El presente estudio de caso describe el proceso terapéutico de Matilde, una joven
de 20 años, estudiante de psicología en una universidad de la región. Además de estudiante, Matilde es aficionada a la gastronomía, haciendo alfajores artesanales semanalmente, los que vende en la universidad dónde estudia. Otro de los intereses de Matilde se liga a la educación, ya que realiza labores esporádicas de enseñanza a niños de educación básica, labor que le es remunerada y que refiere disfrutar bastante. Al mismo tiempo, Matilde participa en una iglesia cercana dónde reside, reuniendo y entregando alimentos a personas desprotegidas, lo que realiza los fines de semana. A su vez, forma parte de una fundación protectora de animales, dónde es la encargada de los cuidados de éstos y de encontrarles un hogar a través de redes sociales. Esta labor la llevaría a cabo dos veces por mes, lo que varía dependiendo de su disponibilidad y de sus labores académicas. Los valores, habilidades, destrezas y conocimientos que posee Matilde, se encuentran vinculados a un buen potencial intelectual, a su capacidad de reflexión, a su resiliencia, tenacidad y a las conductas de protección hacia los demás. En este punto, se destaca la dificultad de la consultante por identificar sus valores y habilidades al principio de la terapia, por lo que éstos, fueron siendo descubiertos por ella de manera paulatina y a medida que ésta iba avanzando. Matilde es soltera y actualmente reside junto con su abuela materna Sra. Sandra, en Valparaíso. Según relata, desde que era pequeña ha tenido una relación conflictiva con su madre María y su padrastro Carlos. Esto lo explica desde la percepción que tiene sobre la conducta de su progenitora, refiriendo que ella se preocupa mucho más de sus hermanas menores Lissette y Romina, ambas nacidas de la relación entre María y Carlos. Esta situación, le generaría la sensación de “no sentirse parte de esta familia”, no solo por las conductas que percibía en su madre, sino porque no comparte lazos consanguíneos con su padrastro y según sus creencias, ésta figura no llegaría a valorarla como a sus hermanas. Por ello, cuando Matilde cumple 18 años, decide cambiarse a residir con su abuela, con quién mantiene una relación afectuosa y cercana. No obstante lo anterior, la consultante destaca que sus hermanas se encuentran fuera de estos conflictos, significándolas como “dos de las personas más importantes de su vida”. Respecto de su figura paterna, Matilde señala tener una relación bastante cercana con él, no obstante, su contacto es esporádico y a través de llamados telefónicos, ya que por motivos laborales, él se encontraría residiendo en la ciudad de Puerto Natales. Cuando Matilde cumple 13 años de edad, relata que comenzó a vivenciar lo que ella llama “episodios de angustia”, sintiéndose con poca energía, con una opresión en el pecho y una pena que no sabía explicar. En un principio, ella pensaba que estos episodios eran producto de los conflictos que tenía con su madre y su padrastro, por lo que tenía la esperanza de que éstos pasarían una vez que se cambiara de domicilio. Para su mala fortuna, estos episodios siguieron apareciendo. Si bien Matilde relata que era capaz de controlarlos respirando profundo y desviando su atención a actividades que disfrutaba, tenía la preocupación de no encontrar una solución para que éstos desaparecieran. A esta preocupación, se le sumó que su abuela se encontraba diagnóstica con un cuadro depresivo severo, lo que hacía que ella realizara las actividades domésticas en su hogar, lo que según relata “le provocaba mucho estrés”. En este momento de su vida, Matilde comenzó a plantearse seriamente la posibilidad de llevar una vida independiente para alejarse de las presiones que refería sentir de los miembros de su familia, para tener la oportunidad de hacerse cargo del “cuidado de sí misma por sus propios medios” y de “convencerse que era capaz de alcanzar sus metas”. A partir de esta idea, Matilde se comunica con una amiga cercana que vivía en el país de Canadá. A medida que avanzaban sus conversaciones, Matilde se decide a viajar a Canadá para experimentar esa vida independiente que tanto deseaba. Pese a que no le fue fácil, con sus trabajos esporádicos, consiguió reunir el dinero para el pasaje. En este momento pasaron por su mente una serie de encrucijadas, como ¿Qué haré sino consigo trabajo, como me devolveré?, ¿Seré capaz de vivir independientemente?, ¿Seré capaz de adaptarme? Después de reflexionarlo unos días, Matilde se convence a sí misma de que viajar a Canadá era su mejor opción, bajo la convicción de que podía vivir mejor de lo que estaba viviendo, haciendo