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1.

CONSULTANTE:

El presente estudio de caso describe el proceso terapéutico de Matilde, una joven


de 20 años, estudiante de psicología en una universidad de la región. Además de
estudiante, Matilde es aficionada a la gastronomía, haciendo alfajores artesanales
semanalmente, los que vende en la universidad dónde estudia. Otro de los intereses de
Matilde se liga a la educación, ya que realiza labores esporádicas de enseñanza a niños
de educación básica, labor que le es remunerada y que refiere disfrutar bastante.
Al mismo tiempo, Matilde participa en una iglesia cercana dónde reside,
reuniendo y entregando alimentos a personas desprotegidas, lo que realiza los fines de
semana. A su vez, forma parte de una fundación protectora de animales, dónde es la
encargada de los cuidados de éstos y de encontrarles un hogar a través de redes sociales.
Esta labor la llevaría a cabo dos veces por mes, lo que varía dependiendo de su
disponibilidad y de sus labores académicas.
Los valores, habilidades, destrezas y conocimientos que posee Matilde, se
encuentran vinculados a un buen potencial intelectual, a su capacidad de reflexión, a su
resiliencia, tenacidad y a las conductas de protección hacia los demás. En este punto, se
destaca la dificultad de la consultante por identificar sus valores y habilidades al
principio de la terapia, por lo que éstos, fueron siendo descubiertos por ella de manera
paulatina y a medida que ésta iba avanzando.
Matilde es soltera y actualmente reside junto con su abuela materna Sra. Sandra,
en Valparaíso. Según relata, desde que era pequeña ha tenido una relación conflictiva
con su madre María y su padrastro Carlos. Esto lo explica desde la percepción que tiene
sobre la conducta de su progenitora, refiriendo que ella se preocupa mucho más de sus
hermanas menores Lissette y Romina, ambas nacidas de la relación entre María y
Carlos. Esta situación, le generaría la sensación de “no sentirse parte de esta familia”,
no solo por las conductas que percibía en su madre, sino porque no comparte lazos
consanguíneos con su padrastro y según sus creencias, ésta figura no llegaría a valorarla
como a sus hermanas. Por ello, cuando Matilde cumple 18 años, decide cambiarse a
residir con su abuela, con quién mantiene una relación afectuosa y cercana. No obstante
lo anterior, la consultante destaca que sus hermanas se encuentran fuera de estos
conflictos, significándolas como “dos de las personas más importantes de su vida”.
Respecto de su figura paterna, Matilde señala tener una relación bastante cercana con él,
no obstante, su contacto es esporádico y a través de llamados telefónicos, ya que por
motivos laborales, él se encontraría residiendo en la ciudad de Puerto Natales.
Cuando Matilde cumple 13 años de edad, relata que comenzó a vivenciar lo que
ella llama “episodios de angustia”, sintiéndose con poca energía, con una opresión en el
pecho y una pena que no sabía explicar. En un principio, ella pensaba que estos
episodios eran producto de los conflictos que tenía con su madre y su padrastro, por lo
que tenía la esperanza de que éstos pasarían una vez que se cambiara de domicilio. Para
su mala fortuna, estos episodios siguieron apareciendo. Si bien Matilde relata que era
capaz de controlarlos respirando profundo y desviando su atención a actividades que
disfrutaba, tenía la preocupación de no encontrar una solución para que éstos
desaparecieran. A esta preocupación, se le sumó que su abuela se encontraba
diagnóstica con un cuadro depresivo severo, lo que hacía que ella realizara las
actividades domésticas en su hogar, lo que según relata “le provocaba mucho estrés”.
En este momento de su vida, Matilde comenzó a plantearse seriamente la posibilidad de
llevar una vida independiente para alejarse de las presiones que refería sentir de los
miembros de su familia, para tener la oportunidad de hacerse cargo del “cuidado de sí
misma por sus propios medios” y de “convencerse que era capaz de alcanzar sus
metas”.
A partir de esta idea, Matilde se comunica con una amiga cercana que vivía en el
país de Canadá. A medida que avanzaban sus conversaciones, Matilde se decide a viajar
a Canadá para experimentar esa vida independiente que tanto deseaba. Pese a que no le
fue fácil, con sus trabajos esporádicos, consiguió reunir el dinero para el pasaje. En este
momento pasaron por su mente una serie de encrucijadas, como ¿Qué haré sino consigo
trabajo, como me devolveré?, ¿Seré capaz de vivir independientemente?, ¿Seré capaz de
adaptarme? Después de reflexionarlo unos días, Matilde se convence a sí misma de que
viajar a Canadá era su mejor opción, bajo la convicción de que podía vivir mejor de lo
que estaba viviendo, haciendo a un lado sus temores y aventurándose en una travesía
que a su juicio tenía un resultado incierto.
