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blogs.iadb.org/trabajo/es/conoces-los-trabajos-de-la-economia-gig
25 de octubre de
2017
Los trabajos ‘gig’, un término anglosajón que se podría traducir al español como una “changa” o “chamba”
digital, son sin duda un fenómeno que está en el centro de la discusión sobre el futuro del trabajo. Un
reciente informe de McKinsey muestra que un estimado de entre 20% al 30% de los trabajadores en edad
laboral en Estados Unidos y Europa son empleados autónomos o independientes. ¿Cómo se está dando
esta transformación digital? ¿Cómo afecta la digitalización del mercado laboral a América Latina y el
Caribe?
Gracias a la aparición de las plataformas digitales que crean mercados de intermediación laboral más
eficientes y de mucha mayor escala que los tradicionales, McKinsey estima que a la fecha al menos el 15%
de la fuerza de trabajo independiente ha usado alguna plataforma digital bajo demanda para generar
ingresos, pero que este porcentaje se está incrementando substancialmente cada año.
Un elemento significativo de los mercados laborales digitales es que los mecanismos de construcción
de confianza, trazabilidad y verificación de la calidad son muy distintos de los círculos personales de
confianza donde se gestiona tradicionalmente el empleo autónomo o independiente, lo que permite
contratar servicios a profesionales que no conocemos pero que son verificados y supervisados por un
algoritmo digital.
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Un ejemplo de los trabajos web serían los mercados digitales de trabajadores autónomos como
diseñadores gráficos o consultores profesionales (Upwork o Amazon Mechanical Turk), mientras que
un ejemplo de los trabajos gig serían los servicios de transporte o alojamiento (Uber o AirBnB).
McKinsey, en el estudio ya citado, plantea cuatro categorías de trabajadores gig dependiendo de si el
trabajo es a tiempo completo o no y si se realiza por elección o por necesidad. Estos cuatro tipos son:
perceptores ocasionales (40%), que utilizan el trabajo independiente para ingresos suplementarios y lo
hacen por elección; agentes libres (30%), que eligen activamente el trabajo independiente y esta es su
fuente primaria de ingresos; individuos con problemas financieros (16%), que complementan su trabajo
con fuentes suplementarias por necesidad; y personas reacias (14%), cuya fuente de ingresos es el trabajo
independiente, aunque preferirían empleos tradicionales.
¿Cuáles son los instrumentos de formación laboral más oportunos para que la fuerza laboral gig
de la región tenga las mejores oportunidades de competir en un mundo de prestación de servicios
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digitales globales?
¿Cómo pueden los trabajos gig apoyar a los individuos con problemas financieros y personas
reacias en momentos de pérdida de empleos o de transición laboral?
¿Cómo balancear la protección de empleos tradicionales con la necesidad de generar un marco
que promueva la competitividad digital de la región?
¿Cómo fomentar el desarrollo de plataformas de trabajos gig que favorezcan una distribución de
las rentas entre los trabajadores y las propias plataformas que conduzcan a una sociedad más
equitativa?
Es crítico generar un consenso sobre el hecho de que, más allá de juicios críticos que pueden darse sobre
los trabajos gig y el impacto de los mercados digitales laborales sobre los mercados laborales
tradicionales, lo esencial es construir un diálogo constructivo y abierto entre los distintos actores
públicos, privados/emprendedores y de la sociedad civil que permita desarrollar un marco proactivo
multisectorial de trabajo que balancee los distintos intereses de las partes a la vez que contribuya a
promover la innovación y competitividad digital en la región en pro de un desarrollo inclusivo y sostenible.
*Este artículo cuenta con la coautoría de Erika Molina y César Buenadicha.
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