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Por ende, es preciso decir que, para la filosofía cartesiana, la constitución del
entorno radica en la relación del sujeto con este, en el momento en que el sujeto
capta el mundo, ubicándolo en la mente. Conociendo el mundo, entonces, por
medio de la subjetividad.
Por otro lado, tenemos el concepto de Dasein, que sería aquello que precede a
todo aquí, referido principalmente a una realidad primaria, donde el ser captaría el
sentido original, un concepto anterior a toda humanidad concreta. En definitiva, es
el hombre arrojado a la existencia, entendiendo el mundo y actuando sobre las
cosas. Pero, no debe entenderse como un simple “estar ahí”, sino como un “ser-en-
el-mundo”, un ente parte de aquel y no un simple estar-en, pues es una existencia
que en la medida que es-en, pasa por un montón de posibilidades que lo hacen
interactuar en él, formar parte de este.
Dado esto, se entiende que la diferencia que radica entre ambos conceptos hace
referencia al modo de percibir y/o ser en el mundo.
Por un lado, la postura cartesiana que nos indica que el mundo se percibe por el
sujeto y se ubica en la mente de este y por el otro, Heidegger, el que nos postula
que el sujeto es uno-en-el-mundo y por lo mismo, forma parte de este, señalando:
Es posible resumir esta diferencia en que la filosofía cartesiana nos dice que el
mundo es en el sujeto y Heidegger nos diría, por el contrario, que el sujeto es en el
mundo.
Heidegger nos dice “El ser del Dasein tiene su sentido en la temporeidad”4.
Entiendo que, la temporeidad como la forma en que se nos muestra el sentido del
ser, el sentido del Dasein. Se demoninará entonces temporeidad ya que la
estructura sería de la siguiente forma: El Dasein, bajo una comprensión mediana
de su ser, tiene un lugar, desde donde comprende e interpreta implícitamente eso
que llamamos ser. Ese lugar es el tiempo. El tiempo es el horizonte de toda
comprensión del ser, y de todo modo de interpretarlo. Es justamente en esta
relación, que Heidegger encuentra la raíz de un problema: El concepto de tiempo
que se viene arrastrando de Aristóteles a Bergson caen en una tradición que no se
ha puesto en cuestión como tal.
3.
3
Ibíd. P 39
4
Ibíd. p. 45.
5
Pp. 423*
En Heidegger es posible de hacer distinción entre lo óntico y lo ontológico de la
siguiente manera: se denomina óntico al ente, a aquellas cosas individuales que
están ahí, que es posible reconocer, mientras que lo ontológico refiere al ser de
esas cosas, a la estructura como las cosas existen.
6
Ibíd. P.99
7
Ibíd. P.99
4. La convivencia con los otros es algo que se explica entendiendo principalmente
que el Dasein se entiende desde el “ser con”, entendiendo que el hombre es en el
mundo con otros hombres.
Acevedo presenta esta idea en la obra “Hombre y Mundo” de manera precisa,
diciendo: “… el nosotros, según Heidegger, sería anterior al yo. Por lo pronto, yo no
soy sino un momento de algo que me contiene: el nosotros.”8
Ahora bien, presentado esto, es posible afirmar entonces que, el yo ha de referirse
principalmente a un yo con, sin separado del nosotros. Entendiéndose desde la
idea de un conglomerado humano.
Es decir que, hay una necesidad en Heidegger de que el ente deba compartir con
los otros entes de su misma manera de ser. Esta idea de compartir se señala con
la preposición mit (con) que compone algunos términos como Mitsein (ser-con),
Mitdasein (coexistencia), Miteinandersein (ser unos con otros o convivir).
Para Heidegger, el ser-con (Mitsein) aborda el Dasein en la medida que este
siempre es-con (como se menciona anteriormente), incluso cuando el Dasein
refiere a un estar-solo, pues el ser-solo también referiría a un ser-con, puesto que
refiere a una ausencia de algo, entendiéndose entonces la presencia de otro para
ausentarse, pues el ser humano convive en diferentes modos con los otros, donde
la ausencia es también una relación con otro.
Sin embargo, es importante mencionar Heidegger presenta el estar-solo como una
deficiencia del ser-con y por lo mismo, del Dasein.
Ahora bien, es importante precisa que en cuanto a otros se entiende, no estamos
hablando de elementos entre los cuales es posible distinguir el uno mismo, más
bien, entendemos el uno mismo como elemento no distintivo entre los otros.