Gracias a su esfuerzo, Matilde logró adaptarse al estilo de vida de Canadá, a su
idioma, conociendo nuevas personas, nuevos lugares y una cultura distinta. Además, fue
capaz de vivir esa vida independiente que tanto anhelaba, trabajando en una empresa de
demolición, lo que le permitió alquilar un apartamento, cuidando se sí misma y
costeando todos sus gastos, reconociendo esta experiencia como “una de las mejores de
su vida”. Matilde agrega que estos episodios de angustia no se dieron mientras estaba
en Canadá, relatando que esto se debía a que pasaba la mayor parte de su tiempo
realizando su actividad laboral, conociendo lugares y experimentando nuevas amistades,
por lo que no tenía tiempo de pensar en esa tristeza que tanto la afligió antes de su viaje.
Cuando cumplió 6 meses en Canadá, Matilde tuvo la opción de optar a la
residencia en ese país, no obstante, ella consideraba que su meta estaba cumplida, que
se había demostrado a sí misma que era capaz de llevar una vida independiente. A esto
se le sumó lo mucho que extrañaba a su madre, su abuela, su padre y sus hermanas, que
los episodios de angustia no habían aparecido en todo su viaje por lo que ya no tenía esa
preocupación y que ya se había propuesto otra meta personal, la que era estudiar
psicología. Todo esto la llevó a tomar la decisión de regresar a Chile.
A diferencia de lo que ella esperaba, luego de unas semanas de retornar al país,
comenzó nuevamente a experimentar estos “episodios de angustia” y lo que más le
preocupaba es que éstos eran cada vez más recurrentes, llegando a darse dos o tres veces
al día. Pese a aquello, ella trató de controlarlos, centrándose en la universidad y en
cumplir académicamente. A pesar de sus esfuerzos, estos episodios no desaparecían. Así
transcurrieron dos años, dónde el impacto negativo de estos episodios seguía creciendo.
En este período, ella relata que se habría vuelto muy retraída y no lograba
sentirse emocionalmente presente y conectada en sus relaciones, también señala que
paulatinamente comenzó a negarse a las invitaciones que le realizaban sus amigos, al
sentirse muy cansada tras estos episodios, lo que hacía que tuviera muy pocas
actividades de esparcimiento, por lo que su grupo de pares comenzó a disminuir
significativamente, sintiéndose cada vez más “encerrada en sí misma”. También señala
que estos episodios la hacían sentirse muy irritable, lo que desde su perspectiva
provocaba más conflictos en la relación que tenía con su madre y su padrastro. Agrega
que estos episodios provocaban que su rendimiento académico se viera muy
perjudicado, lo que la hacía sentirse frustrada e impotente, ya que, el término de su
carrera profesional es una de sus principales proyecciones a largo plazo. Matilde agrega
que pese a todo el esfuerzo que emplea y que estudia diariamente, no ha logrado
cumplir con la meta que se propuso en el inicio del año académico, la que era “pasar
todos sus ramos”.
Luego de estos dos años, ella reconoce que esta angustia se fue transformado en
desesperación, ya que visualizaba como estos episodios perjudican varias áreas de su
vida, pero se sentía emocionalmente paralizada y sin la energía para afrontar esta
situación por sí misma. Frente a esto, es que Matilde decide solicitar ayuda psicológica,
acercándose autónomamente a las dependencias del CAPSI-UV de la escuela de
psicología de la Universidad de Valparaíso.
El motivo de consulta que describe Matilde en su ficha de ingreso al C.A.P.S.I
es estar viviendo “episodios de angustia y pérdida de energía a causa de estos
episodios, lo que le impedía rendir óptimamente en la universidad”. A raíz de su
solicitud, la consultante fue derivada al grupo de atención del magíster en psicología
clínica.
Se destaca que durante la primera sesión, cuando se inicia la indagación de su
motivo de consulta, Matilde con gran angustia devela haber sido víctima de abuso
sexual crónico, desde los 13 a los 18 años por parte de su padre. Esto, según su relato, le
generó la vivencia de responsabilidad y culpabilidad, emergiendo en ella, sentimientos
de vergüenza, de ser “indigna”, “una mala persona”, “una mujer sucia”, sintiéndose
cómplice por este hecho, ignorando el carácter abusivo de la situación. Además, refiere
sentir una dualidad importante entre “cariño y rabia” hacia su padre, lo que le generaba
dolor y confusión, reconociendo que estos episodios de angustia, se deben
principalmente a este hecho. Asimismo, relata que estas sensaciones fueron empeorando
ya que no siente la confianza suficiente con ningún miembro de su familia, por lo que
todos ellos desconocen su situación, generándole sentimientos de “soledad, falta de
apoyo y de sentirse ahogada”.