a un lado sus temores y aventurándose en una travesía que a su juicio tenía un resultado incierto. Gracias a su esfuerzo, Matilde logró adaptarse al estilo de vida de Canadá, a su idioma, conociendo nuevas personas, nuevos lugares y una cultura distinta. Además, fue capaz de vivir esa vida independiente que tanto anhelaba, trabajando en una empresa de demolición, lo que le permitió alquilar un apartamento, cuidando se sí misma y costeando todos sus gastos, reconociendo esta experiencia como “una de las mejores de su vida”. Matilde agrega que estos episodios de angustia no se dieron mientras estaba en Canadá, relatando que esto se debía a que pasaba la mayor parte de su tiempo realizando su actividad laboral, conociendo lugares y experimentando nuevas amistades, por lo que no tenía tiempo de pensar en esa tristeza que tanto la afligió antes de su viaje. Cuando cumplió 6 meses en Canadá, Matilde tuvo la opción de optar a la residencia en ese país, no obstante, ella consideraba que su meta estaba cumplida, que se había demostrado a sí misma que era capaz de llevar una vida independiente. A esto se le sumó lo mucho que extrañaba a su madre, su abuela, su padre y sus hermanas, que los episodios de angustia no habían aparecido en todo su viaje por lo que ya no tenía esa preocupación y que ya se había propuesto otra meta personal, la que era estudiar psicología. Todo esto la llevó a tomar la decisión de regresar a Chile. A diferencia de lo que ella esperaba, luego de unas semanas de retornar al país, comenzó nuevamente a experimentar estos “episodios de angustia” y lo que más le preocupaba es que éstos eran cada vez más recurrentes, llegando a darse dos o tres veces al día. Pese a aquello, ella trató de controlarlos, centrándose en la universidad y en cumplir académicamente. A pesar de sus esfuerzos, estos episodios no desaparecían. Así transcurrieron dos años, dónde el impacto negativo de estos episodios seguía creciendo. En este período, ella relata que se habría vuelto muy retraída y no lograba sentirse emocionalmente presente y conectada en sus relaciones, también señala que paulatinamente comenzó a negarse a las invitaciones que le realizaban sus amigos, al sentirse muy cansada tras estos episodios, lo que hacía que tuviera muy pocas actividades de esparcimiento, por lo que su grupo de pares comenzó a disminuir significativamente, sintiéndose cada vez más “encerrada en sí misma”. También señala que estos episodios la hacían sentirse muy irritable, lo que desde su perspectiva provocaba más conflictos en la relación que tenía con su madre y su padrastro. Agrega que estos episodios provocaban que su rendimiento académico se viera muy perjudicado, lo que la hacía sentirse frustrada e impotente, ya que, el término de su carrera profesional es una de sus principales proyecciones a largo plazo. Matilde agrega que pese a todo el esfuerzo que emplea y que estudia diariamente, no ha logrado cumplir con la meta que se propuso en el inicio del año académico, la que era “pasar todos sus ramos”. Luego de estos dos años, ella reconoce que esta angustia se fue transformado en desesperación, ya que visualizaba como estos episodios perjudican varias áreas de su vida, pero se sentía emocionalmente paralizada y sin la energía para afrontar esta situación por sí misma. Frente a esto, es que Matilde decide solicitar ayuda psicológica, acercándose autónomamente a las dependencias del CAPSI-UV de la escuela de psicología de la Universidad de Valparaíso. El motivo de consulta que describe Matilde en su ficha de ingreso al C.A.P.S.I es estar viviendo “episodios de angustia y pérdida de energía a causa de estos episodios, lo que le impedía rendir óptimamente en la universidad”. A raíz de su solicitud, la consultante fue derivada al grupo de atención del magíster en psicología clínica. Se destaca que durante la primera sesión, cuando se inicia la indagación de su motivo de consulta, Matilde con gran angustia devela haber sido víctima de abuso sexual crónico, desde los 13 a los 18 años por parte de su padre. Esto, según su relato, le generó la vivencia de responsabilidad y culpabilidad, emergiendo en ella, sentimientos de vergüenza, de ser “indigna”, “una mala persona”, “una mujer sucia”, sintiéndose cómplice por este hecho, ignorando el carácter abusivo de la situación. Además, refiere sentir una dualidad importante entre “cariño y rabia” hacia su padre, lo que le generaba dolor y confusión, reconociendo que estos episodios de angustia, se deben principalmente a este hecho. Asimismo, relata que estas sensaciones fueron empeorando ya que no siente la confianza suficiente con ningún miembro de su familia, por lo que todos ellos desconocen su situación, generándole sentimientos de “soledad, falta de apoyo y de sentirse ahogada”. Es así, que tras su develación, Matilde plantea un nuevo motivo de consulta, señalando que su intención dentro del proceso es alcanzar el objetivo de “Comprenderse a sí misma, para poder dejar de sentirse sucia”, iniciando así su travesía de cambio.
