos, educativos, etc., que tiene al libro como guía de vida,
como un texto al que se demanda el arte de vivir, cuyo modelo sería el libro por
excelencia, la Biblia. Creo que el sistema escolar tiene ese efecto paradojal de de-senraizar
esta expectativa de profecía, en el sentido weberiano de respuesta sistemática a todos los
problemas de la existencia. El sistema escolar desalienta esta expectativa y al mismo
tiempo destruye una cierta forma de leer. Pienso que uno de los efectos del contacto
medio con la literatura alta es el de destruir la experiencia popular y dejar a la gente
formidablemente desprotegida, es decir, entre dos culturas, entre una cultura original
abolida y una cultura alta que se ha fre-cuentado lo suficiente para no poder hablar más de
la lluvia ni del buen tiempo, para saber lo que no hay que decir, pero sin tener nada más
que decir (Pierre Bourdieu y Roger Chartier, 1985: 227-228).
Nuevos desafíos
6 Véase en Clarín, de junio de 1993: el reportaje “En Letras, la mitad de los alumnos no sabe
escribir” y las opiniones de Aníbal Ford, “¿Ya nadie sabe escribir?”, y de Beatriz Sarlo, “La solución
no es pedagógica”.
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El proceso de composición
Pero, a diferencia del modelo retórico, que dividía el proceso en etapas (pri-
mero la invención, luego la disposición y finalmente la elocución), los enfo-
ques cognitivos de la composición insisten en que no se trata de un proceso
lineal, en el que primero se piensa lo que se va a decir, luego se lo ordena y
por fin se corrige. Por el contrario, se trata de un proceso recursivo, lo que
significa que tanto la planificación como la revisión se realizan tantas veces
cuantas sea necesario e interrumpen la redacción en cualquier momento.
Esta caracterización del proceso de escribir tiene algunas implicancias
importantes para la didáctica específica. Por una parte, se pone en duda el
valor de la planificación previa como proceso obligatorio. Los mismos in-
vestigadores afirman que existen estilos personales en cuanto a la manera de
encarar la escritura y que así como algunos escritores planifican minu-
ciosamente el texto que van a producir, en algunos casos partiendo de apuntes
y esquemas e incluso generando numerosos borradores, otros es- critores, por
el contrario, jamás planifican con antelación y más bien se de- jan llevar por la
propia escritura, que los orienta a medida que avanzan. Del mismo modo,
existen escritores que eligen cuidadosamente cada palabra que estampan en el
papel o la pantalla y no avanzan hasta no estar absolu- tamente conformes con
la frase escrita, y existen escritores que escriben de un tirón y dejan para un
momento posterior de revisión el cuidado del es- tilo. Estas modalidades
personales pueden revestir características más o me- nos obsesivas según los
casos. Es conocida la compulsión de Flaubert a corregir sus frases
incansablemente, labor que le insumía noches enteras (“Mi trabajo anda
lentamente; a veces sufro verdaderas torturas para escri- bir la frase más
simple”). También es famoso el caso de Edgar Alian Poe, quien ha dejado
escritos en los que se revela la importancia que tenía para él la planificación:
“Resulta clarísimo que todo plan o argumento merece dor de ese nombre
debe ser desarrollado hasta su desenlace antes de co- menzar a escribir en
detalle”. Como contrapartida, movimientos literarios como el surrealismo
hicieron de la espontaneidad y la falta de planificación y revisión una estética:
“Escriban rápido, sin tema preconcebido, escriban lo suficientemente rápido
para no tener que frenarse y no tener la tenta- ción de leer lo escrito. La
primera frase se les ocurrirá por sí misma, ya que cada segundo que pasa hay
una frase que desea salir” (Bretón, 1924).
No hay que olvidar, además, que las circunstancias externas.en las que el
texto se produce y las. características del género en el que se encuadra in-
ciden en la mayor o menor presencia de la planificación. No es lo mismo
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Creatividad y conocimiento
La comprensión lectora
Recursos mentales:
El proceso de comprensión
Lector
Situación Texto
El conocimiento previo
Pedro leyó atentamente el menú y eligió un plato de pescado. Pronto tuvo fren te a
él una abundante porción de atún. Lo probó y llamó nuevamente al mozo para que le
alcanzara la sal.
Niveles de comprensión
Además del nivel de superficie y el de la base del texto, existe otro nivel
que implica mayor profundidad en la comprensión: el modelo de situación. Este
modelo incluye la información proporcionada por la base del texto y la
integra con conocimiento previo que el lector posee sobre el tema u otros
relacionados con él. A diferencia de los niveles anteriores, sólo puede
construirse con un conocimiento previo muy abundante, que excede las
necesidades de la base.
Como resultado de esta operación, tanto la información del texto como
el conocimiento previo se ven modificados: el texto se enriquece con el
aporte de nueva información y también el conocimiento previo se reestruc-
tura al incorporar la información del texto. Obsérvese el siguiente ejemplo,
extraído de un texto de divulgación científica.
En 1909 el químico americano Le¡o Baekeland descubrió que el fenol y el
formaldehido, combinados bajo presión y temperatura, producían un material versátil
que fue denominado bakelita en honor a su inventor.
Referencias bibliográficas