Es así, que tras su develación, Matilde plantea un nuevo motivo de consulta,
señalando que su intención dentro del proceso es alcanzar el objetivo de
“Comprenderse a sí misma, para poder dejar de sentirse sucia”, iniciando así su
travesía de cambio.

2. EVALUACIÓN DE LOS PROBLEMAS, OBJETIVOS, FORTALEZAS E


HISTORIA DE LA CONSULTANTE
4.1 Identificación de la consultante:
Para facilitar los antecedentes generales del caso, se entrega a continuación la
información contenida en la ficha de ingreso y las transcripciones de las sesiones
realizadas durante la terapia. La información personal como nombre de la consultante,
de sus familiares y los lugares que se nombran han sido modificados con el fin de
proteger la identidad e integridad de los involucrados.
Como se mencionó en el apartado número 2, el presente estudio de caso describe
el proceso terapéutico de Matilde, una joven de 20 años, quién se encuentran estudiando
psicología en una universidad de la región. Según su relato, Matilde ingresa a terapia en
el momento en dónde más aprecia su carrera, señalando que los distintos ramos que ha
cursado le han permitido comprender de mejor forma los eventos que ha vivido durante
su vida. La atracción a la carrera de psicología por parte de la consultante es importante
porque se muestra conocedora de lo que es un proceso psicoterapéutico, refiriendo
sentirse muy motivada por iniciar el tratamiento, compromiso que se reflejó durante
todas las sesiones que se llevaron a cabo.
Además de estudiante, Matilde es aficionada a la gastronomía, haciendo
alfajores artesanales semanalmente, los que vende en la universidad dónde estudia,
refiriendo “me encanta hacer alfajores, es una de mis actividades favoritas, me relajo
haciéndolos, me gusta la repostería en general”. A su vez, sus intereses se ligan a la
educación, ya que realiza labores esporádicas de enseñanza a niños de educación básica,
labor que le es remunerada y que refiere disfrutar bastante, relatando “me encanta
enseñar, sentir que puedo entregarle algo bueno como la educación a algunos niños,
además eso les ayudará en su futuro”. Al mismo tiempo, Matilde participa en una
iglesia cercana dónde reside, reuniendo y entregando alimentos a personas
desprotegidas, lo que realiza los fines de semana. También forma parte de una
fundación protectora de animales, dónde es la encargada de los cuidados de éstos y de
encontrarles un hogar a través de redes sociales, lo que lleva a cabo dos veces por mes,
dependiendo de su disponibilidad y de sus labores académicas.
Los valores, habilidades, destrezas y conocimientos que posee Matilde, se
encuentran vinculados a un buen potencial intelectual, a su capacidad de reflexión, a su
resiliencia, tenacidad y a las conductas de protección hacia los demás. En este punto no
se puede desconocer la dificultad que tuvo la consultante en el inicio de la terapia para
reconocer sus valores, habilidades y destrezas, ya que la mayoría de sus territorios de
identidad estaban siendo dominados por la experiencia de abuso de la cual fue víctima,
por lo que la identificación de éstos se fue logrando paulatinamente a medida que
avanzaba la terapia, lo que se ligó al trabajo vinculado a la identificación de sus actos de
resistencia frente a la situación abusiva y a la exploración de territorio seguros de
identidad que no estaban siendo dominados por el abuso.
Respecto de sus esperanzas, Matilde soñaba con una vida independiente para
tener la oportunidad de hacerse cargo del “cuidado de sí misma por sus propios
medios” y de “convencerse que era capaz de alcanzar sus metas”. Al cumplir 18 años
y haciendo a un lado sus temores, se aventura a viajar a Canadá, emprendiendo una
travesía que a su juicio tenía un resultado incierto, esto bajo la convicción de que podía
vivir mejor de lo que estaba viviendo.
Gracias a su esfuerzo, Matilde logró adaptarse al estilo de vida de Canadá, a su
idioma, conociendo nuevas personas, nuevos lugares y una cultura distinta. Además, fue
capaz de vivir esa vida independiente que tanto anhelaba, trabajando en una empresa de
demolición, lo que le permitió alquilar un apartamento, cuidando se sí misma y
costeando todos sus gastos, reconociendo esta experiencia como “una de las mejores de
su vida”.
Cuando cumplió 6 meses en Canadá, Matilde tuvo la opción de optar a la
residencia en ese país, no obstante, ella consideraba que su meta estaba cumplida, que
se había demostrado a sí misma que era capaz de llevar una vida independiente. A esto
se le sumó lo mucho que extrañaba a su madre, su abuela, su padre y sus hermanas y
que ya se había propuesto otra meta personal, la que era estudiar psicología. Todo esto
la llevó a tomar la decisión de regresar a Chile.
