You are on page 1of 9

Aborto en Colombia Fuera de las 3 Causales Legales Desarrolladas por la Corte

Constitucional, Revisión a partir del Libro Negro de la Nueva Izquierda

Latinoamericana por Agustín Laje y Nicolás Márquez

Análisis de Legalidad, Seguridad Jurídica y Social, Posición que Debe Tomar el

Estado y Conveniencia a la Luz del Derecho Nacional e Internacional y la Situación

Jurídica que Creada por los Grupos de Presión

Introducción

El aborto en Colombia y en el ámbito internacional, es ciertamente un tema que

suscita el debate, los acaloramientos, las posiciones a favor y en contra, el afloramiento de

cifras, datos, opiniones, aseveraciones, citaciones y desde luego debates jurídicos y

filosóficos, deontológicos sobre la vida, la condición de persona, de madre, la

individualidad, la igualdad e incluso economía en aspectos como la legalidad y sus

implicaciones (comercialización de fetos), la permisividad del Estado para librar mandatos

sobre el cuerpo de la madre, la igualdad, la religión, la dominación heteropatriarcal y

tantos otros tópicos que ciertamente han merecido interminables páginas de anales que

tienen a bien defender o atacar la figura del aborto (El presente, no se exime de lo anterior

salvo que no toma una posición entre las facciones enfrentadas desde su inicio).

A continuación haremos un estudio de este tema, pasando por la convención filicida

basados en el estudio de la segunda parte del libro negro de la nueva izquierda

latinoamericana, que comedidamente regalò al mundo el abogado argentino Nicolás

Márquez.
Todo lo anterior busca solo una cosa, influir en la consciencia del individuo

ciudadano y, en definitiva, modificar la opinión pública por cuanto esta se hace necesaria

para una cosa y solo una cosa, dar rumbo a la sociedad y modificarla a modo de ingeniería

social para lograr los fines de la vida en sociedad, los fines utópicos de la moderna sociedad

occidental, pero, - ¿Qué sentido tiene influir en lo que piensa el ciudadano frente al aborto?

Mejor dicho ¿A qué fines o a quienes sirve que la sociedad y el Estado en ultimas, condene

o rechace el aborto? - Las facciones enfrentadas no dudan en exponer sus argumentos que

pasan desde la salud pública hasta la dominación patriarcal, desde lo religioso hasta el

laicismo protector de la condición de la vida desde un punto de vista moral o como algunos

consideran, fuera de la moral, pero propio del ser humano quien por naturaleza se aferra a

la vida y tantas otras cuestiones que nos proponemos a abordar en el siguiente artículo en

función de una sola cosa. Analizar y proponer, lejos de sofismas semánticos o dogmas

religiosos, bajo la luz de la jurisprudencia internacional y nacional en la materia, el análisis

de datos y cifras y las definiciones doctrinales, la posición que debe tomar el Estado Nación

Colombiano como lo conocemos frente al aborto.

Este análisis, pretende ser un compendio analítico, es decir, una compilación de los

argumentos a favor y en contra de la legalización del aborto y de quienes incluso

cuestionan que el Estado pueda decidir sobre las libertades morales de las personas para

encontrar un lugar común en el cual podamos sitiar al Estado como figura del Derecho de la

sociedad.

Para esto, expondremos en las páginas siguientes y reuniremos los argumentos

jurisprudenciales, legales, sociales y políticos más relevantes sobre lo que autoritariamente

como autor, decidí llamar facciones enfrentadas, de las cuales el lector mismo puede hacer

parte y a quien solicitamos efusivamente abandonar todo rasgo de favoritismo doctrinario


para abordar con eclecticismo y en función de la verdad el presente tema, tan espinoso

como incierto en muchos casos y por sí mismo extenso y complicado.

¿Por qué Fuera del Desarrollo Constitucional de las 3 Causales Legales en Colombia?

Usanza del Estudio del Abogado Nicolás Márquez

El aborto es una sola materia, podemos verle como un delito o bien como una

decisión que depende de la moral y la libertad individual de cada persona (De la mujer), sin

embargo, en cualquiera de estas dos perspectivas, es decir, la del delito, que considera al

aborto como un homicidio y, la de la objeción moral individual, que considera que el aborto

es un asunto que compete únicamente a la madre (O no madre para quienes asumen que la

maternidad se da luego del alumbramiento) del gestante y que además sostiene que no es

un homicidio por cuanto el embrión no es una persona sujeto de derechos como el derecho

a la vida, existen puntos medios, es decir, lugares comunes sobre los cuales por

ponderación o bien cauterización, como el lector prefiera llamarles, el derecho se

flexibiliza.