2. EVALUACIÓN DE LOS PROBLEMAS, OBJETIVOS, FORTALEZAS E
HISTORIA DE LA CONSULTANTE 4.1 Identificación de la consultante: Para facilitar los antecedentes generales del caso, se entrega a continuación la información contenida en la ficha de ingreso y las transcripciones de las sesiones realizadas durante la terapia. La información personal como nombre de la consultante, de sus familiares y los lugares que se nombran han sido modificados con el fin de proteger la identidad e integridad de los involucrados. Como se mencionó en el apartado número 2, el presente estudio de caso describe el proceso terapéutico de Matilde, una joven de 20 años, quién se encuentran estudiando psicología en una universidad de la región. Según su relato, Matilde ingresa a terapia en el momento en dónde más aprecia su carrera, señalando que los distintos ramos que ha cursado le han permitido comprender de mejor forma los eventos que ha vivido durante su vida. La atracción a la carrera de psicología por parte de la consultante es importante porque se muestra conocedora de lo que es un proceso psicoterapéutico, refiriendo sentirse muy motivada por iniciar el tratamiento, compromiso que se reflejó durante todas las sesiones que se llevaron a cabo. Además de estudiante, Matilde es aficionada a la gastronomía, haciendo alfajores artesanales semanalmente, los que vende en la universidad dónde estudia, refiriendo “me encanta hacer alfajores, es una de mis actividades favoritas, me relajo haciéndolos, me gusta la repostería en general”. A su vez, sus intereses se ligan a la educación, ya que realiza labores esporádicas de enseñanza a niños de educación básica, labor que le es remunerada y que refiere disfrutar bastante, relatando “me encanta enseñar, sentir que puedo entregarle algo bueno como la educación a algunos niños, además eso les ayudará en su futuro”. Al mismo tiempo, Matilde participa en una iglesia cercana dónde reside, reuniendo y entregando alimentos a personas desprotegidas, lo que realiza los fines de semana. También forma parte de una fundación protectora de animales, dónde es la encargada de los cuidados de éstos y de encontrarles un hogar a través de redes sociales, lo que lleva a cabo dos veces por mes, dependiendo de su disponibilidad y de sus labores académicas. Los valores, habilidades, destrezas y conocimientos que posee Matilde, se encuentran vinculados a un buen potencial intelectual, a su capacidad de reflexión, a su resiliencia, tenacidad y a las conductas de protección hacia los demás. En este punto no se puede desconocer la dificultad que tuvo la consultante en el inicio de la terapia para reconocer sus valores, habilidades y destrezas, ya que la mayoría de sus territorios de identidad estaban siendo dominados por la experiencia de abuso de la cual fue víctima, por lo que la identificación de éstos se fue logrando paulatinamente a medida que avanzaba la terapia, lo que se ligó al trabajo vinculado a la identificación de sus actos de resistencia frente a la situación abusiva y a la exploración de territorio seguros de identidad que no estaban siendo dominados por el abuso. Respecto de sus esperanzas, Matilde soñaba con una vida independiente para tener la oportunidad de hacerse cargo del “cuidado de sí misma por sus propios medios” y de “convencerse que era capaz de alcanzar sus metas”. Al cumplir 18 años y haciendo a un lado sus temores, se aventura a viajar a Canadá, emprendiendo una travesía que a su juicio tenía un resultado incierto, esto bajo la convicción de que podía vivir mejor de lo que estaba viviendo. Gracias a su esfuerzo, Matilde logró adaptarse al estilo de vida de Canadá, a su idioma, conociendo nuevas personas, nuevos lugares y una cultura distinta. Además, fue capaz de vivir esa vida independiente que tanto anhelaba, trabajando en una empresa de demolición, lo que le permitió alquilar un apartamento, cuidando se sí misma y costeando todos sus gastos, reconociendo esta experiencia como “una de las mejores de su vida”. Cuando cumplió 6 meses en Canadá, Matilde tuvo la opción de optar a la residencia en ese país, no obstante, ella consideraba que su meta estaba cumplida, que se había demostrado a sí misma que era capaz de llevar una vida independiente. A esto se le sumó lo mucho que extrañaba a su madre, su abuela, su