En cuanto al ámbito familiar, Matilde es la única hija de la relación de
convivencia que mantuvo Juan de 43 años y María de 41 respectivamente. En la
actualidad, Matilde es soltera y reside junto con su abuela materna Sra. Sandra de 61
años, en Valparaíso. Según relata, desde que era pequeña ha tenido una relación
conflictiva con su madre María y su padrastro Carlos (42 años). Esto lo explica desde la
percepción que tiene sobre la conducta de su progenitora, refiriendo que ella se
preocupa mucho más de sus hermanas menores Lissette de 14 años y Romina de 5
respectivamente, ambas nacidas de la relación entre María y Carlos. Esta situación, le
generaría la sensación de “no sentirse parte de esta familia”, no solo por las conductas
que percibía en su madre, sino porque no comparte lazos consanguíneos con su
padrastro y según sus creencias, ésta figura no llegaría a valorarla como a sus hermanas.
Por ello, cuando Matilde cumple 18 años, decide cambiarse a residir con su abuela, con
quién mantiene una relación afectuosa y cercana. No obstante lo anterior, la consultante
destaca que sus hermanas se encuentran fuera de estos conflictos, significándolas como
“dos de las personas más importantes de su vida”, agregando mantener una relación
fluida con ambas, ayudando en los cuidados de Romina y según su perspectiva,
brindando “orientación” a su hermana Lissette quién estaría llegando a la etapa de la
adolescencia. Respecto de su figura paterna, Matilde señala tener una relación bastante
cercana con él, no obstante, su contacto es esporádico y a través de llamados
telefónicos, ya que por motivos laborales, él se encontraría residiendo en la ciudad de
Puerto Natales.
A través de la utilización del genograma, se identifica que Matilde no tenía
contacto con su familia extensa por línea materna ni por línea paterna. A su vez, se
indaga en sus lazos no consanguíneos, no logrando encontrar una figura que fuera capaz
de brindarle “apoyo y comprensión”, por lo que no contaba con otras redes de apoyo
primarias.
Con respecto a su problemática, cuando Matilde cumple 13 años de edad, relata
que comenzó a vivenciar lo que ella llama “episodios de angustia”, sintiéndose con poca
energía, con una opresión en el pecho y una pena que no sabía explicar. En un principio,
ella pensaba que estos episodios eran producto de los conflictos que tenía con su madre
y su padrastro, por lo que tenía la esperanza de que éstos pasarían una vez que se
cambiara a vivir con su abuela. Para su mala fortuna, estos episodios siguieron
apareciendo. Si bien Matilde relata que era capaz de controlarlos respirando profundo y
desviando su atención a actividades que disfrutaba, tenía la preocupación de no
encontrar una solución para que éstos desaparecieran. A esta preocupación, se le sumó
que su abuela se encontraba diagnósticada con un cuadro depresivo severo, lo que hacía
que ella realizara las actividades domésticas en su hogar, lo que según relata “le
provocaba mucho estrés”. A raíz de estos factores, cuando cumple 18 años, Matilde
decide viajar al país de Canadá.
Matilde relata que estos episodios de angustia no se dieron mientras estaba en
Canadá, refiriendo que esto se debía a que pasaba la mayor parte de su tiempo
realizando su actividad laboral, conociendo lugares y experimentando nuevas amistades,
por lo que no tenía tiempo de pensar en esa tristeza que tanto la afligió antes de su viaje.
Cuando decide regresar a Chile, ella tenía la convicción de que estos episodios
no volverían a aparecer. A diferencia de lo que ella esperaba, luego de unas semanas de
retornar al país, comenzó nuevamente a experimentar estos “episodios de angustia” y
lo que más le preocupaba es que éstos eran cada vez más recurrentes, llegando a darse
dos o tres veces al día. Pese a aquello, ella trató de controlarlos, centrándose en la
universidad y en cumplir académicamente. A pesar de sus esfuerzos, estos episodios no
desaparecían. Así transcurrieron dos años, dónde el impacto negativo de estos episodios
seguía creciendo. Asimismo, relata que estas sensaciones fueron empeorando ya que no
siente la confianza suficiente con ningún miembro de su familia, por lo que todos ellos
desconocen su situación, generándole sentimientos de “soledad, falta de apoyo y de
sentirse ahogada”.
