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Los heraldos negros Masa Los heraldos negros Masa

Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé! Al fin de la batalla, Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé! Al fin de la batalla,
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos, y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos, y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
la resaca de todo lo sufrido y le dijo: «¡No mueras, te amo tánto!» la resaca de todo lo sufrido y le dijo: «¡No mueras, te amo tánto!»
se empozara en el alma... ¡Yo no sé! se empozara en el alma... ¡Yo no sé!
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo. Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras Se le acercaron dos y repitiéronle: Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras Se le acercaron dos y repitiéronle:
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte. «¡No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!» en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte. «¡No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!»
Serán tal vez los potros de bárbaros Atilas; Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo. Serán tal vez los potros de bárbaros Atilas; Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
o los heraldos negros que nos manda la Muerte. Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil, o los heraldos negros que nos manda la Muerte. Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil,
clamando «¡Tánto amor, y no poder nada contra clamando «¡Tánto amor, y no poder nada contra
Son las caídas hondas de los Cristos del alma la muerte!» Son las caídas hondas de los Cristos del alma la muerte!»
de alguna fe adorable que el Destino blasfema. Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo. de alguna fe adorable que el Destino blasfema. Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones Le rodearon millones de individuos, Esos golpes sangrientos son las crepitaciones Le rodearon millones de individuos,
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema. de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.
con un ruego común: «¡Quédate hermano!» con un ruego común: «¡Quédate hermano!»
Y el hombre... Pobre... ¡pobre! Vuelve los ojos, como Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo. Y el hombre... Pobre... ¡pobre! Vuelve los ojos, como Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada; Entonces todos los hombres de la tierra cuando por sobre el hombro nos llama una palmada; Entonces todos los hombres de la tierra
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado; vuelve los ojos locos, y todo lo vivido le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado;
se empoza, como charco de culpa, en la mirada. incorporóse lentamente, se empoza, como charco de culpa, en la mirada. incorporóse lentamente,
abrazó al primer hombre; echóse a andar… abrazó al primer hombre; echóse a andar…
Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé! Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!
España, aparta de mí este cáliz España, aparta de mí este cáliz
Los heraldos negros Los heraldos negros

LOS DADOS ETERNOS LOS DADOS ETERNOS


Dios mío, estoy llorando el ser que vivo; Dios mío, estoy llorando el ser que vivo;
Piedra negra sobre una piedra blanca me pesa haber tomádote tu pan; Piedra negra sobre una piedra blanca me pesa haber tomádote tu pan;
pero este pobre barro pensativo pero este pobre barro pensativo
Me moriré en París con aguacero, no es costra fermentada en tu costado: Me moriré en París con aguacero, no es costra fermentada en tu costado:
un día del cual tengo ya el recuerdo. ¡tú no tienes Marías que se van! un día del cual tengo ya el recuerdo. ¡tú no tienes Marías que se van!
Me moriré en París y no me corro Dios mío, si tú hubieras sido hombre, Me moriré en París y no me corro Dios mío, si tú hubieras sido hombre,
tal vez un jueves, como es hoy, de otoño. hoy supieras ser Dios; tal vez un jueves, como es hoy, de otoño. hoy supieras ser Dios;
pero tú, que estuviste siempre bien, pero tú, que estuviste siempre bien,
Jueves será, porque hoy, jueves, que proso Jueves será, porque hoy, jueves, que proso
no sientes nada de tu creación. no sientes nada de tu creación.
estos versos, los húmeros me he puesto Y el hombre sí te sufre: ¡el Dios es él! estos versos, los húmeros me he puesto Y el hombre sí te sufre: ¡el Dios es él!
a la mala y, jamás como hoy, me he vuelto, Hoy que en mis ojos brujos hay candelas, a la mala y, jamás como hoy, me he vuelto, Hoy que en mis ojos brujos hay candelas,
con todo mi camino, a verme solo. como en un condenado, con todo mi camino, a verme solo. como en un condenado,
César Vallejo ha muerto, le pegaban Dios mío, prenderás todas tus velas, César Vallejo ha muerto, le pegaban Dios mío, prenderás todas tus velas,
y jugaremos con el viejo dado... y jugaremos con el viejo dado...
todos sin que él les haga nada; todos sin que él les haga nada;
Tal vez ¡oh jugador! al dar la suerte Tal vez ¡oh jugador! al dar la suerte
le daban duro con un palo y duro del universo todo, le daban duro con un palo y duro del universo todo,
también con una soga; son testigos surgirán las ojeras de la Muerte, también con una soga; son testigos surgirán las ojeras de la Muerte,
los días jueves y los huesos húmeros, como dos ases fúnebres de lodo. los días jueves y los huesos húmeros, como dos ases fúnebres de lodo.
la soledad, la lluvia, los caminos… Dios mío, y esta noche sorda, oscura, la soledad, la lluvia, los caminos… Dios mío, y esta noche sorda, oscura,
ya no podrás jugar, porque la Tierra ya no podrás jugar, porque la Tierra
es un dado roído y ya redondo es un dado roído y ya redondo
Poemas humanos Poemas humanos
a fuerza de rodar a la aventura, a fuerza de rodar a la aventura,
que no puede parar sino en un hueco, que no puede parar sino en un hueco,
en el hueco de inmensa sepultura. en el hueco de inmensa sepultura.

Los heraldos negros Los heraldos negros

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