padre y sus hermanas y que ya se había propuesto otra meta personal, la que era estudiar psicología. Todo esto la llevó a tomar la decisión de regresar a Chile. En cuanto al ámbito familiar, Matilde es la única hija de la relación de convivencia que mantuvo Juan de 43 años y María de 41 respectivamente. En la actualidad, Matilde es soltera y reside junto con su abuela materna Sra. Sandra de 61 años, en Valparaíso. Según relata, desde que era pequeña ha tenido una relación conflictiva con su madre María y su padrastro Carlos (42 años). Esto lo explica desde la percepción que tiene sobre la conducta de su progenitora, refiriendo que ella se preocupa mucho más de sus hermanas menores Lissette de 14 años y Romina de 5 respectivamente, ambas nacidas de la relación entre María y Carlos. Esta situación, le generaría la sensación de “no sentirse parte de esta familia”, no solo por las conductas que percibía en su madre, sino porque no comparte lazos consanguíneos con su padrastro y según sus creencias, ésta figura no llegaría a valorarla como a sus hermanas. Por ello, cuando Matilde cumple 18 años, decide cambiarse a residir con su abuela, con quién mantiene una relación afectuosa y cercana. No obstante lo anterior, la consultante destaca que sus hermanas se encuentran fuera de estos conflictos, significándolas como “dos de las personas más importantes de su vida”, agregando mantener una relación fluida con ambas, ayudando en los cuidados de Romina y según su perspectiva, brindando “orientación” a su hermana Lissette quién estaría llegando a la etapa de la adolescencia. Respecto de su figura paterna, Matilde señala tener una relación bastante cercana con él, no obstante, su contacto es esporádico y a través de llamados telefónicos, ya que por motivos laborales, él se encontraría residiendo en la ciudad de Puerto Natales. A través de la utilización del genograma, se identifica que Matilde no tenía contacto con su familia extensa por línea materna ni por línea paterna. A su vez, se indaga en sus lazos no consanguíneos, no logrando encontrar una figura que fuera capaz de brindarle “apoyo y comprensión”, por lo que no contaba con otras redes de apoyo primarias. Con respecto a su problemática, cuando Matilde cumple 13 años de edad, relata que comenzó a vivenciar lo que ella llama “episodios de angustia”, sintiéndose con poca energía, con una opresión en el pecho y una pena que no sabía explicar. En un principio, ella pensaba que estos episodios eran producto de los conflictos que tenía con su madre y su padrastro, por lo que tenía la esperanza de que éstos pasarían una vez que se cambiara a vivir con su abuela. Para su mala fortuna, estos episodios siguieron apareciendo. Si bien Matilde relata que era capaz de controlarlos respirando profundo y desviando su atención a actividades que disfrutaba, tenía la preocupación de no encontrar una solución para que éstos desaparecieran. A esta preocupación, se le sumó que su abuela se encontraba diagnósticada con un cuadro depresivo severo, lo que hacía que ella realizara las actividades domésticas en su hogar, lo que según relata “le provocaba mucho estrés”. A raíz de estos factores, cuando cumple 18 años, Matilde decide viajar al país de Canadá. Matilde relata que estos episodios de angustia no se dieron mientras estaba en Canadá, refiriendo que esto se debía a que pasaba la mayor parte de su tiempo realizando su actividad laboral, conociendo lugares y experimentando nuevas amistades, por lo que no tenía tiempo de pensar en esa tristeza que tanto la afligió antes de su viaje. Cuando decide regresar a Chile, ella tenía la convicción de que estos episodios no volverían a aparecer. A diferencia de lo que ella esperaba, luego de unas semanas de retornar al país, comenzó nuevamente a experimentar estos “episodios de angustia” y lo que más le preocupaba es que éstos eran cada vez más recurrentes, llegando a darse dos o tres veces al día. Pese a aquello, ella trató de controlarlos, centrándose en la universidad y en cumplir académicamente. A pesar de sus esfuerzos, estos episodios no desaparecían. Así transcurrieron dos años, dónde el impacto negativo de estos episodios seguía creciendo. Asimismo, relata que estas sensaciones fueron empeorando ya que no siente la confianza suficiente con ningún miembro de su familia, por lo que todos ellos desconocen su situación, generándole sentimientos de “soledad, falta de apoyo y de sentirse ahogada”. Luego de estos dos años, ella reconoce que esta angustia se fue transformado en desesperación, ya que visualizaba como estos episodios perjudican varias áreas de su vida, pero se sentía emocionalmente paralizada y sin la energía para afrontar esta situación por sí misma. Frente a esto, es que Matilde decide solicitar ayuda psicológica influenciada en gran parte por lo que había aprendido cursando la carrera, acercándose autónomamente a las dependencias del CAPSI-UV de la escuela de psicología de la Universidad de Valparaíso. 