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Encuentro Nº 7: José Hernández y Martín Fierro

José Hernández nace en noviembre de 1834 en el partido de San Martín, Provincia de Buenos
Aires. En 1843, luego del fallecimiento de su madre, se instala en una zona rural del sur de la
provincia junto con su padre, quien trabaja como capataz de estancia. A partir de 1856 participa
del Partido Federal Reformista y en la redacción de “La Reforma Pacífica”. Al año siguiente se
traslada a Paraná, donde funda el diario “El Argentino”. En 1863 comienza a escribir la biografía
del Chacho Peñaloza. En 1868, José Hernández regresa a Buenos Aires y al poco tiempo crea el
diario “El Río de la Plata”. Desde allí realiza fuertes críticas a las políticas de Sarmiento, por lo cual
es clausurado en 1870. Ese mismo año, Hernández, se une al levantamiento de López Jordán en
Entre Ríos. Luego de la derrota decide exiliarse en Brasil.

De regreso a la Argentina publica su obra más importante El Martín Fierro, en diciembre de 1872.
Siete años después edita La vuelta.

Durante los siguientes años se desempeña como diputado y senador de la provincia de Buenos
Aires.

En 1881 publica “Instrucción del estanciero”.

En octubre de 1886 muere en su quinta en la ciudad de Buenos Aires.

1- La pena extraordinaria

Este es un programa excepcional. Este es un programa dedicado a José Hernández que escribió,
por supuesto el más grande poema de la literatura gauchesca Argentina.

Yo conjeturo, que se van a dar cuenta, y van a conocer, y van a saber muchas cosas del poema
Martín Fierro que no sabían hasta ahora. Porque seguramente lo habrán estudiado en la escuela,
como lo estudiamos todos, pero tiene muchos secretos, muchas connotaciones, muchas
utilizaciones y muchas interpretaciones, que le vamos a dar acá, que no son conocidas, que en
realidad, si tomáramos ciertas palabras periodísticas, podríamos decir que, en este momento, en
este espacio vamos a dar muchas primicias sobre el Martín Fierro.

El texto de José Hernández, cuya primera parte –en realidad cundo él lo publica no sabía que era la
primera parte… pero bueno, después vendrá una segunda- cuya primera parte se publica en 1872.
Nosotros podríamos decir ante todo que es una honda reflexión sobre la condición humana, a
propósito de la condición del gaucho en la campaña de Buenos Aires.
El poema está un poco virado desde Buenos Aires hacia Santa Fe. Esa sería su ubicación
geográfica.

El poema de José Hernández no inaugura la literatura gauchesca. Antes hubo otros. El más famoso
y, conocido seguramente por ustedes, por nuestro paso obligatorio por la escuela, el Fausto de
Estanislao del Campo. El Fausto de Estanislao del Campo se va a diferenciar del Martín Fierro, y
José Hernández lo va a decir muy claro, en que Estanislao del Campo lo toma un poco en broma al
gaucho. Es decir, se sirve del gaucho para escribir un poema algo jocoso. El tema de Hernández,
por el contrario, no va a ser burlarse de la ingenuidad de los gauchos, sino que va a ser la denuncia
de la desdicha de los gauchos. En este sentido, nosotros podemos decir que es ante todo un
Poema de la Queja.

La primera estrofa del Martín Fierro dice claramente, empieza enunciando la temática de la pena
extraordinaria. Es una estrofa muy conocida que dice: “Aquí me pongo a cantar al compás de la
vigüela, que al hombre que lo desvela una pena extraordinaria, como el ave solitaria con el cantar
se consuela”. Entonces aquí tenemos dos elementos: La pena que desvela a Martín Fierro no es
común, es extraordinaria. ¿Y con qué se consuela? Con la vigüela y con el canto.

El gaucho de José Hernández –y este es un punto definitivo que dejamos aquí plantado y que no lo
podemos olvidar- El poema de José Hernández describe al gaucho derrotado de 1872. El guacho
que no tiene otra cosa más que quejarse. Yo me quejo, dice Hernández, a través de Martín Fierro.
Me quejo porque me mandan a la frontera a pelear con los indios. Porque no me usan en el
trabajo fructífero de los campos, para el cual estoy totalmente preparado. Porque me quitaron el
rancho, me quitaron la prienda, me quitaron todo lo que tenía y me mandaron a la frontera.

En este sentido el Martín Fierro no es el poema de la rebelión gauchesca. Es el poema de la queja


del gaucho derrotado.

El poema de la rebelión gauchesca, curiosamente o no, lo escribió Sarmiento, y es el Facundo.

2- La vida en la frontera

La existencia desdichada del gaucho Martín Fierro, es la que narra con detalle José Hernández.