Luego de estos dos años, ella reconoce que esta angustia se fue transformado en
desesperación, ya que visualizaba como estos episodios perjudican varias áreas de su
vida, pero se sentía emocionalmente paralizada y sin la energía para afrontar esta
situación por sí misma. Frente a esto, es que Matilde decide solicitar ayuda psicológica
influenciada en gran parte por lo que había aprendido cursando la carrera, acercándose
autónomamente a las dependencias del CAPSI-UV de la escuela de psicología de la
Universidad de Valparaíso.
4.2 Análisis del motivo de consulta:
Matilde solicita apoyo psicológico refiriendo en la ficha de información general
que motiva la consulta del C.A.P.S.I de la Universidad de Valparaíso, los siguientes
elementos “estar viviendo episodios de angustia y pérdida de energía a causa de estos
episodios, lo que le impediría rendir óptimamente en la Universidad”.
Se destaca que durante la primera sesión, cuando se inicia la indagación de su
motivo de consulta, Matilde con gran angustia devela haber sido víctima de abuso
sexual crónico, desde los 13 a los 18 años por parte de su padre. Esto, según su relato, le
generó la vivencia de responsabilidad y culpabilidad, emergiendo en ella, sentimientos
de vergüenza, de ser “indigna”, “una mala persona”, “una mujer sucia”, sintiéndose
cómplice por este hecho, ignorando el carácter abusivo de la situación. Además, refiere
sentir una dualidad importante entre “cariño y rabia” hacia su padre, lo que le generaba
dolor y confusión, reconociendo que estos episodios de angustia, se deben
principalmente a este hecho. Asimismo, relata que estas sensaciones fueron empeorando
ya que no siente la confianza suficiente con ningún miembro de su familia, por lo que
todos ellos desconocen su situación, generándole sentimientos de “soledad, falta de
apoyo y de sentirse ahogada”.
Entre la sintomatología que refiere Matilde, se encuentran episodios de angustia
recurrentes, irritabilidad, retraimiento social, lo que según su relato la hace sentirse
paralizada emocionalmente respecto a sus relaciones, cuadros de ansiedad que la
habrían llevado a subir 10 kilos de peso durante los últimos meses y una disminución
considerable de su rendimiento académico. En este sentido, después de este abuso que
se mantuvo de manera crónica, Matilde relata “perdí el respeto por sí misma en cuanto
a la sexualidad, como que me dejó de importar el sexo, le perdí el sentido”, ya que al
cumplir 16 años, comenzó a tener muchas parejas sexuales, contrayendo una E.T.S,
exponiéndose a una serie de situaciones de riesgo. Es importante señalar que pese a que
Matilde logra identificar estas situaciones de riesgo, principalmente en contexto con
pares, tendría tendencia a minimizarlas, ignorando el impacto que estas podrían tener
para su integridad. Además, Matilde señala tener varios conocidos en su universidad,
aunque según su discurso, estas relaciones serían superficiales, reconociendo su
dificultad por “confiar en las personas”, lo que le generaría mucha frustración.
Otro de los síntomas que refiere Matilde, es que actualmente se siente “indigna”
de iniciar una relación amorosa, mostrando tendencia a reconocerse a sí misma como
una “mala mujer”, no teniendo una pareja estable hace más de dos años. Matilde
reconoce sentirse muy deprimida los días que recuerda los eventos sufridos con su
padre, lo que la haría tener “poca energía” para salir de su casa o realizar actividades
con sus pares, teniendo muy pocas actividades de esparcimiento a excepción de sus
actividades de caridad con personas en situación de calle, animales desprotegidos y
elaboración de alfajores, las que cabe señalar, realiza con menor frecuencia a raíz de lo
descrito. Esta situación habría provocado en Matilde la sensación de “encerrarse cada
vez más en sí misma”.
4.3 Historia del problema de la consultante:
Cómo ya se mencionó Matilde, de 20 años de edad, es la única hija de la
relación de convivencia que mantuvo Juan de 43 años y María de 41 respectivamente.
Juan se desempeñaba como veterinario, mientras que María tenía el cargo de secretaria
en una importante empresa de la ciudad de Valparaíso.
Al cumplir 2 años de edad, los padres de Matilde deciden separarse, al ocurrir
este suceso, la consultante comienza a vivir con su madre y su abuela por línea materna
en el sector de Curauma, Valparaíso. Se destaca que, durante este período, tras acuerdo
entre ambos progenitores, Juan mantenía un contacto esporádico con Matilde a través de
visitas, las que se realizaban una o dos veces por mes.
Cuando Matilde cumple 4 años de edad, su madre inicia una nueva relación
sentimental con Carlos de 42 años. Luego de dos años de relación, su madre se
embaraza, momento en donde inicia una relación de convivencia con Carlos. Al cumplir
6 años, la consultante se encontraba viviendo con su madre María, con Carlos y con su
hermana menor Lissette.
