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¿Qué desató la furia de los Mansos?

23 Miércoles Ago 2017

Posted by juaritosliterario in Catedral, Fundación, Misión de Guadalupe

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siglo XXI, teatro

Dentro del imaginario novohispano, el septentrión prometía grandes riquezas. La


leyenda medieval de las siete ciudades se mezcló con la tradición oral prehispánica y los
expedicionarios se dirigieron hacia esa región del virreinato en busca de las míticas
ciudades de Cíbola y Quivira, abundantes en minas y ricas en oro y turquesas. Lejos de
localizar tales maravillas, quienes se aventuraron hacia el norte, soldados, inversionistas
y frailes franciscanos (cuya misión consistía en la evangelización de los naturales),
hallaron un territorio árido, un río bravo y se encontraron de frente con los grupos que
habitaban la región: zumanos, apaches, piros, janos, mansos, entre otros. En La furia de
los Mansos, obra ganadora del Premio Nacional de Dramaturgia Víctor Hugo Rascón
Banda del 2007 y publicada al siguiente año por el Consejo para la Cultura y las Artes
de Nuevo León, el juarense Edeberto “Pilo” Galindo recrea, a partir de documentos
históricos, el encuentro, la convivencia, la problemática de la evangelización y la
rebelión de los indios mansos en contra de los españoles en la región del Paso del Norte.
Lee aquí la obra

La pieza se encuentra estructurada en un acto dividido en trece escenas, las cuales están
distribuidas en dos periodos: antes y después de la construcción de la Misión de Nuestra
Señora de Guadalupe de los Mansos. En ella, el dramaturgo realiza una reelaboración
histórica de lo que sucedió en la región tomando momentos y acontecimientos
específicos. Las primeras siete escenas abordan algunos pasajes sobre la desafortunada
expedición de Alvar Núñez Cabeza de Vaca, antesala de múltiples entradas al norte
desde 1535 y de la toma posesión de la provincia de Nuevo México a finales del siglo
XVI.
A partir de la escena VIII y hasta el final de la obra, la acción tiene como escenario de
fondo la Misión (desde su fundación en 1659). En este segundo periodo, Pilo Galindo
sitúa el conflicto del texto dramático y expone con crudeza la violencia con la que los
indios mansos fueron sometidos por soldados y frailes, para trabajar o ser convertidos.
La Misión de Nuestra Señora de Guadalupe de los Mansos lleva este nombre porque
fueron los miembros de esa etnia quienes la construyeron. En la obra, mientras los
indios acarrean material para la construcción, un solado le pega a un niño. Los militares
son sumamente crueles con los mansos; golpean a infantes y adultos por igual: con
varas en la cara, latigazos en la espalda y puntapiés por no acatar alguna orden e incluso
llegan a matarlos a golpes por robar un par de mazorcas. Aunque la acción más atroz
que se propone para la escena son las “perradas”, en las que mastines persiguen,
aterrorizan y matan a los indios solo para divertir al ejército. La muerte de un pequeño
que es destrozado por los animales será parte del detonante de la rebelión por venir.
Aunque algunos frailes no ven con buenos ojos el maltrato infringido por los soldados,
también tratan a los mansos como servidumbre. Siempre y cuando se convirtieran, los
frailes les ofrecen alimento y trabajo; mientras que aquellos que resisten la conversión
son perseguidos y calificados de malos, salvajes, paganos y traidores. El proceso de
evangelización que recrea Galindo es bastante cruel. En la escena XII, “La conversión
de los mansos”, la acotación indica que en el escenario “un número bastante regular de
indos mansos están colgados. Han sido pasados por la horca. Sus cuerpos se mecen
pesados. Otra cantidad de mansos observan atónicos el dantesco espectáculo. Dos
cabezas arrancadas de sus cuerpos se observan en picotas a la vista de todos”.
Mientras que un fraile, sobre el templete de la orca, dice “¡Este es el juicio del mundo,
el castigo de Dios para todos los infieles y para todos los hostiles que se niegan a
abrazar y venerar la santa cruz! ¡Para todos los paganos y rebeldes que prefieren seguir
la idolatría a Satanás!” (84).

A pesar de la situación, muchos indios resistieron la conversión. Galindo le otorga gran


fuerza a un personaje, Chiquito, un indio manso que “apenas aparece en las crónicas de
aquellos años y [de quien] existen pocos datos”, pero quien, se dice, organizó la primera
rebelión del norte contra la evangelización. Chiquito reniega de Dios, pero desea la paz
y seguir cantando a Himama-pao, la luna. Sorpresivamente, los frailes aceptan. Más
adelante, cuando una madre quiere recoger el cuerpo de su hijo que está entre los
colgados y no la dejan, Chiquito se aparece, reclama y enfrenta a los frailes: “Dios tuyo
malo… Dios tuyo no quiere manso… Dios tuyo mata manso… Manso mata Dios…”.
También reclama la promesa de paz que los frailes habían hecho, evidenciando su
falsedad e incongruencia. Chiquito no quiere besar la cruz porque los frailes han
abusado demasiados de ellos: “Manso acá… manso allá… manso trai esto … manso ve
… manso viene … manso levanta … manso deja … manso no come… y manso siempre
hace y siempre deja… y levanta y lleva … manso siempre caso, siempre mico, siempre
bueno … siempre manso” (88). El reclamo se extiende: “¡Y tú siempre pega manso …
mata hija … hermano … mujer, mata niño!” (89), porque no es cierto que el dios de los
frailes, ni los frailes mismos los quieran, porque los mansos están cansados de tanta
servidumbre, de tanto abuso. En ese momento, “Los frailes se asustan e intentan
replegarse en dirección de la Misión de Guadalupe… Chiquito extrae de su ropa un
cuchillo de hoja grande de pedernal”. Chiquito degüella a uno de los frailes y tomando
la cruz de palo, injuria: “Dios no quiere manso… manso no quiere Dios. Dios mata
manso… (rompe con su pie la cruz de palo) manso mata Dios…!”. Esta violencia
representa la furia de los mansos, nombre que, como apunta el autor, se volvería una
contradicción.
En la obra de Galindo, la Misión de Nuestra Señora de Guadalupe de los Mansos es un
lugar en proceso de construcción, levantado en un tiempo que nos parece lejano. Un
espacio cargado de violencia, símbolo de muchas conquistas. La Historia nos cuenta
que la Misión se asentó en uno de los pasos estratégicos para los españoles del siglo
XVII y creció hasta convertirse en una de las más importantes de toda la región. Se
fundó en 1659; la construcción de la capilla finalizó en 1668. Es el templo más antiguo
que existe en el norte de México y es la “piedra angular de lo que hoy es Ciudad
Juárez”. Anexa al templo, se construyó la Catedral, consagrada hasta 1941.

La furia de los mansos, como toda obra dramática, fue escrita para ser representada. Sin
embargo presenta un reto para cualquier director que quiera montarla. Me encantaría ver
cómo se resuelven algunas cuestiones técnicas, de escenografía y representación. Por
ejemplo, marcar las diferentes épocas, el número tan alto de personajes que intervienen,
las cabelleras escalpadas, animales devorados, carros de carga y caravanas, perros que
destrozan a un pequeño, los cuerpos de los ahorcados, la construcción de la Misión. En
suma, es una obra maravillosa, que sorprende por la agilidad con la que las escenas se
suceden y van creando un panorama histórico en la mente del espectador; además de
que explora un tema poco llevado al teatro que es la problemática de la evangelización
en la zona norte de nuestro país.

Almendra Ochoa

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