En principio ¿Por qué va a narrar esta existencia desdichada del gaucho? Porque Hernández quiere
decir dos cosas: Al gaucho, Buenos Aires lo maltrata. Y comete un gran error, porque al
maltratarlo, al maltratarlo elimina un elemento fundamental para el desarrollo de la agricultura en
la Argentina. Entonces, toda la primera parte del Martín Fierro está destinada a decirle a la gente
de Buenos aires que pare de matar gauchos. Que ya mató bastantes. Que ahora lo que tiene que
hacer es integrar el gaucho a la vida productiva del país. Porque el gaucho, no solo es una obra de
mano barata, sino calificada. Porque quién sino el gaucho va a conocer los trabajos de las
estancias.
Pero, en el Martín Fierro, en su primera parte, en 1872, lo puebleros, los puebleros no han
entendido todavía esto. Los jueces de paz, enviados por Buenos Aires, desean a las chinas de los
gauchos. Y mandan a los gauchos a las fronteras y se quedan con las chinas, sus propiedades, etc,
etc… El gaucho va a la frontera. ¿Qué es la frontera? La frontera es, en principio, el exilio. Digamos,
es la primera parte del exilio, porque va a haber una segunda parte del exilio que ya va a ser
definitiva, es decir, la huída de la civilización. La vida en la frontera es detalladamente descripta
por José Hernández, para demostrar que el gaucho, ahí, lo que realiza son tareas inútiles.
Entonces, Hernández va a decir, y lo vamos a leer textualmente para que no se pierdan ni una sola
palabra de este excepcional poema… va a decir: “Barajo, si nos trataban como se trata a malevos
(…) ¡Y qué indios, ni qué servicios, si allí no había ni cuartel! Nos mandaba el coronel a trabajar en
sus chacras…”. ¡Buenísimo”! O sea, no hay trabajo en la frontera. Lo que hay es un coronel que
está lleno de chacras. No es nada raro esto. Es decir, todos sabemos que cuando Roca realiza la
segunda conquista del desierto, le reparte la tierra a diez, quince, a lo sumo, familias y familiares
de él. Estemm, entonces, trabajan para el coronel. Es más o menos que cuando los chicos hacían el
servicio militar, que terminaban trabajando para el coronel, para el general, haciéndoles de
choferes, etc, etc… Bueno… El gaucho en las fronteras trabaja para las chacras del coronel.

La vida en la frontera es descripta despiadadamente. Hernández denuncia la corrupción que existe


en la frontera: “Yo he visto negocios feos a pesar de mi ignorancia”. Es decir, el gaucho no sabe
mucho, pero se da cuenta de que ahí hay negocios feos.

Lo que va a atacar Hernández, a través de Martín Fierro, son dos cosas que para él no sirven para
el país: El indio no sirve. Y el inmigrante no sirve. O sea, va a criticar a la figura del inmigrante
como innecesaria, porque está el gaucho. El indio, dice Hernández, roba y mata y entra en las
poblaciones en malón… las quema, en fin… todo ese horror de los malones indios con que nos han
saturado para justificar el genocidio, la segunda etapa de la conquista de América, que realiza el
general Roca, cerca del 80.

Hernández no quiere nada a los indios. El Martín Fierro presenta una justificación teórica de la
necesidad de exterminar a los indios. Odia, también, a los gringos. Si fuera por Hernández no
habría que haber traído ningún gringo al país. Pero, ¿Por qué los odia? Porque los gringos no
saben nada. No saben nada de todo lo que sabe el gaucho. El gaucho es indispensable. El gringo,
en absoluto. Vamos a ver lo que dice: “Yo no sé por qué el gobierno nos manda aquí a la frontera
gringada que ni siquiera se sabe atracar a un pingo”. La gringada no sabe ni montarse un pingo.
Montarse un pingo, en la argentinidad del siglo XIX, era uno de los valores del macho argentino.

El general Mansilla, en la Vuelta de Obligado, cuando ve a los ingleses dice: “¿Qué nos van a
derrotar esos gringos, que no saben galoparse una noche?”. Que no saben galoparse una noche.

Hay otro verso muy lindo, con respecto a los inmigrantes que dice: “Yo no sé de ande sería, quizá
no fuera cristiano, pues lo único que decía es que era papolitano”. Aquí se ve el ingenio
destructivo de Hernández ¿No?, porque realmente la cuartilla es destructiva… ¿No?... “Yo no sé de
ande sería ¡quizá no fuera cristiano! -¡Ni siquiera la condición de cristiano les tocó acá! Porque
todo el tiempo decía que era papolitano.

Entonces, nada de gringos, nada de indios. Lo único que sirve el gaucho.


3- “Más malo que una fiera”

Martín Fierro vuelve de la frontera. Es decir, ya no tiene que dilapidar su existencia defendiendo
algo que debiera ser defendido por el ejército de línea, por el ejército profesional que debiera
mandar ahí soldados en serio, no pobres gauchos miserables.

