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Universidad de Valladolid Yucatán

Maestría en Educación

Módulo

Evaluación Curricular

Ensayo

DISEÑO DE LA EVALUACIÓN CURRICULAR INTERNA

Psic. Ana María Duran

Realizado

LEMB. Faride Caamal Arzapalo

Fecha: 26 de Febrero de 2011

Hablar de evaluación, es conocer los efectos de las acciones educativas que han sido una preocupación constante de
los educadores, por eso gran parte del esfuerzo y de la finalidad de sus actos están encaminados a la consecución de
este propósito. Por lo tanto, hay que tener en cuenta que no se trata de evaluar a las personas, sino de evaluar los
procesos en que ellas están implicadas o de las que son responsables. Es esencial darse cuenta de que no se evalúa
únicamente o fundamentalmente para rendir cuentas, sino que el valor ético y social más importante de la
evaluación es su capacidad para vislumbrar el estado de las cosas, valorarlo, juzgarlo, diagnosticarlo y ofrecer
información que ayude a tomar decisiones en colaboración para la mejora del tema objeto de evaluación. Es por ello,
que la planeación forma parte inherente de las tareas educativas en la medida que le ofrece información y juicios
acerca del funcionamiento del sistema o institución educativos para que a partir de los mismos, puedan diseñarse las
políticas de cambios institucionales tendientes a fortalecer o a modificar aquellas acciones o condiciones que
produzcan resultados no deseables. La evaluación es, sin lugar a dudas un ejercicio de autoconocimiento que cuando
es ejercido con toda honestidad contribuye a comprender mejor y a valorar el quehacer educativo. Así, la evaluación
ha sido definida como: "... un proceso para determinar en qué medida han sido logrados los objetivos educativos"
(Tyler, 1973): "...es un proceso sistemático que formula juicios de valor acerca de lo que es a lo que debería ser"
(Carreón, 1983); "...es un proceso organizado que permite la obtención de información útil para apoyar la toma de
decisiones" (Stufflebeam, 1969). Un punto consensual de las definiciones expuestas es la de concebir a la evaluación
como un procedimiento o acto sistemático, organizado y propositivo, lo cual implica que su realización precisa del
dominio de elementos teóricos, metodológicos y técnicos. Es decir, para efectuar evaluaciones es imprescindible una
adecuada preparación de quien lo realiza, porque es una actividad organizada no azarosa, metódica no incoherente,
propositiva no confusa.

Por lo tanto, la evaluación tiene finalidades pero también existen discrepancias, aunque un uso generalizado del
término es aquel que lo interpreta como proceso de emitir un juicio u opinión para volar al fenómeno estudiado
(Carreón, 1983, Comité Conjunto, 1988). La evaluación tendrá la finalidad de ofrecer información para saber lo
sucedido de una experiencia educativa, luego comparar dichos resultados con los objetivos, normas o criterios y
finalmente formular un juicio de valor a partir de todo lo anterior. Un aspecto controversial es que varios autores
señalan que la finalidad primordial de la evaluación es argumentar que hacerlo es darle un carácter utilitarista
oscureciendo y desviando la atención sobre la función más importante que desempeña la evaluación: es ayudar a
comprender lo acontecido durante el evento educativo (Díaz-Barriga, 1988). Por lo tanto, una primera tarea del
evaluador es ayudar a los participantes a tener claridad de los marcos de valor de la situación evaluada o a evaluar y
debatir sobre los principios, fines, metas, propósitos de la misma y su correspondiente aplicación. Estas reflexiones,
sin lugar a dudas enriquecerán y favorecen el trabajo evaluativo; igualmente que los aspectos axiológicos que obligan
a definirse, a adoptar y defender posturas, por lo mismo el evaluador tiene el deber de dilucidar sus propios marcos
de valor que asume, para que en la medida de lo posible su trabajo sea juzgado de forma clara, abierta y evitar que
los mismos distorsionen su labor.

