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1.

Para entender la subjetividad cartesiana, es menester descartar la idea de una


subjetividad meramente existencial o psicología, más bien, se debe considerar este
desde el paradigma filosófico de la Modernidad, donde el problema de la
experiencia se posiciona como elemento clave dentro de la filosofía de la época.
Ahí, la experiencia en la realidad cartesiana está siempre precedida por el
pensamiento de aquella, es decir, el campo de la subjetividad tiene lugar en la
experiencia mediada por el pensamiento, como una distancia que hace que el
sujeto se relacione con el entorno. Es aquí donde el lenguaje se lleva el papel de
mediador en la relación sujeto-entorno, pues es este el que describiría su entorno y
lo ubicaría en la mente del sujeto, generando una imagen del mundo.

Por ende, es preciso decir que, para la filosofía cartesiana, la constitución del
entorno radica en la relación del sujeto con este, en el momento en que el sujeto
capta el mundo, ubicándolo en la mente. Conociendo el mundo, entonces, por
medio de la subjetividad.

Por otro lado, tenemos el concepto de Dasein, que sería aquello que precede a
todo aquí, referido principalmente a una realidad primaria, donde el ser captaría el
sentido original, un concepto anterior a toda humanidad concreta. En definitiva, es
el hombre arrojado a la existencia, entendiendo el mundo y actuando sobre las
cosas. Pero, no debe entenderse como un simple “estar ahí”, sino como un “ser-en-
el-mundo”, un ente parte de aquel y no un simple estar-en, pues es una existencia
que en la medida que es-en, pasa por un montón de posibilidades que lo hacen
interactuar en él, formar parte de este.

Dado esto, se entiende que la diferencia que radica entre ambos conceptos hace
referencia al modo de percibir y/o ser en el mundo.

Por un lado, la postura cartesiana que nos indica que el mundo se percibe por el
sujeto y se ubica en la mente de este y por el otro, Heidegger, el que nos postula
que el sujeto es uno-en-el-mundo y por lo mismo, forma parte de este, señalando:

“Cuando preguntamos por el “mundo” desde un punto de vista ontológico, no


abandonamos de ningún modo el campo temático de la analítica del Dasein.
Ontológicamente el “mundo” no es una determinación de aquel ente que por
esencia no es el Dasein, sino un carácter del Dasein mismo.”1

Diciendo básicamente, que el ser-en participa de este como uno mismo, a


diferencia de lo que señalaría Descartes, el cual postula que el mundo es una
comprensión del ser y por ello, está determinado por el sujeto.

Es posible resumir esta diferencia en que la filosofía cartesiana nos dice que el
mundo es en el sujeto y Heidegger nos diría, por el contrario, que el sujeto es en el
mundo.

2. En un principio es necesario aclarar que el Dasein se comprende a sí mismo


desde su existencia, desde una posibilidad de sí mismo: de ser sí mismo o de no
serlo. La cuestión de la existencia es de incumbencia óntica del Dasein, “la tarea de
una analítica existencial del Dasein, ya se encuentra bosquejada en su posibilidad
y necesidad en la constitución óntica del Dasein”2

Podríamos señalar que la existencia determina al Dasein, ahí entonces, la analítica


ontológica del Dasein necesitaría de una visualización constante de la
existencialidad, es decir, de la constitución de ser del ente que existe, en la cual se
encuentra contenida la idea de ser en general. Por ello, podemos decir que, la
posibilidad de llevar a cabo la analítica del Dasein depende de algún modo, de la
elaboración previa a la pregunta por el sentido del ser.

Entonces, podemos decir que, la analítica ontológica del Dasein, constituye la


ontología fundamental. De esto, el Dasein viene a ser el ente que en principio ha de
ser previamente interrogado respecto de su ser.

“Para la tarea de la interpretación del sentido del ser, el Dasein no es tan


solo el ente que debe ser primariamente interrogado, sino que es, además,
1
Heidegger, M (1997) Ser y Tiempo, Santiago, Chile, Editorial Universitaria.
2
Ibíd. Pp. 36.
el ente que en su ser se comporta ya siempre en relación a aquello por lo
que en esta pregunta se cuestiona. Pero entonces, la pregunta por el ser
no es otra cosa que la radicalización de una esencial tendencia de ser que
pertenece al Dasein mismo, vale decir, de la comprensión preontológica del
ser”3

De la siguiente cita, podemos recalcar básicamente dos cosas del Dasein: En


primer lugar, es un ente que en un principio debe ser interrogado. En segundo
lugar, es un ente que en su ser, se comporta siempre en relación a aquello por lo
que la pregunta se cuestiona.

