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El término relaciones objetales se deriva de la teoría freudiana de la pulsión en que Freud hace

referencia a los satisfactores específicos de las pulsiones como los objetos de la pulsión. El yo
podía incorporar como imágenes internas a los objetos amorosos perdidos o a los que se había
renunciado. Al crear dichas imágenes, el yo disminuye la frustración del ello por la pérdida. Freud
concluyó que muchas cualidades del yo se forman mediante la incorporación de los objetos
amorosos perdidos. En este proceso, el yo introyecta algunas características de los objetos
amorosos que ya no están en realidad disponibles

Freud había invertido un gran esfuerzo en explicar la manera en que el yo hace realidad los
propósitos de las pulsiones del ello, teóricos como Melanie Klein y Donald W. Winnicott se
concentraron en los esfuerzos interpersonales del bebé por obtener seguridad, amor, empatía,
admiración y confianza. En consecuencia, el modelo freudiano de la pulsión fue reemplazado por
una teoría de las relaciones íntimas

Se centran más en las relaciones interpersonales con estos objetos que en los impulsos instintivos.
Si bien es importante satisfacer los impulsos, es secundario al establecimiento de interrelaciones.
El énfasis primario en las relaciones personales, por encima de las necesidades instintivas, nos dice
que los teóricos de las relaciones objetales, a diferencia de Freud, aceptan que los factores
sociales y ambientales influyen en la personalidad. Ponen especial énfasis en la relación madre e
hijo y sugieren que la base de la personalidad se forma en la infancia, a una edad anterior a la que
propuso Freud. Aun cuando difieren en los elementos específicos, suelen coincidir en que el factor
crucial del desarrollo de la personalidad es la creciente capacidad del niño para irse
independizando de su objeto primario: la madre. Para ellos también es decisiva la aparición de un
sólido sentido del yo en los primeros años de vida y la maduración de las relaciones con otros
objetos aparte de la madre. No hay un único punto de vista o sistema que logre la adhesión
unánime de todos los teóricos de las relaciones objetales, pero varios enfoques cuentan con
numerosos partidarios. El término relaciones objetales llegó, por consiguiente, a entenderse como
las relaciones reales de la persona con objetos más allá del mundo subjetivo del sí mismo. Para
calificar como una teoría psicoanalítica de las relaciones objetales, una teoría también debe incluir
significados privados e inconscientes asociados con la pauta de relaciones objetales de una
persona

Objetos internos y fantasía

En definitiva, el objeto interno es una experiencia de un objeto situado en nuestro interior. Se


construye fundamentalmente desde la experiencia del objeto externo, pero modificado,
distorsionado pues también se plasma, mediante la proyección, la percepción y experiencia que se
tiene de esos objetos externos. Para M. Klein el infante se relaciona desde el nacimiento con
objetos que ya presentan una distinción primitiva respecto al yo. Estas relaciones derivan de la
aptitud innata del infante para interpretar sus sensaciones corporales: objetos buenos que causan
sensaciones placenteras u objetos malos que le causan sensaciones de displacer.

Técnica de juego

La elaboración de la técnica: Durante un período que abarcó unos cinco años, Klein elaboró una
técnica específica que denominó técnica del juego, gracias a la cual consiguió analizar niños
menores de tres años; por este camino consideró que podía llegar más lejos que nadie en la
investigación de la zona gris de la infancia.

La técnica no nació de una sola pieza, sino en una serie de pasos. Klein empezó reservando tiempo
para hablar con los niños, respondía a las preguntas de ellos y, sobre todo, a las referidas a la vida
sexual de los padres. Se mostraba franca y abierta,

El nuevo encuadre: Se trataba de un nuevo encuadre que incluía juguetes y objetos reales. Por lo
tanto, la trasferencia interesaba a todos los objetos de este encuadre, y no sólo al analista. Klein
adoptó un método estricto, ortodoxo. Por tal entendía que interpretaba exclusivamente lo
inconsciente, y se abstenía de otro tipo de intervenciones, Interpretaba los elementos del juego y
respetaba su valor simbólico como si fueran fragmentos de un sueño. Empleaba el lenguaje usual
del niño, pero hablaba de manera explícita y franca sobre cuestiones sexuales, sobre partes del
cuerpo, y sobre las relaciones agresivas y sádicas prominentes, no menos que sobre las relaciones
amorosas sexuales. Al parecer, K1ein era muy activa en su juego con sus pequeños pacientes,
dispuesta a hacer papeles en las fantasías de ellos, con lo cual escenificaba los dramas también
representados con juguetes. Interpretaba las relaciones entre objetos como el contenido
psicológico de la mente. En una ojeada retrospectiva, lo contrapuso a la técnica corriente:

La sala de juegos es un recinto donde los juguetes son manipulados, y necesariamente se ordenan
en relaciones espaciales recíprocas. La percepción de un conjunto de relaciones activas entre
objetos, dentro de un espacio deslindado Con claridad, viene promovida ya por el encuadre dentro
del cual hizo.}

Por eso me vi forzada a adoptar otras medidas, medidas que una vez más proporcionaron una
notable prueba de la eficacia de la interpretación para reducir la angustia y la trasferencia negativa
del paciente»

El juego como expulsión. La importancia del juego condujo a Klein a interesarse por su naturaleza;
la expulsión de un conflicto interno lo externalizaba, y de esa manera lo hada más tolerable
apuntó que «las fantasías son siempre mejores o peores que la realidad» (pág. 289); por eso,
mientras que tendemos a hacernos conscientes de aquellas que son mejores (sueños diurnos), nos
inclinamos a externalizar las que son peores, a fin de mitigarlas. En consecuencia, el juego tiene un
aspecto desesperado y, en realidad, constituye una forma de defensa: expulsión o proyección La
idea que tenía Klein del juego era entonces más bien sombría y pesimista. No es una diversión. Su
función es procurar alivio de aquellos estados internos perseguidores:

Externalización: Klein consideró que sus contribuciones a esta idea de la externalización de una
culpa inconsciente eran significativas, puesto que analizaba niños cuya edad era justamente
aquella a la cual Freud suponía que se formaba el superyó,

Klein justificó su método invocando su notable eficacia para la reducción de la angustia, la


remoción de las inhibiciones del juego, la reducción de la angustia inmediata, y un cambio que
promueve una relación más positiva con el analista:

yo en el psicoanálisis
concepción del Yo, la cual se evidencia en el énfasis que esta autora presta a las experiencias más
tempranas del ser humano. en los primeros cinco o seis meses de vida, a diferencia de Freud,
quien lo ponía en los primeros cinco años. Suponía que los niños nacen con una fantasía activa que
contiene representaciones mentales (imágenes) de los instintos freudianos del ello, satisfechos
temporalmente por esas imágenes. Crear fantasías es una función del yo. La concepción de la
fantasía como expresión mental de los instintos por mediación del yo supone mayor grado de
organización yoica del que postula Freud. Supone que desde el nacimiento el yo es capaz de
establecer y de hecho los instintos y la ansiedad lo impulsan a establecer relaciones objetales
primitivas en la fantasía y la realidad utilizar mecanismos de defensa

Sin embargo, el yo del bebé está subdesarrollado y mal equipado, era un yo primitivo, para
entender la naturaleza de los impulsos orales y anales cuya intensidad va en aumento. El infante
debe proyectar sus impulsos e introyectar el mundo externo, para ir desarrollando su yo. Por ello,
aun en los niños pequeños, un rechazo excesivo de la realidad (a menudo disfrazado bajo una
aparente forma de docilidad y adaptabilidad) constituye un indicio de neurosis que difiere sólo en
su forma de expresión de la fuga neurótica del adulto frente a la realidad. Por esta razón uno de
los resultados de los análisis tempranos es capacitar al niño para adaptarse a la realidad. Si esto se
logra, disminuirán las dificultades educativas, porque será capaz de tolerar las frustraciones
impuestas por la realidad (Klein, 1987)

Fantasia

La fantasía inconsciente se define como la expresión mental de los instintos y existe desde el
comienzo de la vida.

La fantasía es la expresión psíquica de los impulsos instintuales y también de los mecanismos de


defensa enderezados contra impulsos instintuales

que su presencia no es índice de enfermedad ni de falta de sentido de la realidad; lo que


determinará el estado psíquico del sujeto es la naturaleza de estas fantasías inconscientes y su
relación con la realidad externa

apego odio

Los objetos buenos (los gratificantes) son idealizados los eleva a la bondad absoluta. Los objetos
malos son creados en representaciones de odio destilado.