El papel del evaluador es mediar entre las personas que patrocinan el estudio y los afectados por el mismo. Debe por
un lado cumplir con las expectativas de los primeros, pero también necesita contar con el apoyo o, por lo menos, con
la disposición de los sujetos. Es evidente que quienes financian o solicitan el estudio tienen gran injerencia sobre sus
resultados y los usos de los mismos; sin embargo, la participación de los afectados es crucial para llevarla a cabo. Si el
evaluador pierde credibilidad y la confianza de los participantes, su labor se verá severamente afectada, y por lo
tanto, también su adecuación técnica. No hay que olvidar que el evaluador, tiene que considerar y tomar en cuenta
los intereses y necesidades de quien pide la evaluación, destacar los valores, enfrentarse al dinamismo y complejidad
de los fenómenos de la vida real, aunque al igual que la metodología experimental debe cumplir, de otra forma con
los criterios de la confiabilidad y veracidad. De ahí se deduce que la medición está implicad pero va mucho más allá y
es más que certificar conocimientos, habilidades y actitudes.

Evaluar, por otra parte, sería la actividad con la que se pretende reunir toda la información posible para profundizar
en el conocimiento del acto educativo. De ahí se deduce que la medición está implícita, pero va mucho más allá y es
más que certificar conocimientos. Así, en las escuelas e instituciones educativas las funciones que cotidianamente se
realizan son las de medir y acreditar, pero rara vez se evalúa.

La evaluación curricular en su afán de ayudar a formar políticas y estrategias para mejorar la calidad educativa,
comprensión que tenía que adoptar enfoques integrales y sistémicos, donde se tomaran en cuenta la multitud de
variables y la interrelación dinámica, las cuales inciden sobre los resultados educativos. El propósito de esta nueva
perspectiva es tener acceso a una información integral para retroalimentar adecuadamente a los educadores. De
esta manera, ellos podrían diseñar las políticas pertinentes, como la de integrar en un solo mecanismo las actividades
de diagnóstico, programación y evaluación del quehacer institucional (Conaeva, 1991).

Con ello la evaluación adquiere una complejidad y generalidad que hacen difícil disponer de un lenguaje común para
comunicarse. Sin embargo, la evaluación está teniendo mayor importancia en la sociedad, tiene como objetivo
determinar si un estudiante ha adquirido globalmente los conocimientos necesarios para superar cada uno de los
bloques curriculares y si podrá acabar los estudios en un tiempo razonable. Para llevar a cabo dicho objetivo se ha
creado la Comisión de Evaluación Curricular que es la encargada de definir los criterios que se aplicarán para calificar
cada uno de los bloques curriculares. La evaluación curricular, es el proceso de establecer una carga valorativa de
grado de éxito con respecto a modelo propuesto que se está logrando en el interior del desarrollo de un currículo.
La evaluación curricular en los contextos contemporáneos de grandes cambios científicos, tecnológicos y
pedagógicos cobra cada vez mayor importancia para generar y obtener logros significativos en el proceso
educacional hacia un perfeccionamiento racional y científicamente válido para enfrentar los desafíos actuales y del
próximo milenio de una educación altamente sostenida. Por lo consiguiente la evaluación, es un proceso que se da
en forma dinámica, sistemática y de manera deliberada permanentemente desde el inicio de su elaboración del plan
curricular para suministrar validez, confiabilidad, objetividad; además de establecer la relevancia, costeabilidad,
alcance, duración y eficiencia hasta establecer el nuevo plan curricular de acuerdo con las innovaciones que el
proceso educativo y social exige en el momento actual.