4.2 Análisis del motivo de consulta: Matilde solicita apoyo psicológico refiriendo en la ficha de información general que motiva la consulta del C.A.P.S.I de la Universidad de Valparaíso, los siguientes elementos “estar viviendo episodios de angustia y pérdida de energía a causa de estos episodios, lo que le impediría rendir óptimamente en la Universidad”. Se destaca que durante la primera sesión, cuando se inicia la indagación de su motivo de consulta, Matilde con gran angustia devela haber sido víctima de abuso sexual crónico, desde los 13 a los 18 años por parte de su padre. Esto, según su relato, le generó la vivencia de responsabilidad y culpabilidad, emergiendo en ella, sentimientos de vergüenza, de ser “indigna”, “una mala persona”, “una mujer sucia”, sintiéndose cómplice por este hecho, ignorando el carácter abusivo de la situación. Además, refiere sentir una dualidad importante entre “cariño y rabia” hacia su padre, lo que le generaba dolor y confusión, reconociendo que estos episodios de angustia, se deben principalmente a este hecho. Asimismo, relata que estas sensaciones fueron empeorando ya que no siente la confianza suficiente con ningún miembro de su familia, por lo que todos ellos desconocen su situación, generándole sentimientos de “soledad, falta de apoyo y de sentirse ahogada”. Entre la sintomatología que refiere Matilde, se encuentran episodios de angustia recurrentes, irritabilidad, retraimiento social, lo que según su relato la hace sentirse paralizada emocionalmente respecto a sus relaciones, cuadros de ansiedad que la habrían llevado a subir 10 kilos de peso durante los últimos meses y una disminución considerable de su rendimiento académico. En este sentido, después de este abuso que se mantuvo de manera crónica, Matilde relata “perdí el respeto por sí misma en cuanto a la sexualidad, como que me dejó de importar el sexo, le perdí el sentido”, ya que al cumplir 16 años, comenzó a tener muchas parejas sexuales, contrayendo una E.T.S, exponiéndose a una serie de situaciones de riesgo. Es importante señalar que pese a que Matilde logra identificar estas situaciones de riesgo, principalmente en contexto con pares, tendría tendencia a minimizarlas, ignorando el impacto que estas podrían tener para su integridad. Además, Matilde señala tener varios conocidos en su universidad, aunque según su discurso, estas relaciones serían superficiales, reconociendo su dificultad por “confiar en las personas”, lo que le generaría mucha frustración. Otro de los síntomas que refiere Matilde, es que actualmente se siente “indigna” de iniciar una relación amorosa, mostrando tendencia a reconocerse a sí misma como una “mala mujer”, no teniendo una pareja estable hace más de dos años. Matilde reconoce sentirse muy deprimida los días que recuerda los eventos sufridos con su padre, lo que la haría tener “poca energía” para salir de su casa o realizar actividades con sus pares, teniendo muy pocas actividades de esparcimiento a excepción de sus actividades de caridad con personas en situación de calle, animales desprotegidos y elaboración de alfajores, las que cabe señalar, realiza con menor frecuencia a raíz de lo descrito. Esta situación habría provocado en Matilde la sensación de “encerrarse cada vez más en sí misma”. 4.3 Historia del problema de la consultante: Cómo ya se mencionó Matilde, de 20 años de edad, es la única hija de la relación de convivencia que mantuvo Juan de 43 años y María de 41 respectivamente. Juan se desempeñaba como veterinario, mientras que María tenía el cargo de secretaria en una importante empresa de la ciudad de Valparaíso. Al cumplir 2 años de edad, los padres de Matilde deciden separarse, al ocurrir este suceso, la consultante comienza a vivir con su madre y su abuela por línea materna en el sector de Curauma, Valparaíso. Se destaca que, durante este período, tras acuerdo entre ambos progenitores, Juan mantenía un contacto esporádico con Matilde a través de visitas, las que se realizaban una o dos veces por mes. Cuando Matilde cumple 4 años de edad, su madre inicia una nueva relación sentimental con Carlos de 42 años. Luego de dos años de relación, su madre se embaraza, momento en donde inicia una relación de convivencia con Carlos. Al cumplir 6 años, la consultante se encontraba viviendo con su madre María, con Carlos y con su hermana menor Lissette. Un aspecto