Heidegger nos dice “El ser del Dasein tiene su sentido en la temporeidad”4.
Entiendo que, la temporeidad como la forma en que se nos muestra el sentido del
ser, el sentido del Dasein. Se demoninará entonces temporeidad ya que la
estructura sería de la siguiente forma: El Dasein, bajo una comprensión mediana
de su ser, tiene un lugar, desde donde comprende e interpreta implícitamente eso
que llamamos ser. Ese lugar es el tiempo. El tiempo es el horizonte de toda
comprensión del ser, y de todo modo de interpretarlo. Es justamente en esta
relación, que Heidegger encuentra la raíz de un problema: El concepto de tiempo
que se viene arrastrando de Aristóteles a Bergson caen en una tradición que no se
ha puesto en cuestión como tal.

Ahora bien, entendido esto, es posible entender la cotidianidad media como el


“modo corriente y ordinario como el Dasein se vive a sí mismo.”5 Es decir, refiere a
la inmediatez misma del concepto Dasein, uno de los modos de ser más ordinarios
en que este vive en el mundo y por lo tanto, el más verdadero.

3.

3
Ibíd. P 39
4
Ibíd. p. 45.
5
Pp. 423*
En Heidegger es posible de hacer distinción entre lo óntico y lo ontológico de la
siguiente manera: se denomina óntico al ente, a aquellas cosas individuales que
están ahí, que es posible reconocer, mientras que lo ontológico refiere al ser de
esas cosas, a la estructura como las cosas existen.

Basándose en esta distinción, es posible señalar que el ente aparece como la


forma óntica y no como ontológica, es decir, la forma “sustancial” material y vital del
ente, mientras que lo ontológico referiría al sentido del ser del ente. En esta
distinción, entendemos sustancia como lo siguiente:
“(…)un ente que es de tal manera que para ser no tiene necesidad de otro
ente. El ser de una “sustancia” se caracteriza por una no‐necesidad. Lo que
en su ser no está en absoluto necesitado de otro ente, responde, en sentido
propio, a la idea de sustancia.”6
Entendemos la no-necesidad como la no-necesidad de producción. Si bien,
Heidegger ejemplifica la idea de ente desde Dios, como figura de la no-necesidad,
nos aclara que en ese mismo sentido, hay que entender el concepto de ente desde
la amplitud misma del término. Distinguiendo:
“Todo ente que no es Dios está necesitado de producción, en el sentido más
amplio de esta palabra, y también de conservación. La producción respecto
de lo que está ahí, o bien la no‐necesidad de producción, constituyen el
horizonte dentro del cual el “ser” es comprendido.”7

La forma óntica, dependería únicamente de la percepción y la intuición. Decimos


que el estar-en-el-mundo es un fenómeno óntico del ente anterior a cualquier
reflexión. Este se mueve en la cotidianidad, lo que se denominaría a los entes
intramundanos, es decir, entes que están a la mano. En este sentido, el Dasein no
es un ente intramundano, pues estos entes son parte del mundo de Dasein.

6
Ibíd. P.99
7
Ibíd. P.99
4. La convivencia con los otros es algo que se explica entendiendo principalmente
que el Dasein se entiende desde el “ser con”, entendiendo que el hombre es en el
mundo con otros hombres.
Acevedo presenta esta idea en la obra “Hombre y Mundo” de manera precisa,
diciendo: “… el nosotros, según Heidegger, sería anterior al yo. Por lo pronto, yo no
soy sino un momento de algo que me contiene: el nosotros.”8
Ahora bien, presentado esto, es posible afirmar entonces que, el yo ha de referirse
principalmente a un yo con, sin separado del nosotros. Entendiéndose desde la
idea de un conglomerado humano.
Es decir que, hay una necesidad en Heidegger de que el ente deba compartir con
los otros entes de su misma manera de ser. Esta idea de compartir se señala con
la preposición mit (con) que compone algunos términos como Mitsein (ser-con),
Mitdasein (coexistencia), Miteinandersein (ser unos con otros o convivir).
Para Heidegger, el ser-con (Mitsein) aborda el Dasein en la medida que este
siempre es-con (como se menciona anteriormente), incluso cuando el Dasein
refiere a un estar-solo, pues el ser-solo también referiría a un ser-con, puesto que
refiere a una ausencia de algo, entendiéndose entonces la presencia de otro para
ausentarse, pues el ser humano convive en diferentes modos con los otros, donde
la ausencia es también una relación con otro.
Sin embargo, es importante mencionar Heidegger presenta el estar-solo como una
deficiencia del ser-con y por lo mismo, del Dasein.
Ahora bien, es importante precisa que en cuanto a otros se entiende, no estamos
hablando de elementos entre los cuales es posible distinguir el uno mismo, más
bien, entendemos el uno mismo como elemento no distintivo entre los otros.
En definitiva, entender la coexistencia con el otro como un elemento esencial del
Dasein, como un ser-con, desde un total, no como un fuera de, sino como un
conjunto de entes.