La importancia radica en que a través de ella se puede mantener un seguimiento permanente reflejado a través del
control de calidad del programa. Un currículo que funciona satisfactoriamente durante cierto tiempo y bajo
condiciones determinadas puede convertirse gradualmente en obsoleto. Ella nos permitirá determinar la
conveniencia de conservarlo, modificarlo o sustituirlo. Por otro lado requiere la participación plena de todos los
actores sociales involucrados (profesores, alumnos, la comunidad y la sociedad). Los diseñadores del currículo son
responsables de crear una experiencia de aula mensurable para los estudiantes mediante la evaluación del programa
de la escuela, la evaluación del desempeño individual del estudiante, y recomendaciones para mejorar. El diseño
curricular requiere prestar atención a las investigaciones pertinentes de nuevas técnicas de enseñanza y métodos de
aprendizaje. Se trata de tomar decisiones acerca de cómo poner en práctica el plan de estudios de manera que
responda a las necesidades particulares, sus intereses y circunstancias de los estudiantes, de la escuela y la
comunidad. Se requiere una clara comprensión de las intenciones del nuevo currículo y de los valores y expectativas
de la comunidad. Sobre todo, aclara las prioridades de aprendizaje de los estudiantes, las formas en que esas
prioridades se abordarán y cómo el progreso y la calidad de la enseñanza y el aprendizaje serán evaluados. El Cambio
curricular debe basarse en las buenas prácticas existentes y tratar de maximizar el uso de los recursos locales y
oportunidades. El diseño curricular y la revisión es un proceso continuo, cíclico.

A su vez, el diseño del plan de estudios de cada escuela debe permitir que los profesores del ámbito de aplicación
hacer interpretaciones en respuesta a las necesidades, intereses y talentos de los individuos. El Plan de Estudios
identifica los valores a fomentar, modelar y a ser explorados por los estudiantes, las competencias son clave para que
el alumno desarrolle en el tiempo, una gama de configuraciones y áreas de aprendizaje que describen lo que van a
llegar a conocer y hacer. Las escuelas necesitan tener en cuenta cómo cada uno de estos aspectos del plan de
estudios serán promovidos y desarrollados en la enseñanza y el aprendizaje haciéndolo de diferentes maneras.

Las instituciones, pueden: decidir y organizar su plan de estudios en torno a uno de estos tres aspectos (valores,
competencias clave, o áreas de aprendizaje) y deliberadamente tejer los otros dos a través de sus programas.
Alternativamente, podrá organizar su plan de estudios en torno a temas centrales, la integración de valores,
competencias clave, el conocimiento y habilidades a través de una serie de áreas de aprendizaje o pueden utilizar
otro método o una combinación de enfoques. El Plan de estudios está diseñado e interpretado en un proceso de tres
etapas: el plan de estudios nacional, el currículo escolar y el currículo del aula; brindándole a las instituciones el
alcance, la flexibilidad y la autoridad que necesitan, así como la forma para que la enseñanza y el aprendizaje sean
significativos y beneficiosos para sus comunidades particulares de los estudiantes. La tarea principal de la evaluación
es mejorar el aprendizaje de los alumnos y la enseñanza de los profesores como estudiante y profesor responder a la
información que proporciona; con esto en mente las escuelas necesitan tener en cuenta cómo van a reunir, analizar y
utilizar la información de evaluación para que sea eficaz en el cumplimiento de este propósito.