Un aspecto importante que refiere Matilde respecto a este período, es que ella
habría comenzado a tener conflictos muy recurrentes con el conviviente de su madre, ya
que éste intentaría poner muchas reglas dentro del hogar, lo que la ponía en una
situación difícil, ya que por un lado era la pareja de su mamá y sentía que “debía
hacerle caso” y por otro, pensaba que “él no era su padre y por eso no debía darle
órdenes”.
Según el relato de Matilde, estos conflictos se fueron manteniendo por varios
años, lo que poco a poco fue generando que también tuviera conflictos con su madre,
señalando “como yo me llevaba mal con Carlos, mi mamá como que le encontraba
razón a él y eso hacía que también tuviera problemas con ella”. En su discurso, Matilde
relata que estos conflictos fueron provocando que se sintiera cada vez más alejada
emocionalmente de su progenitora, ya que casi “no pasaba tiempo con ella, no
conversaban y no tenía la confianza para contarle sus cosas”, llevándola a pensar que
su madre, no le tenía el mismo cariño que le tenía a su hermana menor Lissette.
Según el discurso de Matilde, estos conflictos, la llevaron a sentirse cada vez
más sola, situación que generó que ella se fuera acercando cada vez más hacia su padre,
refiriendo que “él era una persona que me sabía escuchar, era mi referente, a quién le
podía contar todo, era la persona que más le tenía respeto, era una buena imagen
paterna, a diferencia de mi mamá que era súper despreocupada conmigo”.
Otro aspecto relevante, es que esta situación, también provocó que la madre y el
padre de la consultante comenzaran a tener conflictos, ya que el progenitor consideraba
que María era muy despreocupada con Matilde, esto hizo que se generara una especie
de alianza entre la joven y su padre. La consultante agrega en su relato, que esto habría
fortalecido el vínculo que tenía con Juan. Es a partir de este momento, cuando Matilde
cumple 13 años, que comienza a quedarse en casa de Juan en las visitas que tenían, ya
que, hasta ese entonces, las visitas solían ser solo por algunas horas, llegando Matilde a
dormir en casa de su madre al finalizarlas.
Matilde describe estas primeras visitas en dónde se quedaba a pernoctar con su
padre como muy entretenidas, señalando “era como mi amigo, podíamos pasar horas
hablando y nos reíamos mucho, veíamos tele, pasábamos todo el día juntos, íbamos a
comprar, fueron lindos momentos”. En este punto, Matilde describe a su padre como la
figura afectiva más importante de su vida y con la que tenía mayor cercanía.
La consultante señala que cuando cumplió 13 años, comenzó a percibir que las
conductas de su padre empezaron a cambiar y consecuentemente también su percepción
hacia él. En este sentido, Matilde relata que Juan, comenzó a realizar una serie de
acciones que antes no llevaba a cabo, como iniciar conversaciones en las que incluía un
tenor y/o carácter sexual, e intentaba imponer una dinámica que ella consideraba
extraña, como referir “no le contaremos a nadie sobre lo que hablemos, esto es entre
nosotros”. Además, refiere notar, que Juan comenzó a observarla mientras se vestía, e
intentaba acercarse a ella, generando roces en distintas partes de su cuerpo. En este
punto, la consultante relata que comenzó a sentir algo extraño, a lo que denomina como
una “tensión sexual” entre ella y su padre, señalando que por un lado no entendía esa
sensación que le provocaba hacer “algo prohibido”, y por otro le daba mucho miedo
que esto continuara de la misma manera. La joven describe ejemplos concretos de cómo
estas conductas poco a poco fueron cambiando su percepción hacia su padre, relatando
que comenzó a visualizarlo más atractivo, como una persona muy inteligente, muy
instruida, con muy buenos modales y muy caballero, describiéndolo como lo que “ella
siempre había buscado en un hombre”.
Siguiendo con su relato, Matilde refiere que en una oportunidad, cuando ya
percibía que esta dinámica entre ella y su padre se encontraba instaurada, ella se fue a
quedar a la casa de Juan. Como era la costumbre de ambos, después de pasar un tiempo
juntos y conversar como había estado su día, decidieron salir a comprar un refrigerio en
un local de comida cercano. Al legar al hogar, la consultante refiere que ambos inician
una conversación, a medida de que esta charla avanzaba, Juan comenzó a incluir un
tenor cada vez más sexual, pasando a abrazarla, acariciarla y besarla en distintas partes
de su cuerpo, lo que según su discurso, le generó un grado importante de excitación
sexual que no comprendía. En este punto, Matilde señala que una vez que finalizó este
hecho, sintió mucha culpa, al sentir un grado de excitación que no entendía y al no
haber intentado parar la situación a tiempo, agregando que el miedo que sentía había
aumentado y consideraba que no sería capaz de detener un evento similar si volvía a
ocurrir.