Así, el delito de homicidio se flexibiliza faz casos como la configuración penal de la

preterintencionalidad o la culpa, penalizados de forma diferente y en menor grado frente al

dolo en sus disímiles convenciones de configuración; sucede del mismo modo con la

libertad moral e individual y el derecho a la vida de las personas con existencia legal a

quienes se les puede ir la vida de no practicarse un aborto, o que por objeciones de dignidad

no quieran dar a luz a un niño con malformaciones y a quienes tampoco se les puede

obligar a asumir la responsabilidad sobre la concepción fruto de una violación. Es decir, las

personas pueden elegir si quieren recibir ciertos tratamientos médicos o no en función de


que este es quien decide como salvaguardar su vida, de este modo, aunque cuestionable, es

entendible que muchos pacientes de cáncer no se sometan a las quimioterapias y accedan a

tratamientos poco ortodoxos y acientíficos.

Ante esta flexibilización del Derecho, que no es más que fruto de una ponderación

de las situaciones que dieron lugar al reato o a la decisión, es que tenemos a bien

determinar que el aborto, como el homicidio y/o la ponderación de las decisiones que

tienen que ver con el Derecho a la vida de las personas, es, un ente o concepto que se puede

flexibilizar en función de la ética y moral humanas. Es esta la razón por la cual, hemos

decidido dejar fuera del debate jurídico, doctrinal y social estas causales, tan trabajadas en

nuestro ordenamiento y respaldadas en función de lo explicado y de aquello que la Corte

Constitucional expresa.

Marquez Sobre los Derechos del no Nacido

El Derecho a la vida del “Nasciturus” (Embrión no nacido, ser humano en potencia)

a quien la Corte determina como sujeto de Derecho a la vida y ya veremos por qué, cede

en favor de la gestante en función de sus derechos de dignidad humana y libertad individual

entre vida y salud de la mujer, certificada por un médico, cuando se presenten las 3 causales

legales de aborto en Colombia que son: i. Peligro de la vida de la madre ii. Malformación

del feto iii. En casos de concepción tras violación. Esta es sin duda una flexibilización del

aborto como lo explicábamos si lo vemos como delito o como una libertad individual.

Es decir, bajo ciertas circunstancias especiales el aborto se ha hecho permisible sin

consideración de la naturaleza del acto.


La Convención Filicida

Análisis del Estudio de Nicolás Márquez y aplicación al caso colombiano

Conforme el lenguaje sofístico y sentimental que muy bien saben imponer los

partidarios del aborto, este hecho no constituye la desaparición forzada de un menor sino

apenas “la interrupción del embarazo”, eufemismo cortés para referirse a un filicidio sin

escandalizar a la audiencia desprevenida. Pero dado que la “interrupción” por definición es

el cese transitorio de una actividad para su posterior reanudación, dicha descripción sería

injusta por errónea, siendo que los embarazos no se “interrumpen” puesto que el aborto es

un acto de naturaleza definitiva e irreversible, precisamente porque la muerte es un hecho

definitivo e irreversible: “ahorcar es interrumpir la respiración” cita del libro.

¿Y qué es el aborto entonces? Es la muerte de la persona por nacer ¿Y cuándo

comienza la vida? Desde el momento mismo de la concepción. Y lo dicho no es la

“anacrónica” sentencia de un teólogo preconciliar, sino la ciencia desde la embriología y la

biogenética la que nos ha demostrado con absoluta certeza que la vida humana comienza en

el momento en el cual se unen el gameto masculino (espermatozoide) y el gameto femenino

(óvulo), y es en este proceso de fusión cuando se acoplan 23 cromosomas del

espermatozoide con 23 cromosomas del óvulo materno. Esto forma el cigoto, es decir un

nuevo ser conformado en su inicio por 46 cromosomas con su material genético propio y un

sistema inmunológico diferente del de la madre. Basta que la unión de las células se dé,

para que indefectiblemente se constituya un nuevo ser, sin importar si tal generación de

vida humana fue el fruto del amor abnegado de los esposos o de una brutal violación: “No

se trata de una opinión, de un postulado moral o de una idea filosófica, sino de una verdad

experimental. Si el ser humano no comienza con la fecundación, no comienza nunca.


1
Ningún científico informado puede indicar un solo dato objetivo posterior a la constitución

de un nuevo ADN como hecho del que dependa el inicio de una vida humana. Afirmar que

la vida humana comienza después de la fecundación, no es científico. Es una afirmación

arbitraria, fruto de ideologías o intereses ajenos a la Ciencia. El cigoto, fruto de la fusión de

las dos células germinales, es un individuo distinto del padre y de la madre, con una carga

genética que tiene el 50 % de cada uno de los progenitores” confirma el padre de la

genética moderna Jéromê Lejeune, afirmación que la ciencia médica Argentina ha

ratificado desde la Academia Nacional de Medicina.

Y como nada hay de científico en los silogismos abortistas, el grueso de su

propaganda se nutre de un matrimonio sentimental compuesto de la sucesiva narración de

historias de vida reales o ficticias de tinte traumático que supuestamente habría padecido la

madre encinta y así, se busca justificar a modo de “mal menor” la pretendida defunción del

niño: “Las mujeres ricas se hacen los abortos que les está vedado a las mujeres pobres”

alega el libreto abortistas en jerga clasista. Pero aunque esta afirmación jamás probada

fuese cierta, vale parangonar que el hecho de que las mujeres ricas consuman cocaína y las

pobres pasta base, no por ello el Estado debería distribuir cocaína en las clases menos

pudientes para así fomentar la viciosa “inclusión”.