En definitiva, entender la coexistencia con el otro como un elemento esencial del
Dasein, como un ser-con, desde un total, no como un fuera de, sino como un
conjunto de entes.
8
Acevedo. J (1984) Hombre y mundo. Santiago, Chile, Editorial Universitaria.
5. Para partir respondiendo esto, es necesario recordad que parte del enfoque
fenomenológico y la analítica del Dasein, consiste en la búsqueda de describir
cierto ente en la existencia cotidiana, donde se encontraría la primera relación ente-
mundo.
Ahora bien, entendiendo la idea de que cada ente está en el mundo y se desarrolla
en un mundo, nos presentamos ante la presencia de más de un ente; la idea de
otros en los que se encuentra desenvuelto el ente. Sin embargo, para hacer la
distinción entre el uno y el otro, es preciso destacar una diferencia, algo que separe
entonces el Dasein del Dasein otro.
Acá entendemos entones la necesidad de describir que sería entonces esa
distinción que se presenta entre cada Dasein. Acá Heidegger nos presenta el
concepto de das Man (el uno) que refiere a la idea del “se” la distinción que recibe
cada Dasein está presente desde el das Man, lo que se constituye desde la
cotidianeidad. Aquello que forma el quién es cada Dasein en la cotidaneidad.
Es entonces el das Man el Uno del hombre en la sociedad, la distinción con los
otros.
Ortega diría que la sociedad “sitúa al hombre en cierta franquía frente al porvenir y
le permite crear lo nuevo, racional y más perfecto”9 lo que nos dice que existe una
idea de distinción entre un ente y otro ente, donde cada uno tendría cierta
participación en el conjunto total de entes.
En resumen, llamaríamos das Man, a la particularidad del Uno en un conjunto de
otros, los que de igual manera componen, en el caso de los hombres, una
sociedad.
6. El Dasein es el “Ahí” del ser, puesto que este solamente se puede dar en el
“Ahí”. El estar-en-el-mundo implicaría una relación ontológica, es decir, un estar en
el espacio. Es decir, al momento en que se refiere a un “Ahí” estamos hablando de
la apertura a un espacialidad en el mundo, en el sentido más cotidiano en el que
podemos conocer el “Ahí”, en todo “aquí”. Es entonces donde se fundaría en el ser
de este que tiene en el Da, una relación.
9
Ortega y Gasset, J (1957) El hombre y la gente. Madrid. Revista de Occidente.
Cuando hablo de apertura, me refiero desde un sentido negativo que funda el
carácter del ente desde un no-estar-cerrado. Es por medio de esta aperturidad
esencial (“ahí”, da) el Dasein es “ahí” (ex-siste). Es decir que todo aquello que
conlleve la idea de un ahí, necesariamente implicaría romper la compresión de un
entre pensado como aquello que se encuentra entre un sujeto y un objeto que
están ahí. El ente sería entonces un Ahí desde la idea de espacio que se da en el
modo de ser del Dasein, que por lo tanto es el modo de ser de las cosas que
componen ese espacio.
El Ahí es posible concebirlo como un punto de desborde de la lógica del ser en el
mundo.
En este sentido, Heidegger nos presenta el Dasein mismo como la claridad
(Lichtung). Desde la idea de Aletheia, de des-cubrimiento. Aunque si bien, es la
claridad, pero no la produce, debido a que el ser la claridad no es propiedad, no es
poseer. Es más bien un soy y no un tengo, ya que si el Dasein produce la claridad,
entonces éste sería pensado como un ente, cosa que iría contra el tratado mismo.
El Dasein es su aperturidad, el Dasein existe, solo él existe; de esta manera,
existencia es estar-fuera y estar en la abertura del Ahí: ek-sistencia10. Es acá
donde se desaparece cualquier distinción que podamos encontrar entre sujeto
exterior y mundo exterior. La claridad es este despejamiento. Donde el Dasein
aparece como ente que desborda una primera determinación metodológica
hermenéutica, y aparece como el ahí del ser; revela el estar ahí del ser, la
espaciedad del ser.
Hablamos de desborde en la medida que el “Ahí” está más allá del mismo Dasein.
Hablamos de apertura, de la idea vista desde la ex-sistencia. Hablamos del despeje
de la existencia del ser. Un estar en develado.
10
Heidegger. SyT, Pp. 159