Tras este hecho, Matilde refiere sentirse muy “perdida” ya que no tenía a
ninguna persona con quién compartir lo que estaba ocurriendo y si la tuviera,
seguramente no sería capaz de contarlo, es por ello, que decide alejarse de su padre,
rechazando una serie de invitaciones que él le realizó. Esta situación dejo muy
confundida a su madre, ya que consideraba que Matilde y Juan tenían una relación muy
cercana y el cambio de la consultante hacia su padre había sido muy drástico.
En este período, Matilde refiere mentirle a su madre cuando ella le preguntaba
sobre lo que le ocurría y por qué no quería salir con su padre, señalándole que Juan “era
muy pesado, muy estricto y no tenía ganas de salir con él”, en este sentido, Matilde
también refiere sentirse muy culpable por mentirle a su madre, pero también señala que
“no tenía la confianza suficiente con ella como para contarle lo que estaba
ocurriendo”, agregando tener cierto temor de hablar sobre este tema y por lo que podía
ocurrir si lo hacía.
Durante el período en que Matilde decide distanciase de su padre, Juan renuncia
a su trabajo de veterinario, comprándose un bar restaurant, manejado por él mismo, el
que se había transformado en su principal fuente de recursos económicos. Así mismo,
Juan también compra una propiedad/parcela en una ciudad al interior de la quinta región
de Valparaíso, en dónde se había trasladado a vivir.
Después de 2 meses, Juan insistía en salir con Matilde, ella relata que le fue muy
complicado distanciarse de su padre y que la insistencia reiterada de Juan la había
llevado a querer retomar estas visitas con su progenitor.
A partir de lo anterior, Matilde (aún con 13 años de edad) accede a realizar un
viaje con Juan a la ciudad de Mendoza, Argentina, por el período de 2 semanas. La
joven relata que los primeros 3 días fueron muy entretenidos para ella, ya que, la
relación con su padre había vuelto a ser como era, y que en las noches Juan respetaba su
espacio personal. Al llegar la cuarta noche, Matilde señala que su padre habría vuelto a
tomar una postura distinta, incitando conversaciones, roces y caricias con tenor sexual.
La consultante refiere que, en esa cuarta noche, su padre, además de las caricias y
conversaciones de carácter sexual, le habría realizado tocaciones en sus genitales, lo
que, según su relato, la llevó a sentir nuevamente esta “tensión y excitación sexual que
no entendía” (denominada por ella misma). Así, a partir de esta dinámica, Matilde
relata “haber perdido su virginidad con su padre”, refiriéndose a este hecho como
“tuve relaciones sexuales con mi papá”, ignorando el carácter abusivo de la situación,
sintiéndose, además, responsable y cómplice por este hecho. A su vez, también
menciona que, en esa oportunidad, su padre le propuso que se cambiara a vivir con él,
petición a la cual accede.
Un aspecto importante a destacar, es que la situación abusiva se describe como
“relaciones sexuales” ya que es de esta forma en que la consultante se refiere a ello,
esto pretende ser explicado en el análisis posterior del relato que elabora.
Días después, Matilde se cambia a vivir con su padre en la parcela que había
adquirido unos meses atrás. La consultante refiere que una vez que le informó a su
madre de su decisión, María tomó una postura pasiva, refiriéndole “has lo que tú
quieras”, aunque también señala que percibió cierto enojo y decepción de parte de su
madre.
Posterior a su cambio de casa, Matilde relata que comenzó a ayudar a su padre
con el restaurant, pasando la mayor parte de los días juntos. La consultante agrega que
luego de su cambio de domicilio, las conductas sexuales eran recurrentes, teniendo
“relaciones” casi de forma diaria, las que siempre eran incitadas por Juan. En este
punto, Matilde señala sentirse como “la esposa de su padre”. Esta situación se mantuvo
de manera crónica.
Así mismo, Matilde refiere que fue durante este período, cuando las “relaciones
sexuales” con su padre eran muy recurrentes, que Juan realizó un curso de Barman, y
que una vez que terminó este curso, se había vuelto propenso a consumir grandes
cantidades de alcohol destilado de manera diaria, sobre todo luego de terminar su
jornada laboral.
Matilde refiere que este tiempo fue muy difícil para ella, ya que se sentía muy
culpable por las “cosas que hacía con su padre” y, además, a medida que pasaban los
meses, Juan se volvía más propenso al consumo de alcohol.