“La mujer que está embarazada es pobre y encima tiene otro hijo ya nacido que

mantener” es otro de los argumentos sensibleros más habituales. O sea que en vez de

ayudar a rescatar a la mujer de la pobreza, lo que proponen sus “representantes” es matar al

niño por nacer a los fines ahorrativos ¿Y si mejor matamos al hijo más grande que es el que

genera más gastos? Pero vale agregar que el aborto no es un problema de clase social: se

practique por mujeres ricas o pobres, se haga clandestinamente o bajo la protección del

1
Referencia a lo citado en la segunda parte del libro por Nicolás Márquez
Estado, se consume sin medios o con la más sofisticada tecnología, no deja de ser siempre

el mismo homicidio contra la vida de un inocente indefenso. Nadie pretende obligar a la

mujer embarazada a tener un hijo no querido, pero ocurre que “el hijo no querido” ella ya lo

tiene consigo: el bebé en gestación no es una persona de existencia potencial sino actual.

“Aunque lo prohíba el Código Penal Colombiano, los abortos se hacen igual. Hay

que legalizarlos para evitar el riesgo de muerte de la madre al que es sometida por abortar

en lugares inseguros” ¿Hay mujeres que corren riesgo de muerte tras abortar en ámbitos

clandestinos? Sí. Y es triste y lamentable. Pero el detalle es que la mujer que muere al

exponerse voluntariamente al delito filicida no es víctima sino victimaria, y en calidad de

tal acaba accidentalmente muriendo: aquí la verdadera víctima es el niño. Análogamente, si

un ladrón quiere robar un banco y en la intentona es abatido por la policía, su muerte fue

una consecuencia no deseada como consecuencia del riesgo inherente a su actividad

criminal. ¿Tenemos que despenalizar el robo para que el ladrón no corra riesgos de muerte

entonces?

Otros de los aforismos abortistas más habituales nos dice que “en la panza el bebé

es totalmente dependiente de la madre”, y que en aras de esta dependencia “la cosa” sigue

siendo parte del cuerpo de la progenitora, y es potestad de ella decidir proseguir o no con el

embarazo. Nadie le niega a la mujer el derecho a disponer de su cuerpo, pero una cosa es

disponer de “su cuerpo” y otra distinta es disponer del cuerpo de un tercero, y que encima

ese tercero sea su propio hijo y cuya “disposición” consistiría en asesinarlo. Y tan

independiente es el cuerpo del niño respecto del de la madre, que ni siquiera forma parte

del cuerpo de la progenitora la placenta, ni el cordón umbilical ni tampoco el líquido

amniótico, sino que estos órganos los ha generado el hijo desde su etapa de cigoto porque le

son necesarios para sus primeras fases de desarrollo y los abandona al nacer, de modo
semejante a cómo años después del nacimiento, el propio niño abandona los dientes de

leche cuando ya no le son útiles para seguir creciendo.

Y en cuanto al insistente punto de la “dependencia del niño respecto de la madre”,

cabe agregar que un bebé recién nacido también mantiene un altísimo grado de

dependencia a expensas de la madre; más allá de que tras nacer respire por sí o se alimente

sin cordón umbilical, dado que si ésta lo desatiende apenas por unas horas, el niño no

tardaría en expirar. ¿Tiene más dignidad un pequeño de cinco años de edad que uno nacido

hace cinco días dado que éste último es más dependiente que aquél por no saber hablar ni

caminar?

Y como a la postre los argumentos anticientíficos de los abortistas terminan

cayéndose uno a uno, se suele acudir al extrañísimo caso del “embarazo generado por una

violación” y entonces, por excepción, sostienen que aquí sí habría que autorizar el aborto.

Pero esta excusa no suele ser tan excepcional: el grueso de las mujeres que quieren abortar

dicen “haber sido violadas” sin tener que aportar mayores pruebas de la supuesta violación

ni de la identidad del violador. En efecto, la inmensa mayoría de estos casos suelen ser

invenciones con pretensiones filicidas dado que la legislación local habilita a la mujer a

decir que fue violada y sin mayores trámites ni precisiones, consigue agilizar la

autorización judicial para abortar con relativa facilidad. Con el agravante de que es

justamente en el caso de las violaciones y como consecuencia del tremendo estrés generado

ante tan repugnante situación, cuando los porcentajes de producción de embarazo

disminuyen drásticamente.

En conclusión, el aborto en nuestro país no puede ser un tema tratado a partir de los

silogismos semánticos, las huecas filosofías y las vanas sutilezas porque estamos hablando
y disponiendo de una vida humana, y cuando de ella se trata, aun ni la sobrepoblación es

argumento válido más que para las elites antidemocráticas.

You might also like