Pero vuelve. Ahora, cuando vuelve a su pago no encuentra nada. No encuentra nada. Ni la tapera
encontré, dice. No tenía mujer. No tenía hijos… Nada.

Entonces, en ese momento, en ese preciso momento… ese es el momento más duro, más duro de
Martín Fierro. Ahí se asume como gaucho rebelde. Se asume como lo que Sarmiento llama “El
gaucho malo”. Y dice: “Yo juré en esa ocasión ser más malo que una fiera”. Esta es una declaración
de guerra a la civilización, hecha desde una barbarie maltratada y ofendida.

Aquí Hernández comienza a hacer un análisis, una queja de la pobreza del gaucho.

Qué es una queja de la pobreza… Y que les va a retumbar muy fuertemente en los días que corren,
porque a nivel mundial, a nivel mundial las FAO, la organización mundial de la salud, han
declarado que nunca en la humanidad hubo más pobres que en esta etapa de la historia,
justamente el tecnológico siglo XXI.

Entonces, Hernández va a tratar la pobreza, y lo dice así: “El gaucho anda huyendo siempre pobre
y perseguido, no tiene cueva ni nido, como si fuera maldito, porque el ser gaucho, barajo, el ser
gaucho es un delito”. Este texto es tan perfecto, tan perfecto, tan excepcional que lo tenemos que
relacionar con el de uno de los más grandes poetas del siglo de oro español. Calderón de la Barca
en “La Vida es Sueño”, en el monólogo de Segismundo, en una parte Segismundo dice: “Qué delito
cometí contra vosotros naciendo, aunque si nací ya entiendo que delito he cometido, bastante
causa ha tenido vuestra justicia y rigor, pues el delito mayor del hombre es haber nacido”.

Este texto de Calderón de la Barca se anticipa a todo el existencialismo de Heidegger y de Sastre


¿No? La existencia es Caída, en Heidegger. La existencia espetada, la existencia es caída.

El texto de Hernández sirve para expresar la desdicha de todos los desplazados, de todos los
marginados, de todos los escupitajos por la civilización del llamado progreso, y que en estos días
se expresa con mayor crueldad que nunca, porque en estos días lo que cunde en el mundo es la
impiedad del neoliberalismo de mercado, que endiosa el mercado y demoniza a los que el
mercado deja afuera. Y el mercado deja cada vez más gente afuera y menos gente adentro. O sea,
cada vez más, hay más marginados, desesperados, gente que quiere saltar muros, que quiere
entrar en el mundo donde se come, se vive, se respira, se pertenece a una sociedad. Ellos no.
Están escupitados, como dicen, por el sistema neoliberal de mercado.

Vamos a ver esta cita en la que Hernández describe la situación del pobre. No solamente la del
gaucho, la del pobre… y quizás se anticipa, y la de los pobres de todos los tiempos… Por eso un
poema es inmortal. Un poema es inmortal cuando expresa la condición humana, cuando expresa
algo esencial de la condición humana, cuando no se detiene solamente en expresar la situación
histórica que le dio origen, sino que desde esa situación histórica se remonta y consigue expresar
la condición del hombre… ¿No?.... El Otelo de Shakespeare no expresa un drama de Venecia,
expresa el drama de los celos en el hombre. El Hamlet de Shakespeare no expresa un problema
monárquico en Dinamarca, expresa nada menos que la duda que constituye al ser humano.

Y Hernández en el Martín Fierro expresa el dolor y la marginación y la humillación de ser pobre:

“Para el pobre –entonces- son los calabozos, para él las duras prisiones, en su boca no hay razones
aunque la razón le sobre, que son campanas de palo las razones de los pobres”.

El pobre, nunca tiene razón. Nunca tiene razón solo porque es pobre. Porque no tiene quien lo
defienda. Porque solo puede defenderse él. Pero él, aunque hable, aunque diga sus razones… sus
razones no son campanadas de bronce, son campanas de palo. Nadie los escucha. Su aspecto ya lo
denuncia. Su aspecto ya lo destina a la cárcel. El ser pobre es un delito. Si hay algo que destruye al
hombre es la pobreza.

4- El momento del consejo

El gaucho, Martín Fierro, lo que tiene es su furia, su bronca. Está muy enojado. ¿Qué es lo único
que tiene? Tiene a su cuchillo. El cuchillo es su arma. El cuchillo es su defensa.

Entonces… es notable esto, realmente a veces me conmueve el genio de Hernández, que se


expresó en esto. No se volvió a expresar. Es notable. Es un hombre de una sola obra ¿No?, de el
poema Martín Fierro.