importante que refiere Matilde respecto a este período, es que ella habría comenzado a tener conflictos muy recurrentes con el conviviente de su madre, ya que éste intentaría poner muchas reglas dentro del hogar, lo que la ponía en una situación difícil, ya que por un lado era la pareja de su mamá y sentía que “debía hacerle caso” y por otro, pensaba que “él no era su padre y por eso no debía darle órdenes”. Según el relato de Matilde, estos conflictos se fueron manteniendo por varios años, lo que poco a poco fue generando que también tuviera conflictos con su madre, señalando “como yo me llevaba mal con Carlos, mi mamá como que le encontraba razón a él y eso hacía que también tuviera problemas con ella”. En su discurso, Matilde relata que estos conflictos fueron provocando que se sintiera cada vez más alejada emocionalmente de su progenitora, ya que casi “no pasaba tiempo con ella, no conversaban y no tenía la confianza para contarle sus cosas”, llevándola a pensar que su madre, no le tenía el mismo cariño que le tenía a su hermana menor Lissette. Según el discurso de Matilde, estos conflictos, la llevaron a sentirse cada vez más sola, situación que generó que ella se fuera acercando cada vez más hacia su padre, refiriendo que “él era una persona que me sabía escuchar, era mi referente, a quién le podía contar todo, era la persona que más le tenía respeto, era una buena imagen paterna, a diferencia de mi mamá que era súper despreocupada conmigo”. Otro aspecto relevante, es que esta situación, también provocó que la madre y el padre de la consultante comenzaran a tener conflictos, ya que el progenitor consideraba que María era muy despreocupada con Matilde, esto hizo que se generara una especie de alianza entre la joven y su padre. La consultante agrega en su relato, que esto habría fortalecido el vínculo que tenía con Juan. Es a partir de este momento, cuando Matilde cumple 13 años, que comienza a quedarse en casa de Juan en las visitas que tenían, ya que, hasta ese entonces, las visitas solían ser solo por algunas horas, llegando Matilde a dormir en casa de su madre al finalizarlas. Matilde describe estas primeras visitas en dónde se quedaba a pernoctar con su padre como muy entretenidas, señalando “era como mi amigo, podíamos pasar horas hablando y nos reíamos mucho, veíamos tele, pasábamos todo el día juntos, íbamos a comprar, fueron lindos momentos”. En este punto, Matilde describe a su padre como la figura afectiva más importante de su vida y con la que tenía mayor cercanía. La consultante señala que cuando cumplió 13 años, comenzó a percibir que las conductas de su padre empezaron a cambiar y consecuentemente también su percepción hacia él. En este sentido, Matilde relata que Juan, comenzó a realizar una serie de acciones que antes no llevaba a cabo, como iniciar conversaciones en las que incluía un tenor y/o carácter sexual, e intentaba imponer una dinámica que ella consideraba extraña, como referir “no le contaremos a nadie sobre lo que hablemos, esto es entre nosotros”. Además, refiere notar, que Juan comenzó a observarla mientras se vestía, e intentaba acercarse a ella, generando roces en distintas partes de su cuerpo. En este punto, la consultante relata que comenzó a sentir algo extraño, a lo que denomina como una “tensión sexual” entre ella y su padre, señalando que por un lado no entendía esa sensación que le provocaba hacer “algo prohibido”, y por otro le daba mucho miedo que esto continuara de la misma manera. La joven describe ejemplos concretos de cómo estas conductas poco a poco fueron cambiando su percepción hacia su padre, relatando que comenzó a visualizarlo más atractivo, como una persona muy inteligente, muy instruida, con muy buenos modales y muy caballero, describiéndolo como lo que “ella siempre había buscado en un hombre”. Siguiendo con su relato, Matilde refiere que en una oportunidad, cuando ya percibía que esta dinámica entre ella y su padre se encontraba instaurada, ella se fue a quedar a la casa de Juan. Como era la costumbre de ambos, después de pasar un tiempo juntos y conversar como había estado su día, decidieron salir a comprar un refrigerio en un local de comida cercano. Al legar al hogar, la consultante refiere que ambos inician una conversación, a medida de que esta charla avanzaba, Juan comenzó a incluir un tenor cada vez más sexual, pasando a abrazarla, acariciarla y besarla en distintas partes de su cuerpo, lo que según su discurso, le generó un grado importante de excitación sexual que no comprendía. En este punto, Matilde señala que una vez que finalizó este hecho, sintió mucha culpa, al sentir un grado de excitación que no entendía y al no