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TECNOLOGÍA

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Investigadores de EE UU proponen un método de análisis de 'big data'


útil para establecer prioridades en la conservación de especies
vegetales en riesgo de extinción y cuyo estado se desconoce
FRANCESCO RODELLA

5 DIC 2018 - 10:44 CET

Las plantas tienen un papel de


protagonista en el escenario del
ecosistema terrestre. Pero los seres
humanos ignoramos a menudo el estado
de conservación de miles de ellas. La Lista
Roja de la Unión Internacional para la
Conservación de la Naturaleza (UICN), la
principal institución mundial en este
campo, recoge tan solo una mínima parte
de las especies vegetales que se
encuentran potencialmente en peligro de
extinción. Para llenar este agujero de
conocimiento, la comunidad científica
pide socorro a las nuevas tecnologías.

Un grupo de investigadores de EE UU ha
'Aloe erinacea', una de las plantas eln peligro
según la lista de la UICN. publicado este lunes en la revista PNAS un
método basado en el análisis de grandes
bases de datos capaz de detectar la situación de conservación de hasta 150.000
plantas. Entre ellas, esta inteligencia artificial identifica unas 15.000 que se pueden
considerar amenazadas según los criterios de la UICN. Los expertos consultados
consideran el machine learning como una herramienta de apoyo útil para armar
estrategias eficaces de conservación de la biodiversidad.

“Uno de los principales problemas en encontrar las especies amenazadas es la


disponibilidad de recursos humanos y monetarios”, afirma Anahí Espíndola,
investigadora de la Universidad de Maryland y coautora del estudio. “Las
evaluaciones de la UICN requieren que cada especie evaluada sea analizada
individualmente desde distintos puntos de vista, como el tamaño de poblaciones,
la diversidad genética o el rango de distribución”, agrega.

Espíndola explica que, por eso, las zonas del mundo con un acceso escaso a fondos
destinados a este tipo de investigación o con una tradición científica en este
campo poco arraigada “quedan relegadas”. Otra sesgo puede depender de qué
especies se consideran “atractivas o no atractivas”, asegura la investigadora. “Es
más fácil comunicar la necesidad de evaluar y luego proteger especies con las que
como humanos nos podemos sentir relacionados, como otros mamíferos o
reptiles, anfibios y aves, ya sea porque nos parecen bonitos o porque nos sentimos
reflejados en sus estilos de vida”, comenta.

Big data para detectar el peligro de extinción


La inteligencia artificial puede ser una herramienta potente para reducir este
desconocimiento, asegura el estudio. “Nuestro método trata de predecir la
probabilidad de que una especie esté o no en peligro usando datos relacionados
con características de su rango de distribución, de sus condiciones climáticas
preferidas y de algunas características morfológicas”, detalla Espíndola.

La investigadora explica que ella y sus compañeros parten de la información sobre


todas las especies que ya han sido evaluadas por la UICN “para entrenar y crear
una nueva clasificación, usando las características de las especies como variables
predictoras”. Una vez obtenido un modelo de clasificación suficientemente
preciso, es posible entonces usar ese mismo modelo “sobre especies para las que
conocemos las características analizadas, pero no el nivel de riesgo de extinción”.

Una de las principales ventajas de este método es que es “relativamente preciso”,


opina esta científica. También se puede aplicar “sin necesidad de tener acceso a
recursos informáticos importantes”, agrega. El sistema puede ser adaptado a
escalas nacionales, regionales o locales, explica junto a su equipo en el artículo.
Los datos utilizados son de acceso libre y
Nuestro método trata de
proceden “de colecciones, museos, predecir la probabilidad
herbarios, estudios de laboratorio y de que una especie esté o
trabajo de campo que se han estado no en peligro usando
realizando durante muchísimo tiempo datos relacionados con
por investigadores de todo el mundo”, características de su
destaca también Espíndola. En su rango de distribución, de
opinión, eso “demuestra la importancia sus condiciones
fundamental que tienen las colecciones climáticas preferidas y
naturales y el rol central de los museos en de algunas
la generación de conocimiento”. características
morfológicas

La importancia de los trabajos de


campo
Juan Carlos Moreno, de la Universidad Autónoma de Madrid, considera que el
estudio de Espíndola y sus compañeros “es interesante y lleva a su máximo
potencial análisis y trabajos ensayados a menor escala”. El docente asegura que
los modelos descritos “permiten comprender mejor las generalidades de amenaza
sobre las plantas”, pero matiza que se trata de “simplificaciones de la realidad”.

En su opinión, eso supone que “puedan dejarse detalles claves para comprender
los procesos que las originan”. En definitiva, estudios como este “anticipan y
complementan el necesario trabajo de campo y la consulta de expertos en las
floras locales para validar las verdaderas categorías de riesgo”, según mantiene.

El investigador subraya que la principal base de datos utilizada para este estudio
(la de la Global Biodiversity Information Facility) “tiene un sesgo geográfico
enorme, con muchos más registros en Europa, Norteamérica o Australia que en
ningún otro territorio”. Esto, en su opinión, “puede comprometer la validez de
generalizaciones planetarias de la amenaza y su relación con factores climáticos y
morfológicos”. Moreno recuerda además que la Lista Roja de la UICN consultable
en la web solo tiene en cuenta especies de plantas o animales evaluadas en inglés y
excluye las que tienen una evaluación en otro idioma.

El reto de prevenir la extinción de plantas


Para Marta Rueda, investigadora de la Estación Biológica de Doñana, el
desconocimiento del estado de conservación de muchas especies vegetales “es
realmente preocupante”. La investigadora pone como ejemplo de cómo puede
afectar negativamente esta falta de información el hecho de que muchos
medicamentos se han obtenido a partir de principios activos de plantas. “Si se
extinguen porque desconocemos que están en peligro y no tomamos medidas para
protegerlas, podemos perder nuestro reservorio para paliar enfermedades
presentes y futuras”, evidencia.

El método presentado este lunes en PNAS le parece interesante porque permite


“procesar información de manera sencilla y eficaz” y “llevar a cabo acciones de
conservación más dirigida en términos de recursos económicos y humanos”.
Espíndola, por su lado, asegura que su objetivo no es sustituir los protocolos de la
Lista Roja, sino “proveer una herramienta para asistir la priorización de especies a
ser evaluadas”.

La investigadora de la Universidad de Maryland recuerda que entre las regiones


más afectadas por la extinción de plantas están las que están experimentando
“altas tasas de deforestación, expansión acelerada de la agricultura o
urbanización”. En muchos de estos casos, agrega, “esos cambios no están
acompañados por estudios de impacto ambiental, o si lo están, la presión
económica es tan grande que no se toman seriamente en cuenta”.

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