8
Acevedo. J (1984) Hombre y mundo. Santiago, Chile, Editorial Universitaria.
5. Para partir respondiendo esto, es necesario recordad que parte del enfoque
fenomenológico y la analítica del Dasein, consiste en la búsqueda de describir
cierto ente en la existencia cotidiana, donde se encontraría la primera relación ente-
mundo.
Ahora bien, entendiendo la idea de que cada ente está en el mundo y se desarrolla
en un mundo, nos presentamos ante la presencia de más de un ente; la idea de
otros en los que se encuentra desenvuelto el ente. Sin embargo, para hacer la
distinción entre el uno y el otro, es preciso destacar una diferencia, algo que separe
entonces el Dasein del Dasein otro.
Acá entendemos entones la necesidad de describir que sería entonces esa
distinción que se presenta entre cada Dasein. Acá Heidegger nos presenta el
concepto de das Man (el uno) que refiere a la idea del “se” la distinción que recibe
cada Dasein está presente desde el das Man, lo que se constituye desde la
cotidianeidad. Aquello que forma el quién es cada Dasein en la cotidaneidad.
Es entonces el das Man el Uno del hombre en la sociedad, la distinción con los
otros.
Ortega diría que la sociedad “sitúa al hombre en cierta franquía frente al porvenir y
le permite crear lo nuevo, racional y más perfecto”9 lo que nos dice que existe una
idea de distinción entre un ente y otro ente, donde cada uno tendría cierta
participación en el conjunto total de entes.
En resumen, llamaríamos das Man, a la particularidad del Uno en un conjunto de
otros, los que de igual manera componen, en el caso de los hombres, una
sociedad.

6. El Dasein es el “Ahí” del ser, puesto que este solamente se puede dar en el
“Ahí”. El estar-en-el-mundo implicaría una relación ontológica, es decir, un estar en
el espacio. Es decir, al momento en que se refiere a un “Ahí” estamos hablando de
la apertura a un espacialidad en el mundo, en el sentido más cotidiano en el que
podemos conocer el “Ahí”, en todo “aquí”. Es entonces donde se fundaría en el ser
de este que tiene en el Da, una relación.

9
Ortega y Gasset, J (1957) El hombre y la gente. Madrid. Revista de Occidente.
Cuando hablo de apertura, me refiero desde un sentido negativo que funda el
carácter del ente desde un no-estar-cerrado. Es por medio de esta aperturidad
esencial (“ahí”, da) el Dasein es “ahí” (ex-siste). Es decir que todo aquello que
conlleve la idea de un ahí, necesariamente implicaría romper la compresión de un
entre pensado como aquello que se encuentra entre un sujeto y un objeto que
están ahí. El ente sería entonces un Ahí desde la idea de espacio que se da en el
modo de ser del Dasein, que por lo tanto es el modo de ser de las cosas que
componen ese espacio.
El Ahí es posible concebirlo como un punto de desborde de la lógica del ser en el
mundo.
En este sentido, Heidegger nos presenta el Dasein mismo como la claridad
(Lichtung). Desde la idea de Aletheia, de des-cubrimiento. Aunque si bien, es la
claridad, pero no la produce, debido a que el ser la claridad no es propiedad, no es
poseer. Es más bien un soy y no un tengo, ya que si el Dasein produce la claridad,
entonces éste sería pensado como un ente, cosa que iría contra el tratado mismo.
El Dasein es su aperturidad, el Dasein existe, solo él existe; de esta manera,
existencia es estar-fuera y estar en la abertura del Ahí: ek-sistencia10. Es acá
donde se desaparece cualquier distinción que podamos encontrar entre sujeto
exterior y mundo exterior. La claridad es este despejamiento. Donde el Dasein
aparece como ente que desborda una primera determinación metodológica
hermenéutica, y aparece como el ahí del ser; revela el estar ahí del ser, la
espaciedad del ser.
Hablamos de desborde en la medida que el “Ahí” está más allá del mismo Dasein.
Hablamos de apertura, de la idea vista desde la ex-sistencia. Hablamos del despeje
de la existencia del ser. Un estar en develado.

10
Heidegger. SyT, Pp. 159

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