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Vida y obra de Adriana Cupul Itzá

Por David Anuar

Y mi cuerpo no ha muerto, nos susurra Adriana Cupul Itzá. La imagino


sonriente por la publicación de este libro que compila su obra publicada
y da a conocer parte de su obra inédita. Este es un merecido homenaje
póstumo a la memoria de la poeta y profesora bacalarense, quien fue
considerada en su momento –por críticos como Agustín Labrada y por
su maestro mismo, Ramón Iván Suárez Caamal– una de las promesas
de la poesía en Quintana Roo. Comparto esta idea, pues a mi parecer,
la obra de Adriana no sólo delata calidad, intensidad, persistencia y
permanencia en el empeño de escribir y publicar, sino una reflexión en
torno a temas fundamentales para el estado como la identidad, la cultura
maya y la naturaleza.
Y mi cuerpo no ha muerto, es un verso que la poeta escribió en el
poema “Adriana me diría o dolería a muerte”, perteneciente a su primer
libro, Poseída por la luna (1994). Con él, quiero creer, que Adriana nos
sigue hablando, sigue de cuerpo presente con nosotros a través de su
poesía, a través de sus palabras, a través de las imágenes y reflexiones
que nos legó en sus poemas. Por ello, creí que este debía ser el título para
la colección póstuma de sus obras.
Así, lector, en este volumen podrás encontrar la obra completa de
Adriana Cupul Itzá, la cual consiste en tres libros, la recopilación de
los poemas que vieron la luz en distintas revistas y antologías, y cuatro
textos inéditos. Además, se incluye un anexo, “Palabras para Adriana”,
donde se presentan tres textos críticos sobre su obra. También se
añade una bibliografía que consigna la obra que publicó en libros,
revistas y antologías. Por último, el libro inicia con el presente estudio
introductorio, el cual se divide en cuatro secciones, la primera bosqueja
una historia mínima del taller literario Syan Caan, al cual perteneció
Adriana; la segunda, una breve biografía de la autora; la tercera, un
análisis de su poesía, y el último apartado explica los criterios que se
siguieron para elaborar esta edición.

El taller literario Syan Caan


Cuenta el profesor y poeta Ramón Iván Suárez Caamal, que la idea del
taller literario Syan Caan surgió a principios de la década de los ochenta
en las reuniones que sostenían profesores y escritores del grupo literario
Génali, en Calkiní, Campeche. En esos convites poéticos, los asistentes
–entre quienes figuraban Waldemar Noh Tzec, Jorge Cocom Pech,
Santiago Canto Sosa, entre otros más– compartían sus experiencias en

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torno a la literatura, comentaban las lecturas que habían hecho, y leían
sus propios textos, los cuales eran puestos bajo el microscopio de la
crítica constructiva. De ahí surgió la idea de extender esa práctica hacia
los niños, jóvenes y adultos, en los diferentes sitios donde los asistentes
vivían y trabajaban.1 Así fue como Ramón Iván inició el taller literario
Syan Caan, en el año de 1982.
La primera sede del taller se ubicó en Chetumal, donde se reunían
los fines de semana en una casa que ostentaba el nombre de Consulado
de Kriptón. Ramón Iván describe así aquellas primeras sesiones:
“Jóvenes y niños sesionábamos los fines de semana. Música de la Nueva
Trova Cubana, tazas de café, refrescos y la camaradería de todos”.2
Posteriormente, el taller migró a Bacalar, donde sesionaban dos veces
por semana y algunas ocasiones hasta los fines, en un pequeño hotel a la
orilla de la laguna, El Refugio, cuyo dueño era el pintoresco Don Tarot, un
versificador tradicional interesado en apoyar toda suerte de actividades
literarias. Ramón Iván, desde sus recuerdos, nos dice: “Después de las
lecturas y creaciones, seguía el chapuzón en las aguas tranquilas de la
laguna. Un día de excursión por las artes y por la naturaleza”.3
A finales de los ochenta, el taller entró en un proceso de
institucionalización, primero al pasar a formar parte de la Casa
de la Cultura de Bacalar, y posteriormente a la Casa Internacional
del Escritor, que se fundó en 1990. Ya en esa segunda locación, los
miembros del taller contaron con una oferta más amplia de escritores
que venían de diferentes partes del país, los cuales les daban charlas,
conferencias y sesiones de tallereo. Sin embargo, la noción rectora
del taller fue la concepción lúdica de la escritura, como una actividad
placentera y gozosa.4
Con el pasar del tiempo, los alumnos fueron engrosando y
consolidando su obra, y a finales de los ochenta se inició el proyecto
editorial Nave de Papel como una forma de dar seguimiento a la obra
poética de los miembros del taller. Entonces, entre 1989 y 1999, se publicó
una serie de 20 cuadernillos de poesía, todos ellos fruto del trabajo de
los talleristas.5 Al respecto, Ramón Iván comenta sobra las publicaciones
1
Ramón Iván Suárez Caamal, entrevista por el autor. Bacalar, Quintana Roo, 1 de abril de 2018.
2
Ramón Iván Suárez Caamal, “El taller literario Syan Caan. Los niños y jóvenes escritores de
Bacalar”, Sonarte, año 3, vol. 13, junio-julio 1998, p. 3.
3
Ramón Iván Suárez Caamal, “El taller literario Syan Caan…” p. 3.
4
Ramón Iván Suárez Caamal, “El taller literario Syan Caan…” p. 3.
5
Los cuadernillos son los siguientes: El insólito tiempo de escribir (1989), Meztli V. Suárez
Mc-liberty; Agudas palabras (1989) y Yo soy la noche (1994) de Tania Sol Portillo Martínez;
Cotidianeidades (1989), de Raúl Rico Guido; El egoísmo de la flor (1989) y Piedra bestial (1994),
Daniel Cabrera Padilla; Poseída por la luna (1994) y Máscara indígena (1997), de Adriana
Cupul Itzá; Voz de tigre (1994) y Poliedros inconclusos (1996), de Amílcar Orellana Ramírez;
He mirado el mar (1994), de Jesús Fuentes Allen; Calles (1994), de Israel Miranda García;

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