La evaluación es la actividad que junto a la investigación y la medición es una de las más grandes áreas
metodológicas del ámbito educativo. Actualmente hay que tener en cuenta que no se trata de evaluar las personas,
sino de evaluar los procesos en que ellas están implicadas o de las que son responsables. Es esencial darse cuenta de
que no se evalúa, única o fundamentalmente, para rendir cuentas, sino que el valor ético y social más importante de
la evaluación es su capacidad para vislumbrar el estado de las cosas, valorarlo, juzgarlo, diagnosticarlo y ofrecer
información que ayude a tomar decisiones en colaboración para la mejora del tema objeto de evaluación. Para ello
hay que tomar en cuenta algunas consideraciones que son de gran utilidad: ser un instrumento de evaluación y
reflexión proporciona un potencial de formación, ayuda a detectar dificultades en el proceso de enseñanza
aprendizaje, reconsiderar fines, métodos y técnicas que contribuyan a mejorar la práctica pedagógica y evitar
conflictos y bloqueos, en niños, niñas y adolescentes, promover la autoafirmación personal como estímulo positivo
para valorar progresos y esfuerzos, fomentar relaciones liberales y afectivas a través de actividades de cooperación
que involucren la autoevaluación, coevaluación y heteroevaluación. Este proceso va de la mano con las estrategias
didácticas para la enseñanza de la educación. Cada modelo didáctico representa distintas maneras de alcanzar el
mismo objetivo en el desarrollo de las competencias del alumno. La variedad didáctica responde a la gran diversidad
de estudiantes y de tareas de aprendizaje dentro de distintos enfoques educativos. Los modelos son expresiones de
diferentes culturas de aprendizaje, de contextos, de concepciones de mundo y de hombre, de estilos de aprendizaje,
de motivaciones, los modelos se utilizan para seleccionar y estructurar las estrategias de enseñanza, los métodos, las
competencias y actividades dirigidas a lograr un tipo de enseñanza en particular. Existen cuatro modelos básicos de
las que hare mención: procesamiento de información dirigido al desarrollo de habilidades mentales; las
conductuales, enfocado al control y entrenamiento de la conducta; de interacción social y personal que se centra en
los procesos y valores sociales y el personal orientado hacia el desarrollo de la persona. (Joyce Weil, 2002).

Dentro de cada modelo didáctico se puede hacer uso de distintas estrategias. Las estrategias determinan el abordaje
que se lleva a cabo para alcanzar los objetivos de aprendizaje propuestos, en tanto los métodos se utilizan para crear
los ambientes de aprendizaje y para especificar la naturaleza de las actividades que darán marco al proceso de
enseñanza-aprendizaje particular. Sobre este punto es importante acotar que muchos métodos se asocian a
estrategias particulares, pero algunos de ellos pueden ser encontrados en varias de ellas. Entre las estrategias que se
pueden utilizar están las directas (exposición, ejercicio y práctica, comparar y contrastar, demostrar, guías de
lectura); indirectas (resolución de problemas, estudio de casos, investigación, mapas conceptuales), interactivas
(debate, simulación discusión, aprendizaje cooperativo, resolución de problemas, entrevista); de estudios
independiente (ensayo, informe, guías de aprendizaje, proyectos de investigación, centros de aprendizaje); las
experienciales (salidas de campo, simulaciones, dinámicas, juego de roles, construcción de modelos).

Puedo concluir entonces, que la evaluación ya se está aplicando en muchos de los países latinoamericanos, pero nos
hace falta una “cultura de la evaluación”, definida como la “aceptación consensual (de los participantes) de valores,
normas, criterios y procedimientos que son parte de una ética de trabajo académico” (Fuentes 1991), con ésto la
evaluación se convertiría en un hecho cotidiano en nuestras instituciones y no en una novedad que continuamente
debiera demostrar sus beneficios. La evaluación hasta el momento no ha cumplido con su tarea de fundamentar la
toma de decisiones, ya que la información llega de manera extemporánea y existente carencia de mecanismos que
faciliten la comunicación. La evaluación es el proceso de establecer una carga valorativa de grado de éxito con
respecto a un modelo propuesto que se está logrando en el interior del desarrollo curricular. La evaluación curricular
en los contextos contemporáneos de grandes cambios científicos, tecnológicos y pedagógicos cobra cada vez mayor
importancia para generar y obtener logros significativos en el proceso educacional hacia un perfeccionamiento
racional y científicamente válido para enfrentar los desafíos actuales y del próximo milenio de una educación
altamente sostenida. La importancia radica en que a través de ella se puede mantener un seguimiento permanente
reflejado a través del control de calidad del programa. Un currículo que funciona satisfactoriamente durante cierto
tiempo y bajo condiciones determinadas puede convertirse gradualmente en obsoleto. Ella nos permitirá determinar
la conveniencia de conservarlo, modificarlo o sustituirlo. Por otro lado se requiere la participación plena de todos los
actores sociales involucrados (profesores, alumnos, la comunidad y la sociedad).

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