Entonces dice:”Yo abriré con mi cuchillo el camino pa seguir…” O sea, el cuchillo que es su arma,
su arma de defensa y de ataque, es también su destino. Su cuchillo le permite tener un destino. Su
cuchillo le permite tener un camino. Él se abre su camino. Para el gaucho no hay un camino
abierto, como lo hay para el hombre de la civilización. El tren del progreso está preparado para los
hombres de la civilización. Pero para el gaucho marginado, el gaucho de la desdicha, él tiene que
abrirse el camino. Y se lo tiene que abrir con su cuchillo. Su cuchillo le posibilita tener un destino.

Entonces, en un momento se encuentra con una partida de soldados y empieza a pelear. Y Martín
Fierro pelea con un coraje excepcional. Tal es así, tal es así que uno de los integrantes de la
partida, al verlo pelear con tanta valentía, con tanto coraje, como suele suceder, se pone de su
lado y dice: “No permitiré que se mate así a un valiente”. Y ese es el sargento Cruz, que va a ser el
amigo de Martín Fierro, y pelea junto a Fierro.

Lo que Hernández quiere demostrar es que al gaucho se lo trata muy mal. Que el gaucho no es el
enemigo de la civilización sino todo lo contrario. Que al ser la Argentina un país pastoral, el gaucho
es la condición de posibilidad del desarrollo nacional, porque es el que puede mejor que nadie
cuidar la campaña.

Ya está. Ahora defendió a los gauchos.

Cuando escribe la segunda parte ya no es la época de la denuncia. No es la etapa de la denuncia.


Los gauchos han sido integrados al sistema que hegemoniza, que domina Buenos Aires.

Entones, José Hernández, que es un best seller, que lo compran en todos lados… en cualquier
pulpería se pide una damajuana y dos Martín Fierro, por ejemplo. Ha llegado la hora del consejo.
La segunda parte del Martín Fierro es la parte del consejo.

Yo quiero ser sincero con ustedes. El primero que desarrolló, muy brevemente, esta teoría, pero
con la brillantes de su enorme talento, fue el historiador Milcíades Peña, que murió muy joven, en
un libro que se llamaba La Era de Mitre, La guerra de la triple infamia, que se refería a la guerra del
Paraguay.

En este momento, en este momento tenemos a Fierro y tenemos a Hernández tratando de


encaminar a sus gauchos. Es como si les dijera: “Miren paisanos, ya no los van a perseguir. Ahora
tienen que trabajar. Tienen que trabajar. Se tienen que ganar sus derechos cumpliendo con sus
deberes”. Esto es lo que dice Hernández, consciente de la llegada que tiene entre su público.
Porque es impresionante lo que los gauchos leen al Martín Fierro. Es un best seller
impresionante… ríanse de “Cien años de soledad”. El Martín Fierro lo leyeron todos los gauchos.

Voy a citar. Estos son los consejos de obediencia que el gaucho Martín Fierro les da a los otros
gauchos y a sus hijos:

“Debe trabajar el hombre para ganarse su pan, pues la miseria en su afán de perseguir de mil
modos, llama en la puerta de todos y entra en la del haragán”.

Durante mucho tiempo ustedes habrán entrado en algunas casas donde estos versitos estaban
puestos en maderitas, en las paredes. Y estaban estos versos del Martín Fierro, todos muy
tolerables, digamos, muy mansos, muy…. Así como de aconsejarle al gaucho las buenas maneras
con que debía pagar los derechos de los que ahora se beneficiaban…

Y esta es mi predilecta, la he dicho en muchos cursos, me la habrán oído muchos de mis alumnos,
pero es, digamos, la exaltación del sometimiento:
“El que obedeciendo vive nunca tiene suerte blanda, mas con su soberbia agranda el rigor en que
padece, obedezca el que obedece y será bueno el que manda”.

Así que… nada de huelgas, ¿eh?.... cuando vengan los anarcosindicalistas habría que leerles esta
estrofilla de José Hernández. Si los empleados, digamos, si los obreros son buenos, los patrones
también van a ser buenos… porque si los que obedecen, obedecen, los que mandan van a ser
buenos….

Ahora, si los que tienen que obedecer no obedecen… los van a reventar a palos.

Esta es la lógica del sistema que se implanta en la Argentina.

El final del Martín Fierro, de la segunda parte, es totalmente manso. Y tiene mucho que ver que
nuestra Argentina de hoy. Porque habla del olvido. Habla del olvido. Y habla de la memoria como
algo perjudicial para los pueblos.

Entonces, dice:

“Sepan que olvidar lo malo también es tener memoria”.

Olvidar lo malo también es tener memoria… bueno… olvidemos lo malo y vamos para adelante.

Esto es lo que dice José Hernández en el final.

Un final conformista.

Un final en el cual la Argentina se abre para todos…

Y el gaucho, digamos, al bajo precio de trabajar, y dejarse, digamos, expoliar, como la patronal lo
desea… va a vivir feliz.

Esto es todo y bueno… nos vemos en poco tiempo.

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