haber intentado parar la situación a tiempo, agregando que el miedo que sentía había aumentado y consideraba que no sería capaz de detener un evento similar si volvía a ocurrir. Tras este hecho, Matilde refiere sentirse muy “perdida” ya que no tenía a ninguna persona con quién compartir lo que estaba ocurriendo y si la tuviera, seguramente no sería capaz de contarlo, es por ello, que decide alejarse de su padre, rechazando una serie de invitaciones que él le realizó. Esta situación dejo muy confundida a su madre, ya que consideraba que Matilde y Juan tenían una relación muy cercana y el cambio de la consultante hacia su padre había sido muy drástico. En este período, Matilde refiere mentirle a su madre cuando ella le preguntaba sobre lo que le ocurría y por qué no quería salir con su padre, señalándole que Juan “era muy pesado, muy estricto y no tenía ganas de salir con él”, en este sentido, Matilde también refiere sentirse muy culpable por mentirle a su madre, pero también señala que “no tenía la confianza suficiente con ella como para contarle lo que estaba ocurriendo”, agregando tener cierto temor de hablar sobre este tema y por lo que podía ocurrir si lo hacía. Durante el período en que Matilde decide distanciase de su padre, Juan renuncia a su trabajo de veterinario, comprándose un bar restaurant, manejado por él mismo, el que se había transformado en su principal fuente de recursos económicos. Así mismo, Juan también compra una propiedad/parcela en una ciudad al interior de la quinta región de Valparaíso, en dónde se había trasladado a vivir. Después de 2 meses, Juan insistía en salir con Matilde, ella relata que le fue muy complicado distanciarse de su padre y que la insistencia reiterada de Juan la había llevado a querer retomar estas visitas con su progenitor. A partir de lo anterior, Matilde (aún con 13 años de edad) accede a realizar un viaje con Juan a la ciudad de Mendoza, Argentina, por el período de 2 semanas. La joven relata que los primeros 3 días fueron muy entretenidos para ella, ya que, la relación con su padre había vuelto a ser como era, y que en las noches Juan respetaba su espacio personal. Al llegar la cuarta noche, Matilde señala que su padre habría vuelto a tomar una postura distinta, incitando conversaciones, roces y caricias con tenor sexual. La consultante refiere que, en esa cuarta noche, su padre, además de las caricias y conversaciones de carácter sexual, le habría realizado tocaciones en sus genitales, lo que, según su relato, la llevó a sentir nuevamente esta “tensión y excitación sexual que no entendía” (denominada por ella misma). Así, a partir de esta dinámica, Matilde relata “haber perdido su virginidad con su padre”, refiriéndose a este hecho como “tuve relaciones sexuales con mi papá”, ignorando el carácter abusivo de la situación, sintiéndose, además, responsable y cómplice por este hecho. A su vez, también menciona que, en esa oportunidad, su padre le propuso que se cambiara a vivir con él, petición a la cual accede. Un aspecto importante a destacar, es que la situación abusiva se describe como “relaciones sexuales” ya que es de esta forma en que la consultante se refiere a ello, esto pretende ser explicado en el análisis posterior del relato que elabora. Días después, Matilde se cambia a vivir con su padre en la parcela que había adquirido unos meses atrás. La consultante refiere que una vez que le informó a su madre de su decisión, María tomó una postura pasiva, refiriéndole “has lo que tú quieras”, aunque también señala que percibió cierto enojo y decepción de parte de su madre. Posterior a su cambio de casa, Matilde relata que comenzó a ayudar a su padre con el restaurant, pasando la mayor parte de los días juntos. La consultante agrega que luego de su cambio de domicilio, las conductas sexuales eran recurrentes, teniendo “relaciones” casi de forma diaria, las que siempre eran incitadas por Juan. En este punto, Matilde señala sentirse como “la esposa de su padre”. Esta situación se mantuvo de manera crónica. Así mismo, Matilde refiere que fue durante este período, cuando las “relaciones sexuales” con su padre eran muy recurrentes, que Juan realizó un curso de Barman, y que una vez que terminó este curso, se había vuelto propenso a consumir grandes cantidades de alcohol destilado de manera diaria, sobre todo luego de terminar su jornada laboral. Matilde refiere que este tiempo fue muy difícil para ella, ya que se sentía muy culpable por las “cosas que hacía con su padre” y, además, a medida que pasaban los meses, Juan se volvía más propenso al consumo de alcohol. Según el relato de la joven, este consumo problemático de alcohol que presentaba