Como el pecho de la madre en ocasiones satisface y otras veces frustra las necesidades orales del
bebé, las formas en que la madre maneja el amamantamiento y el destete tienen una fuerte
influencia en la manera en que el niño aprende a manejar las emociones de amor y odio.

El bebé trata a la parte como un todo. Por tanto, no es necesario que la experiencia de la madre
en la primera infancia sea la persona real e íntegra. Al principio, la experiencia de la madre es poco
más que un pezón que sobresale del pecho.

Se suscitan sentimientos de odio y agresión y el niño queda dominado por los impulsos de
arremeter contra el objeto de todos sus deseos que, en su mente, está conectado con todo lo que
experimenta, bueno y malo por igual. A los 5 meses ya el conjunto de objetos parciales los forma
como objetos totales, y lo empieza a parcibir como madre buena o mala
En sus primeros trabajos, reportó observaciones que indicaban la presencia de un superyó sádico
ya desde los dos años de edad. En contraste con la opinión de Freud del dominio genital en la fase
edípica, Klein creía que las dinámicas del complejo de Edipo clásico sólo emergen cuando se
construyen sobre esos primeros impulsos sádicos, más amorfos y difíciles de controlar Propuso
que los orígenes del superyó y un complejo de Edipo rudimentario ocurrían incluso antes, en los
primeros seis meses de vida.

En esta fase posterior, supuestamente al final del primer año, la misma fantasía gratifica al mismo
tiempo las necesidades orales y agresivas. En el segundo y el tercer año de vida, el niño entra en la
fase de sadismo anal en que la atención necesaria en la eliminación queda atada una vez más a los
impulsos agresivos. Klein creía que para el niño la eliminación de las heces adoptaba el significado
de eliminar al objeto amoroso (una “expulsión forzosa” del mismo) vinculado a sus deseos
destructivos. Entre la fase sádica oral y la fase sádica anal, Klein distinguió una fase de transición
sádica uretral.

En sus fantasías sádicas orales el niño ataca el pecho de la madre para lo cual emplea sus dientes y
mandíbulas. En sus fantasías uretrales y anales, busca destruir el interior de cuerpo de la madre y
para ese propósito usa su orina y sus heces.

Cuando el niño fantasea con atacar el interior de la madre, ataca de ese modo muchísimos objetos
internalizados. el infante está atacando a todo un mundo poblado por objetos hostiles para el sí
mismo, que incluyen al padre, la madre, los hermanos y hermanas. “El mundo transformado en el
cuerpo de la madre es un conjunto hostil contra el niño y lo persigue”. Destruir o ser destruido se
convierte en la estrategia del bebé, pero es una estrategia cargada de culpa y angustia.

Psico

Como expresa Silvia Frendrik (2004), la originalidad y la audacia clínica de Melanie se apoya en los
siguientes elementos:

En primer lugar, las fantasías modelan la totalidad de, las conductas, de las actividades y del
conjunto de la personalidad. No hay nada que escape al dominio que ejerce la fantasía-
inconsciente- sobre la vida consciente. Freud nunca fue tan lejos, y la escuela americana muchos
años después postulará la existencia de áreas autónomas, libres, de la personalidad y del yo, no
influidas por el inconsciente. Pero Melanie Klcin sostuvo, desde entonces y para siempre, que toda
actividad de un niño y de una persona adulta no es sino la expresión de una fantasía inconsciente,
y no sólo las actividades que pueden ser afectadas por una inhibición, sino los conciertos, los
espectáculos, el cine, la apreciación artística de los colores, las formas, el arte, todo, todo tiene el
mismo origen. Segundo, todas las fantasías derivan de la escena primaria, que es el motor de la
puesta en marcha de la fantasía. El mero hecho de escuchar o de mirar simboliza la observación,
real o imaginaria, del coito. Tercero, El juego es una descarga permanente, de fantasías
masturbatorias, provocadas por la escena primaria. Dicha escena no tiene que ver con la realidad.
Necesariamente va a producirse una deformación, porque cuando un niño pequeño presencia el
coito de los padres, no puede distinguir, ni siquiera perceptualmente, qué es del padre y qué es de
la madre. Por último, inventará la técnica del juego, luego de haberla probado espontáneamente,
por primera vez, en el análisis de la pequeña Rita, de dos años y tres meses de edad.

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