Según el relato de la joven, este consumo problemático de alcohol que
presentaba su padre, habría generado graves problemáticas en la relación entre ambos,
ya que durante la noche y bajo el consumo de alcohol, Juan se volvía “violento”,
enojándose cada vez que Matilde no accedía a “tener relaciones”, además se volvía
extremadamente “crítico” hacia la consultante, recriminándola mediante “gritos y
descalificativos verbales” por situaciones cotidianas. Matilde relata que, en este
período, existieron muchos episodios de violencia verbal entre ella y su padre, los que
siempre eran producto del consumo de alcohol de Juan y cuando ella no estaba
dispuesta a “tener relaciones con él”.
Es producto de esta situación, que luego de 6 meses de residir con Juan, Matilde
decide cambiarse a vivir nuevamente con su madre, Carlos y su hermana menor. Pese a
cambiarse de domicilio, la joven relata que seguía yendo a ver a su padre de manera
semanal, quedándose a pernoctar con él, en este contexto, seguía ocurriendo la situación
abusiva. Esta dinámica se mantuvo ininterrumpidamente por dos años.
Cuando Matilde cumple 15 años, su madre vuelve a embarazarse. Al nacer la
ahora hermana menor de la joven, Romina, de 5 años de edad, la consultante señala que
su madre invertía la mayor parte de su tiempo en el cuidado de su hermana menor, y
también en el cuidado de Lissette su otra hermana, lo que hacía que volviera su
sensación de “soledad”, señalando “no me sentía parte de esa familia, mi mamá solo se
preocupa del Carlos y de mis hermanas y conmigo seguía siendo muy despreocupada”.
Esto provocó que Matilde nuevamente se cambiara a vivir con su padre, pero dada las
problemáticas ya descritas, tendía a quedarse unos meses, luego volvía dónde su madre
y así sucesivamente por dos años.
La joven relata que cuando se encontraba viviendo con su padre por estos
períodos cortos de tiempo, había momentos en que Juan le planteaba “tener
relaciones”, si ella no accedía, Juan lloraba y se ponía triste, esto hacía que Matilde se
sintiera culpable, y terminaba accediendo a la situación abusiva. En este punto Matilde
relata “Me volvía a sentir como la esposa que tiene relaciones con su esposo para que
no esté triste”.
Mientras que los cambios de domicilios se mantenían entre la casa de su padre y
la de su madre, Matilde cumplió 18 años, es aquí donde la joven relata “ya no
aguantaba más, esto me daba vueltas en la cabeza, me estaba volviendo loca, tenía que
irme, necesitaba tener mi espacio alejada de todo el mundo”. Es así, que Matilde
decide viajar a Canadá, en donde amigas que vivían en el lugar la acogieron, logrando
encontrar trabajo. Matilde se refiere a este acontecimiento como “una de las mejores
experiencias de su vida”. La consultante también relata que esta situación le sirvió
mucho para pensar, agregando que durante ese período, solo se habría comunicado en
tres oportunidades con su padre mediante internet, pero que el contacto con su madre y
hermanas había sido diario.
Matilde residió en el país de Canadá por 6 meses, cuando decide regresar a
Chile, la joven señala que luego de pensar mucho en lo ocurrido, su percepción hacia
Juan había cambiado, ya que en ese momento sentía “mucha rabia hacia su padre”. A
su vez, Matilde agrega que en ese momento se enteró que el restaurant de su padre había
quebrado, por lo que Juan había decidido cambiarse a residir en la ciudad de Puerto
Natales por motivos laborales.
La consultante agrega que cuando volvió de Canadá, no tenía intenciones de
vivir con su madre, al “no sentirse parte de esa familia”, por lo que decide cambiarse a
vivir con su abuela por línea materna, con la que sigue viviendo en la actualidad.
Un factor a considerar, es que pese a que actualmente el padre de Matilde se
encuentra residiendo en la ciudad de Puerto Natales, la consultante mantiene contacto
con él a través de llamados telefónicos esporádicos, aproximadamente una vez al mes.
Finalmente, se menciona que luego de 2 años de haber llegado de Canadá, y con
20 años cumplidos, Matilde reconoce necesitar apoyo para afrontar la situación,
relatando “no puedo cargar con esto sola, necesito ayuda para superar esto”,
agregando tener la necesidad de iniciar un proceso psicoterapéutico, dirigiéndose así, al
C.A.P.S.I de la Universidad de Valparaíso, e iniciando su proceso de intervención.

4.5 Objetivos de la consultante:


Se destaca que, en la sesión inicial del proceso, se co-construyeron las metas
terapéuticas de la consultante. Pese al gran impacto de la vivencia de la agresión, y
todas las consecuencias conductuales, emocionales y sociales que le produjeron,
Matilde refiere querer alcanzar solo un objetivo en el proceso:
- “Comprenderse a sí misma, para poder dejar de sentirse sucia”.

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