su padre, habría generado graves problemáticas en la relación entre ambos, ya que durante la noche y bajo el consumo de alcohol, Juan se volvía “violento”, enojándose cada vez que Matilde no accedía a “tener relaciones”, además se volvía extremadamente “crítico” hacia la consultante, recriminándola mediante “gritos y descalificativos verbales” por situaciones cotidianas. Matilde relata que, en este período, existieron muchos episodios de violencia verbal entre ella y su padre, los que siempre eran producto del consumo de alcohol de Juan y cuando ella no estaba dispuesta a “tener relaciones con él”. Es producto de esta situación, que luego de 6 meses de residir con Juan, Matilde decide cambiarse a vivir nuevamente con su madre, Carlos y su hermana menor. Pese a cambiarse de domicilio, la joven relata que seguía yendo a ver a su padre de manera semanal, quedándose a pernoctar con él, en este contexto, seguía ocurriendo la situación abusiva. Esta dinámica se mantuvo ininterrumpidamente por dos años. Cuando Matilde cumple 15 años, su madre vuelve a embarazarse. Al nacer la ahora hermana menor de la joven, Romina, de 5 años de edad, la consultante señala que su madre invertía la mayor parte de su tiempo en el cuidado de su hermana menor, y también en el cuidado de Lissette su otra hermana, lo que hacía que volviera su sensación de “soledad”, señalando “no me sentía parte de esa familia, mi mamá solo se preocupa del Carlos y de mis hermanas y conmigo seguía siendo muy despreocupada”. Esto provocó que Matilde nuevamente se cambiara a vivir con su padre, pero dada las problemáticas ya descritas, tendía a quedarse unos meses, luego volvía dónde su madre y así sucesivamente por dos años. La joven relata que cuando se encontraba viviendo con su padre por estos períodos cortos de tiempo, había momentos en que Juan le planteaba “tener relaciones”, si ella no accedía, Juan lloraba y se ponía triste, esto hacía que Matilde se sintiera culpable, y terminaba accediendo a la situación abusiva. En este punto Matilde relata “Me volvía a sentir como la esposa que tiene relaciones con su esposo para que no esté triste”. Mientras que los cambios de domicilios se mantenían entre la casa de su padre y la de su madre, Matilde cumplió 18 años, es aquí donde la joven relata “ya no aguantaba más, esto me daba vueltas en la cabeza, me estaba volviendo loca, tenía que irme, necesitaba tener mi espacio alejada de todo el mundo”. Es así, que Matilde decide viajar a Canadá, en donde amigas que vivían en el lugar la acogieron, logrando encontrar trabajo. Matilde se refiere a este acontecimiento como “una de las mejores experiencias de su vida”. La consultante también relata que esta situación le sirvió mucho para pensar, agregando que durante ese período, solo se habría comunicado en tres oportunidades con su padre mediante internet, pero que el contacto con su madre y hermanas había sido diario. Matilde residió en el país de Canadá por 6 meses, cuando decide regresar a Chile, la joven señala que luego de pensar mucho en lo ocurrido, su percepción hacia Juan había cambiado, ya que en ese momento sentía “mucha rabia hacia su padre”. A su vez, Matilde agrega que en ese momento se enteró que el restaurant de su padre había quebrado, por lo que Juan había decidido cambiarse a residir en la ciudad de Puerto Natales por motivos laborales. La consultante agrega que cuando volvió de Canadá, no tenía intenciones de vivir con su madre, al “no sentirse parte de esa familia”, por lo que decide cambiarse a vivir con su abuela por línea materna, con la que sigue viviendo en la actualidad. Un factor a considerar, es que pese a que actualmente el padre de Matilde se encuentra residiendo en la ciudad de Puerto Natales, la consultante mantiene contacto con él a través de llamados telefónicos esporádicos, aproximadamente una vez al mes. Finalmente, se menciona que luego de 2 años de haber llegado de Canadá, y con 20 años cumplidos, Matilde reconoce necesitar apoyo para afrontar la situación, relatando “no puedo cargar con esto sola, necesito ayuda para superar esto”, agregando tener la necesidad de iniciar un proceso psicoterapéutico, dirigiéndose así, al C.A.P.S.I de la Universidad de Valparaíso, e iniciando su proceso de intervención.
4.5 Objetivos de la consultante:
Se destaca que, en la sesión inicial del proceso, se co-construyeron las metas terapéuticas de la consultante. Pese al gran impacto de la vivencia de la agresión, y todas las consecuencias conductuales, emocionales y sociales que le produjeron, Matilde refiere querer alcanzar solo un objetivo en el proceso: - “Comprenderse a sí misma, para poder dejar de sentirse sucia”.